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Erfreuliche Folter por EdwardAndLoganx

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Aquella calurosa mañana de julio, Harry fue llamado para una reunión privada con el Señor Oscuro.

El chico no tenía ganas de asistir; se sentía ansioso, un tanto triste. Extrañaba con todo su ser al diario, era adicto a él. Aun así, quizá confiar en su señor era una buena idea y traería excelentes resultados. Esperaba que fuese así.

Caminó con pereza al estudio de los Malfoy, tallando sus ojos para quitar el exceso de sueño que lo consumía. Una vez que estuvo frente a la puerta, tocó suavemente hasta que un “pasé” se escuchó del otro lado. Arrugó su nariz al ver a Colagusano en una de las sillas, luego su cuerpo se paralizó al notar a la persona que estaba a su lado.

 

Quiso gritar de la emoción, pero en su garganta se formó un nudo doloroso. —Tom… —Logró musitar, pronto comenzó a temblar.

 

—Hola, Harry. —Habló el espectro cariñosamente. —Te ves bien.

 

—Tú te verás mucho mejor cuando al fin consigas un cuerpo. —Riddle rió, dándole la razón al instante. —Y bien… —Dijo, exponiendo su infinita duda. — ¿Por qué me has llamado, mi Señor? —Voldemort lo miró profundamente, sin darle respuesta. Por alguna razón, parecía molesto.

 

El espectro rodó los ojos. —Aún no estamos completos. —Potter asintió compresivo antes de posicionarse a su lado. Los ojos de Riddle, siempre tan fríos e inexpresivos, brillaban de manera distinta, casi con anhelo. Harry lo miró impasible.

 

El Señor Oscuro miró la escena, expectante. Era curioso, muy curioso. —Tom dijo que eres bueno creando planes. —Habló, fingiendo estar aburrido. En secreto, se deleitó con el bonito sonrojo que adornó las mejillas del menor, casi gruñó cuando los ojos del mismo se dirigieron al espectro y sonrió.

 

—Yo lo llamaría “increíbles ideas que surgen cuando no tengo nada que hacer”. No me considero especialmente bueno en eso, mi Señor. —Su versión más joven rió encantadoramente.

 

—Oh, Harry, eres tan modesto. —Potter frunció ligeramente su ceño. Cuando estuvo a punto de decir algo, alguien tocó la puerta. Completamente ajeno al ruido, Voldemort no dejó de observar al niño, haciendo que el espectro rodara los ojos. —Pase.

 

Para sorpresa de Harry, Draco, Narcissa y Bellatrix entraron. Sus ojos brillaron un poco al ver a la última. — ¡Mamá! —Gritó, levantándose y corriendo a recibirla.

 

Ella abrió los brazos, contenta. — ¡Mi bebito lindo! —Voldemort movió ligeramente su cabeza, perturbado por las muestra de afecto entre ese par.

 

Desde que Potter vivía con ellos, la bruja parecía fascinada con él. Cada que lo veía, lo abrazaba efusivamente y lo mimaba, también se la pasaba diciendo que era el hijo que nunca tuvo. Lucius una vez le informó que ella estaba convenciendo a su esposo de hacer una adopción ilegal. Era bastante extraño. —Ya que estamos todos reunidos. —Dijo, llamando la atención de los presentes. —Comencemos la reunión.

 

—Siéntate a mi lado, bebito lindo. —Bella musitó cariñosamente a Harry, este último le sonrió dulcemente antes de obedecer; la versión joven del Señor Tenebroso maldijo ante eso. Al instante, estuvo a su lado, su mano apretando posesivamente el hombro del niño-que-vivió.

 

Voldemort se limitó a rodar los ojos. —Hace unos días… —Habló suavemente, mirando directamente a Potter. —… Le encomendé una tarea a Draco Malfoy. Desde luego, ha pasado exitosamente por la etapa de iniciación y ahora lleva la marca oscura con mucho orgullo.

 

Aunque el heredero de la ostentosa familia sonrió, Harry notó un atisbo de temor y culpabilidad en sus ojos. — ¿Puedo saber qué tarea es esa, mi Señor? —La pregunta la formuló sin dejar de mirar al rubio. Draco lo notó, así que optó por desviar sus ojos hacia el suelo.

 

Voldemort no pasó por alto ese momento, pero tampoco dijo algo al respecto. —El tendrá que matar a Albus Dumbledore antes de que termine el año. —Sonrió, observando el gesto impasible y analítico del chico Potter.

 

Harry sonrió ampliamente cuando Draco tembló y mordió su labio, sus ojos nuevamente brillando ante el miedo. Evidentemente él no quería hacerlo. —Quiero disculparme por mi atrevimiento, mi hermoso Señor, pero me gustaría ser yo quien mate al Albus Dumbledore.

