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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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Lionel Hunt era la razón por la que el apellido de esa familia funcionaba como si fuera una tarjeta de crédito platinum ultra plus. Era el rostro visible de un grupo dedicado al éxito como si no existiera nada más por qué vivir, llegando a inspirar el rumor de ser los descendientes del Rey Midas, pues cualquier negocio que tocaran se convertía en oro. Lionel era también un hombre relativamente alto, un poco más que Tarik, de largo cabello rubio atado en una trenza y ojos verdes similares a los de Darren, aunque enmarcados en un rostro severo que demostraba sus años no aceptando mierda de nadie. 

 

Tanto Tarik como Lionel pretendieron que se veían por primera vez. Darren se mantuvo al margen. Llevaban muchos años de esa súbita ruptura en la amistad de su tío y su suegro, quienes dejaron de hablarse de un día para otro.

 

—Cada vez que te veo estás más grande —admiró Lionel, enfocándose en su sobrino, dándole la espalda a Tarik. —Espero no haber… interrumpido nada importante —agregó y dio una mirada de reojo y disgusto a la tercera persona allí.

 

—No, tío, por supuesto que no. Nada es más importante que tu visita —sonrió Darren, con algo de timidez. Lionel lograba bajarle todas las defensas con su cariño. 

 

—Entonces no tendrás problema con que conozca a la familia de tu novio hoy. Viajé inmediatamente cuando me escribiste sobre… esto —explicó. Tarik seguía notando el desagrado en sus palabras y tuvo que apretar los labios cuando Lionel se giró a verlo con Darren entre sus brazos. —¿Te ha dado un anillo? ¿Te ha llevado de viaje? Todas esas cosas las discutiremos apropiadamente esta noche. Muchacho, ¿serías tan amable de organizar una cena con tu familia para nosotros? Esta es mi única noche libre.

 

—Seguro.

 

Metiendo la mano en su bolsillo para sacar el celular, Tarik salió un momento de la habitación. No había forma de negarse a la petición de Lionel Hunt, por loca que pareciera. Era una mala idea por donde la mirara y no entendía si acaso había hecho las paces con su padre, o pretendía hacerlas ahora o… ¿harían como que nada pasó? 

 

Supuso que la presencia de su madre ayudaría, aunque fuera un poco. Era bastante conciliadora.

 

¿Realmente tendría que comprarle joyas y viajes a Darren…? —Viejo. El tío de Darren quiere ir a cenar con nosotros hoy. 

 

—Tarik… estaba soñando con Rocky… tengo resaca y… me duele el estómago, cough cough...

 

—¿Por qué toses si te duele el estómago?

 

—No sé, ¿funcionó?

 

—¡No! Papá, necesito ayuda. Sabes que Darren adora a su tío —le recordó en voz baja, alejándose más por el pasillo. —Necesito que limpies, ordenes y vayas de compras. Yo cocino. Y llamaré a mamá.

 

—Unnnggghhhh. Ya, vale.

 

Tras intentar con el número de su madre y que ella le contestara por mensaje que estaba en una reunión, comenzó a caminar de vuelta, escribiéndole para pedirle que estuviera con ellos en esa noche. Se detuvo a un par de pasos de la puerta, alcanzando a oír la conversación entre Darren y su tío. Terminaban de hablar sobre la banda y su nuevo trabajo.

 

—Ya sabes que si necesitas lo que sea, me avisas.

 

—Lo sé, tío, gracias. Estoy consiguendo mucho con mi trabajo actualmente.

 

—Es porque llevas en tu sangre la fuerza de los Hunt —le recordó el hombre. Darren se sonrojó leve y sonrió, tomando algo de fuerza para decirle lo importante.

 

—Tío… —llamó, mirándolo a los ojos. —Tarik es un chico genial, no lo asustes, por favor… —Ambos sabían a lo que se refería con eso y Lionel se rió ligeramente. —Es en serio, tío. Apenas comenzamos a salir, estamos llevándolo con calma, no quiero atosigarlo.

