Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

por Rukkiaa

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

14. Las premoniciones se cumplen

 

Un mes después, las cosas seguían como de costumbre. Luchando contra demonios que All For One enviaba para matarles. Y Tôya mejorando con sus poderes.

Hasta una mañana en la que Fuyumi preparaba gofres como desayuno para ella y sus hermanos; cada uno sentado en un taburete en la cocina. Katsuki estaba entretenido bebiendo de una botellita de tabasco.

–A mí no me apetecen gofres—dijo Shôto. –Tomaré algo de fruta. No me siento muy bien.

El rubio dejó lo que estaba haciendo y le miró con recelo. –¿Estás enfermo?

–Yo me comeré los suyos, y los míos. Que no cunda el pánico—apuntó Tôya.

–Tengo el estómago algo revuelto. No es nada. Tomaré algo suave y ya está—dijo mordiendo una manzana.

–Tú te lo pierdes, porque han quedado deliciosos—dijo Fuyumi sirviéndole al pelirrojo.

–¿Puedo saber por qué estás haciendo tanta comida? La nevera está llena de sobras. Deberías dejar de cocinar para poder gastarlas—apreció el bicolor.

–Sabes que amo cocinar, además, me mantiene la mente ocupada—dijo ella alrededor de la gofrera.

–¿Mente ocupada?¿Qué necesitas olvidar? –preguntó Tôya. –¿Y por qué nadie me dice dónde está el sirope?

–Es una tontería... Tuve un retraso de un par de días, y disparé mis esperanzas—reconoció.

–Creo que ya no quiero estar aquí—dijo Katsuki y salió de la cocina.

–No es una tontería, Fuyu. Tú quieres niños.—dijo Shôto.

–Sí, por supuesto, pero lo hemos intentado y...

–Durante un par de meses, Fuyumi. Los muchachos de Tensei necesitarán más tiempo—dijo Tôya.

–Cuatro—admitió la peliblanca.

–¿Cuatro? Pero si nos mandabas a callar cuando sacábamos el tema bebé—el bicolor la miró con reproche.

–No es como cocinar galletas, Fuyumi. Aunque no estaría mal—siguió el pelirrojo divertido.

–Ya lo sé. Sólo me preocupo por si algo está mal conmigo. Andar peleando constantemente con demonios no es lo ideal para tener niños—dijo ella apenada.

–Primero, vas a tener hijos a los que pienso malcriar. Segundo, yo soy la prueba viviente de que los luces blancas y las brujas pueden concebir—apreció Tôya.

–Tiene razón, Fuyu. Cuanto antes dejes de comerte el coco, antes seremos tíos—dijo Shôto. Despreocupado, estiró el brazo para coger otra manzana, pero prendió fuego al frutero. Todos dieron un brinco y gritaron a la vez. Katsuki volvió a la cocina.

–¿Qué coño pasa? –preguntó. El bicolor se miraba la mano, estupefacto.

–Yo...

–¿Eso ha sido un nuevo poder? –cuestionó Tôya recuperándose del susto.

–No lo sé...

Katsuki observó la bola de fuego que antes había sido un frutero de plástico. Posó su mano sobre ella y absorbió las llamas.

–¿Fuiste tú?

–Lo hice sin querer. Ni sé cómo salió ese fuego de mi mano—reconoció Shôto desconcertado y poniéndose en pie.

–Lanzar fuego es sólo un poder de demonios—dijo el rubio acercándose al otro. Los ojos dispares le miraron.

–¿Entonces qué me pasa?¿Me han hechizado?¿Me pueden contagiar poderes si los toco luchando?

–El chalado de Katsuki podría haberte pegado algo también. No descartes esa posibilidad—dijo Tôya. El rubio le mostró el dedo corazón sin mirarle siquiera. –Era broma, Bakugô. No te enfades—y mostró una falsa sonrisa.

–No descartemos lo del nuevo poder—dijo Fuyumi igual de preocupada que los demás.

–Será mejor que salga de aquí, podría heriros. Soy peligro... –dio un par de pasos hacia la puerta, pero de no ser por Katsuki, habría caído inconsciente al suelo.

–¡Shôto! –el rubio le palpó el rostro, pero el otro no abría los ojos. –¡¿Qué le habéis hecho?!

–¿Cómo? ¡Nunca le haría nada a mi hermanito! –gritó Fuyumi.

