Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre Colmillos de León y Cuernos de Carnero por DanyNeko

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

— ¿Realmente te crees capaz de manejar a un león solitario, Ginga? —preguntó Kyouya, aun respirando agitadamente, pero retomando la conversación previa.

El menor se rió entre dientes, antes de re-marcar uno de los chupones —no es como si quisiera ponerte una correa o domesticarte, mi león —bromeó, levantando el rostro. Kyouya le regresó una mirada molesta y ofendida, con las cejas profundamente fruncidas, pero Ginga no le dio la oportunidad de responder el "como si pudieras" que sabía que vendría —no es que nadie pueda hacerlo, pero yo ni siquiera quiero intentarlo... me gustas tal y como eres, salvaje y peligroso.

Kyouya sonrió de lado, con orgullo y dejando ver sus colmillos, como si le hubieran dado el mejor cumplido. Ginga le regresó la sonrisa, amando verlo así, guardó esa imagen a fuego en su mente. Amaba ver a Kyouya sonreír.

—Parece que careces de instintos de auto-conservación —molestó el más alto, raspando sutilmente sus uñas a lo largo de la espalda de su compañero.

—No lo necesito contigo —Ginga llevó una de sus manos a la melena verde, soltando la coleta con suavidad —Sé en donde me estoy metiendo y sé que quiero esto.

—Espero que recuerdes todo eso la próxima vez que tengamos una batalla y te derrote, Ginga —lo retó, con ese brillo competitivo iluminando sus feroces ojos zafiro, y con el cabello suelto alrededor de su rostro como una melena, se veía perfectamente letal —Leone y yo barreremos el estadio contigo —determinó, moviendo su cabeza hasta que sus narices chocaron —y aún después de eso, no te dejaré escapar —ronroneó.

Con su hermosa sonrisa, Ginga igualó la pasión competitiva de su compañero y rival —Pegasus y yo lo estaremos esperando —le robó un beso rápido, internando sus dedos en el cabello verde oscuro —ya has visto que estamos de vuelta en nuestra mejor forma, no nos dejaremos vencer tan fácilmente.

—No espero nada menos, Ginga —ronroneó, antes de volver a atrapar sus labios.

.
.
.

Pov's Ginga

"Sagitari- Sagitario"

"Bull, Bull ¡Bull!"

No podía evitar sonreír con el ánimo de Benkei y Kenta, que venían conmigo al taller de Madoka para recoger a nuestros beys —que ganas tengo de ver a Pegasus —mencioné para mí mismo, tratando de que el tema anterior no regresara a colación.

¿Qué puedo decir? Me puse un poco nervioso cuando Kenta y, especialmente, Benkei me encontraron no muy lejos del lugar de Kyouya, a estas horas de la mañana.

Porque no, Kyouya ni siquiera me había dejado irme a casa de Madoka cuando regresamos, ayer al final de la tarde, a la ciudad.
Ese león... simplemente me arrastró con él en cuanto salimos de la estación de trenes, a saber qué habían pensado nuestros amigos; Madoka ya tenía los cuatro beys para hacerles mantenimiento, así que una excusa de enfrentamiento no servía... gracias al cielo no me hicieron demasiadas preguntas al respecto, supongo que Benkei ya está acostumbrado a no cuestionar a Kyouya.

—Benkei ¿Tú sabes si Madoka ya terminó el mantenimiento? —escuché a Kenta en medio de su canturreo... je, tal vez Hyoma y yo los contagiamos un poco.

—Seguro nuestros beys están listos a esta hora.

—Ya quiero llegar —esos dos estaban más entusiasmados que yo, ya solo nos faltaba media cuadra.

—También yo, Bu-bu-bull —me reí lo más bajo que pude mientras abría la puerta de B-pit —aquí viene papi.

Cuando encontramos a nuestra amiga, la pobre estaba inclinada sobre su mesa de trabajo, con la cara entre sus brazos —Eh, iujuu... ¿Hola? —nada, no reaccionaba, estaba completamente noqueada —alguien necesita dormir más —comenté. Claro que quería ver a Pegasus listo cuanto antes, pero Madoka no debería sacrificar sus horarios de sueño por ello.

