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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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Quienes también tenían una salida pendiente ese sábado eran Darren y Tarik. Lo que en un comienzo sería un encuentro mayormente sexual programado para soportar la prueba de celibato que impuso Darren, ahora se había convertido en una cita completamente adolescente propuesta por Tarik para demostrar por su propia cuenta que, aunque tuviera luz verde de actuar según sus instintos y cumplir sus sueños más sucios, no sólo era capaz de contenerse, sino que prefería ir al acuario. 

 

¿Para qué, luego de una discusión donde debió quedar claro que ambos tenían sentimientos importantes por el otro y deberían ir por encima de lo sucedido en el pasado…? Pues… No, no era por terquedad. Tampoco por desconfianza. Era por nerviosismo. Tarik estaba nervioso. 

 

¡Era su primera cita con Darren! Dejando de lado que debía ser perfecta, apenas podía consigo mismo entre la emoción y la ansiedad, peor considerando que prometió no volver a fumar; se distrajo torturando su guitarra por horas durante la noche y cuando consiguió dormir, sólo soñó que se encontraban con todos sus exs y que Darren resultaba ser alérgico al vidrio de los tanques. Sabía que era una exageración y aún así no podía detener su mente de irse a los peores escenarios posibles.

 

Una hora antes de salir, el sábado por la mañana, se encontró observando en el espejo los casi inexistentes rastros del hematoma sobre su nariz. Con un poco de maquillaje podría hacerlo desaparecer del todo, lo cual era una buena forma de comenzar el día y redujo en gran medida su crisis de “necesito verme a la altura de Darren, parezco delincuente, no tengo qué ponerme, por qué uso tantas poleras de Iron Maiden”. 

 

Mientras afinaba los últimos detalles de su look, Darren esperaba afuera, apoyado en su automóvil y pegado al celular, aunque no tan concentrado como parecía. ¿Por qué una simple ida al acuario lo tenía tan… expectante? ¿Sería que al fin pasar tiempo a solas con Tarik le demostraría que tomó la decisión correcta sobre explorar esa relación romántico-afectiva? ¿O se trataría de sus hormonas adolescentes pidiendo más contacto?

 

Eso último se le ocurrió al ver a Tarik caminando hacia él. Se veía bien, como siempre, mentalmente podía admitir que ese look desaliñado le venía de maravilla. 

 

Decidió que no tenía por qué privarse de sus privilegios como novio y lo recibió rodeándole el cuello con los brazos, atrayéndolo para besarlo intensamente. Tarik no supo qué hizo para merecer ese saludo, así que se limitó a agradecer al coro de ángeles en su cabeza e intentar actuar natural.

 

—¿Caminamos? —ofreció, pensando que necesitaría la brisa en el rostro (y otras partes) para pasar el calor.

 

—Seguro. Es cerca —aceptó el peliverde. Su siguiente movimiento fue apoderarse del antebrazo de Tarik para caminar, acariciando sus dedos entrelazados. Pronto notó que parecía tener heridas nuevas.—¿Practicaste mucho?

 

—Sí, casi todo el día de ayer.

 

Gran parte de su tiempo solía irse en sus encuentros pasajeros y fiestas, siendo ambas cosas que no extrañaba para nada, pero que lo mantenían ocupado. Tener tanto tiempo libre lo invitaba a pensar demasiado y cuando hacía eso, podía terminar en un lugar oscuro. La guitarra lo salvaba.

 

Y no era que quisiera enclaustrarse para mantenerse fiel, no existía tentación posible que fuera más atractiva que Darren, sólo era más simple estar fuera del ojo público por un rato. Cada vez que lo veían, lo llenaban de preguntas sobre su relación y qué tan en serio iba. ¿Cómo podría explicar que ya quería comprarle un anillo?

 

—¿Se ve muy mal?—preguntó, levantando un poco la mano.

 

—No, son manos de guitarrista —sonrió el peliverde. —Me gustan. Son agradables.

 

Guardó para sí mismo el pensamiento de que cuando Tarik le acariciaba el cuello o el rostro era una sensación curiosa sentir sus dedos rasposos; hacía días se preguntaba cómo se sentirían en otras partes del cuerpo. Entonces era cuando recordaba que hacía meses que estaba sin tener relaciones sexuales, aunque sabía controlarse muy bien.

 

—Me gustan más las tuyas —sonrió también Tarik, acariciándole los dedos mientras Darren intentaba nuevamente entibiar sus manos. Era tierno de su parte. Le agradaba que se mostrara más cariñoso desde que decidieran darlo todo en su relación. ¡Llevaban 10 minutos juntos y aún no recibía ningún regaño! Portarse mejor sí que servía.

 

Y ahora sólo debía demostrar que era un novio normal que podía no estar pensando en sexo todo el tiempo, incluso si tenía el “permiso” de Darren para hacerlo. Pan comido. 

