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Vacaciones... en los hoteles de la perdición por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¿Un favor?” Hashirama seguía hablando por teléfono mientras su esposo trataba de zafarse de la cama, amarrado a ella por medio de unas esposas de cuero y con la boca amordazada por un conocido juguete sexual con una pequeña pelota incorporada. Más de una vez intentó escupirlo, pero al estar asegurado detrás de su cabeza no podía simplemente quitarlo. Demonios, y el día empezó tan normal. “¿Me llamas en medio de mi segunda luna de miel para pedirme un favor?”

“Va a ser algo corto, te lo aseguro” los dos hermanos siguieron hablando mientras el moreno acariciaba el cabello revuelto del Uchiha como si se tratara de un perro. El rey de los medios trató de zafarse, orgulloso como siempre, más las ataduras no le dejaron. La mano de su conyugue se deslizó hasta sus muslos, acariciando la curvatura.

“¡HMMMMMMM!!!”

“Shhhh, estoy hablando” sus demandantes sonidos se convirtieron en gemidos placenteros cuando su marido accionó perezosamente el vibrador, dándole una palmada a su trasero. El gritito resultante le hizo sonreír ladinamente. “Ahhhh, esto te gusta, ¿no? Quizás debería azotarte con el látigo ahora que puedo.”

“Todavía estoy en la línea, ¿recuerdas?” su hermano llamó la atención del empresario, que rodó los ojos. Siguió palmeando su posterior, rodeándolo de vez en cuando, sólo que haciendo más silencio. “De todas maneras, ¿vas a hacer lo que te he pedido o no?”

“Buenoooooooooo… lo pensaré” fue su respuesta final. “No puedo prometer nada, en especial si Madara me asesina tras este pequeño juego” el pelinegro lo fulminó con la mirada. Hashirama siguió acariciándolo, disfrutando bastante de ver a su dominante pareja débil. “En fin, hermano, fue un placer hablar contigo. Salúdame a los chicos, ¿quieres?”

“Espera, aniya, no puedes dejarme así. ¡Aniya!” colgó sin importarle lo muy ofensivo que esto le pudiera resultar a su hermanito. Volteó hacia Madara, sacando de debajo de la cama un látigo de cinco tiras. Eran de cuero, muy flexibles, que estiró para probar. Los ojos del pelinegro se ensancharon, ¿su Hashirama siempre se había visto tan sexy con un látigo? Normalmente era él quien usaba los implementos sádicos, pero este cambio… era sensual. Demasiado.

“Te dejaré hablar ahora” le quitó el implemento de la boca, haciendo que escupiera. “quiero saber algo, querido” caminó alrededor de la cama. “Tan pronto como me des una respuesta dejaré a mi amiguito” lo agitó, haciendo un sonido que hizo a su esposo estremecerse. “A menos que lo disfrutes tanto que me pidas más, claro.”

“¡Hashirama! Más te vale dejar esa maldita cosa antes de que… ¡OWWW!” las tiras del látigo golpearon su cuerpo justo en el trasero, un lugar que ya estaba irritado por las palmadas de antes. Le dolió tanto que soltó un par de maldiciones. Y también lo excitó. En el día a día era una persona muy dominante, incluso siendo uke. En la cama era igual, él mandaba. Ser por una vez completamente sumiso… era excitante. “Maldición, duele”

“Awwww, mi pobre pequeño. Tal vez deba darte algo más para que te sientas mejor” sus manos viajaron hasta su entrepierna, que ya estaba bastante despierta. Acarició su virilidad, arrancándole gemidos de placer. “Veo que el vibrador te ha puesto muy receptivo. Quizás tendríamos que intentarlo más a menudo.”

“Bastardo”

“Ah ah ah, nada de eso” le levantó la cara tirándole un poco del pelo, haciendo que su juguete cayera sobre su espalda. El gemido que recibió fue más placentero que de dolor. “vas a decirme cómo te hiciste tan bueno en las mamadas y vas a decírmelo ahora, porque si no voy a seguir haciéndolo hasta que ruegues por piedad.”

