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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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Aquel lunes por la mañana, Tarik se sintió como un hombre nuevo. Despertó temprano, encendió la cafetera y preparó un desayuno balanceado que casi le dio un infarto a su padre (por la sorpresa, no el contenido calórico). También hizo como que podía discutir de economía, a lo cual Jecht le siguió el juego, pues tampoco sabía suficiente del tema. Fue una conversación completamente infructífera entre un par de idiotas que conocían algunos términos como “inflación”, “bolsa” y “Wallstreet”. 

 

El punto es que Tarik Presley pensaba que había conseguido llegar al peak de la adultez. Determinó que no habrían más tonterías en su vida, que de ahora en adelante todo sería afrontado con la nueva madurez adquirida en ese fin de semana y que sería la digna pareja que Darren Hunt merecía.

 

Su primera prueba fue no gritar de emoción y contarle todo con lujo de detalles a Dexter al verlo dentro del salón. No, ese era el antiguo Tarik, el actual mantendría una expresión seria y hablaría de cualquier otra cosa menos la intimidad con su novio.

 

—Buenos d… 

 

—¡Tuviste sexo con Darren!

 

—¡SÍ, FUE INCREÍBLE!

 

Mientras compartían su larguísimo saludo personal, con 20 pasos que incluían choques de puños y guitarras imaginarias, Tarik pudo lamentarse de lo poco que duró su idea de madurar. Le quedaba el consuelo de haberlo intentado. Y también de que tenía otra idea mucho más adulta que la anterior.

 

—Oye, ¿tienes tiempo después de clases? Necesito que me acompañes a un lugar.

 

—Seguro. ¿Dónde?

 

—Luego te digo.

 

—Wow, qué misterioso —rió Dex. —Voy si me cuentas los detalles —añadió, moviendo las cejas invitadoramente.

 

—Eh… no sé si… pues… 

 

Dexter lo detuvo, agitando las manos frente a su rostro. —¡No, mejor no! Darren sigue siendo el manager, necesito poder respetarlo. ¡NO ME CUENTES NADA, TARIK, BASTA! 

 

—No he dicho nada…

 

—¡NO QUIERO ESCUCHARLO!

 

—¡QUE NO DIJE NADA!

 

—¡NO QUIERO IMAGINARLO!

 

—¡TAMPOCO TE LO IBA A DECIR!

 

—PRESLEY, WELLS, SILENCIO —los detuvo el profesor, justo a tiempo, pues daba la impresión de que aquello pasaría a algo físico. Ambos amigos se miraron, sin recordar bien por qué peleaban. 

 

Cuando la clase comenzó, Tarik miró sobre su hombro y luego a la puerta, dándose cuenta de que Darren no había llegado. Aquello era muy extraño, así que le escribió un mensaje preguntándole si todo estaba bien y a la media hora recibió uno de vuelta diciendo que sí, pero que tenía algunos compromisos más importantes que atender. O sea que estaba trabajando, lo entendió de inmediato. Darren parecía estar más enfocado en su trabajo de Manager que nunca y Tarik lo entendía, pues apenas les quedaban unos meses para graduarse. Era momento de planificar sus vidas adultas, la siguiente etapa.

 

Sonrió para sí mismo. También tenía un plan. Fue difícil esperar el día entero para poder salir y avanzar en él; tener la compañía de Dexter era exactamente lo que necesitaba para dar ese paso. Su amigo lo supo de inmediato al ver que se acercaban a una joyería, aunque su reacción no fue la que esperaba: lo detuvo tomándolo por el brazo.

 

—¡¿Es esto lo que creo que es, Tarik?!

 

—Si lo que crees es que quiero comprar un anillo y pedirle matrimonio a Darren, entonces…

 

—¡Tarik, estás loco! —lo zamarreó por los hombros. —¡Ambos tienen 18 años, queda mucho por delante, no hay razón para…! ¡IIIH! ¡¿ACASO ESTÁN ESPERANDO UN…?!

 

—… 

 

—Ah, no, eso no se puede… Tarik, ¿estás seguro?

 

—¿De que Darren no está embarazado? Sí. 

 

—¡No, Tarik, de casarte!

 

El rubio entró a la joyería sin responder. Se acercó a la elegante persona que atendía, quien claramente quería ignorarlo porque Tarik no parecía el tipo de persona que pudiera pagar ni el más simple de los anillos en esa tienda, y se puso a describir algo muy específico: plata, una esmeralda, el grabado de una fecha. Dexter se dio cuenta de que llevaba tiempo pensando en eso.

 

—Dex, te traje para que me apoyaras —explicó Tarik, algo cansado. —Sí, estoy seguro. Sé que somos jóvenes, pero también sé que nunca voy a querer a nadie más que Darren y que… Quiero dar este paso. No hay nada que puedas decir que me vaya a hacer cambiar de opinión.