 

La primera sorpresa fue que Tarik se adelantara y pagara por las entradas, alegando que era siempre Darren quien pagaba por todo cuando estaban con la banda, a lo cual el peliverde sólo sonrió y le agradeció con un beso en la mejilla por el gesto. Luego entraron al recinto, compuesto por un gran subsuelo lleno de túneles de vidrio con peceras dentro.

 

Tenían tanques de animales específicos, como los típicos de corales, los tiburones, los delfines, los pulpos e incluso un pasillo totalmente a oscuras donde habitaban unos horrendos peces con luces en sus frentes que se acercaban de vez en cuando a los vidrios para mostrar sus enormes dientes afilados.

 

Tarik había ido solo una vez antes al acuario, a los 8 o 9 años, un poco después de que sus padres se separaran. Y debía estar poniendo exactamente las mismas expresiones, porque le divertía muchísimo ver los tanques y las criaturas detrás de los vidrios. Hizo una exclamación de asombro bastante evidente al ver pasar un tiburón sobre su cabeza y le apretó la mano a Darren para que lo viera. Ambos rieron y continuaron el recorrido.

 

—Ese se parece a ti —le dijo entonces a Tarik en un momento, apuntándole a un pez grande, del tamaño de una mano adulta con largas aletas suaves de color amarillo y turquesa que se movía de un lado a otro.

 

—¡Ah, es verdad, increíble!—dijo, apoyando las manos en sus rodillas e inclinándose para verlo de cerca. —¿Dónde está tu pequeño Darren, amigo? —preguntó, riendo.

 

—Su Darren… debiera ser… —murmuró pensativo, mirando a sus alrededores hasta que encontró el nombre del pez que buscaba en la misma lista. —Debiera… ¡ahí está!

 

Eso de "encontrar a tu pez" por una caracteristica de su color era muy normal, y le apuntó a otro pez del mismo tamaño del "pez Tarik" que era más bien largo y no tan alto, de un color verde ligero entre sus escamas brillantes y sus ojos se veían tan cansados como los del mismo Darren a veces.

 

—Es el más lindo —declaró, acercándose a verlo también, tomándole la mano a Darren. Era bueno también que no se estuviera aburriendo, seguro en sus viajes había visto cosas mucho más interesantes, pero él lo estaba pasando muy bien. —¿Qué quieres hacer después de esto? 

 

Darren puso una mano en su mentón, pensando en aquello. Realmente al ser una cita no tenía muchas ideas románticas de dónde ir, pero si le preguntaba lo que deseaba hacer, lo que realmente quería hacer...

 

—Podríamos ir al festival del libro que están celebrando cerca de aquí, conseguir unas cosas, después... podríamos ir a mi casa —concluyó, mirando a su novio de reojo en espera de una reacción que no llegó.

 

—Suena bien. Luego podríamos pasar a comprar cuerdas de guitarra, ya rompí otra.

 

—Ajá. ¿Y después a mi casa?

 

—Bueno, si es que no tenemos hambre… ¿qué tal si cenamos?

 

—Mi casa está vacía, Tarik.

 

El rubio evitaba mirarlo, pero Darren pudo notar que sus orejas enrojecían. —Oh… ¿en serio…? Pues… bueno, si quieres, también podríamos ir al cine…

 

Tras unos segundos, el peliverde entendió lo que sucedía: Tarik seguía intentando cumplir su tonta prueba. En parte se sentía bien y en otra… era frustrante. ¿Acaso pensaba que no quería tener sexo con él? ¿Lo creería frígido? 

 

Se mordió el labio inferior porque no quería que Tarik tuviera dudas, tanto de que él también quería aquello como de que no pensaría mal de él por dejarse llevar, y lo tomó de la mano para llevarlo al pasillo que casi nadie recorría, más que nada porque casi todos iban con niños y le temían a la zona especial (precisamente la de los peces horribles). Aprovechó entonces la oscuridad para besarlo con fuerza y largamente contra la puerta, impidiendo así el paso de más gente. No sabía si había alguien más allí, pero qué más daba, los verían sólo si se acercaban a menos de dos metros de ellos. 

 

Tarik se sintió acelerar con el contacto y pensó que las piernas le fallarían al oír lo siguiente.

 

—Tócame —ordenó Darren. Dio énfasis a la instrucción pasando los brazos tras la espalda del rubio, atrayéndolo con fuerza hacia su cuerpo.

 

—¿Donde quiera...? —preguntó el rubio, mordiendo inconscientemente su labio inferior para jugar con su argolla.

