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En la guerra y en el amor todo se vale. por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Lunes 10 de junio del 2019.


En la guerra y en el amor todo se vale.


Capítulo 6: Viernes de locos, sábado de amistad.


By Sioa Shun Uchiha-San.


Al fin era viernes, despertó con un humor envidiable, estirando su mano para buscar su celular sonriendo al notar que faltaba aún media hora para que sonara la alarma así que se tomó su tiempo para desactivarla antes de girarse para encarar a su amante quien al parecer había estado abrazandolo durante todo la noche.


Observó atento su faz, sus párpados estaban cerrados en una expresión apacible y podía sentir su respiración pacífica y superficial.


-Takafumi~ - Canturreo bajito, moviéndose con lentitud para acomodarse contra él, pasando una de sus manos por sobre las caderas contrarias comenzando a acariciar con cuidado su espalda baja mientras hundía su rostro en la curvatura de su cuello, repartiendo besos suaves sobre la piel, sonriendo victorioso al notar que tras unos segundos la respiración del menor se desacompasaba.


-Takaumi, despierta...- Pidió subiendo hasta su oreja, mordiendo y tirando suave del lóbulo de la oreja, escuchando el ahogado suspiro que escapó de los labios contrarios. -¿Quieres que me aproveche de vos mientras duermes? -Consultó con la voz pesada y juguetona, deslizando su mano hasta su cola, apretandola despacio recibiendo a cambio una queja ahogada de los labios del agente de ventas.


Yokozawa comenzaba a despertar, lo sabía, así que decidió aprovechar antes de que su temperamental pareja lo sacara de la cama a patadas. Empujó el cuerpo más pequeño que el suyo sobre el colchón para ponerse sobre él, besando los labios en picos leves y castos, uno tras otro mientras con ambas manos acariciaba su torso por debajo de la ropa.


Desorientado Takafumi parpadeó un par de veces, se sentía extrañamente complacido, aun no estaba del todo consciente de la realidad pero podía sentir un calor recorriendo su torso y algo presionando su boca con delicadeza. Cuando finalmente abrió enfocandolos con cierta dificultad en penumbra del cuarto ahogó una queja en la boca contraria.


-Oh ¿Ya despertaste?- Preguntó esa voz que ya conocía demasiado bien. -Que bueno, no es tan divertido jugar contigo cuando estás dormido.


-¿Zen?- Preguntó apretando sus ojos intentando disipar la somnolencia que aún lo recorría.


-Buenos días, Takafumi.- Murmuró el castaño volviendo a besarlo esta vez más apasionadamente.


Aún confundido y cansado, correspondió al beso alzando sus brazos para envolver las caderas del editor dejando que el beso fuera subiendo de temperatura mientras en su cerebro las conecciones de los hechos y las acciones que lo habían llevado a ese punto eran hechas.


-Pervertido.- Murmuró cuando el nexo se dio por terminado, ambos estaban un poco agitados y Kirishima había apoyado su frente en la contraria con esa expresión tan suya y tan molesta, como si fuera un ángel que en su vida se había atrevido si tan siquiera a romper un plato. -¿Qué crees que hacías mientras estaba dormido?


-Solo quería darte un buen despertar.- Contestó sin cambiar su gesto inocente.


-No me mires así, no te creo una mierda. - Contestó, quizás por ser tan temprano, su noto no había sonado para nada agresivo, ni siquiera resignado, casi parecía divertido.


-Hieres mis sentimientos, Takafumi.


-¿Siquiera los tienes?- Preguntó arqueando una ceja pero fue silenciado con un nuevo beso, esta vez más lento, más dulce e instintivamente apretó al editor más contra su cuerpo.


-Buenos días. - Volvió a saludar tras separarse sin perder esa sonrisa casi zorruna.


-Buenos días, Zen.- Contestó con el rostro apenas sonrojado. -Tenemos que levantarnos ¿Qué hora es?


-No te preocupes por eso, es temprano, aún ni siquiera suena la alarma.


-¿Y sé puede saber por qué carajos me despiertas antes de que suene la maldita alarma?


-Oh, Takafumi, estas arruinado el ambiente que estaba creando aquí.- Protestó el castaño.


-Te jodes, además no me vengas con esas pelotudeces, no vamos a hacer nada.


-Vamos, Hiyo duerme aún ¿No quieres un adelanto de lo que pasará en la noche? - Preguntó mientras descendía a besar el cuello, paseando su lengua previamente por el contorno del hueso que marcaba la masculina quijada dejando después un beso sobre aquel punto donde podía sentir el pulso ahora un tanto acelerado del menor.


-¡Nngh!


-Mmh, suena a que si quieres...


-Vete al infierno.


-Si me acompañas, voy con gusto. - Contestó mientras sus manos se dedicaban a quitar esa molesta remera que su novio se empeñaba en usar para dormir, si por él fuera, Takafumi debería dormir desnudo, en boxer cuánto mucho.


-Zen tenemos que ir a trabajar.- Le recordó con menos convicción, parecía estar intentado recordarse a sí mismo sus obligaciones más que intentar detener los avances de su pareja.


-Y lo haremos, después me des un premio por haber sobrevivido a esta semana del demonio.


-Es tu trabajo, no tengo que premiarte por na-ah~


-Mmh, eso se escucha mejor.- Murmuró para sí mismo con tono burlesco mientras dejaba una mordida sobre el hombro derecho, presionando sus caderas sobre las contrarias soltando una risa ahogada. -Ah, pero si ya estás así entonces...


-¡Cállate! ¿Por qué siempre dices mierdas innecesarias?


-¿Estás así por mis caricias? ¿O tenías algún sueño interesante que quieras compartir? - Continuó presionando los límites de la paciencia ajena mientras empujaba las pelvis juntas, frotando sus erecciones.


Yokozawa se negó a contestar, no iba a caer en esos juegos sucios, ladeó su rostro a un costado intentando disimular su sonrojo mientras el mayor se recreaba con su cuerpo, lo sintió bajar hasta su pecho y su aliento caliente golpeando contra uno de sus pezones le arrancó un leve estremecimiento.


-¿No vas a contestarme? Tengo mis métodos para averiguar lo que quiero.


-¡Púdrete!


-Siempre tan amoroso mi osito. - Un gruñido fue su única respuesta antes de que decidiera morder el botón que tenía frente a su boca, tomando la mano del menor para llevarla entre sus cuerpos. -Ayúdame un poco... -Pidió con la voz enronquecida al sentir el rose de esos toscos dedos contra su erección aún vestida.


Yokozawa tragó saliva, cierto que era temprano para esas cosas y él no tenía entre sus planes empezar el día con sus caderas adoloridas además pronto se despertaría Hiyori pero en realidad tampoco quería resistirse, después de todo lo que había pasado necesitaba sentir al castaño.


Suavemente empezó a acariciar la erección contraria por sobre el pantalón, usando su mano libre para tomar al mayor por el cuello alzando el rostro para besar sus labios mientras lo empujaba contra la cama.


Una vez sobre él se decidió a demostrarle al mayor que también podía ser apasionado, las palabras de Takano sobre demostrar de lo que estaba hecho no lo habían dejado en ningún momento, ese era un buen momento para demostrarle al editor en jefe una probada de lo que vendría ese fin de semana, quería que el castaño olvidara a esa estúpida mujer de curvas definidas y rostro amable.


En medio del beso bajó los pantalones de ambos junto a sus interiores, solo lo necesario para sacar sus miembros de sus prisiones de tela y tragandose toda su posible vergüenza los tomó a ambos juntos, moviendo su cadera para friccionarlos, ocasionando que el beso húmedo se entrecortara entre los jadeos bajos que manaban de sus gargantas, mezclando sus alientos.


-Takafumi~ - Murmuró el castaño, usando sus dientes para tirar del labio inferior del menor algo sorprendido por la iniciativa de su siempre cohibida pareja.


-Zen..- Gimió mientras su mano comenzaba a masturbarlo a ambos, junto, compartiendo el calor de sus húmedas pieles, compartiendo sus fluidos mientras poco a poco ambos iban perdiendo noción de realidad.


Las caderas de ambos comenzaron a moverse acelerando la cadencia de la mano áspera y callosa del agente de ventas mientras sus bocas se buscaban, sus lenguas se entrelazaron sin luchar, sólo se acariciaban buscando el mutuo placer, ahogando las exclamaciones de ambos para evitar ser descubiertos en algo tan íntimo.


En la silenciosa habitación sus jades y el sonido chapoteante de sus pieles en contacto se escuchaban demasiado alto para Yokozawa, quien rogaba que su el palpitar su corazón no fuera tan fuerte como él creía, las manos de Zen estaban acariciando su cola, masajeandola, empujando sus caderas contra las propias.


-Mierd- Taka-... ya... - Murmuró entrecortadamente contra sus labios.


El sonido del despertador del menor sonando tras ellos era difuso, estaban tan concentrados en ellos mismos, mirándose a los ojos, detallando las expresiones contrarias en ese momento previo a llegar al paraíso que nada más importaba. Cuando el clímax recorrió sus cuerpos volvieron a besarse con necesidad silenciando los gemidos mientras sus cuerpos eran azotados por los estremecimientos del orgasmo.


-¡Dios! ¡Hay que hacerlo más seguido en las mañanas!- Comentó Kirishima luego de recuperar un poco sus sentidos.


-Ni se te ocurra, imbécil.- Murmuró el agente de ventas recostandose a su lado intentando no enchastrar aún más las sábanas, sintiendo la pegajosa mezcla de sus esencias en su vientre y mano.


-Ay, no te pongas timido ahora, Takafumi, te despertaste todo fogoso hoy.


-Vete al diablo.- Gruñó usando su mano izquierda para tomar su teléfono en cuanto este comenzó a sonar por segunda vez anunciando que habían pasado cinco minutos desde la alarma inicial. Perfecto, ahora iba a tener que bañarse de nuevo.


-Lo que digas ¿Nos bañamos juntos? - Consultó el editor con tono juguetón mientras recorría con su mano derecha el pecho de su pareja de manera invitante.


-Olvidalo, conozco tus intenciones, Hiyo está en casa y debe estar preparando el desayuno.- Contestó parcamente aunque aún algo aletargado por el post orgamos. -Andá a bañarte.


-Agua fiestas.- Se quejó divertido robandole un beso antes de levantarse con pesadez, estirando su cuerpo antes de acomodar un poco sus ropas y disponerse a salir de la habitación.


Una vez solo el agente de ventas se estiró en la amplia cama tomándose un momento antes de levantarse del lecho con una leve sonrisa. Mentiría si dejara que no estaba satisfecho y feliz por lo que acababa de ocurrir pero le preocupaba un poco que Hiyo los hubiera escuchado, no solía dejarse llevar por sus instintos a esas horas sabiendo que podían ser descubiertos pero sentía sentía la necesidad de saberse aún deseado y querido por el castaño, estaba más relajado.