“¿Por piedad? Nunca voy a… ¡AHHHHHH!” el golpe más los espasmos generados por el aumento de la potencia del juguete dentro de él. Ay, dios, esto se sentía tan bien. Ser dominado era… “Ya… ya basta…”

“Nah, primero me tienes que decir tu secreto”

“No es lo que estás pensando, jamás se me ocurriría serte infiel…”

“Madara, yo lo sé y confío en ti. Sólo que… quiero saber” caminó a su alrededor, buscando otro blanco para su querido amigo. “La última vez me hiciste sentir ligeramente… inadecuado en la cama. como si me estuvieras ganando en algo. O como si no pudiera complacerte tanto como tú a mí” el látigo lamió su espalda otra vez. “Dicen que hay muchos hombres que son dominados por sus esposas…”

“¡¿ME ESTÁS LLAMANDO CHICA?!”

“Claro que no, sólo digo que no seguimos precisamente la dinámica de la pareja gay, ¿no?” en eso tenía razón. “Eres muy… dominante, incluso en la cama. Y yo… puedo atacarte, pero siempre terminas encima de una manera u otra.”

“Ya lo creo que…”

“¡Así que ahora voy a subirme yo! Sólo para demostrarte que ser sumiso es divertido. Y para asegurarme de que no has hecho ninguna tontería, como pedirle consejos a alguien indiscreto sobre cómo mejorar nuestra vida sexual” negó con la cabeza. “Así que ahora responde, ¿Cómo aprendiste a hacer mamadas así?”

“Yo… ¡AHHHH!”

“Intentemos de nuevo, ¿Cómo aprendiste a hacerlo?”

“No voy a… ¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!” Hashirama había cumplido su promesa sobre hacerle gritar. Ahora estaba detrás, metiéndole el consolador hasta el fondo. Diablos, se sentía tan bien. Pero no podía permitir que lo humillaran. A Madara Uchiha jamás lo humillaban. “¡Demonios, déjame!”

“¿Por qué? Si parece que lo estás disfrutando” volvió a darle con el látigo cuando tocó su próstata. Pronto su cabeza estuvo tan inmersa en sensaciones que no podía distinguir el placer del dolor, arrancándole gemidos cada vez más fuertemente… sin poder correrse, por el anillo alrededor de su miembro. El otro se mantuvo atento a sus reacciones, abriendo su pantalón para dejar salir su pene. “Vamos, dime…”

“Eres un… ¡AHHHHHHH!”

“¿Decías?”

“Vete a la… ¡AHHHHHHHHHHHHHHH!”

“¿Una vez más? ¿O ya estás listo para darme respuestas?” le lamió la oreja, colocándose encima de él. “¿Qué dices?”

“Hashirama” el miembro viril del otro se frotaba contra su entrada, haciendo que recorrieran su espalda espasmos de electricidad y sus caderas se contonearan con agitación. Derrotado y humillado, dejó caer su cabeza lo más bajo que podía mientras esas correas del diablo que le mantenían en cuatro. “de acuerdo, tú ganas… aunque quizás lo consideres indiscreto…”

“¿Qué tan indiscreto?”

“Dependiendo de qué tanto consideres que es tu hermano Itama” el moreno levantó una ceja, alejándose un poco de su víctima. Su hermano era muchas cosas, incluso más cuando se relacionaba con sexo, pero no podía llamársele indiscreto. Después de todo, tenía en sus manos secretos de cama de personas muy importantes. Se podía contar con él para guardarlos.

“Muy discreto”

“Esplendido” rodó los ojos, sintiéndose cada vez más necesitado. “¿Sabes lo de su tercer o cuarto negocio sexual, no? ¿Los videos…?”

“¿… de consejos para mejorar tu tiempo en la cama? pues sí” respondió el mayor, cruzando los brazos. Su hermano había pasado semanas hablando de esos malditos tutoriales subidos de tono que no podían ser considerados pornografía porque no ponían imágenes explícitas. Entonces cayó en cuenta. “¿No habrás… comprado uno de sus tutoriales, verdad? Porque eso sí que desataría un escándalo.”

