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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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Mitch aprendió, lo que llevaba de ese lunes, que la resaca no era el único castigo luego de beber sin moderación. Nada más llegar a la escuela, empezó a recibir felicitaciones por su relación, lo cual tomó como una mala broma después de que Allison rompiera con él. Otras personas lo miraban horrible, haciéndole pensar que podría andar otra versión de los hechos dando vuelta, quizás pintándolo como el villano que rompió el corazón de su ex novia; tratándose además de una porrista, era natural el rumor de que el malvado capitán de atletismo la usó y desechó. Nada más lejos de la verdad.

 

—¿Qué diablos le pasa a todo el mundo? —alegó apenas entró al aula, buscando una explicación en su grupo de amigos.

 

—Sí, ¿qué será? Es como si acabaras de empezar una relación con una de las personas más populares de la escuela —bromeó uno de ellos, olvidando momentáneamente que Mitch era incapaz de detectar sarcasmo.

 

—Es verdad.

 

Se formó un silencio incómodo, donde nadie sabía si es que Mitch entendió lo que hablaban y esa era su confirmación a ser novio de Dexter o -lo más probable- seguía sin sospechar que la gente sacó sus conclusiones sobre la fiesta y sus muy públicos siete minutos en el cielo. Sumado a eso, estaba el hecho de que Dexter se dedicó a contar a todos sus amigos que estaba saliendo con Mitchell Williams oficialmente. Cabe recordar que grupo de amigos de Dexter = la escuela entera y todas las adyacentes en un radio de 200km.

 

La posible aclaración fue interrumpida oportunamente por el profesor de matemáticas, a quien poco le importaban los líos amorosos de sus estudiantes y comenzó su clase exigiendo máxima atención por las siguientes horas. Para Mitch, cualquier cosa era más interesante que estudiar números y pronto se distrajo mirando por la ventana un partido de soccer. Adoraba el soccer, ese día quería dar la prueba para entrar al equipo; era ambicioso de su parte participar de dos deportes distintos, mas estaba convencido de que sería capaz. Seguía los movimientos de los jugadores, cada pase que se daban, y sonreía para sí mismo imaginando que pronto sería él quien estuviera allí.

 

—¡GOOOOOL! —gritó de pronto, poniéndose de pie en medio de la clase. —¡GOL, GOL, GOL!

 

—Williams —llamó su profesor. —¿A cuánto va el partido?

 

—2-0, Sr. Hickings —contestó con orgullo.

 

—Muy bien, no has escuchado nada de lo que he dicho. Esperemos que saques una beca por deporte.

 

—¡Seguro que sí, gracias!

 

Poco después terminó la clase, sin que Mitch aprendiera nada útil para el resto de su vida, lo cual no le preocupaba en absoluto. Su foco eran los deportes y cuando dijo que conseguiría una beca, lo dijo totalmente en serio, consciente de lo difícil que podía ser y de cuánto necesitaba entrenar. Llevaba años haciéndolo. Solía pasar todos los recesos jugando soccer con sus compañeros, aunque ese día fue sorprendido camino a la cancha por un par de manos que cubrieron sus ojos.

 

—¿Luke...? ¿Randy? —adivinó, asumiendo que sería alguno de sus hermanos. - Er... ¿Keith? —Keith no haría eso, se arrepintió inmediatamente de mencionarlo. —¡No sé, lo siento! —rió, tomando las manos del desconocido para bajarlas y poder girarse a verlo.— Oh. Tú. ¡Hey, Dexter! —sonrió.

 

—Hey, dulzura —respondió el baterista, porque era un adorador de los apodos y no perdía oportunidad de usar uno. —Tengo que contarte algo, pero bésame primero.

 

Lo que sería un saludo normal entre personas pertenecientes a una pareja quedó en un gesto incómodo de ver para los amigos de Mitch, que decidieron dejarlos a solas luego de que Dexter estirara el cuello y se pusiera en puntillas para alcanzar a besar a su novio y que éste girara el rostro, riendo. Mentalmente, rezaron por Dex.

