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Intentémoslo una vez más por JadeJary

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Habían pasado dos semanas desde la visita de Harry, y Draco no aguantaba. Desde el final de la guerra no se atrevía a leer ni la portada de un diario, ¿y si aparecía él?, escuchar sobre él cuando caminaba en cualquier sitio era suficiente para morir de ansiedad, no necesitaba más. Y aún así, ahí estaba, yendo con los ingredientes para pociones que le había pedido Pansy mientras cuidaba de su esposo enfermo. A Draco le enfermaba tener que caminar por un lugar lleno de magos, como el callejón Diagon, y la razón estaba frente a sus ojos, con un metro de largo y el pelo azul. Y lo peor de todo, llorando.

Draco no pudo pensarlo aunque quisiera, y fue en dirección hasta él, cuando se acercó lo suficiente para llamar la atención Ted dejó de llorar.

-Draco –La voz atolondrada del chico mostraba que aún no dominaba bien la ere.

-¿Dónde está Harry?

Ted comenzó a sollozar otra vez. Draco se agachó hasta estar a su altura, y posó su mano sobre la cabeza del chico.

-Te voy a ayudar a encontrarlo, pero es más fácil si dejas de llorar.

Su intención era darle la mano, pero Ted era demasiado pequeño para eso, tuvo que volver a agacarse para cargarlo, y eso hizo que el chico dejara de sollozar despacito. Volvieron a la tienda de artículos de calidad para quidditch, y antes de meterse dentro pudo ver a través de la vidriera a Harry hablando con el dueño de la tienda. Ted hacía malabares para bajar desesperadamente de los brazos de Draco, y a penas se abrió la puerta salió la voz preocupada de Harry.

-… pequeño que es podría estar llorando en cualquier parte…

-Lo lamento señor Potter, no vi salir a nadie –le contestó el hombre de mediana edad, y por los gritos de Harry, él habría tenido mucho miedo de responder algo así.

Cuando vio a Ted correr hasta los brazos del auror se fue antes de que éste lo notara. No sirvió mucho, a mitad del camino para desaparecer una mano lo detuvo del abrigo.

Se dio vuelta y tuvo que ver a Harry sonreír, lo que lo enojó de más, estando Ted cerca no quería enojarse con él, con su temperamento podría gritarle.

Se soltó haciendo fuerza y salió corriendo. Lo detuvo otra mano, otra más pequeña apretándole el abrigo.

-Draco, gracias.

-De nada, Ted.

Cuando decidió volver a irse ninguna mano lo detuvo.

 

 

-Entonces no me trajiste el basilius de gusarapo por haberte cruzado con el niño de Potter, díselo a Blaise, es quien se rompió el brazo jugando quidditch en el patio de casa.

Pansy se paseaba de esquina a esquina en la cocina con una varita en la mano, y detrás de ella la seguía una regilla fregando un plato elevados en el aire, después de unos cuantos pasos el plato volaba hasta la cocina, y a su vez venía otro buscando a la regilla para que lo fregue. Se notaba muy agitada, Blaise estaba cuidando a su hija en el baño, para que no se ahogue en la ducha, pero con un brazo roto debía ser cosa difícil.

Draco suspiró pesadamente, la única persona que sabía que le gustaba Potter desde su época en Hogwarts era Pansy, y al contarle que lo vio después de cinco años, le importaba más su esposo con el brazo roto que lo roto en el corazón de su amigo. Hundió la cara en el almohadón del sofá y comenzó a patalear de forma desesperada.

-Hablo en serio, parece una broma pesada. Salgo después de meses al callejón Diagon y me tengo que encontrar a su hijo perdido y llorando. Fue horrible, intentó detenerme dos veces y salí corriendo.

Pansy paró su caminata en seco, suspiró casi tan pesadamente como él y se sentó a su lado, después de un rato se escuchó el golpe de la puerta de baño cerrar y supusieron que Blaise ya había terminado, y ya estaría con su hija en la habitación.