Kenta concordó conmigo —miren —señaló Benkei a otra de las mesas, en el centro de la habitación —al menos, parece que terminó el mantenimiento... pero los pequeñitos están sobre la mesa, solos —mi Pegasus estaba ahí junto a Leone, Sagitario Bull, había también una bandeja con agua, una toalla, tornillos, pinzas y partes de bey regadas.

Regresé mi vista a Madoka, lo mejor sería despertarla para que se fuera a la cama a descansar bien —oye, te va a doler la espalda si sigues durmiendo así —hablé más alto, pero ella solo levantó la cabeza, murmuró algún tecnicismo que no entendí y volvió a su posición — ¿la despertamos?

Ellos no me hicieron ni caso mientras iban a recuperar a Sagitario Bull —bah, no te molestes, solo hay que tomar los beys.

Me dirigí a la mesa para comprobar a mi fiel pegaso, estaba en perfectas condiciones y relucía, al igual que Leone. Los tomé a los dos y los guardé juntos antes de recoger una manta para cubrir a mi amiga con cuidado, en la posición en que estaba no podía levantarla por mi cuenta, pero estaba tan profundamente dormida que no tenía corazón para despertarla, pero de todos modos le agradecí.

Salí de B-pit con los chicos, apagando las luces y asegurando el lugar, solo por si acaso. Nos dirigimos inmediatamente al centro, hacia Bey-park, dónde los amigos de Kenta se reunían regularmente a practicar. Ya le había dicho a Kyouya que estaríamos ahí, no parecía muy conforme así que, si no viene a buscar a Leone, probablemente me cruce con él más al rato.

Parece tener alguna habilidad de encontrarme siempre. No es que me esté quejando al respecto.

Fui con una sonrisa todo el camino hasta allí. Benkei y Kenta ni me ponían atención mientras seguían cantando sobre sus beys, gracias a las estrellas, metí mi mano entre mi bufanda para acariciar todas las marcas que, sabía perfectamente, estaban allí sobre mi piel.

Sonreí aún más. Mi león despreocupado.
Sentí mi cara acalorarse un poco mientras pensaba en la noche pasada. No habíamos hecho nada más de lo que compartimos en mi casa, solo... diferente. Habíamos compartido la ducha en lugar de una tina, y otra ronda de frotarnos uno contra el otro antes de acostarnos uno al lado del otro para dormir; en la ciudad no eran tan templadas las noches como para cubrirnos, pero por suerte no eran tan cálidas como para que acurrucarse fuese incómodo. 
Aún había sido un poco vergonzoso estar y ver a Kyouya desnudo, pero afortunadamente otros sentimientos se sobreponían a eso.

También me daba vergüenza pensar que Kyouya me contagiaba las ganas de dejar marcas en la piel a base de besos y mordidas. Él era el depredador, el animal salvaje, no yo. Y, aun así, estaba seguro de haber dejado chupones en su cuello que probablemente no se esconderían con su abrigo.

¿Debería haberme disculpado por eso antes de separarnos en la mañana? Yo tenía mi bufanda para cubrir mi cuello, pero Kyouya...

En cuanto llegamos a BeyPark, los amigos de Kenta nos recibieron de primeras, y enseguida estaba rodeado de chicos que querían combatir conmigo.

Desde luego dije que sí, ese corto viaje a casa me había sentado de maravilla y ahora solo quería seguir entrenando más y más.
También tenía muchas ganas de tener un enfrentamiento con Kyouya nuevamente, aún no habíamos acordado cuando sería pero tengo la certeza de que será completamente asombroso.

Pegasus y yo manejamos a cuatro contrincantes a la vez, solo porque las arenas de batalla eran pequeñas, pero sentía que podía hacer esto todo el día.

Y lo hubiera hecho, sin Benkei y Kenta no me hubieran sacado de balance con sus gritos.

Al parecer, había algo mal con Bull Sagitario.

—Cielos, yo lo dije. Madoka necesita dormir más —suspiré, mientras los veía salir corriendo de vuelta a B-Pit.

