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No fue mi Intención Amarte por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Infinitos agradecimientos por sus bellos e inspiradores reviews a:

LivDraxer

Dra. Caty

¡Son un amor! Me motivaron un montón con sus palabras, muchísimas gracias de verdad <3


Chapter two here!

Amé con el alma escribir esta parte, aunque siento que me pasé un poco con la actitud ultra hostil de Vegeta adulto e.e Tenía pensado desde un inicio que el amor entre los saiyajins mayores fuera de menos a más con bastante lentitud, pero creo que será incluso más lento de lo que planeé X'D A parte que se vienen ya los conflictos y sentimientos encontrados, lo que no ayudará en lo absoluto a que nazca el romance entre ellos :v Yo y mi afán de complicar las tramas de mis historias jajaja :p

Espero de corazón que les gusste el capítulo, tiene encima algo de acción y mucho sentimiento ^-^

¡A leer!

Capítulo 2: Una Compleja Convivencia

Se estrelló de cara contra el césped al caer fulminado por un Kame Hame Ha, sintiéndose completamente exhausto. Respiraba maratónicamente, mientras los latidos de su corazón martilleaban brutal y aceleradamente dentro de su pecho. Percibía aun el desboque de energía explotando en su interior, un ardor intenso esparciéndose desagradablemente por cada partícula de su piel. Un aroma mezcla de sudor y sangre invadió sus fosas nasales, mientras la herida que se había hecho segundos antes al estrellarse bruscamente contra uno de los muros rocosos que tenía el templo, punzaba y dolía más de lo que quería admitir. Enfocó la vista y se encontró con la mirada preocupada de Kakarotto, quien acababa de llegar hasta él y ahora le observaba desde arriba con una mano extendida en su dirección. Dando un largo suspiro la tomó, ayudándose de su fuerza para reincorporarse y quedar de pie justo en medio de aquel colorido e inmenso jardín.

–¿Estás bien, Vege?– inquirió su pareja en tono inquieto, soltando el agarre de sus dedos a regañadientes al ver que Wiss y sus versiones adultas se aproximaban hasta donde ellos estaban.

–Sí, tranquilo– asintió éste, limpiándose un rastro de sangre del labio con el dorso de la mano.

–Tu brazo…– El saiyajin de cabellos alborotados acortó la poca distancia que los separaba para observar más de cerca la herida en la extremidad superior izquierda de su novio, frunciendo los labios en una mueca preocupada y por demás adorable al ver como hilos de espeso líquido carmesí resbalaban parsimoniosamente por su piel. –Estás herido y es bastante profundo.

–Es sólo un corte– le restó importancia, zafándose gentilmente del agarre. –No te preocupes.

Kakarotto suspiró, notoriamente en desacuerdo, aunque sin expresarlo. Sabía lo terco que era el príncipe de su raza, por lo que sólo se limitó a asentir vagamente con la cabeza y desviar la mirada al trío que ya se encontraba a escasos metros delante. Fue entonces que sus ojos se encontraron por casualidad con los profundos e inescrutables del peliflama mayor, provocándole un vuelco sumamente incómodo a su estómago. Wiss había determinado que sus entrenamientos debían ser con él, resultando en una infinidad de riñas verbales y luchas casi a muerte durante los mismos. Por alguna razón no lograba congeniar con la versión adulta de su pareja, lo cual lo agotaba bastante emocionalmente hablando y lo hacía sentir increíblemente abrumado cada vez que era forzado por la deidad a compartir gran parte de su tiempo con el saiyajin de clase alta.

Por otro lado Vegeta adolescente se giró también en dirección a los demás, frunciendo el ceño hastiado al ver la brillante sonrisa que la contraparte de su novio le dirigía. Era la tercera vez que le tocaba enfrentarse al saiyajin criado en la Tierra, quien parecía disfrutar al máximo medirse con él, no desaprovechando ninguna oportunidad para sacar a relucir sus mejores técnicas de ataque en batalla. Y pese a que en todas las ocasiones perdió vergonzosamente, se sentía complacido de haberse enfrentado al mayor de aquella manera tan brutal, ya que gracias a esto había logrado alcanzar sin mucha dificultad la tercera fase del estado súper saiyajin.

