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La magia más poderosa. por phasmatos

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La varita del destino

Si hay algo que enorgullecía a las familias Potter y Malfoy en el último tiempo era la valentía que habían demostrado Albus y Scorpius cuando habían impedido el refreso de Voldemort. Tan solo a sus catorce años los niños demostraron ser totalmente nobles y fuertes frente a las adversidades provocadas por Delphini Riddle, la hija del señor tenebroso. Esta había engañado a los muchachos, haciéndolos operar algo tan delicado como el tiempo. Los giratiempos conocidos habían sido destruidos para la suerte de todos. Sin embargo, los niños habían quedado despojados de sus varitas que habían sido partidas a la mitad por la misma Delphini.

El verano transcurrió lento y aburrido para Albus, extrañaba la compañía de su platinado mejor amigo. Entonces decidió escribirle una carta, en ella describía que se sentía solo a pesar de estar rodeado de su numerosa familia, su prima Rose estaba demasiado ocupada leyendo y preparando sus T.I.M.O.s (si, con tanta antelación), y su hermano James se había hecho con la capa de invisibilidad de su padre y no había forma de atraparlo en sus bromas pesadas. Sus inquietudes acerca del quinto año en Hogwarts aumentaban, además de lo preocupante que había sido su desempeño académico en el último tiempo. Sin embargo le invitó a ir juntos a comprar sus nuevas varitas a Ollivander’s en el Callejón Diagon. También muy sutilmente lo invito a quedarse unos días en su casa antes de que culminasen las vacaciones. Le entregó la carta a su lechuza Circe y partió desplegando sus alas blancas como la nieve.

El moreno bajo las escaleras hacia la cocina, su padre estaba preparando la cena como era usual, ya que su madre Ginevra no era como su abuela Molly con respecto a lo culinario.

A medida que pasaban los años Albus se dio cuenta que era casi una copia de Harry Potter de niño, sus ojos verdes eran gemelos y su pelo igual de alocado; salvo por las gafas que era algo de lo que estaba eternamente agradecido ya que las detestaba incluso aunque fuera solo para leer.

-          ¿Papá? – preguntó tímidamente con un seño algo raro - ¿Podemos ir en estos días a comprar mi nueva varita?

-          Si, Al. Podremos ir mañana ya que tu madre se puede quedar a alistar sus baúles. – su padre odiaba hacer el baúl de su hermano James o de su pequeña hermana Lily, tenía que estar confiscando capas de invisibilidad, un mapa embrujado que siempre su hermano lograba colarlo entre sus camisetas, y por supuesto los Sortilegios Weasley que Al los consideraba cada vez más peligrosos y bobos, aunque su madre tenía un especial talento para encontrarlos.

-          Estupendo papá, le informaré a Scor de esto, lo invité a acompañarnos ya que el también se quedó sin varita cuando la perr..- se contuvo y respiró hondo- Delphini nos atacó - Harry últimamente notaba que a su hijo le brillaban los ojos de manera fugaz al nombrar a su amigo, aunque no le daba mucha importancia ya que era su único amigo, igualmente este lo vio con cara extrañada.

-          Está bien, le escribiré a Draco para organizarnos mañana – dijo su padre como si no fuera su más grande deseo escribirle al padre de su amigo.

Dicho esto el niño se fue a su habitación, al llegar al umbral se encontró con que Circe ya estaba de regreso, con una carta en su pata izquierda. Claramente un papel de notable calidad y un sello en tono plateado advertían que dicha carta provenia de la mansión Malfoy.

Querido Albus

                Lamento profundamente que te sientas solo en tu propio hogar, después de lo ocurrido creo que nuestra amistad será inquebrantable. Yo estoy nervioso también por este nuevo curso, pero no te preocupes que juntos vamos a salir de esta. Estuve escribiéndome con Rose este último tiempo y creo que me gusta mucho (por favor no se lo digas), y en cuanto a las varitas me encantaría que fuéramos juntos. Hablaré con mi padre. Dile al señor Potter que le escriba apenas le sea posible así nos veremos. Espero verte pronto.

Con cariño, Scorpius.

Como siempre su amigo lograba sacarle una sonrisa y tranquilidad a Albus incluso cuando perdía los estribos. Al releer la carta se sintió raro e incómodo cuando su amigo nombro a su prima de esa manera tan amorosa. Sin embargo nunca se había sentido de esta manera, era raro un nudo en el estomago e imágenes de Scorpius sonriéndole en su mente.

