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La vida moral de la pareja ideal por Cazadora de Artemisa

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Notas del capitulo:

Hola :D Esto es un "pequeño" especial de Halloween, que escribí a falta de inspiración para mi otra historia. Jajaja


 


Esta historia serán OS de cositas así random que se me ocurran. xdxd No estoy segura de poner links y fotos y esas cosas, porque pues me gusta la escritura convencional. Pero si quieren saber sobre algún meme o canción, no duden en preguntar. <3


Esto se lo dedico al GTop, porque que viva el amor <3


Y a las personas que leen Flower Road, también :) Muchas gracias. 


Ojalá que les guste<3

 




SeungHyun llevaba tres horas mirando fijamente el teclado de su computadora, sin mamadas, eran tres horas completas. En el trabajo les habían bloqueado Youtube, Facebook, Twitter y hasta Tumblr -que la neta seguía sin agarrarle la onda- pero JiYong le había ensañado lo básico, desde que su jefe cachó a uno de sus compañeros viendo porno, y así, todo se había ido a la mierda. 

Ya no le quedaban datos, porque por ver un video de gatitos que su esposo le había mandado, se había tragado todo lo que le quedaba de saldo, y para colmo, ni lo alcanzó a terminar. La duda de qué le había pasado al animalito lo estaba matando. Suspiró, porque tampoco tenía Spotify para escuchar algo decente, y la lista "Godinez" de la oficina lo estaba deprimiendo. 

Pinche Sol. 

Nunca creyó que su vida terminaría así, con una licenciatura en artes visuales jamás ejercida, dos trabajos, muchas deudas, pero al menos tenía amor.

El amor no le daba de tragar, desgraciadamente, pero al menos lo hacía levantarse cada mañana aunque estuviera muerto en vida. Sonrió, porque aunque se quejara, la neta sí valía la pena romperse el lomo de lunes a sábado para mantener a su bebé

- Choi, ¿Ya terminaste lo del licenciado? Te va a correr si no se lo entregas hoy, ya te la cantó.- YoungBae era el único con quien convivía de la chamba, era de contaduría y buena gente; aunque siempre andaba invitándolo a él y a su esposo a las reuniones de su iglesia, él siendo un hereje de primera, lo mandaba sutilmente a la verga, pero este nunca se parecía querer rendirse.

-No, man, la neta me falta un chingo, pero el pendejo ese me puede correr, que se vaya a la verga, no soy su esclavo.-Con todo y que SeungHyun tenía más de una década en la capital, no perdía el marcado acento del norte; trataba de no salir con sus palabritas, pero el cantadito estaba en su sangre.

-Pues, casi casi lo eres, carnal, y necesitas esta chamba, en la otra no te dan seguro.

-En ninguno dan seguro, pinche reforma laboral de mierda.

-A ver pinches godinitez de mierda, se me ponen a trabajar o los voy poniendo de patitas en la calle.- Kyungil era un pendejo, hijo del jefe, y se creía el dueño - aunque técnicamente lo era- pero sólo le traía ganas porque no se lo había querido echar en la fiesta de aniversario de la empresa el año pasado, y desde entonces andaba de chingaquedito.

Ambos hombres asintieron, dándole el avión al imbécil juniorcito, y regresaron a su plática cuando el imbécil se encerró en su oficina.

-Sabes que condeno la infidelidad bro, pero debiste darle lo que quería.- Dijo YoungBae, sintiendo pena por su compañero.

-No'mbre, capaz que mi vieja me mata, y de paso a ese pendejo. No gracias, nunca dejaría que a mi bebé lo entamben por mi culpa.- Suspiró, harto.- No sabes lo que es estar galán, cabrón, todos te ven como un pedazo de carne.

-Oye, yo soy guapo.- Respondió indignado.

-Sí puta. Lo que pasa es que la HyoRin está medio ciega, mira que casarse con un contador que ni es contador, está carajo.- Añadió riendo.

-Mi jefe me echó la mano, pero me salen bien las cuentas.- Su bajito amigo sonaba más irritado.

-Tu jefe aplicó el palancazo para que te dieran un trabajo chingón, aunque estudiaste turismo, cabrón. Pinches ricos, me cagan.

-Ay, tú tampoco digas, que te dieron el trabajo por guapo.

-Soy un pinche godinez, cabrón, me pagan una miseria y hago el trabajo del mirreycito ese, que cobra como cincuenta mil baros, se la vive en Acapulquirri el puto y viaja al gabacho todos los findes. Ese debería ser yo, que le hago todo al inútil ese. Mi reina se merece eso y más.

-Pues para la otra no nazcas pobre.- Añadió mordaz.

-Para la otra no seguiré mis sueños y mejor pongo un puesto de garnachas, esa madre sí deja.

-Sí, la neta sí.

SeungHyun y YoungBae se quedaron en silencio, pensando en sus pobres vidas asalariadas.

-Debimos hacerle como el SeungRi.- Dijo YoungBae, SeungHyun asintió, dándole toda la razón.

-Simón, su pinche puesto de sopa va chingón.- SeungHyun se sintió animado, al recordar a su amigo rico.

-Sí, no manches, vi que se llevó a su mujer a Ámsterdam.

-Y al ganado se lo llevó al New York.- Ambos chicos se rieron, ese SeungRi era un cabrón.

-Y pensar que pudo ser mi marido.- YoungBae suspiró, simulando tristeza.

-Pudiste ser la parroquia, primo, pero te freseaste.

-La neta estoy bien así... Cuando lo cachen, le va a ir como en feria.- Se burló de su amigo más joven.

-No mames, yo que soy fiel, me parto la madre, y trabajo honradamente para ganarme la chuleta apenas me da, y ese wey con sus sopitas trae hasta rólex el hijueputa. 

-Pero ya te dije hermano, dios aprieta pero no ahorca. 

-Qué madres, ya me decidí, voy a poner mi puesto de tacos de discada, a la verga.- Sonó más decidido que cuando le pidió matrimonio a su esposo.

-JiYong te va a matar si haces eso.- YoungBae se rio.

-No lo hará cuando le cumpla su sueño de ir a París.

-JiYong ha ido como mil veces a París.

-Sí, pero no conmigo.- Dijo, levantando las cejas "coqueto". Se rieron una vez más, hasta que escucharon un "disimulado" "cállense a la verga" del teto de la oficina.

SeungHyun quiso partirle su madre al gordito lambiscón, pero su teléfono sonó, dando la hora de la comida. 

-Bueno San YoungBae, ¿A dónde me vas a pichar hoy? 

-Lo siento, hyung, mi esposa no me dio dinero hoy, me mandó lonche.- Por el tono que usó, casi sintió que de verdad lo lamentaba. 

-Dirás que tú hiciste el lonche, a mi no me engañas, ninguna de nuestras viejas sabe cocinar.

-Eso, pues.- Levantó los hombros, restándole importancia.

-Ni pedo, pues tendré que ir con doña Pelos y comer otra tortita de tamal.

-Te vas a poner gordo con tanta masa.

-Nah, hasta crees que JiYong me va a dejar encerdarme, él me mantiene activo.- Le guiñó un ojo, y soltó la carcajada al ver la cara de horror de su amigo.

Tomó su cartera y su celular, saliendo de la oficina. Iba chiflando feliz, porque se acordó de cómo lo mantenía en forma su amorcito. Si algo había de lo que no se podía quejar en su vida, era el sexo, y más, porque su esposo era igual de marrano y caliente que él. Quién lo diría, con la carita de ángel que se cargaba el canijo.

Le dieron ganas de hablarle, pero recordó que no tenía saldo, tal vez le debería de meter diez pesos para que mínimo le entraran los whatsapps. Caminó rumbo al Oxxo de la esquina, y decidió que mejor comería un Vikingo, con chance esta vez no estarían tan culeros. Al chile los del Súper Siete estaban más chidos, pero igual estaba más lejos y le daba hueva caminar tanto. Y pues la neta ahora que pasó cerca del puesto de doña Pelos, se le revolvió el estómago, últimamente estaba abusando de la manteca. 

Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, y miró a todos lados, para ver si no le andaba rondando alguna rata, últimamente estaban asaltando machín por esa zona, pero al ver que era su bebé, le valió madres el riesgo.

-Hola, mi cielo.- Fue lo primero que dijo al contestar.

"Nada de "mi cielo" cabrón, ¿Se te olvidó pagar la tarjeta o qué?"- Ah, la vida marital. 

-No, mi vida, es hasta la otra semana, ¿Porqué?- Preguntó, entrando a la tienda, yendo directamente a la parte de atrás.

"¿Entonces porqué no pasó?"- Casi pudo ver el pucherito hermoso en su cara, ay, ese morro lo tenía bien enculado.

-Pues no sé mi vida, debe estar saturada, ¿No compraste esos zapatos que viste el otro día?- Preguntó distraídamente, mientras veía el asador de las salchichas, tratando de ver cual llevaría menos días ahí.

"¿Me estás echando la culpa?"- Escuchó la indignación en su voz, y algo dentro de él le dijo que estaba en problemas.

-No, mi cielo, pero ya ves que compramos cosas para el departamento y aún estamos pagando lo de tu peda de cumpleaños.- Suspiró, tal vez sería mejor un burrito, se giró hacia el refrigerador.

"¿Ahora me recriminas lo de mi fiesta?"- Sentía la ira aumentando en el menor.

-¿Qué? ¡No! Amor, estoy tratando de ver qué como, ¿Cuál prefieres, el burrito amarillo o el azul?- Intentaba salvar su pellejo como fuera, pero antes de terminar la pregunta, supo que estaba en problemas.

"O sea, ¿Me estás tirando a loco?"- Si no elegía correctamente su siguiente respuesta, podría darse por muerto.

-Mi vida, sabes que te escucho, pero me estoy muriendo de hambre. El patán este ya nos redujo el tiempo de comida, y me voy a desmayar.- Tomó dos burritos azules, y se dirigió al refri de los refrescos, y tomó una coca de litro, traía harta sed.

El menor soltó una risa. "¿Ya agarraste tu coca?"

SeungHyun se rio, nervioso pero feliz de haber cambiado con éxito la conversación.- Sí mi amor, ¿Cómo sabes? ¿Me estás espiando?- Caminaba como podía con las cosas, rumbo a la caja para pagar y sentarse a comer.

"No, pero DaeSung siempre dice eso"- Soltó otra risa.- "Ha estado mandando muchos memes al grupo, ¿no los has visto?.- Quiso contestarle que no, ya que trabajaba como burro para poder mantenerlo, pero no quiso jugarle al verga, ya se había salvado, mejor ahí la dejaba.

-No, mi cielo, se me acabó el crédito. ¿Qué tanto subió o qué? Ese man apenas y agarra su cel.

"Ah, con razón no contestabas. Ya sabes que de repente le dan sus ataques y da señales de vida. Mandó unos chistosos de perritos ". Rio nuevamente, ya se escuchaba más calmado.

-Ahorita le meto saldo y lo veo ¿va?

"Okay".

-¿Pero qué necesitabas comprar, mi vida?- Puso todos sus productos en la caja, tomó una caja de chicles, y un snikers, para al rato que le volviera a dar hambre.

"Quería comenzar a organizar la fiesta de halloween, gordo, y me rebotó la tarjeta, o sea, qué perro oso con la chava del Soriana, o sea, tuve que dejar toda la compra, literal morí de pena". El menor sonó genuinamente angustiado.

Quiso que se lo llevara la verga, cierto, ya estaban en octubre y el mentado "jalowin" estaba cada vez más cerca. A su amorcito, el gabacho, le encantaba esa jalada, y como el buen mandilón que era, siempre lo dejaba hacer una fiesta. Desde que se habían casado hace cinco años, se había vuelto una tradición

Tenía planeado este año viajar a su rancho para visitar a su familia en Monterrey, ya tenía calculada la tanda y todo, pero como buen pendejo, se le había olvidado la pachanga que organizaba su señora.

-Llegando a la casa hablamos, ¿sí, corazón? Checamos bien los números y te acompaño al súper.- La chica que cobraba lo miraba feo, y le señaló la pantalla, en dónde decía el importe. No mames, todo ya estaba carísimo. Tomó el billete de cien pesos y pagó.

"Pero, gordo". Estaba a nada de hacer berriche, pero no sabía qué más hacer. 

-Cuando llegue hablamos ¿Sí, amor? Me tengo que ir, pero ve haciendo tu presupuesto para la fiesta.- Tomó su cambio, la bolsa con su coca y burritos, caminando de regreso a la parte de atrás, para calentar su comida. Se estaba poniendo la soga al cuello, y seguramente tendría que pedir otro préstamo, ¿cómo estarían los del Elektra? Ahí no pedían nada según. Ni pedo, su esposo mandaba.  

"¡Okay!" Respondió animado. "Tendré todo listo. ¿Qué harás de cenar, bebé?" Preguntó, ansioso.

-Aún no sé corazón, quedó comida de ayer.- Tomó los dos burritos y los metió al microondas.

"Buuu, quiero taquitos". Casi pudo ver la dulce sonrisa del dueño de sus quincenas, sonrió también.

-Pues va, te llevo a los de ahí a la vuelta ¿sobres?

JiYong soltó una carcajada. "Sobres".

-Bueno, te dejo JiYongie, voy a comer.

"Okay, adiós amor".

-Adiós, mi vida, te mando muchos besitos ahí donde ya sabes.- Hizo sonidos de besos, que hicieron reír al menor.

"Eres un marrano". Dijo después de calmar su risa. "Yo también le mando un beso a tu soldadito". Tronó un beso y por fin colgó.

El microondas sonó, anunciando que su comida -según- ya estaba lista. Sólo esperaba que se calentara parejo.

Suspiró. Debió poner el puesto de tacos, chingadamadre



-



SeungHyun llegó al complejo donde vivía, y suspiró por enésima vez en el día. Se bajó de su bici, y se estiró, le dolía horrores la espalda y las nalgas de estar todo el día sentado. Caminó para la entrada, y saludó al portero.

