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por Rukkiaa

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12. Tôya Todoroki

 

Fuyumi fue al desván e hizo un círculo con velas en el suelo.

–Basta de jugar conmigo. Quiero hablar con mi hermano. Necesito hablar con mi hermano—dijo y se puso frente al libro de las sombras. –Escucha estas palabras. Escucha mi grito, espíritu del otro lado. Ven a mi. Te invoco a ti. Cruza la gran línea divisoria.

Un haz de luz apareció en medio del círculo de velas, pero era la abuela de los Todoroki.

–Abuela...

–Hola, querida. ¿Cómo estás?

–¿Que cómo estoy?¿Lo dices en serio?

–Quise decir...¿cómo lo sobrellevas?

–No muy bien. Estoy un poco perdida. ¿Natsuo está bien?

–Tu madre y yo le ayudamos en este trance. Y deberías dejar de invocarle, cariño. No te está permitido verle al menos durante un tiempo.

–¿Por qué? –preguntó dolida.

–Porque ver a Natsuo ahora, hablar con él, hace que se mantenga vivo para ti. Lo cual te impide seguir siendo capaz de continuar adelante con tu vida. Seguir tu destino.

–Pero Natsuo ha muerto y yo no...no puedo seguir sin él.

–Hay una razón para todo, Fuyumi. Lo cual quiere decir que también hay una razón para esto—concluyó antes de desaparecer.

Katsuki llevó a Shôto a un edificio desde el que se veía la azotea donde atacarían al chico de su visión. Y desde una ventana, el bicolor observaba la puerta con unos prismáticos mientras el otro le rodeaba la cintura con los brazos a su espalda.

–Creo que este es el lugar, pero no estoy seguro—dijo el Todoroki.

–Confía en tu instinto, mitad y mitad.

–Hay que parar a ese demonio como sea. Espero que mi conjuro lo retenga lo suficiente para que tú puedas liquidarlo.

–Tengo una idea, para después de salvar a ese tío. ¿Qué te parece si tú y yo nos aparecemos en alguna parte y dejamos la faz de la tierra? –dijo apoyando la barbilla sobre el hombro del otro.

–No me tientes—dijo Shôto.

–Tú sí que me tientas... –dijo y le besó la nuca. –Sé que tu hermano la acaba de palmar, pero hace mucho que tú y yo...

La puerta de la azotea se abrió y el chico de cabellos rojos entró por ella. Sacó un cigarrillo y lo encendió calmado.

El demonio también hizo acto de presencia y le lanzó un ataque que el chico esquivó, desapareciendo en un haz de luz, como haría Tensei.

–Ha orbitado... –comentó asombrado Shôto. –¿Lo has visto?

Katsuki y Shôto se aparecieron en la azotea para enfrentarse al demonio en lo que el otro chico huía, pero sólo consiguieron que se esfumara, no que muriera.

Entonces fueron a su casa, donde Fuyumi y Tensei estaban en el sofá, cogidos de la mano. Y les pusieron al tanto de lo ocurrido.

–No tiene sentido... –dijo Tensei ahora en pie y andando de un lado para otro de la habitación.

–¿Por qué no? –preguntó Katsuki.

–¿Por qué un demonio va a querer matar a un luz blanca?

–Puede que no sepa que es una bombilla como tú.

–¿Es posible que él no sepa que es un luz blanca? –cuestionó Shôto.

–No. ¿Por qué?

–Porque actuó como si no lo supiera. Le sorprendió orbitar tanto como a nosotros enterarnos de que podía hacerlo—dijo el rubio.

–Eso tampoco tiene sentido. Los luces blancas siempre saben que lo son...Será mejor que vaya a preguntar a los que sí podrían darme una respuesta—dijo y desapareció.

–Yo voy a bajar al inframundo a ver que escucho por ahí—dijo Katsuki. –Tendré cuidado—besó al bicolor y se desvaneció como el otro.

–¿Estás bien? –preguntó a su hermana que continuaba en el sofá y no había dicho ni una palabra.

–¿Qué vamos a hacer con todas sus cosas?¿Y con su coche?

Shôto se sentó junto a ella y le dio la mano. –No lo sé. Pero tenemos que superar esto, Fuyu. Tenemos que permanecer unidos.

