Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor nuclear por Ghost princess Perona

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¿Realmente tienes que hacerlo?” Hashirama dijo con amargura, mientras ayudaba a Madara con su equipaje. Hace unos días nada más había hecho agrandar el anillo de su abuela, heredado de su madre, con la idea de pedirle matrimonio cualquiera de esas noches… ahora sólo pedía mentalmente que regresara a él sano y salvo. Justo como todas las personas que veía en la pista de despegue, dándoles el último adiós a sus seres queridos. “quiero decir, Korea del Norte está hecha un polvorín en este momento…”

“Hashirama, deja de hablar” lo detuvo el soldado, dejando su equipaje en el piso. “Sé que no deseas que vaya… yo tampoco a decir verdad, pero… tengo que. Como SEAL, tengo responsabilidades a las que no puedo faltar, incluido ir al combate por mi país.”

“Pues conseguiré trabajo en algún hospital militar…”

“No” el pelinegro prácticamente saltó. Miró a su alrededor con nerviosismo antes de acercársele más, susurrando. “Alguien tiene que quedarse aquí para cuidar a Izuna. Eres el único en quién confío plenamente con él, así que… cuídalo, por favor. Por mí” le rogó. Luego se alejó un poco, todavía incómodo. “Tendrás bastante trabajo aquí o cerca de donde él esté. Aprovéchalo para verlo.”

“¿Bastante trabajo? Madara, las bombas cayeron en Washington, no aquí. Mi padre y Kawarama estaban aliviados por eso, tú mismo los escuchaste.”

“Les seguirán muchas otras, no lo dudes” afirmó, con la mirada llena de un extraño fuego. Determinación lo llamaría, más era… diferente. “Tendrás que curar muchas heridas de radiación, calmar a otras víctimas... no creas que te será más fácil de lo que me resulta a mí. De hecho, creo que tendrás que ser más fuerte que yo para afrontarlo.”

“Lo… lo entiendo…” no quería admitirlo, pero el otro tenía razón. Las bombas koreanas ya habían causado un sinfín de destrucción, más los otros países no habían tenido suficientes. Solamente querrían golpear al país herido hasta que no quedaran más que cenizas. “Haré… haré lo mejor que…”

“Lo sé” le dio un pequeño beso en la boca, una de las pocas demostraciones de afecto públicas que habían tenido desde que empezaron a salir. A él no le importaba, así era Madara, pero para que se saltara su propio código de comportamiento, las cosas estaban mal. “No te confundas, es sólo que no voy a poder volver en mucho tiempo. Y no quiero irme sin demostrarte antes lo mucho que te amo” apretó una mano entre las suyas. “Escúchame bien, pienso volver de esta guerra con vida. No sé cómo lo haré, pero voy a volver con vida. ¿Te lo has grabado en la cabeza?”

“Tan claro como el agua” respondió sonriendo el Senju. Cuando su novio prometía algo, lo cumplía, así que eso lo ponía más tranquilo. “Llámame siempre que puedas, ¿sí?”

“Mantente atento al Skype tú, que no sé cuando podré hacerte una llamada” se alejó hacia el avión, perdiéndose en la distancia.

“Lo haré” Hashirama levantó la mano un poco tarde, mientras se perdía entre la multitud de hombres que partían a la guerra. “¡Cuídate de la radiación!”

“¡Ya se han puesto a ello!” fue lo último que escuchó antes de que su amor se perdiera en las entrañas del avión. El moreno volvió a la casa para luego salir con rumbo al hospital en el que consiguió trabajo durante la guerra. En ese momento le presentaron la primera víctima de las bombas, transferida directamente de Washington.

“¡DIOS!” la pierna de la persona estaba peor que en carne viva, su cara reflejando sólo el sufrimiento. Felizmente estaba tan drogada que no podía entender lo que decía. El doctor que estaba a su costado puso una mano en su hombro. Se notaba que tenía experiencia con quemaduras por radiación, porque su expresión era demasiado neutral para no tenerla.

“Es la primera vez que ve esto, ¿no?” suspiró, cansado. “Esa misma cara puse yo la semana pasada cuando trasladaron a la primera” le confesó. “Sé que es horrible… pero recuerde su juramento hipocrático y manténgase fuerte. Lo que necesitan estas personas es un médico que los trate, no que los demás se horroricen.”