-Hola don Félix, ¿cómo estuvo la chamba?

-Hola don Choi, pues todo tranquilo. 

-Fierro, primo.- Se acercó y le dio la mano al portero, que siempre reía cuando le decía "fierro".- Estamos pendientes.

-Sale, suerte don Choi.

-Ora, ¿porqué suerte?- Preguntó confundido.

-Pues...- El hombre se puso nervioso.- Sí, todos necesitamos suerte.

-Puta, lo que yo necesito es dinero cabrón, pero igual y con la suerte me saco el "Melate". Cámara carnal, nos vemos al rato, voy a llevar a mi señora a una cena romántica.- Se rio, cargando su bicicleta para meterla al elevador.

Le caía bien ese don, era buen pedo y siempre le contaba todo lo que hacía JiYong, para que no se llevara sorpresas con él. Porque siempre se llevaba sorpresas con él.

Sumió el botón de su piso, y sacó su celular, esperando a que le llegara el wifi de uno de los vecinos, que estaba medio pendejo, porque no tenía contraseña su módem; cuando les cortaban el internet, siempre se colgaban de él. Le llegaron de trancazo un montón de notificaciones del grupo que tenía con sus amigos, pero se le trabó el teléfono.

-Me lleva la chingada.- Oprimía la pantalla, pero estaba completamente freezeado.

El elevador sonó, y se rindió, guardando el aparato, dándole un rato para que cargara todo. Tomó su bici, y caminó a la puerta de su depa. Escuchó ladridos y voces, pero supuso que era JiYong viendo alguna de sus películas de "Beethoven". Le gustaban mucho esas pelis.

Puso el código de la puerta y entró. 

-¡Mi reina, ya llegué!- Gritó, anunciando su llegada. Se quitó los zapatos cambiándolos por sus pantuflas, y se puso a colgar su bicicleta en los soportes que habían en la entrada. Escuchó unas pisadas en el suelo, sonaban más como uñas raspando el suelo de madera.

Sintió algo húmedo en su pierna, y giró asustado.- Puta ma--¡Gaho! ¡Jollie!- Dijo emocionado de ver a los dos shar pei gigantes.- Bebés, ¿Cómo han estado?- Se agachó para acariciar a los animales como se merecían, ignorando por completo qué hacían ahí los perros.

-¿Neta los vas a besar a ellos antes que a mí?- Alzó la mirada y vio a su esposo, con los brazos cruzados, juzgándolo duramente.

-Bueno, ellos vinieron más rápido.- Se levantó del suelo, aún con los perritos exigiendo su atención.

JiYong no respondió, y sólo siguió viéndolo.

-Pero no los besé.- Se acercó al menor y rodeó su cintura.- Obvio a ti te voy a besar primero. 

JiYong sonrió, rodeando el cuello del más alto.- Tienes suerte de que los amo tanto como a ti.

-Oh, yo te prefiero a ti, definitivamente.- Se inclinó un poco y por fin lo besó.

Ese beso que recibía después de una nefasta jornada laboral, era lo que lo hacía regresar al otro día a trabajar. Ese momento en el que podía tener a JiYong en sus brazos otra vez, era por lo que realmente soportaba el trabajo. Se chingaba la madre todos los días para poder ver felicidad en esos ojos; esa sonrisa era su motor. 

Afianzó su agarre en la cintura delgada, subiendo el escalón de la entrada, para cargarlo y dejarlo a su altura. Dios, cómo amaba a este chaparrito hermoso. De repente, su verga se puso durísima, y aunque ya tenía hambre, un rapidito antes de los tacos no le caería mal.

Una de sus manos fue bajando hasta llegar a las nalguitas de su esposo, y las agarró firmemente, logrando que JiYong soltara un gemido, aún sin romper el beso. 

-Neta que ustedes son unos calenturientos.- La voz de Dami, los hizo separarse agitados, girando la cabeza para ver a la mujer que los juzgaba divertida desde la sala, maldito "concepto abierto" que JiYong había suplicado hasta el cansancio.- No sé como hasta ahorita no tienen todo esto lleno de bendiciones.- Rio, al ver el espanto en los más jóvenes.- Apúrense, que mi mamá quiere hablar con ustedes.- Su cuñada se fue rumbo a la cocina. 

-Venía a decirte que mamá y Dami vinieron.- Dijo cuando lo dejó sobre sus pies de nuevo.

-Si no me decías yo ni en cuenta, mi vida.- Recibió un zape por su comentario.

-Creo que se traen algo entre manos, amor, no me avisó que vendría. 

-Espero que tu papá no intente por tercera vez que te de el divorcio, porque igual y ahorita sí me llega al precio.- Trató de bromear, para que se le bajara la erección que aún tenía entre las piernas.

-Eso es lo raro, gordo, no vino papá.- JiYong ignoró su chiste, y eso sí que lo dejó blandito otra vez.

-Puta, ahora sí tengo miedo, ah.

-Sí, se te salió lo yuca.- Rio, tomándolo de la mano, para que no huyera. 

-Soy medio yuca mi amor, no me juzgues, te casaste con un crisol cultural.- Besó su mejilla, y se dejó jalar a su posible ejecución.





-

Bien, no había ido tan mal.

-No estuvo tan mal ¿no?- Sintió a JiYong abrazarse a su brazo, caminaban rumbo a los tacos de Don Victor, que la neta sí estaban rifadísimos.

-Pus, supongo que pudo ser peor.

Claro que pudo ser peor, por ejemplo, pudieron llegar "Los caballeros Templarios" a balacear su depa, o los del SAT pudieron caerle con una auditoría o pudieron cancelar "Rick y Morty". Dios, habría muerto si cancelaban "Rick y Morty".

Siendo honesto sólo estaba exagerando, su amada suegrita y cuñada sólo habían venido, para invitarlos a la fiesta de compromiso de la Dami, JiYong había saltado de emoción, porque por fin su hermana dejaría de ser una "quedada", como le decían en su pueblo. Quién sabe quien era el pobre hombre al que había engatusado, o lo más seguro es que se habían comido la torta antes del recreo y estaba en barandales. No quiso decir nada, ya que su amorcito capaz que lo mataba, pero la verdad saldría a la luz en unos meses, cuando no le quedara el vestido el día de la boda.

-Buenas güeritos, ¿Qué les sirvo?- Preguntó el taquero apenas llegaron, el puesto estaba lleno, como siempre a esta hora.

-Qué onda mi don, le encargo dos de lengua, dos de ojo, y otros dos campechanos, por ahora. ¿Tú que quieres, mi vida?- Le preguntó a JiYong que veía fascinado -como siempre- la olla en donde estaba la carne cocinándose.

-Tú ya sabes cuál me gusta.- Dijo sin mirarlo.

-Sí amor, pero cuántos quieres.

-Ah, pues no tengo mucha hambre, unos seis creo.

-Le encargo igual otros seis de maciza, sin cebolla, porfa.

-¿Van a llevar jugo?- Preguntó el taquero.

-Clarín.- Vio a un señor levantarse de uno de los bancos, y le hizo una señal con la cabeza, que el hombre respondió.- Siéntate amor, antes que se agandallen

JiYong se sentó. Él se puso detrás y lo rodeó de los hombros. Sintió al menor recargarse en su pecho y besó su cabeza.

-De tomar qué le damos.

-Dos cocas, porfa.

-Ya ni te pregunté cómo te fue en el trabajo.- Dijo JiYong, entrelazando su mano derecha con una de las que le rodeaba los hombros.

-Pus normal.- Se inclinó un poco hacia él, para no andar gritando. El sonido de la calle, combinado con las pláticas de la gente y el man del acordeón que acababa de llegar para cantar, creaban el ambiente normal de la ciudad. Caótico y un poco desesperante para él. Aunque llevara ya doce años viviendo ahí, seguía sin disfrutar del todo la capital. 

Extrañaba su rancho a veces.

-Asu, qué específico.

-Pues es que no hice así la gran cosa, la neta me la pasé pendejeando con el YoungBae.

-Te van a terminar corriendo, amor.

-Que me corra el puñetas ese, y se le acaba la chamba, yo hago todo.

Su esposo rio, y estiró el cuello para besarlo, el mayor se inclinó y le cumplió el capricho. No era de andar dando espectáculos en la calle, pero su bebé necesitaba siempre de este tipo de muestras de afecto. En su rancho esto era algo inmoral, pero todos aquí parecían ignorarlo.

-Aquí tiene joven.- El taquero le entregó sus órdenes, y tomó los platos para ponerlos en la barra frente a JiYong. No sería la primera vez -ni la última- en comer así, de pie, era algo a lo que ya estaba acostumbrado, y más cuando salía a comer a puestos así con el menor. Siempre trataba de que él se sentara, y él prefería ponerse detrás, porque luego había cada mañoso queriéndole toquetear la mercancía. Ya se había peleado en algunas ocasiones, porque había pendejos que se les hacía gracioso arrimarle el camarón a su esposo, mientras este comía tranquilamente. Lo mismo cuando antes viajaban en metro, por eso lo primero que le había comprado a su bebé era un auto, a él le valía moverse en bici o transporte público, conque JiYong estuviera seguro era suficiente.

Sintió un dedo en su mejilla, que lo sacó de sus pensamientos.- Se te van a enfriar, gordo.- Vio la sonrisa de su amado, que ya no tenía uno de sus tacos en el plato.- ¿En qué tanto andas pensando?

-En ti, corazón, ¿en qué más?- Tomó la cuchara de la salsa roja y bañó sus tacos, e hizo lo mismo con la salsa verde. Se acercó un poco más a la barra, y levantó el plato, lo último que necesitaba era pringar a su esposo.

-Eres un teto- Dijo con la boca llena. Pero aún así, le tronó un beso, con sus labios llenos de grasita. Estaba tan enamorado de ese niño mimado.

Quién iba a decir que después de tantos años seguirían juntos. Una relación por la que nadie daba un peso.

Cuando había conocido a JiYong era un chamaco todo meco que había llegado a la capital, y como buen provinciano, había quedado apantallado con las tortas de tamal, el atolito y la variedad. Pero la neta su plan no era quedarse a vivir ahí, su plan era estudiar ahí y conseguir trabajo en Guadalajara o el extranjero, sí, tenía su sueño guajiro de vivir en Nueva York o algún lugar así mamalón...

Pero apenas había visto esos ojitos color miel, supo que sus planes iban a cambiar, y la neta todo le valió chorizo, -tampoco es que haya rechazado grandes cosas la verdad-. Desde el momento en que lo vio, con sus chortcitos mostrando esas pecaminosas piernas, su voz grave pero suave, sus aires de diva, y su manera elegante de caminar; supo que de ahí era, así que se puso al tiro para conquistarlo. Había sido una suerte que fuera alto, y tuviera un acento -muy marcado- del norte. Bueno, la suerte es que a JiYong le mamaran los vatos así. 

Aunque así, bajita la mano, estaba cuero, la neta. Tal vez no tenía baro, pero era fino. Lo que no contaba, era conque el que quería que fuera la madre de sus morritos, era un junior, que había viajado por toda Europa para sus quince años -además de haber tenido quinceaños-, había estudiado en pura escuela católica y que su carrera sería en "moda". Ah, y que todo su guardarropa, valía lo mismo que su depa actual.

Pero el amor es carajo, y JiYong se había terminado casando con un "muerto de hambre" como se lo recordaba siempre su querido suegro. Tal vez no lo había podido llenar de tantos lujos, y estaba endeudado hasta el tronco, pero no le faltaba nada. 

Trabajaba en esa compañía de publicidad que le pagaban "bien", pero que si lo comparabas con el negreo al que lo sometían, era mínimo. Y los sábados trabajaba en una pequeña tienda vegana, ahí se encarga de hacer queso, principalmente; pertenecía a unos hipsters mamadores, pero pagaban bien, o al menos lo suficiente para que madrugara en uno de sus dos únicos días libres. JiYong había insistido muchísimo en que fuera ahí, ya que era el negocio de uno de sus amigos de la prepa. 

A ese pequeño no le podía negar una puta mierda, lo traía cortito, en todo sentido.

De vez en cuando, se quedaba viendo al fresita de su esposo, que sostenía los tacos con su dedito chiquito levantado, como si fuera un príncipe tomando su tacita de té. 

Bueno, él era el príncipe de su humilde reino. 

-¿Qué me ves? ¿Te gusto o qué?- Se rio, aún con la boca llena. 

SeungHyun sonrió, y se inclinó para besar los grasocitos labios. Cuando abrió la boca, para meterle la lengua, JiYong lo empujó del pecho, para alejarlo de él.- SeungHyun, te apesta la boca a cebolla.

El mayor soltó una carcajada.- Ay, lo siento, princesa, se me olvidó que te caga la cebolla.

-Lo haces a propósito.- Tomó una servilleta, y se limpio los labios.

-Claro que no.- Agarró la botella de vidrio, y le dio un trago largo.

-Como si no te conociera, quien no te conozca que te compre.

-Tú me agarraste de a grapa.

-Era un chavito, y tú todo asaltacunas, me engatusaste.

-Te llevo un año, mi vida, no andes levantándome falsos.

SeungHyun solo sonreía, viendo como la naricita respingada y hermosa se arrugaba de indignación, la neta sí detestaba la cebolla, lo suficiente como para negarle un beso si sabía a ella. Por eso siempre tenía chicles en su bolsillo.

Siguieron comiendo, ocasionalmente se comentaban unas cosas, pero se volvía cada vez más difícil, ya que en lugar de vaciarse el puesto, llegaba más y más gente. Con todo y que era regio, a SeungHyun no le gustaba levantar la voz. JiYong decía que siempre gritaba, pero para él, el menor era el verdaderamente escandaloso.

Y vaya que lo era.

-

Iban de regreso a su hogar, SeungHyun tenía firmemente agarrada la mano de su esposo, mientras caminaban tranquilamente en la no tan iluminada calle. 