–Siento si fui muy rudo– se excusó Goku adulto, observando con algo de culpa al príncipe menor.

–Disculparse por dar lo mejor en batalla es una completa estupidez– le respondió, cruzándose de brazos con notorio desinterés, mientras fruncía el ceño y desviaba el rostro hacia otro lado. –No hiciste nada que no pudiera soportar, así que tampoco te sientas tan importante..

Éste asintió, sonriéndole de una forma tan preciosa que a punto estuvo de ruborizar sus mejillas.

–Muy bien, pequeño príncipe– lo elogió Wiss, sonriendo satisfecho con su desempeño. –Me complace ver que no me equivoqué contigo; apenas llevamos cinco días de entrenamiento y ya dominas a la perfección las tres fases del súper saiyajin, por lo que no habrá problema en comenzar a familiarizarte todavía más con el ki divino– se giró a ver a la versión adolescente del saiyajin criado en la Tierra, poniendo sobre su hombro una mano en gesto paternal. –Mientras que tú, Kakarotto, continuarás tu entrenamiento con Vegeta a ver si logramos explotar de una vez el gran poder que ocultas dentro de ti.

–Si es que lo tiene, claro…– ironizó por lo bajo el príncipe mayor, sonriendo con notoria malicia.

–¡Escuché eso!– lo encaró la versión adolescente de su rival, poniéndosele en frente en pose amenazante, mientras en sus ojos se plasmaba una mirada feroz. –¡No es mi culpa que tú seas un saiyajin arrogante e incapaz de instruir a alguien sin jactarte de sus debilidades en el proceso!

–¡Más te vale que no colmes mi paciencia, chiquillo estúpido!– le respondió colérico el peliflama, menguando la distancia hasta quedar cara a cara con él. –¡Si por mí fuera te hago pedazos en este mismo instante, así que por tu bien no me provoques!

–Uy, que miedo me das– se burló Goku, sonriendo de lado, muy al estilo de su novio. –¿Por qué no dejas de hablar tanto y simplemente lo haces y ya? Pareces un perro asustado… ¡Sólo ladras!

-¡Fue suficiente!

En un movimiento veloz Vegeta se convirtió en súper saiyajin Blue, arremetiendo contra la anatomía del adolescente de cabellos alborotados con una brutal lluvia de puñetazos y patadas con una rapidez sorprendente. No obstante éste logró esquivar cada uno de sus golpes haciendo gala de su prodigiosa velocidad, mientras suaves hálitos de aura dorada estallaban cual relámpagos a su alrededor. Pronto se enfrascaron en una feroz pelea cuerpo a cuerpo, donde sus puños eran los principales protagonistas. Uno soltaba un puñetazo y el otro lo repelía fácilmente, hondas de energía disparándose sin control entre ambos. El príncipe estaba furioso, al igual que el joven soldado, por lo que sus instintos bélicos se hallaban activados a su máxima capacidad.

–Por todos los cielos…– musitó Wiss, observando anonadado a ambos. –Vaya que no se soportan.

El príncipe menor amagó intervenir en la pelea, no obstante Goku lo detuvo sujetando su brazo suavemente, mientras sus ojos se encargaban de atrapar los del contrario en una mirada intensa.

–Déjalos que continúen. Puedo asegurarte que Kakarotto será el más beneficiado.

Éste abrió su boca para refutar, sin embargo una explosión cercana lo hizo desviar el rostro, sorprendiéndose al ver como su pareja descargaba una serie de ataques de ki sobre su alter ego.

Se soltó bruscamente del agarre y cruzó sus brazos con fastidio, alejándose del mayor a grandes zancadas. Goku suspiró y haciendo a un lado el sentimiento de tristeza que le provocó el evidente rechazo del adolescente de cabellos en forma de flama, simplemente se concentró en observar a detalle la lucha aparentemente a muerte que mantenían Vegeta y la versión joven de sí mismo.