 

—Es sólo una cena amistosa, Darren, no voy a matar al muchacho.

 

Tarik no pudo decidir si oír eso lo tranquilizaba o asustaba. No sabía qué diablos cocinar, ni qué ponerse, ni qué hacer. Por suerte sus padres mantenían una relación amistosa y ambos eran divertidos, si Lionel realmente quería pretender que nada sucedió en el pasado, estarían todos de acuerdo.

 

—Ya, pueden ir a las 8pm —anunció una vez dentro de la habitación. —Me iré ahora a preparar unas cosas. Te veo después, Darren —se despidió bastante incómodo, desde lejos.

 

Lionel asintió con una sonrisa ensayadamente agradecida, y Darren lo miró, disculpándose en voz baja con su tío para seguir al rubio fuera del cuarto.

 

Lo atrapó por la espalda con ambos brazos, deteniéndolo de irse y lo giró para besarlo un momento, y juntar sus frentes por unos segundos.

 

—Lo siento, no sabía que vendría —murmuró, volviendo a darle otro roce antes de que pensara hablar. —Gracias por esto, prometo que te lo voy a compensar —se veía sentido porque ese día lo habían estado esperando ambos y ahora daba un giro que no se imaginaron. Sabía lo incómodo que podía tornarse todo para ambos y el padre de Tarik, pero realmente no tenía fuerzas para ir en contra de su tío; Lionel, con su cariño, lo desarmaba totalmente.

 

Tarik no dudaba que Darren tuviera buenas intenciones, lo que lo tenía aterrado era ganarse la desaprobación de Lionel, porque sabía que no podía competir con su tío. Sería una sola palabra y Darren lo reconsideraría todo. Detestaba esa sensación, cada vez que quería estar feliz por su noviazgo, algo lo hacía peligrar. Ni siquiera tenía en su cabeza la frustración de no haber podido llevar a cabo el plan de ambos.

 

—No es nada—contestó, besándole la mejilla, haciendo lo posible por verse mucho más compuesto de lo que estaba. —Sólo... —tuvo la intención de pedirle algún tipo de garantía con respecto a esa cena, pero no fue capaz y negó con la cabeza.

 

Suspiró y se apartó. —Ya sabes la dirección —bromeó antes de salir. Quizás a su madre se le ocurriera qué podía cocinar, así que volvió a llamarla.

 

El peliverde se limitó a mirarlo irse con un gesto pensativo y volvió con su tío, quien lo recibió sonriendo, apartando su celular del frente. Apenas faltaban dos horas para las ocho, por lo cual el menor aprovechó de bañarse y cambiarse de ropa. Llenaron un poco de tiempo en un paseo en el auto de Lionel por la ciudad, que insistió en comprarle un par de cosas para su trabajo. Pese a la negativa de Darren, terminó llevándose un escritorio nuevo y un sofá, material de oficina y tantas cosas que dudó siquiera poder terminar de usarlas algún día. Sin embargo, todo el afecto de su tío era recibido con agrado, incluso en forma de toneladas de post its.

 

A la hora indicada, ambos se dirigieron a la casa de los Presley. El rubio incluso aparentó que no conocía la vivienda, mirándola detenidamente y haciendo comentarios sobre su color y estructura, lo típico que hacía la gente millonaria.

 

La madre de Tarik fue quien les abrió la puerta, con una sonrisa entusiasmada. Había dejado todo tirado en el trabajo por socorrer a su nervioso hijo que por primera vez traía una pareja a casa para presentarles oficialmente. 

 

—Hola, adelante —saludó. Era una mujer en sus treinta, del mismo tono blanco de piel de Tarik e iguales ojos, sólo que tenía el cabello muy negro, al igual que toda su ropa. No andaba de luto, sólo era gótica. 

 

Tarik se apresuró a quitarse el delantal de cocina y salió a recibir a sus invitados. Se había puesto una camisa blanca y unos pantalones negros. Ambos parecían un par de vampiros puestos juntos.

