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Cosas de adultos ||Sterek|| por Dark_Ness

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Los días pasaron con una rapidez anormal para Derek.

Era eso, o que la percepción del tiempo se le desvaneció después del encuentro con Stiles.

Sea como fuere, Derek se encontraba a finales de julio, dos meses después de su último encuentro con Stiles. Él estaba en la ceremonia de graduación del instituto de Beacon Hills; los estudiantes del último año por fin se graduaban —incluso aquellos que nunca tuvieron una real esperanza de lograrlo, como Greenberg— y la alegría se palpaba en el aire junto a la refrescante briza que le daba la bienvenida al verano. Derek se sentía orgulloso de ver como un grupo de jóvenes salían de su etapa más crucial para ser adultos buenos y ejemplares...

O tal vez se alegraba de por fin deshacerse de los estúpidos que le daban el doble de trabajo, en especial cuando llamaban a la estación sin cesar para que Derek fuera a investigar nada; porque no había nada más divertido que darle trabajo al novato.

Aunque, Derek tal vez nunca sabría que la mayoría de las llamadas eran por pedido de Stiles. Él tan sólo quería una excusa para ver al agente policial pasearse por los pasillos con apretado uniforme junto a ese ceño fruncido.

Sí, nunca lo sabría.

Pero ahora, de vuelta al presente, Derek servía como seguridad para el evento.

Stiles no lo invitó a la graduación para verlo triunfar.

Tan sólo estaba John y Claudia, quien se sentía débil en estos días por culpa de su enfermedad.

Hasta Cora, la hermana de Derek, le reclamó a Stiles cuando se dio cuenta que no lo había invitado a la graduación —porque ella no lo invitó tampoco, pensando en que Stiles lo haría. Pero al fin y al cabo, Derek tendría que estar presente en la ceremonia; ya sea para ver su hermana menor hacerse adulta o para asegurar a los presentes.

Y aún así, eso no hizo menos intenso el dolor que sentía Derek en el pecho.

Ver a Stiles sonreír después de dos meses de ausencia se sentía como si por fin pudiera tomar agua fresca directa del manantial. O al menos estar cerca del manantial sin poder tocarlo. Incluso, no sabía que era peor...

¿Ver a Stiles lejano a él como jamás en su vida lo había visto; o simplemente no verlo?

—Tienes una cara de funeral —Jordan Parrish, su compañero de patrulla le sorprendió. El tipo era sigiloso como un sabueso entrenado, ágil e ingenioso; pero también era pesado con sus comentarios ingenuos. Derek disfrutaba su compañía; a pesar de que habían días en donde él sólo quería ahogarlo—. ¿Es por Cora? —Parrish hizo una pausa— Puedo ver que ya creció junto a los demás. Tiene tu mismo ceño fruncido.

«Herencia Hale», pensó Derek mientras fruncía el ceño.

—Escuché que Lydia Martin ganará la medalla al mérito por sus grandes notas —Derek se volteó a ver a su compañero. Nadie podía pasar por alto el cariño que le tenía Parrish a la señorita Martin; ni siquiera ella misma—; espero que se la den; se la merece.

— ¿Y qué pasa con Stiles? —preguntó "sutilmente" Derek mientras observaba al público. El grupo de los estúpidos (como a Derek le gustaba llamarlo) estaba reunido en los pies del escenario haciéndose fotos; Stiles estaba en el medio de Scott y de Isaac Lahey sonriendo con las mejillas rojas— Él también es uno de los mejores en su clase.

La sonrisa pedante de Parrish le respondió todo.

—Que Stiles sea hijo del sheriff no significa que estemos en la necesidad de adularlo siempre, Hale —ironizó Parrish, el muy idiota—; pero estoy seguro de que también ganará un reconocimiento. El chico fácilmente puede ser una mente del crimen organizado.

Entonces la conversación se detuvo cuando la directora entró en escena. La ceremonia había comenzado finalmente.

