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HANAHAKI por Ari_123_love

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Notas del fanfic:

Esta es mi primera vez escribiendo Hurt/Comfort (que yo esté consciente de su género) , y si bien no quedó como hubiese querido. Me gustó el resultado. Seguiré practicándolo.

Era un martes por la noche, cuando le conoció. La lluvia que golpeaba con fuerza su paraguas, lo instó a trotar de regreso a casa. Pero, el chico casi desfalleciendo a los pies de la farola le hizo detener su paso.

-Oye, ¿te encuentras bien?- Se acercó lo suficiente como para colocar su mano sobre aquel hombro, pudiendo notar con horror el rastro de pétalos que había a su alrededor. -Oh no...

El chico moría.

-P-por favor...- Suplicó, tratando de sostenerse de Minho. -N-necesito...necesito...

-Ir a un hospital, es lo que necesitas.- Minho le ayudó a ponerse de pie, sosteniéndole por la cintura y pasando su brazo por sus hombros. -Ahí es donde te llevaré.

-¡No!- Pareció usar todas sus fuerzas en ese grito. -No, no puedo...Ellos, ellos la sacaran...- Su mano temblorosa apretó sobre su pecho.

Minho no pudo evitar compadecerse por el chico. No quería que le sacaran esa flor parasitaria que habitaba en su corazón. ¿Cómo podría? Ciertamente él no lo podía entender, jamás había estado en esa situación, ni siquiera había visto una. Hasta ahora

-De acuerdo, no iremos al hospital pero...- Miró hacia la calle. Su paraguas había quedado abandonado a mitad de la pasada, señalando el camino. -Vamos a mi departamento.- Indicó, esta vez no dejando que replicara aquel chico.

Tras tomar el paraguas, cubrirse ambos de la lluvia fue casi imposible. No había manera en que no terminaran algo mojados (más de lo que ya estaban), no cuando el paraguas era para una sola persona. Sin embargo, Minho trató de que el chico se mojara lo menos posible. Su condición no era nada buena, y no parecía que se pudiera remediar.

Con dificulta logró que subiera las escaleras hacia su departamento. Casi obligándole a que entrara, antes de que volviera a desmayarse. Minho hizo lo posible tratando de ayudarle a que se sentara en el sillón, dejándole sólo cuando vio que podía mantenerse por sí mismo. Si era sincero, no tenía ni un poco de idea de lo que tenía que hacer. Corrió hacia la cocina, por el botiquín de primeros auxilios. Era estúpido revisar, no había nada ahí que le sirviera para ayudar al chico, lo sabía. Pero, pudo recordar las palabras de su madre.

Nada cura mejor los sentimientos, que un té caliente y un poco de escucha.

Se dispuso a colocar agua en la tetera y ponerla al fuego, cuando escuchó de nuevo aquella tos ahogada que le había sorprendido tanto de camino a casa. Subió la mirada, fingiendo no estar viendo al chico cuando este trataba de detener su tos entre sus manos. La sangre que se escurría entre sus dedos dejó helado a Minho. Sólo así supo entender qué tan grave era la situación, cuando al apartar sus manos pudo ver la cantidad de pétalos que había en ellas, inundando la sangre. El chico estaba desahuciado.

La tetera sonó, despertándole de sus pensamientos. De ese modo se apresuró a servir dos tazas de té, llevándole una al chico de inmediato.

-Toma.- Se sentó frente al chico, observándole dar pequeños sobros entrecortados a su taza.

-Gracias...

Él intentó sonreír. Su voz estaba ronca, y parecía casi como si se estuviese rasgando. Minho intentó no reflejar el miedo que sentía hacia esa enfermedad. Aún se preguntaba, ¿cómo ese chico podía negarse a remover la flor?

-¿Te encuentras mejor?

-Algo...- La mueca en su rostro fue un indicio de que sabía exactamente cuál era su situación. -Gracias por ayudarme...- Su voz era pequeña, y en ningún momento miró a Minho a los ojos.

La lluvia repiqueteaba contra la ventana, recordando el diluvio que había afuera.

-No podía dejarte afuera.- Suspiró. -No creo que estés en condición de que salgas con esta lluvia.

El chico bajó la mirada, aún más. Se veía avergonzado, y quizás algo dolido. Rápidamente Minho pudo notar que su comentario había estado un poco de más.

-Soy Choi Minho.- Se presentó, cambiando el tema.

-Lee Taemin.- Hizo una mueca, intento de sonrisa. Se veía tan incómodo, sin dejar en claro si era por la situación, o el dolor que debía estar sintiendo dentro de su cuerpo.

-Er, yo...

-No es contagioso.- Taemin se apresuró a decir, quizás con algo de pánico.

-Lo sé.

-Bueno, no todos lo saben...- Exhaló, jugueteando con la taza. -Suelen asustarse y salir corriendo si se dan cuenta que...

Se calló. Era obvio, ¿cómo alguien no se daría cuenta cuando el chico había estado rodeado en pétalos cuando Minho le encontró bajo la lluvia?

-Estás enfermo, simplemente. Tiene cura. No hay problema con ello.- Minho sentenció.

El suspiro largo que Taemin dio casi pudo contar toda su historia. Su mirada derrotada pedía algo de piedad antes de dejarse morir. Minho se encontró sintiendo algo de compasión, pero mucha curiosidad por aquel muchacho.

-No tengo cura.- Susurró, mordiendo su labio inferior.

-¿Puedo...saber?- Definitivamente fue una gran libertad que Minho se tomó al preguntarle, dejando que su curiosidad ganara sólo por esta vez.

-¿Ah?- Entonces Taemin subió su rostro, mirándole. Se veía genuinamente sorprendido de que Minho quisiera saber su historia. Ganó color en el rostro, un poco avergonzado por el hecho de que alguien estaba interesado en saber. -Discúlpame,- se excusó- no estoy acostumbrado a que pregunten por mí.

Ese comentario hizo que el alto alzara una ceja. Al parecer el chico no retenía su información por timidez, sino porque nadie se había interesado en preguntar antes. O al menos eso fue lo que Minho percibió.

-¿Me la contarías? Digo, no quiero ser un entrometido, pero...- Suspiró. -Mi mamá siempre dice que hablar alivia los corazones.

Taemin rio suavemente, asintiendo. Con la mirada fija en el té, repasó la orilla de la taza mientras pensaba en cómo empezar su historia.

-Hyung siempre ha cuidado de mí...- Exhaló. -Creo que era simplemente natural que me enamorara de él...- Torció los labios en un terrible mohín. -Del mismo modo en que es natural que él jamás sienta lo que yo siento.

-¿Hyung?- Minho cuestionó, tratando de aclarar. -¿Te refieres a...

-Oh, no. No es lo que piensas.- Negó rápidamente con su cabeza, dejando que sus mechones mojados de cabello se desperdigaran por todo su rostro. Minho no lo entendió, pero aquel gesto le hizo sonreír, pareciéndole algo tierno. -Soy huérfano.- Afirmó, de una manera tan sencilla, que parecía irreal. -Hyung y yo estuvimos en el mismo orfanato. Él siempre cuidó de mí, él sólo tomó ese papel y no quiso apartarse de mi lado.- Exhaló. -Cuando tuvo 18, y se fue del orfanatorio, buscó un empleo, después consiguió continuar con sus estudios y...Cuando yo cumplí 18 y tuve que dejar el orfanato...- Inhaló, dejando que sus ojos se llenaran de lágrimas. -Hyung volvió por mí.- Sonrió, apartando su mirada hacia la lejanía mientras las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas. -He vivido con hyung toda mi vida, y él aun así jamás me amará de este modo.

Minho calló sus pensamientos, sintiendo genuina pena por el sufrimiento de Taemin. Ahora entendía porqué una flor estaba creciendo en su corazón.