“Claro que no… tenía a la fuente a mi alcance” desvió la vista. “Cuando decidimos tomar estas vacaciones, visité a mi querido cuñado en su loft. Lo encontré rodeado de cuatro mujeres en paños menores, torturando a un muchachito” el Senju chasqueó la lengua, reprobando el comportamiento de su hermanito. “Me invitó a unirme en broma, fuimos a su estudio, hablamos un rato…”

“Te morías de la vergüenza, ¿verdad?”

“¡Cállate! ¡Y más te vale apreciar los sacrificios que hago por ti!” le gritó hecho una fiera, tirando de las correas. A continuación siguió con su relato. “El condenado le restó importancia al asunto de la monotonía y me dijo que si quería darle un poco de condimento a nuestro matrimonio, podía utilizar el tutorial… y un par de cosas más…”

“¿Un par de cosas más?” las sospechas se le fueron a la cabeza. “¿Se te insinuó?”

“Claro que no, es tu hermano. Ese es un límite que ni él está dispuesto a cruzar” el Uchiha le fulminó con la mirada. “Me… me dio un consolador para practicar. Uno de caramelo. No era mi sabor favorito, pero tenía que saber cómo hacerlo y ese era el más agradable que tenía.”

“¿El más agradable? No, espera, no quiero saber” y realmente no quería. Había escuchado rumores muy desagradables sobre el tamaño de la colección de juguetes sexuales de su hermano en secundaria, un recuerdo que no deseaba despertar. “Itama es un maldito sodomita”

“¿Sí? Porque me enseñó lo que necesitaba para hacerte gritar y romper con la monotonía” el otro frunció el ceño. Luego cambió de tema con rapidez. “¿Eso es todo lo que querías o deseas los detalles? ¿El sabor del caramelo o en cuanto tiempo pude terminarlo?”

“No, con eso basta” se colocó detrás de él, poniéndose en posición. Le agarró del cabello, levantando rudamente la cabeza. Un gruñido entre el placer y el dolor escapó de los labios del pelinegro. “Pero prométeme una cosa” le susurró al oído. “No le pidas ayuda otra vez. Yo quiero ser tu único maestro del amor.”

“¿Ni siquiera para complacerlo, mi señor?”

“Mi señor… eso me gusta” volvió a tirar de su cabello. “Cuando hagamos el amor de esta manera, por favor llámame así. Me pone como no te imaginas” restregó su miembro duro contra su entrada. “Y no, ni siquiera para hacerme esas cosas tan deliciosas que me hiciste antes. ¿Entendido?”

“Sí…”

“¿Sí, qué?”

“Sí… mi señor”

“Muy bien” y lo penetró sin dudarlo.

-En otra parte-

“Algo anda mal” Itachi se levantó de su cama con la cara llena de sudor, su cabello negro revuelto por las actividades que acababa de realizar. A su costado, Kisame gruñó, envolviéndose aún más en las mantas. “No he recibido ni una llamada de Sasuke desde esta mañana. Y deberían haber muchas, ya sabes cómo es…”

“No lo sé” dijo su novio, levantándose adormilado. “Porque a pesar de llevar meses conmigo, alguien se niega a presentarme a su familia” el surfer se estiró, mostrando algunos de los moretones que se había hecho esa tarde intentando esquiar. “Ya deja de preocuparte, comadreja, que no le va pasar nada porque lo dejes unos días. ¿Está con tus abuelos, no? ¿Y tiene cuántos años?”

“Entiendo que no es un bebé, pero no lo conoces. Ese imbécil se las arreglaría para sacarle canas verdes a un ángel” el pelinegro movió la cabeza. “Seguro que está enloqueciendo a todos en esa casa o ya ha logrado que lo echen” se levantó, poniéndose una bata aterciopelada sobre la piel desnuda. “tengo que hablar con Shisui, quizás él tenga llamadas”

“Hummmm… está en el cuarto de al lado” el Hoshigaki volvió a dormirse. De verdad, el Uchiha debería aprender a ordenar sus prioridades. El otro, sin embargo, corrió hacia el cuarto de su hermano sin importarle quien lo viera semidesnudo.