***

—Te lo dije —respondió Derek con retintín en su tono. Parrish parecía disgustado—. Nadie puede ganarle a mi Stiles.

Parrish estaba tan enfocado en el hecho de Stiles se llevó el primero puesto en la premiación que pasó por alto la posesividad de Derek. Sin embargo, eso hizo que Derek recalculara sus palabras; porque no todos estarían igual de distraídos que su temperamental compañero.

— ¿Viste la sonrisa del sheriff? —Parrish cambió de tema por el bien de la sociedad entre él y Derek. Eso lo hizo reír— Hacía tiempo que no lo veía tan animado.

—Por supuesto que la vi —respondió con arrogancia. El logro de Stiles le alegró el oscuro vacío que tenía en su pecho—; estaba viendo a su hijo recibir la medalla al mérito después de todo, ¿no?

La ceremonia había finalizado hacía una media hora. Los estudiantes estaban repartidos por todo el lugar mientras sus familiares y acompañantes compartían su alegría con ellos. Derek quería acercarse y felicitar a Stiles; después de todo, ellos pasaron tiempo de calidad mientras el adolescente se esforzaba por estudiar para los exámenes y para clasificar en el equipo. Pero cuando lo visualizó a lo lejos con Malia Tate —su prima no reconocida por parte de Peter—, entendió que debía mantener su distancia.

Entonces se dedicó a hacer su trabajo y vigilar a los estudiantes.

Parrish no perdió el tiempo, sin embargo. Él se acercó a la familia Martin y felicitó a su favorita mientras le entregaba un ramo de flores —el cual Derek no había visto en lo que iba de mañana. La matriarca Martin estaba algo incómoda con las muestras de afecto del agente hacia su hija; pero Lydia estaba desprendiendo una sutil energía de cariño hacia Parrish que era imposible decirle algo; y después de todo, ella ya tenía dieciocho, así que no estaba pasando nada grave.

Eso le recordó amargamente su situación a Derek.

Situación que mágicamente ya había pasado a segundo plano.

Stiles parecía haber avanzado después de aquel día; y Derek, por más dolorido que estuviera, supo que él no podía forzar en nada a Stiles. Por lo que sí él avanzaba, entonces Derek también lo haría.

***

Por otro lado, Derek por fin visualizó a su gruñona hermana y se dio la libertad de acercarse a felicitarla.

Talía, Laura y Peter Hale estaban ahí para ver a la pequeña Cora avanzar hacia la nueva etapa de vida.

Al parecer, su padre estaba ocupado otra vez en su trabajo.

Cora se veía radiante. El vestido violeta le quedaba como anillo al dedo, destacando su esbelta y pequeña humanidad cargada de carácter y belleza; su tocado hacia juego con el peinado preocioso que cargaba, resaltando la herencia femenina del apellido Hale. Derek podía ver una importante porción de su madre reflejada en la mirada de Cora, haciéndola feroz e indomable como una hermosa loba.

Y ahora, que su hermanita ya dejaba el nido para irse a estudiar a New York, Derek sentía que se hacía viejo.

—Al fin nos honras con tu presencia, Derek —la voz de Laura sonaba calmada y arrogante. Derek sonrió—. ¿Estabas atrapando criminales escondidos en los jardines?

—Ya veo que la envidia se concentra en este lado de la familia —Peter salió en defensa de su sobrino favorito. No es que fuera muy pegado a su tío, pero el hombre le gustaba fastidiar a Laura y usaba cada oportunidad para hacer de su pasatiempo favorito un arte—. Dime, ¿puedes tú atrapar a los criminales desde tu puesto?

Las mejillas de Laura enrojecieron. Ella era abogada; y le fastidiaba que Derek atrapara más criminales que ella.

Pero ah, cuestiones de competencia saludable entre hermanos.