–¡Eres patético!– exclamó el saiyajin de élite, atacándolo sin miramientos con una gran cantidad de ki condensado en un gigantezco hálito cuyo resplandor logró cegarlo. –¡Débil! ¡Inútil! ¡Una vergüenza!– a cada palabra que salía de sus labios en forma de furiosos gritos, iba acorralando más y más al menor contra una enorme roca de aspecto filoso y rústico. –¿Ahora quién es el perro que sólo ladra? ¡Tu bajo nivel de poder es una desonra para nuestra raza!– Kakarotto se defendía como podía de aquella bestial agresión, sintiéndose horriblemente vulnerable ante tan repentino e implacable desboque de energía. –¡No eres más que un asqueroso soldado de clase inferior!

En un intento desesperado por escapar de tan brutal asalto, el joven saiyajin concentró una ascendente ola de ki en las palmas de sus manos, entrecerrando los ojos ante la luminiscencia cegadora que irradiaba Vegeta de su cuerpo. Se centró en sólo sentir, mientras la masa de poder aumentaba de tamaño entre sus dedos, una enorme calidez quemándole por dentro como el mismo fuego. Y antes que el peliflama pudiese descargar sobre él algún otro ataque, lanzó con todas sus fuerzas aquella esfera de energía, bajo la mirada asombrada del aturdido príncipe.

–No subestime mi poder, su alteza– espetó con sorna, levitando a centímetros del mayor con una suave sonrisa curvando las comisuras de sus finos labios. –¡Ser de clase baja no me hace inferior!

No obstante cuatro aros de ki lo golpearon de pronto, tirándolo al suelo y aprisionando sus extremidades hasta dejarlo inmóvil. Vegeta descendió y se puso sobre él mirándolo burlón, mientras sonreía con una maldad tan notable que sólo podía ser herencia de su agresivo linaje.

–No pretendas ser arrogante conmigo, mocoso– susurró en tono demasiado peligroso, alzando la mano derecha en un puño a la altura de aquel rostro de rasgos aniñados y dulces, para así arremeterlo con un puñetazo que rompió su labio sin reparo alguno. –No eres más que un idiota.

Goku se quejó por lo bajo ante el dolor del golpe, sus ojos llenándose de una impotencia infinita.

–Ha sido suficiente– Wiss apareció de la nada y deshizo el amarre de ki con un movimiento de su báculo, logrando que el peliflama mayor gruñera fastidiado, al tiempo que se apartaba del saiyajin de cabellos alborotados. –Vegeta, no tienes por qué ser tan agresivo con él, recuerda que recién está aprendiendo y lo último que necesita es servir de blanco para tus frustraciones.

Ante sus palabras éste entornó la mirada con el odio vívido en las pupilas, chistando la lengua y alejándose del lugar sin mencionar palabra alguna.

–¿Estás bien, Kakarotto?– fue el turno del príncipe menor de aparecer en escena, apresurándose a ayudar al mencionado a ponerse de pie, mientras lo escrutaba cuidadosamente de arriba abajo.

–Estoy bien– le aseguró, presionando con la yema de su índice la zona herida en su labio inferior.

–Creo que Vegeta sí se pasó mucho esta vez– intervino Goku en la conversación, dedicándole a su yo joven una mirada un tanto incómoda. –Pero no te lo tomes personal, él es así cuando entrena.

El menor asintió, desviando el rostro avergonzado. Una vez más había sido ridiculizado por el príncipe mayor, lo que ya empezaba a dejar en niveles bajísimos su confianza en sí mismo. Deseaba más que nunca fortalecer su nivel de pelea y perfeccionar sus ataques, para así demostrarle de una vez por todas que él no era un débil como se empeñaba en hacerle ver cada vez que se enfrentaban. Después de todo su versión adulta de esa línea temporal era el ser más poderoso del universo, ¿no? Algo de ese gran poder debía existir en su interior, el cual lucharía por sacar a relucir a costa de lo que fuera.

–Ya pueden retirarse– les informó el ángel de tez azulina, encaminándose de vuelta al templo del señor Bils con andar tranquilo. –Mañana continuaremos con su entrenamiento, así que procuren descansar apropiadamente.