“¡SHISUI!” empezó a aporrear la puerta cuando no pudo abrirla.

“¡¿QUÉ?!” el mayor abrió la puerta, con sólo una bata de seda encima. Mantuvo su cuarto convenientemente cerrado, ante lo que el otro sospechó. De un empujón, lo apartó del camino, descubriendo que la habitación la compartía con al menos tres chicas, que dormían plácidamente en su cama. el trío… más bien cuarteto… de ocupantes estaba en varios estados de desnudez. “No es lo que tú crees”

“Mira tú, intento de Itama Senju…” se adelantó con un dedo acusador, asustando al otro Uchiha lo suficiente para hacerlo retroceder.

“Eh, eh, alto ahí” el mayor, repentinamente con mucho bravado. Se sentía insultado, sumamente insultado. Su tío era… era un prodigio de la promiscuidad, un zar de todas las putas, la perdición andante… habían muchos otros nombres que le podía dar. “Yo no soy tan promiscuo como él. Ese tipo es… pansexual.”

“¿Se supone que eso es un insulto? Además, ¿Qué no estás orgulloso de poder complacer a un ejército con tu polla?” Itachi le arrebató el celular con la mano, manteniendo la otra levantada contra el pecho de su primo. “Dudo que consideres el estilo de vida de tío perdición tan reprobable como sus padres”

“No… ¡pero yo no soy como él! ¡No soy un depravado!” el menor ignoró sus palabras sin moverse, lo que exacerbó al mayor. “¡Es en serio! ¡A mí me gustan las chicas, sólo las chicas! ¡Las vaginas de humanas! ¡Él ha hecho de todo con todas las cosas que caminan y que no también! ¡Me da escalofríos!”

“Escucha, no me importa a qué puta te lleves a la cama, pero sí que estés descuidando a nuestro hermanito” lo detuvo, siguiendo con los mensajes que estaba leyendo. Uno tras otro, la comadreja leyó las quejas de su hermanito. Trató de entrar a su página de internet también, más la conexión del lugar en medio de tormentas de nieve era una auténtica catástrofe. Y, por desgracia, las tormentas eran muy usuales en las noches de ese sitio.

“¿Quién dice que estoy descuidando al chiquillo?” el chico levantó una ceja, moviendo una mano para apartar la mano de la comadreja. “Sé que hay que vigilarlo”

“No me vengas con estupideces, sé que no has mirado tu teléfono por días. ¿Cómo vas a saber que no ha conseguido que lo echaran?” rodó los ojos exasperado. De verdad deseó tener mejor conexión a internet en esos momentos. “Diablos, ¿tienes alguna antena portátil o algo así?”

“No, ¿acaso parezco un técnico?” Shisui se recostó contra la pared, suspirando. Mejor que ese niño mandara un mensaje más pronto que tarde. “Te preocupas demasiado, Tachi-tachi. El que pase unos días sin responder sólo quiere decir que se está divirtiendo. Seguro que se ha encontrado ya un nuevo juguete para torturar.”

“¿Con San Naruto, el defensor de los mártires, ahí presente? se matarían el uno al otro antes de que pudiera siquiera empezar a sacar los implementos de tortura” el mayor resopló con fastidio. “Vamos, incluso tú debes admitirlo.”

“Sí, a menos que sea una persona sumamente mala no dejará que le toquen ni un pelo” torció la boca. Naruto y Sasuke acabarían matándose… si no se topaban con alguien lo suficientemente malvado para unirlos. Alguien del que Namie querría deshacerse por el bien de la familia. Como la interesada esa que tenía las garras clavadas en Kawarama. “Ehhhh… Itachi-kun, hipotéticamente, si un Uchiha y un Uzumaki que conozco bien se encontraran con una persona que ambos consideraran mala…”

“¿Hablas de la novia de tío Kawarama?” preguntó el menor, levantando la cabeza ligeramente del teléfono. El otro lo miró con cara de malos amigos. “Lo siento, lo siento, continúa, por favor.”