—Hola Cora —saludó Derek a su hermanita, ignorando a todos. Ella era la belleza de sus ojos; su hermana menor a la cual cuidó con su vida antes de que ella se revelara contra su "régimen dictatorial a base de cariño" y se convirtiera en toda una joven independiente. Aunque aún seguía siendo, para Derek, la misma niña con ojos expresivos y cara amargada que acudía a su habitación cuando atacaban las pesadillas.

Ella se giró para abrazar a su hermano. Era muy raro cuando su afecto surgía; por lo que Derek lo aceptó.

—Te ves bien. —elogió ella cuando se separó.

—Hoy es tu día de graduación; se supone que tú eres la única que debería verse bien —Derek refutó mientras Talía asentía—. ¿Estarás esta noche con nosotros?

—Sí —respondió inmediatamente. Derek conocía ese tono de urgencia; después de todo, él también lo había empleado el último día que estuvo viviendo en la casa Hale. Eso significaba que Cora ya se iría—. Tengo que recoger mis cosas.

Laura se balanceó incómoda ante aquella revelación. Ella era la única que seguía viviendo con Talía en la casa Hale, más por amabilidad que por iniciativa propia. De antemano comprendió que no fue sencillo para su mamá ver partir a sus hijos y separarse de ella con tanta facilidad; en especial cuando su padre no era el hombre más afectivo.

Derek alejó sus pensamientos de esa caja de Pandora que no quería abrir en ese instante.

—Supongo que vendrás esta noche también, Derek —Talía observó a Derek directamente; le regaló esa mirada que no dejaba lugar a las negaciones—. Breaden está feliz de volver a verte.

Y ahí estaba Talía otra vez con sus insistencias de madre. Pero Derek tenía el corazón vacío y el alma triste, por lo que no refutó esa vez.

—Iré después de patrullar —respondió amable, como aprendió a tratar con las mujeres histéricas que pasaban su tarde reclamando sandeces en la estación—. Ahora me tengo que ir; el sheriff no está trabajando y me toca a mí relevarlo.

Era mentira; pero ellos no lo sabían.

Sin embargo, lo dejaron ir.

Derek se alejó con tranquilidad y el alma revuelta, pensando en que ese noche podía fácilmente pasarla con Stiles y llevarlo a la reserva; justo a esa parte que todos tenían prohibido pero en la que Derek podía escabullirse con ayuda de sus llaves. Stiles estaría emocionado por colarse finalmente ahí; y Derek lo llevaría a ver las estrellas mientras lo escuchaba hablar sobre los últimos años en la secundaria. Pero claro...

Eso no pasaría.

Y entonces Derek siguió caminando sin darse cuenta en la mirada fiel y melancólica que Stiles le dedicó desde que había finalizado la ceremonia.

***

Cuando eres adulto comienzas a ver las cosas desde otra perspectiva.

Ya no tienes la facilidad de tener las cosas como cuando eres niño. Empiezas a valorar el esfuerzo y el sacrificio del trabajo para ganarte las cosas, algo que a veces no veías claramente cuando eras adolescente. Pero sobretodo, entiendes el peso de las decisiones y las consecuencias que traen en la vida real.

Decisiones que no siempre nos gusta tomar. Pero que tarde o temprano nos tocará hacer.

Entre otras de sus reflexiones de filósofo ocioso, Derek concluyó que el color que le favorecía no era únicamente el negro. Ya la etapa emo de la adolescencia le pasó con creces, por lo que su armario era más variado en lo que le respectaba a las prendas de vestir; pero Derek podría tener veintitrés años, treinta, cincuenta o incluso noventa y siempre elegirá vestirse con el jersey de lana negro que le habían regalado Paige en la última Navidad que se vieron junto a los gastados pantalones de mezclilla que siempre cargaba.

Aunque, esa noche era fría. Por lo que se llevó su chaqueta de cuero negro encima; lo que le realzaba la "elegancia" en un tres por ciento.