 

Incómodo, Dexter bajó la mirada y se pasó una mano por el cuello. ¿Estaba loco o lo que decía Tarik tenía sentido? Sentía que hacerlo recapacitar era lo sensato, por un lado, y por el otro, conocía lo suficiente a su amigo como para saber que la idea no se le quitaría de la cabeza. Y no era esa su preocupación, sino Darren… ¿Se espantaría por aquella temprana propuesta o ya conocía y amaba lo suficiente a Tarik?

 

No tenía la respuesta, lo único que sabía es que como su mejor amigo, debía darle su apoyo, sin importar lo que pasara. —Voy a ser tu padrino, ¿cierto? Si nombras a Alex, lo voy a asesinar y nadie lo va a encontrar nunca.

 

Tarik intentó seguir molesto, pero se largó a reír. —Tú serás el padrino. 

 

—Bien —aceptó Dex, sintiendo repentinamente un nudo en la garganta. —Voy a… voy a apoyarte en todo, ¿vale? Tienes que… contarme apenas sepas y… 

 

—¡Dex, todo está bien! —se apresuró el rubio, colocándole una mano en el hombro. 

 

—¡Perdóname por SENTIR EMOCIONES, ¿VALE?!

 

—Vale, vale. 

 

—Señor, ¿es algo así lo que busca? —volvió la persona que lo atendía, mostrándole un anillo en una caja de terciopelo.

 

—Es perfecto.

 

***

 

Mientras Tarik y Dexter compartían un momento hermoso que nunca podrían olvidar, Matthew intentaba concentrarse en estudiar. Aún le quedaba un trabajo de Biología que entregar y su nuevo compañero de laboratorio resultó ser un completo inútil. En serio, no le confiaba ni corchetear el informe, y no tenía nada que ver con que su compañero anterior fuera la persona más dedicada y detallista que conociera en su vida y que aquella nueva persona no pudiera llegarle ni a los talones. Era un hecho, algo totalmente objetivo.

 

Además de que debía recordar que su compañero anterior simplemente desapareció sin dar explicaciones. Eso le restaba puntos, al menos 5, de 100. Quizás 10. Mientras más lo pensaba, más se enojaba.

 

Porque Hayden no le debía explicaciones. ¡Ni siquiera podía recordar su nombre! No eran amigos, fue azar que el profesor los juntara para trabajar, así que no tenía razones para sentirse pasado a llevar. ¿Era “pasado a llevar” como se sentía? Bueno, quizás algo más ligero que eso. Sentía una especie de historia inconclusa, porque parte de él sospechaba que Hayden podía tener la respuesta al misterio de “L”, lo que lo hacía sentir horriblemente egocéntrico. Sí, Matt, todos están enamorados de ti, tu compañero de laboratorio se escapó de lo mucho que te quería. Ugh.

 

Suspiró, mirando la pantalla de su celular. Había caído en buscar a su compañero en Instagram, para lo que tuvo que revisar un montón de perfiles de otras personas en su clase, pues el chico no usaba su nombre. Lo reconoció únicamente por una foto de la planta que estaban cuidando.

 

Lo buscó una vez más. Sólo quería saber si había una actualización que lo ayudara a entender por qué abandonó la escuela de improviso. Nada más. No era un stalker. Ni siquiera lo seguía. 

 

Sintió un vuelco en el estómago al no encontrar la cuenta. ¿Acaso lo había bloqueado…? ¿Cómo? El perfil de Matt era sólo el nick de un personaje de Final Fantasy y tenía fotos de figuras. ¿Acaso se dio cuenta de que era él? ¿No quería que viera sus publicaciones?

 

Frunció el entrecejo y entró desde una ventana de incógnito. Había borrado su perfil. Sumado a que no existía ya su número de teléfono, Matt entendió que no existía forma alguna de contactarlo. Hayden acababa de desaparecer por completo de su vida.

 

Guardó el celular y volvió a concentrarse en su informe. No tenía por qué perder el tiempo pensando en alguien a quien claramente no le importaba.

 

***

 

—¿Dónde vamos? —preguntó Alex a Darren, tras subir a su automóvil y darse cuenta de que ni se le ocurrió preguntar para qué necesitaba su compañía.

 

—A ver unas salas de ensayo —respondió el peliverde. —Cinturón de seguridad.

 

El pelinegro se apresuró a obedecer a Darren. No tenía idea por qué, pero algo en su tono de voz lo hacía hacerle caso sin cuestionar. Suponía que era una cualidad vital para un Manager. También había notado que tenía ese efecto en toda la banda. 

 

—Oh, ¿vamos a movernos? ¿Qué buscamos?