-¿Qué fue lo que te hizo estar parado bajo la lluvia?- Porque Minho lograba entender que, la flor no tenía nada que ver con ello. Además de que, por la flor, Taemin no debía de estar exponiéndose, o podría ganar alguna otra enfermedad, ahora que estaba tan débil.

-Hyung tiene novia...-Torció los labios. -No puedo verlo juntos, o me dan ataques de tos...Supongo que son las raíces cavando profundo.- Se encogió de hombros. -No quiero que se den cuenta. Tenía que salir de ahí antes de que empezaran a sospechar.

-¿Por qué no quieres que se enteren?- Minho no quiso sonar rudo, pero le molestaba lo demasiado pasivo que Taemin parecía estar hacia su enfermedad.

El rostro de Taemin volvió a deformarse tristemente. ¿Cuánta tristeza podía caber en aquel chico? No tenía duda alguna, ahora le queda muy en claro a Minho que alguien sí se podía morir de tristeza. Estaba siendo testigo de ello.

-No lo haría, Jamás le causaría ese sufrimiento.- Negó vehemente. -No quiero que cargue con mi muerte, y que se culpe por no corresponderme.

-¿Entones qué harás cuando te quede poco tiempo?- Minho estaba más que enojado ante la actitud derrotada del muchacho, y no lograba entender por qué le estaba importando tanto.

-Desapareceré.- Le aseguró encogiéndose de hombros. -Le diré que tengo que irme, y que no me espere. Le agradeceré por todo, y me iré. Seré sólo un recuerdo en su vida, y así deseo que sean las cosas.

Había determinación en su mirada, Taemin estaba más que decidido, y al parecer nada le haría cambiar de opinión.

Minho abrió los ojos, dándose cuenta que se había quedado dormido en la sala, junto a Taemin después de haber conversado gran parte de la noche. Definitivamente, Taemin era ese tipo de personas a quién le tienes que sacar las palabras de la boca, pero Minho supuso que se debía a la flor en su corazón. Taemin lucía taciturno.

Se puso en pie, despabilándose. Recogió las tazas de té que fueron abandonadas la noche pasada, logrando así tener un corto acercamiento a Taemin. El chico temblaba. ¡Maldición! La noche pasada ni siquiera le había ofrecido una toalla para que se secara. Él mismo tampoco se había secado, y ahora lo resentía con un ligero dolor de garganta. Su madre, ciertamente, le habría regañado por ser tan mal anfitrión.

Con un suspiro corto, continuó su camino hacia la cocina. Dejó las tazas en el lavaplatos, con la promesa de lavarlas después de haberse dado un baño. Le dolía la espalda, sin duda alguna por haberse dormido en el sofá. Torció los labios, mirando sobre su hombro al chico dormido en el reducido espacio. Él realmente debió haber estado cansado como para no haber despertado ya. Se apuró a su recámara, tomando una manta del closet y regresando a la sala para cubrir a Taemin.

Tras un baño rápido, preparó el desayuno, manteniéndose atento hacia su invitado. Minho sabía que sentía algo triste por ese chico, sin embargo le quedaba en claro que no era lástima. Era algo más profundo, que le molestaba. Impotente. Así se sentía. Tras oír la historia de Taemin, saber que ni él, ni nadie, podrían hacer algo por su existencia, le molestaba. Taemin se encontraba más que dispuesto a morir a estas alturas. Exhaló, sirviendo el desayuno.

-Hey, despierta.- Le llamó suavemente, acercándose lo suficiente como para poder tocar su hombro y tratar de despertarle. –Desayunemos.

Minho contuvo el aliento por un segundo mientras veía los ojos del chico revolotear hasta abrirse por completo, examinando su alrededor. Pasaron de una ligera confusión, a la triste decepción con la que miraba siempre. Un nudo se apretó en el estómago de Minho, sintiendo súbitamente que quería protegerle.

-Buenos días.- Le sonrió, esperando poder darle un rostro amigable. -He preparado el desayuno, ¿te apetece?

Taemin miró a su alrededor, fijándose por último en el chico mayor. Asintió, sentándose en el sofá para poder terminar de despertarse. Se frotó el rostro con ambas manos, suspirando. Recordar dónde estaba, y por qué estaba ahí soló le hacía sentir dentro de su pecho una comezón antecesora a su acostumbrada tos. Se puso en pie, siguiendo al chico alto hasta la cocina.

-Gracias.- Se sentó frente al plato que Minho le sirvió. -Lamento haber sido una molestia, no fue mi intención quedarme dormido y…

-No te preocupes.- Minho le interrumpió. -Te veías cansado, lo necesitabas.- Hizo de menos la situación. -Además, yo también me quedé dormido. El clima estaba perfecto para quedarse dormido.- Le guiñó un ojo, aligerando el ambiente.

Taemin sonrió, sin ser capaz de reír pero sintiéndose mejor con el comentario dicho.

-Aun así, gracias, por la comida.- Insistió.

-Mi mamá siempre dijo que una comida compartida se disfruta mejor.- Minho se limitó a encogerse de hombros.

-Tú mamá suena muy agradable…- Suspiró. -Debe ser genial.

Oh no, Minho cayó en cuenta que hablar de su madre tal vez no era buena idea. Revolvió las cosas en su plato, algo incómodo sin saber qué decir. Después de todo, seguía estando ante un extraño. Un extraño que le removió los sentimientos de protección desde que entendió su situación.

-Entonces…¿qué piensas hacer hoy?- Trató de iniciar una nueva conversación, esperando hacer que Taemin tuviera sus pensamientos en otro lado.

-Uh…Debo de ir a trabajar.- Chasqueó la lengua, bajando la mirada al plato.

-¿Trabajo?- Cuestionó.

-Si…Es una cafetería a unas cuadras de aquí.- Torció los labios. -Tengo el turno de la tarde.

-Bien, entonces te acompañaré.- Minho afirmó.

-¿Ah? ¿Por qué?- Y al fin, desde que hubo despertado, Taemin alzó la mirada para ver directamente a Minho. -¿Por qué harías algo así?

Minho sonrió, encontrando fascinante el color oscuro de los ojos del chico. Su cabello igual de negro se encontraba revuelto, y aun así se veía como si no importara. Era simplemente una imagen digna de ver.

-Ayer te veías realmente mal, sólo quiero asegurarme que estés bien.- Fue sincero.

-¿Harías eso por un extraño?- Frunció los labios, pensando. -No lo entiendo.

-Si te he ofendido, lo lamento.- El alto se apresuró a ofrecer disculpas, pensando que tal vez el mostrarse así de interesado llevaría a que Taemin pensara mal.

-No, no es eso…- Taemin negó con la cabeza. -No entiendo, por qué eres tú eres tan amable, pero no hay más personas así…Un poco de esa amabilidad hubiera sido buena en el orfanato.

-¿Acaso te trataban mal?- Minho hizo un gran esfuerzo para no alarmarse.

-No, pero no hay muchas personas que deseen adoptar…Apuesto a que si hubiera más amabilidad en el mundo, a más personas les interesarían los niños huérfanos.

La pequeña nota de resentimiento que hubo en su voz no pasó desapercibida a oídos de Minho, calándole. No podía evitarlo, pero desde que había conocido a Taemin algunas horas atrás, empezó a ver su propia vida desde otra perspectiva.

Siguieron comiendo en silencio, y después de eso Taemin le pidió a Minho permiso para usar su baño. Minho no pudo negarse, la ropa de Taemin seguía húmeda de la noche pasada, claramente necesitaba un baño caliente. También buscó algo de ropa que pudiera prestarle, para que no tuviera que estar con la incomodidad de ropa húmeda todo el día.