— ¡Ginga! Lucha conmigo ahora.

— ¡No! Yo primero.

— ¡Yo llevo esperando desde la ronda anterior!

Tuve que sujetar mi bufanda cuando sentí tirones alrededor de mi cuello por la cantidad de bladers que me estaban rodeando, pidiendo pelea —Tranquilícense todos, chicos. Tengo tiempo, así que no se peleen —levanté las manos, tratando de calmarlos a todos.

Mientras apuntaba para la siguiente ronda, el peso de Leone en mi cinturón fue un poco más evidente para mí, así que le dediqué un pensamiento de disculpa a él y a Kyouya por mantenerlos separados un rato más "No creo que pueda salir de aquí en un par de horas, Rey de las bestias"

— ¡Let it rip!

~

Había pasado la hora del almuerzo y, para Ginga ni rastro de Kyouya. Lo cual era rarísimo ¿Por qué no habría ido a buscar a su bey?

Sea como fuere, se pegó un atasco con hamburguesas para el almuerzo, después de haber peleado con, al menos ciento veinte bladers a lo largo del día. Cuando parecía que la fila de espera se acortaba, más bladers de todas las puntas de la ciudad llegaban.

Al parecer, alguien había corrido la voz de que Ginga parecía estar de muy buen humor ese día y estaba dando batalla a cualquiera que llegara a BeyPark.

Pero bueno, en comparación con la batalla de los cien a la que los Cazadores lo habían sometido cuando llegó a la ciudad, eso no era nada.

Para el atardecer, Ginga se había re-encontrado de nuevo con Kenta y Benkei, quienes estaban completamente absortos y hablando sin parar sobre el cambio de partes de los beys.

Sabrán las estrellas cómo habían llegado a eso, pero mientras Ginga descansaba en la ladera junto al río, a un lado del puente principal, esos dos estaban dando giros en la acera de más abajo, como trompos sin control.

—Kenta, pareces un pato mareado.

—Benkei, tu pareces un pollo haciendo ballet sobre hielo.

Ginga ya ni sabía si preguntar o no — ¿Qué estarán haciendo esos dos locos allá abajo? —murmuró para sí, más divertido de lo que admitiría con su actuación.

—Tonterías, eso es lo que hacen —respondió una voz por sobre su cabeza, en el mismo tono bajo —parecen una pésima imitación de 'El Cascanueces' sobre hielo que vino a la ciudad la Navidad pasada —se burló, sin ningún reparo.

—Oh, Kyouya~ —sonrió Ginga, feliz de verlo. El león adolescente estaba hincado en una rodilla a unos diez centímetros de su cabeza pelirroja, con las manos en los bolsillos, como si mantener el equilibrio en la ladera no fuera nada.

El peliverde lo interrumpió, colocando un dedo sobre sus labios —que Benkei no se dé cuenta que estoy aquí —lo chistó —o no me dejará en paz —sonrió de lado cuando notó el más pequeño rubor en las mejillas de Ginga. Deliberadamente, acarició los labios del menor con su dedo.

—Creo que... está lo suficientemente distraído allá abajo —logró comentar el pelirrojo, sintiendo una pequeña chispa encenderse dentro de él, diciéndole cuanto y cuan duro deseaba besar a Kyouya en ese instante. Un rápido vistazo a las marcas en su cuello reafirmó ese pensamiento.

—Prefiero prevenir —deslizó su mano de la boca de su compañero a uno de sus brazos, admirando la piel clara, encantadora bajo la luz del ocaso, erizarse con rapidez —Venga, vámonos de aquí.

Ginga no cuestionó y se levantó de su cómoda posición en el césped, siguiendo al oji-azul — ¿a dónde vamos? —preguntó, sintiendo los dedos de Kyouya deslizarse por su brazo hasta alcanzar su mano. Echó un último vistazo a sus amigos y, cuando se cercioró de que no les prestaban ni la más mínima atención, entrelazó sus dedos con los del moreno.

—Tú solo ven conmigo —ordenó Tategami, arrastrándolo más adentro en la ciudad, y Ginga parecía feliz de cumplir —por cierto, tienes a mi Leone ¿Verdad?

