Cuando el reino de las sombras perdieron a sus gobernantes en aquel fatídico accidente, todas las responsabilidades cayeron sobre el joven príncipe, quien a su corta edad debía de enfrentar varias responsabilidades sin el consejo de sus padres.
Quedó bajo el cuidado de un confiable y amable hechicero que cuidó de él, lo asesoro en cuanto subió al trono como el nuevo gobernante del reino. Si bien le tomó cariño al viejo hechicero, aun sentia un vacio en su corazón y ese vacío no supo cómo llenarlo.
Pasaron algunos años cuando tres pequeños seres llegaran a su vida, el primer pequeño que tenía unos ojos tan puros como el cielo y en su espalda unas pequeñas alas azuladas tan suaves como las nubes, el segundo contaba con unos ojos desafiantes con extraña combinación de azul-verde y además de una máscara tan roja como la sangre, el tercer pequeño tenía unos curiosos ojos de un azul tan profundo como el mar y un sombrero rojizo con una pluma amarilla tan brillante como el sol . Un poco del vacío fue llenado con las risas y el carisma que rodeaba a los niños... aunque esto no era suficiente.
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Bruce Wayne, actualmente contaba con 34 años, tiene a 4 chicos bajo su cuidado. Dos de ellos ya presentaron casta y los otros dos eran aun muy jovenes para eso. Si tuviese que definir a su chicos en una palabra sería… complicado.
Richard John ("Dick") Wayne, quien es el mayor, actualmente tenía 16 años y con la aspiración de estudiar en la Academia de Policías de Gotham… una carrera que a Bruce no le agradaba por lo arriesgada y que dejaba fuera de casa a su primer hijo. Su primer cachorro que resultó ser un beta de rango alto, cualquiera que viera la personalidad de Dick queda prendado por esa amabilidad y carisma que desprende el chico con solo mirarte con aquellos ojos tan azules como el cielo. Para Bruce su hijo era un chico que antes de llegar a su vida fue llenado de amor y una buena enseñanza para saber pelear por lo correcto.
Los primeros meses para el mayor fueron complicados y algo extraños, pero aprendió que el chico era feliz con cualquier muestra de afecto sincero, que podia pasar dias sin verlo por el trabajo (viajes de negocios) y aun asi lo recibiría con una gran sonrisa, esos pequeños gestos son los que llenan de alegría su corazón.
El segundo de sus chicos, Jason Peter Wayne, era el más, por decirlo de un modo, rebelde y terco de sus hijos, su hijo no tenía idea de que estudiar… o eso pensaba Bruce, ya que cada vez que saca el tema no obtiene respuesta concisa. A sus 14 años y con la personalidad explosiva, y en ocasiones agresiva, cualquiera pensaría que Jason es un alpha, pero la realidad es que su casta difiere a lo “convencional”, un omega fuerte que aprendió lo dura que puede ser la vida desde la infancia. Los ojos azul verdosos que vio por primera vez, llenos de miedo y a la vez dispuestos a pelear, le llenaron de un sentimiento de protección.
Casi 2 años después llegó su tercer hijo, Timothy Jackson Wayne, un chico listo con una gran apetito por nuevos conocimientos. Recuerda el orgullo con el que Tim le enseña cada logro que alcanza, y claro la emoción que ve en sus ojos cada vez que le explica algún tema lo hace sentir satisfacción al ver que en poco logra comprender.
La verdad agradece que su chico aún no presente casta, recuerda cuando Dick presentó casta, le daba igual que fuera, pero a la llegada de Jason fue cuando se dio cuenta de lo que implicaría en tener un hijo de casta alpha, lo complicado que era en ocasiones lidiar con la naturaleza de la casta y lo complicado que sería cuando Jason empezará a tener “el celo”.
