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Seamos una familia por Lola_Star

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Hatori recibió una llamada al atardecer. A Haru lo dieron de alta y por fin podría regresar a casa a terminar el manuscrito. Se alegró de que el nene estuviera bien y le reiteró que descansara antes de ponerse a trabajar.

Tres días antes de la fecha límite, Chiaki envió el manuscrito corregido. Hatori lo felicitó, porque además de haber agregado unos muy buenos detalles, se veía bastante profesional.

Hatori nunca se había sentido tan ansioso por ver las estadísticas de las ventas, ni siquiera cuando era un novato. Dependiendo de eso era el monto que le iban a pagar a Yoshino, y también se decidiría si se haría un manga.

Los demás en la oficina lo notaban tenso, más de lo usual, pero nadie se atrevía a preguntarle.

La mañana cuando al fin recibió el informe en su correo electrónico, sintió que le regresaba el alma al cuerpo. La reacción del publico había sido buena y habían muchos comentarios en la página web que pedían que se le hiciera un manga. Eso se decidiría tras una reunión, pero por lo menos la paga por el One-Shot sería buena.

Hatori salió de la oficina y fue a un balcón para tomar aire fresco antes llamar a .

—Buenos días Hatori-san —contestó el chico.

—Buenas noticias Yoshino, tu propuesta recibió buena aceptación.

—¡Cielos! ¡¿En serio?! ¡Que buena noticia! —se escuchó muy emocionado— y yo que ya estaba pensando en otras propuestas.

—Eso es bueno, pero preferiría que vayas pensando en la trama de los tres primeros capítulos. Mañana se hará la reunión para definir qué nuevos mangas empezarán a publicarse. Ah, y en el transcurso del día de hoy recibirás tu paga.

—¡Eso es maravilloso! ¡Muchas gracias!

—¿Te parece si nos encontramos para almorzar? Invita la casa. Puede ser en un restaurante familiar, para que no haya problema con Haru.

Del otro lado de la linea, el corazón de Chiaki empezó a latir como loco.

—S...si...—balbuceó nervioso—eso me...gustaría.

Acordaron encontrarse en una estación de tren cercana a una zona de restaurantes familiares al medio día. Hatori vio de espaldas a Yoshino esperando junto a la salida, y se permitió contemplarlo con ternura antes de ser visto.

Saludó a y al pequeño Haru, que iba vestido con un mono amarillo y un gorrito a juego, envuelto en una manta de ositos.

El chico pensó que Hatori se veía tan guapo y formal como siempre, y aunque no debía emocionarse, se sentía muy feliz ante la idea de pasar ese rato con él. Luego, el mayor le quitó la pañalera del hombro.

—Yo puedo cargarla…—dijo sorprendido.

—Mejor concentrate en cargarlo a él. Se ve un poco más grande que la última vez que lo vi.

Chiaki sonrió hacia su bebé, que estaba muy despierto y muy curioso, mirando a todas partes. Empezaron a caminar rumbo hacia la zona de restaurantes.

—Crecen muy rápido, aunque sigue siendo pequeño en comparación al promedio. Estoy casi seguro que va a ser un omega, como yo —su papi le hizo un mimo, a lo que el nene sonrió mostrando sus encías desdentadas.

Hatori sonrió también, pensando en cuánta inocencia junta eran Haru y Yoshino.

Escogieron un restaurante donde los asientos eran largos y cómodos, así podían sentarse uno junto al otro para que pasarse al bebé fuera más fácil, ya que Hatori quería ayudar a cargar a Haru. La primera vez que lo sostuvo se sintió algo torpe; era tan frágil le daba un poco de miedo. Entre sus brazos se veía aun más pequeño, pero no lloró. Lo miraba con curiosidad, y luego a su papi.

—Debes agradarle porque normalmente llora cuando lo sostiene un extraño.

‘O siente que su papi está seguro al lado de este hombre’ terminó en su mente Chiaki, por lo que se abofeteó mentalmente segundos después.

El mesero llegó, dándoles la bienvenida al lugar.

—Espero que usted, su esposo y su pequeño puedan disfrutar su estancia —habló, dirigiéndose a Hatori.

La cabeza de Chiaki casi estalla al escuchar eso, sobretodo cuando Hatori no lo contradijo. Supo que el mesero era un beta por su aroma, y por eso no se daba cuenta que no eran pareja.

—Bien, lo llamaré en cuánto decidamos qué pedir —contestó divertido.

No le parecía raro que la gente creyera que eran una familia. Cualquiera podría pensar que Haru había salido a su papi y por eso no se parecía a Hatori. Además, los tres se veían muy cómodos juntos.

—Hatori-san...—habló nervioso el chico, pero eso ya lo sabía el mayor por su olor.

—Está bien Yoshino, no importa quiénes seamos en este momento. Solo vamos a disfrutar la comida, ¿si?

El joven asintió, disponiéndose a revisar el menú.

Mientras esperaban la comida, Chiaki le enseñó a Hatori cómo jugar con Haru. El pequeño ya soltaba algunas carcajadas, y era tremendamente gratificante escucharlo reír.

Haru estaba muy feliz: tenía toda la atención y su papi estaba contento. En su infantil mente de bebé comprendió que ese bienestar estaba relacionado con la presencia del hombre grande.