Derek iba de camino a la casa Hale a la cena que su mamá organizó en honor a Cora. Estaba algo muerto después del turno de la tarde, en donde persiguió a regañadientes a un grupo de adolescentes que conducía en estado de ebriedad; sin contar todo el papeleo que tuvo que hacer cuando llegó a su casa.

Tal vez era el día más importante para algunos; pero eso no significaba que era uno de descanso para Derek.

Entonces salió de su loft perfumado, arreglado y listo para pasar una última noche con su hermana antes de que siguiera su ejemplo y se marchara del ala de mamá.

Derek encendió el Camaro, el vehículo que su papá le regaló cuando cumplió veintiuno y se fue a casa.

Durante el camino recordó demasiadas cosas. Cómo se sintió graduarse de la secundaria; como se sintió cuando Kate se fue esposada; el olor de la fragancia natural de Paige cuando salían, el sonido de la risa de Peter cada vez que Laura contaba una anécdota chistosa de la universidad... La sensación de vacío que le dejó Stiles cuando se fue.

Y al final de todo siempre regresaría al mismo punto.

Stiles.

Stiles era el dueño de sus pensamientos. Era quien llevaba la batuta cuando se trataba de dirigir su ánimo de cada día. Era el responsable de hacerlo sonreír, preocuparse y sentir cada día. Y ahora que él ya no estaba, sus días eran grises.

Ya ni siquiera se reprochaba el hecho de haberse enamorado de un menor de edad. Ya no tenía importancia si Stiles lo había superado.

Incluso las lágrimas salían con libertad y él ya no sentía nada. Así de jodido estaba que no le importaba nada.

***

La noche trajo cosas lindas. Como la luna llena, las estrellas repartidas en el firmamento, la fresca brisa y una sabrosa cena.

Derek entró en la casa Hale con los ánimos por el suelo. Su hermana se iría, su papá seguía distante, Peter no tenía señales de vida después de la ceremonia y Derek tenía la impresión de que dejó la llave del agua abierta en el baño que estaba al frente de la habitación.

Por lo que fue una sorpresa mayúscula y resaltada en negro cuando la familia Stilinski apareció en escena.

El sheriff nunca habló de pasar esa noche en la casa de su familia.

— ¡Derek! Llegaste al fin —la voz de Laura lo volvió a recibir. Se veía alegre, llena de colores y energética. Derek se preguntó si había vuelto a su época de hippie drogadicta—. ¡Ven! Pasa, pasa. Cora se estaba preguntando en que momento llegarías.

Como si Derek fuera el centro de atención de esa noche.

La sala estaba concurrida. El sheriff Stilinski entablaba una fructífera conversación con el patriarca de la familia Hale; se veía que de verdad disfrutaba la conversación, porque sus ojos tenían esas arrugas en los extremos que sólo salían cuando sonreía mucho tiempo —Derek se asustó por poder reconocer eso. Y junto a él estaba su esposa, Claudia Stilinski, quien reía con calma de las elocuencias de Talía; se veía un poco más reparada que en la mañana cuando apenas podía mantenerse de pie y Derek comprendió no había mucho tiempo para ella.

Su familia, junto a la familia Stilinski les sonrió y le dio la bienvenida para después seguir conversando entre ellos mismos. Laura se llevó a Derek hacia la cocina, en donde había un olor exquisito que solo podía significar...

—Stiles. —murmuró sin percatarse.

La comida de Stiles siempre tenía un olor exquisito.

Cora y Stiles estaban sumergidos en lo que parecía ser una conversación seria; tenían los hombros tensos y miradas entristecidas. Hasta el ceño fruncido de Cora se había relajado notablemente para darle espacio a una expresión amarga; como si estuviera escuchando el relato más triste y absurdo de su vida. Stiles tenía, por el contrario, los labios prensados en una línea recta perfecta.

Eso no le dio buena espina al policía dentro de la habitación.

—Derek —saludó Cora desviando la atención hacia su hermano. Ella se cambió el vestido de la mañana, quedándose en una blusa clara celeste y un pantalón de mezclilla que tapaba sus zapatos blancos—. Llegaste.