Y como lo prometió, Minho acompañó a Taemin hasta la cafetería en donde trabajaba. Le vio saludar cortésmente a su jefe, pasando tras el mostrador y colocándose el delantal que lo identificaba como trabajador de ahí. Minho se sentó en la barra a un lado del mostrador, observando cómo Taemin rápidamente se ponía a preparar café con una máquina demasiado elaborada. No dijo nada, ni le interrumpió, dejándole hacer su trabajo por largos minutos, hasta que la clientela bajó lo suficiente como para darle al muchacho uno momento en el que pudo prestarle atención a la presencia de Minho.

-¿Vas a quedarte aquí todo el día?- No fue grosero, de hecho hubo un poco de tentativa en su voz, como si quisiera saber hasta dónde llegaría Minho con su presencia.

-Así es.- Le sonrió, fascinado con la eficiencia que Taemin demostraba. El chico podía estar muriendo, y estar resignado a ello, pero definitivamente no estaba dejando que su vida se cayera a pedazos como cualquier otra persona lo haría.

-¿No tienes que estar en otro lado? ¿No estudias?- Una pequeña sonrisa de mofa brotó en los labios de Taemin, apoyándose sobre la barra.

-Pero sí parece que eres un mocoso ahora, así que estas mostrando tus verdaderos colores al fin.- Minho se quejó dramáticamente. –Tengo mis horarios de clases acomodados de cierto modo, en que me quedaron los miércoles libres.- Se encogió de hombros. –Así que puedo estar aquí todo el día, haciéndote compañía.

-¿Por qué harías algo así?- Frunció el ceño, genuinamente confundido. –Me has ayudado desde anoche, y realmente no lo entiendo.

Minho tampoco lo entendía. Simplemente, desde el momento en que le vio en medio de un cúmulo de pétalos de flores, considerándole la imagen más hermosa y desgarradora que jamás vería, decidió preocuparse por él.

-Ayer te veías muy enfermo. Hoy claramente estás mejor.- Señaló, puesto que Taemin no había tosido ni una sola vez desde que despertó. Tal vez su condición no estaba tan mal, como Minho imaginaba. –Aun así, ayer te mojaste, y puede ser perjudicial.

Taemin rodó los ojos, exhalando.

-Si vas a estar aquí, ocupando un espacio, al menos consume algo ¿quieres?- Le mostró la lengua, demostrándole a Minho que poco a poco se estaba a empezando a abrir con él.

Eso volvió llevar a Minho a su pensamiento de que, Taemin no era abierto porque a nadie le había importado antes que lo fuera. De hecho, las veces en que no le miraba al hablar, eran las que estaban relacionadas con la flor en su pecho. Todo eso, era parte de un cuadro que Minho quería llegar a conocer a profundidad. ¿Quién es aquel chico que asistió la noche pasada, y por qué es así?

Minho se quedó todo el turno, hablando con Taemin cada que este tenía tiempo. Es interesante lo mucho que dos personas pueden llegar a conocerse en pequeñas charlas de cinco minutos. Minho habló sobre lo que estaba estudiando, y sus mayores hobbies, como los deportes que tanto amaba. Taemin le contó de su gusto por la repostería, y también su interés en los videojuegos y mangas. Así las horas corrieron, dejando que la tarde bajara hasta volverse color anaranjado en un día tan limpio tras las lluvias de la noche anterior.

El turno de Taemin llegó a su fin, del mismo modo en que empezó a hacer ciertos ruiditos con la garganta que pronto se descubrieron e intentos de querer ahogar aquella tos que crecía rápidamente. Taemin dejó su delantal en el pequeño casillero que tenía, saliendo rápidamente de la cafetería. No quería que nadie le viera toser aquellos pétalos de color rosa. No se dio cuenta que Minho le siguió, descubriendo que los sentimientos de Taemin se manifestaban en esa tos, cuando su mente no podía distraerse en nada más.

-¿Estás bien?- Le tocó el hombro, esperando a que el menor recuperara el aliento.

-…Yo…- Taemin apretó sus manos contra su boca, sin querer dejar que Minho viera el desastre sanguinolento entre sus dedos.

-No te preocupes por eso, ya te dije que sé que no es contagioso.- Le aseguró, tranquilizándole. Cuando logró obtener de nuevo la mirada de Taemin, le ofreció una servilleta que había tomado de la cafetería antes de salir. Dejó que Taemin se limpiara las manos y la boca, deshaciéndose de los pétalos y la sangre, antes de preguntarle. -¿Qué ocurrió? Habías estado tan bien y entonces…- Señaló el recorrido que Taemin hizo para que nadie más le viera toser.

-Entonces recordé que tengo que volver a casa, y que no puedo soportar verlos compartiendo la cena y…Yo…- Una mano en su pecho, y la otra sobre su boca, le ayudaron a no ensuciar todo a su alrededor mientras otra ola de pétalos le asfixiaba.

Minho estuvo ahí, observándole vomitar sus sentimientos en aquella servilleta. Un amor no correspondido puede ser de lo peor, y eso hacía que Minho se cuestionara si alguna vez querría enamorarse con aquella intensidad.

Cuando el ataque de Taemin terminó, se deshizo de la servilleta sucia, ofreciéndole otra para que tuviera algo por si volvía a escupir sangre. No podía evitar preocuparse, y estaba empezando a dejar de cuestionarse por qué, y empezando a asustarse.

-Sabes, si no quieres volver a tu casa aún, podemos regresar a mi departamento.- Ofreció, sintiendo el alivio de Taemin al ver su mirada.

-¿No te molestaría? No tienes que apiadarte de mí, por más amable que seas. Puedo encontrar algún lugar a dónde ir hasta que sea seguro para mí volver a casa.- Rápidamente respondió. Aunque, siendo sincero, se sentiría más cómodo en un departamento calientito a una banca de un parque mientras la noche cae.

-No es molestia, lo ofrezco sinceramente.- Y eso le asustaba. -Podemos hacer una pijamada, si gustas.

-¿Una pijamada?- Cuestionó. -Jamás en mi vida he estado en una pijamada.

Oh gracias al cielo, Minho distraería a Taemin con eso. Tal vez podría distraerle lo suficiente como para evitar algún otro ataque de tos, e incluso le haría pasar una agradable experiencia que debió tener de niño. Le miró, descubriendo que debía de haber tantas cosas que Taemin desconocía por haber crecido en un orfanato, y que incluso ahora con el tiempo contado jamás llegaría a conocer. Tal vez sería bueno enseñarle un par de esas cosas.

-Vamos a tener la mejor pijamada del mundo.- Le aseguró. -Comeremos palomitas y dulces, veremos películas, puedes ensañarme a jugar videojuegos, y estar despiertos toda ña noche…

-¿Toda la noche?- Por un segundo los ojos de Taemin brillaron, al saber que tal vez no tenía que volver a casa. -No, no puedo. Hyung me ha de estar esperando, e incluso Jessica debe de estar preocupada.

La respiración de Taemin cambió, a una más difícil, como si tuviera que buscar algún espacio en sus pulmones, donde no hubiese raíz alguna, para que el aire cupiera.

-Ey, no te preocupes sí. Puedes llamar a casa y decir que vas a pasar la noche fuera, en casa de un amigo.- Colocó sus manos en los hombros del chico. -Y entonces tendremos una pijamada muy divertidad. Y mañana temprano te acompañaré a casa.

Taemin rio, cubriéndose esta vez la boca por vergüenza.

-Me estás tratando como un niño.- Resongó.

-Oh, yo, bueno…- Minho apartó su rostro, sin saber si confesarle sus pensamientos. -Es tan sólo que imagine todas las cosas que no viviste de niño y…

-No lo entiendo.- Taemin le interrumpió, esta vez poco consternado con la manera de proceder de Minho. -Pero, presiento que vas a seguir haciendo cosas que no entiendo, ¿cierto?

Alivio fue lo que respiró el chico alto l saber que no le había ofendido.

Taemin mordió su labio inferior, subiendo las escaleras hacia la pequeña casita dúplex que compartía junto con una pareja de ancianos que vivían en el piso inferior.

