Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

por Rukkiaa

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

9. Una boda para recordar

 

–Tengo que contaros algo—dijo Shôto frente a sus hermanos que le miraban expectantes desde el sofá.

–¿Has decidido que prefieres a las chicas? Porque puedo ayudarte a encontrar...

–Katsuki sigue vivo—interrumpió. –Nunca lo maté, lo siento. Pero ya no volverá.

–Shôto...¿Le dejaste escapar? –preguntó Fuyumi incrédula.

–Él ya no nos quiere hacer daño a nosotros.

–Eso no lo sabes—la chica parecía asustada de repente.

–Sí que lo sé.

–Shôto, nos has mentido—dijo Natsuo muy serio. –Nos traicionaste.

–Lo hice por amor—dijo sintiéndose un ser diminuto dentro de aquella sala.

–Un amor que podría habernos matado. Una mentira que supone una amenaza para los tres—Natsuo se puso en pie, visiblemente enfadado. –¡¿Te volviste loco?!

–Lo siento.

–¿Crees que eso lo arregla todo?¿Un ''lo siento''?

–Pensé que entenderíais por qué lo hice. No actué de modo racional, lo sé. Y sé también que estás decepcionado conmigo.

–Tú eras el listo, Shôto. El genio de esta familia. Jamás creí posible que podrías poner en peligro a tus hermanos. Yo te tenía en un pedestal, del que te has caído—concluyó antes de irse afligido.

El bicolor se tapó el rostro con ambas manos, y destrozado, se sentó en uno de los sillones individuales.

–Todo se arreglará, Shôto—Fuyumi, más comprensiva y maternal, le abrazó mientras lloraba.

Aquella mirada de decepción absoluta de su hermano mayor le había dolido tanto, que aunque todos en la casa se habían ido a dormir, él continuó en el salón, en el mismo sillón y abrazando sus piernas como un niño asustado. Nunca había visto a Natsuo mirar a nadie así. Ni siquiera a su padre cuando salió por la puerta, abandonándolos para siempre. Ni siquiera cuando les comunicó que se iría de la casa para vivir por su cuenta. Y esos ojos grises no se le iban de la cabeza.

–¿Estás bien?

La voz de Katsuki le asustó.

Cuando alzó el rostro, allí estaba el rubio. Delante de él. En medio de su salón.

–Katsuki—dijo aturdido.

El otro se le acercó, se agachó a su altura y le tomó del mentón.

–He vuelto, Shôto. He acabado con todos los que fueron detrás de mi, y ahora puedo quedarme. He vuelto para siempre. Para estar en la tierra. Se terminó el inframundo para este demonio.

El bicolor le miró con una leve sonrisa en los labios, que no tardó en convertirse en una mueca de enfado. Y le propinó un puñetazo que lo hizo caer sobre su trasero.

–Eso por arruinarme la vida... –dijo mientras se ponía en pie, viendo al otro desde arriba.

–Shôto—musitó mientras se tocaba la adolorida mandíbula.

–Encima desapareces durante todo este tiempo. ¿Pues sabes qué? Se acabó, Katsuki. No quiero tener nada que ver contigo nunca más.

–No te creo.

–Pues créetelo, porque como te vuelva a ver, haré lo que debería haber hecho la última vez que nos vimos. Vencerte y olvidarte.

Katsuki se levantó de un brinco.

–No es lo que esperaba. Creí que la distancia y el tiempo avivarían lo que sientes por mí y te echarías a mis brazos en cuanto me vieras.

–Vete de mi casa—dijo señalándole la puerta con un dedo en alto.

–Espera. Escúchame primero—le tomó de la muñeca e hizo que bajara el brazo. –Escúchame atentamente porque esto no lo volveré a decir mientras viva–dijo fulminándole con sus ojos escarlata. –Volví porque te quiero, cretino.

–El bien y el mal son incompatibles.

–He arriesgado mi culo por ti. Muchos me quieren ver muerto. No cumplí las órdenes, ¿y me lo agradeces así? ¡Puedo ser bueno! ¡Bueno para ti!

–Lárgate, Katsuki.

–No me jodas. Sabes que puedo ser bueno. ¿Por qué no podemos continuar donde lo dejamos? –se acercó tanto al bicolor que unió su frente con la del otro. Sintiendo el cosquilleo de sus propios cabellos y los del contrario en la piel.

–Ya es demasiado tarde—dijo Shôto intentando fingir indiferencia.

–Bastardo mentiroso... –sonrió tanto que unos hoyuelos aparecieron en su mejillas. –Escucho a tu corazón. No puedes engañarme. Oigo lo deprisa que late. –Pagado de si mismo, acercó los labios a la oreja del Todoroki y susurró—¿Si te beso ahora...latiría aún más rápido?

