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Seamos una familia por Lola_Star

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Las cosas fluyeron bien. Takano estuvo de acuerdo con llenar el vacío de la autora lastimada de Hatori con el One-Shot de Yoshikawa Chiharu después de leerlo completo. Chiaki firmó el contrato lleno de felicidad y comenzó a trabajar en las correcciones que le envió Hatori.

Una semana pasó de eso, y Hatori no había vuelto a tener noticia de Yoshino. Así que decidió llamarlo para saber cómo iba.

—¿Hola? —contestó una voz somnolienta.

—Yoshikawa-sensei, Hatori al habla.

—Oh, Hatori-san, buenos días. No hay necesidad que me llame por el seudónimo.

—De acuerdo. ¿Cómo está? ¿Cómo van esas correcciones?

—Eh...—dudó , lo que empezó a preocupar a Hatori— iba muy bien pero...Haru agarró una infección y he pasado los últimos dos días en el hospital. Ya está fuera de peligro y puede que lo den de alta entre hoy y mañana. Prometo ponerme a trabajar en cuanto regrese a casa…

Por un momento tuvo el impulso de regañarlo como lo hacía con sus otras autoras, pero se mordió la lengua al no conocer del todo la situación del chico.

—¿En qué hospital estás? —suspiró, levantándose de su silla y tomando su abrigo. Los demás editores voltearon a verlo a penas escucharon la palabra ‘hospital’.

—En el Pediátrico, ¿por qué?

—Voy para allá, no te muevas de ahí, esperame —colgó.

Chiaki quedó con las palabras en la boca. ¿De verdad Hatori iba a ir al hospital? ¿Por qué?

Mientras tanto, en Marukawa, Takano fue el primero en interrogar a Hatori.

—¿Le ocurre algo malo a tu autora? —preguntó visiblemente preocupado.

—No, a su hijo. No parece ser grave, pero puede que necesite algo de apoyo emocional. En todo caso, es mejor ir a verlo por mí mismo.

—Hazle llegar nuestros buenos deseos —dijo Kisa Shouta, otro de los editores, un omega de baja estatura, piel clara, cabello negro y ojos café, que aparentaba diez años menos de los que tenía.

—De acuerdo, hasta pronto —se despidió rápidamente.

El hospital pediátrico quedaba algo lejos, y calculó que llegaría más rápido en tren debido al tráfico. Después de bajarse en la estación que quedaba cerca, tomó un taxi para no tener que caminar las diez cuadras que aun le faltaban para llegar. Cuando ingresó, le preguntó a una enfermera que pasaba si había visto al chico, a lo que ella le pidió que lo siguiera.

Entró en una habitación con varias camillas en forma de cunas, aunque solo una de ellas estaba ocupada, precisamente por Haru. Al lado, sosteniendo su pequeña manita, sentado en una silla, estaba cantándole una canción de cuna. Se detuvo en cuanto escuchó los pasos, y sintió cómo se le subían los colores cuando vio detrás de la sonriente enfermera a Hatori. Así, viéndolo de lejos, pudo notar lo alto que era y lo imponente que se veía al caminar. Era un hombre bastante atractivo. Y venía hacía él.

—Haru, tienes una visita~ —canturreó la enfermera, una mujer entrada en años. Parecía complacerle mucho que alguien por fin viniera a auxiliar a ese muchachito, más si era ese hombre que se notaba tan responsable y cuya preocupación saltó a la vista a penas la interceptó en la entrada.

—Hatori-san —a penas pudo susurrar .

—¿Por qué no me llamaste antes? —reclamó, ya sin poder contenerse.

La enfermera sonrió complacida y se retiró para darles espacio.

—¿Eh?...bueno, yo...¿debía llamarte?

Hatori suspiró, arrastrando una silla que estaba junto a otra pequeña camilla, colocandola en frente de Yoshino, al otro lado de la cuna.

—Si, cuando este tipo de cosas ocurran, debes llamarme —aclaró.

—Ah, claro, esto retrasa el trabajo. Lo siento… —desvió la mirada hacia su bebé, y lo descubrió con los ojos muy abiertos. Haru comenzó a moverse enérgicamente, sin soltar el dedo de su papi.