Con tranquilidad buscó el traje que usaría ese día y casi por inercia escogió las prendas de su pareja para dejarlas acomodadas sobre la silla para que al volver el castaño no tuviera que perder tiempo buscando qué ponerse. Estaba algo ansioso, Hiyo no iba a estar en todo el fin de semana y la expectativa de pasar tiempo a solas con su pareja lo emocionaba un poco.


Había estado pensado en que realmente quería adoptar el papel de activo al menos una vez con el descarado del editor y ahora tendría la oportunidad perfecta para intentarlo, respiró profundo mientras escuchaba la puerta del cuarto abrirse.


-El baño está libre, Takafumi.


-Bien, ahora voy. - Tomando su ropa se giró para encontrarse con el mayor solo en toalla, secando su cabello con una toalla.


-Hiyo ya está preparando el desayuno, no demores demasiado.


-No lo haré. - Dijo disponiéndose a salir cuando la mano del editor lo detuvo para robarle un rápido beso, pero contrario a lo que él esperaba en lugar de recibir un reclamo el gesto fue correspondido.


Kirishima se quedó parado en medio de la habitación en cuanto fue dejado solo, no muy seguro de en qué momento el menor había escapado de entre sus manos y frunció el ceño. No estaba muy seguro de que estaba pasando, Yokozawa simplemente estaba extraño no de una mala manera, no se quejaba, pero eso no quitaba que estuviera actuando diferente.


Se vistió con la ropa que su pareja había escogido para él, sonriendo levemente al pensar que de hecho a veces Takafumi realmente se comportaba como su esposa o como su madre y luego se dispuso a ir a la cocina para ayudar a su hija en lo que ella le permitiera, para su disgusto tenía prácticamente prohibida la entrada a cocina.


El desayuno fue tranquilo, Hiyo había recibido todos y cada uno de los concejos de los dos adultos respecto a portarse bien, no olvidar su cepillo de dientes ni su pijama, pedirle que no se durmiera demasiado tarde y muchas otras cosas antes de salir esa mañana rumbo a la escuela.


Zen había hablado con la madre de Yuki por teléfono y habían acordado que Hiyo volvería a su casa el domingo después del almuerzo, así que no había problemas.


Como las mañanas anteriores se dirigieron al trabajo en el auto de Kirishima, acompañados de Shinka. La pareja se despidió discretamente en el ascensor una vez llegaron a la oficina y todos continuaron con su trabajo.


-.-.-.-.-.-


Había sido un día normal, contrario a la atareada semana que había tenido Kirishima terminó con todo su trabajo a un horario decente, a las tres de la tarde ya estaba libre para volver a casa. Escribió un rápido mensaje a su pareja para preguntar si ya estaba listo para irse pero frunció el ceño ante la contestación que recibió.


"Surgió un problema con algunos informes de ventas, tendré que quedarme más de la hora, vé a casa iré en cuanto termine aquí." El mensaje tenía algunos errores, claramente había sido escrito con mucho prisa.


-Mierda...- Mordió el insulto mientras se acercaba al ascensor.


Shinka que estaba esperando frente a este arqueó una ceja al ver el ceño fruncido de su jefe y vecino. -¿Está todo bien, Kirishima-san?


El castaño levantó la vista de su teléfono después de contestar apresuradamente: "Te estare esperando." -No es nada, Shinka-san, solo un cambio de planes inesperado.


Confundida la joven ladeó un poco su cabeza pero luego negó levemente con ella. -Bueno, no se desanime, espero que las cosas le salgan bien.


-Dios te escuche, Shinka san.- Resopló frustrado.


-¿Tan malo es el asunto?


-No en realidad, pero igual me fastidia.- Contestó con un puchero que hizo reír a la castaña.


-A veces es un poco raro, no se moleste tanto todo saldrá bien.- Lo animó subiéndose al aparato junto a él.


-Eso espero ¿Vas a tu casa? ¿Te llevo?


-No hace falta, iba a ir al mercado.- Comentó sonriendo alegremente. -Vendrán visitas este fin de semana, unos amigos de Sapporo tienen que venir a Tokyo por trabajo esta semana así que me visitarán, quiero tener algunas cosas para recibirlos bien.


-Ya veo ¿Necesitas ayuda? Hiyo no estará en casa, y mis planes se interrumpieron así que puedo ayudarte, hacer las compras y volver sola no debe ser fácil.


-Eso me gustaría, gracias Kirishima-san.


-No te preocupes, para eso están los buenos vecinos. - Bromeó, si Yokozawa iba a demorar no le veía nada de malo a tenderle una mano amiga a la chica.


Salieron de la editorial, se subieron al auto del castaño y él los llevó hasta un gran supermercado cercano a su edificio y entre ambos hicieron la compra.


-¿No crees que estás comprando muchos dulces, Shinka-san? - Consultó curioso al ver la cantidad de galletitas dulces, la bolsa de caramelos y la de chupetines.


La mujer miró el carrito y arqueó una ceja. -Si, en realidad creo que exagero.


Kirishima arqueó una ceja al ver la leche descremada y la chocolatada. -¿Vas a recibir a un niño?


-Si, mi ahijado. - Explicó ella sonriente. -El matrimonio que viene son mis mejores amigos, y traerán a su hijo, creo que lo consiento mucho pero bueno, es mi trabajo como madrina malcriarlo un poco.


-Bueno, son demasiadas golosinas solo para un fin de semana, sus padres van a matarte si el chico tiene una sobredosis de azúcar.


-¡No pensaba darle todo de una vez!- Contestó entre risas. -Kenji solo tiene tres años, pensaba tener las golosinas guardadas para la próxima vez que venga además a mi tambien me gusta comer algo dulce de vez en cuando.


-Ya veo, me alegro que tengas visitas tan pronto, así no te sentirás tan sola aquí.


-Si, es algo inesperado, me habló hoy Aki-chan, me comentó que su esposo tiene que viajar el lunes a Tokyo por trabajo, él tiene una empresa constructora y está trabajando en un proyecto aquí, se le dió esa oportunidad y como ella es socia de su empresa lo va a acompañar, asique me llamó para preguntar si no me molestaba que vinieran un par de días antes para conocer mi departamento y todo eso.


-Ya veo, bien, me alegro mucho por ti.- Entre charlas las compras fueron hechas rápido y pronto habían llegado al edificio. Como el caballero que era, Kirishima ayudó a la colorada con las bolsas para cargarlas hasta su departamento y luego se ofreció a ayudar a guardar la mercadería.


-¿Quiere tomar algo, Kirishima-san?- Ofreció cuando terminaron de ordenar.


El castaño miró la hora en su celular, aún no tenía noticias de su novio asique simplemente asintió con su cabeza. -Claro ¿Por qué no? ¿Un café?


-¡Claro! ¿Muy cargado? ¿O liguero? - Cuestionó tranquilamente mientras se disponía a buscar su café molido para ponerlo en la cafetera.


-Liguero está bien. - Aceptó mientras se sentaba en el sofá del living, mirando curioso las decoraciones simples del lugar cuando unos maullidos llamaron su atención y se giró al ver a dos gatos, uno blanco de ojos heterocromáticos y otro totalmente negro se acercaban a él mirándolo curiosos. -¡Ey! ¡Hola! - Estiró su mano y el blanco apenas lo miró antes de irse de allí para maullarle a su dueña, frotándose entre sus piernas. -Oh, parece que no le agrado ¿Y vos?- Preguntó sonriendo al sentir al gato negro frotandose en su mano ronroneado alto. -Que bonito...


-Ah, si, no estaban aquí cuando vino el sábado. Ellos son mis mascotas, y no se preocupe, Shiro no quiere a nadie, no sé cómo es que me quiere a mi si quiera ¿Me queres Shiro? ¡Ay, si, él me quiere!- Comentó la chica mientras cargaba al gato que se quejó con un alto maullido al ser alzado. -¡No me bufes! ¡Amame!- Pidió pero el gato apoyó sus patas sobre su cara manteniéndola lejos para evitar que esa humana lo besara -¡No seas odioso! ¡Dame un beso!- Exigió girando su cara para darle un beso en la mejilla del gato mientras este estiraba hacia atrás su cabeza, intentando escapar pero sin mostrarse agresivo. -¡Bien que te gusta que te cargoseen y ahora te haces el que no porque hay visitas, traidor!


Zen miraba a la mujer intentando no estallar en carcajadas por la actitud esquiva del felino y la forma en que ella le hablaba como si fuera una persona, la vio bajar al animalejo que una vez en el suelo maulló y se frotó contra las piernas de su vecina. -Veo que tiene un carácter complicado.


-Es un tsudere no asumido.


-Ahora entiendo porque me esquivo.


-¿Perdón?


-No nada, me recordó a alguien.- Comentó el castaño intentando no reírse. -Estoy seguro que Takafumi se llevaría bien con Shiro.


-¿Yokozawa-san? ¿Le gustan los animales?


-Si, tenemos un gato suyo en casa y él es realmente un buen dueño, seguro que se llevaría bien con el pequeño tsundere. - Comentó sin poder evitar pensar "Se entenderán bien, son de la misma clase" -¿Y éste mimoso? ¿Cómo se llama?


-Taku, él es todo amor, es agobiante no me deja ni estar en la computadora tranquila porque quiere estar conmigo, si le sigue haciendo mimos en cualquier momento se le va a subir encima, es un confiado.


-No me molesta, no se preocupe.- Contestó divertido mimando al animal que estaba ronroneado y estirándose cuan largo era para recibir más caricias.


La mujer se acercó a él dejando la taza de café frente al mayor en la mesita de centro y luego se sentó con la suya propia en las manos en uno de los sofás individuales. -Perdón sí es muy indiscreto pero ¿Por qué el gato de Yokozawa-san vive con ustedes?


-Ah, bueno, es una historia divertida, hace unos años Takafumi llamó a mitad de la noche en un ataque de histeria porque necesitaba llevar a Sorata al veterinario y estaba preocupado.- Explicó sonriente. -Es un gato viejo, ya lo era en ese entonces, el pobre bicho no tenía nada, su dueño es un exagerado, solo estaba más cansado ese día y cuando Hiyo lo vio se ofreció para cuidar de él, nuestros trabajos exigen mucho tiempo y como Takafumi está poco tiempo en su casa, bajo mi permiso, permitió que Hiyo se hiciera cargo del animal, al final Sorata se acostumbró tanto a mi casa que ahora lo tengo durmiendo en mis sillones, no es problema tenerlo con nosotros, Hiyo lo adora y él a ella, además Takafumi pasa más tiempo en mi casa que en la suya.


-Si, veo que anoche también se quedó en su casa.


-Si, vas a verlo muy seguido por acá.- Comentó con una sonrisa. -Se quedará este fin de semana también.