Si. Derek llegó.

Y Stiles pareció darse cuenta de ello.

Derek reparó en que Stiles no cargaba sus camisas habituales de superhéroes. Esta vez estaba enfundado en una franela negra sencilla y unos pantalones del mismo color; haciendo juego con la propia vestimenta de Derek. Eso le dio escalofríos.

Los ojos claros y expresivos del chico observaban con un extraño sentimiento regado en sus iris; casi parecía ser una persona ciega que miraba la luz por primera vez en su vida. Ese destello desestabilizó a Derek, sintiéndose golpeado por la intensidad.

Hasta Cora sintió que sobraba, por lo que se escurrió en la cocina con calma y dejó privacidad al par de chicos que necesitaban hablar urgente.

—Stiles... eh... Felicidades —articuló Derek con cierta dificultad. Casi como si su cerebro se hubiera paralizado—. Felicidades por tu... graduación.

—Gracias, igual —respondió Stiles sin darse cuenta de lo que decía—. ¡Eh! Digo, gracias por... las felicitaciones.

Derek no se rió por lo abochornado que estaba.

—Quería felicitarte esta mañana —confesó. Sus orejas enrojecieron lentamente—; pero estabas algo ocupado...

Stiles retorció el paño de cocina que tenía entre sus manos. La ansiedad le estaba jugando una mala pasada y Derek pareció darse cuenta.

—Sí, sí... yo estaba ahí... con ellos...

—Sí... Lo vi.

El olor de la comida llenaba el ambiente casi tanto como la incomodidad, lo cual era, excepcionalmente ridículo.

Después de tantos días grises en donde todo era monótono y dolorosamente aburrido; después de tantos momentos de torturarse con conversaciones que pudieron surgir pero que nunca se fueron. ¡Después de tanto sentirse miserable por la ausencia de Stiles! Derek se dio un empujón mental. Dos meses pasaron para poder ver a Stiles otra vez; dos meses en los que se torturó por sentir; dos mese en los que se privó de la libertad de ser él mismo y hacer lo que quería; y ahí estaba por fin la oportunidad que tanto había ansiado sin darse cuenta.

Derek se cansó de que las oportunidades se le escaparan de sus manos como arena; por lo que tomó la decisión de ser firme y aplicar la valentía diaria para solucionar su vida.

Él no era Kate Argent; ni era ningún acosador de niños. Él no era una mala persona, ni mucho menos un criminal. Él era Derek Hale, agente policial de Beacon Hills, quien se desvivía por vigilar y proteger a sus vecinos; y quien además, estaba enamorado de Stiles Stilinski, el hijo del sheriff de Beacon Hills.

El amor nunca era algo malo. Y sí, puede que estar con una persona menor que tú por seis años no es algo muy convencional; pero Derek aprendió una lección muy importante en su vida, y es que muchas de las cosas que nos suceden no siempre son convencionales. 

— ¿Sabes? He querido hablar contigo desde hace tiempo —habló Derek después de un rato. Él miró fijamente a Stiles, quien enrojecía cada vez que sus ojos se conectaban; como si estuviera dentro de una novela cliché—. He querido decírtelo desde aquella noche en donde llegaste a mi loft a las dos de la mañana.

— ¿Sí? —Stiles tenía la voz pendiendo de un hilo.

—Sí —Derek se acercó y cerró la puerta de la cocina que estaba detrás de él. Stiles estaba apoyado en una de las encimeras que estaba al lado de la cocina, por lo que no tenía a donde escapar—. ¿Me permites hablar?

Stiles asintió rápidamente.