 

Los sonidos de exclamación y sorpresa llenaron el lugar. Draco miró con absoluto terror a Harry. Negó frenéticamente, sonriendo nerviosamente. —N-no es necesario, puedo hacerlo por mí mismo.

 

— ¿Por qué quieres matarlo? —Potter se encogió de hombros ante la pregunta de su Señor.

 

—Tengo que demostrar mi valía de alguna manera, ¿No lo crees? Draco ha sido partidario del lado oscuro desde que era niño, porque su familia se lo inculcó. Mientras tanto, a mí me señalaron como el “salvador”, como el patético “niño-que-vivió”. —Suspiró. —Le aseguro, mi señor, que no lo soy. No estoy con la luz, nunca estuve de su lado. Y sé que no me creerá, así que estoy dispuesto a hacer lo que sea para que me acepte en sus filas. Creo que matando al director es un buen comienzo.

 

—Tienes razón, querido niño. Hoy me siento especialmente benevolente, así que estarás a cargo de eso. ¿Has investigado cómo infiltrar a mis Mortífagos a Hogwarts, Draco?

 

El rubio asintió. —Tuve un compañero en Slytherin que fue obligado a meterse en un armario evanescente que está en la escuela. Su gemelo se encuentra en Borgin y Burkes. Si lo arreglo, podría infiltrar a los Mortífagos.

 

—Es una idea maravillosa. —Harry halagó. —De esa forma podré entrar y completar la misión. Sin embargo… —Mordió su labio, pensativo.

 

— ¿Qué sucede? —El joven heredero estaba cada vez más nervioso.

 

—Sería muy sospechoso si llego directamente a matarlo. Para que no sea extraño, primeramente lo desarmarás. Dejaré pasar unos segundos, los cuales serán atribuidos a que estás claramente dudando, me “desesperaré” y terminaré la encomienda de nuestro señor. —Asintió, complacido. —Sí, suena bastante bien.

 

—Es una buena idea. —Voldemort musitó, observando a su joven versión mimando a Harry. —Doy la reunión por terminada. Potter, ¿Podrías quedarte? Necesito hablar contigo.

 

Antes de irse, Bellatrix besó la frente del chico, prometiendo un buen almuerzo familiar una vez que el Señor Oscuro lo desocupara. Narcissa silenciosamente le agradeció la ayuda y Draco murmuró un “luego hablamos” en su oído. Una vez a solas con el Lord, lo miró inquiridoramente. — ¿Qué le hiciste? —Preguntó, señalando con su cabeza a Tom.

 

El espectro casi lo miró ofendido. —Nada. —Aseguró Voldemort. —De hecho, podría hacerte la misma pregunta. ¿Qué le hiciste?

 

—Tampoco le hice nada. —Gruñó el menor. —Estaba normal hasta que tú te llevaste el diario. Ahora parece que está disfrutando del rush de una droga. 

 

—Claro. —Dijo el espectro. —Hablen de mí y finjan que no existo mientras estoy presente. —Harry chasqueó la lengua.

 

—Cuando tenga un cuerpo, lo quiero igual que antes. Si se porta tan bonito conmigo, no lo soportaré.

 

Voldemort sonrió burlonamente. — ¿Acaso te gusta que te traten mal? —Con elegancia, se levantó y caminó hasta quedar frente a Potter. — ¿Eres una especie de masoquista, querido niño? —Sus dedos se aferraron cruelmente al desordenado cabello, jalando con fuerza.

 

El rostro del niño enrojeció, de sus labios escapó un pequeño gemido. La sonrisa del Lord se hizo más evidente. El gruñido que soltó el espectro interrumpió el momento. — ¡Suéltalo! —Exigió, temblado de la furia.

 

Voldemort, aun sin comprender qué clase de relación tenían el par, hizo caso. No es que le tuviera miedo a ese pedazo de su alma, simplemente había cosas más importantes por atender que estar jugando el chico. — ¿Por qué quisiste ayudar a Draco?

 

Harry se encogió de hombros. —Evidentemente no está preparado para esto. Quizá sea irónico que lo diga, pero aún es un niño. Toda su vida ha crecido con el amor de unos padres, sin que absolutamente nada le falte. ¿De verdad crees que podrá hacerlo? Sería iluso de tu parte pensarlo.

 

Tom sonrió, Voldemort lo miró mal. —Bien, como sea. Sin embargo, espero no me falles. Estoy confiando en ti, Potter, en tu buen juicio. Me sentiré sumamente decepcionado si tú no cumples con la misión.

 

Harry le sonrió, el Señor Oscuro no supo interpretar ese gesto. —Te prometo, mi lord, que no lo haré. —Relamió sus labios. —Sólo aguarda un poco más; te regalaré el momento más glorioso que hayas tenido en años.


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