La mujer tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no evidenciar lo mucho que estaba mal pensado todo eso, llevó la taza a sus labios tomando un sorbo mientras intentaba no dar vueltas las cosas en su cabeza, era su jefe ¡Por el amor de Dios! ¡No debería estar imaginandolo haciendo cosas aptas para mayores con el jefe de ventas! -Ah, de verdad son muy cercanos entonces.


-Ni te imaginas cuanto.


La mujer se ahogó con el café ante esa frase y la mirada divertida del castaño que sumada a esa sonrisa hizo que todos los colores subieron a su rostro y comenzó a toser.


-¡Shinka-san! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Solo bromeaba!- Alegó acercándose a ella para golpear su espalda.


Intentado recuperarse de su ahogamiento se giró a mirarlo con el ceño fruncido. -¡Dios! ¡No bromee así! ¡¿Me quiere matar?! ¡¿O qué?! - Protestó abochornada.


El hombre comenzó a reírse totalmente divertido separándose para ir a buscar una servilleta para la mujer que estaba salpicada de café. -Perdón, perdón, pero debería disimular más las cosas que le cruzan por la cabeza.


-¡Dios! - Más roja que su propio cabello aceptó la servilleta en cuanto se la tendieron y limpió su boca y un poco su camisa ahora manchada. -Esa no era forma de darme un escarmiento.- Se quejó con un leve puchero.


-Deberían haberte mandado a Zafiro.


-¿Zafiro?


-La sección BL de la editorial.- Contestó el mayor mientras volvía a tomar su café, acomodándose relajadamente en el sofá. -No me molesta que imagines esas cosas, media editorial rumorea sobre mi relación con Takafumi.- Comentó encogiéndose de hombros, jugando con la doble intencionalidad de la palabra relación, admitiendo todo sin realmente hacerlo. -Pero si él se entera hará un escándalo.


-Perdón, intentaré no ser tan obvia.- Alegó algo avergonzada. -Pero es que ustedes en serio harían linda pareja, no es mi culpa.- Contestó ella desligandose de toda responsabilidad. -Si no estuvieran siendo tan lindos mutuamente todo el tiempo no pensaría en locuras.


Estallando en carcajadas el castaño negó con su cabeza. -No lo digas delante de Takafumi, explotaría, pero gracias.- Comentó giñandole un ojo.


-¡Basta! ¡No puede hacerme eso!- Protestó frunciendo el ceño. -¿Tienen algo o no? ¡No juegue con mis sentimientos así, Kirishima-san!


-Quien sabe...


-Usted es cruel.- Protestó nuevamente dejando caer sus hombros con resignación.


-Hablando de otros temas ¿Cómo le fue anoche con Ijuuin-sensei?


-Ah, bien, Kyo-san se quedó dormido en el auto pero luego cenamos juntos en su apartamento antes de que me pagara el taxi para volver aquí, charlamos un poco pero los dos estábamos muy cansados.


-Lo noté ayer pero ¿Cuándo comenzaron a llamarse por el nombre?


La colorada se sonrojó y acomodó un mechón de cabello tras su oreja, encogiéndose de hombros. -El otro día almorzamos juntos y me pidió que lo llamara por su nombre fuera del trabajo, es un tipo agradable en realidad, nos llevamos bastante bien.


-Humm...- La sonrisa lobuna decoraba sus labios mientras sostenía la taza de café frente a su rostro con una mirada sospechosa. - ¿En serio? Ijuuin-sensei es complicado, hemos trabajado juntos por años y solo vi a una sola persona a quien trataba con tanta familiaridad, si no es estrictamente necesario él no es del tipo amable.


-Bueno, supongo que hasta el más mal llevado trata bien a alguien de vez en cuando, solo nos llevamos bien, es todo, Yokozawa-san también parece inaccesible pero es diferente con usted porque es su amigo. - Alegó la mujer un tanto a la defensiva.


-¿Por qué tan nerviosa?- Preguntó divertido, no podía dejar el hábito de molestar a la gente, simplemente era muy divertido ver a la mujer intentar evadir sus puyas.


-¡Ay! ¡No imagine cosas, por favor!


-¿Por qué no? ¿No imaginabas vos cosas conmigo y Takafumi? - Preguntó estallando en carcajadas al volver a ver como la mujer se encogía en el asiento con el rostro en llamas.


-¡Kirishima-san!


-¿Si? ¿Qué se te ofrece?


-¡AY! Con todo respeto, usted es insufrible.- Alegó ofuscada bebiendo su café. -Deje de hacer mofa de mi.


-No puedo evitarlo, es muy fácil molestarla, Shinka-san.


-Ese no es motivo suficiente para que esté de bromista.


-Lo es para mi.


-¿Cómo es que Yokosawa-san lo aguanta? - Consultó rodando los ojos.


-Ese es mi secreto.- Respondió giñandole un ojo, volviendo a carcajearse ante el puchero que la mujer mostraba en conjunto con su rostro abochornado. -En fin, pensé que dijo que le gustaban las mujeres.


-Me gustan las mujeres.- Contestó rodando los ojos tras chasquear su lengua. -En serio le digo, no hay nada raro entre Kyo-san y yo, solo nos llevamos bien.


-Si, claro, la edad y la experiencia son un grado ¿Sabias? No puedes engañarme.


-¡Ni siquiera es tan viejo! ¡Y no estoy intentado engañarlo!


-Si, si, lo que digas.


-¡No me de la razón como a los locos!


Kirishima solo sonrió, bebiendo de su taza completamente entretenido con la molestia que reflejaba el rostro de la joven.


Shinka resopló ¿Por qué nunca tenía un jefe normal? Bueno, Kirishima de todos modos le parecía alguien admirable en lo laboral y en lo personal también si tenía en cuenta que era padre soltero, Hiyo le había comentado que su madre había fallecido cuando ella era muy pequeña pero ahora que era ella el objeto de las burlas del mayor entendía mejor la cara de oler mierda que Yokozawa tenía todo el tiempo, convivir con alguien tan molesto debía ser complicado. -De todos modos. - Dijo tras aclarar un poco su garganta. -Supongo que se podría decir que soy bisexual, rara vez me atrae un hombre pero tampoco es tan imposible.


-Entonces admites que te atrae Ijuuin.


-¡No dije eso!


-Pero lo implicaste.


-¡Sos imposible!


-Si, me lo han dicho.


-.-.-.-.-.-.-.


Yokozawa bajó del ascensor, caminando con gesto algo cansado en dirección al departamento de su pareja, se había quedado sin batería, había olvidado poner a cargar el celular la noche anterior.


Apoyó su mano en el picaporte y frunció el ceño al ver que la puerta no cedía, sino que por el contrario estaba cerrada. No entendía porque estaba cerrada, eran cerca de las siete de la tarde, Kirishima debería estar en casa, dijo que iba a esperarlo.


Confundido sacó su llave e ingresó en el apartamento, encontrándose con todas las luces apagadas, no había zapatos en el genkan, su único recibimiento tras entrar en la sala fue el maullido de Sorata que apenas había alzado la cabeza desde su lugar en el sofá y la nota de Hiyo despidiéndose de ambos sobre la mesa, diciendo que había vuelto a casa a buscar a buscar sus cosas pero que ya se había ido a casa de Yuki.


Eso era demasiado extraño, fue a la habitación que compartía con su pareja y la encontró vacía así que hizo lo único que podría hacer, buscó su cargador y enchufó el teléfono, dejando que cargara mientras él buscaba algo más cómodo que ponerse, cuando ya estuvo vestido con un jean y una remera de algodón de mangas cortas tomó el aparato, lo encendió y llamó al editor.


El tono de conexión sonó solo dos veces antes de que lo atendieran. -Kirishima Zen habla.


-Kirishima-san puede ir a hablar al genkan, si quiere. - Se escuchó la voz de una mujer, lejana y superpuesta a las palabras de su pareja y un escalofrío bajó por su espalda al escucharla.


-Zen ¿Dónde estás? Acabo de llegar del trabajo y el apartamento está vacío, si tenías alguna reunión del trabajo me lo hubieras dicho.- No tenía porqué mal pensar, no sería la primera vez que Zen tenía que salir de último minuto a alguna reunión laboral y que en ella hubiera alguna mujer, pero esa voz era aterradoramente familiar.


-¿Ya estás en casa? ¿Por qué no me avisaste que ya estabas volviendo?


-Se apagó mi teléfono, acabo de prenderlo para llamarte mientras se carga.


-Ahí voy, estoy en frente, con Shinka-san, ya voy. - No tuvo tiempo a responder porque la llamada fue cortada, sin embargo, tampoco hubiera podido hacerlo, estaba paralizado con el celular junto a la oreja ¿Qué hacía Kirishima en el departamento de esa mujer a esa hora? Nada en la casa se veía como si Zen hubiera entrado en algún momento, ni siquiera estaba su portafolios por eso prefirió pensar que tenía una reunión de trabajo ¿Por qué Kirishima había ido directamente a la casa de ella? ¿Había estado ahí desde las tres de la tarde? ¿Qué había estado haciendo con ella las últimas tres, casi cuatro horas?


Dejó el teléfono en la mesa de luz con un gesto amargo en el rostro, no podía ser, se negaba a pensar que el castaño pudo estar haciendo algo con ella, no debía dudar de él, probablemente no hubiera pasado nada pero no podía controlar el enojo, la frustración y los celos que empezaban a recorrerlo. ¿Por qué tenía que pasar tiempo con ella de todas las personas? ¿Por qué solos?


Escuchó vagamente como la puerta de entrada se abría y luego volvía a cerrarse, algo de ruido venía del genkan y luego escuchó los pasos ligeros del editor en la sala y su voz alegre saludando al gato.


-¿Takafumi? ¿Dónde estás?


No quería salir, no quería enfrentarlo, no sintiéndose tan confundido y desanimado, Zen notaría su estado, empero, no quería dejar las cosas así. Le iba a demostrar, no podía permitir que su novio pusiera sus ojos en esa mujer. Con pasos firmes salió de la habitación encontrándose a medio camino en el pasillo. -Bienvenido.- Saludó acercándose a besar sus labios. ¡Al carajo su vergüenza! No tenía tiempo para tenerla.


-Ya llegué.- Murmuró contra su boca el castaño, abrazando sus caderas con una leve sonrisa por el recibimiento. -Perdón por hacerte esperar, como no me avisaste que ya estabas viniendo me quedé con Shinka-san un rato para no estar solo en el departamento.


Le costó su vida y sangre no gruñir ante la mención de ese nombre, no toleraba siquiera escuchar que Kirishima la nombraba en su tiempo juntos. -Ya veo, no importa ¿Qué hacías con ella de todas formas?


-La ayudé con unas compras y luego a guardar la mercadería, me invitó a tomar algo asique me quedé charlando con ella y se me fue el tiempo.


Que mala imagen mental era imaginar al castaño caminando junto a ella en un supermercado, escogiendo los víveres como cualquier pareja normal, riendo y bromeando sin que nadie los mirara extraño para luego llegar a casa y tener una merienda hogareña, se sentía enfermo de pensarlo. -Ya veo.- Contestó escuetamente.


