-¿Conoces la historia de los tres mosqueteros? - pregunto suavemente una hermosa mujer de piel morena.
-no, no la conozco madre - un pelo de ojos verdes veía a la mujer en espera de que contestará.
-su historia relata la aventura de los mosquetero más valiosos que ha tenido Francia - comenzó a caminar dejando ver en su espalda unas alas negras similares a las de un murciélago - Atos, Porthos, Aramis y D'Artagnan..-
-pero madre, esos son 4 hombres - dijo algo confundido.
-lo se, la historia lo cuenta como D'Artagnan logró convertirse en un mosquetero - hizo una pausa para después ver al pequeño demonio - con ayuda de los otros tres, logró llegar tan alto.
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Damian ese día hablaba animadamente con Alfred, el mayor sólo asentía de vez en cuando para darle a entender al menor que le prestaba atención mientras doblaba la ropa.
A la distancia se veía como tres pares de ojos contemplaban está escena. Unos lo veían curiosos, puesto que no recordaba haber visto al más pequeño sonreír desde que llegó. Otros lo veían con sospecha, su instinto le decía que algo estaba tramando aquel niño. El último par lo veía sorprendido, pues pensó que el menor carecía de emociones y ver aquella pequeña sonrisa le resultaba extraño.
-¿Qué esta tramando?- pregunto suavemente el segundo. Dos pares de ojos observaron al de ojos azul verdoso, tal vez tenía razón o sólo estaban juzgando antes de tiempo al menor de los cuatro.
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Cada sonrisa y pequeña caricia en su cabeza le hacía sentir que era correcto, desde el inicio pensó que podría ser una buena idea.
-Profesor Jordan - llamo al castaño el menor de los Wayne, llevaba en la mano una bolsa con un listón verde - junto al señor Penyworth hice galletas y le traje unas-
Hal Jordan sólo veía a un pequeño y adorable niño, a sus ojos Damian sólo representaba varios puntos positivos, un pequeño responsable, respetuoso y encantador hombrecito.
-No era necesario Damian - se puso en cunclillas para quedar a la altura del menor.
-Yo quería traerle, usted es muy agradable y me gusta como da clase - Damian agregó mientras le ofrecía las galletas - nos quedaron ricas -
-Ok, las aceptó - tomo la bolsa y se levantó para posteriormente devolverle el pelo - sólo por que se que tu ayudaste para hacerlas.-
Damian sonrió al sentir las manos del mayor, para el era preciado estas acciones. Principalmente por que Hal dejaba salir un poco de ese olor a miel tan suave que le gustaba y que a su gusto era lo mejor del día.
A lo lejos un chico observaba todo desde lejos, frunció el ceño ante la escena pues a sus ojos algo no estaba bien. Para Jason el que su más reciente hermano fuera tan amable era extraño, lo había visto platicar con Alfred en ocasiones pero nada fuera de algún que otro comentario casual.
Jason es el más desconfiado de los tres hermanos de Damian, la vida en la calle era diferente a la amorosa familia que tuvo Dick o Tim, sabía el lado malo de la vida, conocía de sobra de engaños y de cuando alguien quería obtener algo de otra persona. Siguió observando a ese par platicar, la sonrisa del chico distava mucho de la malhumorado cara que veía todas las mañanas o de aquel gesto de satisfactoria maldad cuando le hacía una travesura a las mujeres que llegaban a la mansión (aunque admitía que eso le agradabla).
-¿Por qué estas de mirón?- la pregunta sobresalto y molesto a Jason.
- ¡Qué te importa!, estúpido metiche - dio media vuelta para alejarse de aquel niño que llegó.
- No soy un metiche, tonto Omega - y aquel fue el detonante para que Jason explotara.
Desde que supo que era un Omega decidió que nadie usaría su casta como insulto o para rebajarse ante otros. Dio media vuelta y le dio un puñetazo en plena nariz al otro.
-¡QUÉ DEMONIOS TE PASA! - gritó enojado mientras sostenía su sangrante nariz, llamando así la atención del castaño profesor.
-¿que..? - llegó a donde se había producido el grito y vio a un chico en el piso y a otro con el puño sangrando, Damian llegó atrás se Jordan y al ver a su hermano se escondió detrás de Hal.
-tt... - Damian sólo vio molesto a Jason Por arruinar su momento.
- oh Dios mío - suspiro al notar que la sangre ya no brotaba de la nariz-los dos irán a la dirección, pero primero irán a la enfermería -
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Alfred había decidido que cualquier llamada de la escuela sería respondida por Bruce, quien en estos momentos veía intimidado el edificio. La primera vez había actuado de forma precipitada y alterada, hoy debía de estar más sereno para evitar lo de hace semanas.
-buenas tardes - saludo a la se recepción, quien al revisar su tabla suspiró.
-buenas tardes señor Wayne - marcó a la oficina, para posteriormente darle paso a la misma en donde vio a dos chicos sentados frente a la directora, a su lado estaba de nuevo ese profesor.
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Algún día entendería lo que su madre quería al contarle la historia de D'Artagnan