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Seamos una familia por Lola_Star

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Notas del capitulo:

:O

:3

Chiaki no terminaba de creérselo. Un par de trabajadores acomodaron las mesas y sillas en el centro de lo que antes era la sala de Hatori, y los muebles que estaban allí los pusieron contra las paredes.

—La-lamento que tu sala haya sido invadida…—musitó, pero en realidad estaba muy feliz como para lamentarlo.

Hatori, a su lado, sonrió.

—De todas formas no recibía muchas visitas.

Chiaki lo miró, y no pudo evitar soltar una risita que Hatori correspondió.

—No son nuevos, pero están en perfecto estado. Un mangaka excéntrico quería que sus mesas de dibujo combinaran con el resto de la decoración de su casa. Prácticamente los regaló.

Los trabajadores terminaron de poner los muebles en su sitio, Hatori les dio las gracias y salieron del apartamento.

—¿Quieres probarlo? —preguntó Hatori.

—¡¡Si!! —contestó Chiaki muy emocionado. Era como un sueño hecho realidad: él, en la silla del mangaka.

Su silla giratoria era muy cómoda y la madera del escritorio se veía fuerte y confiable, además de que contaba con extensiones a los lados para poner cosas. Su espalda agradecería estar en una mejor posición. Ya podía verse horas ahí sentado.

—Te ves muy feliz —Hatori rompió su burbuja colocándose a su lado.

—Lo estoy, tal vez más que cuando trajeron la cuna de Haru.

—Me gusta verte así.

Chiaki volteó a ver a su editor, algo sorprendido por ese comentario. Podría haberse apenado y restarle importancia, como normalmente hacía, pero estaba tan feliz en ese momento que no había espacio para su baja autoestima. Además que la visita de los trabajadores sociales había ido bien y ya no estaba en riesgo de ser separado de su bebé. En un impulso salido de no-sé-dónde, se puso en pie de un salto y abrazó a Hatori.

—¡Gracias!

Nada más enterrar la cabeza en ese pecho, el olor a bosque lo invadió. El cuerpo de Hatori era cálido y firme, y cuando percibió a sus brazos envolverlo y su mentón apoyarse en su cabeza, sintió que podría morir feliz en ese momento. No supo si el abrazo duró unos segundos o unos minutos, porque fue como si el tiempo y el espacio ya no existieran.

—Chiaki, ya tengo que irme —pronunció Hatori con pesar al sentir su móvil vibrar en su bolsillo.

—¡Ah, lo siento! —se separó de un brinco, sintiendo que todos los colores le subían a la cabeza al ser consiente de lo atrevido que había sido.

—No, disculpame tú a mí, aun estoy en horario laboral. Haré algo especial para cenar cuando regrese, ¿vale?

Chiaki asintió ávidamente muy apenado para levantar la mirada o pronunciar palabra.

—Avisame cuando estén listas las páginas para contactar a los ayudantes. Nos vemos.

Entonces el chico sintió otro contacto maravilloso: los labios de Hatori en su frente.

Fue tan rápido que no le dio tiempo ni de moverse cuando escuchó la puerta cerrarse y que el alfa se había marchado.

El corazón de Chiaki latía tan rápido que lo escuchaba claramente. Estaba tan increíblemente feliz. Se dio cuenta que le temblaban las piernas cuando caminó a su habitación para ir a tirarse en su cama y fantasear un poco con el abrazo y el beso, mientras su Haru dormía pacíficamente en su nueva cuna.

***

Era viernes e iba a recibir a su primeros ayudantes. Serían tres por el momento. Chiaki estaba tan nervioso que había revisado dos veces que todos los implementos de trabajo estuvieran completos y en orden. Hatori estaba sentado en un sofá jugando con Haru ya que esa mañana había decidido esperar a los ayudantes antes de irse a la oficina, mientras Chiaki continuaba trabajando en sus dibujos.