-¿Estás bien?


La pregunta llegó como un golpe en su cara, la mirada inquisidora de su pareja solo le confirmaba que el mayor estaba notando su malestar y no quería eso, negó suavemente con su cabeza y soltó un largo resoplido. -Si, solo estoy cansado, el día de hoy fue una locura.


-¿Qué fue lo que pasó?


-Un resumen de ventas se extravió, hubo que buscar en todos los archivos y nos costó encontrar parte del respaldo físico y tuvimos que rehacer algunas cosas. - Alegó, no mentía, pero tampoco estaba siendo honesto, si que estaba cansado pero claramente ese no era el motivo que lo aquejaba.


-Pero pudieron solucionarlo ¿Cierto?


-Si, por suerte, si, aun así tuve que disculparme con mi jefe por todo esto.- Alegó soltando un gruñido bajo.


-Bueno, ya no importa, ahora estás en casa, no hablemos del trabajo.- Pidió mientras arrimaba más a su cuerpo al menor, besando sus labios esta vez más apasionadamente. -Tenemos otras cosas de las que ocuparnos, te dije que no te escaparias de mí este fin de semana. - Murmuró contra su boca mientras acariciaba despacio las caderas con ambas manos.


Yokozawa cerró sus ojos, no tenía ninguna intención de escapar está vez así que pasando sus brazos por la cintura del Kirishima lo atrajo a él tanto como le fue posible mientras reanudaba el apasionado beso. Tal como esperaba a los pocos segundos el mayor comenzó a empujarlo haciéndolo caminar en reversa con dirección al cuarto.


Entraron al cuarto a tropezones, Kirishima ya había perdido su saco en el pasillo, quedando olvidado en el suelo y apenas cruzar la puerta la remera de Yokozawa cayó al suelo junto a ésta, pocos segundos después el menor sintió el borde de la cama chocar contra la parte trasera de sus piernas.


-Estas muy cooperador~ - Murmuró el mayor con la voz rasposa de excitación empujando al agente de ventas a la cama mientras él se quitaba la camisa, dejándola caer junto a ésta antes de trepar sobre su cuerpo con una mirada lasciva brillando en sus ojos. -No sabes todo lo que quiero hacerte, Takafumi.


-Eres un pervertido.- Jadeó al sentir una de las grandes manos ajenas recorriendo su pecho.


-Y eso te encanta. - Contestó antes de volver a besarlo con desbordante deseo.


Con una de sus manos tiró de los cabellos de la nuca de su manter mientras la otra subió por el vientre, acariciando el definido cuerpo de su amante, era insultante lo bien que se mantenía para su edad y teniendo en cuenta lo sedentario que era, sin embargo no estaba en sus planes dejarse dominar tan tranquilamente esa noche.


Con determinación hizo presión en el centro de su pecho para empujarlo al mismo tiempo que se incorporaba, siguiendo el movimiento con su cuerpo sin cortar el beso hasta que finalmente logró dejar al castaño de espaldas sobre la cama sin darle la oportunidad para quejarse mientras se posicionaba sobre él, bajando su lengua por su cuello, succionando a medio camino antes de llegar a su hombro.


Él siempre se quejaba cuando Zen dejaba alguna marca, pero en ese momento en lo único en que podía pensar era en que necesitaba marcalo, no importaba que tan arcaico sonará, necesitaba dejar su huella sobre él, que cualquier que la viera supiera que Kirishima ya tenía lo que necesitaba en casa, que cualquiera fuera la zorra de turno entendiera que el editor estaba en perfecta buena compañía y que no necesitaba de nadie más.


-¡Ngh, Takafumi! - El gemido lo complació más de lo que admitiría y cuando estuvo convencido de que las succiones ejercidas cumplirían su cometido de dejar un notorio chupón continuó bajando, delineando la clavícula derecha con su lengua mientras sus manos se deslizaban por el vientre hasta el cinturón del mayor, deshaciendo la hebilla rápidamente con una agilidad que ni él mismo sabía que tenía.


El castaño no entendía qué pasaba pero tampoco tenía mucho tiempo para analizarlo, todo lo que sabía era que su novio parecía demasiado interesado en dominar esa noche, mostrándose extrañamente pasional y desenfrenado. -¡Ahn! - El gemido abandonó su boca al sentir la rasposa mano colarse dentro de su boxer para sacar su miembro de entre las prendas y comenzar a masturbarlo mientras la lengua del menor empezaba a jugar con uno de sus pezones. Se estaba quedando atrás y no podía permitirlo.


Con un movimiento rápido el editor volvió a dejar al agente de ventas bajo su cuerpo, evitando cualquier reclamo con un demandante beso, forzando las piernas del menor a abrirse para arrodillarse entre ellas mientras llevaba sus manos al cierre de su jean, bajandolo para luego tirar de él y quitarlo junto con los boxers arrojandolos sin ningún cuidado para luego pasar sus largos dedos por los muslos, apretando la piel, raspando un poco con las uñas.


-Zen.- Jadeó intentando recuperar aire cuando el beso se cortó, ahogando un gemido al sentir que ahora el castaño jugaba con su lengua contra su oreja izquierda.


-¿Qué te pasa hoy, Takafumi? Estas tan receptivo.


-Cerrá la puta boca, Zen ¡Nngh! - Gimió al sentir que mordía su lóbulo, tirando de él antes de bajar a su cuello.


-También quiero marcarte, sino es injusto... - Murmuró antes de succionar su piel, haciendo apenas algo de presión con los dientes, divertido al sentir el estremecimiento recorrer todo el cuerpo de su pareja mientras intentaba reprimir el obsceno sonido que pugnaba por dejar su garganta.


Se dejó hacer por unos segundos más apretando sus dientes para no dejar salir el gemido pero al sentir la forma en que una de las manos del mayor se deslizaba por su ingle hacia su virilidad tiró de los ondulados cabellos para apartar al castaño de su cuello y volverlo a poner de espaldas sobre la cama, tomándose un momento para quitarle el pantalón que tenía a medio muslo junto con los boxer, quedando los dos en igualdad de condiciones, sin embargo a alzar la vista al rostro de su pareja se encontró con que él lo miraba con una expresión entre divertida y seductora.


-¿Qué? - Preguntó un tanto molesto y avergonzado al verlo soltar una risita divertida.


-¿Qué intentas?- Contestó con cierta arrogancia mientras se incorporaba en la cama, quedando semi-sentado con sus antebrazos apoyados sobre la cama.


-Es obvio.- Dijo el menor con el ceño fruncido mientras se acercaba a él, besando de nuevo los labios del castaño.


Kirishima correspondió, dejando a su lengua luchar con la contraría, luchando con el cuerpo del más bajo para volver a dejarlo sobre la cama separándose tras morder los hinchados labios. -¿Quién dijo que tienes lo necesario para dominarme?- Preguntó con la voz agitada, deslizando sus manos por los muslos hasta la cola del menor, apretando entre sus dedos mientras se acomodaba entre sus piernas, rozando sus pieles desnudas.


-No voy a ceder esta noche, Zen. - Aclaró con un gruñido mientras luchaba para volver a quedar sobre el mayor con un beso axfisiante, la cama parecía estarse convirtiendo en un campo de guerra, sus cuerpos se frotaban en medio de desesperados besos, las manos de ambos recorrían el cuerpo contrario con necesidad, Zen pese a tener al hombre encima, aprovechó tener sus manos sobre aquel lugar donde la espalda perdía su nombre para deslizar dos de sus dedos entre los glúteos, acariciando superficialmente su entrada.


-Me encanta que te hagas el dificil.- Murmuró contra su boca, complacido al escuchar el gemido ahogado que escapó del de oscuros cabellos por su caricia.


Yokozawa gruñó, dos podían jugar ese absurdo juego.


Despacio subió una de sus manos por la cara interna de los muslos del editor hasta alcanzar sus testículos, masajeandolos mientras deslizaba besos por su cuello, satisfecho al notar que el mayor apretaba los dientes para reprimir los sonidos de placer y que los dedos que antes acosaban su entrada ahora solo estaba apretados sobre sus glúteos por la distracción.


No podía darle chances al mañoso castaño de recuperar el control de la situación así que se deslizó por su cuerpo, repartiendo besos por su torso hasta llegar finalmente a su miembro, lamiendo el glande en círculos antes de adentrarse en su boca.


-¡Carajo! ¡Takafumi~! - Gimió tomando los cabellos oscuros con una de sus manos, tirando de ellos mientras sentía el cálido abrigo de esa boca envolviendolo.


Complacido con lo que estaba consiguiendo comenzó un ritmo casi vertiginoso, subiendo y bajando su cabeza por el falo, usando su lengua para intentar alcanzar cada hinchada y sensibilizada vena del mismo, sosteniendo la base con su mano disponible mientras no abandonaba las atenciones que regalaba a los testículos.


Intentado concentrarse en su objetivo ahogó una queja al sentir que el mayor comenzaba a embestir su boca, invadiendo su garganta mientras la mesada mano del editor empujaba su cabeza contra la entrepierna contraria, dolía y le costaba respirar pero no pensaba desistir.


La mano que sostenía la base había comenzado a llenarse de la saliva y el presemen y suavemente la alejó de allí, bajando sus dedos pegajosos por la mezcla de fluidos entre los muslos, acariciando el perineo con delicadeza antes de ir más allá, a esa zona que suponía nunca había sido explorada, cuando sus dedos alcanzaron la entrada la forma en que el castaño se estremeció lo preocupó un poco.


-¡Mie-d-ah! ¡Takafumi! ¿Qué est-Nngh? - Kirishima había tirado de sus cabellos para intentar sacárselo de encima, claramente alterado.


Bien, no era esa su intención, Zen parecía inseguro, quizás algo asustado o sobresaltado, así que alejó sus dedos y se apartó de su miembro, incorporándose en la cama mientras apoyaba ambas manos en el colchón a los lados de las caderas del castaño.


-¿Estás bien?- Consultó agitado, intentando recuperar aire sintiendo la garganta tirante y adolorida por la actividad anterior, ni tragar saliva lo ayudaba a menguar esa incomodidad.


-¿Qué mierda crees que haces intentando algo así de la nada?- Consultó con la respiración acelerada, el ceño fruncido y el rostro sonrojado por su agitación y la verguenza.


-Lo dice el tipo que hace lo que quiere sin consultar nunca nada.- Retrucó con el ceño fruncido.


-¡No es lo mismo!


-¡No me jodas, Zen!- Gritó, se había preocupado pero ahora no podía estar más que molesto. - ¡Es lo mismo! ¿Crees que solo vos podes hacer lo que quieras?


-Ese no es el punto, Takafumi.


-Ese es exactamente el punto.- Contestó levantándose de la cama, estirando su mano para tomar sus pantalones y boxer que habían ido a parar, no sabía exactamente cómo, sobre la mesa de luz del lado izquierdo y comenzó a vestirse. -También soy hombre ¿Sabías? - Preguntó con cinismo y su ceño notoriamente fruncido.


