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La magia más poderosa. por phasmatos

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Acepta lo que eres

La luces de los pasillos estaba tenue y desde lo lejos se oía el bullicio del ala oeste del castillo, todos estaban ya preparándose para el banquete de la noche. Albus estaba llegando tarde y corría a toda velocidad hacia el lugar. Su estómago rugía del hambre acumulada del día. Se había aseado y cambiado rápido, pero el motivo de su demora era que se había asegurado que su amigo Scorpius se hubiera ido antes de salir de la habitación. No quería tener contacto luego de la pequeña discusión que habían tenido, aunque reflexionando se dio cuenta que tal vez no tenia de que quejarse de su amigo, ya que él tampoco le había contado todo, en realidad si, solo que no le había dicho sus sentimientos para con él.

Esa noche tenía una reunión luego de la cena, en la que iba a ver a su padre reunido con la directora y Kingsley para discutir sus clases particulares. El chico entro con una camiseta blanca y unos jeans al cuerpo, con el pelo despeinado como de costumbre. Sus ojos verdes se encontraron con un gran comedor lleno de alumnos de distintos cursos, a lo lejos podía ver a Lily saludando con la mano extendida. El morocho le hizo un gesto con la cabeza y una sonrisa a modo de respuesta y se fue a la mesa de su casa.

Se sentó lo más apartado de la gente posible y se sirvió un poco de pimientos rellenos. Scorpius estaba a lo lejos y tenía la mirada fija en él; se lo veía triste y abatido. Cuando se inclinó a servirse un poco de jugo de calabaza apareció Gabriel McLaggen detrás de él.

-          Deja, yo te sirvo Potter –se ofrecio sentándose a su lado y acercando la jarra más cercana, el morocho respondió con una sonrisa tímida -¿Por qué estás solo? ¿Qué paso con tu amigo Malfoy?

-          Nada, solo que…nos distanciamos un poco –el chico lo miraba poco convencido.

-          Entonces ya puedes estudiar conmigo, mi padre me matara si no paso algunos exámenes este año. ¿Qué dices?

-          Bueno, está bien –contesto medio indeciso.

Gabriel McLaggen era un chico muy apuesto, medio ególatra pero buen chico. En primer año de Albus fue uno de los pocos que fue simpático con él. De hecho, no entendía porque a Scorpius le caía tan mal.

-          No sabes cuánto te agradezco, prometo que no te arrepentirás, no seré un tonto como siempre –lo miro con una sonrisa alegre, demostraba afecto y gratitud.

-          No hay de que McLaggen –respondió el morocho sonrojado.

-          Por favor llámame Gab o Gabriel, somos amigos ahora

-          Gab, está bien. Tengo que irme, pero luego hablamos ¿sí? Adiós –se despidió con una sonrisa y el chico le desacomodo su cabello aun mas con su mano en modo cariñoso.

Al retirarse del gran salón pudo ver la cara de asombro que portaba Scorpius a lo lejos, sus ojos grises centellantes apuntaban a él. Pero fue solo por un momento ya que Rose se acercó a la mesa, le dio un beso en la mejilla y se puso a conversar con el.

El morocho puso los ojos en blancos y pensó “me dan ganas de vomitar”, el comentario resultaba bastante irónico en su cabeza. Se diriguio hacia la entrada del despacho de la directora, la gárgola estaba esperando.

-          Luna llena –dijo el muchacho muy firme, la gárgola dio paso a que entrara.

Golpeo la puerta un par de veces, escucho un par de pasos. Se abrió y se encontró a su profesor de DCAO. Le dijo que esperara adentro sentado, que en cualquier momento llegaba su padre y que iba a buscar a la directora. Se sento en la silla frente al escritorio, miraba a sus pies tranquilo y cuando sintió un murmullo proveniente de los retratos.

-          Buenas noches Albus –dijo un anciano de un retrato, llevaba anteojos en forma de media luna y una túnica purpura ocurra.

-          Buenas noches profesor Dumbledore ¿Cómo se encuentra?

-          Tan bien como un retrato lo puede estar. Te veo algo compungido ¿Sucede algo? –el profesor lo miraba con interés y unos ojos amables.

-          Estoy bien, es solo que ando con muchas cosas por mi cabeza. No sé si usted querría escuchar los problemas de un tonto como yo –dijo el muchacho avergonzado, se moría con hablar con alguien además de Lily.