Se escuchó el tiembre y Chiaki tembló en su puesto. Estaba muy nervioso de que los ayudantes no le tuvieran respeto por ser tan joven e inexperto. Él no había ido a la escuela de arte y sus dibujos eran muy empíricos, así que no conocía técnicas muy profesionales, las que los ayudantes probablemente si.

Hatori fue a abrir la puerta cargando a Haru con un solo brazo sin problema, ya que aun era muy pequeño.

Un muchacho, también muy joven como Chiaki, de cabello y ojos castaños claros, había llegado.

—Buenos días —saludó Hatori con su usual seriedad, pero el chico no contestó. Se quedó viendo a Haru detenidamente, mientras el nene lo miraba también, nada más porque era una nueva cara.

—¿Haru? —preguntó el chico, y adentro se escuchó cómo Chiaki corría su silla para ponerse en pie.

—¿Yuu? —Chiaki se acercó a la entrada, llevándose las manos a la boca al reconocerlo.

Hatori frunció el ceño al ser ignorado.

—¡¡¡TÚ!!! —lo señaló Yuu, entrando rápidamente y sin quitarse los zapatos —¡¡¡PEQUEÑO IDIOTA!!!

Hatori reaccionó inmediatamente al escuchar el insulto y a zancadas más largas fue a ponerse en el camino del intruso que iba directo, con una expresión muy amenazante, hacia Chiaki.

—¡¡¡MALDITO DESAGRADECIDO!!! ¡¡¡SABÍA QUE ERAS TÚ EN CUANTO VI LOS DIBUJOS!!!

Pero dejó de gritar cuando en su visual apareció Hatori, que lo veía con expresión asesina. Haru, asustado, se arrebujó en el brazo del hombre que lo sostenía.

—¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA FALTARLE AL RESPETO? —contraatacó Hatori, no gritando, pero si con una voz como un gruñido que le crispó los nervios a todos los presentes.

Chiaki posó sus manos suavemente sobre el brazo libre de Hatori, en un acto totalmente instintivo, y le habló con voz tan suave como la que usaba para dormir a Haru.

—Calmate, Hatori-san. Él es Yanase Yuu. Fue mi compañero de preparatoria y tiene buenas razones para estar molesto conmigo. No es peligroso, solo un poco gruñón.

El aura negra y peligrosa alrededor del editor se calmó un poco a escuchar a Chiaki y sentir su tacto tibio a travéz de la tela.

Haru extendió sus manitas hacia su papi, que lo trajo hacia sus propios brazos inmediatamente.

—Ahora ya entiendo todo. ¡Te conseguiste un alfa y por eso ya no necesitaste más de tus amigos! —reclamó.

—¿¡Qué!? ¡No! ¡Hatori-san es mi editor!

El alfa se mordió la lengua y empuñó las manos lleno de impotencia.

—Y yo nací ayer —continuó Yanase en tono cínico.

—¡Te digo que no!

—¡¡Como fuera, no tenías por qué ignorarme!! —dijo muy dolido.

Chiaki bajó la cabeza, abrazando más a su bebé, que tenía la cabecita escondida en su cuello.

—No quería causarte más molestias…

—¡¡Molestias las que me causaste cuando ya no supe de ti!! ¡¿No sabes la desesperación que he pasado estas semanas sin saber si estabas bien?! ¡¿Si habías comido o si tenías una cama decente donde dormir?!

—Lo siento…

—¡¡¡CLARO QUE NO LO SIENTES!!!

Entonces Haru empezó a llorar a todo pulmón. No le gustaban esos gritos.

Hatori no pudo soportarlo más y de un solo movimiento agarró a Yanase por el cuello de la camisa.

—TE LARGAS YA MISMO.

Yanase lo miró con odio, nada intimidado. Pero justo cuando parecía que esos dos iban a agarrarse a golpes, se escuchó el timbre del apartamento. En la entrada, cuya puerta seguía abierta, estaban dos chicas algo asustadas.