-¿Se puede saber qué haces ahora? ¿A dónde crees que vas? - Preguntó incorporándose en la cama, viendo incrédulo como su novio se vestía.


-Me voy a mi apartamento.- Contestó caminando a la puerta donde había quedado olvidada su remera y se la colocó con fastidio, y antes de que el mayor le contestara tomó su portafolios y salió del cuarto.


-¡Espera! - El castaño se levantó de la cama, buscando atropelladamente sus boxers del suelo para ponerselos y salir tras él pero para cuando llegó al genkan Yokozawa ya no estaba. -¡CARAJO!- Gritó frustrado, golpeando la pared más cercana con el puño.


¿Qué mierda acababa de pasar? Intentaba ordenar las ideas en su mente pero simplemente estaban tan desordenadas como sus acciones anteriores, volvió al cuarto con la intención de vestirse e irse a buscar a su temperamental pareja encontrándose con que el agente de ventas había dejado olvidado su celular sobre la mesa de luz y gruñó entre dientes.


No se había esperado ni por un segundo que el menor fuera a saltarle encima con la intención de ser activo, mucho menos de esa forma, había pensado en molestarlo un poco, seguirle el juego y luego voltear las cosas y dejar que fuera igual que siempre pero en el momento en que perdió los papeles gracias a la hábil boca de su amante y sintió sus dedos acariciando esa zona se asustó, era ridículo, jodidamente ridículo pensar que se aterró por un instante pero luego todo se deformó.


¿Por qué habían discutido exactamente?


Tirando sus cabellos hacia atrás se sentó en la cama dando un largo suspiro, quizás había hablado de más, el reclamo de Takafumi había sonado casi resentido ¿Acaso el menor no estaba satisfecho con su vida sexual tal como era?


"Soy un hombre también ¿Sabías?"


Sus palabras se repitieron en su mente y mordió su labio inferior, quizás había descuidado también las necesidad de su pareja, no había prestado atención a señales ¿Hubieron señales? No podía recordar una sola vez en que el hombre hubiera intentado o insinuado querer cambiar los roles aunque ahora que lo pensaba, Takafumi había actuado extraño durante esa semana, mucho más táctil y demostrativo ¿Había sido esa una señal?


Cubrió su rostro con ambas manos frotandolo con desesperación ¿Por qué había tenido que reaccionar como una adolescente virginal y escandalizada? Estaba bastante confundido, sabía que si seguía a Yokozawa hasta su casa solo volverían a discutir, tenía que dejar pasar el calor del momento y aclararse.


¿Tan malo sería dejar que el jefe de ventas llevará las riendas? No en realidad, solo había tenido un pequeño brote de pánico, si lo pensaba bien sonaba hasta excitante, nunca había visto esa cara tan apasionada y decidida en su pareja, sus encuentros siempre era apacionados pero nunca tan salvajes todo había sido jodidamente excitante, arrancarse las ropas y rodar en la cama, todo prometía ser una de las mejores noches de su relación ¿Por qué había tenido que cagarla así?


Resoplando se levantó, todo rastro de deseo se había esfumado de su cuerpo tras esa absurda pelea y sin dignarse a vestirse caminó en boxer hasta su cocina para buscar algo que comer, quizás beber algo y volver a la cama, necesitaba descansar, no podría ni siquiera escribirle a su pareja un mensaje de buenas noches, pero iría a verlo al día siguiente.


-.-.-.-.-.-


Una vez en su departamento Yokozawa se dejó caer en el sofá boca abajo.


-¡Soy un imbécil! - Murmuró contra un almohadón, casi intentado sofocarse a sí mismo con el.


Había sobrereaccionado demasiado, no sabía qué era lo que más le había molestado si el rechazo de Zen, su orgullo herido porque de alguna forma sentía que el mayor cuestionaba su virilidad y masculinidad al implicar que él no sería buen activo o él hecho que estaba terriblemente celoso por descubrir que su pareja había pasado todo una tarde a sola con esa jodida mujer ¿Por qué chotas tenían siempre que aparecer mujeres extrañas intentado conquistar a su pareja?


Zen jamás se había mostrado siquiera amigable en exceso con ninguna de las otras mujeres, cuánto mucho era meramente profesional o simplemente cordial y amable pero ella, Shinka era diferente, la trataba diferente y eso lo alteraba, lo sacaba de lo que conocía, de sus esquemas, lo asustaba. No era que dudara realmente de Zen, dudaba en realidad de él mismo, de su capacidad para hacerlo feliz, de ser digno de formar parte de la familia, de poder complacer al hombre, de estar a su altura, dudaba de todo.


Su autoestima nunca había sido muy buena y ahora mismo después de ese rechazo fue como la chispa necesaria para hacer explotar un cuarto lleno de gas.


Tenía que disculparse, había actuado como un bastardo y como un cobarde al salir de esa forma de la casa, buscó su celular en su portafolios pero entonces recordó que lo había dejado olvidado sobre la mesa de luz y soltó un ahogado improperio.


Solo quería que esa semana infernal terminara, desde el domingo que su cabeza era un hervidero de ideas inconexas y sentía que la suerte se había burlado en su cara de la manera más vil durante los últimos seis días.


Iría a dormir, mañana arreglaría las cosas. Necesitaba disculparse, no sabía cómo iba a hacerlo pero Zen no tenía la culpa de que él no pudiera manejar bien sus emociones.


-.-.-.-.-.-.-


Estaba terminando de almorzar, hacía apenas un par de horas que se había levantado, después de estar confinado en la editorial hasta la tarde del jueves había necesitado un muy merecido descanso.


Cuando Reika se había marchado después de la cena simplemente se había desplomado en su cama, ya no podía disimular su cansancio y como bien había dicho que era capaz de hacer, había dormido hasta el viernes en la tarde, se había levantado a hacer un podo de limpieza y luego había vuelto a morir hasta las once de la mañana de ese día, si muchos podrían envidiar su capacidad e invernar cual oso, ese era su don aparte de dibujar, pero gracias a eso estaba totalmente recuperado de su cansancio residual después de su estresante semana.


Sonrió levemente al recordar la promesa que le había hecho a la colorada sobre invitarla a beber si sobrevivir hasta el viernes y como lo habían hecho y él estaba libre hasta que le llegará el turno de volver a trabajar pensó en invitar a la editora a ir por un café esa tarde.


Levantándose de la mesa se dirigió a la cocina, cargando su plato con lo que había quedado del delivery que había pedido la noche anterior y se dispuso a lavar las cosas antes de tomar su celular, felicitándose mentalmente por pedirle a la mujer intercambiar números de teléfono.


Había tenido razón con su corazonada, Reika era agradable y divertida y tenían bastantes cosas en común al parecer por lo que habían hablado, quería conocerla mejor, realmente esperaba poder ser buenos amigos, él no era precisamente sociable y por una vez que conocía a alguien que le llamaba la atención y que lo trataba con tanta normalidad no iba a perder la oportunidad.


"Buenos días, Reika-san ¿Está ocupada hoy? Ayer no cumplí el trato de llevarla a beber pero podemos ir por un café ésta tarde si quiere." Envió el texto y se sentó en su living a esperar la respuesta mientras encendía el televisor, mirando la programación sin realmente ver.


"Hoy es imposible, Kyo-san estoy lo que se llama hasta el cuello." La respuesta la desepciono, era fin de semana, tampoco era tan raro que la mujer tuviera planes pero tenía la esperanza de que estuviera libre, en realidad su vida era bastante aburrida sin tener trabajo que hacer, sus planes ahora se limitarían a buscar alguna película que ver y pasar el resto del día tirado cual lagarto en su sofá.


"Lo entiendo, Reika-san, no se preocupe espero que podamos salir en otro momento." Dejó su celular a un lado y se recostó contra el respaldar tomando el control para empezar a saltar entre los canales esperando que algo llamara su atención, pero el sonido de su celular lo distrajo.


"Kyo-san ¿Qué tan bueno es con los niños?" La pregunta lo descolocó, leyó unas cinco veces el mensaje intentado entender a qué venía eso o si el mensaje iba realmente dirigido a él pero su nombre lo encabezaba asique no había ninguna posibilidad de que fuera un error.


"Increíblemente me llevo mejor con los niños que con los adultos, nos entendemos mejor ¿Por qué?" Se decidió a contestar, mirando la pantalla mientras la frase escribiendo... debajo del nombre Reika lo llenaba de intriga.


"Asumo que está libre sí me invitó a ir por un café, ¿Qué me dice si le ofrezco una jarra de café recién hecho y usted viene a mi casa y me salva la maldita vida antes de que me arroje por el balcón?" Era el mensaje más extraño que había recibido en mucho tiempo, no pudo evitar reírse un poco y ladeó la cabeza.


"¿Dónde vives?" Se limitó a contestar con una sonrisa ladina.


"¡GRACIAS! ¡LE DEBO UNA ENORME!" El mensaje estaba acompañado de varios emoticones y tras ese llegó otro con una dirección específica y un número de departamento.


Se alistó con un pantalón de jean y una holgada remera de algodón de color azul oscuro acompañada de una chaqueta informal, iba a estar en casa de la editora no tenía mucho sentido realmente arreglarse pero aun así antes de salir de la casa, de forma casi inconsciente se colocó algo de colonia y acomodo su cabello, tomó su celular, su billetera y sus llaves y salió de su casa.


No le sorprendió saber que la dirección era la misma que la de su editor en jefe, Reika ya había mencionado que vivían en el mismo edificio pero sí le sorprendió encontrarse con que vivían en el mismo piso en departamentos enfrentados. A veces es difícil olvidar lo pequeño que es el mundo y las curiosas casualidades que ocurren en ocasiones.


Tocó un par de veces a la puerta, esperando ser atendido y verificando en su teléfono que de hecho estaba en el apartamento correcto.


-¡YA VA!- Se escuchó el grito desde el interior y unos segundos después otro grito estruendoso acompañado la risa de un niño. -¡Kenji, déjame ir a atender la puerta! - Podía escuchar las palabras que debían venir desde el pasillo de entrada.


-¡No! ¡Ma! ¡Vamos a jugar!


-¡Kenji nos vamos a caer! ¡Portate bien! - Los ruidos se acercaban a la puerta acompañados de más quejas infantiles y cuándo la puerta se abrió se encontró de frente con una muy cansada mujer, con sus cabellos revueltos una camiseta de tirantes de color verde oscuro y unos largos pantalones blancos de entrecasa con un niño prendido a su pierna izquierda cual koala. -¡Kyo-san! ¡Gracias a Dios! - Saludó abriendo más la puerta. -Pasé, pasé por favor.


-Ma ¿Quien? - Preguntó el niño señalando con su mano al hombre de forma indiscreta.