-          Después de tanto juntos creo que es normal incomodarse al pensar que mi único amigo este enamorado de mi prima – pensó no muy convencido.

Esa noche Albus durmió espléndidamente, aunque no se podía sacar de la cabeza la increíble sonrisa del rubio. Su padre lo levanto para desayunar, lamentablemente cuando se sentó a comer en paz llegaron sus dos hermanos gritando y peleando por quien de los dos llevaría la capa de invisibilidad de su padre.

-          ¡Niños ya cálmense! – sonó su madre desde el lavadero, el grito fue justo y suficiente para aplacar a las dos fieras.- Ahora a desayunar e ir preparando sus baúles, su padre y Albus irán a comprar todos los materiales de este año.

-          ¿Por qué no puedo ir mamá? ¡Este año cumplo la mayoría de edad y quiero pasar por la tienda de tío Ron! – dijo su hermano con voz caprichosa.

-          No irás, tengo muchas cosas que hacer del trabajo y la casa, tú y Lily me ayudaran. Fin de la discusión. – dijo Ginny con voz neutral y letal.

A todo esto el mediano de los Potter seguía impaciente por ver que varita lo iba a elegir, ya que la última vez no había salido muy bien. Su hermano le había dicho que ninguna varita lo querría porque era raro, y lamentablemente ocurrió, el viejo Ollivander no podía encontrar ninguna varita que encajase con él. Sin embargo termino comprando la que menos le causaría problemas. Ansiaba que esta vez, no fuera lo mismo.

Sintió a su padre poniendo su brazo en su hombro y diciendo por lo bajo – Hable con Draco, nos esperan en media hora frente a la tienda de varitas.

El moreno al escuchar esto de su padre salió corriendo a prepararse, se tropezó en el escalon y ni lo sintió. Estaba totalmente eufórico por volver a ver a su mejor amigo.

Al instante padre e hijo se aparecieron en la entrada del Caldero Chorreante, el niño se sintió descompuesto, no era la primera vez que hacia una aparición conjunta pero seguía sin poder acostumbrarse a esa sensación. Se reincorporo rápido y con su padre se dirigieron al patio del lugar. Harry toco con su varita uno de los ladrillos, de un momento a otro ya estaban en el callejón.

Se dirigieron hacia el fondo del callejón donde se encontraba la tienda, a unas tiendas de distancia Albus pudo distinguir una cabellera rubia que reconocería a kilómetros.

-          ¡Scor! – gritó el niño, haciendo a su padre brincar mientras caminaban.

-          Al, ¿Cómo estás? – respondió su amigo mientras levantaba su mano saludando, cuando de repente se vio envuelto en los brazos del mediano de los Potter.

El moreno se dio cuenta de la incómoda situación y se alejo, esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

-          Buenos días señor Malfoy – saludo al incómodo y sorprendido Draco.

-          A..Albus, ¿Cómo te encuentras? Es un gusto verte otra vez – respondió nervioso.

-          Muy bien señor, gracias.

A todo esto Harry ya se había reunido en el grupo, saludó cortésmente a los dos Malfoy. Le sorprendió la intensa reacción de su hijo al saludar a su amigo, no recordaba nunca haberse abrazado de esa manera con Ron. Los verdes ojos de su hijo miraban destellando hacia los grises del joven rubio.

-          Bueno, a lo que vinimos, ¿entramos? – comentó Scorpius ansioso y cortando toda la incomodidad generada hacia los padres.

-          Por supuesto – contesto Albus tratando de contener su emoción.

Entraron juntos a la tienda, estaba plagado de cajas de varitas llenas de polvo, algunas con telarañas. Se podía ver un pequeño mostrador, y hacia el fondo mas estantes y cajoneras de archivos.

-          ¡Oh! Señores Potter, Señores Malfoy. Han tenido inconvenientes con sus varitas, ¿no es así? – Saludo, preguntando casi retóricamente porque habían vuelto a la tienda.

-          Señor Ollivander, nuestras varitas fueron rotas y necesitamos nuevas – comento Albus algo tímido y anhelante.

-          Estupendo. ¿Por quién empezamos?

-          Scor, mejor empieza tú. – insistió el moreno, algo timido debido a su ultima experiencia ahí.