-¿Vas a seguirme hasta que entre?- Miró hacia atrás, encontrándose con que Minho estaba más cerca de lo esperado. -¿Por qué no puedes ser un desconocido normal y simplemente dejarme volver totalmente inseguro a casa?- Rio por lo bajo, escondiendo su ansiedad.

-Después de la paliza que me diste jugando videojuegos, creo que ya puedes decir que somos amigos.- Se negó a moverse. -Además, soy responsable de que no hayas vuelto a casa anoche.

-De acuerdo…- Suspiró abriendo la puerta. -Estoy en…- Sea lo que sea no estuvo preparado para el abrazo asfixiante en el que fue envuelto.

-¡Taemin ah! ¿Dónde rayos estuviste? ¡Dos noches! Te fuiste por dos noches, sin decir a dónde, sin avisarme siquiera que ibas a salir. Y entonces sólo llamas y dices que estuviste en casa de un amigo. ¿Qué clase de excusa crees que es esa?

Minho miró con asombro como aquel hombre aplastaba a Taemin entre sus brazos. Él estaba ahogándolo en preguntas llenas de afecto y una obvia preocupación. A Minho no le quedó duda de que él debía ser de quién Taemin estaba enamorado, y por quién estaba sufriendo de una flor en su corazón. Se sorprendió al escuchar un gruñido, antes de darse cuenta que Taemin fue rápidamente jalado detrás del cuerpo de aquel hombre.

-¿Quién eres? ¿Por qué estás detrás de Taemin?- Gruñó con recelo. -Él ya está en casa, no creas que puedes asaltarle aquí tan descaradamente.

Oh…

-No hyung, te equivocas.- Taemin intercedió. -Él es mi amigo, con quien me quedé a dormir estos días.

-¿Qué?- Se giró, mirando a Taemin. -¿Y eso significa una mejora? Sigo sin tener idea de quién es él, Taemin. ¿Desde cuándo lo conoces? ¿Cómo sabes que no quieres hacerte daño realmente?

-Hyung.- Taemin gimoteó. -Por favor, él no me haría daño.

-Conocí a Taemin hace poco.- Minho decidió que tal vez debía contar la verdad. -Él estaba bajo la lluvia, y le llevé a mi departamento para que no se mojara. Así nos conocimos.- O tal vez no toda la verdad. -Taemin tenía algo de gripa, y no quiso volver y contagiarlos.- Mintió.

-Oh dios, Tae, ¿estás bien?- El hombre se giró, sosteniendo el rostro de Taemin. -¿Debemos ir al hospital?

-No, estoy bien.- Negó. -Minho me dejó quedarme con él.

-¿En serio estás bien?- Insistió, revisando rápidamente el estado en el que Taemin volvía. –De acuerdo, pero no creas que me quedo muy tranquilo con esto.- Entonces se giró, aun manteniendo a Taemin detrás de sí. –Gracias por cuidar de mi hermanito, no tenías por qué. Soy Lee Jinki.- Se presentó.

-Choi Minho.- Asintió.

Desde dentro de la pequeña casita se escucharon varias cosas cayendo, y después a una mujer diciendo lo siento repetidamente.

-Jessica…¿está aquí?-Taemin se tensó rápidamente, y Minho pudo notarlo. -¿N-no de-bería estar trabajando?

-Ella estaba igual de preocupada que yo, Taem.- Jinki exhaló. –No nos dimos cuenta en qué momento de la noche te fuiste, y no regresaste hasta dos días después.

Taemin soportó la respiración, sintiendo aquella conocida punzada en su corazón, mientras la comezón  de las raíces poco a poco le empujaba a toser. Trató de evitarlo lo más que pudo, y cuando sintió que ya no podía más, que su boca estaba llena de pétalos, otra servilleta le fue ofrecida. Subió la mirada, descubriendo que Minho había llegado hasta su costado, dándole pequeñas palmadas en la espalda. Tomó la servilleta, cubriéndose la boca, para que nadie lograra ver los pequeños pétalos, y gotas de sangre.

-Ya está, Taemin.- Minho susurró, tratando de ayudarle. –Debes tratar de sacarlo por completo de tu sistema.- Insistió unos segundos más, hasta que Taemin dejó de toser.

-Gracias.- Su voz ronca se hizo notar.

-Taemin, no estás bien. Debemos ir con un doctor.- Jinki insistió.

-Creo que lo que Taemin necesita, es descansar.- Minho intercedió. –Estará mejor después de dormir un poco.

-Así es.- Taemin confirmó. –Sólo debo dormir un poco, quizás tomar una pastilla y beber muchos líquido.

-No lo sé, Tae. Es mi responsabilidad si algo te llegara a pasar…

-Ya soy un chico grande, hyung.- Insistió. –Puedo cuidar de mí mismo

Minho sonrió, a pesar de sentirse destrozado por la manera en que Jinki actuaba con Taemin. Sí, podía verlo ahora. Taemin se había enamorado de alguien que sólo le miraba como un hermano más. Ese amor estaba destinado a morir desde el primer instante, y había seguido su camino convirtiéndose en una flor creciente dentro del corazón del chico. Sus raíces día con día invadirán sus pulmones, y tal como va, en cualquier momento los pétalos que tose serán tantos que le terminarán por ahogar. Y ahora parecía entender también por qué Taemin no pensaba decirle nada de su enfermedad a aquel hombre.

-¡Hey Minho!- Taemin saludó alegremente, terminando de limpiar la barra. -¿Qué haces por aquí?

-Esto es una cafetería, ¿no? Puedo venir a comprar café.- Minho se burló, recibiendo un golpe con el trapo que Taemin había estado usando. -¡Hey! Mocoso grosero.

-¿Cómo puedes llamarme mocos, si sólo soy unos años menor que tú?- Rio, dándole la espalda para poder preparar el café que normalmente Minho pedía. –Ya en serio, ¿a qué viniste?

-A verte.- Por supuesto. Desde el momento en que Minho se empezó a preocupar por el chico, decidió que sería su mejor confidente. Y así, poco a poco había ido aprendiendo los pequeños detalles que formaban cada parte de su existencia. Taemin no estudiaba, porque sabía que le quedaba poco tiempo como para empezar algo y dejarlo incompleto. Incluso, sabía que de excusa le dijo a Jinki que simplemente no sabía qué hacer de su vida aún. Se consideraba a sí mismo, el guardián de los secretos que Taemin acumulaba.

-Si vas a estar aquí, al menos sé bueno conmigo.- Se quejó, dejándole la taza llena de café, y un intricado patrón de crema en ella.

-Oh, eso pretendo.- Movió las cejas, fingiendo ser sugerente. -¿Quieres ver algo?

Taemin se cubrió la cara, evitando reír ante las palabras de su amigo,

-Estás siendo raro de nuevo.- Se burló. –Y estás en un lugar público, por favor Minho.

-No te preocupes, no es nada de temer.- Rio. –Mira.- Entonces sacó de su chaqueta un par de entradas para un concierto. –Recuerdo que me dijiste que no habías ido nunca a un concierto.- Sonrió al ver que Taemin se descubría el rostro para mirar con curiosidad el par de entradas. –Estás son de mi banda favorita, así que tengo- revisó la hora en su celular- unas 78 horas para volverte fan de ellos. Iremos a ese concierto, y tú te divertirás.- Le aseguró.

Ese era el asunto, quería que Taemin se divirtiera, lo que quedara de su vida. Porque había conocido al chico que podía llegar a ser. Taemin no se quedaba a llorar lo injustas que eran las cosas. Las comprendía y asimilaba, aceptando que a veces no se puede hacer nada. Sin embargo, cuando había algo que hacer, él era el primero en alzar la voz por una mejora. Taemin reía siempre que tenía la oportunidad, mostrando esa bonita sonrisa que tenía, y lloraba sólo cuando su corazón no podía soportar el peso de la flor que llevaba en él. Taemin era especial para Minho, y eso le asustaba.