 

—Recordaba que eras gracioso —comentó el castaño, dándole una palmada en la espalda. —¿Querías contarme algo?

 

Pese a lo descolocado que se sintió porque lo esquivara, Dexter continuó: —Nada, sólo me preguntaba si querías ir a mi casa hoy. Ya sabes, Netflix & chill, sólo que poco Netflix y mucho chill, no creas que vamos a ver de verdad una película —bromeó. —Quiero que continuemos donde quedamos y empecemos a salir juntos oficialmente.

 

Y fue bueno que aclarara sus intenciones, porque Mitch habría sido capaz de invitar a otras personas a la casa de Dexter para ver una película entre todos, pero se quedó callado tras oír todo lo que tenía que decir. Dejó pasar al menos un minuto entero, esperando una risa o algo así. —¿Salir... juntos? —repitió, como si fuera lo más extraño que hubiera oído en su vida. —¿Es en serio o no estoy entendiendo la broma?

 

Luego fue turno de Dexter de esperar una risa o una explicación o una cámara escondida o cualquier cosa que lo ayudara a entender qué parte de lo que dijo podría sonar como una broma. ¿Acaso no era esa la misma persona con la que se metió a un armario a besarse y toquetearse… y luego también se escaparon a una habitación a hacer lo mismo, pero 100 veces mejor? Ladeó el rostro, parpadeando con su único ojo visible.

 

—Pues claro, no veo por qué sería una broma —alegó.—O sea, después de lo que hicimos en la fiesta y lo bien que lo pasamos, deberíamos intentar algo aquí. ¡Tenemos buena química! Y eres lindo y me caes bien, ¡y quiero que salgamos juntos, Miiiiiitch!

 

Entre que era sacudido por los hombros, furiosamente sonrojado, Mitch intentó pensar. Sí, era difícil para él. —No recuerdo eso... —contestó, costándole mucho pronunciar cada palabra, realmente intentando juntar las borrosas imágenes que tenía de esa noche: El armario donde no pasó nada, luego más nada y después abandonar la fiesta con sus amigos conversando sobre nada. ¡Ah! Y Allison mandándole mensajes al celular sobre nada. Pasados unos momentos, Mitch volvió a reír. —Vaya, casi me haces caer, Dexter —negó con la cabeza. —Tengo que irme ya, pero hablemos después. Me caes bien.

 

Sin embargo, su intento de escapar fue frustrado por dos brazos que lo detuvieron de la cintura y el cuerpo de Dexter, algo más bajito que él, apretándose a su espalda.

 

—¡Oye, no me dejes así, en serio me gustas y quiero intentarlo! —habló, directamente, sin perder la sonrisa. —Al menos si me vas a rechazar dame una buena razón, entendería si aún no estás listo por lo de Allison, pero aún así podríamos ir lento hasta que se sane tu corazoncito… —agregó, restregando la mejilla contra su espalda.

 

—No, lo de Allison no me importa ya —soltó Mitch, dándose cuenta sólo al decirlo que no estaba tan afectado como antes de ir a la fiesta.

 

Huh, ¿por qué sería?

 

Sacudió la cabeza. Tenía que concentrarse en Dexter. Sí, Dexter, que se le acababa de declarar y aunque sentía algo de tibieza por el abrazo extraño en que lo tenía, debía decirle la verdad. Se merecía que tomara en serio sus sentimientos, eso lo tenía claro.

 

—Lo... siento mucho, Dexter. Es que… me gustan las chicas, ¿sabes? —dijo, tomándole las manos con suavidad para separarse de él. —Seguro eres una gran persona, pero no puedo. De verdad lo siento —y se veía realmente afectado de no poder corresponderle. Era la primera vez que alguien le dijera algo así.

 

El baterista apretó los labios y lo miró con ojos grandes, incapaz de creer lo que acababa de oír. —O sea que… mm… lo que quieres decirme es que eres hetero, ¿verdad?

 

—Síp. Eso.

 

—Ajá… entonces, sería imposible para ti besar un hombre.

 

—Así es.

 

—Mucho menos tocarlo entre las piernas, ¿cierto?

 

—No habría forma.