JiYong estaba inusualmente callado, y aunque eso le daba mala espina, no tenía tampoco muchas ganas de hablar. Su esposo decía que caminaba extraño, como ranchero, y para acabarla de amolar, lento. Él no tenía idea de qué hablaba, él daba zancadas largas, que equivalían a cinco pacitos de JiYong. Le daba risa de cómo el pequeño diablo le decía siempre que caminara más rápido, algunas veces hasta lo empujaba, o como ahora, que lo jalaba.

Ahora, que desde que había mencionado su particular forma de andar, había caído en cuenta de que tenía ciertas ventajas ir lento. Por ejemplo ahora, que JiYong usaba unos cortos shorts de mezclilla, que dejaban al descubierto sus pecaminosas piernas tatuadas, es cierto que no tenía la cola más grande del mundo, pero era perfecto para él; desde su posición, un par de pasos atrás, podía admirar al menor en toda su gloria.

JiYong tenía un andado elegante, como de modelo de pasarela. Era bellísimo de ver.

Pero al igual que él, había otras personas que pensaban lo mismo.

- Que bonitas piernas, ¿A qué horas abren?- Un tipo que estaba sentado tomando una caguama en la banqueta, dijo eso tan bajo, que si no hubiera sido por el chiflido que dio, SeungHyun lo habría pasado por alto. 

Pero no. Eso sí que no.

-¿Qué dijiste, pinche perro ojete?- Soltó la mano del menor y se plantó frente al otro, aún a esta distancia, podía oler perfectamente la mona que se estaba metiendo junto a la cheve.

Tener de pareja a alguien como JiYong no era fácil, y mucho menos, cuando era alguien tan hermoso como sólo él. Además, su look andrógino no era bueno cuando salían a las peligrosas calles de la Ciudad de México, lleno de perros aulladores. Siempre lo confundían con una mujer, y digo, a JiYong le daba igual, incluso cuando le decían güerita -los ñores del mercadito siempre le daban pilón- pero cuando por creerla chava le gritaban marranadas, eso sí lo enfermaba. 

JiYong sólo les mentaba la madre -con los años, el fresita iba a agarrando más y más barrio- o los ignoraba, pero a SeungHyun se le salía el fierro

-Na-nada jefe.- Tartamudeó el teporochito.

-Entonces ábrete a la verga antes de que te plomée, hijo de tu perra madre.- SeungHyun no era excesivamente alto ni estaba muy mamado, pero su voz sí que daba miedo.

El hombre tomó su botella y su bolsita -en dónde debía tener sus cosas para monearse- y se alejó como pudo, tambaleando.

-¿Okay...?- Preguntó dudoso JiYong, que no sabía qué diablos había pasado.

SeungHyun respiraba rápido, aún molesto por lo que le habían dicho a su esposo.

-Vamos.- Rodeó los hombros de JiYong, y regresaron a su rumbo.

-¿Qué pasó ahí? ¿Se te salió el Mencho o qué?- El menor sostuvo la mano más grande que estaba sobre su hombro, y rodeó la cintura del más alto con su brazo libre.

-¿No escuchaste qué dijo o sólo te sordeaste?

-Escuché un silbido, pero no pensé que por eso casi baleabas a ese tipo con tu AK47 imaginaria.- Se rio, y besó su hermosa y grande mano.

-Mejor.- SeungHyun se inclinó y besó la cabeza cubierta en un gorro rosa. 

-Por suerte tengo a mi macho alfa, que defienda mi honor.- JiYong se rio, tratando de contagiar al mayor, que no pudo seguir con el ceño fruncido, y le sonrió por fin. 

Al llegar a su edificio, seguían abrazados, y en el mismo silencio tranquilo que traían antes del pequeño incidente. Saludaron a don Félix, y entraron al elevador. SeungHyun oprimió el botón de su piso, y apoyó su espalda en el vidrio, rodeando la cintura de JiYong, para que quedaran frente a frente. 

De repente el ambiente se puso un poco caliente, y el mayor sólo deseó llegar rápido a su depa, para darle duro al asunto.

JiYong rodeó su cuello, y se puso de puntillas, para llegar a los labios de su marido.

Pero cuando estaban a punto de besarse, el elevador se detuvo, y por las puertas entró un semi desnudo SeungRi, que cargaba su ropa y zapatos en sus brazos. La pareja se separó un poco, incrédulos de lo que estaba frente a ellos, al fondo se veía una pila más grande de ropa. Sólo observaron como seguían saliendo cosas por la puerta del departamento de su amigo más joven.

-Qué honduras, chavos, ¿qué cuentan?- SeungRi, con su cabello rubio y lo que parecía un moretón en su ojo derecho, les sonrió, como el maldito descarado que era. Oprimió el botón que lo llevaría al penth house del lugar, y las puertas de cerraron.

-¿Nosotros? O sea, qué cuentas tú amiga, ¿ya viste tu ojo? Literal lo tienes negro, ahora sí pareces un panda.- Preguntó JiYong, que se había cruzado de brazos.

-Ah, sí, la vieja esta me aventó uno de mis tenis, me cayó en la mera jeta. 

-¿Te agarraron en la movida, compa?- Preguntó SeungHyun, aunque era más que obvio.

-Pinche ganado, se puso intenso y me mandó su pack en whats, pues que la morra esta lo vio.

-Eres un tarado, literal.- JiYong suspiró, incrédulo, pero al mismo tiempo sabía que era cuestión de cometer un error, como este, para que cacharan a su amigo. Por fin había pasado.

-Lo sé, nunca dejo el cel a la vista, y pues que lo wachó la vieja esta, y ya fuimos carnales.

-Deberías tener algo de decencia, compa, vete a un motelito o algo, si tu ex se da cuenta que todo el tiempo vivió casi casi con la otra, te van a cortar los huevos, cabrón- El elevador se detuvo en su piso, y la pareja salió, era un desmadre su amigo.

-Qué madres, si para eso tengo casa, además, necesito un poco de consuelo de mi baby.- Las puertas se cerraron, pero antes el rubio les dedicó una sonrisa resplandeciente.

Era un descarado infeliz.

-Prométeme, que si me llegas a poner los cuernos, te la vas a llevar a otro lado, porfa.- Llegaron a la puerta, y teclearon el código para entrar a su hogar.

-Mijo, yo jamás te pondría los cuernos. Una, no tengo ojos para nadie más que para ti, y dos, con trabajo y te puedo mantener, qué voy a andar cuidando ganado, soy ranchero, pero no mames.- Abrazó de los hombros al menor, y besó su cabeza.

-Más te vale.

-Primero me corto yo los huevos.- Le guiñó un ojo.

JiYong rio, pero su mirada cambió a una más seria.- No sé por quién siento más pena, si por HyeWon o por Sehunnie.

-Pues por la morra, mi vida, digo, el otro ya sabe que es la otra, y más porque agarró al SeungRi de su sugar daddy.

-Pero la neta, sí veo bien enamorado a Sehunnie, no se vale.- Hizo un puchero.

-Puede ser, pero no son maneras, mi vida.

-Bueno, eso sí. ¡Pero Sehunnie es un tipazo! Se merece a alguien bien. No al corriente de SeungRi.

-Pues cada quién elige su chinga, mira que esconderlo tres años está cabrón...

-Ay, ya no hablemos de eso, porque me deprimo.- JiYong estaba sobre la isla de la cocina, viendo como su esposo sacaba dos cervezas del refri.

-Tranquilo, mi chulo, tómese mejor una fría conmigo.- Le entregó la botella ya abierta, y la chocó con la otra que tenía en la mano.- Salud, mi rey, por los taquitos que estaban bien ricos.- Se empinó la cheve, y le dio un trago largo.

-Salud mejor por mi fiesta de Halloween.- SeungHyun se atragantó, escupiendo un poco del líquido, y comenzó a toser, tratando de sacar la cerveza de sus pulmones.- Ay, no me salgas con eso, dijiste que ibas a revisar "los números".- Hizo las comillas con los dedos.

El mayor seguía tosiendo, así que JiYong sintió algo de pena por él, y le empezó a dar palmaditas en la espalda, para confortarlo, y según él, ayudarlo a respirar.

-No creas que me olvidé de eso, por favor, tenemos menos de un mes y necesito organizar todo.

-Bebé, no creo que sea buena idea hacer una fiesta este año.- Dijo con dificultad, una vez dejó de toser, tenía los ojos brillosos. Se separó del menor, porque sabía que esto iba a ser una discusión, y de las feas; se dirigió a la seguridad de su sala, con la cheve en mano, sentándose en el sofá más grande.

-Ah, ¿Y eso por qué?- JiYong se bajó de la encimera, y siguió al más alto, aplastándose a su lado.

-Pues no sé si te diste cuenta, mi vida, pero somos pobres. Este año nos hemos pasado con los gastos, y no creo que podamos pagar la peda.

-Pero gordo.- Alargó la última "o", en un tono caprichoso.- Es nuestra tradición.

-Sí, mi vida, pero la empezamos cuando no había crisis.

-¡SeungHyun!

-No, JiYong, no podemos costearla, hazla de traje.

-Ay, no mames, eso es de miserables.- JiYong se cruzó de brazos. 

SeungHyn sintió un escalofrío, tal vez no era tan mala idea lo del préstamo en banco Azteca. Pero sacudió la cabeza, en la tarde le había preguntado a YoungBae, y como buen contador le dijo que no, que mejor se agarrara sus huevitos como buen macho y se plantara ante su costosa diva.- No amor, eso hacen los amigos, tú lo que quieres es tener la casa llena de gorrones.

-¡Pero igual son tus amigos!

-Por eso, sé que son bien gorrones.-Intentó seguir el consejo de su amigo el conta, y agarrarse los huevos.- Nel, mi amor, tenemos un chingo de deudas, estamos pagando el infonavit, tu carro, tu cel, tu ropa, y la tanda ya te había dicho que era para ir a ver a mis papás, si querías lujos te hubieras casado con el SeungRi.

-Pero amor, podemos ir a ver a tus papás en diciembre.- JiYong se acercó peligrosamente a él, su tono, había cambiado completamente, era dulce, suave. 

Giró a ver a su esposo y vio eso en sus ojos. Oh no, no iba a caer con esa

No otra vez.

-Aléjate de mí satanás, ya conozco tus artimañas.- Se alejó todo lo que pudo, quedando en una esquina del sofá.

-¿De qué hablas?- Se acercó a él, arrinconándolo. El menor le puso una mano en el pecho, que fue bajando lentamente.

-No, no me vas a mangonear, hoy no, no puedes conseguir todo lo que quieras coshando, JiYong.

-¿Quién habló de coshar, amor? Eres un puerco.- La pequeña mano ya estaba en su cinturón. Jugaba distraidamente con la enorme hebilla de dragón, usando su dedo índice.

-Tú sólo tienes dos formas de manipularme. Si no te funciona cogiendo, me dejas en abstinencia, pero como tú tampoco aguantas mucho sin coger, casi siempre sólo me abres esas hermosas piernas las veces que sean necesarias, hasta que te digo que sí, como el pendejazo que soy.

En todo ese tiempo, JiYong había abierto lentamente el cinturón, y ya tenía el cierre abajo.- Entonces, si ya sabes qué voy a hacer, ¿por qué no me detienes? Eres como del doble de mi tamaño.

SeungHyun ya estaba durísimo, y sabía que por más que quisiera cambiar su destino, éste ya estaba sellado.- Estás chaparrito, mi amor, pero no te la bañes, tampoco soy un mastodonte.

-Eres del tamaño perfecto, SeungHyunnie.- Maldito.- Oh, pero tu verga, esa  que es enorme.

Sintió la suave mano de su esposo sobre su pene, y automáticamente soltó un gemido, cerrando lo ojos.

-Basta.

-La tienes tan grande que siempre me ahogo con ella.- Susurraba en su oído, la dulce y erótica voz de JiYong era uno de sus afrodisíacos favoritos, eso, añadido a la mano que lo acariciaba lentamente, lo estaban matando.- Pero me encanta más cuando me la entierras hasta el fondo.

-Putamadre, JiYong.- Jadeó, sintiendo al menor atacar su cuello, seguramente dejándole un chupetón del tamaño de Sonora.

-¿Qué quieres, bebé?- Apretó un poco la verga, y lamió su oreja.

-Ya sabes qué quiero, mi amor.- Dijo con dificultad.

-Pero dímelo, ¿Quieres que te de unos buenos sentones, o me la trago toda?

-Coño JiYong.-Le puso la mano en la nuca, y lo empujó hacia su pene.- Trágatela toda.

SeungHyun no vio la carita de satisfacción que tenía el otro.

JiYong siempre ganaba, o al menos el noventa y nueve por ciento del tiempo.





-



Abrió lentamente los ojos al sentir algo peludo en su rostro, el maullido de Iye lo hizo sonreir un poco, hasta que vio que el animalito estaba molesto, como casi siempre.

-Hola, mi amor.- Susurró para el gato que sólo maulló y se bajó de la cama.

El brazo que tenía en su cintura pesaba, pobre, SeungHyun había quedado agotadísimo por toda la cogedera que habían tenido. A él igual le dolía, pero era el dolorcito rico del ejercicio, así que no se iba a quejar, mucho menos, después de lograr su cometido.

Diosito le había dado un talento con la boca...

Tomó el antebrazo para quitárselo de encima con cuidado, y lentamente salió de la cama. Buscó su celular para mirar la hora, y vio que aún tenía una hora antes de que el mayor despertara para bañarse y hacer el desayuno. Iye maulló desde la puerta, y supuso que tenía hambre, no recordaba haberle dado de comer la noche anterior.

Sí, era un maldito, pero se le había olvidado por completo, ya que estaba en su plan de convencimiento

A veces se sentía mal de lo fácil que era convencer a SeungHyun, es decir, él era el único que lograba controlarlo, pero consideraba que usaba su poder sólo para el bien. No es como si lo manipulara para asaltar bancos o cosas así, sólo eran pequeñas cosas que ayudaban a su matrimonio a ser más feliz y divertido. Nimiedades, vaya.

