Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los ojos del Alma por Liesel Meninger

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo VI: Lazo.


—Lo encontré hace algunos minutos. Estaba muy alterado, intenté calmarlo, pero mis intentos fueron en vano  —mencionó, mientras buscaba la llave correcta entre todas las que poseía—. Tuve que encerrarlo; su olor está atrayendo algunos indeseables, por lo cual creí que lo habían lastimado… Sobre todo por su estado físico —observó a Natasha cuando el seguro de la puerta cedió—. Creo que por seguridad del niño usted no debería ingresar


—Esto no debería estar pasando —dijo Natasha con visible preocupación. El olor de Tony era perceptible a pesar de lo que le había aplicado y parecía haberse vuelto más intenso—. ¿Crees que…?


—No, estamos hablando de Steve. Él jamás lo tocaría… Y menos en un lugar como este —escuchó un pequeño suspiro de su pareja, el mismo sonido que usaba siempre que le mencionaba que podía llegar a ser muy inocente, pero estaba seguro de que su amigo jamás haría algo por el estilo—. Sigue intentando contactar a Steve, por favor —mencionó con resignación  al ser consciente de  que su presencia podía  alterar  más a Tony.


Natasha tomó el celular que James le ofrecía, cubriéndose la nariz cuando la puerta se abrió. El olor de Tony era más fuerte de lo que debería ser en ese momento y ni siquiera ella podía evitar sentirse levemente mareada a pesar de que él no le atraía en absoluto.


—¿Anthony? —empezó a buscar en cada cubículo mientras le llamaba, ayudado por el conserje. Pero nadie más parecía  encontrarse en el  lugar. Estuvo tentado a preguntarle a su acompañante  si no se habían equivocado de piso, pero una pequeña figura acurrucada en el otro extremo captó su atención.


El aludido estaba semidesnudo, con la cabeza entre las piernas, y temblando ligeramente.


—Anthony —se hincó frente al mencionado, pero no dio muestras de percatarse de su presencia—. ¿Qué sucedió? ¿Alguien…? —no fue capaz de terminar la frase. No quería pensar en la posibilidad que les había planteado el conserje—. ¿Dónde está Steve? —ante la mención  del nombre de su amigo, Anthony dejo de temblar, pero no cambió de posición—. Tony… —lo llamó por su diminutivo con algo de inseguridad, al ser la primera vez que lo usaba, creyendo que de esa forma se sentiría más seguro para hablar de lo sucedido—. Steve…


—Me odia… Steve me odia —contestó finalmente y, casi inmediatamente, el ritmo de su respiración aumentó—. Steve… —levantó la mirada, observando a James. Su rostro y ojos presentaban un color rojizo—. Él… —miró hacia un lado, como si buscara algo, emitiendo un pequeño sollozo, colocándose  una mano sobre el pecho, empezando a jalar su camisa, como si esta le impidiera respirar.


—Tony, mírame —le tomó por las mejillas, percatándose de que su temperatura corporal estaba muy elevada—. Tienes que calmarte, prometo que…


No alcanzó a concluir su frase porque un peso extra provocó que perdiera el equilibrio, haciéndolo caer  hacia atrás mientras sostenía  el cuerpo lánguido de Anthony  con  el  suyo, cuando  sus  ojos  se c erraron a pesar de sus  llamados.


<<<<>>>> 


Miró la pantalla del celular. Nuevamente  James  intentaba contactarse con él, pero,  aunque su intención  no  era  preocuparlo, deseaba estar solo, por esa razón apagó el móvil, guardándolo en el bolsillo de su pantalón, concentrándose nuevamente en el paisaje  frente a sus ojos.


Sin embargo, una sensación de vacío lo sacó de su pequeña atmosfera de tranquilidad. Esa misma sensación que le invadía desde que había despertado, pero con la notable diferencia de haberse  incrementado. Aquello que necesitaba parecía llamarle, pero, por más que se esforzaba, no lograba recordarle.


Cerró los ojos, dejándose  caer sobre la corteza del árbol que se encontraba detrás de su cuerpo, siendo víctima de  una sensación asfixiante que   provocaba  que el aire le faltara y que sus manos  temblaran  levemente.


Sentía que alguien lo necesitaba.  Sabía que alguien le llamaba. Pero, lamentablemente, sus memorias  jamás  le  ayudarían a encontrar  a esa  persona.


— ¿Steven?


Abrió los ojos, dejando caer su mano a un costado de su cuerpo, tratando de normalizar su respiración, pero tuvo que tomar varias inhalaciones profundas, mientras escuchaba algunos pasos acercándose al lugar donde se encontraba.