 

A medida que Dexter hacía preguntas, se iba acercando a Mitch, cuyo rostro volvía a tomar color de manera intensa, reflejando que le afectaba oír esas palabras. Era exactamente eso lo que el pelinegro quería poner a prueba; fue bajando el volumen, mirándolo a los ojos de manera inquisidora.

 

—Y digamos que si… otro hombre… te hiciera sexo oral… pero muy bien, ¿eh? Lamiendo todos los puntos importantes, acompañando con la mano —explicó, haciendo el gesto con la propia. —De ninguna forma te podría gustar, ¿no? Imposible que te corrieras así.

 

—Eh… exacto. Imposible.

 

Dexter puso cara de molestia. Miró brevemente hacia abajo y luego llevó una mano a la entrepierna del chico. —¡Mitch, estás duro ahora mismo!

 

—¡Porque estás muy cerca! —alegó y luego miró hacia ambos lados, asegurándose de que no hubiera gente. —¡No hagas eso en la escuela! —agregó en voz baja, aún radioactivamente rojo.

 

—Mitch, no te entiendo. Tu sexualidad es tema tuyo, pero es raro que me estés diciendo que no te gustan los hombres cuando hicimos todo eso en la fiesta… Y estoy seguro que te gustó, me lo dijiste.

 

—¡Pues no lo recuerdo! No me acuerdo de nada, sólo he estado con chicas y… no te puedo corresponder, Dexter. Si quieres que seamos amigos, con gusto lo haría…

 

—Tengo suficientes amigos —sentenció Dexter, por primera vez en su vida, observando a Mitch con determinación. Rara vez se molestaba, pero aquello lo ameritaba y volvió a acercarse al castaño, sosteniéndole la barbilla pese a que era mucho más alto que él. —Y me voy a encargar de que lo recuerdes, Mitch Williams. No voy a ser el único pensando en lo que pasó.

 

Con esas últimas palabras, que Mitch tuvo que reconocer fueron bastante cool, Dexter le dio la espalda y lo dejó a solas. Tras darse cuenta de que miraba su trasero mientras se alejaba, Mitch levantó la vista y se palmeó la cara. ¡Y por supuesto que era hetero, no tenía duda alguna en su cabeza e iría en ese mismo momento a jugar soccer, un deporte completamente heterosexual donde apenas se rozaban los jugadores!

 

***

 

En el receso del almuerzo, Matt decidió resolver el tema del dinero misterioso en su locker porque sí, obtener dinero de forma gratuita era un problema que no lo dejaría dormir. Ese tipo de persona era Matthew Barker y el único culpable en el que pudo pensar fue Alexander White. ¿Su evidencia…? Pues: sólo con él habló sobre la gran suma de dinero que necesitaba y era la única persona que conocía en la escuela capaz de realizar algo tan dramático como juntar el monto y dejarlo a escondidas de regalo. ¿Acaso no gritaba “FUE ALEX” esa demostración?

 

—No, de ninguna forma —desestimó el vocalista ante aquella acusación. —Si hubiera sido yo, tu casillero estaría lleno de rosas y también habría aparecido atrás tuyo para ver tu reacción y la de la gente alrededor, que estaría grabándolo todo. Además, ¡mira esta nota! “L”, pff. Amateur. Hay que dejar nombre y apellido para que nadie se robe el crédito.

 

—Alex… ¿intentas confundirme?

 

—No, Matt. O sea, Matthew. Bah, Matt. Una persona que no deja su nombre es alguien que no quiere ser encontrado, que ni siquiera necesita un “gracias”. L no quiere que lo, o la, o le, encuentres.

 

—Pero…

 

Alex lo detuvo, colocando un dedo en sus labios que retiró inmediatamente luego de ver una expresión que decía “soy capaz de morderte”.

 

—Quédate con el cariño de esa persona, hay alguien allá afuera a quien le importas y que quiere hacerte feliz, ¿por qué no le devuelves el favor disfrutándolo?