—Vaya...justo cuando pensé que había logrando que te durmieras —le dijo al bebé, haciendo un gracioso mohín con la boca.

Solo entonces Hatori notó las oscuras ojeras de Yoshino, y lo cansado que se veía.

—¿Al menos has comido algo? —preguntó Hatori en un tono más condescendiente.

—Las enfermeras...ellas me han traído comida de hospital. Es bastante insípida, pero funciona.

Por un momento, Hatori se quedó sin habla. ¿Cómo era posible que alguien tan joven estuviera solo en esa situación?

—¿Él está bien?

—Si — sonrió— me asusté un motón cuando no dejaba de llorar, pero ya está mejor. Tenía algo de fiebre, y mi reacción fue traerlo aquí de inmediato. Al menos eso hice bien.

Hatori observó a la criatura sacudirse en la cuna y estirar los brazos hacia , quien lo tomó, asegurándose de darle soporte a la cabeza.

—¿Cuánto tiempo tiene? —ya no podía con su curiosidad.

—Casi cinco semanas.

Eso era menos de lo que pensaba. todavía estaba en periodo de maternidad. ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de ese chico?

—¿Dónde están tus padres?

Yoshino se tensó ante la pregunta y Haru soltó un berrido. Su papi prontamente le habló con palabras y sonidos suaves para que se calmara, pensaba que iba a llorar pero parecía solo querer llamar la atención. Debía estar fastidiado porque normalmente no era tan inquieto.

—Querían que diera en adopción a Haru, pero yo no quise. Escapé de casa. Las enfermeras de este hospital me ayudaron, aquí di a luz. No me están buscando, y ya soy mayor de edad…

—¿Y el padre de la criatura?

El corazón de Chiaki dio un vuelco y entonces Haru de verdad comenzó a llorar.

—Cariño, ¿qué ocurre? ¿Te duele algo?

Chiaki se sentía angustiado, y el llanto de su bebé no colaboraba. Se le formó un nudo en la garganta, quiso echarse a llorar, pero tenía un bebé en brazos llorando del que debía encargarse antes de pensar en si mismo.

La enfermera de antes entró a paso rápido y sin preguntar, le quitó de los brazos al bebé.

—Sal un momento Yoshino, estás muy alterado y eso lo siente el bebé. Ve afuera y calmate.

Chiaki empuñó las manos, sintiéndose impotente y salió como alma que lleva el diablo.

—Habla con él —ordenó la enfermera a Hatori, quien como un resorte, se levantó de la silla y fue tras el chico.

Afuera, sentado en la sala de espera, estaba con la cabeza enterrada entre las manos. Hatori se sentó a su lado, escuchando sus leves sollozos. No era su asunto, pero casi sentía que le dolía.

—...me lo pueden quitar...—susurró el chico entre gimoteos.

—¡¿Qué?! —se alarmó Hatori.

Chiaki levantó la cabeza, ya resignado a que no podría contener sus lágrimas y que necesitaba alguien que lo consolara.

—Van a quitarme a Haru si no demuestro que soy capaz de mantenerlo bien.

Como si fuera algo muy natural, Hatori extendió sus brazos y Chiaki se refugió en ellos. Había estado guardándose la amargura para no afectar a Haru, pero iba llegando a su punto de quiebre. Hatori acarició con ternura su espalda, acunándolo en su pecho y dejándolo desahogarse.

Otra enfermera que pasó por el pasillo le sonrió maternalmente cuando lo vio abrazando a Yoshino. Asumió que debían conocer al chico y saber por lo que estaba pasando.

Pasó un rato para que al fin se calmara. Hatori fue a conseguirle papel higiénico para que se limpiara.

—¿Mejor? —preguntó Hatori acariciándole la cabeza con delicadeza.

El chico asintió, terminando de limpiarse las lágrimas y los mocos.

—Puedo ayudarte. Tienes talento y eres muy joven. Eres algo así como un diamante en bruto para la compañía. Pero debes confiar en mí y ser muy sincero. No puedo ayudarte si no sé por lo que estás pasando, ¿comprendes eso?