–¡Claro que no!¡Si hay que hacer daño a alguien de esta casa, te preferimos a ti, Bakugô! –Tôya se puso tan en guardia como la chica.

Katsuki cargó al bicolor en sus brazos. –Llama al Bombilla y que venga deprisa—dijo nervioso, llevándolo al salón y recostándole en el sofá.

–No sé lo que le pasa. Aparentemente solo tiene algo de fatiga... Yo no puedo quitarle eso—apreció Tensei después de intentar sanar a Shôto. –Tendrás que llevarle a un hospital.

–¿Y el fuego? –Fuyumi mantenía las manos juntas, como si rezara.

–No lo sé. Iré a preguntar arriba—dijo y desapareció.

Katsuki volvió a coger en brazos a Shôto—será peor si prende fuego al hospital. Lo llevaré a su cuarto hasta que despierte. Buscad en el libro de las sombras qué cojones le ocurre.

Lo tumbó en el futón y le palpó la frente. Lo veía más pálido que de costumbre y que tardara en despertar le ponía histérico. Dio varias vueltas por el dormitorio, esperando oír al Bombilla en el piso inferior con buenas noticias.

–Katsuki... –escuchó mientras contemplaba la calle a través de la ventana. En dos pasos estuvo junto al otro.

–¿Cómo te sientes?

–Cansado—admitió acomodándose y quedando sentado. –¿Por qué estoy en nuestro dormitorio?

–Porque te dio un síncope o algo así. ¿Fue por no desayunar correctamente? Si es así, ya te estoy trayendo toda la puta nevera a esta habitación—Shôto le mostró media sonrisa y le tendió la mano.

–Siento haberte asustado—dijo. El rubio chasqueó la lengua y tomó la mano que le ofrecía, pero en cuanto sus dedos se hubieron rozado, Shôto tuvo una premonición.

Le resultó tan impactante que se inclinó hacia adelante, y se llevó la mano al pecho como si le doliese.

–¡Maldito mitad y mitad! –a pesar de gritar cual energúmeno, se arrodilló y apoyó la mano en su espalda. –Si todo esto te lo está causando un demonio, te juro que yo...

–Es imposible. Imposible—musitó el bicolor repetidas veces, mirando sin ver hacia la pared.

–Shôto, dime qué has visto. Dímelo de una vez—casi rogó. –Dímelo, maldita sea.

–He visto este momento—dijo intentando serenarse. –Nos he visto aquí. Ahora. En esta habitación. Tú donde estás y yo donde estoy. Tal cual.

–¿Y nos van a atacar?¿All For One va a aparecer de repente?

–No... En mi premonición estamos hablando y... Yo te digo que... –por fin miró a Katsuki con verdadero pánico en los ojos. –Te digo que estoy esperando un hijo.

Los párpados de Bakugô presentaron un leve y constante tic. Ambos se miraron en silencio lo que les pareció horas. Y ni se movieron un ápice de donde estaban.

–No es posible—dijo con voz ronca. –Los dos somos...

–Lo sé. En otras circunstancias pensaría que es lo más absurdo e inverosímil del mundo. Pero hace mucho tiempo tuve otra premonición que llegué a creer que jamás se realizaría. Si ahora conecto ambas... –como por acto reflejo, situó su mano sobre su plano vientre.

–¿De qué hablas? –el rostro de Katsuki parecía ir recuperando el color.

–Vi que tenía un hijo. Un hijo de mí sangre, porque eso es lo que sentí. Era tan real como lo somos tú y yo en este instante. Cuando te conocí, deseché esa premonición, porque no era viable. Sin embargo... Tú eres un demonio, Katsuki. ¿Esto puede haber ocurrido por eso? Necesito encontrar una explicación.

–No tengo ni la menor idea—dijo boqueando como pez fuera del agua. Totalmente alucinado.

Un par de golpes en la puerta les hicieron alzar la vista, y Tensei entró a la habitación.

–Los Ancianos me han dicho lo que pasa—comentó dubitativo.

–¿Saben lo del bebé? –preguntó Shôto con la esperanza de que su cuñado le diera una respuesta distinta.

–¿Cómo...?

A Tensei le siguieron Fuyumi y Tôya. Todos dentro de aquel dormitorio que ahora parecía más pequeño de lo que realmente era.

–¿Puede tenerlo siendo un hombre? –preguntó la chica asustada.

–No lo sé. Los Ancianos me dirán algo cuando lo sepan.

