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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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—¡Oye, abre la puerta! —gritó Tarik desde su habitación a la única persona que vivía con él, asumiendo que serían sus visitas quienes tocaran el timbre en lugar de enviar un mensaje como la gente normal. Al volver a oír aquel ruido, insistió en mayor volumen: —¡PAPÁ, LA PUERTA!

 

No tuvo respuesta. A regañadientes pausó la serie que estaba viendo y se asomó en todos los cuartos posibles. ¿Acaso su padre aún no volvía…? Eso era extraño, pero más fue abrir la puerta principal y encontrarse con Dexter, que lo abrazó de inmediato y comenzó a sollozar en su hombro. —Dex, ¿qué pasa?

 

—Mitch… 

 

—¿Qué te hizo ese imbécil?

 

Dexter negó con la cabeza. —Nada, sólo… no va a pasar.

 

El tono de su amigo le hizo entender que estaba seguro de eso, también que no buscaba consejo, sino consuelo. Le recordó a sí mismo semanas atrás y no pudo más que abrazarlo con fuerza y acariciar su espalda. Sabía cómo se sentía, además porque era su mejor amigo en todo el mundo. Quería matar a Williams, aunque no supiera los detalles. Era primera vez que veía a Dexter así de afectado por algo.

 

Era difícil ver al chico así, como tener un chihuahua deprimido, y los siguientes días en la escuela resultaron complejos. Dex no quería que lo vieran mal, detestaba preocupar a los demás, pero tampoco estaba en condiciones de sonreír y fingir que estaba bien, así que a Tarik le tocó hacer de guardaespaldas y ayudarlo a esconderse en los recesos. Deseaba poder hacer algo más.

 

Lo único bueno era que todavía no se cruzaba con Mitch.

 

***

 

La historia con Mitch tomó otro rumbo. El chico energético e imparable llegó de su paseo a la playa directo a acostarse y llevaba tres días sin salir de allí, ni siquiera para ir a la escuela. Sus padres se debatían fuera de su habitación sobre cómo afrontar la situación, con su padre alegando que estaba tarde para el trabajo y su madre diciendo que hablaría con él.

 

No tenía idea cómo explicar que le faltaban motivos para levantarse, que se sentía vacío, que el cuerpo le pesaba y que se le hacía un nudo en la garganta cada vez que recordaba la despedida con Dexter. A ratos sólo lloraba sin poder parar. Ahora, miraba la pared con los ojos rojos y sin pensar en nada. 

 

—Mitchell —llamó su madre, de pie al lado de su cama. —Es hora de ir a la escuela. A la ducha.

 

—No puedo.

 

Lo siguiente que oyó fue a la mujer revisando sus cajones de ropa. Se giró a verla, sin entender. —¿Qué buscas…? 

 

—No sé, dime tú. ¿Qué te puede tener así de desganado y con los ojos tan rojos?

 

—Mamá… ¿En serio crees que me estoy drogando?

 

—Estoy segura.

 

Mitch se dio cuenta que nunca en su vida había estado tan enojado como en ese momento. Sus padres no lo conocían ni un poco, absolutamente nada, y ahí estaba él, sufriendo porque no quería arruinar su preciosa relación. Ni siquiera lo pensó cuando se sentó en la cama y enfrentó a su madre. —¡No estoy fumando marihuana, estoy triste y mal porque tuve que romper con un chico que amo porque ustedes lo consideran algo malo! ¡Me esfuerzo tanto por ser el puto hijo perfecto y la primera vez que fallo me acusan de una estupidez que nunca haría!

 

Al instante, Mitch sintió la mejilla arder por la bofetada que le dio su madre. Luego le soltó algún castigo que no pudo determinar, pero que lo tenía sin cuidado. Acababa de entender que no había forma de estar bien con ellos y consigo mismo a la vez.

 

Apareció al par de horas en la escuela, con la cara aún algo roja, pero mucho más determinado. Sólo... ojalá no fuera muy tarde para hablar con Dexter.

 

***

 

—Creo que estoy mejor, ¿sabes?