 

—Sí, ya necesitan más espacio y quiero que los vecinos dejen de quejarse por el ruido. También debemos buscar un espacio para grabar demos y hacer sesiones de fotos.

 

Alex sonrió, mirando por la ventana. —Estás pensando en todo.

 

—Por supuesto. Es mi trabajo.

 

Aquella era una frase que el chico solía repetir. Era una forma de no aceptar halagos, de decir que era lo mínimo que le correspondía, cuando todos en la banda coincidían en que Darren daba mucho más de lo necesario. Alex estaba especialmente agradecido, oír esas palabras lo hacían sentir en el camino a algo importante, profesional, igual que la persona que las decía. Confiaba en su talento como cantante, pero ya entendía que no era suficiente para llegar al éxito que buscaba. Necesitaba un Darren y afortunadamente, lo tenía.

 

Así que se propuso a sí mismo ser lo más útil posible en esa salida, incluso si creía que Darren le había pedido que lo acompañara sólo porque Tarik había salido con Dexter. Estaba ahí y eso era suficiente.

 

Se dedicó a tomar notas de los edificios que visitaban. Mientras Darren conversaba con los corredores de propiedades, Alex se dedicaba a probar la acústica de las habitaciones cantando en el centro. No tenía idea si era útil, pero se sentía la diva más fabulosa del universo quejándose porque su voz no viajaba como debía. A Darren le causaba risa.

 

—Vamos al siguiente, Mariah.

 

—Oye no. Mínimo Lady Gaga.

 

—Lo que quieras, Ariana.

 

—Está bien, lo tomo.

 

Entraron a un edificio más grande, que dejó a ambos sin palabras por unos instantes. Tenía un aire que los atrajo, una sensación de que simplemente ese era el lugar, aunque no tuvieran demasiados argumentos aún. Por supuesto ambos los buscaron, mencionando cosas como lo gruesas de las paredes y lo grandes de las ventanas, excelente iluminación, buena ubicación, recomendaría a un amigo, 10/10.

 

—Si logro negociar un 20% menos, lo tomamos —señaló Darren.

 

—Por supuesto que lo vas a lograr —sonrió Alex. El peliverde no dijo mucho, aunque sonrió levemente.

 

Quizás era un buen momento para preguntar. —¿Cómo va tu búsqueda? Me dijeron que tu locker estaba lleno de cartas de amor.

 

—No sé si lleno, sólo llegaron ocho —recalcó Alex. —Y… no sé. Pensé que esto iba a ser más fácil. O sea, sí, la vida no es una película romántica, ya me lo han dicho muchas veces, pero… ¿No debería ser una sola carta y esa persona es LA ÚNICA y todo es… correcto? ¿Cómo voy a saber cuál es la indicada?

 

—Entiendo.

 

—No, Darren. Te estoy preguntando, ¿cómo la reconozco? ¿Debería hacerle un test de compatibilidad? 

 

—¿Qué…? No, Alex… —negó con la cabeza el peliverde. —Es… ¿Cómo es que escribes tanto sobre romance y no sabes de esto?

 

—Soy un misterio. ¿Qué me ibas a decir?

 

Darren se sonrojó. Obviamente ese no era su tema favorito. —Es… Es algo que sientes, no un tema lógico. Ya no me preguntes más.

 

—Wow. No, espera, Darren, eso es muy bueno. ¿Sólo tengo que sentirlo? ¿Es eso lo que te pasó con Tarik?

 

—Tengo que atender esta llamada. Es urgente. ¿Hola?

 

Alex vio al peliverde salir de la habitación, prácticamente seguro de que su celular no había vibrado ni brillado por esa llamada. 

 

***

 

Otro Hunt afectado por la falta de lógica de estar enamorado era Lionel. Su sobrino no lo sabía y pretendía que siguiera así, pero llevaba un tiempo viéndose con Jecht a escondidas porque no sabían si serían capaces de mantener una relación con la severa falta de confianza que tenían después de años de un horrible malentendido. Es decir, ¿cómo seguir adelante luego de descubrir que tu novio era un asesino a sueldo y su siguiente objetivo eras tú, la cabeza de la mafia más grande de la ciudad? ¿Era suficiente excusa decir que no sabía que se trataba de ti porque escondías muy bien tu segunda vida de mafioso?

 

No, en serio, ¿existe algún artículo en Buzzfeed o Teen Vogue con la respuesta?

 

De momento, satisfacer sus necesidades físicas funcionaba y era lo que hacían. El problema fue el día que Lionel se quedó dormido y despertó con toda la adrenalina posible dentro del cuerpo.

 

—¡Jecht! —susurró al hombre, con una mano en su hombro para moverlo. —¿A qué hora llega Tarik?