–Lo tendré. Lo vi—dijo Shôto recordando al niño de cabellos blancos de su premonición del pasado.

–¿Veis? Todo era culpa de Bakugô—apuntó Tôya.

–Ahora no es momento para que me toques las pelotas—dijo el mencionado conteniéndose para no saltarle al cuello y estrangularle.

–Lo importante aquí es el embarazo de Shôto—dijo Tensei calmando los ánimos. –Tenemos que ocuparnos de eso. Ver lo que tenemos que hacer al respecto.

Sin embargo, mientras todos asentían a lo dicho por el peliazul, el cuerpo del menor de los Todoroki atravesó el suelo.

–¡Shôto! –chilló Katsuki con la mano estirada en la dirección donde había estado un segundo antes.

El bicolor se encontró de repente sobre un frío suelo, en mitad de la penumbra. El aire le quemaba en la garganta y empezó a temblar.

–Intenta respirar con tranquilidad—le dijo una mujer desde algún lugar cerca de él. –Si te pones nervioso, será peor—fuera quien fuese se le acercó. Se inclinó y le acarició la espalda de un modo que le pareció cariñoso. –No va a pasarte nada malo.

–¿Por qué...estoy aquí? –consiguió preguntar.

Quien estaba a su espalda se situó frente a él, con una larga túnica oscura cuya capucha cubría su rostro. Capucha que apartó y no pudo evitar asombrarse. Aquel cabello rubio ceniza y aquellos ojos rojos le resultaban increíblemente familiares.

–Tranquilo. Estás aquí para que yo pueda cuidarte—dijo con voz calma.

–¿Cuidarás de mi en el inframundo?

La mujer se arrodilló frente a él, y le acarició una mejilla. –Cuidaré de ti y del bebé, Shôto. Confía en mí.

–¿Eres familia de Katsuki?

–Soy Mitsuki, su madre—dijo atrayéndolo hacia ella para abrazarlo.

–¡No lo toques! –Katsuki apareció y colérico, empujó a su madre, apartándola del otro. –¿Estás bien, Shôto? –lo tomó de la cintura, haciéndole levantar. –Nos vamos...

Las orbes escarlata del rubio se abrieron con sorpresa. No podía desaparecerse junto al bicolor.

–No puedes llevarte a Shôto de aquí, Katsuki—dijo su madre poniéndose en pie. –Ahora está atado al inframundo porque hizo un trato con All For One. ¿No lo recuerdas?

«Que tu brujo se pase a nuestro bando. Que se una a nosotros cuando yo se lo pida.»

–Llegado el momento vendría. Lo sabías, Katsuki. Y ese momento ha llegado—continuó ella.

–¿Por qué ahora? –la miró serio. Enfadado. Asustado.

–¿Tú qué crees?

La respiración de Shôto parecía volverse más regular, pero aún parecía cansado. Mantenía la boca abierta, los ojos entrecerrados, y la mayor parte de su peso, la cargaba él con su brazo. De no ser porque lo estaba sujetando, habría caído al suelo.

–Por el bebé—dijo el bicolor exhausto.

–¿Por qué iba a querer All For One a...?

–¿El hijo de un demonio y de uno de los brujos Todoroki? Katsuki, deberías imaginar por qué lo quiere—dijo Mitsuki. –Las profecías hablan de ese niño. El niño más poderoso que el mundo mágico jamás haya visto. Y si nace en la superficie, estaría del lado del bien. Por eso All For One lo quiere aquí abajo.

–All For One sabía que esto pasaría... Que Shôto y yo...

–Sí, lo sabía.

Notó un peso muerto en el brazo y se dio cuenta de que Shôto había perdido el conocimiento de nuevo; así que volvió a cargarlo y escuchó el tintineo de la cadena invisible unida al grillete que probablemente el otro tendría en el tobillo.

–Este no es sitio para él—dijo conteniendo su creciente ira. Necesitaba sacar al bicolor de allí. Los Todoroki tenían incontables enemigos. No pasaría mucho para que algunos demonios comenzasen a aparecer dispuestos a matarle.

–Sígueme—dijo su madre, que sin esperar respuesta por su parte, empezó a guiarle por los túneles. Hasta que llegaron a una pequeña caverna, con estalactitas en el techo. Hizo un sutil movimiento con los dedos y frente a ellos apareció un pequeño catre. –Tú eres libre de marcharte, Katsuki. Él se queda.