-Gracias Min…- Taemin resolló. -La mayor parte del tiempo no entiendo por qué haces las cosas, pero no tienes idea de lo muy agradecido que estoy contigo.- Le abrazó por encima de la barra que los separaba. –Te adoro.

La sonrisa que se formó en el rostro de Minho, al escuchar las palabras del menor, no fue algo más que su sentencia de muerte.

Minho miró con un poco de aprensión a Taemin. El chico se había divertido gran parte del concierto, hasta que se vio interrumpido por un ataque de tos. Minho se dio cuenta en todo momento, su tos había brotado a mitad de una canción de amor no correspondido. Pero, también había notado que sus ataques eran cada vez más seguidos, incluso en ocasiones que no evocaban nada a la memoria del chico.

Así que habían regresado antes de que el concierto acabara, Taemin disculpándose cada tanto tiempo, por haber interrumpido así la noche. Minho se limitó a sonreír, ofreciéndose como siempre a acompañarlo a casa. La noche les cobijaba, incluso en el momento en que los escalones se terminaron, dejándoles frente a la puerta. Minho alargó su mano, tocando la mejilla de Taemin. Su corazón se aceleró, como lo había estado recientemente. Sólo tenían unos pocos meses de conocerse, pero ciertamente ya sabían todo el uno del otro. Y Minho se encontraba cada vez pensando un poco más en Taemin. En sus ojos oscuros, o en el lunar de su nariz. Ciertamente, también pensaba en ese bonito par de labios que…

La puerta se abrió de golpe, haciendo que ambos saltaran de susto.

-Taemin, ya estás en casa.- Jinki fue serio.

-Oh hyung, me asustaste.- Taemin suspiró.

–Creí que tu concierto iba a durar más tiempo. ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Yo…- La mirada del chico corrió hacia Minho, quien se limitó a encogerse de hombros. Minho seguía en contra de que le mintiera al hombre. –Me sentí mal, así que Minho me acompañó de regreso a casa.

-¿Te sentiste mal?- La facha de hombre serio se cayó, dejando al típico hermano mayor preocupado. –Taemin, te has estado sintiendo mal últimamente, creo que deberías ir al doctor. Sin excusas.

-De acuerdo…- Mordió su labio inferior. –Prometo ir al doctor.

-Ve a descansar, Taeminnie.- Jinki le sonrió. Y justo cuando Taemin desapareció tras la puerta, Jinki se giró hacia Minho. –Quisiera saber qué pretendes con mi hermano.

A Minho ciertamente le sorprendió esa pregunta. La mayor parte del tiempo Jinki actuaba como el hermano mayor de Taemin, así que no comprendía cómo era que el lindo chico se había enamorado tan perdidamente de él. Pero entendía que era algo que jamás comprendería. Sin embargo, podía tomar ventaja de eso.

-No tengo razón alguna para responder a eso.- Se encogió de hombros, girándose dispuesto a bajar las escaleras.

-Taemin es mi responsabilidad, y no permitiré que le hagas daño. He visto cómo los miras.

Un escalofrío recorrió la espalda de Minho, girándose sobre sus talones.

-Taemin no es tu responsabilidad, porque no es tu hermano. Él, además, ya es un adulto capaz de considerar a sus amistades. Y, lo que pretenda con él, o no, es algo que sólo nos atañe a Taemin y a mí. Le dejó en claro. –Taemin es especial para mí, así que no me alejaré de él sólo porque has decidido interpretar el papel del hermano mayor celoso.- Mordió su lengua, evitando decirle lo muy dañino que era para Taemin.

Taemin miraba enfurruñado a Jessica, mientras ella preparaba la cena. Detestaba que de un tiempo a la fecha, Jinki y ella no se separaban por nada del mundo. Gruñó molesto, sintiendo fastidioso la manera en que la mujer tarareaba al cocinar. Hizo suficiente ruido, como para que ella se diera cuenta, e incluso se incomodara.

-Taemin ah…- Le llamó, tratando de ser dulce. -¿Hay algo que te moleste?

-No.

Respondió secamente.

-Sabes, puedes invitar a Minho a cenar.- Fue condescendiente, porque sabía que el malhumor constante de Taemin parecía más a una rabieta de un niño. Y porque siempre que Minho estaba con él, Taemin no estaba de mal humor; después de todo Minho le prestaba constante atención.

-Sabes, creo que sí. Lo llamaré.- Taemin se paró de la silla en donde estaba, para llamar a Minho y rogarle que le acompañara en esta molesta situación familiar.

Y la situación familiar sí fue molesta. Mientras que Jinki reprobaba la presencia de Minho en la cena, por no ser parte de la familia. Taemin se irritaba más y más por los gestos de cariño que Jinki y Jessica compartían. Entonces Taemin empezaba a jugar con Minho, haciendo que Jinki se molestara más con la presencia del chico alto. La tensión no resistió más, cuando Jinki encontró particularmente molesto el que Minho susurrara algo al oído de Taemin, haciendo reír bobamente por lo bajo.

-¡Basta! Esta es una cena decente.- Le reprochó a Taemin. –Lo menos que puedes hacer es mantener a raya a tu invitado, ¿no lo crees?

-¿Disculpa? ¿Tienes algún problema con Minho?- Replicó

-A decir verdad sí, me molesta que esté aquí. ¿Qué no ves que su presencia es irritante?- Jinki se quejó, sin importarle que Minho estuviera presente.

-¿Irritante? ¡No tienes idea de lo que es irritante!- Explotó, poniéndose de pie. -He tenido que soportar todo este tiempo el que…

Taemin se calló, abriendo los ojos enormemente y cubriéndose la boca. Minho supo en qué momento exacto Taemin dejó de respirar, segundos antes de salir corriendo hacia el baño. No le importó saber qué estaban pensando Jinki y su novia, salió corriendo detrás del menor hasta verle arrodillado frente al baño, vomitando trozos de flores. Se talló el pecho, sintiendo una extraña incomodidad, al ver que la flor dentro de Taemin había empezado a crecer tanto que pequeñas flores ya eran las que salían de su cuerpo. Se sentó a su lado, cerrando la puerta tras de sí, dándole ligeras palmadas en la espalda para que terminara de sacar aquellas molestas flores, y pudiera respirar de nuevo.

-Listo, ¿estás mejor?- Le preguntó, ayudándole a limpiar la sangre que le escurría por las comisuras de los labios. –Estuviste soportándole por mucho rato.

-Estoy bien…

-No me mientas Tae, no a mí.- Le rogó. -Ellos realmente te deben hacer sentir mal. Nunca habías tosido tanto.

-No es su culpa…- Gimoteó. –Es mía, por no poder dejar de sentirme así…

Las lágrimas le invadieron, dejándose envolver por el abrazo en el cual Minho le había encerrado. Lloró poco, pero sólo lo suficiente para desahogarse.

-Nunca será tú culpa, enamorarse no es un acto de culpabilidad.- Minho le susurró, tratando de calmarle.

Minutos más tarde, y tras haber limpiado, al fin destrabaron la puerta del baño, a la espera de un muy preocupado hermano mayor.

-¡Taemin! ¿Qué te ocurrió? ¿Estás bien?

-Si, hyung. Sólo me sentí mal.- Exhaló.

-Te has estado sintiendo mal muy amenudo. ¿Ya fuiste con el doctor, cómo te pedí?- Le miró severo.

-Yo…- Y Taemin no pudo mentir. -No.- Bajó el rostro.

-Bien, te acompañaré. Pondremos una cita cuanto antes, para que alguien pueda decirnos qué es lo que pasa contigo.

-¡No!- Taemin se apresuró. -Por favor no…- Suplicó, sintiéndose demasiado cansado, como para continuar con la mentira. Pero tampoco habló, porque estaba tan decidido a no lastimarle con la verdad.