No temía a estar cerca, podía controlarse y estaba seguro que el lazo que formó durante años le permitiría mantenerse cuerdo. Lo que temía era el explicarle lo que ocurriría y sabía que Alfred no le ayudara, se lo dejó en claro el dia que vieron el resultado. Recuerda sus palabras tal y como si se lo repitiera cada día “Yo soy un beta, le recuerdo que tuve que enseñarle y explicarle lo que conlleva a ser un alfa, ahora le toca a usted señor”
Y por último, único hijo con el que compartía su genética, Damian Wayne. Al principio pensó que sería un proceso similar al de sus otros hijo, pero se equivocó. Damian no tenía los ojos cálidos como Dick, no veía esa fiereza que tenia Jason y tampoco la curiosidad de Tim, el pequeño tenía su verdosa mirada vacía. No sabia si solo era por lo que paso con su madre o si ya era así antes.
Intentó acercarse de diferentes formas, pero no obtuvo más que la mirada fija del menor, Alfred le dijo varias veces que no podía simplemente esperar a que el chico le contara todo, que tenía que tomar la iniciativa, pero cada vez que lo intentaba veía esos ojos que lo miraban fijamente y en silencio… y daba media vuelta.
Aunque ahora minimo le hablaba para llamar su atención ante las travesuras hacia sus parejas ocasionales. No tendrá más de 3 meses cuando comenzó a ahuyentar a cada persona con la que pasaba la noche, consultó con un profesional (al único ser con el que tiene una especie de amistad-hermandad y es padre también) sobre esta conducta.
-Debes de hablarlo con Damian - vio como el otro hombre acomodaba sus lentes de armazón negro.
-no hablas enserio Clark...- lo vio con algo de diversión hasta que vio como el otro se erguía un poco en su asiento y lo miraba con reproche, todo un alfa - hablas muy en serio.-
-no puedes solo dejarlo pasar -volvió a usar un tono de reproche que no escuchaba desde aquella vez que terminaron llenos de pintura - el necesita que estés al pendiente y no solo cuando haga alguna treta a tus conquistas.--
-No es... - bajo la mirada hacia su taza - es complicado, no es como sus hermanos, no siento que él me necesite para algo.-
-no puedes esperar que llegue y te cuente su día, necesitas preguntarle - volvió hablar mientras se acomodaba en su lugar .- también quiere tu atención, supongo que aprendió a esperar que la gente se acerque en vez de hacerlo él.-
-pues…- el tono de su teléfono lo hizo pedir una disculpa a su acompañante, este le resto importancia.
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Estaba calmado o eso quería creer, la llamada de la escuela fue suficiente para hacerlo finalizar su reunión con Clark y salir corriendo para la escuela. Su hijo se metió en problemas o eso entendió por parte de la nerviosa voz de la señorita que le llamó y la falta de detalles lo hacía pensar lo peor.
Se preguntaba si Damian estaría bien, si hizo alguna travesura y fue sorprendido, o si había lastimado a uno de sus compañeros y por eso la chica estaba nerviosa, ese y más pensamientos similares lograron que su aroma se hiciera más notorio, un olor a frustración era fuerte. Cuando recorrió los pasillos hasta la dirección hicieron que la recepcionista se encogiera en su lugar, pues la frustración del alpha podía ser interpretado también como enojo o molestia.
La chica, a pesar de ser un beta, sentía un tipo de energía pesada por parte del señor Wayne. Intento volver a incorporarse, para decirle a la directora con toda la calma posible que el ya había llegado el padre del chico. Escucho como esta le otorgaba el pase y mencionaba que el menor está con el nuevo profesor.
Ingreso a la sala donde vio a su hijo cubierto de lodo, por primera vez en mucho tiempo sintió como su mente era ocupada por otra para sacar con una voz más grave de lo normal, el menor dejo la ligera sonrisa y su rostro palideció al ver a su padre.
-¡Damian! - fue casi un grito molesto, algo que esperaba pero no tan grave, no con esa mirada enojada tan diferente a la que le daba por sus travesuras - ¿que hiciste?
-yo…- que diría, sentía que era mala idea hablar, no tenía idea de cuándo fue la última vez de se quedo sin palabras, recordaba cuando no pudo moverse, solo quedaba una opción y los lagrimones se acoplaron en sus ojos.
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La llegada del pequeño demonio desconcertó al príncipe, más cuando veo a que este no mostraba el interés para acercarse o cuando desafían al príncipe en varias decisiones que tomaba.