Los tres saiyajins asintieron, siguiéndole el paso en completo silencio.

~~~

Horas más tarde, tras ducharse y cenar colosales cantidades de comida que satisficieran su insaciable apetito, los cuatro guerreros se encontraban descansando en sus respectivas habitaciones compartidas. Goku adolescente nada más llegar se puso el pijama y se metió a la cama, ignorando magistralmente la presencia del varonil hombre que compartía espacio con él. Mientras que el príncipe menor, por su parte, no conseguía conciliar el sueño, debido al constante ruido que hacía el alter ego de su novio al dar vueltas una y otra vez por el lecho aparentemente sin poder dormir.

–¡Agh!– Vegeta gruñó por lo bajo, tirándole la almohada con bastante fuerza. –¡Deja de moverte!

–Lo siento– se disculpó Goku, sentándose en la cama y sonriendo apenado con la mano tras su nuca en esa típica pose infantil que lo caracterizaba. –Es que el horrible calor que hace aquí no me deja dormir– sin pudor alguno se deshizo de su playera de un rápido movimiento, dejando al descubierto su trabajado torso, levantándose y llendo con sólo los bóxers puestos hasta la ventana para abrirla de par en par, bajo la mirada atónita de su joven compañero. –Aire… ¡Aire! ¡Ven a mí!

Sin ser demasiado consciente de sus acciones, el menor le dio un discreto vistazo a aquel tonificado, bellamente esculpido y varonil cuerpo, divagando por segundos gracias al deseo repentino que lo asaltó, incitándolo a acariciar esa nívea piel para así comprobar si era tan tersa al tacto como la de su novio. El poderoso guerrero frente a él lucía tan atractivo a sus ojos, haciéndolo experimentar un sentimiento de ansiedad tan grande que lo ahogaba. Fue entonces que la cordura lo golpeó, forzándolo a sacudir la cabeza más que aturdido con sus impropios pensamientos, mientras se incorporaba también y se encaminaba rápidamente hacia la puerta.

–¿Dónde vas?– le cuestionó el mayor, quien yacía sentado en su cama, viéndolo con suma intriga.

–A respirar– fue la escueta respuesta del príncipe, antes de escabullirse fuera de la habitación.

Debo ver a Kakarotto. Pensó consternado, caminando en silencio por los amplios corredores.

Goku se quedó observando durante unos segundos el lugar por donde el adolescente saiyajin desapareció, preguntándose por qué se sentía cada vez más atraído hacia él. Algo en aquella versión más joven e inexperta de su eterno rival, le provocaba una calidez extraña en el pecho, incluso haciéndole sentir a ratos que con su sola presencia lograba seducirle los sentidos. Y por más que intentaba atribuírselo al extraordinario nivel de pelea que poseía o a su prodigioso e inmenso poder, muy en el fondo de sí sabía que lo que le cautivaba del joven príncipe iba mucho más allá. Su carácter tan idéntico, pero a la vez tan distinto al del peliflama mayor, su mirada intensa y profunda, su apariencia física frágil y a la vez tan fuerte; todo en él lo llamaba, dejando a su autocontrol pendiendo de un finísimo hilo por primera vez.

Y sabía muy bien que, de seguir así, terminaría por enloquecer.

–¿Qué hay en ti que me atrae tanto?

~~~

Con sigilo abrió la puerta, adentrándose en la habitación sin hacer ruido alguno. Aguzó la vista y logró distinguir la silueta de Kakarotto en la cama más cercana a él, causándole un alivio infinito. Con andar tranquilo fue hasta allí, no pudiendo evitar dejar una caricia suave en sus alborotadas hebras azabaches. El saiyajin dormía profundamente, cubierto hasta el torso con una ligera sábana de tela muy fina, sólo usando una playera delgada como pijama. En un impulso propio de la atracción que lo unía a su soldado, aproximó el rostro al suyo y tomó sus labios en un beso acompasado, saboreando la esencia dulce y adictiva de esa cálida boca que tanto amaba probar.

No pasó mucho para que su acción fuera correspondida, el aferre de unos brazos entorno a su cuello atrayéndolo aun más y por consiguiente logrando que el enlace entre sus labios se profundizara. Poco a poco pasó de un beso suave y tranquilo, a uno lleno de pasión y necesidad, donde sus lenguas tomaron participación e iniciaron una excitante lucha por el control en la boca del contrario. Sus respiraciones se agitaron levemente debido a la intensidad del contacto, el calor aumentando en sus cuerpos incitándolos a dejarse llevar por la deliciosa sensación que les producía sentirse tan cerca. Vegeta jadeó al percibir una exquisita mordida en su labio inferior, mientras era forzado a recostarse sobre aquella perfecta anatomía. Pronto las manos traviesas de ambos se colaron por debajo de las prendas superiores que vestían, Kakarotto delineando con la yema de sus dedos ese abdomen esculpido y el príncipe haciendo lo propio en su pecho.

