—Te dije que era un chico inteligente. —Fue lo primero que salió de la boca del espectro una vez que Harry se retiró del despacho. —Él ve más allá que cualquiera de tus mortífagos. Vio a través del chico Malfoy, notó que dudaba ante tu encomienda y se aprovechó de eso. —Suspiró, bastante feliz. —Siempre logra impresionarme.
Voldemort miró a su versión joven en silencio, razonando sus palabras. —Entonces… Mintió acerca de su valía. —Tom sonrió, asintiendo.
—Supongo que no necesita hacerlo ya que te ha mostrado lo suficiente como para que confíes en él. —Con su mano, comenzó a enumerar cada hecho. —Estuvo dispuesto a traicionar a la luz públicamente con tal de conocerte, te dio la profecía sin dudarlo, me ha protegido desde el instante que me conoció, es bueno en oclumancia, sumamente Slytherin cuando se lo propone, obedece sin replicar, ¿Qué más quieres de él? Prácticamente es el seguidor perfecto.
—Es un chico tan extraño… —El señor oscuro tenía mucho que pensar. Tom, tras suspirar nuevamente, desapareció, volviendo a su diario.
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Draco Malfoy no sabía cómo había llegado a esa situación. Previamente había entrado al cuarto de Potter para hablar sobre lo que pasó en su reunión con el Señor Tenebroso. Recordaba que se sentó en la cama y comenzó a hablar. — ¿Por qué te ofreciste a cumplir mi misión? —Harry, quien estaba leyendo un libro, despegó sus ojos de la entretenida lectura y lo miró con diversión.
— ¿No la familia se ayuda entre sí, querido primo? —El joven heredero gruñó, comprendiendo por qué odiaba tanto a Harry Potter; realmente lo sacaba de quicio fácilmente.
—No somos familia.
El Gryffindor le sonrió burlonamente. —Mamá Bellatrix no piensa lo mismo.
— ¡Es porque ella está loca! —Gritó, enfurecido. —Tía no ve a través de tus mentiras, pero yo te conozco, Potter, y sé que estás engañando a todos. Para tu desgracia, a mí no, y no me cansaré de luchar hasta que todos te conozcan realmente; te lo prometo.
No supo en qué momento permitió que el chico se subiera a su regazo y comenzara a besarlo. Aterrado, se separó y golpeó su cara con rudeza, paralizándose al escuchar el suave gemido que escapó de sus labios. Se impresionó mucho más cuando miró a Potter sonrojado, sonriéndole con diversión. —Vamos, primo, ¿No decías que me conocías? No deberías mostrarte tan sorprendido, entonces.
Draco tembló ante lo meloso que sonaba. Negó frenéticamente. — ¿Qué demonios te pasa?
Harry acarició su rostro con algo parecido a la ternura, regalándole una mirada dulce. —Cállate y disfruta, Malfoy. —Y volvió a juntar sus labios con brusquedad. El rubio, sin saber qué hacer, correspondió el gesto con timidez, enterrando la sensación de malestar y culpabilidad en lo más profundo de su mente, dejando que sus instintos lo guiaran.
Potter besaba bien. De vez en cuando, tiraba suavemente de su labio con sus dientes y sus manos jaloneaban su cabello juguetonamente. En algún momento, Draco empezó a sentir demasiado calor. Quería que Harry sintiese lo mismo, así que apretó con saña sus caderas y lo aventó rudamente a la cama mientras se posicionaba rápidamente sobre él. Potter sonrió divertido, Malfoy gruñó quedamente antes de dirigir su boca al blanquecino cuello del chico y morderlo. Harry gimió gustoso.
Los roces no tardaron en llegar y el ambiente se hizo más sofocante. Durante un instante, Draco supo que no era suficiente. Necesitaba más, ansiaba más. Quería arrancarle la ropa al otro chico, tener un contacto más íntimo.
Definitivamente, no sabía cómo había llegado a esa situación.
Justo cuando sus dedos rozaron los botones de la camisa de Potter, alguien irrumpió en la habitación. — ¡Draco Malfoy! —Bellatrix, enfurecida, gritó. — ¿Qué carajo crees que le estás haciendo a mi bebé?
El joven heredero se separó de Potter en un santiamén, su pálido rostro se coloreó de carmín y su mente se quedó en blanco. —T-tía…
La bruja alzó su varita y rápidamente conjuró un hechizo. — ¡Mobilicorpus! —Draco gritó aterrorizado cuando fue abruptamente levitado y lanzado al otro lado de la habitación. Harry soltó una fuerte carcajada.
—Demonios, ¡Cállate, Potter! —El mencionado negó ante eso, todavía riendo. Bellatrix rodeó con sus brazos al chico, mimándolo y fulminando a su sobrino con la mirada. El rubio maldijo por lo bajo ante eso.
—Mi pobre bebé… —La bruja besó la cicatriz de Harry con dulzura. —Venía a avisarte que la comida ya está, ¡No puedo creer que Draco te haya hecho esto! Definitivamente le diré a Cissy.
Malfoy palideció. —N-no…
— ¡Por supuesto que sí! Vamos. —Ambos jóvenes siguieron a la mayor en silencio, uno con una gran sonrisa y el otro aterrorizado. Cuando llegaron al comedor, Draco se paralizó al ver a su Lord sentado con gesto impaciente, el cual cambió a furia al ver el cuello de Potter.
— ¿Por qué tardaron tanto? —Narcissa preguntó, sin percatarse de las evidentes marcas de Harry y los labios hinchados de su hijo. —La comida se está enfriando.
— ¡Él atacó a mi bebé! —Bellatrix acusó, señalando a Draco. — ¡Mira todo lo que le hizo! Mi pobre e inocente bebé fue cruelmente agredido por tu hijo. ¡Tienes que hacer algo al respecto! Merece un buen castigo.
Los integrantes de la familia Malfoy así como los hermanos Lestrange, soltaron pequeños sonidos de sorpresa e incredulidad. Draco bajó la mirada, sumamente avergonzado, por lo que Harry suspiró. —Sólo estábamos experimentando, madre, no debes preocuparte.
— ¡Te ha dejado todo herido!
—No son heridas. —Aclaró a punto de rodar los ojos. —Definitivamente a ti te hace falta hacerlo con papá. —Bellatrix jadeó, impactada.
— ¡Te voy a castigar si sigues diciendo esas cosas en voz alta!
— ¡Sólo estoy diciendo la verdad! —Rodolphus, sin saber qué hacer o decir, cubrió su cara con ambas manos, incapaz de seguir viendo la discusión entre su esposa y su casi hijo. Aunque el chico le caía bien y podía ser un digno heredero de la familia Lestrange, definitivamente era bastante extraño.
De reojo, vio a su Lord, asustándose al ver su ceño fruncido y sus ojos brillando furiosamente. Voldemort no estaba nada contento. —Potter. —Siseó, enojado. — ¿Crees que es correcto llegar a una reunión familiar de esa forma?
Harry, impasible, se encogió de hombros. —Ni siquiera sabía que había una reunión familiar. Además, mi querido primo no tuvo la culpa; fui yo quien lo convenció para hacer eso.
— ¿Por qué quisiste hacerlo? —El Señor Oscuro cuidadosamente preguntó, ocultando su tono dudoso.
La sonrisa del chico le causó escalofríos a la mayoría de los presentes. —Porque pensé que era divertido.