-Sabes lo que creo –Pansy lo tomó de la mano con la calidez que necesitaba, y lo miró como una hermana llena de cariño-, si dejaras de escapar y lo enfrentaras verás que no me equivoco. Desde Hogwarts cualquiera notaba que gustaba de ti, al menos en quinto. Y no creerán que pasaba desapercibido, de estar matándose en tercero, a cruzarse miradas cómplices en cuarto…

-No podía seguir siendo su amigo, él era demasiado bueno, quería ayudarme en todo, pero nadie podía… -Draco habló con la voz ronca, y movió la cabeza hacia arriba, en dirección al techo para evitar llorar, aferró sus manos a la almohada y cuando fue más difícil contener las lágrimas empezó a parpadear, una y otra vez con fuerza-. Voldemort me encomendó matar a Dumbledore, no iba a poner en riesgo a mi familia, o a él… Tuve que hacerlo, matarlo.

Pansy le sacó la almohada de entre las manos con suavidad, lo tomó de los hombros y con una mano tiró de la frente de Draco hasta su pecho, para que pueda llorar. Lo acostó como si se tratara de su madre, y este lloraba con tanta fuerza que dejó de escuchar los latidos de Pansy por sobre la ropa.

-Draco, ustedes tienen mucho que decirse, y si Harry volvió a buscarte es porque no te culpa ni te guarda rencor… Cuando Harry volvió en el último año, en la lucha me buscó –Draco dejó de llorar cuando escuchó a Pansy-. Me preguntó, “¿Dónde está?”, como no respondí se fue, antes de salir completamente de las mazmorras, me miró. Draco, no estaba enojado, o desepcionado… estaba preocupado, realmente preocupado.

-No puedo, hice muchas cosas malas, maté a Dumbledore… él lo quería tanto…

-No más de lo que te quería a ti. Solo piénsalo, ¿sí? Enfréntalo, y dile todo lo que pasó, él lo entenderá.

Draco se alivió bastante de poder haber hablado con Pansy, al rato llegó Blaise con Aria, su hija, y este no se vio nada descontento cuando su amiga le explicó que él no pudo llevar el basilius de gusarapo, después de todo la poción crece-huesos sabía horrible. Ella dijo que se ocuparía de traer otro antes de que termine el día, así en una noche podría recuperarse de la fractura y volver a trabajar al día siguiente.

Antes de irse Pansy lo abrazó my fuerte. Draco había dejado de ver a su amiga cuando comenzó con las actividades de mortífago en su último año en Hogwarts, no quería que nadie lo viese, porque se daba asco a sí mismo. Después de que sus padres confesaran los nombres de otros seguidores de Voldemort, los dejaron salir de Azkaban y él mismo fue a buscarla, y cuando la encontró ella lo perdonó diciendo que no había nada de lo que pudiese culparlo. Aunque era obvio que enfrentarse a ella era más fácil que hacerlo con Potter, sus padres murieron luchando contra Voldemort, no eran mortífagos como los padres de su amiga.

 

Ya en su casa se sentó frente a la chimenea, el gato que ocasionalmente entraba por la ventana estaba a su lado, y  Draco lo acariciaba de forma pausada.

-Si Pansy tiene razón yo podría ir y enfrentarlo, ¿pero qué le digo?

El gato ronroneó como respuesta.

-Lamento haber matado a Dumbledore, pero me sentía presionado por Voldemort y mi familia de mortífagos. Lamento haber sido tan cobarde como para no poder enfrentarme a ti, escapar de todo y marcarme como un fiel seguidor del Lord Tenebroso. Lamento no ser bueno, no ser auror. Lamento haber quedado en Slytherin; y lamento haberme enamorado de ti, lamento haber aceptado ser tu amigo y haberte manchado con mi maldad… De verdad, lo lamento.