—Te amo —comenzó él. Stiles estaba anonadado—. No puedo decirte con exactitud por cuánto tiempo te he amado; ni tampoco puedo decirte que eres mi primer amor. Y sí, puede que suene muy mal —concedió Derek con una pequeña mueca, la cual hizo reír levemente a Stiles—, pero es la verdad. Fuiste el niño más lindo que vi cuando entré a la comisaría, el que me ayudó a no sentirme desorientado y quién me trajo equilibrio. Eres el adolescente más inteligente que conozco, que sabe al menos treinta maneras de infiltrarse en un sitio web gubernamental y quién me enseñó como usar adecuadamente una computadora —Derek recordó la vez en la que stiles le dio nociones básicas sobre computación, y sonrió—. Pero también eres el hombre a quien amo; él que ya creció después de tanto tiempo y que me demostró que no está mal enamorarse.

»Eres Stiles, el hijo de mi jefe; y la razón por la cual ya no puedo dormir tranquilamente. Y por eso junto a muchas razones más, te amo.

Derek no supo en que momento cerró los ojos cual colegiala enamorada, ni cuando sus manos quedaron entrelazadas con las de Stiles; pero sobretodo, no supo en que momento besó a Stiles.

¿O Stiles lo besó a él?

No lo supo tampoco.

Se dejó llevar por el momento, apretando las manos entrelazadas y besando los suaves y delgados labios de su enamorado. El chico tenía una lengua habilidosa, no sólo para salirse y meterse en problemas rápidamente, sino también para enloquecer a Derek con los movimientos que hacía. Los jadeos fueron música que acompañaba el ambiente, causando un estremecimiento en la piel de ambos chicos; en especial cuando un sonido necesitado se escapaba de algunos de ellos. Derek se sentía en el cielo, un cielo lujurioso si podía añadir, en donde los labios suaves y dulces de Stiles eran el elixir más ansiado que se desvivía por tomar; era como su sueño hecho realidad.

Sus manos se soltaron para aferrarse a otros lados. Stiles se apretó en la espalda ancha y musculosa de Derek, arrugando bajo sus manos la tela de la chaqueta de cuero; mientras que Derek bajaba con un poco de desespero sus manos por las curvas masculinas de Stiles hasta aterrizar en sus piernas. Siempre había tenido algo con las piernas de Stiles —lo cual sonaba muy mal ahora que se daba cuenta—, y cuando por fin tenía la oportunidad de tocarlas libremente se dio la libertad de explorar. Apretó sus muslos hasta separarlos, abriéndose paso para quedar entre aquellas piernas; y cuando Stiles cedió, Derek tomó un impulso y lo levantó entre sus brazos.

El beso lujurioso y poco casto de la pareja se interrumpió brevemente. Ambos se miraron a los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas no derramadas que le empapaban la visión. El verde oscurecido por las sensaciones explosivas y calientes que azotaban su cuerpo se encontró con el whisky cálido e insinuante, que lo invitaba a perderse en los rincones de la mirada y del cuerpo del dueño. Derek le sonrió falto de aliento mientras que Stiles le acariciaba las mejillas enrojecidas.

Entonces la sonrisa se convirtió en algo más oscuro, más perverso y sus piernas se apretaron en torno a la cadera de Derek.

Lo tenía apretado como una prensa hidráulica. Otra vez.

Derek sonrió también como un cazador hambriento y devoró los labios de Stiles mientras apretaba ese jugoso trasero que se cargaba desde que entró a los quince. Stiles hizo eso otra vez con su lengua, lo cual enloqueció a Derek notablemente; lo empotró entonces contra la pared más cercana y devoró su cuello manchado de lunares mientas Stiles jadeaba bajito y le daba espacio.

Derek quería frotarse como una bestia en celo.

Stiles quería gritwtse como una bestia en celo también.

Pero tristemente, la familia Hale y Stilinski quería cenar.

— ¡Huele a quema... AHHH! —la voz estridente de Laura interrumpió los siete minutos en el cielo de Stiles y Derek, haciendo que ambos se congelaran en donde estaban.

— ¿Qué sucede, Laura? —la voz del papá de Derek se escuchó desde la sala. Sonaba como que el mismo se levantaría de su cómoda silla para ver qué ocurría.