“Sí, doctor Kusushi” metió las manos a la obra, lavando las heridas con Neumune. Posteriormente administró yoduro de potasio, vendando las horribles heridas y administrando analgésicos. Pasó todo un día tratando de mantener vivas a las víctimas del bombardeo, manteniéndose fuerte cada vez que tenía que correr una manta blanca sobre la cara de alguna. Tras la medianoche salió por un café, sólo para enterarse por la pantalla que sucedió otro ataque. “Por el…”

“¡Las víctimas están siendo trasladadas hasta aquí! ¡Todos a emergencias!” Hashirama maldijo, volviendo a ponerse los guantes. No iba a salir de ahí nunca… o al menos no esa madrugada. Ni en semanas. Y tras muchos días en el hospital, finalmente pudo contactarse con su amado.

“Te dije que no tenías nada de qué preocuparte” Madara le dijo mientras observaba la pantalla, con el interior de una tienda de campaña de fondo. “El ejército nos ha dado inyecciones especiales para minimizar el efecto de la radiación ahora que la guerra se ha hecho nuclear…” se abanicó con las manos

“Me alegra que estés bien” le respondió el hombre, deseoso de poder tocarlo. No podía decir a ciencia cierta si era sincero o sólo trataba de tranquilizarlo, lo que le ponía los pelos de punta. “¿Te estás cuidando, verdad?”

“Mejor que nunca” el Uchiha se estiró. “¿Cómo están las cosas en casa? Izuna debe estar frustrado. Escuché que han cerrado las universidades por el peligro que los bombardeos las afecten. ¿Acaso se le ha ocurrido la genial idea de alistarse para seguirme hasta aquí? Porque no lo quiero en el frente.”

“Se le ocurrió, pero no pasó el examen médico. Tiene algo que… bueno, mejor dejo que te lo cuente él mismo. Sólo te puedo asegurar de que no es nada grave si se mantiene lejos de la guerra” calmó a su novio, que estaba a punto de preguntar por qué. “Ahora mismo el único problema que tenemos son las comidas. Los racionamientos no han sido precisamente generosos para las zonas cercanas a Washington.”

“¿Ciudad radiación se está quedando sin comida?”

“No la llames así, que ahora hay muchas”

“Ya…” se relamió los labios, incómodo. Se notaba que no le estaba diciendo todo. “Si quieres, puedo hacer algo para que coman mejor. Mis compañeros han hecho tratos con los superiores para que sus familias tengan más puntos de racionamiento…”

“¿A qué precio?” preguntó Hashirama, frotándose las manos. “Sé que no te va a salir gratis… y no quiero que me regresen un ataúd con una bonita bandera. Te quiero aquí conmigo cuando esta maldita guerra termine” se frotó los hombros con nerviosismo. “No te preocupes por eso, ya comparto yo mis raciones con Izuna. Los médicos reciben más después de todo.”

“¿Y Tobirama?”

“Kawarama le está dando de la suya. Recibe más por ser asesor del presidente, así que no te preocupes” respondió él, restándole importancia. “Sí, el pequeño bastardo lo ha logrado. Se ha tenido que desencadenar una guerra mundial para que lo hiciera, pero lo logró. El bando reaccionario está cobrando fuerza también.”

“Justo lo que necesitábamos” rodó los ojos el militar. “Que un montón de chalados con armas estén rodeando al presidente” alguien gritó desde fuera. “Lo siento, pero me tengo que ir. Hay otros compañeros que están esperando por la computadora y…”

“Te dejo” terminó él, aunque no quería terminar su llamada. “Espero escuchar de ti pronto y que no sea para darme el pésame, ¿entendido?”

“Adiós, señor pesimista” Madara cortó, sintiéndose más ligero que se costumbre. Se bajó del taburete con algo de dolor, tocándose la pierna vendada. Sólo había recibido un balazo, no era nada por qué preocuparse, pero la herida era reciente, todavía le dolía. Cojeó hasta el hospital para recibir su dosis de analgésicos. Ahí, una bien formada doctora se le acercó con una tablilla y papeles.