-Taemin quiere decir que no es un niño, él puede hacerse cargo de sí mismo.- Minho exhaló. -Ya ha puesto la cita con el médico, no tienes por qué tratarlo como un niño.

-¡Es un niño!

-¡No! No lo es.- Minho gritó. -No te quieres dar cuenta de eso, pero Taemin dejó de ser un niño hace tiempo. No lo trates como un niño, ni lo quieras cuidar como a tu hermanito. Él no es tu hermano.

Minho debió haber visto venir el golpe que recibió, pero ciertamente no lo esperaba. Era tan sólo que, estaba cansado de ver cómo la ceguera de Jinki ante Taemin estaba arrastrando al chico a su muerte prematura. Daría todo, porque Jinki pudiera despertar de ese tonto sueño de la familia perfecta que tenía, para que así pudiera corresponder los sentimientos de Taemin, y que su corazón sanara. Aunque eso implicara, que aquel dolor que estaba sintiendo en su propio pecho fuera eterno.

-Lárgate de mi casa.- Jinki le exigió.

-Hyung…- Taemin le rogó. -Por favor, Minho es mi amigo.

-Lo siento Tae, pero es por tu bien. No quiero que vuelvas a verlo.

Minho apretó la mandíbula, yéndose del lugar sin despedirse del chico.

Minho miró a Taemin, sintiendo cómo poco a poco el dolor en su pecho se apagaba. Se supone que no debían verse, pero Taemin siempre que lo necesitaba buscaba refugio en su departamento. Siempre alegaba que Jinki y Jessica estaban más insoportables que nunca, que se asfixiaba con el amor que se profesaban tan seguido. Y Minho, sintiéndose su propio caballero de armadura plateada, le daba refugio y un hombro en el cual llorar.

Pero no esta vez. Lo podía notar, era más como si Taemin tuviera algo en mente, y quisiera discutirlo.

-Min, ¿sabes qué es el amor platónico? El verdadero, quiero decir. No la forma en que todos lo usan.

Minho pensó, recordando aquel curso pequeño de filosofía que llevó en el bachillerato.

-Sí.- Sonrió. -Es amar, desde lo más puro. Se ama lo físico, pero también el pensamiento, se ama a cada pequeño trozo que compone ese algo. Porque ese algo es bello; esa belleza que implica más que lo banal. Es amar la belleza de la existencia, y la razón de su existencia. Va más allá que el amor romántico, o el amor sexual. Es amor sincero.

Amar la idea que Taemin era en el mundo de las ideas.

Taemin sonrió, complacido con esa respuesta. Tomó la mano de Minho, asintiendo.

-Minho, eres mi amor platónico.

Si bien, el pecho de Minho dolió, también se encontraba feliz. Por el simple hecho de que a pesar de su enamoramiento hacia alguien más, Taemin le había dado espacio en su corazón, con un sentimiento tan bello.

-También eres el mío…

Y un poco más.

-Min.- Taemin mordió su labio inferior. -Hay algo que, quiero pedirte. Y sé que sería extra limitarme. Tienes todo el derecho a negarte. Yo, sólo…

-Lo que sea, puedes decírmelo.- Le ánimo.

-Soy un adulto joven, y a pesar de esto,- Se apretó por encima del corazón. -mis otras facultades mentales están bien. También cómo podrían estar las facultades mentales de un adulto joven.- Murmulló, dándole vueltas al tema. -Lo que quiero decir es, que quiero experimentar algo. Tú siempre me has ayudado a conocer las cosas que me faltaron de pequeño, pero ahora quisiera qué…- Inhaló hondo. -Quiero que tengamos sexo.

Minho se quedó callado, pensando en la petición del menor. Entendía que Taemin quería experimentar todo antes de morir, antes de morir, y que si se lo estaba pidiendo era porque su presencia había sido constante en los demás eventos donde Taemin experimentaba algo nuevo. Su corazón latía feliz, a pesar de aquel dolor sordo de saber la verdad, en donde Taemin sólo le pedía esto para poder experimentar a través de él lo que jamás podría experimentar por sí mismo en el futuro.

-Sí.

Respondió, cortando todas las palabras de fondo que Taemin repetía, diciendo que no tenía por qué sentirse obligado, y qué lamentaba hacer tal pregunta insensata.

-Sí, Taemin. Hagámoslo.

-¿De verdad?- Sus ojos se abrieron grandes, antes de sonreír. -¡Gracias Minho! Eres el mejor. De verdad, sólo te lo podía pedir a ti, eres en quien más confió. Gracias, gracias, gracias.- Repitió, abrazándole.

-Hagámoslo ahora, Taem.- Sugirió, con la voz ronca, alejando a Taemin del abrazo para poder mirarle a la cara.

-D-de acuerdo.- Suspiró, asintiendo.

Tomados de la mano, Minho le guió hasta su recámara. El silencio les rodeaba, pero no era precisamente incómodo. Sin soltarse la mano, se sentaron en la cama sin ningún rastro de querer cambiar de opinión. Minho se acercó primero, besando por primera vez los labios del menor. Era mejor de lo que imaginó, suaves, pero no tanto. Carnosos, y con el ligero sabor de un dulce salado. Fue un beso largo y suave, que al terminar se convirtió en una serie de besos rápidos y suplicantes. Recostó al chico, atrapándole bajo su cuerpo mientras le distraía con besos. Pensó que tal vez podría estar aprovechándose, al recorrer con sus manos el cuerpo de Taemin con la misión de deshacerse de su ropa. Tardó en darse cuenta que Taemin hacía lo mismo con él. Tocaba con curiosidad, terminando por atreverse a pasar debajo de la ropa, empujándola lejos.

Cuerpo a cuerpo, se tocaron, y acariciaron por un largo rato. Hasta cansarse de la anticipación.

-Date la vuelta.- Minho ordenó con voz ronca, sintiendo un tirón en su vientre bajo al ver que Taemin obedecía. Empujó la espalda del chico contra el colchón, acomodando la posición en que el cuerpo de Taemin debía de estar. -Oh Tae…- Jadeó, excitado de pensar que esta era la primera vez del chico, y que la estaba compartiendo con él.

Acarició el par de nalgas, jugando a apretarlas y masajearlas. Taemin tenía un culo pequeño, pero era adorable, como todo en él. A Minho definitivamente le gustaba. Se abrió paso, hasta ver el anillo de músculos apretado. No dudó, pasando su lengua por encima, escuchando con singular alegría el respingo que Taemin dio ante la sorpresa. Volvió a hacerlo, jugando con su entrada, sólo lo suficiente para calentar y suavizar las cosas. Todavía faltaba mucho antes de poder penetrarle, y disfrutaría el camino hacía ahí.

-Min-Minho.- Taemin jadeó. -M-mi panta-lón…- Lloriqueó, hundiendo su rostro en la almohada bajo su rostro.

Minho suspiró, alejándose del chico sólo para buscar aquello que Taemin debía tener en su pantalón. Rio, al encontrarse con un sobre de lubricante, volviendo hacia el chico.

-Dime, ¿qué hubieras hecho si te decía que no?- Le susurró al oído, cerniéndose sobre él, para besarle detrás de la oreja, bajando por la nuca.

-Suplicar.- Exhaló.

-Créeme que me encantaría verte suplicar.- Minho fue malvado, recorriendo sus dedos por la espalda del menor, tentando sólo lo suficiente para causar gemidos, pero no alivio alguno.

Abrió el sobre de lubricante, vaciándolo sobre sus dedos. Jugando con la entrada de Taemin, dilatándole lentamente. Los gemidos suaves que Taemin soltaba era éxtasis puro para Minho, sintiendo su erección doler más que nunca.

-Por favor…por favor…- Taemin lloriqueó, agitando el trasero.