 

—No tienes que mentirme, Dex. Tómate tu tiempo.

 

—No, en serio. Llevo diez minutos sin pensar en Mitch. Oh, mierda, lo hice de nuevo… —suspiró y se detuvo en la puerta del baño. —Voy a lavarme la cara, ya vengo.

 

Tarik tomó posición en la puerta, dispuesto a detener a quien fuera que quisiera entrar, porque su amigo necesitaba un momento para relajarse y empezar de nuevo a no pensar en ese idiota. Lo odiaba tanto que casi podía escuchar su voz… No, en serio escuchaba su voz, ¿acaso preguntaba por Dexter?

 

Lo vio en el pasillo, efectivamente pronunciando el nombre del baterista. ¿Cómo se atrevía? 

 

—¡Eh, imbécil! —llamó, a lo que el castaño miró. Realmente un tonto. —¿Qué mierda quieres?

 

Mitch se acercó, ignorando que el rubio se encontraba de brazos cruzados y asesinándolo con la mirada. —E... ¿está Dexter ahí? 

 

—Sí, pero no para ti.

 

—Necesito hablar con él... 

 

—Y yo necesito que lo dejes en paz —respondió tajante y perdiendo la paciencia rápido. —Mira, Williams, no sé qué mierda le hiciste, pero no tengo problemas en hacerte mierda a golpes. Dame un sólo motivo.

 

Mitch frunció el entrecejo. —Hazlo, pero déjame hablar con él. 

 

—Bro, creo que me iré a casa… —se escuchó desde dentro del baño antes de que Dex abriera la puerta, sólo para encontrarse con Mitch y Tarik mirándose muy mal. 

 

Puso una mano en el pecho del guitarrista para alejarlo, sabiendo que estaba con esa cara de que iba a lanzarse a romperle algo a alguien en cualquier momento, como cuando algún pobre diablo se le acercaba demasiado a Darren. —Tar, sólo… está bien, déjalo… —no, no estaba bien de hecho, porque no quería ver a Mitch a los ojos y sin embargo tuvo que girarse para enfocarlo, o más bien a sus zapatillas. —Sí, bueno… hola… uhm… ya salía del baño igualmente —murmuró, pensando que eso era todo lo que el castaño quería hacer. —Nos vemos.

 

Mitch sintió que se le humedecían los ojos y cuando pasó a su lado para irse, se giró y lo abrazó por la espalda. —Dexter, lo siento tanto… mucho… —comenzó a balbucear, entre lágrimas que cualquiera que pasara por ese pasillo podría ver. —Ya le dije a mis padres, así que… por favor, por favor sé mi novio… Seré el mejor, lo prometo, te haré feliz, lucharé con lo que sea… por favor.

 

Tarik parpadeó, apartándose un paso, sorprendido de lo que decía Mitch y de lo poco que quería golpearlo ahora. —Bro, di que sí—murmuró. Dex le dio un codazo.

 

No sabía si creerle. Ya estaba llorando de nuevo pensando en que se arrepentiría otra vez, en que estaba harto de que Mitch fuera y viniera como quisiera, pero… la parte sobre sus padres lo hizo dudar. Le tomó la mano y lo arrastró dentro del baño. —No dejes que entren—le pidió a Tarik antes de cerrar con un portazo

 

Dentro miró a Mitch con la cara roja y los ojos hinchados. —¿Qué les dijiste? —susurró. —Yo… Mitch, no juegues conmigo, esto duele más que la mierda.

 

—Es verdad, lo juro —respondió, pasándose el dorso de la mano por los ojos de forma inútil, pues no dejaban de caerle lágrimas y probablemente no se detendería hasta que Dexter lo aceptara. —Les dije, me echaron —respiró profundo para no comenzar a hipar del llanto.

 

Extrañamente no había llorado cuando le dijeron que no lo querían en esa casa. Había sido ingenuo al pensar que negarse a estar con Dexter iba a doler menos que perder a sus padres. No tenía idea lo que era tener el corazón roto.