-Kenji no señales a la gente, es de mala educación amor..- Regañó suavemente inclinándose para tomar al pequeño en sus brazos alzadolo y apoyándolo contra su cadera para poder moverse con más libertad y cerrar la puerta tras el hombre.


-Hola, permiso.- Comentó educadamente el mangaka tras entrar y quitarse los zapatos.


-Ken-chan él es un amigo mío, se llama Ijuuin Kyo-san.- Lo presentó con una sonrisa. -Saludalo, presentate cariño.


El niño miraba curioso al visitante pero aun así le sonrió ampliamente. -¡Hola! ¡Soy Kenji!- Se presentó señalandose a si mismo, hablando con la torpeza típica de un nene de su edad.


-Hola, Ken-chan, un gusto conocerte.- Contestó amable y sonriente, estirando su mano para tomar la del chico que sonrió para él contestándole el saludo. -Soy Ijuuin Kyo.


-I-Iju-Ijun... ¡Inu-san! - Saludó con alegría.


La pelirroja sintió sus mejillas arder no podía creer que su ahijado llamara al mangaka perro pero se relajó ante la genuina carcajada que había soltado el mangaka. -Perdón, aun no habla bien.


-No importa, Reika-san, no me molesta, puede decirme así si quiere.


-Pasé por favor, perdón el desorden. - Se disculpó con una sonrisa culpable siguiendo al hombre al interior de su hogar, apenas entrar al comedor el hombre pudo ver una enorme manta tendida en el suelo totalmente arrugada y llena de juguetes, habían algunos autos regados por todo el espacio y bloques de colores de gran tamaño.


-¡Vamos a jugar!- Pidió el chico inquieto saltando contra la cadera de la mujer que sentía que se le iba a partir la cintura si el niño continuaba rebotando así contra ella así que lo bajó al suelo. -¡Inu-san! ¡Vamos a jugar! - Con pasos torpes el chico había tomado la mano del hombre arrastrándolo hasta la zona de desastre donde comenzó a tomar juguetes al azar para enseñarselos al mayor.


-¡Wow! ¿Es tuyo? ¡Qué lindo! ¿Me lo prestas? - Preguntó siguiéndole el juego mientras sostenía un autito de juguete que el niño le mostraba.


-¡Si! Así.. mirá... mirá así...- El niño tirando boca abajo en el piso tomó otro de los autos y comenzó a hacerlo andar por el piso. -¡Rum, rummmm!


Shinka observó al hombre con algo de culpa, sonriéndole en cuanto el mangaka alzó la vista a ella y se dispuso a poner a funcionar la cafetera buscando un par de tazas.


-¡MA! ¡MA! ¡MIRÁ! - Gritó el niño haciéndola voltear en dirección a ambos.


-Te estoy viendo amor, ganale a Kyo-san en la carrera, mostrale tu tutu favorito.- Alentó la mujer entre risas suaves volviendo a lo que hacía, ese era el primer respiro que tenía en horas, así que aprovecho a tronar su cuello y su espalda mientras servía el café en cuanto estuvo hecho a los pocos minutos y se acercó a la mesita del living, dejando ambas tazas junto a otra taza de plástico decorada con motivos infantiles de The kan. -¡Ken-chan! Ven a merendar, después jugamos otro ratito. - Pidió con la esperanza de que el chico hiciera caso.


-¡Después!


La mujer resopló resignada pero Ijuuin sonrió mirando al chico. -Hagamos un trato Ken-chan, vamos a merendar y luego podemos jugar a todo lo que vos quieras pero primero vamos a hacer lo que Reika-san dice ¿Si?


El niño pareció pensarlo pero luego continuó jugando con su auto en el suelo. -Mirá, pasa por acá y hace así y entonce ¡PUSHHH!- Gritó haciendo colisionar su autito con otro que estaba cerca.


-Ken-chan, vamos después seguís jugando. - La mujer se acercó, tomándolo en brazos pese a las protestas del niño y le lavó las manos en la bacha de la cocina para luego llevarlo al living donde el mangaka ya esperaba sentado en un sofá individual mirando con una ceja arqueada la taza con motivos de su propio manga, la cual el niño tomó una vez la tuvo enfrente comenzando a tomar su chocolatada ya sin chistar, estirando su mano para tomar galletas de un plato en medio de la mesa. -En serio lamento haberlo arrastrado a esto, Kyo-san.- Se disculpó algo apenada. -Estaba desesperada.


-¿Quién es?- Preguntó divertido mientras el pequeño los ignoraba mirando el televisor que estaba sintonizado en un canal de dibujitos. -¿Por qué te dice "ma"? Creí que dijiste que no tenías hijos.


La mujer le sonrió y asintió. -Y no los tengo, es mi ahijado, me dice "ma" porque aún no puede decir "madrina" se le hace más corto asique solo me dice "ma".


-¿Y qué hace aquí? ¿No debería estar en Sapporo?- Preguntó sorprendido tomando un sorbo de su café para luego quitarse la chaqueta y así poder estar más cómodo mirando el departamento con curiosidad. -Tienes un lindo lugar.


-Gracias.- Contestó halagada para luego mirar de reojo al pequeño y acariciar sus cabellos con una mano mientras el chico estaba gracias al cielo absorto en su caricatura y su merienda. -Aki-chan y Renji-Kun vinieron de visita, son sus padres, se suponía que el fin de semana era su descanso y que íbamos a salir los cuatro después de almorzar para ponernos al día y eso pero surgió algo del trabajo y ambos tuvieron que salir a atender el asunto y me dejaron acá abandonada al cuidado de esta ardilla hiperactiva.


El mangaka río alegremente mirando al chico. -Veo que te tiene a mal traer.


-¡Totalmente!- Contestó agotada y dando un largo suspiro. -Lo adoro, pero suelo quedarme sola a cuidarlo, generalmente una amiga me ayuda o mi madre, pero tener que hacerme cargo de él sola me destruye.


-Solo es un niño.


-A ver si dices eso en un par de horas.- Alegó ella haciendo un puchero que hizo reír al mayor. -Tiene baterías inagotables, Aki-chan y Renji-kun tenían que venir el lunes por temas de trabajo pero decidieron viajar los tres antes para poder visitarme, sin embargo surgieron algunas cosas y ahora estoy de niñera, gracias por venir, pensé que me ibas a mandar al diablo cuando te propuse venir.- Comentó un tanto más relajada sin notar que empezaba a tutuear al hombre.


-No te preocupes, sonabas desesperaba.


-¡Estaba desesperada! - Aceptó soltando finalmente una carcajada divertida. -Me sorprende que este merendando tan tranquilo.


-Bueno, espera que solo está recargando energía.


-Al menos ahora somos dos contra uno. - Contestó divertida encogiéndose de hombros.


Ijuuin volvió a mirar a su alrededor y reparó en las tres bibliotecas a un costado y se levantó acercándose para mirarlas más de cerca. -¿Te molesta si...?- Consultó señalando los libros.


-No, no, adelante, sentite en tu casa Kyo-san


-Gracias.- Comenzó a observar los libros, sonriendo al notar que la joven no mentía al decir que tenía su colección completa, estaban hasta sus ediciones especiales, la mujer tenía de todos modos una gran colección de mangas de todo tipo y de muchos autores diferentes más su ceño se frunció al ver que también tenía una vasta colección de las novelas de Usami Akihiko. -¿Te gusta mucho Usami-sensei?


-Si, es uno de mis autores favoritos.- Comentó con tranquilidad mientras limpiaba con una servilleta el rostro del infante a su lado, regañandolo en tono amoroso para que tuviera más cuidado y no se manchara tanto entre las galletas y su chocolatada.


Esa afirmación lo hizo fruncir el ceño pero no dijo nada, no quería pensar en ese desgraciado hombre porque eso le recordaba a Misaki, su querido Misaki. Negando con su cabeza siguió observando los libros. -Eres una gran fan del terror ¿cierto? Me sorprende no ver novelas rosas.


-¿Me está llamando cursi?- Preguntó con tono un tanto ofendido, alzando su vista a él obteniendo a cambio una mirada pícara y una sonrisa ladina.


-Vos fuiste la que dijo que tus amigos te llaman romántica de clóset. - Alegó divertido al verla sonrojarse por esa afirmación.


-Recordaré no darle información que pueda usar en mi contra.


-Ya es tarde, Reika-san, todo lo que digas puede y será usado en tu contra.- Contestó giñandole un ojo cosa que hizo reír a ambos.


-Tiene mucho BL, por algún motivo no me sorprende.- Comentó tomando un cómic que había llamado su atención, arqueando una ceja al ojearlo y notar que estaba en inglés. -¿Sabes ingles?


-Soy profesora de inglés.- Contestó divertida. -Esos comics son de una autora autopublicada de Estados Unidos, los compro por internet. - Explicó mientras bebía su café con calma. -¿Intenta analisarme a partir de mis gustos literarios?


-Los libros de una persona puede decir mucho de ella.- Contestó divertido volviendo a dejar el comic donde estaba mientras tomaba otro sorbo de la taza en sus manos.


-¿Ahora es psicólogo?


-Por supuesto, conseguí mi título en una tapa de yogurt. - Respondió entre risas que la mujer correspondió con naturalidad. -Pero si es cierto que tiene gustos interesantes, hay un de todo un poco aquí.- Comentó notando también que la mujer tenía muchas novelas policiales de autores que él desconocía, le sorprendió encontrar en una de las estanterías una gran colección de libros que se veían realmente viejos y tomó uno de ellos, un ejemplar de la novela "El jorobado de Notredame" en francés y tras abrirlo con sumo cuidado notó que la fecha de edición databa de 1942. -¡Esto es una reliquia!


-Veo que encontró mis tesoros.- Comentó divertida acercándose al hombre con la taza en su mano para luego tomar delicadamente el libro.


-¿Hablas francés también?


-Si, pero no tan bien como el inglés, me siento cómoda leyendo en francés pero si tengo que hablar me da un ataque de nervios.- Admitió algo avergonzada. -Es muy complicado.


-Insisto en que eres una caja de sorpresas.- Comentó con una sonrisa tranquila. -Tienes muchos libros viejos.


-Es mi hobbie.- Explicó sonriendo y volviendo a colocar el libro en su lugar con mucho cuidado. -Colecciono libros viejos, me gusta pasear por librerías de usados y a veces se encuentran tesoros como estos, tengo antologías de poemas de autores que no tengo idea de quienes son pero me gustan, creo que tengo gustos un tanto aburridos.


-Yo creo que es interesante.- Refutó el mangaka inclinándose a ver con más atención los títulos de aquellos viejos libros. -Podría venir a pedirte prestado material la próxima vez que lo necesite.


-Cuando guste, pero hay libros que no salen de esta casa así que se trae sus cosas e investiga acá.- Le aclaro de antemano con una sonrisa divertida. -No se meta con los tesoros de una licenciada en literatura porque va a perder las manos en el momento en que pierda uno de mis libros.