—...si —susurró.

—Después de que Haru salga de aquí y descanses lo suficiente, debes terminar el manuscrito. Si finalmente no cuenta con la recepción suficiente para hacer un manga, hay que intentarlo con otro. Lo importante es no rendirse ni desesperarse. Y llamar a tu editor cuando tengas problemas.

—Si, si —asentía como un niño pequeño.

—Ahora, ¿quieres dormir un rato?

El chico miró a Hatori sin comprender del todo a qué se refería.

En la habitación donde estaba Haru, había un sofá en la esquina, desde donde se podía vigilar al bebé. Hatori le prometió a que se mantendría despierto mientras él durmiera, cuidando de Haru.

El nene se quedó profundamente dormido después de la rabieta, por lo que accedió. Realmente necesitaba descansar. No conocía del todo a Hatori, pero algo en su corazón el decía que podía confiar en él. Además las enfermeras estaban pendientes, siempre rondando.

Luego de un rato, cuando ya bebé y papi dormían profundamente, uno en la cuna y el otro en el sofá, un médico entró a la habitación. Era un señor entrado en años, con el pelo blanqueado por las canas y la piel arrugada.

—¿Es usted responsable de estas dos criaturas?

—Si —Hatori respondió sin pensárselo dos veces.

—¿Puede acompañarme un momento? —le indicó el pasillo.

—Claro —se levantó de la silla al lado de la cuna, y lo siguió.

Después de explicarle su relación con Yoshino, el médico comprendió que el hombre no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Nada hubiera preparado a Hatori para la historia que le contó el médico.

—Haru es producto de una violación sexual.

A Hatori se le heló la sangre cuando escuchó eso. En su mente resonaron las tiernas palabras de Yoshino: ‘ es mi pequeña bendición...’.

—Los celos de Yoshino siempre fueron irregulares. Es normal en algunos omegas, sobretodo en aquellos que reprimen sus impulsos sexuales. Los padres de Yoshino son personas muy estrictas, y su plan era casar a su hijo con el mejor postor en cuanto el chico terminara la escuela. No le estaba permitido a Yoshino ni siquiera tocarse durante sus celos, y usaban métodos poco ortodoxos para calmarlo.

»Una noche hubo una fuerte discusión, parece que Yoshino se negó a ir a una entrevista matrimonial, y en consecuencia, su madre destruyó algunos de sus dibujos. El chico, enojado, salió corriendo de su casa. No creo que pensara en huir, sino en encontrar un lugar para calmarse. Y como Yoshino no tenía mucho conocimiento sobre las señales de su cuerpo, no sabía que estaba entrando en celo.

»Estuvo desaparecido por tres días, hasta que un policía lo encontró desnudo en un callejón, inconsciente entre unas bolsas de basura. Él dice que no recuerda nada, y sinceramente lo creo porque no rechazó al bebé. Los padres alegaron que debía abortar en cuanto se supo que estaba embarazado, pero él se negó rotundamente. Entonces decidieron que iban a darlo en adopción. Yoshino no dijo nada, supongo que lo dejó ser para evitar que le hicieran daño.

»Cuando la labor de parto inició y lo trajeron acá, Yoshino le suplicó a las enfermeras que lo ayudaran. Fue posible gracias a que ya había cumplido la mayoría de edad. Unos amigos suyos trajeron una maleta con sus cosas, le regalaron ropitas al bebé y creo que le dieron algo de dinero. Hay una fundación que auxilia a padres adolescentes desamparados, y fueron ellos los que pagaron los costos del parto. Luego, una enfermera le arrendó un pequeño piso en un barrio no muy elegante, pero si a un precio módico.

»Él está solo ahora. Los servicios sociales tienen conocimiento de su caso. No me gustaría que le quiten a su bebé porque a pesar de lo joven que es, se nota que lo ama profundamente. Que tenga una empleo a distancia es una gran noticia. Espero que pueda ayudarlo, ya que como ve, nosotros no podemos hacer nada más.

Notas finales:

:)


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