Takano notó que Hatori estaba poniendo mucho empeño durante la reunión para que se aceptara publicar un primer tomo del One-Shot que le había pedido revisar hacía más de dos semanas. De hecho, estaba actuando algo extraño después de eso. No le pasó desapercibido el aroma a bebé que desprendía cuando llegó después de la hora del almuerzo a la oficina el día anterior. Pero Hatori era tan reservado que era difícil suponer. Le agradaba que parecía habersele encendido una chispa adentro, y eso podía traducirse en mejores resultados en su trabajo. No se sorprendió cuando se aceptó el primer tomo para el manga, ni la disimulada expresión de satisfacción de Hatori. Tampoco que en cuanto terminó la reunión, fue rápidamente a hacer una llamada.
Yokozawa lo pilló observando de lejos a Hatori.
—¿No que no cambiabas a Onodera por nada? —preguntó con ese tono suyo demandante.
Takano sonrió de medio lado, apenas dedicándole una mirada a su amigo.
—¿Sabes que acabo de detectar un ligero aroma a leche materna?
Yokozawa se puso rojo hasta las pestañas, y quiso huir, pero Takano lo agarró del cuello de la chaqueta para detenerlo.
—¿Ya estás preñado de Kirishima? —continuó, en un tono burlón.
Yokozawa apartó brusco la mano de Takano y se fue rápidamente.
—Deja de esconderte Ritsu. Puedo olerte a kilómetros de distancia.
El muy sonrojado omega se dejó ver detrás de una esquina. Él nada más iba pasando, pero se quedó congelado al ver a Takano y a Yokozawa hablando.
—Esto...yo...—balbuceó, como era habitual.
Takano se le acercó y pasó una mano por encima de sus hombros, emprendiendo el regreso a la oficina.
—Vamos, suéltalo.
—...¿Yokozawa-san y Kirishima-san…?
—¿No lo sabías? Ya todos en la oficina lo sospechan. Nada más espera que a Yokozawa le crezca la panza un poco más, aun la esconde debajo de toda esa ropa, junto con el hecho de que es un omega…
* * *
La felicidad no cabía en el cuerpo de Chiaki al escuchar las buenas noticias de boca de Hatori, aunque fue una llamada corta porque el editor estaba muy ocupado.
Chiaki sabía que debía esforzarse mucho, pero al fin las cosas marchaban bien. Desde la primera vez que leyó un manga, a escondidas cuando estaba en la escuela primaria, soñaba con ser publicado.
Daba vueltas por el pequeño apartamento con Haru en sus brazos al ritmo de una canción bailable. El bebé reía y trataba de imitar a su papi, lo que alegraba más a Chiaki porque su bebé se veía sano y feliz.
Gracias a lo que ganó con el One-Shot había podido pagar la renta y hacer mercado. Un bebé no era nada barato, pero incluso antes de la tragedia que le llevó a Haru a sus brazos, él había estado ahorrando para emanciparse y haciendo bocetos de mangas. Vendía sus dibujos en la escuela y también por internet. Le habría gustado ser ayudante, pero sus padres le habrían cachado si pasaba mucho tiempo fuera. Así logró mantenerse a flote. Algunos amigos de la escuela le habían ofrecido ayuda, pero él no quería ser una carga para nadie. Ya había vivido mucho tiempo bajo el yugo de otras personas, y quería tomar sus propias decisiones. Haru nunca estuvo en los planes, pero al contrario de arruinarlos, le había dado una fuerte razón para no rendirse.
Hatori lo llamó nuevamente por la noche, se escuchaba cansado. Le pidió que se reunieran al día siguiente en el primer piso de la editorial para explicarle cómo procederían. Acordaron la hora y se despidieron con un ‘buenas noches’.
Chiaki repasó las prendas en su armario un poco decepcionado. La mitad de su ropa consistía en pantalones flojos de cintura elástica y camisas anchas, que usaba durante el embarazo, y la otra mitad eran vaqueros y camisas de adolescente, de antes de embazarse. Sus zapatillas estaban desgastadas y viejas, y algunas de sus prendas interiores ya tenían rotos. No alcanzaba a imaginarse que un hombre tan elegante y preparado como Hatori pudiera fijar sus ojos en él, menos todavía con un hijo. Si se hubieran conocido en otras condiciones, tal vez pudiera arriesgarse e intentar conquistarlo. Pero dada la situación, no podía ilusionarse. Al ver a su bebé dormidito, envuelto en las mantas, se recordaba que lo único que importaba era ser un buen padre para él.
