Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

por Rukkiaa

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

3. Luz blanca

 

Desde ese momento, la relación entre Fuyumi y Tensei se convirtió en oficial, y el chico de cabellos azules continuaba rondando por la casa de los Todoroki para algo más que para arreglar lo roto.

–Hay una bombilla que parpadea en el salón—apreció Natsuo mientras desayunaban todos en la cocina.

–Si quieres puedo cambiarla por una nueva—dijo Tensei servicial.

–No tienes por qué hacerlo. Ya no estás aquí por eso—Fuyumi acompañó sus palabras con un beso.

–No me importa hacerlo. Me gusta ayudaros.

–Cambiar una bombilla es de lo más sencillo. Natsuo podría hacerlo, pero no quiere molestarse—comentó Shôto antes de levantarse.

–No lo negaré. Es mejor cuando lo hace otro.

El bicolor se puso la chaqueta de su traje formal, se acomodó la corbata y salió por la puerta rumbo al trabajo. Poco después salió Natsuo, y finalmente, Fuyumi.

–¿Te llevo a alguna parte? Hoy tengo el turno de desayunos y almuerzos—comentó apenada. El único empleo que había conseguido era de camarera, y no el de chef, que era el que ella claramente prefería.

–Tranquila. Cambiaré la bombilla y me iré.

Se despidieron con otro beso e Iida se dispuso a cambiar la bombilla por otra nueva que guardaban en el desván.

Shôto, que a medio camino de su trabajo se había dado cuenta de que se había dejado en casa su reloj, volvió a por el.

Pero cuando llegó a casa y pasó por el salón, no se esperaba lo que vio. Tensei, flotando como si tal cosa y colocando la bombilla.

–¡Shôto! –gritó antes de caer al suelo de espaldas.

–¡Eres un hechicero!

–¡No! –se levantó de prisa y se acercó al otro.

El menor de los Todoroki rebuscó en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó su teléfono móvil apresurado.

–Mi hermana debe saber esto...

–Si fuera un hechicero malvado que quisiera haceros daño, ¿no crees que ya lo habría hecho?¿Desde la primera vez que estuve aquí?–intentaba mantener la calma, pero los ojos de Shôto eran acusadores. De todos modos, intentó evitar esa llamada, y con calma puso la mano sobre el teléfono del otro.

–Eso es verdad. Pero estabas flotando. La gente normal usa escaleras para llegar a las lámparas del techo—apreció. –¿De verdad no eres un brujo?

–No.

–¿Quién eres? –a pesar de haberse calmado, el bicolor no soltaba el teléfono, por si acaso.

Tensei se encontraba en un gran aprieto, sobre todo cuando se podía apreciar perfectamente que la bombilla que sostenía en su mano estaba encendida aún a falta de electricidad.

–Soy un luz blanca.

La mueca del menor fue de desconcierto. –¿Y eso qué es?

–Bueno, somos mensajeros. Guías. Somos como ángeles de la guarda de brujos buenos.

Shôto tomó asiento. Estaba tan contrariado que ni recordaba que tenía que ir a trabajar.

–Entonces...todo este tiempo... ¿Sabías quiénes éramos y que hemos estado ayudando a la gente con nuestros poderes?

Tensei le imitó, sentándose frente a el.

–Me enviaron para cuidar de ti y de tus hermanos cuando recibisteis vuestros poderes. Para ayudaros en lo que me fuera posible. Aunque no he tenido que hacer demasiado. Sois muy buenos brujos.

–¿Quién te envió?

–Un grupo formado por luces blancas mayores a los que se les conoce como Ancianos. Son los fundadores. No tenías que descubrirme. Me pillaste y la fastidié. Necesito que me ayudes a guardar el secreto. Natsuo y Fuyumi no pueden saber quién soy en realidad.

–Puedo guardar el secreto a Natsuo...pero mí hermana debería saberlo. Ella...