Ginga igualó su paso y caminó lado a lado con su compañero, apretando cariñosamente sus manos, mientras dejaba que él los guiara —por supuesto. Te dije que lo recogería temprano y dónde podías encontrarme ¿dónde has estado todo el día? —habló, mientras sacaba el bey verde del compartimiento en su cinturón con la mano libre, cuidando de no dejar caer a Pegasus en el acto.

—Solo haciendo algunas cosas —respondió sin comprometerse, mientras recibía a su fiel bey con la mano libre. Lo levantó un poco frente a sus ojos, dejando que la luz naranja del atardecer lo iluminara mientras lo revisaba —está perfecto —musitó para sí.

—Claro, Madoka es la mejor en esto —accedió Ginga. Kyouya solo contestó con un suave gruñido —oh...—el peliverde se detuvo cuando su chico lo hizo, habían pasado por un aparador con múltiples pantallas de tv que estaban anunciando algo —esa debe ser la competencia acuática por equipos de la que Kenta y Benkei estaban hablando —murmuró.

Kyouya solo le echó un vistazo a la propaganda —sí, lo llevan publicitando un par de días —en cambio, miró atentamente al oji-dorado.

Ginga parpadeó un par de veces antes de volverse hacia los ojos zafiros del más alto. Kyouya parecía expectante — ¿pasa algo? —preguntó, inseguro.

Un colmillo se asomó ante la fugaz mueca que el moreno hizo —No vas a pedirme que participemos juntos en eso ¿verdad?

El pelirrojo ladeó la cabeza un momento antes de empezar a reír, cosa que pareció tomar por sorpresa al león adolescente — ¿Tú y yo, Kyouya? —rió —incluso si me encantaría competir a tu lado, seguramente acabaríamos perdiendo el foco del evento y luchando entre nosotros —intentó controlar su risa mientras se aseguraba de que nadie los miraba para ponerse de puntillas y presionar un casto beso en los labios de su león — ¿No piensas lo mismo? —otro beso rápido —somos demasiado competitivos entre nosotros por ahora —un último beso y una risilla.                

Aliviado con la contestación de su compañero, Kyouya llevó su mano libre a la nuca del más bajo, enterrando sus dedos entre el pelo rojo para sostenerlo y tomar sus labios en un beso más profundo.
Al diablo si alguien se los quedaba mirando, al diablo si disgustaban a un cualquiera en medio de la calle. La risilla de Ginga había hecho que su aliento flotara sobre los labios de Kyouya y eso, por sí solo, había sido como una invitación a devorar la boca ajena.

A Kyouya le fascinaba besar a Ginga. Y una vez que iban en serio era muy difícil detenerse, como obligar a un depredador a soltar su reciente cacería.
La boca de Ginga siempre estaba cálida, y respondía ávidamente a la de Kyouya. Era su deleite, su sabor favorito, estaba un paso más allá de la adicción.

Ginga estaba jadeando por aire, y con las mejillas sonrojadas, cuando sus bocas finalmente se separaron a una distancia decente. Los dedos de Kyouya en la base de su cráneo enviaban una descarga eléctrica constante a su columna vertebral, y toda la zona circundante parecía más sensible.

Si tuviera que compararlo con algo, sería el hormigueo que provoca otra persona hablándote demasiado cerca de la oreja.

—Sigamos. Ya falta poco —declaró el peliverde, sus ojos danzando rápidamente de un orbe dorado al otro mientras sus frentes se juntaban en un toque cariñoso.

Ginga solo asintió, sin importarle en lo más mínimo no saber a dónde iban, ni con qué propósito. Solo retomó la caminata, de la mano de su león.
¿Kyouya quería ir a campo abierto para tener una batalla nocturna? A por ello.
¿A las bodegas abandonadas en el puerto a besarse sin que nadie más los viera? Con gusto.