–Vege…– articuló Goku una vez que el beso se rompió, viéndolo con la pasión y deseo brillando en sus pupilas, sin parar de recorrerle el torso entre roces delicados. –Que delicioso despertar.

Su novio le sonrió de lado, volviendo a reclamarle los labios en un contacto lujurioso e intenso.

No obstante el ruido de alguien moviéndose en la cama de al lado los sobresaltó, bajándolos de un solo golpe de su nube. El príncipe mayor se había volteado en su dirección aun durmiendo, gruñendo por lo bajo seguramente debido a algún sueño indeseado. La pareja de saiyajins se miró a los ojos con una mezcla de inquietud y complicidad, decidiendo de manera tácita irse de allí.

Levantándose con cuidado se dirigieron hacia la puerta, escabulléndose por ella tras cerrarla.

Sin embargo el saiyajin mayor despertó instantes después, sintiéndose incómodo sin tener un motivo en particular. Aguzó la vista aun en la oscuridad, percatándose que la irritante contraparte adolescente de su eterno rival no estaba.

Fue así que, guiado por la curiosidad, se levantó de su cama y levitó fuera de la habitación para no hacer ruido con sus pasos, manteniendo su energía al mínimo para no ser descubierto por nadie. Se concentró en percibir los ki de ese par de guerreros tan iguales a Kakarotto y él, pero a la vez tan malditamente diferentes, localizándolos con facilidad juntos en uno de los amplios jardines.

Con cautela se deslizó aun en el aire hasta allá, preguntándose qué los motivaba a estar en aquel lugar a tan altas horas de la noche. Pero lo que sus ojos vieron una vez que los tuvo lo suficientemente cerca, fue la innegable realización del temor más grande guardado en lo más recóndito de su ser.

Su yo adolescente tenía acorralado al alter ego de Kakarotto contra el tronco de un peculiar árbol de ramas moradas y hojas azules, sujetándolo desde la cintura con posesividad, mientras éste se aferraba a él abrazándolo por la espalda. Y no, eso no era lo peor. Lo más perturbador a ojos de Vegeta era que se estaban besando con tanto salvajismo y pasión, que le fue imposible permanecer viéndolos por más de unos cuantos segundos.

Ahí estaba el motivo de sus miraditas cómplices, la razón de sus sonrisas disimuladas, el por qué de su actitud tan protectora para con el otro. Y es que contra toda lógica… ¡Esos dos eran pareja!

¿Podía encontrarse algo más extraño que eso? Es decir, ¡¿cómo era posible?! Sabía que en su planeta natal las relaciones entre soldados del mismo género eran bastante comunes, pero según recordaba no pasaban de encuentros sexuales de una noche o a lo mucho dos. No obstante lo que irradiaba ese par trascendía lo físico, haciéndose evidente que los movía el afecto mutuo. Era esto lo que le parecía raro, ya que entre saiyajins no era usual emparejarse con alguien, a menos claro que se tratase de quien había sido escogido de antemano por el mismo destino. Y si esto se aplicaba a los jóvenes guerreros pertenecientes a aquella realidad alterna, sólo significaba que…

–Están destinados– musitó para sí mismo, mientras lo azotaba una gigantezca oleada de negación.

–¿Vegeta?– una voz demasiado familiar lo sobresaltó, forzándolo a voltear rápidamente, en su rostro dibujado un rictus de fastidio impresionante. –¿Qué haces aquí a estas horas?

–Eso mismo te pregunto yo, Kakarotto– respondió el príncipe en su usual tono soberbio, pateando lejos de su sistema la aglomeración extraña de emociones que le provocó ver a sus alter egos besándose tan apasionadamente. –¿No se supone que deberías estar durmiendo ya, insecto?

–Eso quisiera, pero hace demasiado calor– explicó Goku, sonriendo tiernamente. –¿Qué veías?