—Bu-buenos días…—dijo una de ellas.

—No-nosotras so-mos las ayudantes…

—¿Es aquí? ¿O tal vez estamos perdidas…?

Hatori soltó a Yanase, recobrando la cordura.

—¡Si, es aquí! —Chiaki se aproximó a ellas, aun tratando de calmar a su bebé, haciendo una reverencia— ¡disculpen el alboroto!

—E-está bien…—dijeron ellas, bastante confundidas.

—¿Que tal si nos sentamos todos y charlamos tranquilamente? —propuso Chiaki, logrando a punta de mimos que Haru se calmara.

Increíblemente, funcionó.

Chiaki explicó a las chicas que él era Yoshikawa Chiharu y sus razones para ocultar su identidad. También, que Yanase Yuu estaba molesto con él y por eso todo el jaleo cuando ellas llegaron. Y que Haru era su hijo y que normalmente no daba mucho problema. Ellas asintieron, aun desconfiadas. Luego Yanase se disculpó, y acto seguido, Hatori también lo hizo.

—Entonces…¿manos a la obra? —propuso una de las chicas, lo que Chiaki agradeció, ya que al fin comenzarían a trabajar.

Hatori decidió que lo mejor era retirarse porque aun estaba alterado. No confiaba en Yanase, perom el muchacho parecía concentrado en su trabajo así que nada más le susurró a Chiaki que lo llamara si tenía algún problema.

Chiaki puso a Haru en el gimnasio de actividades que le había regalado Hatori, junto al peluche de conejito y los sonajeros, y el nene estuvo entretenido por un buen rato.

El trabajo con los ayudantes fue muy provechoso. Ellos dibujaban tal cual él decía, e incluso hacían algunas buenas sugerencias. Yuu aun lo miraba con mala cara, pero eso no quitaba calidad a su trabajo.

Haru lloró para llamar la atención de su papi, quien fue de inmediato a alimentarlo y cambiarle el pañal. El nene se quedó dormido después, y Chiaki lo puso en la carriola, cerca de él.

A la hora del almuerzo compartieron la mesa de la cocina mientras cada uno comía su bentō. Hatori, sabiendo lo despistado que era Chiaki, le dejaba comida preparada en el refrigerador. Tuvieron una charla tranquila, y luego de reposar la comida sobre los sillones de sala, siguieron trabajando.

Haru despertó al rato pero no lloró. Como la carriola estaba al lado de su papi, lo veía trabajar, mientras él babeaba su conejito rosa. Cuando Chiaki se dio cuenta que estaba despierto, le hizo algunos mimos, le cambió el pañal, lo alimentó y lo dejó en la carriola, a su lado, con sus juguetes.

Los ayudantes, incluido Yanase, estaban sorprendidos del comportamiento de Haru. Los tres se habían imaginado que sería un problema trabajar con el bebé ahí, ya que no se esperaban que el nene en serio fuera tan tranquilo.

Antes del atardecer, las chicas se despidieron con un ‘hasta mañana’, parecían contentas, por lo que Haru, en brazos de su papi, les devolvió la sonrisa.

Yanase, por otro lado, no estaba dispuesto a irse tan fácil.

—Ahora si me vas a explicar qué está pasando aquí.

***

Yanase Yuu era uno de los mejores amigos de Chiaki. Iban juntos a la escuela y a ambos les gustaba dibujar. Chiaki conocía bien a la madre de Yuu de tantas veces que había ido a su casa a pasar la tarde leyendo mangas o jugando videojuegos. Lastimosamente Chiaki nunca pudo invitar a Yuu a su casa, ya que le estaba prohibido llevar visitas.