El viejo obviamente recordaba sus antiguas varitas, comentó que el menor de los varones Potter había tenido inconvenientes para encontrar la adecuada. –Fue un desafio mayor al que presentó su padre – comento el anciano. Finalmente, al quinto intento el rubio consiguió su varita ideal, una fina y bella.

-          Cerezo y nervios de corazón de dragón, once pulgadas y media, semi-rigida – comentó el anciano-. Es una varita poderosa señor Malfoy, no es común que el cerezo se una al dragón y reconozca a un compañero, sin embargo creo que sus ultimas aventuras de las cuales me he enterado han cambiado su personalidad.

-          Muchas gracias, señor Ollivander – respondió el chico orgulloso de su nueva varita.

-          En cuanto a usted – miro a Albus intrigado – está descartado por completo el pelo de unicornio, si mal no recuerdo su última varita era de pino y pluma de fénix.

-          Exacto – contesto el moreno-. Igualmente señor Ollivander, esa varita nunca me eligió, fue la que menos desastres causó en su tienda.

-          Lo sé, fue una gran decepción para mí no poder encontrar tu compañera adecuada. Pero no te preocupes, con el tiempo las personalidades cambian así como los sentimientos. Encontraremos la perfecta – se aventuró el anciano.

Ante el comentario de sentimientos que hizo el viejo el pequeño se puso rojo, no pudo contenerse. La imagen del rubio se le cruzó por la mente, ¿sus sentimientos por su mejor amigo habían cambiado?

Pasaron horas y la tienda se había descontrolado, tanto que el anciano tuvo que cerrar al público para poder estar atento a la varita de Albus. Los padres se fueron a comprar los libros y demás cosas que los chicos necesitarían en este nuevo año. Los dos amigos se quedaron juntos en la tienda mientras el moreno probaba varitas. Scorpius notaba a su amigo cada vez más afligido y recordó que le había comentado que se sentía muy solo. Lo tomo por el hombro y le susurro que ya iba a tener su varita, que no se preocupe.

El moreno se ruborizo y dio las gracias a su amigo. En ese momento su padre había vuelto con todo lo comprado. Al entrar por el portal de la tienda con el cartel de “cerrado” encontró a su hijo con su amigo a su lado, inmediatamente identifico la amargura de su hijo.

El señor Ollivander se acercó una varita un poco extraña, espino y corazón de dragón proclamó. Esta no hizo un gran extruendo como las otras pero se dio cuenta que no encajaba bien con su hijo.

-          Señor Potter, ha vuelto, no hemos podido encontrar la adecuada para su hijo. La verdad esta varita de espino es la que menos violenta ha reaccionado a él. – el anciano se veía compungido, estaba triste al no poder encajar una varita con un mago.

-          Entiendo, lo siento mucho Al. – su padre lo miro con sus mismos ojos y sonriendo de manera leve y nerviosa.

-          Disculpe mi intromisión señor, pero ¿me permitiría su varita de acebo? – Harry la saco de su bolsillo y se la extendió.

-          Si, muy bien, su varita le es eternamente leal a usted, aunque no es la única claro está…- entonces palideció.

¿Acaso Ollivander sabía que la varita de Sauco le pertenecía? No era posible, esa varita estaba guardada en el despacho de Hogwarts después de la caída de Voldemort. Harry había jurado nunca usarla otra vez así cuando el muriera de manera natural la varita perdería sus poderes y nadie sería capaz de usarla.

-          No me malinterprete señor Potter, pero creo realmente que su hijo pueda estar destinado a esa otra varita. – Albus y Scorpius no entendían nada pero escuchaban atentamente-. La varita de acebo y fénix es muy difícil que cambie la lealtad que le tiene hacia usted, sin embargo creo que usted sabe que la otra podría servirle muy bien a su hijo.

-          De ninguna manera señor, no es posible – dijo firmemente-. Al, te tendras que quedar con la varita de espino, lo siento. –el moreno miro a su padre que blandía su varita en la mano, luego volteo a su amigo y el rubio lo miró con lastima.

Entonces Albus lo entendió, su padre tenia otra varita que se la podría heredar a él, seguramente un tesoro familiar que no quería que tuviera. Seguramente se lo daría a James, que era aquel que era su favorito. Pero el viejo había comentado que la lealtad de la varita de acebo no iba a cambiar muy fácilmente pero la otra si.