–No es un luz blanca—dijo Tensei apareciendo otra vez un par de horas después.

–Allá abajo piensan que podría ser...un brujo. Como vosotros—dijo Katsuki llegando también. –Por eso el demonio que mató a Natsuo fue a por él. Para acabar definitivamente con el poder de tres.

Fuyumi, sin mediar palabra, corrió al desván. Los demás le siguieron confundidos por su comportamiento.

–Vamos a preguntarle a la abuela qué es lo que está pasando aquí—dijo junto al libro de las sombras. Shôto se colocó a su lado. Y Tensei y Katsuki a una distancia prudente. –Me dijo que hay una razón para todo. Así que nos lo va a explicar como se debe. Escucha estas palabras. Escucha mi grito, espíritu del otro lado. Ven a mi. Te invoco a ti. Cruza la gran línea divisoria.

La abuela se mostró ante ellos.

–Fuyumi, ¿por qué me llamas de nuevo? Hola, Shôto. ¿Qué pasa?

–Abuela, ¿por qué los demonios piensan que hay un chico por ahí que es brujo y que podría restaurar el poder de tres? –preguntó Fuyumi conteniendo su coraje.

–No sé de qué estás hablando—dijo nerviosa.

–Fuiste mala mentirosa en vida, abuela. Y ahora como espíritu mientes peor.

–Si sabes algo abuela, debes decírnoslo—aportó Shôto. –Tenemos derecho a saberlo.

–No puedo. Juré guardar el secreto.

–¿A quién? –siguió el bicolor ávido de saber.

–A mi—dijo otra voz, y junto a su abuela, apareció su madre, Rei.

–¿Mamá? –Fuyumi se quedó sin habla.

–Antes de conocer yo a vuestro padre, él había mantenido una relación secreta con una luz blanca. Con su luz blanca. Luego nos conocimos, nos casamos y unos años después, supe por ella que ambos habían tenido un hijo que fue dado en adopción. Ignoro si Enji alguna vez lo supo, pero yo me callé por miedo. Las relaciones entre luces blancas y sus protegidos estaban prohibidas, ya lo sabéis. Así que temí que castigasen a Enji por lo que había hecho en el pasado y oculté todo cuanto sabía.

–¿Estás diciendo que nuestro inocente es en realidad nuestro hermanastro? –preguntó Shôto alucinado.

–Vuestro hermanastro mayor—aportó la abuela.

–Eso hace de él un hermano brujo. Bueno, cuando aparezcáis los tres juntos frente al libro—dijo Rei.

–Vuestra familia sí que es rara—dijo Katsuki.

–No podéis decirnos esto hoy... Hace pocas horas que enterramos a Natsuo. ¡Esas cosas no se dicen de esta manera! – Fuyumi seguía furiosa.

–Vas a tener que afrontarlo de la mejor forma que sepas—dijo Rei apenada y se fue junto a su madre.

Todos bajaron por las escaleras al piso inferior.

–No puedo percibir dónde está, porque todavía no es un brujo—dijo Tensei encabezando la marcha.

–Pues no tenemos ninguna pista...¿La azotea quizás? No creo que vuelva allí después de lo que le pasó—dijo Shôto.

–Escuchad. Ayudaré sólo porque quiero salvarlo, ¿vale? No tengo ningún interés en... –dijo Fuyumi, pero se silenció.

En la planta de abajo, cerca de la entrada, estaba el chico de cabellos rojos.

–La puerta estaba abierta—dijo en un aprieto.

–Íbamos a salir a buscarte—dijo Shôto apurándose en cogerle de la mano para que no se le ocurriera irse.

–Qué casualidad—dijo siendo arrastrado al interior de la casa, donde estaban los demás.

–Mucha. Yo soy Shôto. Y esta es...

–Fuyumi—dijo el chico. –Lo sé. He estado en tu restaurante. Buena comida. Un poco cara, pero vale la pena.

–¿Y tú eres? –preguntó ella de brazos cruzados.

–Tôya.

Fuyumi le miró de arriba abajo y finalmente pareció relajarse y le tendió la mano. –Encantada.

Cuando se las estrecharon, algo pareció temblar en el desván y una luz los bañó a los tres.

–¿Qué coño ha sido eso? –cuestionó el pelirrojo mosqueado.