Aquel pequeño ser con pequeñas alas negras y los ojos vacíos hacían al príncipe pensar si fue buena idea hacerse cargo, si podría acercarse sin lastimar al pequeño. A diferencia de lo que muchos pensarán, para el príncipe de la oscuridad submayor miedo no era que el pequeño demonio le hiera, le aferraba la idea de lastimar al pequeño demonio, de romper la humanidad que tenía con la oscuridad que tenía su su corazón.
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Damian estaba seguro de una cosa, lo que sea que le contarán a su padre se lo tomó peor de lo que creía. Su abuelo le contaba que en ocasiones los alfas podían perder la razón si experimentaba un sentimiento fuertemente.
Vi como la mano de su padre se acercaba, cerró fuertemente los ojos, si pensaba en otra cosa tal vez el agarre no sería tan fuerte o podría suprimir el dolor como en los entrenamientos.
-basta - tan suave y firme fue la voz, el aroma que se esparció por toda la habitación, un aroma dulce de miel y café, sintió como otra mano ligeramente más esbelta lo tomaba de la muñeca para alejarlo del menor - primero te-se calma y después ve a su hijo -
Vi como Damian se escondio detras del hombre con aquel aroma y tambien noto como la mano del niño tomaba del pantalón al otro. Un omega, un omega sacó su aroma para calmarlo y al parecer a su hijo le agradaba.
-Se-señor Wayne - la chica de recepción llamó con voz temblorosa al mayor e intentado ocultarse tras su carpeta - tengo p-problemas con el telefono y no pude comunicarme bien sobre el accidente de esta mañana, si me permite la directora le explicara lo que sucedió.-
-Damian, ven conmigo - Nuevamente la voz del omega lo hizo voltear, vio cómo su hijo le daba la mano al castaño, quien volteo a verlo pero a diferencia de la suave sonrisa que le daba al menor, lo miró con seriedad - lo llevare a que se cambie y limpie el lodo, permiso.-
Vio como ambos salían al pasillo, fue extraño para el de ojos azules como aquel hombre se llevaba a su hijo y este se veía tan dócil… tan extraño a como siempre se preparaba, vio la sonrisa una vez más del castaño… pero no la que tenía su hijo.
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-¿se cayó?- veía con asombro a la mujer frente a él, la idea que su hijo cayera a un charco de lodo durante una actividad grupal era… sorprendente, en casa su hijo esquiva a sus hermanos y no les habla por el nombre sino por el otro apellido.
-así fue - suspiro antes de retomar la charla a un tinte más personal - Bruce, se que aun te estas acoplando a Damian, pero no puedes simplemente alterarte por cualquier cosa que pase.-
-...- suspiro, realmente no era su intención parecer tan alterado, pero en la llamada se oía que fue algo grave - lo siento.-
-te lo dire como tu amiga y la directora de aquí - suspiro antes de retomar una mirada severa para el Wayne - vuelve a mostrar de nuevo esa faceta “dominante” y te juro que desearás que sea Jordan quien te enfrente antes que yo.-
-¿Jordan?- pregunto, pero solo pudo adjuntar aquel nombre al hombre castaño que lo detuvo antes de tocar a Damian.
-El nuevo profesor - la directora cruzó los brazos, con un aire entre orgulloso y burlón le echó en cara - y el omega que te deslumbro con su tacto.-
-Por supuesto que no - negó de inmediato, el no se deslumbró con el suave tacto de aquella mano ni con los ojos castaños que lo vieron - solo me sorprendió, no es nada de otro mundo Diana.-
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Durante su viaje de regreso a la mansión quiso hablar, quiso preguntar a su hijo que paso, pero veía que este estuvo con la cabeza gacha todo el recorrido y una vez entraron por la gran puerta el chico corrió directo a su habitación. Quedó un momento viendo la gran escalera que subió su hijo, se sentía mal de haber estado a nada de causarle daño y la mirada de Alfred sobre el no lo hacía sentir mejor.
Lo que no sabía es que su hijo ya tenía una gran sonrisa, tampoco se enteraría que fue él quien dañó la bocina del teléfono.