 

—No pude soportarlo, te extrañé mucho… Duele demasiado no estar contigo, pensar que… estarías con alguien más —apretó los labios. —Llamé a Scott. Me quedaré con él, está a dos horas de la escuela, pero… no me importa. Yo… te necesito. Dex… 

 

"Me echaron" escuchó Dexter y no necesitó nada más para avanzar en dos zancadas hacia él y abrazarlo en lo que le decía todo eso que había ocurrido. Negó con la cabeza varias veces, apretando los párpados y le tomó el rostro, besando cada parte de su piel con desespero, bruscamente.

 

—No, ¿qué? Tú vienes conmigo, vas a vivir en mi casa, no… —se quejó, aunque realmente estaba más impactado por el hecho de que lo necesitara. No sólo era que lo quería o le gustaba, realmente dejó su casa para estar con él, y Dexter se sintió un bastardo egoísta por estar tan feliz por ello. —Mitch, yo… ¡Sí, por supuesto que quiero estar contigo!

 

—Ah, tenía tanto miedo de que me odiaras... —suspiró con alivio, apartándose para volver a quitarse las lágrimas de las mejillas. —Lamento no hacer esto antes… No sabía que iba a doler tanto.

 

Respiró profundo un par de veces, dando un paso para lavarse la cara. Quería besarlo, pero aún estaba alterado y no se sintió capaz.

 

—Estoy bien con quedarme con mi hermano, no quiero molestar —le sonrió, ya mucho más tranquilo. Dexter tenía a sus padres, no quería interrumpir en eso y, aunque probablemente él estaría buscando un trabajo y departamento para no molestar mucho a Scott, eran muy jóvenes para ir a vivir juntos.

 

Se acercó y le colocó la mano en la mejilla, besando sobre el parche en su ojo. —¿Es oficial entonces? ¿Puedo decirle a la gente que eres mi novio?

 

—¡Mitch, por la mierda, te amo, ya cállate y bésame! 

 

Entre risas, Dex sujetó a Mitch por el cuello de la camisa y lo atrajo a su altura, besándolo profundamente. El chico contestó rodeándole la cintura con los brazos, levantándolo del suelo por la emoción, incluso haciéndolo girar mientras se besaban como si estuvieran en una película romántica en lugar del -nada romántico- baño de la escuela.

 

Se miraron a los ojos, con la respiración agitada y unas expresiones embobadas de felicidad que les costaría quitarse del rostro.

 

—Falta algo para hacerlo oficial —declaró Dex.

 

—¿Qué cosa?

 

Mitch no obtuvo respuesta, sólo fue arrastrado nuevamente por el baterista, que le dio una sonrisa a Tarik como explicación cuando pasó por su lado y continuó marchando con mucha seguridad hasta la oficina de la administración, donde la señora alzó la mirada para preguntarles qué necesitaban.

 

—¿Me permite eso por un segundo? —preguntó, apuntando al micrófono de anuncios escolares. La señora se vio algo confusa pero se lo acercó, y Dexter miró a Mitch un momento antes de encenderlo. Si iban a ir en serio entonces lo iba a comprometer ante toda la maldita escuela. —Hola, hola, probando… ¡Hey bros y brosettes, acá Dexter! —todo mundo escuchó desde donde se encontrara, con suma curiosidad —Okay, sí, bueno… Qué tal.

 

Se escuchó de fondo a varias personas que respondieron de los salones con un "¡Hey Dex!" y el baterista se rió. Le encantaba tener amigos.

 

—Vale, entonces, sólo quería decirles que Mitch Williams es mi puto novio y ahora está como casado conmigo en esta escuela, así que… eso. DJ Dex out! MIC DROP! 

 

La secretaria se debatió entre regañarlo por hacer anuncios inútiles o por botar el micrófono al terminar, pero el director salió de su despacho para relevarla de la responsabilidad, gritándole a ambos que entraran con él. Mitch estaba rojo hasta las orejas, pero siguió a su novio para recibir un largo sermón sobre para qué se podía usar el altavoz y para qué no, y que ciertamente no era para decir palabrotas ni anunciar matrimonios.