–Lo sé. Y ahí es donde necesito tú ayuda—Tensei pareció nervioso de repente. Se puso en pie y se paseó por la habitación. –¿Sabes? A las luces blancas y a las brujas no se les permite enamorarse. Es como con los humanos y los ángeles.

–Se ve que no has visto la serie ''Sobrenatural''–susurró Shôto.

–Pero me ha pasado. He infringido las normas. Estoy enamorado de Fuyumi.

El menor sonrió levemente.

–Ella también está enamorada de ti.

–Sé que no es justo mantener esta información a sus espaldas, pero no puedo descubrir mí secreto; así que llegado el momento alguien tendrá que decirle a Fuyumi que no podré volver a verla nunca más, tampoco podrá decirle el por qué. Y yo tendré que desaparecer.

–No puedo hacerle eso a mi hermana. No puedo ayudarte a romperle el corazón.

–No es algo que quiera hacer. Es lo que menos deseo—dijo Tensei antes de tomar asiento de nuevo.

–Soy el menos indicado para aconsejarte en nada que tenga que ver con lo romántico, pero lo único que te puedo decir, es que le cuentes la verdad. Si ya no podrás verla más, Fuyu se merece saber la razón.

Varios días después Natsuo salió antes de lo esperado del museo, lo cual significaba que podría disfrutar de la paz y la tranquilidad de, al menos, un par de horas de soledad en casa. Compró una botella de vino, un gran bocadillo de albóndigas de un restaurante que le encantaba y cruzó la puerta escuchando la llamada del sofá y la televisión.

Sin embargo, se equivocaba al pensar que estaría solo.

–¡Ha! –escuchó en el piso superior. A eso le siguió un golpe. –¡Ha!

Subió despacio las escaleras agudizando el oído para ver de dónde procedía aquel sonido. Y lo encontró.

–¿Shôto?

Allí estaba su hermano. En su perfecta, ordenada y limpia habitación de estilo japonés. Dándole puñetazos a una especie de maniquí. Vistiendo un pantalón de chándal, una camiseta sin mangas y vendas alrededor de ambas muñecas.

–¿Qué haces?

–¿No es obvio? Entreno—dijo aprovechando el lapsus para secarse el sudor de la frente con el dorso de la mano.

–¿Por qué?

–Porque estoy cansado de ser el brujo con el peor poder de todos. El poder pasivo que no puede ayudar en la lucha—dijo y le arreó una patada al muñeco.

–Tus visiones nos han ayudado mucho. Sin ellas, apenas sabríamos ni a quién ayudar.

–Ya. Y mientras tú lanzas a los demonios a la otra punta de la habitación y Fuyumi los paraliza, yo os observo desde un rincón. No. Eso se va a terminar—mientras hablaba seguía a lo suyo, y Natsuo no pasó por alto que parecía saber muy bien lo que estaba haciendo.

–¿Desde cuando haces esto?

–Un mes. Me apunté a unas clases de artes marciales a las que suelo ir después del trabajo.

–¿Y por qué nos lo ocultabas?

–Porque aún estoy aprendiendo. Y no quería que te rieras de mí.

Dejó de martirizar al muñeco y cogió una pequeña toalla blanca que tenía perfectamente doblada sobre la mesa baja. Se la puso tras la nuca y se secó la cara con los bordes.

–Nunca me reiría de ti por esto. Es alucinante que quieras mejorar. Tu poder ya es increíble. Ves el pasado y el futuro. Podrás avisarme cuando vaya a hacer el ridículo en una cita, o advertirme de con quién voy a casarme para no hacerlo.

Shôto sonrió un poco.

–Además, si me rio de ti ahora que te he visto dar patadas a ese muñeco... Podrías arrancarme la cabeza—el menor le lanzó la toalla a la cara y Natsuo estalló en carcajadas. –El matón de mi hermano pequeño, señoras y señores.