Hatori sostuvo a Haru mientras comían, ya que para él era más sencillo sostenerlo con un brazo, y con el otro llevarse los cubiertos a la boca.

El pequeño no lloró ni una sola vez, aunque ensució su pañal cuando estaban terminado la comida. Mientras Hatori pagaba la cuenta, Chiaki fue al baño a cambiar al bebé. Una señora que estaba lavándose las manos, se le quedó mirando.

—¿Cuántos años tienes? —le preguntó con ese tono de señora que exige una respuesta sin sonar grosera.

Chiaki se sobresaltó porque no esperaba que ella le hablara, y porque ya sabía lo que venía.

—Dieciocho...—contestó arrojando a la basura una toallita húmeda sucia de popó, y siguió con otra porque Haru se había hecho un desastre.

—Te dejaste preñar tan rápido...—dijo en ese tono lastimero que Chiaki detestaba—, al menos has pescado un buen hombre; se le ve en los ojos que los ama.

El chico se mordió el labio apresurándose a colocarle un pañal limpio a Haru. Ni él había tenido la culpa de preñarse, ni Hatori era el responsable por ello. Y no tenía sentido que los amara, porque a penas y se conocían. Más bien, pensaba Chiaki, Hatori debía sentir compasión por ellos. Había escuchado, en su estado semidormido, cómo el médico le contaba su historia al editor. Pudo haberse enojado, pero no tenía sentido. Hubiera preferido que Hatori pensara que había quedado preñado de manera irresponsable por andar de caliente, pero sabía que, tarde o temprano, la verdad saldría a la luz.

La mujer notó que el muchachito se puso tenso, los dedos le temblaban mientras ajustaba los broches del mono y metía todas sus cosas en la pañalera. Agarró rápido al bebé y pasó junto a ella susurrando un ‘permiso’, nada más por educación.

Mentiría si dijera que no se tranquilizó al ver a Hatori esperando afuera pacientemente. Haru sonrió e hizo algo muy extraño: estiró los brazos hacia el hombre grande.

Chiaki vio incrédulo cómo su hijo, poco amigable con los extraños, coqueteaba descaradamente con Hatori. Este extendió los brazos contento para tomar delicadamente al bebé. El chico estaba tan sorprendido, que ni siquiera intentó impedirlo.

—¿Estás tratando de seducirme? —hizo un gesto extraño que a Haru le causó gracia. La cara de Hatori fue tan rara que hasta a Chiaki dio risa.

—¿Con que te parece muy gracioso, eh? —y entonces hizo otra cara rara que le arrancó una carcajada a Haru. Siguió con otras más, y el bebé no paraba de reír. Las personas que pasaban los miraban tiernamente, pero Hatori, tan concentrado en Haru, no se daba cuenta.

Las palabras de la señora que lo abordó en el baño hicieron eco en Chiaki. Pensarían que Hatori era un mal hombre por dejar preñado a un chico tan joven, y no quería que eso sucediera.

—Vamos —dijo el chico halando de la chaqueta de Hatori para llamar su atención—, debes regresar al trabajo, ¿no?

—Oh, si —recordó de golpe.

Chiaki extendió los brazos para traer de vuelta a su bebé, pero este se estiró para que su papi no lo alcanzara. Estaba muy cómodo con Hatori.

El muchachito puso tal cara, entre molestia e incredulidad, que al mayor le causó gracia.

—A veces eres tan caprichoso —le reprochó Chiaki a Haru, y como si el bebé pudiera entenderlo, escondió la cabeza en el pecho de Hatori.

—¿Por qué presiento que lo heredó de ti? —quiso molestarlo un poco el editor, empezando a andar.

—...¡claro...que no! —balbuceó Chiaki ruborizado, siguiendo a Hatori.

Después de toda esa actividad, Haru se quedó dormido en los brazos de Hatori. Cuando llegaron a la estación, este se lo entregó a su papi, que acomodó la cabecita sobre su hombro para que siguiera descansando tranquilo.

—¿Seguro que no quieres que los acompañe?

—No, estamos bien. Además, quedan en direcciones opuestas, mi casa y Marukawa. No tiene sentido que hagas tal viaje.

—De acuerdo, enviame un mensaje cuando lleguen. Llamaré si no lo haces.

—...si —asintió Chiaki.

Lo siguiente que percibió el chico, fueron los labios de Hatori en su frente. Luego rápidamente se despidió y desapareció entre la gente. Las piernas de Chiaki temblaron, y si no cedieron a su peso fue porque debía mantenerse firme por su bebé. Qué clase de prueba tan dura le había puesto el destino. No enamorarse de Hatori era todo un reto. No es que hubiera estado enamorado antes, pero su omega interior se estaba enloqueciendo con él. Sintió que el beso le dejó impregnado el aroma de Hatori en el cuerpo, además de que, por el rato que permaneció Haru en sus brazos, también el nene se había quedado con su aroma. Olía como a bosque, a madera. Abrazó a su bebé en un intento por calmarse, y fue a buscar el tren que lo llevaría al pequeño lugar que por el momento llamaba ‘hogar’.

Notas finales:

Levanten la mano tod@s l@s que nos enamoramos de Hatori :3

Dejame tu opinión en un review, así me animaré a seguir escribiendo y actualizaré pronto :D


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