-          Disculpe señor Ollivander, pero ¿Cómo cambia de lealtad una varita? – preguntó el rubio como leyendo la mente de su amigo.

-          Desarmando o asesinando a su dueño, no es necesario que la varita este presente, pero si desarma a su oponente creo que la lealtad de la varita cambiaria si no estuviera muy apegada. ¿No es así señor Potter? – Harry no lo podía creer, era tal la desesperación del anciano que quería a toda costa una varita completamente leal para su hijo.

Expelliarmus! – Albus había desarmado a su padre en plena tienda y la varita de espino le había respondido medianamente bien.

Harry se puso hecho una furia, como su hijo se atrevía a desarmarlo, entonces su cara se transformó de ira a desesperación.

-          Creo que funciona medianamente bien – comentó su hijo – Lo intentare de nuevo – Se acercó a un florero y susurró Aguamenti.- No ocurrió nada.

-          Creo señor Potter que debe ir a por la otra…- comentó el anciano.

-          ¿Esta seguro señor? No creo que sea adecuado que Al tenga esa varita, solo trae desgracias.

Entonces recordó a Dumbledore, entonces asintió después de su comentario.

-          Ahora regreso, quédense aquí – y se desapareció.

Harry volvió al rato con otra varita en la mano, dentro de un terciopelo violeta. Sin tocarla se la alcanzó a su hijo, entonces este al agarrarla unas chispas rojas y verdes saltaron.

-          ¡Estupendo! Señor Potter, ya tiene su nueva varita, por favor pruébela. – insistió el viejo.

-          ¡Reparo! – Apuntando a los baúles que habían explotado hace un rato y el anciano no había podido reparar.

Los baúles vibraron y se soldaron de manera perfecta. Al chico se le ilumino la cara, una varita que por fin le funcionaba bien.

-          La siento cálida y amable conmigo papá ¿De qué es?- Pregunto el chico.

-          Es una reliquia…familiar, cuídala bien ¿sí? Y creo que deberías averiguar por ti mismo e ir descubriendo tu varita. Por favor guardala y vayan saliendo. – Los chicos asintieron y salieron.

-          Señor Ollivander, solo permití que la tuviera porque hable con el retrato de Dumbledore y estuvo de acuerdo, solo con la condición de que Al descubriera por si mismo la varita, sin que le afectaran leyendas, que la tomara como una varita más solo que esta vez, si le sería completamente leal a él.

-          Está bien, solo le diré señor Potter que la varita que ahora posee su hijo le va a ser completamente leal y no tiene de que preocuparse, además, como sabe comparte el nombre de uno de sus anteriores dueños. Los nombres dan poder. Su secreto está a salvo conmigo, lo juro. – Le estrecho la mano y se largó.

Nunca lo vio más feliz a su hijo que aquel día, le incomodaba su manera de mirar a su amigo y le preocupaba si estaba poniendo en peligro a su hijo dándole una de las reliquias de la muerte. Obviamente no se lo iba a comentar, además se autoconvenció de que todo estaría bien.

Esa mañana tomaron un café los dos Potter y Scorpius, hasta que llego su padre a buscarlo. Se saludaron nuevamente con un abrazo.

-          Por favor, ven a visitarme a casa cuando gustes Scor – le dijo el chico con una sonrisa energética-. ¿Puede papá?

-          Por supuesto Al. Draco, si quieres Scorpius puede quedarse en casa antes del 1° de septiembre y puede ir con nosotros a tomar el expreso de Hogwarts. – el rubio mayor asintió.

-          Está bien Potter, lo llevaré hasta tu casa, además prefiero que vaya contigo (mal que me pese), antes que con mis elfos domésticos. Estaré de viaje esos días. Te enviare una carta cuando lo llevaré.

-          Está bien, Dra..Malfoy – respondió Harry tratando de devolverle con el mismo tono ironico.

Los chicos se saludaron, los padres se estrecharon la mano.

Al llegar a casa Harry le dijo a Albus que no comentara lo de la varita con la familia, y si le preguntaban que respondiera que la había comprado en Ollivader’s.

Albus acepto lo que dijo su padre, estaba tan feliz de haber visto a Scorpius y que su varita le fuese completamente leal. Lo que había extrañado al chico era porque no lo habían detenido al realizar hechizos en el local. Su padre le explico que el local del señor Ollivander tenía permitido que menores de edad realizasen magia dentro, ya que sino no podrían probar sus varitas.


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