 

Abrió la boca para presentarlos, pero Jecht justo decidió hacer su aparición y se puso en medio de todo. —Mr. Hunt, soy Mr. Presley. Puedes llamarme Elvis. 

 

—Papá, eso nunca ha sido gracioso —se quejó Tarik, pasándose la mano por el rostro, porque además andaba con unos jeans algo rotos y una polera de Blind Guardian. No había logrado que se cambiara.

 

—Aaw, a mí me consiguió así —bromeó su madre, tendiéndole la mano al rubio después de su ex esposo. —Tarja Turunen. Un gusto. ¿Tú eres el novio de mi hijo? —preguntó a Darren.

 

—Soy yo, es un gusto, Ms. Turunen —contestó protocolarmente Darren. Lionel tomó la mano de la mujer y besó su dorso con elegancia.

 

—Es un gusto conocerla. Hunt Lionel a su completa disposición —declaró, sumado a una sonrisa que podía parecer coqueteo. Era la fuerza de la costumbre.

 

—Mr. Hunt, mi novia lo detestaría —sonrió ella a su vez. —Y tú eres una lindurita, ven acá —dijo a Darren, aunque Tarik alcanzó a sujetarle las manos para que no le apretara las mejillas a su pareja.

 

Y es que Tarja había hecho un esfuerzo al casarse con Jecht luego de que su intento por ser heterosexual resultara en Tarik, y a los diez meses tuvieron que aceptar que aquello no funcionaba, por parte de ninguno. Tarja llevaba años enamorada de alguien más, con quien vivía en ese momento. Podía ser que además de sus características físicas, Tarik le hubiera heredado la terquedad. O la locura.

 

Jecht sonreía como siempre, nadie podría decir cómo se sentía por dentro. Ni él lo sabía, sólo no había podido negarse a la petición de su hijo. Tampoco podría negarse a sí mismo el volver a ver a Lionel, por mucho que doliera.

 

—Bueno, no se queden parados allí —dijo Jecht. —Pasen por acá. los llevó al living y Tarik se fue a la cocina a buscar bebidas, seguido de Darren que se excusó con los adultos para ayudarle y besarlo en secreto unos segundos.

 

Sentados en los sofás de los Presley, -con cojines estratégicamente colocados para tapar manchas imposibles de sacar -el rubio cruzó las piernas con un ademán elegante y se dedicó más a hablar con Tarja que con Jecht, aunque no se notaba demasiado, ya que respondía a ambos con la misma sonrisa de ojos que no acompañaban, pero incluso eso estaba ensayado para ser una mirada aprehensiva y cariñosa, escuchando atentamente todo lo que le comentaban.

 

Tarja reía mucho porque era una persona alegre y Jecht lo hacía porque tenía que hacerlo. 

 

—Confío en que el joven Tarik es capaz de cuidar a mi querido Darren —dijo entonces, aunque no lo creía realmente. Nadie era suficiente para su pequeño. —Desde luego es mi deseo personal que compartan muchas alegrías juntos.




—Por supuesto, es una dulzura—habló la madre acerca de su hijo. Obviamente no iba a decir nada malo, porque en sus ojos era el mejor chico que existía. —Y Darren se ve muy amable —agregó.

 

—Darren es genial —corroboró Jecht.—Demasiado bueno para Tarik —bromeó después, riendo cuando Tarja le dio un codazo. —Haha, perdón. Me alegra que al fin estén juntos.

 

Los chicos volvieron brevemente a dejarles sus bebidas y luego se escaparon a la cocina para terminar los preparativos de la cena. Eso y calmar a Tarik con besos. —¿Crees que esté todo bien? —preguntó, mientras esperaban que salieran del horno los quiches.

 

—Lo está —asintió Darren, mirando la reunión de reojo. Casi parecía que su tío lo pasaba bien... o era tan buen actor que no podía distinguirse. Sabía de primera mano cómo eran las lecciones de los Hunt para convertirlo en la pareja perfecta, y mucho de eso implicaba lo que se llamaba camuflaje social. Adaptarse a la situación, aprender en la marcha, ponerse al nivel... Realmente desconfiaba mucho, hasta de sí mismo en ese aspecto. Si lo pasaba bien o mal no podía decirlo, pero Tarik necesitaba apoyo.