“Viene por su dosis de morfina, ¿no? Comando…” levantó el instrumento para leer el nombre del hombre. “Uchiha, ¿verdad?” él asintió, retirándose un poco. “Aquí dice que prefiere los calmantes no opiáceos, ¿es eso cierto?”

“Sí, no quiero depender de esa cosa el resto de mi vida”

“Pues… bien. Le daré unos no adictivos. Aunque…” se acercó sugestivamente, abriéndose un poco el uniforme. “podría darle algo más para calmar el dolor” se sentó en su regazo. “vamos, sé que está muy solo aquí. Yo también me siento muy… solitaria.”

“Acabo de llamar a casa” le dijo, sin responder a sus insinuaciones. A ella le pareció extraño, más no se apartó. Ningún soldado podía resistirse a ella. “Tengo a alguien esperándome ahí”

“Tu novia no tiene por qué enterarse” sobre todo porque ella sólo deseaba una cosa de una sola noche con algún soldado atractivo. “Estás muy lejos de casa y ella no puede verte…”

“Mi novio está muy bien relacionado, gracias” como un rayo, la doctora se apartó de él. Genial, por fin encontraba a un hombre que parecía valer algo más que la pena y era gay. ¡Era gay! ¿Realmente habían soldados gays? “¿Qué? ¿Le sorprende que esté aquí considerando mi sexualidad?” levantó una ceja. “Le aseguro, señorita, que mi amor por mi país es mayor que cualquier disgusto por el rechazo de mis compañeros.”

“Sí, bueno… no lo dudo” no supo qué más decir. Ya había coqueteado con hombres gays antes y por desgracia la cosa no terminó bien. Rápidamente cambió de tema para evitar problemas. “¿Quiere sus analgésicos? Debería probar con la morfina, no es adictiva si usted no se lo permite y con una voluntad tan fuerte…”

“Prefiero no correr el riesgo” extendió la mano. “¿Mis pastillas?”

“Para usted, señor” ella le puso las cosas blancas ahí, viéndolo tragar a continuación. Él salió, pensando en su amado. La persona con la que quería estar en sus últimos momentos… y la que en este momento se estaba encargando de su pesado hermanito. Oh, como deseaba en esos momentos estar al lado de ellos, hicieran lo que hicieran. Siguió preguntando eso cada vez…

“¡Izuna! ¡La comida ya está aquí!” Hashirama entró en la casa de su novio con unas bolsas en las manos. Dentro habían más bolsas plásticas, selladas. Su contenido era diferente por día, pero no distaba mucho de sémola o alguna otra cosa cargada de carbohidratos para mantener a las personas funcionando. Semanas pasaron desde la última comunicación con Madara, meses desde la primera. No, un año completo. Y las cosas iban de mal en peor. “Tienes que comer algo, vas a enfermarte si no”

“No me importa” le respondió el chiquillo, mordaz. No se llevaban tan bien, pero el doctor se encargaba del chiquillo, tal y como había prometido. “Tú deberías dormir y no lo haces. Es algo que tenemos en común.”

“Y no algo de lo que me enorgullezca” el moreno abrió los forros, vaciando las porciones de comida en unos tazones y poniendo delante de él uno de ellos. “Vamos, come. Si tu hermano se entera de que no lo estás haciendo…”

“Vas a quedarte castigado al terminar la guerra” terminó el estudiante, cogiendo el tazón. “Por desgracia, yo también, así que será un quid pro quo” hundió la cuchara en la masacota, metiéndosela en la boca a continuación. “La próxima vez que llame, avísame. Es lo único que me queda, tengo que saber cómo está. Y por el amor de Dios, échate una siesta. Parece que te vas a caer de sueño.”

“Lo haré en cuanto termine de tragarme esto” llevaba más de tres días sin dormir, en verdad necesitaba unas horas de sueño. Pero los ojos de los pacientes que había perdido no le dejaban. “Ajjjj, juro que cada día está peor. La próxima vez nos harán comer cartón.”

“Con un poco de esta masa radioactiva” el menor terminó de empujar su comida, dejando de lado el plato vacío. “Algún lunático ha estado disparando a diestra y siniestra bombas UV. Dicen que ha barrido con mitad de la Amazonía” rodó los ojos. “Anda vete a dormir. Yo te aviso si pasa algo.”