—Eres tú ¿cierto? —Giró hacia su izquierda, encontrándose con un hombre que no recordaba haber conocido—. Has cambiado mucho en estos casi dos años, pero sigues pareciéndote a tu madre ¿Ya te recuperaste completamente?


—Lo siento —dijo, levantándose, alejándose instintivamente—,  pero no lo conozco, realmente, no lo recuerdo. Tuve un accidente hace algunos meses y… Lo siento ¿Quién es usted?


—Sí, el accidente. Cuando me llamaron creí que también te perdería, pero aquí estas, hijo


Steven no tuvo tiempo de procesar lo que el hombre mayor  había mencionado, ya que el hombre le dio un abrazo  de  improviso.


—Te extrañé.


James era el encargado de platicarle sobre su pasado, pero, en referencia a sus padres, solo le había hablado sobre su madre, por lo cual supuso que había sido madre soltera.


—Intenté visitarte cuando me enteré del accidente, por medio de una llamada telefónica, pero ese… tu amigo siempre me negó la entrada a su casa a pesar de que le suplicaba  que  me permitiera verte —una expresión de desagrado acompañó el tono de desdén que utilizó al recordar al mencionado. Sin embargo, cuando se aferró aún más al cuerpo de Steve, su tono nuevamente cambió—. Eres lo único que me queda desde que perdí a tu madre, Steven


El aludido no sabía cómo reaccionar. El hombre frente suyo se escuchaba genuinamente afectado y se aferraba a su cuerpo casi con desesperación.  Pero, por alguna razón, su contacto le desagradaba. No comprendía por qué le  repelía, pero, al ver el estado del hombre, decidió adjudicar esa  sensación a la falta de sus recuerdos.


—Steven… —el hombre parecía estar un poco decepcionado—. Lo siento, sé que no lo recuerdas, es solo que… no nos vemos desde el día que nos despedimos  cuando te ibas para el ejercito; se suponía que pasaríamos las fiestas de fin de año juntos… Como siempre lo hicimos los tres —Steven le observaba. Era extraño y no lo comprendía, a pesar de que tampoco reconoció a su mejor amigo, desde la primera vez que lo había visto, una sensación de calidez  le invadía, pero con ese hombre era diferente—. Sé que no me recuerdas, pero… —metió la mano dentro del bolsillo de su  pantalón desgastado, sacando un reloj—… esta foto es prueba de que todo lo que te he dicho es cierto


Steven observó detalladamente la foto que se encontraba en el reloj. Estaba el hombre que tenía enfrente, una mujer rubia y un chico escuálido que se parecía mucho a él, al igual que la mujer.


— ¿Es…? —el hombre asintió—. James me dijo que yo tenía una foto en un reloj de bolsillo, pero se había destruido en el accidente


—Ese fue un regalo de tu madre —le ofreció el reloj—. Si deseas puedes conservar este, en nuestra casa tengo más retratos de nosotros


Después de pensarlo por algunos segundos, lo tomó, sin dejar de observar  la foto. Ya tenía un rostro que colocarle a la mujer de la que James siempre le hablaba. Y resultaba ser más hermosa de lo que había podido captar en sus dibujos gracias a  las  descripciones  de  su amigo.


— ¿Cómo me encontraste? ¿Vienes a este lugar? —inquirió, después de algunos segundos, con la esperanza de que supiera por qué ese lugar era importante para él.


—No. Te vi frente a la casa de Barnes y, aunque no estaba muy seguro de que eras tú, te seguí. Quería verte, hijo —dijo con claro pesar, sin dejar de observarle a los ojos—. Pero estoy dispuesto a esperar a que estés preparado para verme nuevamente —se giró, dispuesto a marcharse, pero la voz de Steven lo detuvo.


— ¿Puedes llevarme a tu casa? —decidió que debía darle una oportunidad a su padre, creyendo que tal vez, cuando lo conociera, la sensación de desagrado que le provocaba desaparecería.


—Por supuesto, hijo.


Caminaron en silencio por algunas calles empedradas hasta llegar a una casa pequeña y de apariencia descuidada. Steven se esforzó tratando de reconocer el lugar, pero no pudo visualizar ninguna de las memorias de su  niñez.


Sin nada más que hacer, esperó pacientemente hasta que la puerta de madera envejecida fue abierta después de algunos intentos. Entró después del hombre mayor, siendo conducido  por un pasillo pequeño hasta llegar a una habitación que quedaba en el fondo. Era una estancia pequeña, pero estaba ordenada y  en mejores condiciones que el resto de la casa.


— ¿Esta era…?


—Sí, era tu habitación  —mencionó, sentándose sobre la cama—. No ha cambiado absolutamente en nada desde que te fuiste a la milicia.