Pero si era honesto, sí se sentía medio mierda, porque estaba consciente de que no tenían dinero, de que él seguía sin encontrar algo en qué trabajar -dejándolos sólo con los ingresos de su hombre- y que si algo adoraba SeungHyun -aparte de a él, claro- era a su familia. Y sí, desde enero que no los veían, pero vamos, era por una buena causa. 

Las tradiciones son lo que nutren a las familias, y por mucho que su esposo no cayera en cuenta, desde hace cinco años ellos era una familia, con todo y Iye. Si ya habían hecho de esta mega peda de Halloween una tradición, estaría padre que la mantuvieran ¿no? Sería su sexto año consecutivo, y con una vez que fallaran, seguro se les salaba para toda la vida.

Iye volvió a maullar, y lo rasguñó en sus pantorrilla. 

-¡Auh! ¡Iye! Me lleva ya voy, como chingas.- Buscó el saco de croquetas, y se las sirvió al gato, que empezó a comer desesperado.- No pues sí que eres mi gato, eres igual de dramático que yo.

Estiró su cuerpo, y soltó un gemido de satisfacción. Pensó si debería bañarse, pero la verdad tenía hueva, y sólo tenía una hora para prepararle el desayuno a su amorcito. Decidió que se pondría manos a la obra, ya que no había mucho tiempo.

Caminó a su refri, y lo abrió, inclinándose un poco para inspeccionar el lugar. Genial. 

Sólo había leche, unas naranjas, quesos veganos -que nadie comía, pero que le regalaban a su esposo en su trabajo- sobras de días anteriores en topers y mucha cheve, como los buenos adultos responsables que eran. 

Maravilloso.

-Me lleva.- Susurró.

-Qué bonita maceta para sembrar mi chile.

-¡SeungHyun!- JiYong saltó asustado.

-Buenos días mi chula, ¿apoco ya tienes hambre? ¿No te llenó lo de anoche?- SeungHyun sólo tenía el pantalón de su pijama, y estaba con los brazos cruzados, recargado en la encimera.

-No seas así, puerco.- Se rio, y cerró la puerta del refri. 

Su esposo no le quitaba los ojos de encima, y no supo realmente porqué, hasta que miró lo que este veía. Ja, seguía desnudo, cierto, como el buen exibicionista que era, ni había notado que así como se había dormido se había levantado.

-¿Te gusta lo que ves, cochino?

-Me encanta.

-No me mires así.

-¿Así, cómo?

-Así, como si me quisieras hacer algo.

-Al chile sí, te quiero hacer de todo. Pero si ya me despertaste, mejor me pongo a cocinar ¿no? A ver, ¿Qué va a querer de desayunar mi bebé precioso?- Dijo como si le estuviera hablando a un bebé de los chiquitos.

-Pues, yo quería prepararte el desayuno, amor.- Bajó la mirada, un poco avergonzado.- Por lo bueno que has sido conmigo.

-No hay de qué, mi rey, sabes que yo sólo vivo para servirte. Además de que no hay ni madres, ni tus de "mamuts", para que mínimo me los calientes y hagas tus pastelitos.- Dijo eso último burlón.

Frunció el ceño.- Pues te iba a preparar algo diferente.

-Ah, puedes preparar recalentado.- Seguía usando el mismo tono.- Sólo no vayas a quemar la cocina, porque no tenemos baro para repararla.

-Eres un nefasto, literal.- Se giró, con el ánimo bajoneado.

-Hey, solo te estoy chingando, mi amor.- Se apresuró a tomarlo del brazo, para que no huyera.- Hazme unos frutilupis ¿va? Eso me haría muy feliz.-  Se inclinó y besó su cabeza.

-No, ya no te quiero, eres malo.

-Aw, no te pongas así, belleza.- Lo abrazó por los hombros y lo acercó a él.- ¿Quieres que te lleve a desayunar afuera?

JiYong lo consideró, pero no quería caer tan fácil, después de la humillación.

-Anda, te llevo a ese lugar de wafles carísimos que tanto te gustan.

-¿No que no tienes dinero?- Soltó, tratando de reprimir su sonrisa.

-Oh, pero por ti puedo comer pura torta de tamal de doña Pelos por el resto de la semana con tal de hacerte feliz, mi vida.

JiYong terminó rindiéndose, más cuando sintió una nalgada en su cachete izquierdo.- Eres nefasto.

-Por ti hago lo que sea, mi vida.- Empezó a besar su cuello, y a manosearlo un poco.

-¿Y cuando te dan el dinero de la tanda?- Eso dejó frío al más alto.- ¿Y bien?

-El viernes te lo doy, corazón.- Añadió con un suspiro.

-Entonces llévame a desayunar.- Sonrió, y se colgó del cuello de su esposo.

Sí, a veces se sentía mal por SeungHyun, pero cuando dejó un sonoro beso en sus labios, y aparecieron los hoyuelos que tanto amaba, supo que no debía ser tan malo.

Al menos SeungHyun recibía sexo diario. Eso no lo debía tener ni Obama.

Que sí, el sexo no era lo máximo en la vida, pero ese brillo en los ojos del amor de su vida, lo hacían pensar que estaba haciendo algo bien.

¿Podía hacer feliz y miserable a SeungHyun al mismo tiempo? Absolutamente.

Pero ¿qué no era así el amor?



-



La gran mano de su esposo acariciaba con flojera su vientre, tenía su otro brazo rodeando su cintura, que también tocaba de la misma forma. Su cabeza estaba sobre su hombro, y JiYong intentaba no reírse de lo encimoso que podía ser el mayor.

SeungHyun era un ranchero, siempre lo jodía con eso del macho norteño, pero en el fondo era un pan. De repente se le botaba la canica -como ayer- pero eran pocas las veces, JiYong era más de ponerse intenso ante el acoso callejero que podría sufrir debido a su andrógina apariencia, pero si estaba con el mayor, le gustaba que él se hiciera cargo.

Eso parecía hacerlo muy feliz.

-Tengo sueño.- Dijo SeungHyun con voz gruesa y aniñada, dejando un beso en su oreja.

-Y todavía ni has llegado al trabajo, amor.- Le sonrió, y besó su frente.

-¿No quieres suplantarme hoy? Sólo haste pendejo, como siempre hago, y pon mi tarjeta en el lector y ya.

JiYong soltó una carcajada, antes de beber algo de café.- No creo que pueda engañar a Kyungil.

-¿Cómo no? Nada más no hagas contacto directo, además el animal a veces ni va.

-Quisiera, neta, pero tengo otras cosas qué hacer.- Soltó una risita, y pinchó el último pedazo de wafle con durazno y nutella, llevándolo a la boca de su esposo.

-Buu.- Dijo con la boca llena, masticando sin ganas.- Eres malo.

-Yo también te amo.- Se inclinó y besó la punta de su nariz.

-Bueno, pues si no me vas a ayudar, vamos, que no sé como mierda voy a llegar, tardamos un chingo en la ducha.- Susurró lo último acercándose a su oreja, dejando un beso en la parte de atrás del lóbulo, que le dio escalofríos.

-Bien que te gustó, ahora no me eches la culpa.- Besó brevemente sus labios, cuando llegó el camarero y dejó la cuenta.

SeungHyun tomó la nota y la leyó, abriéndo los ojos enormes.- Hijos de su chingada madre, clavarme trescientos baros por dos wafles, ya ni la chingan, voy a vender wafles a la verga.- Se empezó a quejar, mientras abría su cartera y sacaba un billete de quinientos.- Era lo de la semana, y puta todavía quieren propina los hijos de la--

JiYong se lanzó sobre el mayor, besando su mejilla.- Gracias por la comida, amor.

SeungHyun sonrió como tonto y le respondió el beso, pero en sus labios.- Para ti sólo lo mejor, mi rey.

El mesero tomó la cuenta y a los dos minutos regresó con el cambio. Para entonces ya los dos estaban de pie, con las manos entrelazadas.

-Si no llego a tiempo, el imbécil ese es capaz de correrme.

-Puedo llevarte, cariño.- Sonrió, apretándo su mano.

A SeungHyun no le gustaba que lo llevaran, porque decía que era un derroche innecesairo existiendo el eficiente transporte público de la CDMX, y no, no era por ecologista, se le había quitado lo regio sólo al momento de consentirlo, porque en todo lo demás...

-No es necesario, mi cielo, puedo alcanzar bien el metro, chance tenga que correr tantito, pero tu no te estreses, mi chula.- Tomó el cambio, dejando -con todo el dolor de su alma- tres monedas de diez pesos.- Casi es el diez.- Susurró, satisfecho.

JiYong suspiró, tenía que admitir que no era el más codo ser humano que conocía, no; o sea, le chocaba que gastaran de más, y siempre andaba cazando ofertones, pero era  soportable. Nada digno de Home & Health.

Salieron del local, y giraron a su derecha; el restaurante estaba a sólo una cuadra de su depa, así que seguramente SeungHyun lo dejaría en la puerta, y saldría volando en su bici directo al metro, la había dejado encargada con don Félix, para que no tuviera que subir a buscarla -o llevarla a desayunar-. 

Era una suerte que la gente pareciera adorar a su esposo, ya que en la entrada del metro -que quedaba algo lejos de su hogar- había una fonda, y ahí le cuidaban su bicicleta, hasta que él regresaba del trabajo; el día que había hablado con la señora -que abría desde temprano y cerraba en la noche- sobre cuidar su bici, SeungHyun había estado muy emocionado, ya que así no tendría que agarrar un camión a la estación, ahorrándose esos pesos que a la larga se volvían cientos -o algo así- al mes.

Él se veía feliz cuando le contó, así que sólo lo apoyó y felicitó.

Llegaron a su edificio, y vaya sorpresa la de ver a SeungRi de la mano de SeHun. Vaya que raro.

-¡Que onda perros!- Su amigo ojeroso se soltó de su ¿novio? Y se acercó a ellos.

-¡SeungRi! ¿Puedes llevarme a mi chamba?- Dijo entusiasmado SeungHyun, viendo el burro.

-¿Qué? Puta, ni los buenos días tú.

-Anda, voy a llegar tarde, anda ¿sí? Porfa- Suplicó cual niño chiquito.

SeungRi suspiró, y se giró a SeHun.- Regreso en un rato, ¿okay? Si quieres quédate con el JiYong.- Le guiñó un ojo, y regresó su mirada a ellos.- Vamos papu, antes de que me arrepienta.

-¡Gracias, primo!- JiYong sintió que era levantado del suelo.- Te amo, JiYongie precioso, mi rey, mi chula, mi vida, mi alma.- Por cada palabra dejaba un beso en su mejilla.- Te amo, corazón, te llamo cuando llegue, hoy sí le meto crédito. ¿Va?

El beso que le dio, era de esos que te aseguraba que le dolía, literal, alejarse de él. La boca ajena le quitaba el aliento, y le dejaba bien en claro que todo el día iba a pensar en él, que iba a trabajar por él y para él. Porque él cuidaba de JiYong, porque SeungHyun lo amaba tanto, que esta era la manera más lógica de demostrárselo. Amaba este momento en las mañanas, porque jamás en su vida se sintió tan amado, tan protegido, tan vivo en los brazos de alguien.

Y aunque JiYong quería encontrar su vocación y ayudar a su esposo en la presión económica, una egoísta parte de él, le gustaba ser vulnerable. Tal vez su padre tenía razón y era masoquista económico.

Si supiera que igual era masoquista en lo sexual...

Asintió y por fin respondió.- Te amo, gordito, cuídate.- Dejó un último beso en los labios contrarios, y fue depositado por fin en el suelo.

SeungHyun le guiñó un ojo y solo hizo un gesto con la cabeza en dirección a SeHun, caminaba de espaldas en dirección al Mustang amarillo huevo, para así poder lanzarle besos. SeungRi gritó "mandilón", pero ambos decidieron ignorarlo. JiYong no podía con lo cursi que llegaba a ser su esposo, pero se le derretía el corazón, así que regresaba los besos a su precioso hombre. Éste siguió lanzando besos, hasta que el auto arrancó y desapareció de su vista.

Tenía una sonrisa de tonto enamorado, que supo le duraría hasta el regreso de su amado, o eso creyó.

Cuando dirigió su mirada a SeHun, el alto muchacho estaba llorando, silenciosamente, y su corazón se oprimió. 

Pinche SeungRi.



-



Bien estas dos últimas semanas habían sido un poco incómodas, porque SeungRi y SeHun habían terminado con la tóxica relación que tenían, e increíblemente, había sido por decisión propia. Si bien, siempre fueron sutiles ya que eran amantes, y por tres años ni una puta mirada se dieron, ahora sí que era incómodo, ya que sabían todo el trasfondo de lo que habían vivido.

SeungHyun había hablado con SeungRi ese día que lo había llevado al trabajo, y él había hecho lo propio con SeHun; para la noche, ya no había relación.

No se arrepentían, no del todo, porque esa relación había iniciado mal y era tóxica, dependiente y sin futuro. 

O al menos eso pensaron.

SeungRi había dejado su vida de playboy, y SeHun, siempre estoico, se notaba muy deprimido. Iba a resultar que al final sí se querían los pendejos.

Bueno, él sabía que SeHun estaba enculado, pero nunca creyó que obtendrían algún tipo de reacción del emprendedor de las sopitas.

SeungHyun le había visto las negras intenciones que tenía de juntarlos de nuevo, y le había advertido de que ni se le ocurriera. 

Pobre tonto, como si le fuera a hacer caso.

Había invitado a su amigo rico a que lo acompañara de compras, faltaban poco menos de dos semanas para su fiesta anual de "Halloween", y estaba buscando unas cositas curiosas para decorar, globos, serpentina y esas cosas. 

Ya tenía encargada la comida, el pastel; sólo le faltaban detalles de la decoración, el alcohol -que su marido iba a conseguir- y su puto disfraz. Bueno, le faltaba lo más importante. ¿Qué usaría este año? 