–¿Qué hacéis? –preguntó Fuyumi desde la puerta. Ni la habían oído llegar.

–Nuestro hermanito sabe kung-fu.

Shôto iba a hacer una aclaración cuando escucharon un fuerte golpe en el desván. Así que los tres se apresuraron en subir. Y allí, en el suelo y con una flecha oscura clavada en el hombro, estaba Tensei.

–¡Tensei! –la chica se acercó corriendo hacia él y se arrodilló a su lado.

Natsuo bajó corriendo al cuarto de baño para coger todos los medicamentos y gasas que había allí. Mientras Fuyumi y Shôto se encargaban de acomodarlo sobre un sillón.

–¿Cómo apareciste aquí de repente?–la chica temblaba de pies a cabeza.

Tensei y Shôto cruzaron miradas.

–Es un luz blanca. Un ser enviado para cuidarnos—soltó el menor. No por ser chismoso, sino porque era hora de que se supiera, y porque el otro no parecía estar en condiciones de contarlo por si mismo.

–¿Qué?

–Traje muchas cosas... Aunque lo mejor sería llamar a una ambulancia—Natsuo apareció con las manos llenas.

–No servirá de nada... –dijo como pudo Tensei.

–Es un ser sobrenatural, y Shôto lo sabía—los ojos de su hermana le miraron con tristeza.

–Yo quería contártelo Fuyu...

–Pero no lo hiciste—a pesar de que con el peliazul había sido seca al hablar, buscó un par de almohadones para que estuviera más cómodo.

–Tenemos que sacarte la flecha—dijo Natsuo ignorando la tensión y dejando todas las cosas sobre una mesa cercana. Ahora lo prioritario era la herida. Las broncas luego.

–No la toquéis. Lleva veneno—dijo Iida.

–¿Y cómo vamos a sacarla si no podemos tocarla? –cuestionó el bicolor.

–Yo soy el chico correcto—soltó el peliblanco. –¿Preparado? –Tensei asintió y Natsuo le sacó la flecha con un movimiento de la mano. –¿Qué eres entonces?

–Un luz blanca—aclaró Shôto. –Son como Campanilla con Peter Pan. Aunque sin tutú ni alas. Guía a los brujos y brujas.

–Y a futuras luces blancas...Por eso he venido aquí.

–Debiste decírmelo—dijo Fuyumi a su hermano menor.

–Yo debí decírtelo—aclaró Tensei. La chica entonces le puso una gasa sobre la herida y presionó haciendo que el otro se quejara.

–¿Te ha dolido esto?

–Estaba protegiendo a una chica, y me hirió un luz negra. Ellos seducen a mujeres y luego las convierten en seres malvados. Pero este en concreto es como yo. Rompió las reglas. Se enamoró de una humana... –dijo mirando a Fuyumi. –Y ella le correspondía.

–Hasta que averiguó quién era, ¿verdad?

–Fuyumi tienes todo el derecho a enfadarte.

–Gracias por el permiso... –Ella parecía a punto de llorar. –Iré a por más gasas.

Tensei se dirigió a los hermanos cuando ella salió.

–Por favor, tenéis que encontrar a la chica y salvarla del luz negra; sino ella no podrá hacer el bien al que está destinada y convertirse en una luz blanca. Pero tened cuidado. No dejéis que os toque. El poder está en sus manos y cuando lo desea da el toque de la muerte.

–Si se pone tonto tendremos que utilizar el poder de tres—comentó Natsuo.

–Fuyumi se quedará cuidándote—dijo Shôto.

Ambos chicos se marcharon, y Fuyumi no tardó en aparecer con una bandeja con comida.

–No sé si comes o si lo hacías por guardar las apariencias, pero aún así...

–Sí como.

Fuyumi acomodó la bandeja junto al sillón.

–Ojalá no te hubieras enterado así.

–Ya...