 

—Donde sea—fue la respuesta algo ahogada del peliverde, pues inmediatamente sintió las manos del rubio recorriendo su espalda y bajando. Le sostuvo el rostro y lo miró a los ojos. —En todos lados —concluyó, dejándolo hacer a voluntad mientras le tomaba las manos y las llevaba a su trasero para que lo tocara sin tantos rodeos. Las suyas vagaron hacia el pecho del rubio, tocando por encima otra argolla, y luego a su espalda baja apretando su trasero de igual forma. Tarik se sintió en el paraíso al percibir la suavidad bajo sus manos, sumado a la perfección de su forma, y no se resistió a masajearlo. No podría contar todas las veces que se había encontrado mirándolo cuando caminaba delante suyo; tampoco los codazos que le daba Dexter para que dejara de ser tan evidente. 

 

Pegó la cadera a la del peliverde, colando las manos bajo la camisa para poder tocar su piel. Darren respondió con un gemido que finalizó en los labios de Tarik mientras su cuerpo temblaba ligeramente. El rubio sí que sabía cómo tocarlo... 

 

—Mmm… —intentó decir algo, pedirle que fuera más lento. Debía recordarse que era solo un manoseo rápido, seguían estando en un lugar público.

 

Tarik recorrió sus costados bajo la prenda, sintiendo su piel y luego las volvió a su trasero, presionándolo contra sí mismo, al punto en que una de sus piernas quedó entre las de Darren. Rozó su cuello con los labios, subiendo a su oído, donde dio una pequeña mordida a su lóbulo. —Deberíamos… parar… —dijo en voz baja, pese a que sus manos apretaron los muslos del peliverde.

 

—D-Deberíamos… ¡ah! —intentó contestar. No quería parar realmente, le gustaba lo que estaba sintiendo. Lo soltó con un brazo, llevando la mano a sus tetillas y tirando apenas del piercing para poder ver sus reacciones. Se relamió los labios ligeramente.

 

Apenas Tarik sintió el miembro de Darren endureciéndose contra su muslo, se le fue todo el calor al rostro. Las mejillas le ardían y seguía repitiéndose que unos minutos más y se detendría... sólo un roce más y se detendría. Tomó las caderas de Darren y lo acomodó frente a él, con lo que sus erecciones se tocaron al volver a abrazarlo con fuerza.

 

Mierda... ojalá no apareciera nadie del staff del acuario.

 

El calor subía y Darren no podía sino seguir ansiando más contacto, más fricción. Podía también sentir el tamaño de Tarik contra el suyo y comenzó a pensar en lo bien que lo pasarían si pudiera tenerlo dentro suyo.

 

—Tarik… más te vale que… vayas a mi casa esta noche.

 

—Darren… —susurró Tarik de vuelta, pensando exactamente lo mismo mientras presionaba los dedos en su trasero y seguía rozándose contra él. Era muy difícil pensar en separarse, pero la idea de que los interrumpieran forzó al rubio a intentarlo. 

 

Respiraba bastante agitado cuando se acercó una última vez al oído de su novio. —Esta noche. Sin falta.

Darren asintió y también se obligó a poner las manos en los hombros del rubio, intentando separarlo ligeramente de él hasta poder respirar una vez más. Le dio un último beso por esa tarde, más breve que los anteriores.

 

Tenía el flequillo algo pegado a la cara y se descubrió un poco el rostro, dándose aire con la mano para no sentir las ganas de volverle a saltar encima. Se acercó al vidrio, esperando que ver a los peces fuera suficiente para hacerle sentir desagrado.

 

El guitarrista se mordió el labio cuando Darren lo apartó y puso todo de su parte para que lo hiciera, pese a que seguía mirándolo con ganas de comerlo y las mejillas particularmente acaloradas. Sólo en sus fantasías más locas Darren le decía cosas así de atrevidas... Tampoco habría anticipado estarse tocando en lugares públicos. Estaba tan contento que apenas podía contenerse de saltar de alegría.

 

—Okay, vale… caminemos mientras —murmuró, buscando tomarle la mano en la oscuridad. —¿Estás bien?

 

Se echó el cabello levemente húmedo hacia atrás y respiró profundo. Mirar a Darren no le ayudaba en nada, así que miró hacia el frente.

 

—Sí, estoy bien. Sólo tengo que pensar en Matthew y se me va todo —bromeó. No era broma.

 

Le tomó la mano y besó suave sus dedos —Vamos a esa feria —le dijo, porque allí sí que estarían rodeados de personas. Y mientras antes fueran, antes podrían llegar a la casa de Darren. —No tienes las manos frías ahora —notó, sonriendo. Se sentía como una victoria personal.

 

—Cierto —sonrió de vuelta Tarik.

 

La verdad, ni pensar en el bajista conseguía bajarle la excitación, ¿qué tan terrible sería sugerir dejar la feria para otro día…?

 

—Olvídalo —dijo entonces Darren, haciéndole pensar que le leía la mente y lo regañaría, aunque fue incluso más allá de eso. —Nos vamos a mi casa. Ahora.