Año tras año su esposo y él se coordinaban para humillar, es decir, para elegir el mejor disfraz de pareja. Para llevar diez años de disfraces, -algunos años fueron a más de una fiesta- cada vez era más difícil superarse.

Este se estaba volviendo particularmente batalloso.

¿Qué estaba de moda, pero al mismo tiempo era cool? El año pasado habían hecho de Mujer Maravilla y Súper Man, y el anterior el Joker y Harley Queen, la opción más obvia, pero había sido divertido.

¿De qué serían sus disfraces?

-Qué onda guapa, ¿Por qué tan solita?

Sintió una mano en su cintura, y estuvo tentado a darle un puñetazo en el estómago a SeungRi, pero recordó la cara ojerosa y de miseria que tenía en los últimos días, y decidió mejor dejarlo ser.

-¿Cómo estás, pandita?

-Pues vivo, podría estar peor, supongo.- Su voz sonaba apagada, sin vida.

Se había abrazado más al más bajito, y JiYong sintió su corazón oprimirse un poco más. Suspiró.

-Te traje para que me ayudes a cargar la compra, no a que deprimas el súper.

-Lo siento, hermano.

-Está bien, vamos a levantarte el ánimo ¿va?- Le sonrió, y recibió una mueca de regreso.- Ahora ve por el carrito, tenemos mucho que comprar.

El menor suspiró, y fue por lo que le pidió.

-Me lleva, esto será más aburrido de lo que creí, debí traer azúcar o algo para acelerarlo.

Vio a SeungRi tomar un carrito, y regresar, todo era tan deprimente, como una película de sobre el Holocausto. 

-Pues ni modo.- Cuando su amigo llegó a su lado, se puso a un lado de él y dijo.- Me lo vas a agradecer.

-¿Qué co--?- No lo dejó terminar, porque recibió una cachetada en toda la jeta.- ¿Qué verga wey?

-Levanta esa cola, chingado, ¿Quieres recuperar a SeHun?

-¿Qué? ¿Eso qué tiene que ver con el putazo?

-Me cagaba ver tu cara toda sad, así que responde, ¿Quieres recuperar a SeHun?

-Pu-pues, yo, no sé.

-Sí sabes, contras, ¿Quieres o no?

-¡Tu marido dijo que termináramos!

-Sí, pero nunca dijo que te rindieras ¿o sí? Necesitaban un tiempo separados para saber que se quieren, y ya me están hartando los dos todos depres.

-No sé si sea lo correcto...

-Inténtenlo una vez más, agarra tus huevitos y recupera a tu hombre.

-No estoy seguro...

-A ver, ¿Has cogido?- Preguntó JiYong de repente.

-¿Eso qué?- Regresó la pregunta, confundido.

-¿Lo has hecho, sí o no?

-Pues no...

-¿Entonces? ¡Tu corazón te está diciendo a quien quieres SeungRi! 

-En realidad es mi pito...

-¡Mejor aún! ¡Ese no miente!

-Por cosas como estas siento pena por tu marido.- SeungRi suspiró.

-No lo hagas, él es muy feliz. Ahora, lo bueno, ¿Cómo lo vas a reconquistar?

-Pues eso va a estar carajo.

-¿Por?

-¿No ya anda con ese tipo? El chaparrito que siempre lo rondaba.

-Ah, ¿KyungSoo? Nel, ese niño anda en otras ondas, y más porque SeHun ya lo bateó un chingo de veces, por ti.

-Entonces, ¿Crees que deba?- Preguntó temeroso.

-¡Por supuesto! Es más, te daré chance de que hagas algo en mi fiesta, para que amarres ese bussiness bien.

-¿Hasta Halloween? ¡Falta mucho! Me van a comer el mandado para entonces.

-Noup, sé lo que te digo. Ahora, vas a levantar esa cola, vas a sonreír, y me ayudarás a buscar todo lo que necesito. Ya luego hablaremos con mi bebé para que coordinen la pedida de mano.

-Espera, ¿No me vas a ayudar tú?

-Dah, ya lo hice. 

-Sólo dijiste un par de mamadas cursis y me lanzaste con tu marido.

-¿Qué más querías?- Preguntó como si fuera lo más obvio.

-Puta, pues, ayuda a cómo reconquistarlo, tú lo dijiste.

-Ah, pues yo no sé de eso, no sé si sabes, pero yo en mi vida he ligado, a mí simpre me ligan.- Le guiñó un ojo, coqueto.- Pero no te preocupes, mi osito es buenísimo en eso, te estoy derivando con el Top.

SeungRi suspiró, porque no estaba seguro de eso. Sí, SeungHyun era algo así como una estrella local por haber conquistado a La Diva, pero no estaba seguro de si podrían con alguien como SeHun. No quería ser básico, pero ellos desde el principio habían dicho: "¿Quieres coger?" el morro había dicho: "Va", y se volvieron amantes desde eso.

-Aunque siempre está la vieja confiable.- Dijo JiYong, mientras veía unos fantasmitas hechos de tela.

-¿Irle a rogar?- Murmuró, apoyado en el carrito.

-No, o sea, ¡Los mariachis! No hay problema que una serenata no pueda arreglar.- Le lanzó un guiño una vez más, y siguió viendo lo adornos.

SeungRi rio por primera vez en días, y se sintió más animado. 

Sí, no se iba a rendir, eso no era su estilo.



-



Estuvo todo el día con su hermanito, y debía admitir que desde que lo convenció de darle una oportunidad al amor, el ambiente había cambiado completamente. Él adoraba a SeungRi, en algún punto de su amistad, el menor le había tirado la onda -él ya andaba de novio con SeungHyun- pero afortunadamente no se había puesto intenso con él ni nada, y con el pasar del tiempo, se olvidaron de eso. 

Claro, el hecho de que SeungHyun le había dado una arrastrada, por andarle mandando nudes había tenido mucho que ver. Pero desde ese momento los dos tocayos se habían hecho amigos, y de los que se rolaban memes puercos y porno. Así que como decía Diosito, no hay mal que por bien no venga.

El punto es que el caliente de SeungRi parecía estar enamorado, por primera vez, y se sentía emocionado, con suerte hubiera boda y todo. 

Tenía años que no iba a una boda.

-Oye vieja piruja, ¿Y tu traje? No he visto qué van a usar el lesbiano de tu esposo y tú.

-¡Cállate!- JiYong se rio, pero procesó la pregunta y saltó en su lugar.- ¡Verga, sí es cierto! No me lo recuerdes, bueno sí, que bueno que me lo recordaste, porque no tengo ni madres de ideas.

-¿Neta? Pero ya falta bien poco.

-Sí, o sea, es que este año he estado bien disperso, no tengo idea de qué hacer la verdad, literal.

-Pues este año no se ha escuchado algo, podrías ser una princesa o algo así jotísimo, como te encanta.

-Pero ya hemos sido todas las princesas, hasta hice solo de Elsa.- JiYong hizo un puchero, molesto.

-Ah simón, si es cierto.- Soltó una carcajada.- Ese año estuvo verga, tus piernas se veían bien sabrosas.

-Mi esposo no tarda, puerco.

-Ya hemos llegado al trato de que puedo admirarte sin jalármela.

-Iug, eres un asco.- Le aventó una chancla a la cabeza del rubio.

-¡Es neta!

-Le diré que me dijiste algo feo, para que te madree.

Escuchó el sonido de la puerta, y sonrió inmediatamente.-¡Ya llegué, mi amor!- SeungHyun gritó desde la entrada.

-¡Amor! ¡Este puerco me chuleó las piernas!- Gritó sin moverse de su lugar en el sofá de tres piezas.

SeungHyun apareció por fin y le sonrió desde lejos.- Tus piernas son dignas de ser chuleadas, mi amor.

-¡Ja!- SeungRi se burló, y se levantó del sofá, para ir a saludar a su amigo. 

-Pero--.- JiYong quiso protestar, pero lo cortó su esposo.

-¿Pero qué te he dicho, compa? Nada de chulear a solas.- Tomó a SeungRi de la nuca, y la apretó, el pobre iluso pensó que lo había apoyado. Éste se empezó a retorcer y gritar.- ¿Te lo dije o no? 

-¡Sí, SeungHyun!- Dijo entre risas, más de nervios, ya que conocía a SeungHyun; era muy tosco y sí debía estarle doliendo.

El mayor lo obligó a agacharse, e hizo un sonido de beso, antes de soltarlo.- Así que no ande molestando a mi reina, menos cuando no estoy presente.

-Sobres, carnal.- Se sobaba el cuello, y eso sólo hizo sonreír satisfecho a JiYong.

-¿Y por qué no me has recibido, mujer?- SeungHyun seguía en su plan de macho norteño, y eso sólo lo hizo sentir vergonzosamente excitado.

-Porque me duelen los pies de tanto caminar, ¿Me vas a dar un masajito? – Dijo con un puchero, estirando sus brazos, invitándolo a un abrazo.

-Claro que sí, mi cielo, tus deseos son órdenes.- SeungHyun se sentó a su lado, y lo abrazó, enterrando su rostro en su cuello.

JiYong acariciaba con ternura el cuero cabelludo negro, que estaba algo sudado.- ¿Caminaste hasta aquí, papacito?

-No, tomé el pesero, pero tengo calor, no sé porqué.- Hablaba bajito, y se alejó un poco para tocar su frente, estaba algo caliente.

-Parece que tienes calentura, ¿Te traigo una pastilla?

-Chí.- SeungHyun se puso en su plan de niño chiquito, que sabía que lo volvía loco, e intentó dejar un beso en sus labios, antes de separarse y buscar la medicina, pero este le giró la cabeza.- Te voy a contagiar.

-Me vale, ven acá.- Tomó el rostro entre sus manos, y se besaron por fin.

Dios, nunca se iba a cansar de besar esos labios.

-Ahorita regreso, bebé, acuéstate tantito, ¿Sí?- Se levantó, y fue corriendo al baño, donde estaba el botiquín.

-Coño, yo quiero eso.- Dijo SeungRi decaído.

-¿Qué cosa?- Preguntó sin saber a qué se refería el menor.

-Pues, lo que ustedes tienen.- Formó un círculo con su dedo índice y pulgar, dejando los demás dedos de su mano derecha levantados; y con el índice de la izquierda, hizo la vulgar simulación de penetraciones. 

SeungHyun soltó una carcajada, y negando dijo.- Para eso tienes que encontrar al correcto, SeungRi, esto no pasa con cualquiera.

-Pues creo que lo encontré...

-Si estás seguro, agarra tus pelotitas y díselo a SeHun.

-Eso intentamos.

-¿Intentamos?- Preguntó confundido.

-Tu esposo, me quiere ayudar a que reconquiste a SeHun, dijo que tengo que hacer algo chido en su fiesta, ¿Sería bueno cantarle algo no?

-Uy, papá, tengo una canción que la he estado guardando por si la cago con el JiYong, pero igual y te puede servir.

-No, tú eres pura banda.- Negó con la cabeza.

-Están chidas, perro, arriba el norte papu.- SeungHyun parecía haber olvidado que estaba "enfermo".

-¿Sabes qué? Creo que no necesito la ayuda de un viejo lesbiano, mejor le mando rosas y lencería o algo así más fresón.

-¿Viejo lesbiano?- Preguntó confundido. Esa madre no tenía sentido.

-Ah, sí, el nuevo mame de los milenials, ¿No lo has visto?

-No mames qué es eso.- El mayor se reía, y ahora tenía un poco sonrojado el rostro.

-Deja te lo muestro, papu, siento que te va a gustar.- SeungRi sacó su pinche iPhone X, como buen rico, y le mostró una carpeta.- Sepa la verga de dónde salieron las lagartijas estas, pero están cagadas.

Cuando JiYong regresó, con un vaso con agua y las aspirinas, notó algo raro. Su esposo y SeungRi se reían, y veían algo en un celular.

-¡Perro! ¿Porqué no me lo mandaste, antes?

-Pues, es que no le agarraba la onda, la neta, pero hoy en que estaba con tu vieja piruja me explicó de qué iba el mame, y me puse a buscar, no mames están cagadísimos.

-¡Los pinches videos!- SeungHyun se reía, y él sabía cuál canción era. 

No, mierda, no.

-¡Sí! Ya cuando te explican de qué van, están cagados, pinches morros no sé de dónde sacan tanta mamada.

-¿Amor, por qué no me mandaste estos memes?- La pregunta le heló la sangre.

Los dinomemes los había visto desde hace meses, y no estaba seguro de porqué  había despuntado el mame hasta ahora. Pero desde que los vio, hizo hasta lo imposible para que el mayor no los descubriera. Eran peligrosos.

O sea, él amaba a SeungHyun, Diosito y la Virgencita de Guadalupe sabían que era así. Lo amaba con todo su corazón, pero si había algo que le chocaba de él, era cuando se clavaba con algo. Por ejemplo, los caballos y las cabras, puta, cuantas fotos le mandó de esas mamadas, y sí, eran lindos y todo, pero recibir memes de caballos y videos de cabras gritando a diario, por meses, era too much.

Cuando vio los dinomemes dijo: "Verga, si los ve, agárrate, porque los va a usar un año, como mínimo". Y sí, algunos le mataban de risa, pero sabía que SeungHyun encontraría una forma de hartarlo.

Una vez DaeSung le había dicho que eran celos. ¡Ja!

¿Celoso él, por unos memes? No inventen.

Pero al observar la cara de ilusión en su esposo, que veía por quién sabe cuál vez, el video del T-rex bailando, sintió irritación. En el fondo de su mente algo le dijo: Sí, te pones celoso de los memes.

Suspiró, resignado.

SeungHyun ya estaba en el tren del mame de los dinomemes.

Y en primera clase.