A nuestros alter egos devorándose a besos –Nada– contestó, echando una ojeada rápida al árbol donde esos dos estaban y percatándose de que se habían ido. –Volveré al cuarto, quiero dormir.

Pero cuando quiso dar un paso hacia delante, fue abruptamente frenado por la mano del saiyajin menor enredándose gentilmente entorno a su brazo, acción que lo paralizó momentáneamente.

–Espera– le pidió, dedicándole una mirada mucho más intensa de lo habitual.

Segundos después yacía tirado boca arriba en el empedrado suelo del lugar, quejándose de dolor por lo bajo, mientras frotaba sus nudillos contra su pómulo derecho. Vegeta le había propinado un puñetazo épico en pleno rostro en cuanto salió de su parálisis corporal, reacción típica suya que el saiyajin de clase baja por algún motivo olvidó preveer.

–Eres… tan…– balbuceó Kakarotto, levantándose con cierta dificultad. –¿Por qué eres así conmigo?

–No hagas preguntas tan estúpidas, grandísimo imbécil– éste lo fulminó con la mirada, alzando un puño en su dirección con claras intenciones de golpearlo nuevamente. –No olvides las grandes diferencias entre tú y yo.

Goku frunció el ceño, enderezándose en su posición y mirando al mayor con obvio disgusto.

–No las olvido– aclaró, su expresión tornándose seria e inescrutable.

Acto seguido giró sobre sus pies, lléndose de vuelta a su habitación sin mencionar palabra alguna.

El saiyajin de élite se quedó ahí, levemente sorprendido por su reacción, aunque sin expresarlo en lo más mínimo. ¿Qué le importaba a él si lastimaba a Kakarotto con sus actitudes o insultos? El idiota no significaba nada en su vida, por lo que hacerlo sentir mal o herir sus sentimientos era de poquísima relevancia. Su único objetivo era y sería siempre superarlo, así tuviera que forzarse a sí mismo a convivir en armonía con el insecto para lograr su objetivo.

Goku era un iluso si en verdad creía que Vegeta lo consideraba algo más que un rival, pues para éste su única meta seguía siendo ser el mejor de ambos. Por mucho que hubieran compartido momentos cruciales a lo largo de sus vidas, el príncipe seguía firme en su propósito. Lo único que sentía por el menor era hastío y una leve, levísima admiración de vez en cuando al verlo explotar sus propias barreras para superar sus límites, la cual por supuesto jamás se atrevería a admitir abiertamente, pues su orgullo guerrero era demasiado alto para rebajarse por algo tan estúpido.

Sin embargo, y muy en el fondo de su ser, una sensación extraña le había producido el destello de tristeza en la mirada de Kakarotto al comportarse con él una vez más como un cretino, un ligero atisbo de remordimiento retorciéndose desagradablemente dentro suyo al mismo ritmo de los latidos de su corazón. Y es que ahora que había visto la estrecha relación que mantenían sus versiones adolescentes, decir que se sentía abrumado era poco. Porque si los Goku y Vegeta de la línea temporal alterna estaban predestinados a estar juntos, existía la posibilidad de que esto aplicase también a su universo. Y si aquello era así, muy posiblemente Kakarotto y él también…

–¡No!– gritó para sí antes que sus pensamientos alcanzaran niveles indeseados, apresurándose a volver a su cuarto antes que su cordura siguiera decayendo más por culpa de lo recién vivido.

Kakarotto y él eran totalmente opuestos, lados dispares que jamás encajarían en un mismo puzle. Jamás aceptaría siquiera considerar la idea de que fueran almas destinadas a amarse, pues aquello era tan bizarro y perturbador para él, que de sólo pensarlo sentía una inmensa repulsión.