–Significa que tienes que estar aquí—dijo Tensei.

Un remolino entró por la puerta de golpe y el demonio de piel ceniza apareció. Así que todos corrieron al desván.

–Tienes que leer este conjuro con nosotros—dijo Shôto sujetando de la mano a su recién descubierto hermanastro.

–¿Conjuro?¿Qué sois?

–Lo mismo que tú, espero.

El demonio entró en el desván.

Viento del mal que sopla y que aquí abajo toma forma, ya no podrás morar en este mundo. La muerte te lleva con este conjuro. –Leyeron al unísono y el demonio por fin fue destruido.

Se miraron entre ellos, aliviados.

–Ese demonio sólo es el mensajero. Tenemos que llegar a All For One—dijo Shôto recuperando el aliento.

–A mí me gustaría hablar de nuestro padre y de que somos hermanos—dijo Tôya.

–¿Tú lo sabías? –Fuyumi no sabía si enfadarse o relajarse ahora que no tenía nada que explicar.

–Soy asistente social. Gracias a eso pude investigar hace unos años quienes eran mis verdaderos padres. No sé quién es mi madre, pero mi padre...es el vuestro.

–Por eso viniste al funeral de Natsuo—dijo el bicolor.

–Os vi varias veces, en la distancia. Nunca me atreví a acercarme, porque no sabía qué deciros. Pero cuando vi la esquela de Natsuo...Sentí como si hubiera perdido una parte de mi. Me sentía atraído hacia él. Hacia vosotros y vuestra casa. Supongo que en cierta forma, quería formar parte de vuestra familia. Sé que suena a que soy un psicópata de manual o algo de eso.

–¿Estáis hablando de mí? –Katsuki y Tensei aparecieron.

–Resulta que Tôya sabía de nosotros desde hace mucho tiempo—aclaró Shôto a su novio.

–Otro Todoroki. Os reproducís como hongos—dijo el rubio.

–¿Quién es ese All For One que mencionaste antes? –preguntó el pelirrojo. Katsuki miró al bicolor.

–Alguien a quien debemos derrotar.

–¿All For One?¿Estás pensando en enfrentarte a él?¿Estás chiflado? ¡Ya te dije que contra él no tenemos oportunidades! –Katsuki se alteró.

–Sé lo que me dijiste... Pero no puedo evitar pensar en el trato que hice. Si nos preparamos adecuadamente, quizás podríamos derrotarle. Entre todos. Juntos.

–¿Quién es? –volvió a preguntar Tôya.

–¿Eres tonto o te lo haces? Es el malo malísimo, gilipollas—dijo Katsuki con rabia.

–Shôto, tu novio es un encanto—ironizó el mayor de los Todoroki.

El rubio lo ignoró, tomó a Shôto de la mano y tiró de él hasta su dormitorio. Sansa le bufó y salió corriendo antes de que cerrara la puerta.

–Vas a echarme una bronca—confirmó el bicolor.

–¡Pues claro que sí! Te conté en el inframundo quién era All For One. Te conté de lo que puede ser capaz. Se supone que tendrías que estar preocupado, no planificando cómo acabar con él.

–Pero eso es lo que hacemos. Acabamos con los malos. Ya lo sabes.

–¡No seas tocapelotas, Shôto! –gritó acorralando al otro entre su cuerpo y la pared. –Eres consciente de lo que significas para mí. Sabes que All For One es el mayor peligro al que podrías enfrentarte. No planifiques a mis espaldas tu suicidio. Si te mueres por hacer el imbécil, te juro que te mato.

–¿Cómo se supone que me matarás si ya estaría muerto?

Katsuki entrecerró los ojos. –Buscaría el modo, mitad y mitad. Hablo en serio.

Shôto alzó las manos y rodeó su cuello con los brazos.

–Ayúdame. Contigo de nuestro lado, tendríamos una oportunidad. All For One es el mal supremo y hay que acabar con él. No podemos centrarnos solamente en los demonios menores que envíe a por nosotros.

–No hay nada que te haga cambiar de opinión, ¿no?

–No. Fuyumi está de acuerdo. Tensei también. Tôya es un Todoroki, así que seguro que también se apunta. Faltas tú.