-



Tal y como lo había predicho JiYong, SeungHyun se mamó con los dinomemes. Llevaba horas respondiendo en el chat del grupo sólo con esos memes. "No me cuentes tu vida crack" le había dicho a DaeSung cuando les platicaba sobre las actividades que iba a hacer en su iglesia. Pero lo peor, era que YoungBae le seguía el mame. Era igual de mamador que su marido.

Su chat llevaba dos días lleno de puros memes, y nadie parecía querer decirles que pararan.

Su iphone sonó, y supo que era su esposo: "TQM mas q ayer besitos" Reprimió una risa, y se sintió pendejo por reírse del Tiranosaurio. SeungHyun era un tarado adorable, a pesar de todo.

"Que tengas un exelente dia y que sepas que te dinoamo vv", recibió el meme de un T-rex, pero en juguete. 

Dejó el celular a un costado, y cubrió su rostro con sus manos.

¿Con quién diablos me casé?

El día de ayer había recibido todos los memes puercos, y ahora le tocaban los "cursis", se quería morir.

Porque por más que le cagara, se reía. 

Digo, era el día dos, aún le daban risa, no lo juzguen.

Además, si realmente lo exasperaba siempre podía decirle directamente. Aunque eso le rompiera el corazón a su esposo.

Cuando eran novios, descubrió que habían muchas cosas que le podían romper el corazón a SeungHyun, pero la que más lo hacía, era cuando no se reía de sus chistes. Así que si éste cumplía sus caprichos, por más descabellados que fueran ¿Porqué él no podía reirse de sus memes? 

Porque solo provocaban que se obsesionara más. Cierto.

Pero si no lo hacía, la carita de cachorrito herido le terminaba dando en la madre a él también. 

Así que sí, esta era la constante disyuntiva en su vida marital. 

Reírse o no reírse, esa era la cuestión.

Ya se lo había dicho su mamá, que casarse con un chistín mandilón tendría sus desventajas. 

Pero la neta cogía bien rico, valía totalmente la pena, la verdad.

"Amor" "Oye mi amor, ¿Ya sabes de qué nos vamos a disfrazar?" Leyó, y eso sólo lo puso peor.

Para acabarla, seguía sin saber cuál sería su traje este año.

"¿Nos podemos disfrazar de dinosaurios? Plis, porfa".

Suspiró. No, no había forma, ¿De dónde iba a sacar un disfraz de esos? ¿De AliExpress? Bueno, seguro ahí habrían, pero tardaban mínimo un mes, con todo y envío rápido. Igual estaban esos inflables, pero seguramente iban a haber miles de ellos, y al parecer eran caros...

"No, bebé, no creo que hayan chidos". Respondió.

"Pero tú podrías hacerlo, amor, eres genial". Recibió rápidamente. Tal vez si conseguía la tela correcta, pudiera confeccionarlo para la fecha... ¡No! No iba a cumplirle su capricho al hombre. 

"Él siempre te cumple tus caprichos, culero". Escuchó en el fondo de su mente -que últimamente estaba hablando mucho- pero sí, tuvo que darle la razón. Aunque él había aprendido a mamarla como un dios para SeungHyun, así que relativamente estaban a mano.

Tomó su cabello con exasperación, el tiempo se consumía, y las excusas se le acababan, tal vez sí deberían intentar con los dinos...

"¿Y si hacemos algo diferente?" Leyó lo que SeungHyun había mandado. ¿Diferente?

"¿A qué te refieres, amor?" Preguntó.

"Siempre nos coordinamos, ¿no? ¿Y si este año no nos decimos qué seremos, y vemos si combinamos?".

Tuvo que leer dos veces, porque sí, SeungHyun era bien lindo a veces, pero era de los que siempre que hacía algo realmente romántico, le daba una nalgada al final para que no lo tacharan de cursi. ¿Él había pensado en eso?

"¿Y hacemos como en La nueva cenicienta?" Escribió, con una sonrisa en el rostro.

"No sé de qué hablas, belleza, ha de ser de tus cosas de niñas, pero diré que sí". Murmuró un "tarado", pero no perdió la sonrisa. ¡Era perfecto! Era como una prueba de amor.

"Va, pero no tenemos dinero".

"Auch, justo en la pobreza, mi amor".

"Tú eres el que siempre anda diciendo que no tenemos dinero".

"Justo. Entonces, ¿reglas para que no nos volemos?"

"Sólo que sea bara". Tecleo rápido.

"Eso es muy amplio". 

"Retemos al amor, bebé". Escribió, entusiasmado. Esto sería divertido, tal vez sí debería de hacer su traje, si se enfocaba podría hacer algo decente.

"Va, te dejo un ratito, hermoso, me llama el lesbiano de mi jefe" Le llenó de emojis de besitos y corazones. Iba a mandarle una selfie lanzándole un beso, cuando vio la foto.

"ezta rosa es para ti. Spero k pronto podamos koger" Decía el meme de tiranosaurio, sosteniendo una rosa roja. "Cuando llegue a la casa bb". JiYong soltó una carcajada.

Se había casado con el mayor mamador del planeta.

Pero por mamador, ya no le iba a mandar la selfie.


-



SeungHyun había tenido suerte de que su imbécil jefe no había mandado a bloquear Amazon, ni Ebay ni nada de esas cosas; porque llevaba horas buscando su traje, y no quería gastarse los cien baros que le había metido, debía darle hasta el otro mes, mínimo. Y sí, ¿para qué iba a mentir?, la neta eso del destino y esas mamadas, se las había inventado para que pudiera comprarse su traje de dinosaurio. Amaba a JiYong, pero por una vez que él se cumpliera un caprichito no se iba a morir del coraje ¿verdad?

Por si las moscas, ya había prendido su veladora -no creía en esas cosas, pero JiYong sí-, así que debía tener protección divina por matrimonio o algo así, ¿no? No sabía como funcionaba el rollo divino, pero esperaba que no lo asesinaran, o peor, le cortaran su pito.

Como lo planeó, su esposo estaba haciendo su traje -que no había visto- pero había mucha tela rosa. Seguramente iba a hacerse un traje de princesa o por fin se animaría a ser draga, llevaba varios años viendo -y obligándolo a él- ese programa de vestidas en Netflix. 

Bueno, tampoco odiaba el show, de repente se ponía bueno... Sacudió la cabeza: "Enfócate, verga". Pinche déficit de atención e hiperactividad.

El punto, es que sólo le quedaban dos días para la fiesta y seguía sin encontrar una chambita o algo que le diera un dinerito extra para su traje. Cierto, habían pactado elegir algo bara, pero si no era este año, ¿cuándo podría disfrazarse de dinosaurio y gritarle a los viejos lesbianos amigos de JiYong que se callaran? No, tenía que ser en esta, se la iba a jugar, aunque durmiera en el sofá el resto de su vida. 

Se quitó los lentes de pasta gruesa que usaba para la compu, y se sobó el puente de su nariz. Todos los trajes que habían, o estaban culeros o eran de los inflables; al paso que iba, se terminaría poniendo una pinche tela verde y a la verga. El inflable no estaba mal, honestamente, pero estaba fuera de su presupuesto. 

Hasta ahora.

Se estiró, y vio la hora en el monitor, ya era la hora de comer. 

Ya que estaba tratando como sea de juntar dinero, había llevado lonche para no gastar. Estaba en un punto de desesperación, ¿De dónde sacaría feria para el traje? 

La verdad no tenía hambre, se estaba estresando por la falta de dinero, y decidió que mejor se fumaría un cigarrín, para relajarse un poco.

Salió del edificio, y buscó entre sus cosas, genial, no traía su encendedor. Miró alrededor en busca de algún vicioso igual que él, y sólo vio al señor del puesto de revistas que fumaba. Caminó lentamente, y rezó para que no fuera un mamón que quisiera que comprara una revista o unos chicles, pero al acercarse, le dio una mirada neutral.

-Buenas tardes, jefe ¿tiene fuego?- Preguntó, tratando se sonar amable.

-Claro, joven, tenga.- Le tendió una caja de cerillos, y asintió en agradecimiento. Sacó un cigarro de su paquete, poniéndolo en su boca. Tomó el cerillo y lo encendió, acercándolo para prender el cigarrillo.

Dios, ya extrañaba fumar. Sin baro, le había tenido que bajar al vicio.

-Gracias, compa.- Le regresó la cajita y el hombre sólo asintió.

-No es de aquí, ¿Verdad?- Preguntó, curioso.

-¿Se nota?- Dijo soltando el humo por la nariz.- Llevo doce años viviendo aquí, pero nomás no se me sale lo ranchero.

El hombre rio, y se mantuvo el silencio después de eso. No era incómodo, pero no supieron qué más decir, y tampoco quería alejarse todo ojete. 

-¿Y usted tiene suerte, joven?

Esa pregunta lo sacó de onda.- ¿Mande?

-Sí, se ve que tiene suerte, ¿Quiere comprar un raspadito?

¡Ja! Quiso aporrearse contra la banqueta, tanta amabilidad le debió de dar mala espina. Pinches chilangos que siempre buscaban sacarte feria. 

-Pues, en la vida me he sacado algo, la verdad.- Trató de seguir con su tono amable, pero sonó algo brusco.

-Inténtelo joven, sólo cuestan quince pesos.- Dijo el hombre, levantándose de su asiento, tomado las tiras para mostrárselas y que eligiera una.

-No sé, mi mujer me va a regañar.- En momentos como estos, le valía verse como mandilón.

-¿Porqué? Podría sacarse algo, y la lleva a cenar.

-No lo conoce. Se pone loco.- Intentó usar la carta del gay, para ver si así sacaba de onda al ñor y podía huir.

-Ya decía yo que un hombre tan guapo tenía que ser gay, ándele, anímese.- Le tendió una tira de los mentados boletos. Y suspiró. Maldita sea.

Lo peor, es que en estos casos, su regio ser no aplicaba, ya que nunca le sacaba a jugarle al verga. Sólo con JiYong. A él sí le sacaba...

-No creo...

-Tenga, elija, igual tengo estos de trébol.- Le mostró la otras tiras y supo que estaba jodido.

Le dieron ganas de jugarle.

-Va, a ver veo los tréboles.

El hombre sonrió, como diciendo: "A huevo, agarré a otro". Y casi podía ver a su mamacita santa diciéndole que era un pendejo salado, igual que su padre.

Eligió uno de los cartoncitos.- Este está chido.

El vendedor lo arrancó de la tira y se lo extendió, recibiendo las monedas a cambio.- Ya va a ver que sí se saca algo.

SeungHyun sabía que no. Pero aún así mantuvo la fe.

Tomó otra moneda de su pantalón, y se apoyó en la tabla que seguramente había presenciado a miles de incautos que creían en la mentada lotería. Era un puto círculo vicioso, no servía de nada...

Y su teoría no era errónea, raspó las casillas, y nada, a la primera la cagó.

-Uy, joven, suerte para la próxima.

Sí, pinche puto, ya sabía que no se iba a ganar ni verga.- Deme otro.

-Claro.- Le extendió la tira y eligió otro.

Hizo lo mismo, pero igual, nada.

SeungHyun se sentía como un pendejo total, por haber perdido treinta pesos, a lo puro pendejo. Con eso comía una torta ahogada del don de a la vuelta y una agua fresca.

-Deme otro.

El hombre ya no habló, sólo le dio el raspadito y cobró con el último billete de cien pesos que tenía. 

Quiso aporreárse, al ver su orgullo una vez más pisoteado. No podía ser posible.

Con eso se habría comprado la coca que ahora necesitaba, porque sentía que se iba a desmayar.

-Uno más.

-¿Seguro?- Estaba seguro que el hombre podía sentir el odio que le tenía en este momento, pero aún así le dio lo que pidió.

SeungHyun raspó una vez más, y casi sintió que le daría una embolia del coraje.

-¡WOW! ¡LO LOGRÓ JOVEN!

El grito del hombre, lo sacó bruscamente del trance, ¿qué?

-Sí, mire, ¡Se sacó algo! Le dije que tenía suerte.

-¿Gané?

-¡Sí!

-¿¡GANÉ!?- Gritó muy fuerte.

-¡SÍ SEÑOR, CINCO MIL PESOS!

Cuando escuchó la cantidad, SeungHyun sintió que era broma.- ¿Qué?- Casi susurró, atónito.

-¡Sí! Podía ganar hasta cien mil, ¡pero cinco mil es muy bueno igual!

Choi no se la creía, ¿había ganado cinco mil pesos, así nada más? Bueno, le había costado sesenta pesos, pero era increíble.

-¿Dónde lo puedo cobrar o qué?

-Hay un distribuidor a dos cuadras para arriba, lleve el boleto y ahí mero lo cobra.

-¿Así nomás? 

-Sí, así nomás.- Le sonrió, y casi le creyó la felicidad que parecía sentir por él. Los chilangos eran bien cueros y empáticos. Los amaba.

-¡Gracias!- Se despidió del hombre dándole un apretón de manos, y salió corriendo, no tenía tiempo qué perder. 

Con ese dinero podría ir y visitar a sus padres, era más que suficiente para los boletos de ida y vuelta, aunque ya estaba muy apresurado, con chance podría conseguir precios razonables, sino estaba la vieja confiable, VivaAerobús

Pinche suerte mamalona.

-

Caminaba de regreso, en el puesto le entregaron el dinero sin mayor ceremonia, y ahora se encontraba de regreso a su trabajo. 

Estaba muy feliz, vería a sus padres, y comería los pibipollos que tanto le encantaban. Su mamá era de Yucatán, y como sus tías iban a ir a visitarlos a Monterrey este año, llevarían todo para hacerlos. Su boca comenzó a salivar, de sólo pensar en el rico manjar--

Hasta que lo vio, en el escaparate de esa tienda de disfraces, que en su pinche vida había visto. Era precioso, perfecto, sublime.

Era un traje de dinosaurio, verde, bien hecho. Como las deliciosas piernitas de JiYong. Era exactamente lo que había estado buscando como perro, pero que nomás no parecía haber por ningún lado.

Hasta ahora.