Pasó completamente por alto unas cuantas miradas de asco, desprecio o incertidumbre que le lanzaron esporádicas personas al pasar. 
Usualmente era muy bueno para decir cuándo alguien se lo quedaba viendo, pero la mirada oceánica de Kyouya, que lo miraba de reojo mientras caminaban parecía opacar su percepción de su entorno en ese momento.

Los colores rojo, rosa y púrpura en el cielo a punto de anochecer, estaban haciendo maravillas en esos orbes zafiro.

Finalmente se detuvieron frente a un gran edificio. Un apretón en la mano y el giro de Kyouya para ver hacia la entrada del sitio y no a la calle hizo que la atención de Ginga finalmente aterrizara de vuelta al mundo a su alrededor.

— ¿Un cine? —parpadeó un par de veces, honestamente sorprendido, después de mirar el sitio.

El moreno dio un par de pasos hacia adelante y la puerta automática se abrió para ellos —supe que estos días es cuando más películas hay en cartelera, en el mes —ofreció, como explicación mientras lo guiaba dentro del cine.

Luego de que Kyouya lo arrastrara a la sala principal, frente a los puestos de boletería, dónde se exhibían los posters y trailers de las películas en cartelera, y los próximos estrenos, Ginga se detuvo un momento y tiró de su mano a cambio.

—Kyouya...

— ¿Qué pasa? —regresó el más alto, confundido.

Ginga se mordió el labio inferior, en un intento de evitar una sonrisa —dime, por favor, que no pensaste traerme aquí para 'compensarme' si me molestaba por no participar juntos en ese torneo por equipos —y tenía que contener una risa porque, por todas las constelaciones, eso era lindo.

Kyouya se movió ligeramente hacia atrás ante la acusación, un muy breve destello de sorpresa en sus ojos azules; luego desvió el rostro con un bufido, y cerró los ojos, diciéndose a sí mismo que definitivamente no estaba sintiendo las mejillas calentarse —tonterías, Ginga. Recordé que tenía estos boletos dobles sin usar entre mis cosas —sacó las boletas de uno de los bolsillos de su gabardina y se los enseñó — ¿Con quién más se supone que viniera?

Había una implicación no verbalizada que quedó flotando después de esa pregunta retórica. Algo como: "se supone que tú y yo estamos saliendo ¿No?"

Ginga sonrió, entendiendo lo que no se dijo y se inclinó para besar la mejilla del peliverde —gracias por traerme ¿Deberíamos elegir una? —cabeceó suavemente hacia los posters y pantallas dispersados en el salón.

—Sí —movió la cabeza ligeramente y convirtió ese beso de mejilla en un besito robado —creo que la próxima función empieza en quince minutos y quiero conseguir unas palomitas.

Ginga se animó ante la perspectiva de bocadillos — ¡¿Qué esperamos entonces?! —y, esta vez, fue el pelirrojo quien los arrastró más adentro en el cine.

Se tomaron unos minutos para caminar frente a los carteles promocionales, tratando de encontrar algo que llamara atención de ambos. El de ojos dorados tuvo que reprimir una sonrisa divertida cuando Kyouya se quedó mirando un poco más el póster de la nueva película de Scooby Doo.

— ¿Sabes? Estuve a punto de llamar "Scooby" a tu perro más de una vez —comentó casualmente, siguiendo adelante antes de que Ginga preguntara si quería ver esa película.

El pelirrojo arqueó una ceja divertido —pero si se ven completamente diferentes: Oikuto es un Terrier Westy Blanco*. Scooby, si mal no recuerdo, creo que es un Gran Danés.

Kyouya resopló —sí, bueno, son los únicos dos perros parlantes que conozco —mencionó lo evidente.

—Lo suficientemente justo. Espera ¿Eso significa que no has visto La Dama y el Vagabundo?

El mayor puso los ojos en blanco —número uno, todas las películas que centran en animales hacen que estos hablen y número dos, realmente no cuenta porque los perros no podían hablar con las personas —Kyouya se detuvo un segundo —y ¿Por qué diablos estamos teniendo esta conversación?

Ginga se rió suavemente —no sé, pero es divertido —concluyó, sintiendo una calidez en su pecho antes lo simple y lindo del momento que estaban teniendo — ¿Qué opinas de esta?