Al otro día, Chiaki llegó a la hora acordada, pero al acercarse a la sala donde se habían reunido la primera vez, no encontró a Hatori. Se sentó en el mismo lugar de antes a esperarlo. Haru venía despierto, aunque que en cualquier momento iba a quedarse dormido. Parecía luchar contra su sueño: los ojitos se le iban cerrando, pero luego se sacudía molesto.
—Mi amor, ¿por qué no quieres dormirte? —le habló Chiaki, con su voz suave y maternal.
El nene se le quedó mirando, parpadeando un par de veces y luego comenzó a sacudirse fuertemente.
Chiaki sintió un peso adicional a su lado y reconoció de inmediato el aroma a bosque.
—Lo lamento —dijo Hatori agitado— hubo una reunión de último minuto.
Haru gritó para llamar la atención, a lo que Chiaki entendió por fin lo qué quería, y le extendió el bebé a Hatori.
—Creo que...te estaba esperando —habló Chiaki, sorprendido.
—Hola Haru, ¿has sido buen niño? —el editor lo recibió.
El nene sonrió un poco, y luego bostezó.
—Oh, tiene sueño —Hatori intentó regresar el bebé a su papi, pero este sacudió la cabeza en señal de ‘no’.
—Creo que quiere que tú lo sostengas...—respondió, no muy seguro.
Hatori volteó a ver a Haru, cuyos ojitos se cerraban solos, y lo acomodó mejor en su brazo izquierdo.
—¿Por qué dices que me estaba esperando?
—No quería dormirse, y apenas llegaste, miralo.
Hatori sonrió y se alzó de hombros para restarle importancia, aunque por dentro, se sentía muy halagado.
—Bien, a lo que vinimos —pronunció el editor.
Hatori señaló algunas hojas con garabatos que había traído consigo y dejado sobre la mesa para que los viera.
—Esto es lo que debes entregarme, así podré hacer las correcciones antes de que comiences a dibujar. Son Storyboards.
—¡Este manga lo he leído! —se emocionó al reconocer la secuencia de uno de sus capítulos favoritos.
—Tenemos un mes para preparar el primer capitulo, que por experiencia es uno de los más complicados para el autor novato porque implica acomodar su espacio y sus horarios por primera vez.
—¿Espacio?
—Si, para hacerlo en un mes vas a necesitar ayudantes. Así que hay que conseguir las mesas, sillas, plumas, y los demás objetos de trabajo para cada uno.
Chiaki se quedó frío. No había pensado en eso. ¿Dónde diablos iba a recibir a los ayudantes? Había podido dibujar el primer capitulo él solo, pero si lo pensaba detenidamente, le había tomado unos tres meses, teniendo en cuenta todos los contratiempos que le generó el nacimiento de Haru.
Hatori casi podía ver los engranajes en la cabeza de Chiaki rodar. Lo había previsto.
—No tienes espacio, ¿verdad?
—...no...—musitó.
—Bueno, hay dos opciones. Se puede alquilar un estudio, que ya viene equipado, o un apartamento y amoblarlo.
—¿Cuánto costará eso?
—No estoy seguro...podría hacer algunas averiguaciones.
—Te lo agradecería —pero eso no lo tranquilizaba, porque sabía que el dinero no le alcanzaría.
El resto de la reunión estuvo atento pero decaído.
—No vale de nada preocuparse de más, encontraremos una solución —le dijo Hatori en tono tranquilizador—, ahora solo concentrate en el Storyboard, y en este polizón de acá.
Chiaki sonrió a recordar a su nene y estiró los brazos para tomarlo.
—Lo siento, lo sostuviste todo este rato…
—Si no hubiera querido, no lo habría hecho —suspiró—. Ya debo irme —se puso en pie.
Chiaki se dio cuenta que por estar preocupado no aprovechó la compañía de Hatori.
—Gracias —el chico se puso en pie después de él, con su dormido bebé en brazos.
Hatori no pudo resistirlo más y los abrazó. Chiaki sintió que todo su cuerpo se relajó al verse envuelto en la calidez del pecho del mayor y en su aroma. Quería permanecer así por siempre. Pero el editor se separó pronto, y tal como la vez anterior, se fue rápidamente tras un ‘hasta luego’.