“Sí… creo que eso haré” el Senju se fue al cuartito, echándose en la cama que aún olía a Madara. Se arropó, concentrándose en no pensar. No tenía caso, los rostros de esas pobres personas que terminaron con quemaduras graves seguían plagando su memoria. Despertó muchas horas más tarde, con el sonido de su celular. “¿Hola?”

“¿Hashirama? ¿Es… estás bien?” Tobirama habló del otro lado, con la voz débil. Últimamente estaba así todo el tiempo, más o menos desde que empezó la guerra. “Yo… he encontrado trabajo… de hecho, hace mucho tiempo que estoy trabajando para una empresa… en algo de mecánica que Kawarama me consiguió”

“Me alegro, es lo que siempre has querido” sonrió el otro, poniendo a su hermano nervioso. Se notaba incluso desde el lado opuesto de la línea. “¿Por qué siento que no es una llamada de cortesía?”

“Porque… tienes que estar preparado” el albino siguió. “Hashirama, algún día es posible que necesitemos lo que estoy construyendo, más pronto que tarde y… me sentiría más tranquilo si supiera que estás listo para tomarlas. Dile a ese niño que está contigo que también lo haga si quieres, pero mantente listo” carraspeó. “Llenen ambos una maletita con las cosas más valiosas para ustedes y prepárense para salir en cualquier momento. Las cosas podrán ponerse realmente mal en cualquier momento.”

“¿No se han puesto ya demasiado mal?”

“Aún no… se van a poner peor en cualquier momento” el menor siguió con esa voz de hilo. “E… el hacker que entró en el maletín nuclear se ha hecho con códigos que le han dado acceso a bases de datos sumamente peligrosas de todo el mundo. Si hace alguna tontería…”

“Ni me lo digas, que el mundo no puede ir a peor justo en este momento”

“¡HASHIRAMA!” el pelinegro entró de golpe en ese momento, con el pánico escrito en la cara. “¡ALGUIEN HA HECHO ESTALLAR NUESTROS SILOS NUCLEARES! ¡TODOS ELLOS! ¡Y LOS DE KOREA DEL NORTE TAMBIÉN!”

“¡¿QUÉ?!” corrió frente a la pantalla, donde daban noticias acerca del hoyo donde antes estaban sus arsenales. Su corazón se encogió, Madara estaba en uno de esos sitios. Antes de que pudiera hacer algo más que sufrir un pequeño ataque cardiaco, la pantalla de su laptop se iluminó, mostrando su Skype. Una videollamada. Se lanzó hacia ella, respondiendo de inmediato. “¡MADARA! ¡¿ESTÁS BIEN?!”

“Claro que sí, no tienes de qué preocuparte” el Uchiha respondió, taciturno. Parecía encontrarse en un barco, no en una tienda de campaña. “Nos movieron del sitio antes de que estallara el infierno, en este momento estamos rumbo a Rusia… aunque creo que vamos a hacer una escala en Europa para llenar combustible” miró a su hermano, que se asomaba por encima del hombro de su novio. “¿Y ustedes? No esperaba verte en casa, a estas horas estás de turno en el hospital.”

“Me dieron unas cuantas horas para dormir y decidí asegurarme de que Izuna coma”

“Y yo de que él duerma” el chico lo apartó, poniéndose delante de la pantalla. “Nii-san, ¿Cuándo vas a volver?” el pelinegro menor tocó la pantalla con anhelo. “Me estoy cansando de compartir todo con este tipo. Sé que quieres que alguien me cuide, pero…”

“Sé que es cargoso, sólo te falta acostumbrarte” lo cortó Madara, mirando hacia atrás con cautela. Parecía que había una larga cola esperando por usar la computadora. “Tú también, Hashirama, tienes que ser bueno con mi hermanito. No quiero verlos peleando por toda la casa.”