-¿Eres licenciada en literatura? ¿Tenes alguna otra carrera? Digo, tienes dos títulos y dos idiomas ¿Algo más que deba saber?


La mujer apoyó la taza en su mejilla con gesto falsamente meditativo. -Mmmh, no, creo que no, eso es todo, al menos académicamente hablando.


-¿Algo que hagas mal?- Preguntó divertido mientras arqueaba una ceja.


-Dibujar.- Contestó divertida. -Soy totalmente inútil en todo lo que colleve trabajo manual, no puedo dibujar ni hacer manualidades, mis artes plásticas de todo tipo apestan más que un contenedor de basura.


Ante semejante afirmación el hombre comenzó a reírse negando con su cabeza. -Bueno, supongo que somos pocos los que fuimos dotados de habilidad para los trabajos manuales. - Comentó giñandole un ojo.


Shinka se sonrojó ante el doble sentido implícito en sus palabras y empujó suavemente con su hombro al hombre a su costado. -¡Presumido!


RAWWW! ¡SOY UN DINOSAURIO!- El grito sobresaltó a ambos girándose a ver al niño que ahora corría en dirección a ellos con un peluche enorme de un dinosaurio verde con el vientre beige en sus manos, ambos adultos apenas si tuvieron tiempo de dejar las tazas sobre la mesita de centro antes de comenzar a correr por el departamento, huyendo del dinosaurio que se los quería comer.


Tras horas de correteos, juegos de bloques, dibujar, y carreras de autitos, Ijuuin observaba con una sonrisa a la editora recostada sobre el sofá con el niño junto a ella, los dos absolutamente dormidos.


Estaban mirando la televisión, un anime que al niño parecía encantarle y en algún momento el silencio se hizo presente y al girarse se encontró con que ambos estaba dormidos sentados apoyados contra el respaldar así que con cuidado los había recostado, había recogido un poco los juguetes del infante y había usado la manta que estaba antes en el suelo para cubrirlos un poco ambos y que no pasaran frío.


Ese había sido el día más divertido que había tenido en mucho tiempo pero ahora no sabía qué hacer, estaba en casa ajena así que no tenía muchas opciones, decidió finalmente prepararse otra taza de café y se sentó en la mesa del comedor, reparando en la computadora que estaba allí. Lo pensó un segundo, no tenía nada de malo usar la máquina para navegar un rato en Internet, no pensaba revisar nada personal así que la abrió y la encendió esperando que no tuviera contraseña y tuvo suerte al comprobar que en realidad el aparato sólo había estado en suspensión y no necesitó poner ninguna contraseña.


Sin embargo algo llamó su atención, lo único abierto era la pestaña de Word, una ventana del explorador que tenía una veinte pestañas abiertas en diferentes temas y un bloc de notas donde había apuntadas unas cuantas ideas y extraños datos.


Llevado por la curiosidad abrió la pestaña de Word y volvió al principio del documento que se titulaba "Promesas de sangre", comenzó a bajar lentamente el cursor y se dispuso a leer, cinco páginas después estaba totalmente concentrado en la historia, no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando y eso lo tenía aún más prendado, aquél documento era una novela, no podría definir bien la trama tras solo cinco hojas pero adivinaba que era una mezcla entre misterio, policial y horror, bajó su mirada al borde inferior de la barra del programa y notó que el documento constaba de más de doscientas páginas y sin pensarlo mucho sacó de su mano de llaves un pendrive que siempre cargaba consigo para guardar aquel archivo, necesitaba seguir leyendo eso, quería saber cómo terminaba.


Acababa de desenchufar el pendrive cuando unos golpes en la puerta sonaron, sobresaltándolo, se sentía como si lo hubieran atrapado robando y no pudo evitar una sonrisa culpable, ciertamente era más o menos lo que acababa de hacer.


Se levantó y con pasos calmos se dirigió a la puerta abriendola con calma para encontrarse con una pareja frente a él que lo miró extrañada. El hombre era casi tan alto como él, quizás a penas unos tres centímetros más bajos, su cabello era negro, corto y estaba bien peinado hacia atrás, sus ojos eran marrones y su expresión amable, vestia pantalones de jean y una camisa blanca y la mujer a su lado era una joven pálida de cabellos castaños cortos y ojos negros, bajita a decir verdad, no estaba seguro de que superará el metro sesenta y vestía una falda hasta por debajo de sus rodillas de color celeste y blusa holgada de color rosa claro, no llevaba maquillaje y ambos cargaban en sus manos un par de bolsas.


-Buenas tardes.- Saludó educadamente.


-Eh, lo siento creo que nos equivocamos de departamento.- Comentó el hombre de forma educada haciendo una leve reverencia.


-¡No, amor! ¡No nos equivocamos! ¡Éste es el departamento de Rei-chan, estoy segura!- Alegó la mujer, eso lo hizo hacer clik, ellos debían ser los amigos de la editora, los padres del niño que lo había tenido de arriba a abajo todo el día.


-No se equivocan, este es el departamento de Reika-chan, ustedes deben ser los padres de Kenji.- Comentó abriendo más la puerta para cederles el paso.


-¡Lo sabía!- Alegó la mujer con una mirada un tanto sospechosa que el dibujante no llegó atender, la mujer entró quitándose los zapatos en la entrada. -¿Y Rei-chan?


-Está dormida con Kenji en la sala. - Explicó el hombre con calma.


-Pobre, nos demoramos más de lo que pensábamos.- Comentó el hombre que también se había quitado los zapatos antes de acceder a la casa tras su esposa.


Ante el ruido en su entrada Shinka abrió pesadamente los ojos, reconociendo su sala y las voces algo lejanas como las de sus amigos, se sentó en el sofá con cuidado, logrando no despertar al niño contra ella y se levantó con pesadez, frotando sus ojos. -Mierda ¿En qué momento me dormi?


-Rei-chan - El llamado la hizo voltearse y vió a su amiga caminando apresurada a ella y no demoró en ir a su encuentro compartiendo un rápido pero fuerte abrazo. -¿Kenji te hizo renegar mucho?


-Nada de eso, es muy hiperactivo pero se portó bien.- Contestó con calma y una sonrisa alegre. -¿Qué hora es?


-Son las siete, perdón, en serio, las cosas se nos complicaron y no pudimos volver antes, sabes como es el trabajo a veces.


-No te preocupes, Aki-chan, lo entiendo, después de todo ustedes vinieron por trabajo.


-Si ¡Pero se suponía que el trabajo empezaba el lunes!


-No te quejes, amor, estamos a cargo de todo esto, son cosas que pasan.- Interrumpió el hombre con tono amable y tranquilo, acariciando los cabellos de su esposa tras dejar las bolsas que cargaba sobre la mesada de la cocina.


-Hola Renji-kun ¿Entonces? ¿Está todo bien?


-Si, pudimos solucionar el asunto, no te preocupes Rei-chan.- Contestó alegremente el hombre. -No sabía que tenías visita.


-¡Ah! ¡Si! ¡Qué descuidada!- Comentó girándose a ver al mangaka que estaba algo apartado, mirando curioso la interacción entre ellos. -Vengan que los presentó.- Sin dudarlo tomó la mano de su amiga y sonrió casi maliciosa mientras se paraban frente al dibujante. -Kyo-san ellos son mis amigos, Kuma Renji y Kuma Aki.- Presentó sonriente, viendo a ambos hacer una reverencia y ante la mirada inquisitiva de su amiga amplió la propia con cierta travesura. -Chicos él es Ijuuin Kyo-Sensei, estuvo ayudándome con Kenji hoy.


Ante la mirada de todos la mujer castaña abrió sus ojos a proporciones imposibles mientras su quijada caía al suelo. -¿Él es...? ¿Es...? ¿Estas bromeando?- Preguntó girándose a mirar a la colorada que negó con su cabeza ante la mirada algo confundida del mangaka. -¡Ay por Dios...! - La exclamación había salido ahogada de la boca de la mujer mientras el poco color de su piel desaparecía.


-Amor, tranquila, no hagas una escena.- Pidió el hombre sosteniendo suavemente a su esposa por las caderas.


Ijuuin entonces recordó que Reika le había mencionado que su amiga también era su fanática y entendió la malicia en la mirada de la editora, así que decidió seguir su juego enseñando la sonrisa más encantadora de su repertorio mientras hacía una leve reverencia. -Encantado de conocerla, Kuma-san, Reika me ha hablado de usted y me siento honrado que disfrute de mi trabajo.- Dijo tomando una de las manos de la mujer para besar su dorso.


La castaña pasó de estar más pálida que la nieve a mutar a un tomate maduro. -M-me....¡Me voy a desmayar! - Chilló tartamudeando.


-¡Kyo-san! ¡Me las vas a matar!- Reprochó entre risas la colorada negando con su cabeza. -Aki-chan respira, intenta respirar, si no respiras te mueres.- Le recordó mientras veía a su amiga totalmente en shock.


-Ijuuin-sensei me besó la mano...- Balbuceaba sujetando la mano que había recibido esa atención con la otra.


-Creo, Ijuuin-san, que acaba de romper a mi esposa.


-Lo lamento, no era mi intención.- Comentó el hombre sonriendo encantador al ver que ciertamente la mujer parecía en otro mundo.


-Con su permiso, señores, tengo que sacar a una fangirl de su estado de catatonia.- Comentó divertida la editora tomando a su amiga para arrastrarla en dirección al baño mientras reía y tras perderlas de vista no demoraron mucho en escuchar algunos griterios histéricos y risas viniendo del baño.


Renji solo resopló. -Me disculpo por la actitud de mi esposa, pero ella lo admira mucho, si sale del baño con un pedido de divorcio y se le propone por favor, rechacela. - Solicito mientras entraba en la cocina disponiéndose a sacar las compras que había traído.


-Descuide no tengo intención de robarme a su esposa.- Aclaró con calma, inclinando respetuosamente su cabeza.


-Muchas gracias por ayudar a Rei a cuidar de mi hijo, espero que no les haya traído problemas.


-No, es un buen niño, no fue ningún problema. - A los pocos minutos las mujeres habían regresado cuchicheando bajo entre risas y empujándose mutuamente en un juego tonto e infantil, parecían un par de adolescentes con esa actitud.


-Rei-chan.- Habló Renji mirandolas divertido. -Aki y yo trajimos lo necesario para que cocines okonomiyaki.


-¿Ah? ¿Me usan de niñera y encima esperan que cocine?


-¡Claro! ¿Para qué te tengo de amiga sino!- Contestó alegremente la castaña, Shinka rodó los ojos y negó con su cabeza.


-Debería cambiar de amigos.- Contestó arrugando su nariz, un gesto que Kyo comenzaba a notar que la chica hacía cada vez que algo la molestaba y le resultaba bastante adorable, le recordaba a un conejo. -Kyo-san ¿Te gustaría quedarte a cenar?- Propuso girándose a mirarlo.


-No quisiera molestarte, Reika-san, estás con tus amigos.