-Desesperado.- Sonrió. Pronto ya no podría burlarse, sintiendo que su propia necesidad le estaba asfixiando. Con lo que quedaba en su mano, lubricó su pene, dirigiéndolo hacia la entrada de Taemin. –Tae…- Suspiró. –Si te duele, no dudes en detenerme.

-Estaré bien.- El menor le aseguró. -¡Apúrate!

Minho rio, cogiéndole por las caderas. Entró con cierta facilidad, tras la dilatación, soltando un gemido de satisfacción ante la sensación calidad de las paredes  interiores de Taemin. Se quedó quieto por un momento, sólo disfrutando de estar ahí.

-¡Minho!

Pero Taemin resultó una pequeña cosita mandona en la cama, exigiéndole que se moviera. La risa de Minho salió estrangulada, mientras embestía lentamente. Pronto el autocontrol quedó atrás, incentivado por los gemidos que Taemin soltaba desde el fondo de su garganta. Su voz era sexo puro, excitando a Minho hacia la locura. Taemin arqueaba su espalda, siguiendo los movimientos de la cadera del mayor, con tal de no acabar de sentirse tan bien como se sentía. Sólo un poco más, necesitaba llegar ahí. Pero Minho le agarró con fuerza, evitando su orgasmo.

-No…- Gruño al oído del menor. –Aún no.- Salió de su cuerpo, escuchando como Taemin se quejaba totalmente inconforme. –Date la vuelta, cariño.- Rio ante la cara enfurruñada del chico. –Quiero verte.- Le palmeó la cadera, molestándole.

Aun así Taemin acató órdenes, recostándose sobre su espalda. Minho quedó a horcajadas sobre él, pero eso no le hizo sentir incómodo. Le gustaba, también, poder ver a Minho. Se sentía, de algún modo, más personal. Abrió las piernas, invitándole a seguir con lo que habían empezado. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, cuando Minho bajó su rostro para besarle en ese trozo de piel que era la unión entre su cuello y su hombro. Jadeó, rodando los ojos hacia atrás, mientras el placer le invadía de nuevo. Con cada choque de caderas, su cabello se regaba más sobre la cama, proyectando la imagen de un ángel siendo sacrificado en la mejor de las circunstancias. Minho amaba cómo se veía Taemin en este preciso momento, grabando con fuego la imagen en su mente. Nunca olvidaría a Taemin de este modo.

-¡Minho!- Rogó, enterrando sus dedos en la espalda del alto. -¡Min! Por favor…- Buscó con su boca la del alto, aferrándose a él con fuerza.

-Sólo un poco más, cariño.- Jadeó, mordiéndole el labio inferior, mientras sentía su propio orgasmo aproximarse.

Entre movimientos descoordinados debido a la desesperación, rasguños y gruñidos, el orgasmo les llegó de manera anunciada al mismo tiempo.

Con la respiración errática y demasiado por procesar, se quedaron quietos tan sólo un momento.

-Eso fue fantástico.- Taemin rio, aún falto de aliento. -¿Qué piensas?

La sencillez con la que Taemin trató el tema hizo que Minho riera desde el fondo de su pecho.

-También creo que es fantástico. No mueras, así podremos seguir jodiendo.- Jadeó, haciendo reír a Taemin. -Taem, cariño no te muevas. Estoy demasiado sensible, y en cualquier momento yo…

Sus palabras quedaron atrapadas cuando Taemin le empujó contra la cama. Ahora él estaba arriba, sentado sobre Minho.

-Te pondrás duro de nuevo, si. Puedo sentirlo.- Le molestó. -Hagámoslo de nuevo.- Sonrió maliciosamente, arrastrando sus caderas en círculos, hasta conseguir sentir de nuevo la erección completa.

-Tae~.- Le llamó.

-Esto es divertido.- Rio, agachándose hasta rozar sus labios con los de Minho.

Esta vez el sexo fue más flojo y desprolijo. Taemin montó a Minho hasta que obtener el orgasmo una vez más. Rendido, Taemin se dejó caer sobre el mayor, riendo suavemente ante el cansancio. Aceptó los besos que Minho le regaba por toda la cara.

-Gracias…

El corazón de Minho se saltó un latido, porque lo entendía. Entendía por qué Taemin le estaba agradeciendo. Incluso sabía de las palabras que serían dichas después, las entendía, pero no hizo nada por detenerlas.

-Eres mi mejor amigo.

Y ahí lo supo, no podía dejar de hacerse el ciego. El dolor en su pecho jamás desaparecería.

Hanahaki

Minho estaba, ahora y por siempre, desahuciado.

Miró el reloj en su muñeca, preocupado de que Taemin no le hubiese llamado aun para decirle dónde iba a verse. Ya era realmente tarde. Y la preocupación en Minho le había llevado a ir a buscarlo a su casa. Tocó la puerta, esperando –y rezando- que fuera Taemin quien respondiera. Para su mala suerte, el que abrió fue Jinki.

-¿Qué haces aquí? Dije que no quería que volvieras a estar cerca de Taemin…

A Minho no le importó escuchar la perorata de aquel hombre. Entró a la casa, encontrando a Jessica en el sofá, como siempre que él había ido a casa de Taemin.

-Estoy preocupado por Taemin, por favor.- Rogó, girándose para ver a Jinki. –íbamos a salir a ver un juego de béisbol, pero no he sabido de nada de él.

-Hijo de…Sabía que se seguían viendo.- Jinki se alteró. –No quiero que te acerques a Taemin, no sé qué es lo que ocurre, pero no me gusta tu presencia a su lado.

-¡Basta!- Jessica intervino. –Él es el mejor amigo de Taemin, lo menos que puedes hacer es responderle.- Regañó a su novio. –Taemin no se ha sentido bien en todo el día, Minho.- Ella fue amable al responderle. –Ha estado tosiendo todo el tiempo desde hace días, ¿tú sabes qué ocurre con él? Él no nos quiere decir nada, y tal vez tú…puedas convencerlo.

Minho asintió, corriendo a la habitación de Taemin. Ahí le encontró, dormitando. El pañuelo húmedo sobre su frente le indicó que Taemin probablemente tenía algo de fiebre. Suspiró, sintiendo picazón dentro de su pecho, al acercarse precavidamente a la cama del chico. Se arrodilló frente a él, acariciándole la mejilla, hasta ver que Taemin abría sus ojos. Una pequeña sensación de déjà vu invadió a Minho, recordando ese primer día que despertaron juntos en la sala de su departamento.

-Lo siento, Min…- Taemin suspiró, un escalofrío recorriéndole el cuerpo al hablar. –Creo que no podré ir contigo a ver béisbol.

-No te preocupes, Taem. Iremos otro día.- Le aseguró, reconfortándole. –Ahora sé que estoy en el lado bueno de Jessica, así que ella nos ayudará a ir a donde sea que queramos.

Taemin rio por lo bajo, cubriéndose más con las mantas.

-Ella es buena conmigo, a pesar de lo que siento…- Exhaló. –Lamento mucho no poder quererla.

-Uno no elige a quien querer, Taem.- Volvió a acariciarle, descubriendo que era él mismo quien se reconfortaba al sentir el tacto de Taemin bajo su mano.

La puerta se abrió de golpe, mostrando a un muy molesto Jinki.

-Suficiente, exijo que me digan qué es lo que está pasando.- Frunció más el ceño al ver que Minho estaba tan cerca de Taemin.

-Cariño, por favor.- Jessica le reprendió, al ver que claramente estaban interrumpiendo algo. –No nos tomen a mal, se disculpó. Es tan sólo que estamos preocupados por ti, Taemin.

Minho suspiró, mirando los ojos rogantes de Taemin. Quería tanto poder decir la verdad, y reclamarle a Jinki. Pero ese no era el deseo de Taemin, y jamás iría en su contra.

-Taemin tienen neumonía.- Mintió. –Por eso se ha sentido tan mal.