Derek negó urgentemente con la cabeza mientras Stiles se le unía al ruego. Era chistoso, porque en ningún momento ellos se separaron; por lo que Derek aún tenía acorralado a Stiles contra la pared sobre él, y Stiles lo seguía apretando como si quisiera fundir sus piernas con la columna de Derek. Incluso las manos de Derek seguían sosteniendo a Stiles por abajo mientras que Stiles sostenía la cabeza de Derek contra su cuello.

¡Que par de traviesos estaba hechos aquel par!

—N-No, nada —tartamudeó Laura—; es sólo que vi una cucaracha en la ventana —Laura inventaba excusas muy malas cuando estaba nerviosa—. ¡Ya la mate!

Papá no respondió, por lo que parecía ser que le creyó.

Entonces Derek y Stiles se separaron finalmente; ambos con los rostros rojos por la vergüenza de haber sido descubiertos.

—No puedo creer que no se hayan conseguido una habitación —Laura refunfuñó—. Ahora apaguen el hervido, que se está quemando.

Derek y Stiles obedecieron como borregos.

***

La cena pasó tranquila.

El sheriff siempre tenía anécdotas que contar, por lo que también atraía público cuando su voz calmada comenzaba a narrar. Eso mantuvo entretenido a todos en la mesa, menos a Derek y a Stiles, quienes ya habían escuchado la mayoría de los cuentos.

Además qué, estaban procesando lo ocurrido en la cocina.

—Recuerdo cuando Peter Hale se metía en problemas con mucha regularidad —Talía se rió mientras bebía su copa de vino tinto—, él me dio los días más interesantes a lo largo de mi carrera. Hasta que se dio cuenta que era muy viejo para seguir pintando las mismas niñerías al frente de la comisaría.

—Oh no, John —intervino Cora, puesto que a al sheriff noble gustaba ser llamado así cuando estaba fuera de turno—; aún sigue pintando niñerías; sólo que ya no lo hace solo.

Stiles desvió la mirada hacia su plato. Esperaba que Cora no lo acusara también, puesto que él había participado en más de una aventura ilícita con el tío malajuntas Peter Hale.

—Pensé que la paternidad lo cambiaría —añadió sutilmente Claudia, quien estuvo callada durante un tiempo prudente—. Su hija se ve como la chica que detendría a un padre más infantil que él.

— ¿Malia? —preguntó Stiles— Ella se desentiende del lado divertido de Peter. Es como si sólo estuviera atenta del comportamiento sociopata para detenerlo.

Derek se acordó de su prima no reconocida y de lo salvaje que era; por lo que no podía decir mucho sobre la retorcida y extraña relación que mantenía con su peculiar papá. Pero también le llegó el recuerdo de ella estando cerca de Stiles en la ceremonia...

Ojalá Peter le hubiera puesto una correa a su hija para que no se acercara a Stiles.

—Sí. No es de lo único que se desentiende —respondió desdeñoso papá Hale, causando un incómodo momento en la cena. Sin embargo, trató de corregirlo rápidamente—. Pero dime algo, Miecszylaw —porque sí, el patriarca Hale era tan anticuado como para usar apodos; y tuvo el tiempo suficiente como para aprender a pronunciar el nombre real de Stiles durante todo el tiempo que visitó la casa en compañía de Cora— ¿Sabes que quieres estudiar?

Stiles asintió.

—Iré a la universidad a estudiar medicina. —respondió con tranquilidad, dejando a Claudia y a John con sonrisas orgullosas.

—Entonces —se adelantó a añadir Talía, con su sonrisa encantadora de siempre—; brindemos por los graduados.

Derek estaba feliz de ver a su familia feliz. Estaba feliz porque todos estaban juntos.

Estaba feliz porque fue valiente. Porque Stiles correspondió su beso.

En fin. Estaba feliz porque la vida regresó a ser hermosa.

———

 


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