Steven pasó los dedos por una repisa que se encontraba pegada a la pared, percatándose de que había mucho polvo.


—No me atreví a abrirla desde que te fuiste —dijo al percatarse de lo que estaba haciendo el hombre más joven—. Quería que, si algún día deseabas volver, te sintieras en casa. Sintieras que nada había cambiado en este lugar.


—No… —Steve se sentó en la cama, acariciando la tela. A pesar de que nada parecía haber sido movido en mucho tiempo, no sentía nada. No se sentía que estuviera en su hogar. Por el contrarío, sentía que le faltaba algo para sentirse reconfortado—. Lo siento.


El hombre mayor, en respuesta, sonrió, colocándole una  mano sobre el hombro.


—No tienes por qué disculparte —dijo—. A pesar de todo, estoy feliz, Steven. Estás aquí, conmigo, y podemos iniciar de nuevo. Creí que  tal vez…  te gustaría regresar a casa, como antes de que te marcharas a la milicia —sonreía esperanzado, por lo cual Steven tuvo que apartar la vista.


—Yo… Me siento cómodo viviendo con Bucky. Siento que ese es mi hogar… Lo lamento —miró sus manos, no sabiendo que más agregar.


—Está bien —el hombre mayor dio un apretón pequeño en su hombro,  resignado a su decisión—, pero me gustaría que vinieras de visita de vez en cuando, ya que a tu amigo no le agrado en lo más mínimo.


Steven lo miró nuevamente. Esa era una de las incógnitas que tenía desde que estaban en el parque y no se había atrevido a exteriorizar.


— ¿Por qué? —inquirió finalmente—. Existen cosas de las cuales James no me ha hablado aún. Dice que aún no es el momento —una expresión de angustia se apoderó de sus facciones. No saber nada sobre su pasado le seguía afectando como desde el día en que despertó—. Jamás me habló de ti, pero siempre me cuenta historias de mi madre.


El hombre mayor suspiró, mostrando su incomodidad al rascar su nunca.


—Nunca le agradé a tu amigo, y no le culpo. Hice cosas terribles, hijo —dijo, mirando al frente—.  Estoy  muy agradecido de que no las recuerdes. No hice feliz a tu madre… Tampoco fui un buen padre contigo. Cometí muchos errores, pero… estoy agradecido de tenerte nuevamente a mi lado. Sé que antes era un padre muy exigente, pero siempre te amé a ti y a tu madre.


Posó nuevamente sus manos sobre los hombros de Steven, después de arrepentirse de darle un abrazo.  Se había contenido porque era consciente de que aún era un extraño a sus ojos.


—Estoy dispuesto a enmendar mis errores, hijo.


Steven miró sus ojos y quiso confiar en el hombre que le rogaba silenciosamente que no lo abandonara. El hombre  que deseaba reconocer, pero no podía. Sintiendo mucha lástima por su padre, finalmente sonrió, respondiendo al gesto que el hombre mayor antes había contenido.


Cuando se separaron, observó con más detenimiento la habitación por algunos minutos antes de atreverse a hablar nuevamente.


—Quiero saber cómo era nuestra vida cuando mi madre vivía… La verdad —el hombre mayor pareció dudar, pero asintió—. También deseo que me hables sobre mi relación con Bucky y… —se calló e hizo un movimiento negativo con la cabeza al pensar que no debía seguir dándole importancia a esa persona—. Todo lo que sucedió hasta el accidente.


<<<<>>>> 


Suspiró cansinamente cuando otro saco de boxeo cayó desecho a algunos metros de donde se encontraba. A pesar de que no era la primera vez, se seguía preguntando por qué poseía ese tipo de fuerza física que era superior a cualquiera que perteneciera  a su casta.


Hizo un movimiento negativo, dejando de darle importancia, mientras se dirigía hacia el último saco con el que contaba, ignorando los pasos que se acercaban.


—Estuve tratando de contactarte desde ayer —Bucky se detuvo en el marco de la puerta, observando los desechos que se encontraban en el piso.


—Lo siento, necesitaba estar solo —dio un golpe al saco, sin molestarse en mirar a James.


—¿Qué sucedió?


Steven dio otro golpe al saco, ignorando la pregunta.


—Steve…


Ante el llamado, se detuvo observando durante algunos segundos el saco antes de finalmente girarse.


—¿Fuimos pareja? —inconscientemente empezó a dar pasos lentos hacia James.


— ¿Qué?


—¿Fuimos pareja? —inquirió nuevamente, cuando estuvieron frente a frente.


—¿Quién te lo mencionó? —apartó la mirada. No quería engañarlo, pero pensó que ignorar esa parte de su vida haría que las inseguridades de Tony desaparecieran y la relación de ambos marchara mejor.