–Y una mierda que me voy a ir sin él—casi escupió. Sentía la rabia subir por su garganta como veneno regurgitado. Sentía pavor por lo que le esperaba a Shôto ahora que tenía que quedarse en el inframundo. Y por primera vez en su vida sintió deseos de que el resto de los Todoroki les sacaran del apuro.

Dos días pasaron Fuyumi, Tôya y Tensei intentando averiguar cómo sacar a Shôto del inframundo. Puesto que el luz blanca había bajado a por él, pero al igual que Katsuki, le había sido imposible sacarlo.

–Lo positivo es que no hará daño a Shôto porque necesita al niño con vida—dijo Tensei.

–Tenemos que romper la cadena que lo ata al infierno—dijo la chica volviendo a revisar el libro de las sombras. Llevaba los cabellos despeinados y unas ojeras adornaban el bajo de sus ojos. –Shôto no debe pasar más tiempo en ese horrible lugar.

–Yo voto por matar de una vez por todas a All For One. De esa manera se solucionarían todos los problemas—aportó Tôya mientras se encendía un cigarrillo.

–Tôya, si con el poder de tres no podíamos matar a All For One, ahora que somos dos, me parece que hay que descartarlo del todo—dijo Fuyumi visiblemente desesperada.

–¿Y no podemos reunir a más brujas y brujos? No tenemos la exclusividad de la magia. Y acabar con ese tipejo es el objetivo, o debería ser el objetivo de todos los buenos hechiceros—siguió el pelirrojo, inquieto. Fuyumi le miró sorprendida. Su hermanastro había dado con algo muy bueno.

Sin embargo, había otro problema con el que tenían que lidiar.

Dos días en la tierra equivalían dos semanas en el inframundo y Shôto se sentía realmente enfermo. Sin fuerzas, tanto así que no podía ni ponerse en pie, a pesar de las insistencias de Katsuki. Procuraba no quejarse. Apenas y comía lo que Mitsuki le llevaba. Y no dejaba de darle vueltas a lo que le rondaba por la cabeza.

El problema parecía ser su hijo. Parecía ser tóxico para su cuerpo y temía estarle repeliendo de alguna forma. Así que pasaba las horas en aquel incómodo catre, hecho un ovillo y con las manos sobre el estómago; intentando pensar qué podía hacer él para evitar dañarle a toda costa.

Escuchaba a Katsuki maldecir innumerables veces andando de un lado para otro. En otras ocasiones se le acercaba para acariciarle la espalda, o besarle en la coronilla. Incluso creyó oír la voz de Tensei en algún momento. Aunque pasaba más tiempo dormido que despierto y bien pudo ser una alucinación.

De repente sintió una arcada que le hizo retorcerse y tuvo que sacar la cabeza por el borde de aquella especie de cama mal fabricada. Sin embargo, lo que vomitó no fue comida; sino sangre. Una profusa y peligrosa cantidad de sangre.

Katsuki se quedó tan estático que podría haber pasado por una estalagmita de aquella gruta. Mitsuki fue la que se acercó a él y le retiró con los dedos los rastros de sangre que caían por su barbilla. Le apartó con delicadeza el cabello de la frente y lo hizo recostarse de nuevo.

–El bebé lo está matando—comentó con seriedad mientras se hacía a un lado. –Su cuerpo humano no está preparado para albergar a un niño demoníaco. No es compatible con su magia.

El rubio pareció salir de su letargo al escuchar esas palabras y se acercó sin dudarlo al catre en un instante. Se inclinó sobre Shôto, y apoyó la mano en su estómago.

–¡Muere, sanguijuela! –chilló mientras sus dedos comenzaban a atravesar la piel del otro, introduciéndose en el.

Sintió de pronto la mano de Shôto en su muñeca, firme a pesar de lo débil que se encontraba. Deteniendo lo que estaba haciendo.

Cuando alzó la vista se cruzó con el ojo turquesa del bicolor. Acusatorio. Y se dio cuenta de que nunca nadie le había mirado con tanto poder.

–No... –dijo el Todoroki en un hilo de voz.

–¡Pero te hace daño! –Shôto no estaba en sus cabales. Tenía fiebre. Hambre. Y además aquella garrapata lo hacía empeorar por momentos. No cabía discusión. Hundió más los dedos tocando sus entrañas.

–Si lo matas, nunca te perdonaré—sentenció el otro.

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).