El gato ronroneó con más fuerza y se ubicó bajo la mano de Draco cuando este dejó de acariciarlo, rogando que siguiera.

-Si me enfrento a él va a volver a escapar.

 

Al  día siguiente tuvo que recibir a sus padres para almorzar, y no se sentía nada bien. Se había levantado dos horas antes, y no pudo desayunar, seguro tenía ojeras por no haber dormido bien, y cuando salió de bañarse no tenía fuerzas suficientes para vestirse. Se puso una remera con mangas largas y un pantalón de vestir. Odiaba que sus padres vayan a almorzar, su madre siempre decía que su casa era muy pequeña y lo regañaba por todo. Lo regañaba por tener solo dos dormitorios, como si no viviese él solo ahí, por tener solo un baño, una sala de estar, y lo que más le desagradaba era que la cocina esté abierta al comedor, sin puerta que las separara. Gracias a Salazar no criticaba su patio trasero, por estar bien podado, aunque no tenía el tamaño suficiente para tener docenas de pavos reales en él.

Cuando su madre cruzó el umbral de la entrada lo primero en decir fue que se había puesto la remera al revés, y desde entonces quiso echarla a ella, y sus saludos.

Su madre sacó la varita para poner la mesa, los platos, vasos y servilletas volaban desde la cocina hasta ésta. Draco se sentó junto a la punta donde siempre se sentaba su padre, y con expresión cansada dejó que ella hiciese lo que le plazca. Su padre lo siguió y se sentó en la punta junto a Draco.

-¿Volviste a tener pesadillas? –Fue su padre quien formuló la pregunta que temía, y su madre dejó la varita para acercarse a ellos.- Tienes ojeras, Dragón.

Draco no quiso hablar de eso, sobre todo cuando su padre lo llamó así, pero tampoco quiso preocuparlos. Hace años había dejado de soñar con Lord Voldemort, y ellos se veían más tranquilos desde que dejó de hacerlo, y su padre por fin había dejado de soñar con Azkaban y las muertes causadas por él.

-No, me quedé hablando con Pansy hasta tarde por red flu y no dormí bien por eso –contestó-, su hija no la deja dormir hasta la madrugada.

-Es un encanto esa niña –dijo su madre-. Siempre creí que terminarías casándote con ella. Siempre venía al menos un día a casa en vacaciones de navidad cuando ibas a Hogwarts.

-Eso era porque era mi amiga, es mi amiga. Además incluso en ese entonces, ella estaba enamorada de Blaise.

La madre de Draco hizo el almuerzo, y eso lo agradeció de sobremanera, ya que él no tenía ganas de cocinar.

Su familia solía comer en mucho silencio, sobre todo desde que él fue mortífago, no había nada muy alegre para comentar. La carne estaba tierna, y aún así le costó masticarla, su mamá parecía notarlo, estando atenta a la forma en que comía, entonces reemplazó la carne por las papas al horno, que eran mejor para tragar sin que interfirieran con el nudo de angustia que tenía atorado en su garganta. De postre su madre hizo budín de Yorkshore y estaba muy rico, aligeró la angustia y le fue más fácil comer sin pensar. Su madre de vez en cuando hacía un comentario sobre algunos artículos de El profeta y su padre respondía como podía para no generar un ambiente tenso.

Antes de irse, su madre apoyó la mano en su hombro.

-Te dejé comida, caliéntala para cenar, y trata de comer algo –lo miró con ternura y algo de tristeza, lo que hizo que le volviese a subir el nudo olvidado por la garganta como antes-. Puedes confiarnos lo que sea, Draco. Siempre vamos a apoyarte y entenderte, ¿lo sabes?

Draco asintió y su madre se fue.

Ninguno de ellos sabían que fue amigo de Harry por un tiempo limitado en Hogwarts, ¿cómo podría decirles que se había enamorado del héroe del mundo mágico? Sobre todo, siendo una familia de ex mortífagos.

Notas finales:

Gracias por leer


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