Kyouya estudió el póster y la breve descripción de la película en la parte baja antes de dar su aprobación con un simple encogimiento de hombros. Una vez acordada la función fueron a conseguir sus palomitas, bebidas y golosinas para, finalmente, entrar a la sala de cine correspondiente.

La sala no estaba muy poblada en realidad. Tomaron unos buenos asientos hasta arriba/atrás, y no había nadie en, mínimo, cuatro asientos a su alrededor. La falta de gente ocasionaba que el amplio salón se sintiera más frío, pero no pusieron atención a eso mientras acomodaban sus bebidas y la bandeja de comida que habían traído entre ambos, justo antes de que se apagaran las luces.

El reposa-brazos en medio de sus asientos fue levantado para mayor comodidad, y Ginga no dudó en acurrucarse en el costado de Kyouya una vez que estaban instalados adecuadamente. El peliverde, automáticamente, levantó su brazo alrededor de sus hombros para acomodarse mejor.

Las advertencias sobre los teléfonos celulares y los lugares correctos para depositar la basura pasaron en la enorme pantalla. Ginga rozó suavemente su mejilla contra el hombro de su rival mientras murmuraba otro agradecimiento —en serio, gracias por invitarme, Kyouya.

En lugar de palabras, el moreno tarareó en respuesta, frotando su propia mejilla contra el pelo rojo de su compañero, tomando una profunda pero disimulada, bocanada de aire, solo por el gusto de llenarse los pulmones del aroma a manzanas y césped del oji-dorado.
De alguna manera, el aire frío de la habitación ayudaba a que la dulce esencia de Ginga flotara a su alrededor. Perdido en algún impulso o instinto, de repente Kyouya solo quería llenarse de ese aroma y cubrir al pelirrojo con el suyo a cambio, tal como se había sentido de vuelta en Koma, cuando se habían bañado y dormido juntos.

A Ginga no parecía molestarle, en cambio, zumbó plácidamente en respuesta a sus atenciones. Kyouya se preguntó por un momento si Ginga sentía lo mismo respecto a él.

"Debe hacerlo, de otro modo, no me permitiría hacer todo esto... No me sonreiría de la forma en que lo hace... No me dejaría reclamarlo de la forma en que lo he hecho" con esa convicción, Kyouya se inclinó y mordió suavemente la oreja del pelirrojo, sonriendo ante el escalofrío que lo recorrió.

—Kyouya —un quejido, o lo que tuvo la intención de serlo, y en un segundo, ambos estaban mirándose a los ojos, con sus rostros a escasos centímetros.

Era inevitable. La atracción entre ambos era inevitable y poderosa, proporcional a su rivalidad. Se sentía natural, de algún modo, correcto, como si simplemente hubieran nacido para conocerse.

La boca del joven león se abalanzó primero hacia su presa. La suavidad, ya familiar, de los labios del menor provocó un agradable escalofrío en su columna. Anticipación. Entre-abrió los labios justo cuando un suspiro escapó de la boca ajena; esta vez, ambos se abalanzaron, Ginga a por el labio superior de Kyouya, y este por el inferior del oji-dorado.

Los roces y los movimientos de succión siguieron naturalmente, permitiendo que el calor creciera en ambos cuerpos a fuego bajo. El brazo que Kyouya mantenía en los hombros de Ginga se deslizó hacia abajo, uñas trazando la columna vertebral, hasta que pudo asentarse en su espalda baja y presionarlo más cerca.
Por el contrario, las manos de Ginga subieron. Acariciando dulcemente las mejillas cálidas del oji-azul unos segundos antes de internarse en el cabello verde para proporcionar suaves rasguños, ocasionando que Kyouya gruñera contra sus labios. La vibración lo hizo temblar justo antes de que los colmillos del joven león aprisionaran su labio.

Jadeó cuando su labio fue raspado y succionado por esa boca cálida y hambrienta, se concentró en devolverle el gesto con las uñas en su cuero cabelludo mientras que su lengua de asomó tímidamente a delinear los colmillos y labios ajenos.