 

Al salir de la oficina, Mitch se largó a reír como no reía hacía días.

 

—Dex, nunca me arrepentiré de esto —sonrió.

 

Dexter reía también, porque al ser él quien hablara se había ganado una hora de detención después de clases pero daba igual, estaba feliz. Miró a Mitch y se acercó a besarlo unos pocos segundos.

 

—No voy a hacer un anuncio de ruptura, bro —le advirtió con una sonrisa de lado. Nunca hubiese hecho algo por el estilo con otra persona, porque de hecho siempre procuró mantener al mínimo la información que se filtrara acerca de sus salidas y cosas por el estilo, pero realmente quería tener seguridad con Mitch, y se iba a asegurar de que no se le olvidara lo que estaba pasando entre ambos. 

 

—No hables sobre romper, ya no quiero llorar más hoy —contestó, pues aún tenía los ojos rojos y se estaba quitando la sensación de desesperación que había tenido los últimos días. 

 

Había sido una locura ese anuncio, pero le encantaba que Dexter fuera así y ya no tenía nada de qué preocuparse. Daba igual si le decían a sus padres algo que ya sabían y entendía ahora que nadie podía meterlo al ejército contra su voluntad. Lo único en lo que debía concentrarse era conseguir una beca de soccer y en ser el mejor novio del planeta porque se lo había prometido a Dexter y se lo merecía.

 

Le pasó el brazo por los hombros, besando su cabeza. —Y también te amo—dijo sin duda alguna, justo antes de que llegaran a regañarlos y mandarlos a sus propias clases, en salones separados. —¡Te extrañaré!—le sonrió Mitch, robándole un beso aunque después su profesor le dio un golpecito en la cabeza con una carpeta.

 

—¡Te extrañaré más, lindura! —se quejó el pelinegro, besándolo un par de veces más a pesar de que Mitch se alejaba por orden del profesor, y luego esquivó otro golpecito de carpeta al correr al salón, riéndose.

 

Al llegar la gente inmediatamente silbó y aplaudió, gritando cosas que no entendía pero aún así el baterista se encogió de hombros antes de sentarse junto a Tarik y apoyar la cabeza en su hombro, mirándolo con una sonrisa alegre. Darren los observó de reojo. Se había sentado en el asiento de atrás para dejar a Dexter ubicarse junto al rubio ese día como los anteriores que lo había visto tan mal. Tarik lo felicitó por su muy público anuncio, pese a que ni le quiso explicar en esos días qué fue exactamente lo que sucedió. Imaginaba que lo haría cuando estuviera listo.

 

—Estoy bien ya —anunció en voz baja, mientras el profesor pedía orden. —Aunque no iré al ensayo de hoy —advirtió y escuchó un resoplido del peliverde atrás que masculló "Bien".

 

Tarik decidió probar su suerte: —Entonces… Nosotros tampoco iremos, ¿cierto? —preguntó a Darren en voz baja. Quizás su casa estaría por fin vacía y podrían... ponerse al día con algo que tenían pendiente.

 

El peliverde alzó la mirada de su libro y observó a Tarik unos segundos antes de sonreír apenas, viéndolo con entretención, y por qué no, deseo. —No, tampoco iremos —respondió, y continuó leyendo atentamente, porque no podía descuidar sus estudios después de su último resultado en el examen de matemáticas por mucho que le gustara pensar en lo que pasaría ese día.

 

A Mitch lo recibió una ovación por el estilo en su salón, con muchas felicitaciones y sólo un par de miradas feas en lo que se sentó entre su grupo de amigos, que le daban palmadas en la espalda y le sonreían. No se habría esperado una reacción tan buena.

 

—Bro, todos están diciendo que eres gay—le dijo en voz baja el amigo que tenía al lado.


—Da igual lo que digan —se encogió de hombros. No estaba seguro aún de qué era, si gay o bisexual o pansexual, sólo sabía que quería a Dexter y que nada podría opacar lo feliz que estaba en ese momento, ni siquiera la aburrida clase de filosofía.


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