Quiso entrar a la tienda y preguntar, sólo por curiosidad. Pero no, apenas tenía tiempo y dinero. Por la calidad que tenía, estaba seguro de que estaba fuera de su alcance.

Le llegó de putazo, y cayó en cuenta de algo. 

Bajó la mirada a su bolsillo, en dónde estaba el inesperado dinero que había ganado... Pero inmediatamente sacudió su cabeza, alejando esos malos pensamientos.

-No, tienes que ir a ver a tus jefes, comer pibipollos, y ver a tus primos, va a estar perrón, más que ese traje.- Se acercó al vidrio y lo tocó, de más cerca sólo aumentaba sus ganas de tenerlo, hacerlo suyo, aunque después le aburriera y le estorbara y llegara a odiarlo. Sí a odiarlo. Volvió a alejar esos pensamientos.- JiYong me mataría si sabe que preferí comprar un traje a ver a sus suegritos. Sobre todo después del pancho que le armé por la fiesta y la tanda.

"Trabajas como burro, te mereces un capricho de vez en cuando, crack". Escuchó la voz cagada con la que siempre leía los dinomemes.

El fondo de su mente no ayudaba, no, no, fuera, impulso de idiotez.

-Hola, ¿Quieres pasar a ver algo, amigo?- Una chica gordita y sonriente, salió del local y le preguntó, al ver su indecisión para entrar.

-Ehm, yo, no, sólo veía, gracias.- Debía de alejarse, era ahora o nunca.

-Puedes ver desde adentro si gustas, sin compromiso amigo, pasa.- Esa sonrisa de la vendedora le dijo que no debía.

"El rico del JiYong no sabe de la feria, crack". Cierto, por la emoción había corrido como desesperado, y no le había contado a su esposo. 

-¿Te gustó el de dinosaurio, verdad? Es el único que tenemos en esa talla, por lo que se ve es la tuya.

"Me va a matar". Pensó, antes de entrar a la tienda, seguido de la chica que acababa de sellar su destino.

JiYong era bien kinky, pero no creía que se tragara el cuento de que lo compró para coger después vestidos así. 

Desde ahora podía darse por muerto.



-



El gran día había llegado. Por fin era treinta y uno de octubre, y no podría estar más satisfecho con la decoración. Su departamento estaba impecablemente adornado, la mesa de postres, el pastel, todo estaba on point. Tal vez debería considerar hacer esto su profesión, sería buena idea ¿no?

-Más les vale que esto salga bien.

SeungRi estaba muy nervioso, ya que era su gran día para él también. Hoy iba a perdirle formalmente a SeHun que fueran novios, y por primera vez, si Dios quería, serían pareja oficial y todo. Se estaba cagando el pobre.

-Todo saldrá bien, Romeo, ya lo verás.

-¿Todavía no ha llegado tu marido?- Preguntó, en el mismo tono nervioso, jugando con sus mancuernas de oro. 

-No, como no van a trabajar mañana ni pasado, los están explotando hasta el último minuto, tienen que entregar una campaña el lunes, así que tiene que dejar todo listo.

-Ya casi son las nueve.

-Llegará, además, preocúpate más por ti, no se te vaya a ir el gallo.- Rio, cubriéndo su risa con el dorso de su mano.

-¿Siempre sí terminaste tu disfraz? Ni me lo mostraste.

-Claro, quedó divino, ya lo verás.- Le guiñó un ojo.

-Intenté averiguar qué compró tu hombre, pero esta vez sí mantuvo el secreto.

-Creo que el tarado no compró nada, porque es terrible mintiendo, y no ha soltado la sopa hasta ahora.- Hizo un puchero, decepcionado de que fallaran la prueba. 

-Debe ser un dinosaurio, ni de pedo elegiría otra cosa. 

-Ya sé, pero aún tengo fe.- Sonrió malicioso.

-¡Ja! Ese men es bien predecible.

-Sólo espero no sea de esos inflables, son nefastos y todos los tienen.

-Sí, además es un peligro, con tus garritas lo podrías ponchar-- Auch, ¡oye! - SeungRi había recibido un zape en su hombro.

-No te quieras pasar de chistosito.

-Sí, como digas.- Se sobaba el lugar golpeado.- DaeSung dijo que ya venía, así que te dejo, tengo que ir a cambiarme.

-Va, yo también, tengo que bañarme y arreglarme, no me pueden ver en estas fachas.- Suspiró, se sentía todo pegajoso.

-Sale, ahí nos vidrios al rato.- SeungRi salió del departamento, y eso dejó a JiYong solo.

-Este hombre ¿Qué se trae o qué?- Revisó por enésima vez su iPhone, pero no había ningún mensaje. 

Suspiró, y se metió a bañar.



-



SeungHyun trataba de atrasar tanto como podía su muy posible ejecución, por eso había decidido ir a casa de los Dong para cambiarse -ahí había escondido su disfraz estos dos tortuosos días- y ahora acababan de llegar al edificio donde vivía.

-Tu vieja te va a matar, hermano.

-Ya deja de molestarlo, YoungBae.- Lo reprimió HyoRin.- No le hagas caso, SeungHyunnie, te ves muy tierno, seguramente le va a gustar mucho.

-Lo va a matar cuando este pendejito confiese su crimen.- Añadió fuego YoungBae. Al enanito le gustaba ver el mundo arder. 

-¿Qué hiciste, pues?- Preguntó curiosa la esposa de su mejor amigo.

-Es complicado, mejor sálvenme si saca la pistola, porfi.- Dijo angustiado, se estaba sintiendo enfermo conforme se le acababa el tiempo.

La pareja rio, y se bajaron del auto. Ellos iban disfrazados de las versiones jóvenes de Donna y Sam, de Mamma Mía! Sencillo, sin pedos y de pareja.

¿Por qué no habían quedado mejor de ser Bonnie y Clyde? Habían visto hace poco la miniserie en History, y les había gustado mucho a los dos. Era original, no requería de mucha producción y lo más importante, garantizarían la seguridad de sus pelotas. Pero no, su pendejo ser quiso jugarle al verga con su esposo.

-Relájate.- HyoRin le dio una palmadita en la suave espalda.- Ya te dije que no le va a importar.

-Con JiYong nunca se sabe, mi amor.- Dijo YoungBae.

-Pero créanme, maldita sea, le va a gustar.- Le cagaba cuando las mujeres se ponían de misteriosas.

Subieron al elevador, no sin antes saludar a don Carlos, que era al que le tocaba esta semana de guardia nocturna, y repasó mentalmente su mentira. Llevaba practicándola todo el día: "Encontré este ofertón en el tanguis, me costó quinientos pesos". Lo repetía como si fuera un mantra. 

Iba a funcionar, era creíble. 

Por una razón, recordó lo que su padre le dijo justo antes de casarse: "Ese muchacho es como tu madre, parece que no rompe un plato, pero te va a traer cortito, mijo". Y cuanta razón. Con la diferencia de que JiYong fingía no romper un plato sólo con sus papás, todos los demás sabían que era un cabroncito de uno setenta.

La puerta se abrió, y se persignó.

-Ay, ajá, tú ni eres católico, perro.- Lo jodió YoungBae, que sostenía firmemente la mano de su esposa. 

-Haré lo que sea con tal de no morir, perro.- Respondió, provocando una risita en la HyoRin.

Entraron a la casa, y ya estaba lleno de gente. Debía admitir que este año su bebé se había superado con la decoración, se veía tenebroso y chic, como decía su esposo. Esa mañana había salido más temprano de lo normal, y no se había fijado en lo que ya había puesto el menor.

Había humo, telarañas, fantasmitas, calabazas, murciélagos, la luz era ligeramente azulada, todos bailaban y bebían agusto. Se veía perrón. De repente sintió un rayo de esperanza. Vio a SeungRi, con un elegante traje haciéndola de DJ, pero por más que buscó con la mirada, el amor de su vida y verdugo, no se encontraba por ninguna parte.

Sintió su larga cola ser jalada, pero no le dio importancia, el lugar estaba abarrotado.

-¡Voy a buscar a JiYong!- Gritó a la pareja que sólo asintió, sonreían burlonamente.

No supo a qué se debía esa expresión, pero se alejó de ellos. Caminó entre la gente bailarina, preguntando a los que lograba reconocer, si habían visto a su esposo. Todos se reían cuando hacía esa pregunta, pero negaban. 

Algo no andaba bien.

Se estaba comenzando a desesperar, porque no encontraba a su bebé, y pensó si debía ir a su cuarto, seguramente aún se estaba cambiando.

En todo el momento que buscaba a su desaparecido, sentía tirones en su cola -que se los atribuía a la marabunta humana- hasta que sintió como sostenían descaradamente la cola de su traje verde de T-rex, y se giró para darle un par de puñetazos -de ser necesario- a la persona atrevida que lo estaba jodiendo.

Y se le fue el aliento.

Frente a él, estaba un T-rex rosa. Bueno, alguien disfrazado de T-rex rosa.

Su corazón se aceleró, y sintió unas lágrimas querer salir.

Maldito corazón de pollo que se cargaba.

-¿Viejo lesbiano?- Dijo con voz suave la persona -que aún no veía completamente- ya que cubría su rostro con la capucha de dinosaurio.

-¿Vieja piruja?- Respondió, sabiendo obviamente de quién se trataba.

Dios, como amaba a este hermoso hombre.

El dinosaurio rosa se lanzó sobre él, aún sin quitarse el gorrito que cubría su rostro, pero SeungHyun lo abrazó, cargándolo para dejarlo a su altura y besarlo apasionadamente.

-Eres un tarado, te dije que dinosaurios no.- Susurró una vez separaron sus labios.

-Ora, ¿Y tú?- SeungHyun reía, girando con algo de dificultad -por las largas colas que se cargaban- con su esposo en brazos. JiYong reía aún más escandaloso que él.

Era una escena un tanto cagada, ya que ver dos disfraces de dinosaurios -uno verde y otro rosa- abrazados, y dando vueltas, no era algo que veías todos los días.

SeungHyun quiso gritar que tenía al esposo más maravilloso del mundo.

Aunque estaba seguro que todos en ese lugar ya lo sabían.

-Sabía que ibas a elegir un dinosaurio. Y como el tiranosaurio es tu favorito, elegí hacer este.- Dijo con una sonrisa enorme.

-Mi dinosaurio favorito eres tú, belleza.- Lo besó nuevamente, pero ahora admirando en todo su esplendor -al menos tanto como le permitía la tenue luz del lugar- a su precioso esposo.

-Ay, cállate gordo.- JiYong reía, besando el rostro del más alto.- Ya bájame, tenemos que dar la bienvenida y empezar la operación secreta.- Le guiñó un ojo.

SeungHyun lo dejó por fin en el suelo y lo tomó de la enguantada mano de dos dedos.- Oye ¿Hiciste estos igual?

-¿Qué, los guantes?- Levantó sus garras unidas y rio.- Nop, las conseguí en una tienda. ¿Y las tuyas?

-Igual.- Aunque JiYong parecía satisfecho con su elección de traje, aún no sabía la magnitud del trancazo. Aún no estaba fuera de peligro.

Caminaron entre la gente, que solo reía al verlos, debían de pensar que se habían puesto de acuerdo, naturalmente.

Si supieran que era el destino, una vez más haciendo de las suyas.

Eso, o el hecho de que era perramente predecible.

Su departamento no era muy grande, pero tampoco diminuto. Así que como todos los años, habían puesto una pequeña tarima, donde estaba la "cabina" del Dj, y que daba un espacio más para subirse a hacer el ridículo y que todos te vieran. 

Llegaron al pequeño escenario y subieron, SeungRi sólo asintió parando la música y pasándoles un micrófono que JiYong tomó.- ¿Cómo se la están pasando chicos?- Dijo animadamente.

Todos eran prácticamente amigos de JiYong, pero reconocía a la mayoría. No era tanta gente, tal vez unas treinta o cuarenta personas, excluyéndolos a ellos y a la pandilla. Respondieron con un "wuuuuu", eufóricos.

-Bien, no les voy a quitar el tiempo. Sólo quería darles las gracias por venir otro año a nuestra fiesta de Halloween, y desearles que se la pasen chido, como siempre. 

Desde ese lugar, pudo ver a SeHun, que iba disfrazado de gatito, supuso. Sólo estaba vestido de negro y tenía una diadema con oreas de gato y un collar con cascabel. Lo que no esperaba, es que estuviera sentado en el regazo de un chico.

-Ahora, este año tenemos algo un poquito diferente.- Siguió con su tono de animador de bodas.

SeungHyun se paniqueó, y tapó el micrófono, inclinándose sobre la oreja de su esposo, susurrando.- SeHun está con alguien más.- Le hizo un gesto con la cabeza, para que mirara por sí mismo lo que decía.

Los bellos ojos castaños se abrieron asustado.

-Verga, ¿y ahora?- Susurró JiYong de regreso.

Cuando el mayor quiso decir algo, fue tarde. Una canción empezó a sonar. Toda la gente se puso a saltar y a gritar enloquecidos, como los buenos chavorrucos que eran. SeungRi le había dicho que se disfrazaría del Gran Gatsby, y vaya que lo parecía, les arrebató el micrófono sin importarle que no habían dado la señal. Estaban jodidos.

Empezó a cantar.

-¿Es neta? ¿De todas las canciones que pudieron elegir, eligieron "Azul"?- JiYong estaba indignadísimo, tanto que se le olvidó el desastre que se avecinaba.

-Amor, el pendejazo ese quería cantar "La incondicional", tuve que explicarle que esa es para los friendzoneados.

-¿Pero "Azul"? ¿Neta?- Seguía sin creérsela. 

¿Qué tenía? Estaba buena la rola del Gallito.

-Ay, no te pongas de exquisita, mi reina, que tú caíste con Calibre 50.

-¡Cállate!- Gritó, cubriendo su rostro con sus esponjosas manos.