Entonces, fue Kyouya quien gimió mientras su brazo rodeaba la cintura de Ginga, no queriendo nada más que atraer al pelirrojo lo más cerca que les fuera físicamente posible, ignorando completamente la sacudida de los paquetes de bocadillos que había en la bandeja sobre sus piernas.
Su mano libre se apropió del mentón de Ginga, e hizo presión con el pulgar para que abriera la boca.

Ambos bladers gimieron suavemente en cuanto sus lenguas se encontraron, dentro de la boca de Ginga.
La sensación de humedad cálida y el sabor del otro los llevaron a un estado similar a la embriaguez, dónde solo querían seguir sintiéndose, besándose, probando al otro y aferrándose mutuamente hasta estar satisfechos.

Aunque eso último no parecía posible.

Sus lenguas se frotaron, se enredaron entre sí, y lucharon ferozmente hasta que sus pulmones suplicaron un respiro adecuado, forzándolos a separarse un poco.
El distanciamiento fue mínimo, lo estrictamente necesario para respirar, pero sus narices aún se tocaban.

Ambos estaban tan acalorados, que unas -apenas visibles- nubes de vaho se levantaron a su alrededor, en contraposición a la temperatura baja de la sala, pero eso no parecía molestar a ninguno.
Los ojos de ambos lucían pupilas distendidas, dorado y azul apenas visibles y brillantes con la luz de la enorme pantalla, completamente ignorada, frente a ellos.

Estaban a punto de lanzarse de nuevo contra el otro, para más de esa forma adictiva de besarse, cuando un ruido fuerte a su alrededor y colores intensos desde la pantalla los sobresaltaron ligeramente.

Parpadearon un poco aturdidos, aparentemente habiendo olvidado dónde estaban y a qué habían venido.

El rubor llenó las mejillas de Ginga, junto con una expresión apenada cuando se dio cuenta cuán profundamente se había dejado llevar. Kyouya simplemente se relamió los labios, sin perder esa mirada hambrienta, parecía decir 'lo disfruto y no tengo nada de qué avergonzarme'.

Una rápida mirada les dijo que estaban pasando los trailers de otras películas y no el film que habían elegido ver, así que Kyouya tomó un pocky de chocolate y fresa, que Ginga había elegido, y se lo llevó en la boca, antes de tomar el rostro ruborizado para re-atraer su atención, muy dispuesto a retomar lo que hacían.

Incluso avergonzado, Ginga no halló en sí mismo rechazar a su compañero, así que se inclinó contra el toque de Kyouya antes de morder el otro extremo del dulce y empezaron a comerlo hasta que sus bocas ansiosas volvieron a juntarse y reclamarse.

La caja de pockys entera, y un par de otros dulces, habían desaparecido para cuando la película comenzó. La larga y apasionada sesión de besos solo había avivado el calor en ambos, sin embargo, eso no evitó que volvieran a acomodarse para ver la película.

Era de acción y comedia, así que fue realmente entretenida y les sacó carcajadas a ambos, la oportunidad de lanzar bromas y comentarios divertidos que solo hicieron del momento mucho mejor.

Al parecer, había más grupos de adolescentes entre el público, porque escucharon otras bromas y comentarios sin cuidar el tono de voz, incluso ellos se animaron a intercambiar comentarios irónicos o bromas.

Para la mitad de la película, Ginga se dió cuenta, Kyouya parecía tratar de mantenerlo más y más cerca de él. No le tomó mucha importancia al principio, porque le gustaba sentir el retumbar de su pecho cuando reía y se burlaba, además de su calor...

Entonces lo notó.

Las manos de Kyouya estaban un poco frías. Una de ellas, obviamente, la que usaba para tomar regularmente su bebida, se colaba por momentos entre los pliegues de su bufanda; la otra vagaba sin rumbo sobre la ropa del menor, así que Ginga la tomó y entrelazó sus dedos para calentarla un poco.
Cuando Kyouya no reaccionó ante eso, Ginga movió la cabeza contra su cuello, en una caricia simple, solo para notar que la oreja del peliverde estaba igual de fría, por no hablar de su piel erizada.