 

El peliazul se quedó momentáneamente sin palabras, no sólo porque no se le ocurría qué más hacer, sino porque estaba considerando hacerle caso a Alex. ¿Se estaría volviendo loco o era que Alex tenía más profundidad de lo que pensaba? “L” no quería ser encontrado, pero se tomó la molestia de dejarle un regalo así de valioso, sin esperar nada a cambio. ¿Existiría una persona así?

 

Tenía más curiosidad que antes y ninguna pista. Sin embargo, no le quedó otra que tomar el consejo de Alex. Se sentía horrible darle la razón.

 

***

 

En el ensayo de esa tarde, Dexter decidió poner todas sus emociones en la música, aporreando con enfado todas las zonas aporreables de la batería, causando un estruendo superior a lo normal. —No me estoy escuchando cantar y eso es lo peor que me puede pasar —dijo Alex apenas hubo una pausa entre el aporreo de batería y el intento de Tarik de subirle el volumen al amplificador de su guitarra.

 

Con Dexter dándole un dolor de cabeza a todos y la ausencia justificada de Matt (que se excusó por participar de un trabajo escolar urgente), no tenía sentido intentar continuar con el ensayo. Alex decidió que era hora de rendirse y si no hubiera estado de tan buen humor por todas las felicitaciones que le llegaron ese día, ni les habría contado la mejor noticia del mundo: —Tengo que irme a recibir una declaración.

 

—¿Qué? —preguntó Tarik, cuyo rostro aún exhibía tonos de morado alrededor de la nariz.

 

—Dejaron una carta de amor en mi locker. En realidad, dejaron dos, pero ya fui a una hace un rato —comentó. Lo decía como si fuera un trámite. —No le tengo mucha fe a esta, pero no puedo faltar. ¿Seguimos mañana? Ojalá con Matt y con menos de… esto —señaló hacia el área de Dexter, que mordía las baquetas refunfuñando; apenas atinó a disculparse y decir que estaba distraído con otra cosa en mente.

 

Darren se encogió de hombros. —Si todos están de acuerdo, adelante. Merecen un descanso de vez en cuando. Oh, por cierto —recordó, buscando en su bolso unos abultados sobres, que entregó a cada uno. —El dinero que les corresponde por el concierto.

 

Alex y Dexter contaron los billetes y exclamaron “Ka-ching!” al unísono, comentando las cosas que comprarían mientras salían del lugar. Tarik guardó su sobre, demasiado nervioso como para prestarle atención, viendo de reojo que Darren se despedía de los chicos y luego se iba a sentar al fondo del salón, pensando que sería una lástima desperdiciar esa sala tan silenciosa si no iban a ensayar. Tenía mucho que hacer y era ideal para concentrarse.

 

El rubio se quitó la guitarra del hombro en silencio, sintiendo cómo le temblaban las manos. Luego de mucho culparse y odiarse ese fin de semana, se había prometido que iría de frente, que la próxima vez que estuviera a solas con Darren le haría saber lo que sentía, en serio. Si lo rechazaba, entonces... tendría que decidir si olvidarse o seguir intentando. Tenía miedo, muchísimo, pero se lo había prometido.

 

Guardó la guitarra en la funda, subiendo el cierre lentamente, como queriendo hacer tiempo. ¿Y si no le salía la voz? No, ya no era así, hacía años no le pasaba.

 

—Darren —llamó entonces, casual. —Necesito tu opinión sobre una canción.

 

Darren alzó la mirada de sus anotaciones para enfocar a Tarik con una expresión confusa. Si era sobre una canción, ¿no era mejor discutirlo con Alex? O sería que quería utilizarlo para darle su opinión personal, algo más casual, como tener el punto de vista de una persona que consumiría el tema.

 

—Seguro —dijo, cerrando su libreta para prestarle atención. Aún no le preguntaba cómo estaba su nariz, porque no habían tenido un momento a solas como ése; pensó que podría hacerlo después de la canción, viendo que Tarik parecía de buen humor y dispuesto a pasar tiempo con él. Eso era agradable. —Muéstrame.