 

Volvió su mirada a él y le acomodó el cabello con los dedos, quitándole un par de ingredientes que se le quedaron en la ropa y le dio un beso más.

 

—Te ves atractivo —reconoció, porque era la primera vez que veía a Tarik tan... "formal". —¿Serás mi vampiro?

 

—Ah, no digas eso… —pidió en voz baja, riendo al atraer a Darren y abrazarlo. —Haces que me den ganas...

 

—Yo también tengo ganas —se quejó Darren de igual forma, encogiéndose de hombros, y pasando los brazos por debajo de los de Tarik para abrazarlo.

 

Fantaseó un momento con que lo marcara y jugaran en la cama, que pretendieran ser vampiro y víctima, un roleplay entretenido y sexy, tal como era Tarik. Estaba seguro de que lo pasarían más que bien. Apenas le quedaba paciencia.

 

—Dime qué sientes por mí.

 

Tarik tragó con dificultad. Ya le era difícil contenerse sin tener que estar escuchando a Darren decir que le correspondía o que quería tener sexo. Su corazón no podía con eso. Su entrepierna tampoco.

 

Pero nunca se negaría a una petición suya.

 

—Pues… No pensé que fuera posible, pero… estoy más enamorado de ti hoy que la semana pasada y… bro, en serio ya estaba vuelto loco por ti. Pregúntale a cualquiera —bromeó, apretándolo un poco más contra sí. —Me… da un poco de miedo, a veces.

 

Darren sonrió con bastante dulzura, algo poco usual en él. —Ni siquiera sé qué hice para conseguirte… 

 

—No sé… —contestó Tarik. —Tú sólo… hablaste conmigo, creo —intentó recordar. Había pasado tanto tiempo que no sabía cuánto de lo recordaba era su imaginación, sólo estaba seguro de haber sentido su corazón acelerarse cuando ese niño se le acercó y luego no podía quitarle la mirada de encima. —Y después me dejaste conocerte más. 

 

No tenía una respuesta preparada para eso, así que no supo si le haría sentido a Darren. Lo que sí hizo después fue voltearse a apagar el horno. No podía quemarse la cena. El peliverde decidió atesorar el momento y seguir sumando expectativas para la noche en que sí pudieran estar solos.

 

En la sala de estar, todo se veía bien, excepto que no lo estaba. Tarja miraba discretamente el reloj, pues debía irse pronto y Jecht... en realidad, Jecht estaba tan, pero tan resignado con Lionel, que no le importaba nada. Era como si se hubiera sacado el corazón y lo tuviera guardado en su velador, junto con su cerebro y todas las memorias de lo que sucediera hacía tanto tiempo atrás. El rostro de Lionel continuaba con una fingida amabilidad.

 

—La cena está lista —anunció Tarik.

 

Darren ayudó a llevar los platos con quiche y servir para todos, poniendo la mesa como dictaba su viejo protocolo. Lionel sonrió ligeramente al ver su trabajo y le acarició la cabeza murmurando que era un buen trabajo. Algo formal, pero un buen trabajo.

 

Se sentaron a comer. La cena fue algo callada, pero Darren hablaba con Tarja acerca de la banda, comentándole lo que hacían y los proyectos a futuro. Lionel tambien se enteraba entonces de los negocios de su sobrino, que comenzaban pequeños como pasos de bebé, aunque Darren se sentía listo para correr; quería volar y llevar a la cima a un par de chicos de su edad que tenían tantas ilusiones ahora mismo.

 

Lionel sabía que podía ser todo posible en la medida que ayudaran a Darren a que fuera posible. No todo el trabajo era de él aunque diera la impresión.

 

—Mañana es el día que me anunciaran un gran negocio —recordó el peliverde, con respecto a la película que iban a musicalizar. —Estoy algo nervioso.