Pensando en esto un momento, Ginga se separó un poco de su compañero para hacer algo al respecto.

— ¿Ginga? —Kyouya se quejó de su retiro, desviando su atención de la pantalla un momento — ¿Qué pasa? —apenas terminó su pregunta cuando tela blanca fue envuelta alrededor de su cuello, tomándolo por sorpresa — ¿Uh...?

—Estás frío —musitó el menor, después haber aflojado su bufanda para tirar de un extremo y así ser capaz de envolver una parte alrededor de Kyouya también —espero que esto ayude —se movió hacia el lado contrario y tiró de Kyouya, para que esta vez fuera el oji-azul el que se acurrucara en él.

Kyouya se sonrojó ligeramente antes de frotar su rostro en el hueco entre el cuello y hombro de Ginga a su alcance, mientras se acomodaba mejor alrededor de su chico —ayuda —afirmó en un susurro, y mordisqueó suavemente su cuello -ahora que no había tanta tela allí- antes de volver su atención a la pantalla.

Ginga sonrió felizmente por eso y frotó afectuosamente el cabello verde oscuro. Se tomó otro momento para darse cuenta de que Kyouya ronroneó en respuesta a sus caricias.

Para cuándo acabó la película y salieron del cine, la noche había consumido toda la ciudad. Una débil brisa fresca corría por las calles y la luz de luna ayudaba a las farolas a iluminar esa noche de verano.

Kyouya le había devuelto la bufando a Ginga, justo antes de salir de la sala, por lo que el chico estaba re-acomodándola mientras el peliverde estiraba los brazos hacia el cielo.

—La película estuvo genial, me divertí mucho, Kyouya —se estiró para presionar un beso en la mejilla del más alto en agradecimiento mudo.

Tategami asintió, metiendo sus manos en los bolsillos con apariencia relajada —deberíamos repetirlo en algún momento —comentó casualmente, empezando a caminar por la acera.

Ginga sonrió ante la perspectiva de una futura cita con su compañero —seguro —caminaron uno al lado del otro en cómodo silencio por un rato, hasta llegar a una calle principal — ¿Vienes a lo de Madoka o...?

Kyouya lo miró un momento — ¿Por qué? ¿Tienes algo que hacer mañana? —hubo una ligera inclinación de cabeza ahí.

Ginga le devolvió la mirada — ¿La batalla acuática en equipos, recuerdas?

El joven león frunció el ceño — ¿Vas a ir?

—Claro —respondió con su usual ánimo, como si fuera de lo más evidente —Madoka y yo iremos a apoyar a Kenta y Benkei ¿No quieres venir con nosotros? Seguro que Benkei estaría feliz —invitó, con su linda sonrisa y actitud alegre.

Kyouya consideró, por un instante allí, tomarlo del mentón con fuerza para hacer que lo mirara a los ojos, y preguntarle si 'Benkei sería el único feliz de que él fuera'. En cambio, se encogió de hombros simplemente —supongo que no estará mal ver si asisten bladers que valgan la pena.

El pelirrojo se rió entre dientes, bastante familiarizado con la brusquedad de su pareja al hablar —será divertido —re-afirmó, y ambos se encontraron continuando su camino hacia B-Pit, con el sonido de los grillos y cigarras cantando a la noche, y los escasos vehículos que circulaban por la calle de vez en cuando

En algún momento del camino, una de las manos de Kyouya se deslizó fuera de su bolsillo. 
La mano de Ginga la alcanzó por inercia.

.

.

.

Notas finales:

*No tengo ni la más mínima idea de qué especie es Oikuto, solo estuve mirando entre un montón y el Terrier Westy Blanco me pareció lo suficientemente parecido.

Espero que epilogo haya valido la pena y se adaptara a como se desarrolló el fic en general.
Tal vez, mi próximo proyecto de beyblade será una colección de OS de este mismo estilo, re-escribiendo algún que otro capítulo a lo largo de Battle Bladers, hasta que pueda llegar a Metal Masters ^^

Como sea, saludos a todos y espero que lo hayan disfrutado. Ja ne~nya  


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).