-Ahí supe que eras el bueno, ¿sabías?- Intentó bromear, pero JiYong parecía morirse del oso. Decidió seguirlo jodiendo, y empezó a "canta".- Ay, gente tan batallo--

-Ya, entendí.- Cubrió los labios de SeungHyun con sus suaves garritas.

Se quitó las manos de la boca, y abrazó a JiYong.- Me diste un chingo de trabajo, eh, pero yo nunca me rendí.- Susurró directo a su oído, tratando de que lo escuchara sobre el escándalo que se traía SeungRi con su "serenata". 

-Era un morrito, ya déjame.- Habló contra su verde pecho.

Todos coreaban la canción, y SeungRi cantaba bien, animando a la gente como un profesional. 

La pareja giró para ver a SeHun, que ya no estaba sentado en las piernas del muchacho ese, que iba disfrazado de muerto o quién sabe qué chingados.

-¿Es KyungSoo? Creí que ya no le estaba tirando los perros.- Dijo JiYong, una vez superó la vergüenza de los recuerdos de ese ayer cada vez más lejano.

-Te imaginas, ¿logró conquistarlo el mismo día que su ex lo quiere de vuelta? Esa sí que es tener suerte bien pinche.- SeungHyun dijo burlón.

-Ni idea, pero SeHun no parece interesado en él.

El gatito parecía indeciso. 

-¿Crees que deba ir a decirle que se acerque?- Preguntó JiYong.

-Na, solito va a ir, ya cayó, hasta aquí puedo ver sus ojitos brillando.- Rodeó los hombros del más bajito, y lo apretó a su lado.

-Dime que por favor, sólo prepararon esta.- Dijo suplicante, girándose para ver la expresión de SeungHyun.

-No, dijo que si lo rechaza le iba a cantar "Adiós amor", para que le de un perro oso y se muera aquí, ya ves que a SeungRi le vale verga.

-Mas le vale que le diga que sí, porque a mí igual me va a dar algo si lo veo cantando esa.- Su esposo quería gritar de pena ajena.

-Yo rezaría para que le diga que no, porque si le da el sí, capaz que se arrepiente, y a ti te da el patatús por el oso ajeno.- Comentó distraído, sin dirigirle ni una mirada.

-¿Cuál eligieron?- Se separó completamente de su esposo, para verlo de frente.

-No quieres saber, mi chula.

SeungRi se bajó de la tarima, y caminó hasta SeHun, que seguía sin acercarse del todo, tímido por lo que estaba pasando. La canción estaba en su clímax, y a nada de terminar.

-No quiero seguir viendo esto.- Volvió a cubrir sus sus ojitos preciosos con sus felpudas manos.- ¿Así nos vimos en la prepa? Qué horror, no mames, que horror, literal. 

Suspiró enamorado, recordando esos gloriosos tiempos del cortejo.- Fuimos peor, mi vida.

Aún a través de su escondite improvisado, veía lo rojito que estaba JiYong.

SeungHyun solo reía de lo adorable que podía ser.

La canción por suerte terminó, pero venían cosas peores, y no lo decía precisamente la biblia.

El rubio cantante amateur, sostenía con su mano libre la derecha del menor en edad.- SeHunnie, sé que soy un pendejo y que la cagué mortal, mi vida, pero quiero comenzar de nuevo. Hagamos borrón y cuenta nueva, ¿Quieres ser mi novio?- SeungRi se arrodilló frente al más alto, y sacó una cajita del bolsillo interno de su saco.

Todos les habían hecho canchita, y desde donde estaban podían ver con lujo de detalle la pedida. El lugar estaba en silencio total, esperando la respuesta.

SeHun era penoso por naturaleza, además de que cubriendo su rostro con las manos, era difícil saber en qué chingados estaba pensando... Tal vez no había sido buena idea--

-Sí.- Dijo bajito, y esa sencilla palabra, hizo sonreír como idiota a SeungRi, que rápidamente colocó el anillo en la mano izquierda de su nuevo novio, para levantarse y abrazar con fuerza al muchacho. 

SeHun era como quince centímetros más alto, pero de cuerpo esbelto, así que sin ningún problema, su amigo lo cargó haciéndolo girar en el aire. Era un poco cagadín, ver al bajito cargar al más grande.

El rostro siempre serio de SeHun no podía contener la felicidad que sentía, reía como el niño que era, abrazado a su nuevo y muy oficial novio.

-Qué bonito es el amor, chingao'.- Susurró, satisfecho como un padre en el primer festival del kinder de sus huerquillos

-Qué pena, dime que no somos así de cursis.- JiYong no quería ver, y ahora ocultaba nuevamente su rostro en el pecho felpudo de SeungHyun.

El mayor prefirió no decirle la verdad, no estaba listo. Con chance nunca lo estuviera.

-Ahora, si me permiten, quiero dedicarle una canción a mi novio.- El rubio tomó nuevamente el micrófono, y caminó de la mano del otro chico, para sentarlo en una silla que había sido puesta ahí a propósito.- Sólo esto, lo juro, y seguimos con la peda.

Supiró, JiYong se iba a desmayar. Debería ir por una coca.

Un acordeón y una tuba empezaron a sonar, así que de agachó un poco, para quedar a la altura de su oreja.- Te dedico esta igual, JiYongie.

-¡No! ¡No la voy a escuchar! ¡Lalalalalala!- Se cubría infantilmente los oídos con sus garritas, y era adorable.

-Anda, mi rey, escúchala.- Trataba de convencerlo, pero sabía que era inútil, al parecer iba a tener que usar la fuerza. 

-No, las odio son cursis, te odio, y más porque luego me llegan y hasta lloro, no, no, no.- Negaba enérgicamente.

Con todo y que la canción podía ser simple, y de banda, la letra le recordaba a JiYong. ¿Qué le iba a hacer? No lo podía evitar.

Tomó las manos del menor, y las retiró de su cabeza, para darle un abrazo de oso -inmovilizándolo- para que se dejara mamadas. La neta sí quería que la escuchara.- Ahora entiendo cuando dicen que los tiempos de Dios son perfectos.- Susurró, no trataba de cantar, sólo quería que escuchara la letra, lo demás no era tan importante.- A pesar que tuve tantas decepciones, lo agradezco. Y hasta siento que debo pedirle perdón al destino, lo maldije tantas veces pero ahora, todo tiene sentido.- El ambiente se había puesto muy romanticón, trató de no reírse, al ver que todos que estaban abrazados, bailando pegaditos.- Con razón, con razón, mi alma siempre estuvo llena de dudas.- Acariciaba la espalda de JiYong, para que se calmara, lo sentía tenso.- Con razón no sentí nunca nada con ninguna. Con razón, con razón, siempre les faltaba algo a los besos. Ahora sé porque mi corazón nunca estuvo de acuerdo, me tenía una sorpresa que hoy me trae de cabeza. Y mi sorpresa fuiste tú, mi amor.- Habían acordado cortar esa parte de la letra, para no cortar el feeling, con la típica frase del nombre de la banda. Siguió, porque esa parte le daba risa.- Ha sido un amor conocerte placer de mi vida, te prometo que en la cama se hará lo que tú digas.- Dejó un besito en su cuello, y lo apretó más a su cuerpo.

-Vámonos.- Susurró JiYong, y al ver su preciosa carita, vio que tenía los ojos rojos. Misión cumplida.

-¿A dónde, mi vida? Aquí vivimos.- Intentó bromear.

-Por eso.- Lo tomó de la pata, y caminaron entre la gente, que seguía bailando lento, con la parte final de la canción. 

Llegaron a su habitación, y la cerró poniendo el seguro.- Ay, bebé, no te quería hacer llorar. 

-Cállate.- Sintió las manos -por fin- en su rostro, que lo obligaban a inclinarse y así poder besarse apasionadamente.- Te encanta hacerme llorar.- Susurró apenas se separó.

-Sólo me gusta que llores de placer, mi vida, lo siento.- Se quitó igual los guantes, para poder zafarse de su traje.- Y mi idea era dedicarte esta canción tocando el acordeón.

-Ni te atrevas.- Amenazó, limpiándose las lagrimitas que alcanzaron a salir.

-Iba a estar encuerado, tocando el instrumento del amor.- Hizo como si estuviera tocando el mentado acordeón.

Escucharon un escándalo, al parecer ya había terminado la canción.

SeungHyun logró desabrochar el botón, y despegó el velcro que cerraba el traje.

-¿No puedes cogerme así?-Preguntó JiYong extrañado.

-¿Cómo, con el traje?- Se rio, arrancándose la parte de arriba, dejando a la vista su camiseta blanca que traía debajo. 

JiYong hizo un puchero, al ver que no estaba desnudo.- Sí.

-No, mi vida, hasta para mear me lo tengo que quitar.

-Ya le haré modificaciones, entonces.- JiYong ya estaba desnudo, y se pegaba a su costado, mientras tocaba su excitado pene cubierto, aún.

-Te pusiste muy horny ¿no?- Dijo, tratando de quitarse el resto del traje, pero era difícil si tenía al encimoso de JiYong masturbándolo sobre la suave tela del disfraz.

-Me excité desde que te vi de dino.- Susurró, estirándose para lamer la oreja del más alto.

SeungHyun ya no quería seguir hablando, tomó a JiYong de los muslos, y lo levantó para que enredara sus piernas en su cadera.

-¿Te puedo coger contra la puerta, mi vida?- Preguntó, ronco.

-Nos van a escuchar.- Susurró, no quería que los invitados supieran lo que estaban a punto de hacer.

-Por eso, quiero que nos oigan...-Lo azotó contra la puerta.- No es cierto, le dije a SeungRi que si veía que desaparecíamos, pusiera el Karaoke, para que se distrajeran.

-Me casé con una verga.- Gimió, cuando sintió a SeungHyun dentro de él, de una sola se la había dejado ir.

-No, mi vida, te casaste con LA verga.- Le metió la lengua hasta a la garganta, mientras lo penetraba brusco, golpeando fuertemente la espalda de su esposo contra la puerta.

Si en la fiesta no se daban cuenta de que los anfitriones estaban teniendo sexo rudo en su cuarto, es o que nunca habían cogido o eran sordos.

Gemían alto, al escuchar que empezaban a gritar de nuevo. Parecía que vitoreaban al segundo valiente de la noche.

-Mierda, me encanta como me la aprietas.- SeungHyun trataba de no ir muy rápido, porque no quería terminar tan pronto. 

-Es que quiero regresar ya a la fiesta.- Dijo burlón JiYong, que se abrazaba a sus hombros, mientras le trabajaba un chupetón enorme -como le gustaban-debajo de la mandíbula.

-¿Por qué? Aquí se está más divertido, y es más rico.- Estrujaba las nalgas de su esposo, tratando de sostenerse de algo, estaba a nada.

-Pero tenemos que regresar.

-No quiero.- Dijo, antes se gemir ronco, dándole una embestida particularmente más profunda.

-Hay que ir por los boletos.- Soltó en un suspiro, tratando de no gritar.

"¿Qué boletos?" Es una frase rara para gritar al llegar al orgasmo, pero la forma en la que JiYong había apretado su verga, lo había hecho eyacular.

El menor rio, dejando besitos en su mejilla y bajando la mano, para darse unos últimos toques e igualmente terminar. Sólo que él no había gritado algo en específico, sólo soltó un gemido agudo y largo.

SeungHyun besó su hombro, y fue subiendo hasta llegar a la oreja contraria.- ¿Cuáles boletos, mi vida?

-SeungRi te iba a dar de regalo tickets de avión, para que vayamos a ver a tu familia a Monterrey.- Acarició el sudado rostro de su marido.

Eso sorprendió al mayor.- ¿En serio?

-Sí, dijo que si no conseguía recuperar a SeHun no nos los daba, pero lo conozco, sé que iba a estar tan triste que igual nos lo daría.- Le dio una sonrisa, antes de besar ligeramente sus labios.- Ya ves que es rico, me preguntó qué te podía regalar, y le dije que esto te haría muy feliz. Sé que querías mucho ir a ver a tu familia, así que lo convencí. Creo que sale al medio día mañana.

La pureza en los ojos de JiYong lo hicieron sentir culpable, por haber ganado un raspadito y haberlo despilfarrado en un traje que usó cinco segundos. Ahora el remordimiento le estaba comiendo el alma.

-Hay algo que no te dije, amor.- Susurró.

-¿Sobre qué?- Acomodaba el desordenado cabello, que había quedado hecho un desastre en su sesión de amor.

-El traje no salió, bara, mi vida.

-Me imagino, pero pues ¿De dónde lo sacaste? ¿Te prostituiste para comprarlo o qué?- Añadió con una risa.

-Ehm, no.- Bien, ahí iba. Respiró profundo y lo soltó.- Un pinche viejo lesbiano me convenció de comprar un raspadito y se lo compré no gané pero compré tres más y en uno gané cinco mil baros y me gasté casi todo y lo preferí sobre mis papás soy un asco no merezco tu perdón lo siento mi cielo merezco la maldición gitana ya sé me la mamé lo siento mi chula.- Dijo todo tan rápido, que no tenía idea de cómo no había necesitado respirar.

-Espera, a ver, retrocede, no entendí nada después de lo de viejo lesbiano.- JiYong fruncía el ceño, confundido.

-Me gané cinco mil pesos y los gasté en el dino traje.

Siempre había escuchado la expresión de "Su cara era un poema", pero la neta siempre se le había hecho una mamada, porque ¿Quién ponía cara así? O sea, ¿Como sería esa madre?

Pero al ver la cara que puso JiYong, justo después de confesar su crimen, por fin entendió a qué se referían. 

Ah, conque así era un poema.

O mejor dicho, una oda a su próxima muerte.

-¿Qué hiciste qué, Choi SeungHyun?- Susurró amenazante, y sintió un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral.

Reprimió el suspiro que quiso dar. 

Bueno, al menos había cogido bien rico antes de morir.

 

Pinches dinomemes.

Pinche impulso de idiotez. 

Pinche viejo lesbiano.


-

Notas finales:

Muchas gracias por leer. ^^ Nos leemos pronto.<3


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