–Si estoy contigo rompo las reglas, pero si no lo estuviera...se me rompería el corazón.

Fuyumi cogió una silla y la puso al lado.

–Nosotros no corrimos a decirte que éramos brujos. Comprendo que guardaras ese secreto, pero no entiendo que si no puedes estar conmigo... No me lo dijeras antes de que yo sintiera esto tan fuerte por ti. Si ahora te vas... Me dolerá más.

Se animó a levantar el apósito que cubría la herida para aplicarle un ungüento.

–Sé que está mal. Y lo peor es que no puedo curarme a mi mismo esta herida—comentó Tensei dejándose hacer. –Puedo curar a los demás, pero a mi no.

–Buscaremos la manera de curarte.

–No me voy a curar.

–Eso es ridículo. Sólo tenemos que encontrar algo en el libro de las sombras—comentó ella preocupada.

–No. El veneno de luz negra no se puede neutralizar. Está hecho para matar a luces blancas. Es sólo cuestión de tiempo.

Tensei la miró. Ella tenía los ojos llorosos tras el cristal de las gafas, aunque intentaba mantenerse estoica.

–¿Cuánto tiempo?

–No mucho...Voy a morir y no hay nada que puedas hacer. Mi luz se debilita—ella le pasó la mano por el cabello. –Y con ella la fuerza para protegeros.

–Te salvaremos—besó su frente antes de ponerse en pie y coger el libro de las sombras.

Tensei había caído en la inconsciencia por ese entonces y Fuyumi leía sentada en el suelo a sus pies.

Lo mío es tuyo. Lo tuyo es mío. Que nuestros poderes crucen el río...

–¿Qué haces? –Iida despertó al escuchar la voz de la chica.

–No puedes curarte a ti mismo, pero si transfiero tus poderes a mi, podría usarlos para curarte. Tendría el toque curativo.

–Eso no está bien...No deberías...

–Tengo que salvarte—dijo decidida.

Volvió a la lectura.

Lo mío es tuyo. Lo tuyo es mío. Que nuestros poderes crucen el río. Te ofrezco compartir mi don. Intercambiemos nuestros poderes tú y yo.

–¿Ha funcionado?

–No sé... –Sansa apareció y Fuyumi agitó las manos en su dirección. Comprobando que no podía congelar el tiempo.

El problema ahora estaba en que ella no tenía ni idea de cómo utilizar los poderes de Tensei. Puso las manos sobre la herida sin llegar a tocarla.

–Por favor...funciona... –musitaba la chica una y otra vez.

–Cuando muera...

–¡No vas a morir!

–Quiero que sepas...que es aquí donde quiero estar. Te quiero.

–Te quiero...–dijo ella entre lágrimas, que al caer sobre la piel de Tensei, le sanaron la herida.

–El amor era la clave—dijo el de cabello azul mientras la abrazaba feliz.

Fuyumi, entre lágrimas le habló.– ¿Ahora te irás?

Tensei le sujetó el rostro con ambas manos, para que lo mirase a los ojos.

–Cuando los luces blancas mayores me ofrecieron la inmortalidad, me dieron también la oportunidad de ayudar a gente como tú. Y nunca jamás dudé de mi elección, hasta que te encontré a ti. Desde entonces en lo único que pienso es en cómo dejar de ser un luz blanca para tener una vida mortal otra vez. Tener una familia y llegar a envejecer contigo.

–¿Es eso posible?

–Sí. Yo puedo volver a convertirme en humano, Fuyumi. Puedo si tu quieres.

–Deseo eso más que nada en el mundo. No quiero perderte, pero...

–¿Pero?

–No podrás ayudar a otros brujos y brujas o a futuras luces blancas. Y te necesitarán.

Ambos se quedaron mirando a los ojos en silencio, hasta que el chico lo rompió.

–Tengo que irme—dijo con pena y la besó. –Te quiero.

Y desapareció en un haz de luz azulada.

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).