¡Ni de broma!

~~~

Ocultos tras un trío de frondosos árboles, dos adolescentes saiyajins habían observado a detalle la fallida interacción entre los mayores, entristeciéndose inevitablemente al ver tanta hostilidad de parte del guerrero de cabellos en forma de flama.

Goku resopló una vez que vio que el alter ego de su novio desaparecía en la oscuridad con rumbo a la habitación, sintiéndose particularmente conflictuado por dentro. Notaba que su versión adulta hacía todo lo posible por acercarse a su compañero, no obstante éste actuaba como si realmente el menor fuera el responsable de todas y cada una de sus desgracias.

–El Vegeta de esta línea temporal es insoportable– Comentó, claramente hastiado. –Ahora entiendo por qué el otro Goku no está con él.

–Oye– se quejó su pareja, mirándolo con cara de circunstancias. –No hables de mí a mis espaldas.

Ambos rieron, bastante divertidos con la extraña situación que vivían.

Se miraron aun sonriendo, Kakarotto siguiendo sus instintos y enredando sus brazos entorno al cuerpo de su príncipe. Éste suspiró imperceptiblemente y se apretó más contra él, sintiendo la calidez exquisita que desprendía su piel. Una brisa sutil les rozó las mejillas, el ligero resonar de las ramas moviéndose al compás de la misma, actuando como la más arrulladora de las melodías.

–Te amo, Vege– susurró el saiyajin de cabellos alborotados, apartándose de él lo suficiente para alzarle el rostro y atrapar sus ojos bajo una mirada dulce. –Quisiera gritárselo al universo entero.

Vegeta percibió como un leve rubor acaloraba su rostro, lo cual disimuló muy bien atrapando los labios de su soldado en un beso lento, profundo y lleno de amor. Éste le correspondió sin siquiera vacilar, enredando los dedos en ese sedoso cabello en forma de flama, mientras su cintura era sujetada con posesividad. Poco a poco el contacto fue cobrando intensidad, tornándose insaciable.

No obstante el aire escaseó y les obligó a separarse, tras lo cual se miraron con un afecto infinito.

–Sabes que siento lo mismo por ti– admitió el saiyajin de élite, desviando la mirada avergonzado.

–Lo sé– sonrió Goku, volviendo a abrazarlo con inmensa necesidad.

Por varios minutos permanecieron así, abrazados en silencio, resguardados entre los árboles. Hasta que tras darse un último beso lleno de los infinitos sentimientos que sentían por el otro, se encaminaron también de regreso a sus respectivos cuartos, conscientes de que a partir de ese momento deberían reprimirse un poco a la hora de sacar a flote su amor. Tenían el leve presentimiento de que el príncipe mayor los había visto, lo que por ende significaba que ya estaba al tanto de que eran pareja. Sin embargo aun así empezarían a cuidarse más de ojos ajenos, ya que a ninguno de los dos les agradaba la idea de ser descubiertos por alguien más.

Mucho menos sabiendo que los Vegeta y Goku de ese universo tenían tan mala relación.

Notas finales:

Para quienes leyeron la primera parte, saben lo dulce que suele actuar Goku con su príncipe, aunque claro sin ostigarlo demasiado :3

Siento que al Goku original lo rechazan todos :c El Vegeta de su línea temporal lo masca, pero no lo traga :v y el de la dimensión alterna intenta evitar pasar demasiado tiempo con él para evitar conflictos existenciales e.e No sé si lo notaron, pero entre esos dos ya se va notando algo de tensión y bueno... digamos que esto es apenas la punta del iceberg *o*

¿Qué les parece cómo va hasta ahora la cosa? ¿Hay algo que se vean venir ya? ¿Pueden oler el crush dimensional que habrá entre Goku adulto y Vegeta adolescente? ¿Qué piensan de que Goku adolescente esté teniendo dificultades para sacar a relucir su verdadero poder? ¿Será que Vegeta adulto sí se pasó con su ataque berbal y físico hacia la versión joven de su eterno rival? ¿Será que hay amor entre los saiyajins de la línea temporal original? ¿Alguna teoría que quieran compartirme?

Saben que me gusta saber sus opiniones al respecto de la trama, ya que me encanta compartir puntos de vista con ustedes y ver qué tan predecible puedo llegar a ser XD

Toda opinión, sujerencia, pedido, comentario, etc. pueden dejármelo en la cajita de comentarios :)

Ya saben que el botoncito para dejar reviews no muerde <3


Muchas gracias por las 49 lecturas ^-^

Espero sigan disfrutando de la historia :3

¡Son unas dulzuras! Muchas gracias *-*


Próxima actualización: jueves 22 de noviembre :)

Nos leemos para entonces mis amores ^-^

¡Ciao!


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