 

Procedió a sacar del bolsillo de la funda un par de hojas dobladas, donde tenía la letra. Avanzó hacia Darren, extendió el brazo para entregárselas y dejar su suerte al destino. Era lo más fácil, la manera más efectiva de comunicarle lo que sentía, asegurándose de que podría leerlas sin que él se arriesgara a que la voz le temblara o se equivocara en decir algo. Luego, Darren respondería qué opinaba y ya. Seguro que lo rechazaría rápido.

 

Sin embargo, al instante apartó la mano y sostuvo las hojas a la altura de su pecho. El deseo de hacerlo bien fue más fuerte. No podía dejar todo a la interpretación que Darren le diera a esas hojas, tenía que… ¡Tenía que darlo todo! ¡Tenía que entregarse tal como soñaba! Se lo debía a sí mismo, a Darren, al pequeño Tarik de diez años... Aunque el corazón le reventara en el pecho, debía usar su propia voz para llegar al amor de su vida.

 

—La tocaré en el piano —dijo entonces. Las manos le transpiraban, temió que se le resbalaran los dedos en las teclas; había tocado tantas veces esa canción el día anterior, que sólo debía cerrar los ojos para ver las notas. Talvez estaba loco, tocarle una canción no provocaría que Darren se enamorara mágicamente de él, pero… debía intentar.

 

Notaba que Darren lo miraba con suma curiosidad. Dejó las hojas de lado, pues eran innecesarias, y se acomodó el cabello hacia un lado, concentrándose solamente en el piano para comenzar:

 

—Do I attract you? Do I repulse you with my queasy smile?

Am I too dirty? Am I too flirty? Do I like what you like?

 

I could be wholesome, I could be loathsome, I guess I'm a little bit shy.

Why don't you like me? Why don't you like me without making me try?

 

I tried to be like Grace Kelly, but all her looks were too sad.

So I try a little Freddie, I've gone identity mad!

 

I could be brown, I could be blue, I could be violet sky.

I could be hurtful, I could be purple, I could be anything you like.

Gotta be green, gotta be mean, gotta be everything more!

Why don't you like me? Why don't you like me?

 

Darren se quedó en silencio. Parte de él entendió que había un posible mensaje en la letra, por la cual se vio tocado directamente, pero otra, la más dominante, exigió no expresar nada. Nunca era buena idea ser el primero en mostrar la mano e intentó evitar expectativas altas por si se tratara de un malentendido. Era un excelente jugador de póquer, capaz de mantener un semblante impasible.

 

Por dentro era otra la historia. No dejó de pensar en cuántas veces quiso llamarlo ese fin de semana, sólo para saber cómo se encontraba, y luego negándose a sí mismo por lo ridículo que sería estar así de preocupado. Tarik no necesitaba su preocupación, hacía muchos años que la rechazaba porque era un hombre demasiado cool y frío ahora.

 

—Es bueno. Me sorprende el rango de notas que puedes alcanzar, cantas bien —concedió. -¿Qué te inspiró a eso? Pareciera una confesión —buscó presionar por información.

 

Tarik sentía que la cara le ardía y rogaba al infierno (hail Satan) que su cabello estuviera cubriéndolo. Apoyó la frente en la cubierta de las teclas, esperando poder ocultarse de esa forma, porque no pensó que lograría sacarle siquiera una sonrisa a Darren y menos que le preguntara tan directamente sobre la canción. Por un lado, era eso lo que quería y por otro, había estado rogando que no entendiera nada para él mismo poder hacerse el desentendido y nunca volver a mencionar el tema.

 

—Es una confesión —contestó. Lo siguiente que quería pedir era "por favor no me hagas decirlo", pero juntó fuerzas de quién sabe dónde para agregar: —Por favor acéptala. Si... no te gusto, puedo cambiar, dime qué quieres, lo que sea. Ya cambié una vez, puedo seguir haciéndolo.

 

Los pocos segundos de silencio que se instalaron fueron eternos para Tarik, que no se movió de su lugar, buscando extender el periodo de tiempo en que Darren aún no lo rechazaba. Oyó los pasos del peliverde e imaginó que saldría del lugar tras decirle que dejara de ser un idiota o intentar jugar con él. Sin embargo, lo que recibió fue un abrazo del chico, que se sentó a su lado.