-          No me molestaría, en lo más mínimo. Además, no me parece que seas tonto, he escuchado que has vuelto a poner interés en tus materias y tu padre me ha contado que por fin encontraste una varita muy leal. Asique por favor cuéntame, me gustaría poder ayudar.

-          Está bien –dijo sonrojado –le contaré a grandes rasgos lo que sucede.

Allí el chico le explico cómo después de la caída de Delphini Riddle se habían vuelto más unidos con Scorpius. Como sus sentimientos habían mutado hasta algo más que una amistad. El retrato escuchaba atento y no lo interrumpía en ningún momento. Le dijo como su amigo se había enamorado de su prima Rose, y que él no podía permitirse negarle la felicidad, ya que era la persona que más quería luego de su familia. Menciono como Rose había cambiado su relación con el debido a que la supero en un duelo, ellos luego habían comenzado a salir y él había quedado solo tratando de llenar ese vacío con estudios y libros.

Una vez había terminado el anciano se posó contra el respaldar de su silla en el retrato, se tomó un momento y respondió.

-          Admiro tu fortaleza al sobreponer tus necesidades y querer lo mejor para el señor Malfoy. Pero Albus, recuerda, si no eres sincero contigo mismo, no lo serás con los demás. Debes apreciarte para que los demás lo hagan. Sé que tienes un corazón tan gentil como el de tu padre. Creo que deberías pensar bien que hacer, por lo que veo la señorita Granger-Weasley se siente sobrepasada por ti. La envidia no lleva a nada, trata de ser tú mismo y ser feliz. Te lo dice un viejo anciano, yo estuve enamorado una vez –hizo una pausa –así como tú, de un chico –el morocho miro al anciano atónito –solo espero que no sea algo del nombre claro –sonrió con suavidad –la verdad es que me entregue tanto y me olvide de ser feliz, que cuando no estuvo más en mi vida me propuse olvidarme de ese sentimiento. El amor nos hace libres, por la decepción y el miedo a amar otra vez me quede solo con todos mis fantasmas. No cometas mis errores Albus, sé que no lo harás.

-          Muchas gracias por sus palabras profesor, aprecio mucho que me haya escuchado –contesto el chico con suavidad.

-          Te pido que esta conversación quede entre nosotros, si te parece correcto –dijo el director con una mirada cómplice.

-          Por supuesto –afirmo el chico contento de haber descargado tensiones.

-          Un consejo más, no pelees con la familia, a pesar de las discusiones son aquellos que siempre velaran por nuestra seguridad –el chico asintió –muy bien, ahora quisiera hablar de otra cosa contigo Albus, me imagino que tu padre no te conto acerca de tu nueva varita.

-          No profesor, pero…acaso ¿Usted sabe algo? –pregunto el chico de manera muy curiosa.

-          Sí, pero cuando llegue el momento apropiado la descubrirás tu solo. Solo quiero decirte que lograras grandes proezas con ella. Sé que te será leal, tal como lo fue conmigo –Albus se puso pálido –veo por tu cara que no lo sabias, de hecho esa varita fue mía, tu padre me ha contado que la sientes cálida y viva ¿no?

-          Exacto, de hecho se vuelve más caliente cuando se acerca a los Thestrals –el anciano solo lo escucho y se planteó una respuesta.

-          Curioso, se ve que estabas destinado a esa varita, creo que no me equivoque en autorizar a tu padre a que la usaras. Yo la sentía fría e incomoda a veces, pero nunca me falló. Creo que lo demás lo iras averiguando tú. La directora McGonagall está por subir, creo oportuno dejar esta conversación aquí.

-          Está bien profesor, muchas gracias de nuevo –el anciano le hizo un gesto, se levantó de la silla y desapareció en la pintura.

Se escucharon unos murmullos, la profesora McGonagall entro al despacho acompañado de Kingsley.

-          Buenas noches señor Potter, disculpe por hacerlo esperar, tenía que atender un asunto en la enfermería. ¿Su padre no ha llegado aún?

-          No es molestia alguna profesora, mi padre aún no ha llegado –un fogonazo de luz verde salió de la chimenea de la profesora y Harry Potter salió con su varita en la mano vestido con una capa de viaje.

-          Buenas noches, disculpen la tardanza, Hermione me tuvo hasta tarde en la oficina. –saludo a los profesores –Buenas noches hijo, te veo muy bien –saludo a su hijo con un beso en la frente.