 

El manager se veía compuesto, como siempre; era en los pequeños detalles donde dejaba entrever su súbita calentura. Por ejemplo, el hecho de que no quisiera caminar a buscar su auto a pesar de que eran sólo unas cuadras y pidiera un Uber para ir a su mansión. Luego enviaría un empleado por su auto. Tan intoxicantes esos besos habían sido y sus caricias, junto con la promesa de ese día. Nunca había sido una persona paciente con sus deseos.

 

—No entren a la mansión —indicó a los guardias antes de dar la misma instrucción a los empleados dentro, dejándoles la tarde libre. 

 

Tarik no podía creer lo que sucedía y sólo al estar en ese lugar se dio cuenta que pasó de ser el idiota calenturiento que sólo pensaba en sexo a el novio que quería tener una cita en el acuario en lugar de cumplir los deseos del amor de su vida. Apenas podía con la idea de que Darren fuera… pues… ¿una persona con deseos? Nunca lo había visto así. La sonrisa era incontenible.

 

—¿Ya estamos solos? —preguntó, apretándole un poco la mano.

 

La respuesta fue ser llevado escaleras arriba directamente al cuarto de Darren, donde fue apoyado contra la puerta que se cerró con fuerza y acorralado en un beso profundo. El peliverde comenzó a quitarle la chaqueta de cuero, que dejó caer al piso, y luego buscó a tientas el picaporte para cerrar con llave.

 

Se soltó la coleta del cabello con una mano y volvió a atraer al rubio hacia su cuerpo, con una mano en su nuca y la otra dispuesta a tocarlo inmediatamente entre las piernas. Era un joven muy apasionado cuando tenía intenciones de aquello.

 

Tarik llevaba exactamente siete días sin que alguien más lo tocara allí y eso en su mundo era muchísimo, así que no fue de extrañarse que su entrepierna contestara inmediatamente a las repentinas caricias de Darren, endureciéndose bajo sus dedos. No perdió tiempo y llevó también las manos a su pantalón con intenciones de desabrocharlo. 

 

Al recorrerlo con la yema de los dedos notó lo rápido que reaccionaba y Darren se sintió halagado por su dureza. Al separarse se relamió los labios y movió las caderas hacia adelante para dejarlo quitarle la ropa cuando un par de golpecitos en la puerta se escucharon del otro lado, sobresaltando al muchacho.

 

—¡Dije que nadie en la casa! —se quejó, intentando ignorarlo para continuar con lo suyo, pues ciertamente Tarik así lo hizo y continuó besándole el cuello.

 

—¿Darren? —preguntó una voz algo confundida del otro lado. —¿Me estás echando?

 

La reacción fue inmediata cuando el peliverde se percató de quién era y empujó a su novio unos pasos hacia atrás mientras se acomodaba la ropa con rapidez y le indicaba lo mismo a Tarik sacudiendo las manos.

 

—¡Lo... lo siento, tío, ya te abro! ¡Un momento! —estaba entre la agitación, el enfado, la sorpresa y esa horrenda sensación de vacío que quedaba cuando alguien interrumpía el sexo.

 

Cuando Tarik logró volver a sus sentidos, reparó en la palabra “tío”.

¿Tío...? ¿ESE tío? Se obligó a respirar profundo y calmarse, o le daría un ataque de asma, seguro. Lo único a lo que atinó fue sentarse al borde de la cama y apartarse el cabello de la cara, lejos de Darren.

 

Su otra opción era salir por la ventana... inevitablemente la miró de reojo. Era ridículo que intentara salir por la ventana, estaban en un tercer piso.

 

Darren se acercó para darle un beso y pedirle disculpas en voz baja a Lionel Hunt. No estaba preocupado porque se enteraran de que tenía pareja, sino por estar tan cerca de que los atraparan en el acto; Lionel solía entrar luego de anunciarse sin esperar respuesta. Lo único que se lo impidió fue que ellos estuvieran cargados en la puerta.

 

El tío de Darren era como una copia de él, con el cabello rubio y muchos más años encima. Al ver al hombre sentado en la cama de su sobrino, alzó lentamente una de sus finas cejas, lo cual hizo que Darren se sonrojara hasta estar morado.

 

—Entiendo... —murmuró a pesar de que Darren balbuceaba una torpe bienvenida. Lionel lo ignoró para acercarse al rubio y alzarle el rostro con una mano. —Qué... adorable novio el tuyo, Darren —concluyó, con una sonrisa cuyos ojos no acompañaron y le tendió luego una mano. —Hunt, Lionel —se presentó.

 

El chico seguía evaluando la idea de la ventana cuando vio la mano del tío de Darren y sintió su severa mirada encima, como juzgando absolutamente todo lo que era y no era. 

 

—Tarik —contestó, estrechando su mano. —Un gusto... —nope, nada de gusto.

 


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