-¿Qué?- Fue claro el desconcierto en Jinki. -¿Por qué no me dijiste nada de esto Tae?

-No quería que te preocuparas por mí, hyung.- Su voz rasposa fue amortiguada por las mantas.

-Tae, siempre me preocuparé por ti. Eres mi hermanito.

Minho mordió el interior de su mejilla, evitando hablar. Le dolía, el dolor de Taemin él lo podía sentir. Soportó la respiración, ignorando cómo iba a la conversación de los otros dos. Se sentía ahogado, necesitaba aire.

Corriendo, salió de la habitación, hasta llegar a la cocina donde tomó una servilleta y empezó a toser. Pequeños pétalos de color rosado cubrieron las, también, gotas de sangre que mancharon el trozo de papel. Cerró los ojos, soportando las ganas de llorar. No era por él, era tan sólo que su amor por Taemin le llevaba tanto a desear que el chico fuera correspondido, para que fuera verdaderamente feliz, aunque no lo fuera a su lado.

-¿Estás bien?

La voz de Jessica detrás de él le hizo saltar del susto. Apretó la servilleta con la evidencia de su amor no correspondido, escondiéndola en sus puños.

-Sí. Lo estoy. Hace días me mojé un poco con la lluvia de la tarde, no es nada.- Mintió, girándose hacia la mujer. –Gracias, por defender tanto mi amistad con Taemin.

-Taemin es más feliz cuando está contigo.- Se encogió de hombros.

Realmente deseaba que fuera así, pero él sabía la verdad.

-No podemos ir.- Jinki salió de la habitación  de Taemin, acercándose a Jessica y besándola en la cabeza. -No podemos dejar que a Taemin en este estado.

Minho escuchó, y entendió que la presencia de ambos sólo empeoraría la condición de Taemin.

-Vayan, yo cuidaré de Taemin.

-No.

-¡Por favor Jinki!- Se exasperó. -¡Jamás le haría daño a Taemin! Amo a Taemin…- Exhaló. -Quiero cuidar de él, desde el momento en que lo conocí. Por favor, déjame hacer esto…

-De acuerdo.- Jessica accedió, girándose hacia Jinki. -Cariño, sé que te es difícil dejar de cuidar a Taemin, pero él ya no es un niño. No puedes cuidarle ahora. Minho,- le señaló- él puede cuidarle. Necesita hablar con Taemin, y te guste o no, algún día Taemin encontrará a alguien a quien amar y se irá de esta casa.

-Pero…- Jinki jadeó, renuente a la idea de que Taemin se fuera de su lado. Miró a Jessica, y luego a Minho. -¿Realmente no le harás daño?- Le preguntó. Siempre había visto a Minho como una amenaza, por él simple hecho de que él había llegado a la confianza de Taemin mucho más rápido que cualquiera. Casi como si le entendiera mejor que nadie.

-No podría, jamás.- Le aseguró.

-De acuerdo.

Esa tarde, Minho cuidó a Taemin mientras este dormía, debido a su fiebre. No fue hasta que el sol empezaba a caer por la ventana, que Taemin volvió a despertar. Al ver a Minho a su lado, sonrió cálidamente, como si hubiese estado esperando que él estuviera ahí.

-Minho…- Le llamó, estirando su mano para que el alto la tomara. –Ya lo decidí, haré lo correcto…Le diré a hyung lo que siento, y mi enfermedad. No tengo tiempo de huir más, y no puedo causarle este dolor, cuando me vaya. Él debe de saber la verdad.

Minho sonrió, una mueca triste, sin decir nada. Sólo meditó el cambió de decisión que Taemin había hecho. Tal vez, él debía ser igual de valiente, y hacer lo mismo.

La siguiente vez que Minho pisó esa casita, fue sólo unas horas después de cuando él se había ido la noche pasada. Una llamada de parte de un número desconocido, que había resultado ser el de Jinki, le hizo correr hacia el dúplex. No tocó, sólo entró, encontrando a Jinki llorando fuera de la habitación de Taemin. Cuando cruzaron miradas, el rostro de Jinki cambió a una más profunda tristeza.

-Tú, ¿lo sabías?- Extrañamente, no había rabia en su voz, sólo miedo. Minho asintió, sin poder hablar al responderle. –Oh, Minho, pero tú lo amas…¿Acaso…

-Sí.- No tuvo que terminar de escuchar la pregunta para saber la respuesta. –Siempre lo supe, y aun así no pude evitarlo. Me enamoré de él.

-Cuando Taemin se vaya, no quedará nada de él…Ni siquiera tú.

-No podría vivir, de cualquier modo, sin Taemin.- Su voz se ahogó, sintiendo la urgente necesidad de ir hacia Taemin.

Jinki se movió, permitiéndole el paso. Y cuando entró, lo supo, por qué el hombre le había llamado con tanta urgencia. Taemin no sobreviviría la noche.

-Quiero estar a solas con él.-  Su voz sonó ronca, rota.

Jessica asintió, saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de sí. Minho exhaló, entre cortado, sintiendo que el aire le faltaba. Podía sentirlo, las raíces moviéndose por sus pulmones, asfixiándole. Pero tenía que hacer esto primero. Tomó la mano de Taemin; estaba más fría de lo normal.

-Tae, cariño.- Le llamó.

-¿Min-ho?- Taemin apenas y habló. Su respiración era más que superficial, moribunda. –Min…Creo que este es el adió.

Grandes lágrimas bajaron por el rostro de Minho, asintiendo.

-Lo sé, cariño.- Susurró, besando la mano de Taemin. –Y no tienes idea de lo mucho que lo estoy odiando.- Resolló, tratando de que no se escuchara su corazón roto en sus palabras.

-Min…- Se esforzó al hablar, buscándole con la mirada. –A veces lo deseo…- Jadeó, tosiendo al final, flores casi completas. –Deseo haberte conocido antes.

Minho lloró, apoyando la mano de Taemin sobre su frente, para sentir su tacto.

-No lo digas.- Suplicó.

-Lo s-sabes, ¿cier-to?- Arrastró las palabras. –Si nos hubiéramos conocido antes…Tal vez mi flor se hubiese marchitado…- Tosió de nuevo, varios hilos de sangre escurriéndose por su boca. –Tal vez una nueva flor hubiese crecido en mi corazón, amándote.

No lo soportó más, sintiendo el dolor de las raíces invadiéndole cada parte de su pecho. Taemin no sólo era el amor de su vida, probablemente era su alma gemela. Pero, las almas gemelas no nacen para estar juntas, sino para intercederse sólo por un momento, y luego separarse para siempre.

-No, cariño.- Susurró, besando varias veces la mano de Taemin. –Jamás hubiese crecido una flor en tu corazón, porque ya te amo.

-Oh Minho.- Taemin exhaló, dolido. –Y-yo…Lo siento…

Y eso fue lo último que dijo. Su mano terminó de tornarse fría, y sus ojos se cerraron. Minho no quiso ver más. Apretó la mano del amor de su vida entre las suyas, llorando en silencio, deseando que despertara en cualquier momento, que le dijera que estaba bien, aunque fuera una mentira. Deseaba que el dolor en su pecho fuera contundente, que lo matara de una vez, para no tener que seguir estando en este mundo sin Taemin. Que la flor en su corazón creciera tanto, que pudiera morir junto a su amado.

Pero las almas gemelas sólo se cruzan por un momento efímero, y su momento había terminado.

 

Notas finales:

Hanahaki: La enfermedad del amor no correspondido.  La víctima regurgita y tose pétalos de flores, mientras una flor le crece en el corazón. Varias flores más pueden crecer dentro del pecho de la víctima. La infección puede ser curada, a través de cirugía, pero esta también remueve los sentimientos hacia la persona amada. Otra forma de cura, es si la persona amada corresponde los sentimientos. Si no se cura, la persona morirá asfixiada.


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