La profesora hizo aparecer unas sillas, tomo la palabra el profesor y relato el potencial que había demostrado su alumno en la clase de duelo.  Relato como había desviado dos maldiciones con un solo movimiento de la varita. A Harry se le congelo la sangre al escuchar eso. La directora necesitaba que quedaran expresos los temas de estas clases para que no hubiera incidentes.

El ex ministro relato y enumero los temas, los más importantes y lo que le había llamado la atención  al chico fue, el encantamiento patronus, como resistir maldiciones imperdonables, aparición, como desactivar fuego maldito entre otros. Albus estaba muy emocionado, pero sabía que iba a ser muy duro.

Harry solo aceptaría si le aseguraban la seguridad de su hijo, lo cual hicieron, la profesora puntualizo que se deberían realizar en la sala de menesteres para la seguridad de todos. Todos estuvieron de acuerdo, los sábados a las diez de la mañana se encontrarían en el séptimo piso.

Al finalizar la reunión Harry y su hijo caminaron por los corredores dirigiéndose a las mazmorras. Habia un silencio sepulcral a esas horas en el castillo, los pasillos oscuros. Albus saco su varita y murmuro “Lumos”; una luz se encendió desde la punta de su varita y pudieron caminar con más confianza, por su parte su padre hizo lo mismo.

-          Bueno Al, tengo que felicitarte, se ve que estas muy abocado a este año escolar. La profesora McGonagall me ha informado que te destacas mucho en DCAO y transformaciones –comento Harry dándole un golpe de felicitaciones en el hombro de su hijo.

-          Si, papá, muchas gracias. Me estoy esforzando mucho, creo que algún día me convertiré en auror, o al menos es lo más factible hasta ahora. Se que no soy James y no puedo destacar en Quiddich como a ti te hubiera gustado, pero estoy mejorando mucho con mi varita.

-          Nunca espere que fueras igual a James, todos mis hijos son diferentes, debo admitir que me consto más acercarme a ti, pero la verdad es que nunca me has decepcionado –le comento sonriendo –ademas, sería un gran orgullo tener otro auror en la familia, pero cualquiera sea la carrera que elijas por mi estará bien. ¿Cómo esta Scorpius? –Albus sintió que lo hubieran paralizado, pero recordó lo que Dumbledore le había aconsejado

-          La verdad es que estamos distanciados, creo que se debe a una confusión mía, pero lo resolveré. No hay de qué preocuparse, además está saliendo con Rose. Por lo tanto ya no pasamos mucho tiempo juntos –contesto sinceramente y a corazón abierto

-          Entiendo, las peleas y discusiones son normales, pero no por malentendidos o cosas tontas no van a ser amigos, las personas que nos quieren jamás nos abandonan, aun cuando no estén presentes –Harry miraba el techo mientras contestaba, luego se volvió a su hijo –trata de ser feliz Al, es lo único que nos importa a tu madre y a mí.

-          Gracias papá –se sumieron en un abrazo por unos minutos y se despidieron.

El morocho entro en la sala común, estaba todo muy oscuro pero gracias a su varita podía ver en la penumbra. Se acercó a la chimenea y prendió los troncos que se habían apagado. Luego camino hasta la habitación y se dejó caer sobre la cama. Se dio vuelta y vio las cortinas de la cama de su amigo estaban corridas. Se sentó en la cama y se dirigió hacia allí, lo extrañaba y lo anhelaba. Le costó despertarlo un poco; pero finalmente lo consiguió.

-          Al ¿eres tú? –pregunto el rubio con una voz áspera y bostezando luego.

-          Si, solo es que no quería esperar para pedirte perdón por lo ocurrido. No quiero estar peleado contigo, eres mi amigo y si tú eres feliz yo también lo soy.

-          No seas tonto Al, mañana hablaremos bien, pero puedes quedarte tranquilo que no te libraras tan fácil de mi –y le toco un costado del torso haciendo unas pequeñas cosquillas, el morocho se levantó y se encamino hacia su cama, pero luego volteo a ver a su amigo otra vez.

-          ¿Te molestaría si duermo contigo? –dijo con voz serena

-          Para nada, pero mañana nos levantemos temprano, tengo tarea que me dejo la profesora Vector –dijo el Scorpius quejándose.

-          Está bien, te ayudare –el rubio le hizo un lugar y levanto las sabanas y colchas.

Ambos se quedaron dormidos, Scorpius rodeaba con sus brazos a Albus. La felicidad de compartir nuevamente esa amistad llenaba de regocijo el alma del morocho, sonrió en medio de la oscuridad y el dio un beso sobre la mano de su amigo.


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