 

—¿Tarik…? Huh… —murmuró el castaño, girándose para ver su celular. —Al mediodía. No te preocupes, aún puedes salir.

 

—Esto no puede volver a pasar, ¿me entiendes? —alegó el rubio. No era una visión muy digna en ese momento, buscando su ropa interior entre el desastre que tenían en la cama, con el pelo desordenado y unas ojeras que decían que apenas logró dormir la noche anterior. —Es la última vez, Jecht, en serio.

 

—Seguro.

 

—De verdad, Jecht. Nunca más.

 

—Por supuesto.

 

—¿Me estás poniendo atención?

 

Un ronquido respondió. Lionel apretó los labios y procedió a despedirse aventándole una almohada a su ex pareja. —¡Hasta nunca!

 

—Hasta el viernes… —contestó Jecht, acompañado de un bostezo.

 

Lionel cerró la puerta, molesto. Aún se arreglaba el cabello y abotonaba la camisa mientras bajaba las escaleras y sintió algo muy cercano a un infarto cuando se encontró de frente con Tarik. Mierda. Maldito Jecht y sus malditas mentiras.

 

—Buenos días, Tarik, es….estaba… —tosió un poco. —Conversando de negocios con tu padre.

 

—Ah. Claro. Negocios.

 

—Sí. Negocios. No le digas a Darren.

 

Al escuchar esa instrucción, Tarik sintió por primera vez en su vida una suerte de superioridad hacia el tío de Darren. Era una oportunidad única, pese a que no estaba seguro de poder mantener un secreto a salvo de su novio, pero daba igual. Aunque fueran unos segundos, tenía a Lionel Hunt en sus manos.

 

—Por supuesto —contestó con toda la calma posible, pensando rápidamente en cómo jugar aquello. Tragó con algo de dificultad. —Es una suerte que nos encontráramos, hay algo de lo que quisiera hablar, Mr. Hunt… 

 

Lionel lo miró inmediatamente con desconfianza. No había nada de lo que Tarik pudiera querer hablar en ese momento que pudiera ser bueno. —¿De qué sería?

 

—Pues… Darren y yo estamos saliendo y… —Lionel se mordió la lengua para no decir “por ahora”. —...vamos en serio. Me gustaría pedir su mano en matrimonio.

 

Ese pendejo le daba el segundo pre infarto del día. Casi se llevaba una mano al pecho, de no ser porque los Hunts tenían excelentes caras para jugar póquer. No podía mostrar en su expresión lo escandalizado que se encontraba de oír sobre la propuesta. 

 

—¿No te parece que son demasiado jóvenes, Tarik? —cuestionó, con una tranquilidad que no sentía. —¿Cuál es el apuro?

 

—No hay apuro —contestó el chico. Detestaba estar oyendo lo mismo que dijo Dexter. —Nos amamos, es algo serio. ¿Qué tiene de malo? Sólo… quiero estar con él para siempre.

 

Lionel suspiró y se masajeó el puente de la nariz. Era demasiado temprano y había dormido muy poco como para estar teniendo esa conversación, pero adoraba lo suficiente a su sobrino como para solucionarlo seriamente. Hacer desaparecer a Tarik en circunstancias misteriosas sería un problema más grande a la larga.

 

—Tarik. Escúchame. ¿Por qué no esperas un poco más? Si su relación es buena, no tendrán problemas en casarse en unos años, cuando ambos estén en una edad más apropiada.

 

—¿Para qué esperar entonces? Va a pasar de todas maneras.

 

—¿Sabes por qué? Porque lo que quieres es atar a Darren. Porque lo estás haciendo por desesperación y miedo, no quieres que se te escape —soltó el mayor. —¿Puedes decirme que no es así?

 

—¡No! Es porque lo amo.

 

—Tarik, piénsalo. Si realmente tus intenciones son las correctas, puedes esperar. Darren tiene un futuro brillantes por delante, sólo lo vas a confundir forzándolo a dar un paso tan grande ahora.

 

El chico no contestó, pero pudo ver en la forma en que apretaba sus puños que había logrado tocar una tecla sensible. Era lo mejor. No quería que su sobrino desperdiciara su vida en una relación adolescente. —No digo que no lo hagas, sólo espera lo necesario.

 

—No lo haré —sentenció Tarik. —No necesito su permiso, Mr. Hunt.

 

—Sería inteligente que lo tuvieras.

 

—Bueno, también sería inteligente que usted y mi papá dejaran de mentirnos, pero así son las cosas.

 

—Esta conversación termina aquí.

 

Lo siguiente que se escuchó en la residencia Presley fue un portazo, bastante fuerte, pero no lo suficiente como para despertar a Jecht, que quedó ajeno a todo aquel alboroto.

 


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