 

—Un Hunt nunca está nervioso —le recordó Lionel con cariño. —Que ellos estén nerviosos de perder la chance de trabajar con ustedes.

 

Jecht interrumpía para insistir en que los invitaran a la próxima presentación, que quería ver si Tarik había hecho buen uso de la guitarra y las clases, que se jactaba de haberle dado él mismo. Tarik, por su parte, alegaba que había sido su profesor de música en la escuela, pero daba igual, estaba clara la influencia de Jecht en él.

 

Tarja miró la hora por última vez y se levantó. —Lo siento, chicos, fue un gusto conocerlos y espero que esto se repita —se acercó al asiento de Tarik y le besó la cabeza. —Te quedó muy bien la cena —lo felicitó.

 

—Un gusto, miss —fue la despedida de Darren y Lionel se levantó para volver a besar su mano de salida, y desearle lo mejor. Incluso se ofreció a llevarla a su hogar, pero le recordaron que a su pareja no le iba a hacer gracia que la trasladara un hombre, por lo cual volvió a sentarse.

 

—Ah, te acompaño a la puerta —dijo Tarik, levantándose para llevarla.

 

—¿Es ese Darren el mismo Darren del que hablabas cuando pequeño? —le preguntó en voz baja. Cuando Tarik asintió, ella sonrió. —Me alegro mucho —le dijo antes de despedirse.

 

La cena continuó por un buen rato más. Lionel comió poco pero aseguró que fue una cena deliciosa y que él sería quien cocinara para todos en la próxima reunión. Se mantuvo sentado oyendo a su sobrino hablar y agregar cosas a ese otro muchacho que se veía que lo quería... Bueno, eso hacía que se ganara una mirada más aprobatoria por parte de Lionel, quien únicamente necesitaba unos minutos a solas con ese hombre que estaba cerca de él.

 

—Seguro fue un hermoso concierto —comentó cuando le contaron la historia de lo sucedido en la escuela. Adoraba a su sobrino, pero estaba un tanto cansado de oír de la banda y cada vez sus manos se tensaban más al ver a Jecht de reojo. —Darren, querido, se me antoja ese delicioso postre que venden en aquella tienda a la que siempre vamos los domingos, ¿recuerdas? —el peliverde asintió con una sonrisa, pues era su postre preferido también. —Siendo que no trajimos un regalo podría ser ese, ¿por qué no vas a buscarlo?

 

—Sí, tío —fue la respuesta de Darren quien se levantó para llevar a Tarik consigo sin decir nada más. Era cierto, no habían llevado regalo. Eso en una fiesta informal de amigos era una afrenta realmente, para la educación Hunt, y era una lección que Lionel sabía, le repitieron hasta el cansancio a Darren cuando niño.

 

Sin tener que escuchar voz de mando, Tarik se levantó y siguió a su novio, tomando una chaqueta negra y una bufanda, que colocó alrededor del cuello del peliverde junto a un beso en su mejilla. —Hace frío —comentó en voz baja, y fue la última escena que Jecht pudo ver antes de que cerraran la puerta de la casa.

 

—Son malditamente lindos —comentó al aire, como si no hubiera una tensión palpable en el ambiente, ni se diera cuenta de que Lionel inventara ese mandato para quedarse a solas. —¿Quieres algo de té o café? Hay licor también, si se te antoja —ofreció, levantándose de la mesa.

 

—Deja de… moverte —respondió el rubio, quien aguardó hasta oír su auto alejarse con los chicos para sacar su pistola y apuntarle por la espalda. La silla se movió de su lugar bruscamente, cayendo al piso y Lionel comenzó a respirar con agitación—Deja de… huir. Cobarde. Traidor. ¡Te odio! 

 

Jecht se giró a verlo, ignorando la indicación sobre quedarse quieto. —Lo entiendo.

 

—¡No, no lo entiendes! —exclamó él. —¡Por ocho años sólo he pensado en matarte!

 

El moreno colocó una mano sobre la pistola que lo apuntaba y la dirigió a su pecho. —Entonces, por favor, hazlo.

 


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