“Como decía, si hipotéticamente se encontraran con alguien que los dos encontraran antipática, ¿Qué crees que pasaría?”

“Biennnnnnn… considerando que nuestro kitsune rubio es un maestro de las bromas pesadas y Sasuke el torturador más inteligente que he conocido en mi vida… nuestra señora abuela acaba de desatar el infierno sobre esa persona… conocida como la interesada.”

“La compadezco si eso pasa”

“Y yo” Itachi dejó caer la mano, frustrado. La conexión era un auténtico desastre en medio de la noche, uno que lo estaba volviendo loco. “No hay nada que pueda hacer, al menos no mientras caiga la nieve”

“Entonces ve a dormir a tu cuarto” le sugirió Shisui, ansioso por volver con sus dulces compañeras de cama. “Mañana a primera hora iremos al salón de computo, donde la conexión es más fuerte, ¿sí? Ahí podremos saber si el precioso benjamín de la familia está buscando un agujero para esconder el cadáver de su enemigo, ¿está bien?”

“De acuerdo” la comadreja dijo antes de salir del cuarto, echándose en la cama al lado de Kisame. Se acurrucó cerca de él para poder dormir, haciendo que el tiburón sonriera en medio de su sueño. El pelinegro pudo conciliar el sueño pronto, con los latidos rítmicos de la persona que amaba arrullándolo. A la mañana siguiente, fue el primero que se levantó, vistiéndose con lo primero que encontró. Fue tanto su apuro por salir de ahí que se puso el jersey rosa que Sasuke le regaló como broma el primer aniversario de su salida del armario. Era tan horrible que el Hoshigaki puso los ojos como platos.

“¿De verdad vas a ponerte eso?” el más alto salió de la cama, recibiendo una mirada fulminante de su novio. “Te has olvidado la ropa térmica. Te congelarás sin ella, pero si no la quieres, adelante.”

“Ya entendí, deja de molestar” el Uchiha se cambió a toda prisa, descartando el horrible jersey tras un vistazo. Nunca se pondría algo así, su reputación quedaría completamente arruinado. Y Sasuke estaría al acecho por fotos comprometedoras que poner en internet.

“¿Vas a bajar al desayuno pronto? ¿Tengo que apartarte chocolate caliente y tostadas?”

“Sí, por favor” salió del cuarto rápidamente, dirigiéndose a la sala de cómputo. Ahí Shisui lo esperaba con una página abierta. Una con imágenes de una enorme gallina gritando. “¿Es la página de Sasuke? ¿Ha posteado algo nuevo?”

“Ajá, ayer por la noche” le mostró el video. “Parece que él y Naruto están trabajando juntos para librarnos de la interesada esa…”

“No puede ser” marcó un número de celular, esperando a que contestaran. Su hermanito sólo tardó unos cuantos timbrazos en responder, aún estando al otro lado del mundo. “¿Sasuke? Otouto, estábamos preocupados porque no nos llamabas y… ¿Qué?” la cara de la comadreja se transformó en cuestión de segundos. “¿tú y Naruto trabajando juntos? ¿Y te invitó a desayunar? ¿Cómo ustedes solos?” ahora Shisui también estaba sorprendido. “¿Qué? Explícame que creo que estoy delirando y… ¿Ehhhh? ¿Estás ahí con él? Pero… ¡Sasuke! ¡Explícame qué está pasando por favor!!!!!!”

Notas finales:

¿qué les pareció? Creí que ya era hora de actualizar este fanfic, de verdad que urgia un poco reirnos de algo. ¿Advinen donde se están escondiendo los chiquitines de Miku? Tendrán que esperar al siguiente capítulo para verlo. ¡Review!


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