–¿Ibas a decírmelo algún día, fresas con nata? ¿O te parecía mejor que tu nuevo hermano me lo contara?

–Mmm, lo de mi nuevo hermano. Sin duda—Bakugô gruñó por la respuesta y el bicolor le dio un beso en la comisura de los labios. –No te enfades...

–Estoy muy enfadado, pero también estoy muy excitado. –Shôto sonrió y el otro le mordió la mejilla sin hacerle daño.

–¿Qué...?

–Me gusta que sonrías.

Se alejó un poco del Todoroki, porque el día del funeral de su hermano no le parecía el indicado para desfogarse del modo en que tenía pensado hacerlo.

–Te ayudaré. A ti. Porque eres tú, que quede eso bien claro. Entrenaremos juntos esas habilidades tuyas de lucha. ¿Te parece bien?

A la mañana siguiente, lo llevó al sótano. Las cajas estaban en un rincón, y había suficiente espacio como para darse de tortas sin impedimentos. Además de un saco de boxeo colgando del techo a un lado y varias colchonetas sobre el suelo.

–Has preparado un lugar para pelearnos a puñetazos, ¿se puede ser más romántico? –dijo el bicolor sorprendido por todo el espacio que habían estado desaprovechando en esa casa.

–Cualquier cosa por ti, cariño—dijo el rubio fingiendo que se quitaba un sombrero invisible. Acto seguido, lanzó un puñetazo en dirección al otro, que por fortuna esquivó.

–¿Qué haces? –dijo con los ojos abiertos de par en par, asombrado.

–¿Tú qué crees? –preguntó intentando golpearlo de nuevo.

–¡Avísame de que ibas a empezar! –gritó poniéndose en guardia.

–¿Avisarte? All For One no te avisará cuando vaya a atacarte. ¡Muere!¡Muere!¡Muere!

Shôto siguió esquivando puñetazos y patadas, pero era difícil. Katsuki era muy rápido.

–No estés tenso. Sino alerta. Cuando me veas atacar, esquiva. Si yo esquivo, tú atacas—el bicolor fue esta vez el que dio el primer paso e intentó golpear al otro varias veces. –¡Te estás conteniendo!¡Mal! –Katsuki le derribó de una patada y cayó al suelo. –¿Por qué?¿Es por mi aspecto?¿Demasiado humano para ti? –dijo y su piel y cabellos tomaron el tono carbón.

–Puede que eso ayude. –Hizo ademán de levantarse, pero Katsuki le puso un pie en el pecho.

–Tío, la tensión sexual se podría cortar con un cuchillo aquí abajo—Tôya estaba sentado en los escalones, observando tranquilamente.

–Tôya, ¿qué haces aquí? –avergonzado, Shôto se levantó, apartando el pie del otro.

–Estaba arriba estudiando pociones con Fuyumi, pero son un rollazo. Veros a vosotros en cambio...Es gracioso ver lo mucho que os controláis para no arrancaros la ropa y poneros a hacerlo como conejos.

–Otro como Natsuo... –dijo Katsuki poniendo los ojos en blanco.

–Estudiar es aburrido. Me divierto más viendo cómo intentáis luchar—continuó Tôya. –Mi otro cuñado es un poco muermo. Ni se rió con mis chistes.

–Yo tampoco me voy a reír de tus mierdas. Lárgate.

–Fuyumi se toma los exámenes de brujería muy en serio. Vuelve arriba y estudia—dijo Shôto. El otro no estaba muy por la labor. –Escucha, Fuyumi y yo aprendimos a ser brujos por el método duro y nos llevó demasiado tiempo. Necesitamos que tú aprendas rápido.

–Ya...por el poder de tres ese. ¿Cuándo empieza lo divertido? –preguntó poniéndose en pie y subiendo los escalones hasta la salida.

Shôto se volteó deprisa, no fuera que Bakugô tuviera intenciones de pillarle con la guardia baja. El otro estaba en la otra punta de la sala y no parecía peligroso aún. Aprovechó y se quitó la camiseta para limitar lo menos posible sus movimientos. Katsuki mostró una leve sonrisa.

–Eso no va a evitar que te golpee.

–¿Insinúas que te estoy seduciendo? No te imagines cosas.

–Que lástima.

Continuará...


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