Shôto cerró los ojos con fuerza. No podía hablar. Las palabras no le salían. Y aquel rubio prepotente se aprovechaba de eso. De su debilidad.

–Tú también me quieres, Shôto. Lo sabes tan bien como yo—dijo esta vez contra la piel de su cuello y acto seguido dejó que la cabeza reposara en el hombro del bicolor. –No volveré a hacerte daño...Ya no me interesa el libro de las sombras. Sólo me interesa estar a tu lado; no puedo pensar en otra cosa. Déjame protegerte. Ayudarte. Luchar a tu lado—temeroso, le tomó de la mano. Confiando en que no se la retirara.

–Te quiero—admitió Shôto por fin. –Pero no confío en ti lo suficiente como para estar contigo. Y no puedo correr ese riesgo, ni dejar que lo corran mis hermanos.

–He cambiado. Deja que te lo demuestre—Katsuki le miró a los ojos. –Deja que te bese, por favor. Voy a volverme loco si no lo hago.

–Pues no lo hagas—Natsuo llamó su atención desde la entrada del salón. Con el pijama puesto y el cabello revuelto por la almohada. –Ya has hecho mucho daño a esta familia, ¿qué más quieres? ¿Nuestras cabezas en una pica? Llévate la mía y deja en paz a Shôto.

–Natsuo...

El peliblanco le dedicó a su hermano una mirada helada. Tanto así, que Bakugô se puso delante del bicolor, como si tuviera que protegerlo de un ataque inminente.

–Dijiste que no volvería—dijo Natsuo a Shôto. –Y ahora está en nuestra casa.

–Ya se iba—dijo en un tono suave.

–No es verdad. Hasta que Shôto no me perdone, no pienso moverme de este lugar. No hasta que vuelva conmigo. Así que déjanos solos, gilipollas.

–¿Qué acabas...? –el peliblanco le miraba estupefacto.

–¿Qué pasa aquí? –Fuyumi también apareció en pijama. Al igual que Tensei.

–Quiero ser de los buenos. Ayudar a Shôto en todo lo que me sea posible. Luchar con vosotros si así puedo protegerlo. –Chasqueó la lengua, incómodo. –Os pido disculpas por las cosas que hice. Nunca más volveré a usar mis poderes en vuestra contra. Y no odiéis a este idiota por mi culpa. Yo le obligué a que me dejara con vida y escapé.

Los ojos dispares le contemplaron con sorpresa. Viendo el perfil de Katsuki, la tensión de su rostro y el tono de su voz. Le había costado horrores decir todo aquello.

–Si no aceptáis la idea de que estemos juntos, tendréis que matarme; porque de otro modo, nadie me separará de Shôto.

–Ojalá pudiera matarte—admitió Natsuo. Sin embargo, su mirada era distinta. Y media sonrisa le bailaba en los labios. –Hay que tener agallas para venir a la casa de tres brujos y hablarnos de esa manera. La última vez que luchamos contra ti te apuñalamos. Y te diré algo. Si le haces daño a Shôto, si estás mintiendo o tienes una intención oscura y oculta; no dudaré en matarte yo mismo. Aunque tenga que hacerlo solo.

–Yo también te mataré—dijo Fuyumi, que parecía feliz a pesar de sus ojos adormilados. –Pero no ahora. Es tarde. Vámonos—tomó a Tensei de la mano y desaparecieron escaleras arriba.

–No hagáis cochinadas en nuestro salón—apuntó Natsuo antes de seguir el mismo camino que su hermana.

–Natsuo... –dijo Shôto desde el primer escalón. Aunque había ido tras él, el peliblanco ni se giró a mirarlo.

–Tranquilo, hermanito, todo está bien. Confiaré en tu instinto. Sólo espero no arrepentirme.

Cuando cerró la puerta de su dormitorio, Katsuki y Shôto volvieron a quedarse solos en el piso inferior.

El rubio no se había movido un ápice, como si esperase algo. Shôto continuó de espaldas a él y le habló.

–Si lo que has dicho es una mentira, seré yo quien acabe contigo, no mis hermanos. –Volteó el rostro y le miró con decisión. –Si juegas conmigo, Katsuki... No habrá lugar en el mundo donde puedas esconderte de mi.

–¿Me das una oportunidad? –. No se lo esperaba a pesar de la actitud chulesca que había mantenido minutos antes en los que parecía darlo todo por sentado.

El bicolor no le respondió. Se acercó al otro de nuevo y lo besó con urgencia. Como si ese fuera el efusivo saludo de un par de labios que llevaban muchas semanas sin verse.

Y con tantos acontecimientos en sus vidas, apenas se dieron cuenta de cuando llegó el día de la boda de Fuyumi.