—Es cierto —mencionó en un susurró—. Creí que no era cierto cuando me dijo que todo este tiempo me estuviste mintiendo —el tono decepcionado que utilizó hizo que James lo mirara nuevamente.


—Yo… lo siento… No lo consideré importante. Lo nuestro fue… una tontería de niños;  ni siquiera nos atraíamos de esa forma.


—¿Una tontería? —dijo con enojo—. ¿Cómo puedes saber cómo me sentía al respecto… o cómo me siento después de enterarme que todos mis sentimientos hacia ti están totalmente fundamentados?


—Eso no… Si me quieres, pero no de esa forma. Terminamos nuestra relación por mutuo acuerdo.


—Yo no… Ya no estoy seguro de que pueda creerte —se pasó una mano por el cabello—. ¿Qué más me ocultaste? Ni siquiera me hablaste de mi padre.


— Fue él… ¿Vino aquí? ¿Qué te dijo?


—Todo lo que tú te negaste a revelarme —mencionó con tono acusante. Se sentía traicionado y confundido por lo que realmente sentía por James.


—No lo comprendes —tomó a Steve por los hombros, asegurándose de que lo mirara a los ojos—.  Sin importar lo que te haya dicho, no es cierto. Te está manipulando; siempre lo hizo.


—¡Fue la única persona que me habló sobre mi pasado! —se alejó de James. Estaba tan confundido que no quería tenerlo cerca—. Comprendo que no te agrade por los errores que cometió en el pasado, pero yo… necesito confiar en alguien, ya que evidentemente no puedo confiar en ti.


Esa frase dejó sin habla a James. A pesar de que le dolía, sabía que Steve tenía razón.


—Le pedí que me hablara sobre cómo era mi vida antes del accidente —dijo evitando observarlo, ya que no quería que la expresión de James le afectara más—. Me contó que clase de persona era. Fue la única persona que se dignó a decirme la verdad a pesar de que tenía mucho que perder.


—Steve…


—No —detuvo a James, ya no quería que lo siguieran engañando—. Quiero que me hables sobre nosotros y qué me sucedió en la milicia ¿Por qué tuve un cambio tan drástico? Eso fue lo único que mi padre no pudo responder.


<<<<>>>> 


 —Anthony ingresará al instituto Tecnológico de Massachusetts —dijo, tratando de sonar indiferente—. Los directivos quedaron impresionados con su proyecto de ciencias, pero antes de que fuera informado se produjo el accidente. Ya presentó los exámenes. El trato era que pasara un mes en tratamiento con Peggy y, sin importar los resultados, se iría. Ya no es necesario que hables con él sobre el tema de Steven; a partir de este momento es un tema olvidado —levantó la muñeca, observando la hora que marcaba su reloj—. Si me permite, tengo asuntos que atender —hizo un movimiento con la cabeza, antes de dirigirse hacia su mayordomo—. Javis, acompaña a la señorita Romanoff a la salida.


Antes de que Natasha pudiera agregar algo, Howard entró a su despacho. Teniendo pocas opciones,  intentó convencer a Jarvis de que le permitiera ver a Tony, pero este le mencionó que estaba indispuesto.


Resignada, se dirigió a la salida, sin poder creer  que Tony hubiese aceptado los designios de su padre.


Sacó su celular, buscando el número de contacto de James. Sin embargo, un golpe leve en la cabeza detuvo su acción. Giró hacia arriba, observando a Tony en la ventana, apuntando un objeto hacia su dirección.


—Natasha —aventó hacia atrás el objeto que tenía en la mano—. Voy a bajar.


— ¿¡Estas demente!? ¡Está muy elevado!


—Silencio, Jarvis podría oírte —se sentó sobre la ventana, mientras se aseguraba de que Natasha no hubiese llamado la atención del mayordomo—. Hablaste con mi padre. No puedo irme sin ver a Steve. En fin, hay algo en los arbustos que me ayudara a amortiguar la caída.


Natasha siguió las instrucciones de Tony, ayudándolo a bajar. Sin embargo, cuando estuvo sobre el pasto, se dobló y casi pierde el equilibrio.


—¿Estás bien? Te vez pálido —lo ayudó a levantarse, analizándolo detenidamente después de tres semanas sin verlo—. Jarvis dijo que has estado indispuesto.


—Sí —hizo una mueca de desagrado antes de respirar profundo—. Pero no creo que sea nada importante.  Creo que tengo algún virus. Pero ver a Steve es prioritario. Necesito verlo, llévame con él, Romanoff.


Natasha se sorprendió ante el tono suplicante que Tony utilizó. Sin embargo, lo ignoró porque su teléfono sonó.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).