Yuu, durante mucho tiempo y sin que Chiaki se diera cuenta, aunque le había dado muchos indicios, estaba enamorado de su amigo. Cuando sucedió ‘el incidente’, Yuu sintió como si lo hubieran apuñalado. No le permitieron verlo en el hospital por orden de sus horribles padres, y tuvo que esperar a que Chiaki volviera a la escuela. Aun tenía 17 años cuando ocurrió.

Para la graduación el embarazo aun no se notaba, pero después de eso ya no pudo ver a Chiaki porque lo encarcelaron en casa. Literalmente no lo dejaban salir. Se comunicaban por mensajes, únicamente. Así, Yuu se enteró de que planeaban alejarlo de su bebé sin siquiera dejar lo viera, aunque fuera una primera vez.

Yuu, junto a otros amigos allegados a Chiaki, reunieron dinero para comprar ropitas y pañales para el recién nacido, que entregaron en el hospital donde su amigo dio a luz, ya que en ese momento tampoco lo dejaron verlo.

Supo por boca de las enfermeras, que viendo su desesperación, decidieron contarle que Chiaki había sido acogido por una fundación que ayuda a padres jóvenes en situación de vulnerabilidad. Su identidad y ubicación serían confidenciales por un tiempo mientras se tomaban acciones legales para intimidar a los padres del chico y evitar que tomaran represalias por su desobediencia.

Yuu intentó contactar a Chiaki de muchas maneras, pero no obtuvo respuesta. Estaba muy preocupado por ellos. Incluso su madre había accedido a acogerlos en su casa. Él mismo llevaba trabajando de ayudante mientras asistía a la escuela de artes, para ahorrar dinero para Chiaki y Haru.

Más de un mes después, iba de regreso a casa cuando pasó por una librería y decidió echar un vistazo. Abrió una revista al azar, y nada más ver los dibujos, identificó el estilo de Chiaki. Lo conocía tan bien que era difícil equivocarse. Al día siguiente fue a ofrecer sus servicios de ayudante a Marukawa. Suerte que llevaba todos esos meses trabajando y su portafolio era bastante bueno.

***

Yuu escuchó algo incrédulo la historia de Chiaki. Sabía que omitía las partes feas de la historia. Pero notaba, por su expresión y la de Haru, que ambos estaban bien y contentos.

—Eres un bobo con suerte, ¿sabes?

—¡Yuu! —Chiaki reprochó con sus usuales pucheros infantiles.

‘Un niño criando a otro niño’ pensó viendo a Haru en brazos de su papi, quietico escuchando la conversación.

—Las puertas de mi casa continúan abiertas para ambos, por si no recuerdas todos los mensajes que ignoraste.

—Ya te expliqué que…

—Lo sé, lo sé —lo interrumpió— pero eres demasiado inocente. Si en algún momento Hatori llegara a sobrepasarse contigo…

—¡Ya lo habría hecho si hubiera querido! —exclamó molesto, sobresaltando a Haru en sus brazos.

Yuu se le quedó viendo sorprendido. Pocas veces había visto esa reacción en su amigo, que normalmente era muy tranquilo y conciliador.

El pecho de Yuu dolió un poco, reconociendo el brillo en los ojos de Chiaki. No quiso hacer ningún comentario porque se daba cuenta que su amigo aun no era consciente de ello.

—De cualquier forma —se levantó del sofá donde estaban para tomar sus cosas— nunca se sabe cuando se va a estar en un aprieto.

Chiaki se sintió algo mal.

—Tienes razón. Disculpame. Gracias —también se puso en pie.

Yuu sonrió de medio lado para luego acercarse a Chiaki, darle un beso en la frente, y acariciar los cabellitos castaños y desordenados de Haru.

—Ya me voy. Nos vemos mañana.

Chiaki se despidió con una mano, incapaz de acompañar a Yuu a la salida.

No podía dejar de pensar en lo diferente que se había sentido el beso de Yuu en comparación con el de Hatori.

Notas finales:

Dejame un review por fis, es que me hacen muy feliz :3


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