“Pero ¿Cuándo vas a volver?” preguntó, retomando el tema. “Eso es algo que nos gustaría saber a los dos”

“Eso, eso”

“No voy a estar en casa por un tiempo” sus sonrisas murieron. “¿Qué esperaban? Es una maldita guerra mundial, no una incursión a una embajada tomada. Van a pasar algunos años antes de pueda tomar el barco a casa. Y espero que ustedes dos esperen pacientemente mi regreso” de repente sus ojos se tornaron hostiles. “No estarán haciendo nada de lo que no quieran que me entere, ¿verdad?”

“¡Claro que no! ¡Yo…!”

“Tranquilo, nii-san, a este lo tienes bien agarrado de los cojones. Y si eso no fuera suficiente, yo estoy aquí, vigilándolo para que no se le ocurra sacar los pies del plato.”

“Y yo te cuido a este para que no se comporte como el típico adolescente que a veces es” el Uchiha mayor sonrió, todo debía estar bien en casa. “E… esperamos que esto no se alargue demasiado. Los silos han explotado también aquí y…”

“Lo sé, pero el gobierno no quiere poner fin a la lucha. De hecho, ninguno quiere hacerlo” suspiró. “Escucha, el ejército va a poner a disposición del público la medicina que nos dieron para soportar la radiación ahora que las cosas no pueden ir a peor. ¿Podrías conseguir unas dosis en el hospital? Cuanto antes mejor, porque el público va a abalanzarse sobre ellas como moscas a la miel.”

“Sí, claro, mañana mismo” al día siguiente, en el hospital, volvió a atender pacientes con quemaduras sin descanso. Izuna fue con él, haciendo algunas labores de mensajería para ganarse unos cuantos puntos de racionamiento por su cuenta. A media tarde llegaron las inyecciones, momento en el cual el Senju agarró por los hombros a su cargo, arrastrándolo hasta el pabellón de vacunación. “Shhhh, no tienen que vernos”

“¿Por qué?”

“Porque los que viven en puntos de riesgo y personal esencial van primero” le advirtió, arrastrándolo hasta el lugar. Ahí, escondidos, el moreno le administró el líquido antes que a nadie, sintiéndose culpable por lo que hacía. Estaba dejando a alguien sin dosis, lo que estaba muy mal. No podía quitarse la vergüenza de la cabeza. “Ahora vete y que nadie te vea”

“Sí” justo cuando se perdió de vista, el doctor Kusushi entró en el pequeño lugar. Se sorprendió de ver ahí a Hashirama. Este, que ya había ocultado la aguja vacía, se acercó a él con una sonrisa natural.

“Doctor, qué gusto verlo. He echado un vistazo a la cola y creo que le caería bien un poco de ayuda para administrar la medicina” dijo lo primero que se le pasaba por la cabeza. “¿Empiezo por los niños o…?”

“Empieza por regresar a su puesto, doctor Senju” le regañó el mayor. Se volteó para irse cuando el otro lo detuvo. “Más bien, tome su dosis y luego retírese” el joven se quedó paralizado. “Por favor, usted trabaja todo el día exponiéndose a la radiación residual en esos cuerpos, la necesita más que nadie”

“No es…”

“Claro que lo es, venga” irónicamente, la segunda dosis fue para el que había gastado ilegalmente la número uno. Por desgracia, el doctor Kusushi tuvo razón al decir que iba a ser necesaria, al igual que Tobirama al advertirle que estuviera listo. El hacker, envalentonado por su hazaña contra los silos nucleares, trato de hacer lo propio con las plantas nucleares de todo el mundo. Mordió más de lo que podía mascar. Tras cinco años de guerra, las explosiones dejaron a la humanidad en peligro de extinción. Y a la tierra en peligro.

“La hora ha llegado” le dijo Tobirama tras mandarle una dirección a su celular. Madara, que acababa de decirle que estaba bien, se encontraba en el mismo sitio que el albino. Un sitio relativamente cerca de su posición actual. “trae tu trasero a este sitio antes de que la radiación nos alcance. Nos reuniremos aquí… antes de que nuestro mundo llegue a su fin.”

Notas finales:

¿Qué les pareció? Bueno, esta es la segunda entrega de este fanfic corto. El final... creo que será un poco agridulce. Espero que los estén disfrutando y si quieren más actualizaciones, en cualquiera de mis fanfics, mandenme sus reviews para darme ideas. ¡Adiós!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).