La chica había decidido que fuera allí, dentro de su casa. Sólo con sus hermanos como invitados y el medio demonio. Porque una boda llena de personas normales podría ser peligroso en su situación actual si eran atacados por algún enemigo.

Natsuo y Shôto se encargaron de la decoración; y el espíritu de su abuela materna se les apareció desde el más allá para oficiar el enlace.

Fuyumi estaba terminando de peinarse en su habitación. Llevaba un hermoso vestido de corte sirena y cola larga que le sentaba como un guante. Entonces, a su espalda, apareció en un haz de luz una mujer de rostro afable, cabellos blancos y ojos grises.

–Estás preciosa...

–¡Mamá! –la vio a través del espejo, y casi le da un infarto.

–No te asustes, cariño.

Fuyumi se volteó a mirarla apropiadamente. Tan bella como la recordaba. E igual de joven.

–No puede ser...Porque los fantasmas brillan y tú no brillas.

–No soy un fantasma—reconoció Rei. –Bueno, no hoy. Hoy soy simplemente tu madre.

–Pero...¿cómo? –dijo la chica al borde del llanto.

–Después de que os pusieron tantas pegas para casaros a Tensei y a ti, quisieron darte algo a cambio. Así que me mandaron aquí. Sólo el día de tu boda. ¿Sabes? Creo que llevé el pelo así el día de mi boda; igual que lo llevas tú.

–Sí. Me fijé en una fotografía.

Rei sonrió emocionada. –Siempre supe que serías la primera en casarte. Natsuo pensaba en demasiadas niñas al mismo tiempo. Y Shôto...era sólo un bebé cuando morí. Tú eres el corazón de esta familia, Fuyumi—la chica lloraba mientras su madre le acomodaba los cabellos para dejarlos perfectos.

–No estoy soñando, ¿verdad?

–No, cariño—confirmó y se abrazaron.

De pronto se abrió la puerta y Shôto y Natsuo aparecieron vestidos con trajes formales idénticos. De color gris claro, camisas negras y corbatas azules.

–Mamá... –musitó Shôto con la boca abierta. Era el único de esa familia que no había tenido el placer de conocerla en persona. O por lo menos, le era imposible acordarse.

–No es un fantasma. Es real. Y nos la han enviado para hoy—dijo una llorosa Fuyumi.

Natsuo fue el que se acercó a ella primero. Mirándola como el que viera la luna por primera vez.

–Oh, Natsuo... Ha sido muy duro para ti crecer sin que estuviera a tu lado. Es tan injusto.

–Yo sólo quería que estuvieras orgullosa de mi—dijo el chico igual de emocionado que su hermana.

–Estoy muy orgullosa de ti, mi hombrecito—Rei lo abrazó y el chico la besó en la coronilla aprovechando la diferencia de estaturas entre ambos.

Cuando se separaron, la mujer miró a Shôto.

–Mi bebé... –no necesitó más palabras para que el bicolor la abrazara también. –Lo siento tanto. Siento haberme ido antes de que pudieras conocerme. Tu camino ha sido el más largo, pero nunca he estado preocupada por ti. Porque tuve una premonición el día que naciste.

–¿Y qué viste? –preguntó Fuyumi mientras todos se secaban las lágrimas con unos pañuelos bordados que tenía la novia sobre el tocador.

–Vi este momento. Todos mis hijos frente a mi. Hermosos y fuertes. Entonces supe que todo saldría bien—dijo y atrajo a sus hijos hacia sí para abrazarlos a todos al mismo tiempo.

–¿Bajáis o qué? El tío Bombilla ya está esperando—dijo Katsuki entrando por la puerta. –¿Qué pasa aquí?

Rompieron el abrazo y los cuatro le miraron. El traje formal del rubio era rojo y su camisa del mismo tono azul que la corbata de los hermanos Todoroki.

–Estamos abrazando a nuestra madre, ¿te importa? –dijo Natsuo molesto por la intromisión.

–¿Qué? –. Se dio cuenta de que aquella menuda mujer que estaba en medio de los otros tres le resultaba muy familiar por su aspecto.

–¿Dónde está tu corbata? –preguntó Shôto al verle el cuello de la camisa desabotonado.

–¿Hablas de esta soga para torturar cuellos? –dijo sacando la corbata blanca de su bolsillo hecha un ovillo. –No voy a ponérmela. Es un asco.

El bicolor se la quitó de las manos. –Eso es porque no sabes ponértela—añadió y comenzó a anudársela. El rubio, aunque se había quejado en un principio, se dejaba hacer.

–¿Por qué hay un demonio en esta casa, niños? –cuestionó Rei impasible.

La ceremonia fue intima, emotiva y preciosa. Llena de palabras de afecto y sonrisas. De buenos deseos y amor. Y a la mañana siguiente, Tensei y Fuyumi partieron a su luna de miel de dos días de duración.

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).