 

—Más que cambiar, vas a tener que madurar —le aclaró con firmeza, posando su mejilla sobre la cabeza del rubio. —Si es cierto que me quieres vas a tener que demostrármelo y no tocar a nadie más mientras estés conmigo —sentenció. Esa era la parte que más… repulsión le causaba a Darren, porque no podría aceptar que tenía miedo de que Tarik le fuera infiel si llegaba a acceder a sus coqueteos; lo demás eran cosas que sí había estado pensando, que sí quería hacer y que sí le causaban curiosidad. Únicamente necesitaba el resguardo de que ese idiota no le rompería el corazón. —Si... si aceptas una condición, entonces te creeré.

 

—¿Qué estás diciendo, Darren...? Si estuviera contigo, no existiría nadie más —respondió en voz baja, sintiendo el corazón latirle más rápido sólo de pensarlo. Entendía que Darren no confiara en él de buenas a primeras. Aunque, más importante, ¿era Darren capaz de corresponderle? Al parecer tendría que ganarse su confianza antes de saber.  —Haré lo que sea —declaró, colocando una mano sobre la de Darren, girando un poco el rostro para verlo.

 

Y esa mirada tan intensa provocó un fuerte latir en el pecho del frío manager, quien se dio cuenta de que llevaba años esperando que Tarik le dedicara esas palabras. Lo sabía, en el fondo de su corazón, pero necesitaba que lo hiciera tangible y que estuviera dispuesto a cumplir con cualquier cosa con tal de estar con él. Sí, requería devoción. La verdad es que era una condición idiota, cruel a cierto punto, pero iba a darle la oportunidad de saber qué tanto Tarik lo ansiaba.

 

—Sólo vas a poder tocarme una vez al mes —sentenció. —Desde que comiencen las 24 horas del día que elijas hasta que terminen, podemos hacer lo que quieras. Luego de eso no vamos a hacer nada más entre nosotros y tampoco saldrás a buscar a otra persona, ¿oíste? Si lo cumples, levantaré la regla en unos meses. Si no, esto no tiene futuro y te olvidarás de mí.

 

Imaginaba que sonaría severo, mas creía que era necesario. Y, la verdad, lejos de pensar que era algo malo, Tarik se concentró en que Darren le estaba entregando 24 horas para hacerle lo que quisiera, ¿acaso sería un sueño…?

 

—Estoy… bien con eso. 24 horas contigo es mucho más de lo que esperaba —comentó, entusiasmado, aunque luego dudó un poco. ¿Podría ser que Darren tuviera algún otro plan malvado? Giró el cuerpo hacia él, observando sus ojos. —Entonces… ¿estamos saliendo? —sonrió un poco, levantando una mano para tocar su mejilla. Estaba tibia, era real.

 

—Estamos saliendo —corroboró con seguridad el peliverde, apoyando su rostro en esa mano de dedos largos y algo duros por tocar tanto la guitarra. Incluso sonrió con aprobación, girando el rostro para dejar un beso en su palma.

 

Pensó que en el fondo el rubio tendría un gran autocontrol del que nunca había hecho uso para aceptar aquello, pero eventualmente vería los resultados. ¿Quizás se había excedido dándole libertad completa ese sólo día al mes...? Bueno, no era como si Darren fuera virgen o no estuviera listo para lo que Tarik quisiera hacer.

 

—Sólo mi novio —puntualizó, resaltando el “mi”.

 

—Sólo tu novio —repitió Tarik, porque le gustaba como sonaba. Aunque fuera una especie de experimento todavía, seguía sintiéndose increíblemente feliz. Nunca se había sentido así.

 

Después vería cómo aclararle esa situación a varias personas en la escuela, porque no podía pensar en ese problema cuando estaba por primera vez tan cerca de Darren y recibiendo una sonrisa tan cálida y hermosa. ¿Cómo pensar en algo más que su novio? Extendió los brazos y le abrazó la cintura, tratando de ocultar la sonrisa, aunque seguro sería imposible.

 

Era suyo, lo había alcanzado... al fin.

 


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