-Te estoy invitado, te prometí el jueves que la próxima cena no iba a ser tan mala.- Comentó sonriéndole. -El okonomiyaki es una de mis especialidades, quedate.


-Bien, si insistes no puedo negarme.- Aceptó de buena gana, después de todo era sábado y estaba libre.


-Ustedes vayan, Aki y yo cocinamos.


-¿Y yo por qué?- Preguntó la castaña saliendo de su ensoñación, había estado mirando embobada al mangaka hasta que escuchó su nombre.


-Porque estoy segura de que hacerme cocinar fue tu idea, Renji no es tan mala persona.- Comentó arqueando una ceja para luego arrastrar a su amiga a la cocina.


Ambos hombres se sentaron en la mesa, charlando de diferentes temas irrelevantes, mientras tanto las mujeres que estaban disponiéndose a hacer la cena hablaban en tono bajo.


-Eres una mala amiga ¿Cómo se te ocurre no contarme que trabajas con Ijuuin-sensei?


-Sabía que ibas a hacer un escándalo, Aki-chan él solo es una persona normal que resulta que es mangaka no hagas una escena de nuevo.- Pidió entre murmullos.


-¡No es una persona normal! ¡Es Ijuuin Kyo-sensei! ¡Y esta en tu casa! ¡Y vamos a cenar con él!


Shinka puso sus ojos en blanco mientras negaba con su cabeza. -A esto me refería cuando dije que ibas a hacer un escandalo si te contaba, es solo un hombre normal Aki-chan, por favor, dio la casualidad que me tocó trabajar con él esta semana y nos llevamos bien, nos estamos haciendo amigos asique por favor no hagas que salga huyendo con tus locuras.


-¡No voy a hacer que huya! ¡No seas mala!


-Te lo digo porque te conozco, solo tratalo como a otro de mis amigos.- Pidió sonriéndole mientras cortaba la carne y veía a su amiga preparar la mezcla de harina, huevo, ñame y agua.


-¿De verdad se estan haciendo amigos?


-Eso espero, accedió a mi pedido de auxilio para cuidar a Kenji, creo que es buena señal.- Comentó divertida. -En realidad fue divertido, parecía un niño más jugando con Ken-chan.


-Hmmm


-Aki...- Comentó con tono de advertencia ante la mirada que estaba recibiendo y negó ante el gesto zorruno en el rostro de la más baja. -No empieces.


-Nada, nada, solo digo ¿Hace cuanto estas soltera?


-Te pedí que no empezaras.- Reprochó arrugando la nariz con molestia y frunciendo su ceño.


-¿Dos? ¿Tres? ¿Cinco años?


-Cinco años y eso no tiene nada que ver.- Alegó molesta. -Trabajo con él ¿Si? Nada más.


-¡Te vas a morir sola!


-Tengo a mis gatos.- Respondió zanjando el tema mientras encendía su plancha, dejándola calentar mientras tomaba la mezcla hecha por la castaña y agregaba la carne, los condimentos y luego se disponía a cortar los vegetales. -Traeme la salsa de soja.


La cena había sido tranquila, Kenji tras haber sido despertado por su padre había balbuceado durante gran parte de la comida sobre todas las aventuras que había tenido con su Ma e Inu-san y los adultos habían comentado de diferentes temas, todo había sido ameno pero todo buen día tiene su final y el mangaka sabía que ya era su turno de retirarse.


-Gracias por todo, Reika-san, señor y señora Kuma- Se despidió haciendo una reverencia. -La comida también estuvo excelente, tenías razón, comprando esto con el arroz con verduras de la última vez la cena anterior fue un desastre.


-Ya sabes, la próxima vez intenta tener comida potable en casa.- Contestó divertida la colorada.


-Lo tendré en cuenta.- Contestó divertido. -Pero ya me marcho, es tarde.


-Te acompañaré abajo, quiero fumar.- Contestó la chica encaminandose con él a la entrada de la casa, sacando de uno bolso en la entrada un paquete de cigarrillos y un encender. -¡Ya regreso! - Gritó para que sus amigos la escucharan.


Cuando ambos salieron del edificio se acercaron hasta el auto del reconocido autor y él se apoyó contra el vehículo mientras sonreía suavemente. -Esperare a que termines tu cigarrillo antes de irte.


-Gracias.- Contestó encendiendo su vicio para dar una profunda calidad. -Kyo-san, en serio gracias por todo lo de hoy.


-Reika-san, en serio, no tienes que agradecer, la pasé bien y tus amigos son personas divertidas también.


-Ay, eso, perdón por la reacción de Aki-chan, espero que no te haya molestado todo el fangirleo.


-Está bien, estoy acostumbrado.- Alegó encogiéndose de hombros mientras la veía fumar y frunció el ceño al notarla temblar levemente. -Debiste haber tomado una chaqueta antes de salir.


-No pensé que estuviera haciendo tanto frío.- Contestó frotando su brazo derecho con su mano izquierda para intentar darse algo de calor, sosteniendo el cigarrillo contra sus labios.


Suspirando, el hombre se quitó su chaqueta y la colocó sobre sus hombros. -Toma, de todos modos yo estoy bien.


-¡Pero te la voy a llenar de olor a cigarrillo!


-Entonces te la quedas, la lavas y luego me la devuelves.


Negando con su cabeza se la colocó como correspondía notando que le iba apenas grande. -Bien, pero si nunca vuelve a verla no es mi culpa, yo no prometo nada.


-Si no me la devuelves, sé donde vives.


-¿Tiene alguna idea de lo psicópata que sonó eso? - Preguntó divertido entre suaves risas.


-Si, la confianza de asco ¿no le parece?


-Empiezo a creer que si.- Admitió encogiéndose de hombros con diversión. -Pero me alegra que me tenga algo de confianza, lo compensaré por lo de hoy, en serio, fue de muchisima ayuda, no habría imaginado que era tan bueno con los niños.


-Si, supongo que eso es más bien porque yo mismo soy algo así como un niño crecido. - Contestó con alegre autocrítica.


-Eso está bien, siempre hay que mantener vivo al niño dentro de uno mismo.- Contestó con calma.


-De todos modos si quieres compensarme creo que aún tenemos pendiente una salida a beber...


-Es verdad ¿Qué te parece el viernes que viene? - Preguntó ella acurrucandose dentro de la chaqueta del hombre para protegerse del frío mientras terminaba su cigarrillo.


-Me parece buena idea, bueno yo ya me despido, no quiero distraerte de tus visitas.-Comentó con tranquilidad.


-Ah, esos parásitos se quedarán una semana, que me esperen.- Alegó rodando sus ojos con diversión.


-No eres muy amable ¿Cierto?


-Lo dijiste antes ¿O no? La confianza apesta.- Le recordó divertida.


-Ella es muy bonita y tiene una personalidad extraña, supongo que entiendo porque te enamoraste de ella. - Comentó mirando los verdes ojos de la mujer frente a él.


-Aki es especial.- Admitió con tranquilidad, dándole una larga calada a su cigarrillo a medio consumir. -No ha cambiado casi nada desde el secundario quitando el aspecto físico, la conozco desde hace años y siempre a sido igual, quizás ahora solo es más responsable pero sigue igual de loca.


-Ya veo, supongo que te atraen las personalidades extravagantes.


-Si, supongo que es verdad.- Comentó divertida acercándose al hombre para apoyarse en el vehículo junto a él. -¿Y ella? ¿Cómo es?


-¿Ella?


-La mujer que le rompió el corazón.- Le recordó girando el rostro para mirarlo.


El hombre suspiró y negó con su cabeza. -En ningún momento dije que fuera una mujer.- Aclaró con cierta diversión.


-Entonces ¿Cómo es él?


-Ingenuo.- Comentó con aire pensativo. -Torpe, honesto, quizás algo escandaloso también.


-Suena como alguien bastante adorable.


-Y lo es, Misaki es muy adorable.- Admitió el hombre con un gruñido leve. -Y su novio es un imbécil.


-¿Está seguro de que los que están hablando no son sus celos? - Preguntó sorprendido al notar el enojo en el rostro del dibujante.


-En parte, pero ciertamente su novio es un imbécil, te juro que no estoy mintiendo.


-Te creo pero ¿Misaki es feliz con él? - Consultó algo insegura, apoyando el filtro de su vicio entre sus labios mientras lo miraba de reojo, sintiéndose mal por haber hecho esa pregunta al notar el gesto decaído que de pronto mostraba el mayor.


-Si, eso es lo peor del caso, le ofrecí todo, intenté conquistarlo de todas la maneras pero él me rechazó por él, porque por algún motivo insiste en que es feliz con él, que él es diferente, especial. - Murmuró decaído. -No entiendo que es lo que está tan mal en mí, qué me falta.


-Kyo-san, no te falta nada.- Contestó ella arrojando la colilla para luego arrimarse más al mayor, inclinando su torso y girando su cabeza para poder verlo a los ojos con una sonrisa. -Misaki no es el indicado para vos, no es que te falte algo, vos también vas a ser especial para alguien algún día tal cual eres, no te tortures solo porque él te rechazó.- Pidió de forma conciliadora y dulce. -Créeme me hice esas mismas preguntas mucho tiempo hasta que me di cuenta que no tenían sentido.


-¿Esperas que crea en algo así como las almas gemelas?- Consultó arqueando una ceja.


La mujer comenzó a reírse y negó con su cabeza. -No, por favor, no soy tan ingenua, esas mierdas no existen.


-¿Entonces?


-Yo creo que el amor es una construcción.- Explicó encogiéndose de hombros. -Es algo que se construye después de que dos personas han vivido muchas cosas juntas, después de que se conocen mutuamente en su virtudes y falencias y aprendieron a aceptarse, ayudarse y apoyarse mutuamente, una persona puede gustarte mucho pero no estás realmente enamorado hasta que no lo viste en su peor momento o conociste su peor defecto y aun así sientes que vale la pena, no sé si me explico, pero lo que intento decirle es que algún día conocerá a alguien con quien las cosas sean distintas, con quien pueda hablar y que entienda todo lo que crees que son tus defectos y te ayude a mejorar sin criticarte, aceptandote incluso si fallas o a veces pelean por culpa de eso.


-En serio eres una romántica.- Comentó divertido pero conmovido riendo al notar su nariz arrugarse y como ella le daba un leve empujón con su hombro.


-Yo acá intentando animarte y vos burlandote de mi ¡Eso no es justo!


-No me burlaba.- Contestó entre risas. -Solo señalé un hecho.


-¡No soy romántica! ¡Por Dios!


-Pero hablas como salida de una novela rosa.


-¿Sabes qué? Volvete a tu casa mejor, no voy a seguir escuchándote.- Alegó divertida pero cuando estaba por levantarse del vehículo escuchó que alguien la llamaba.


-Shinka-san, Ijuuin-sensei, Buenas noches. -El saludo había sido corto pero el leve guiño de ojos que el castaño acababa de dedicarle dejó a la colorada con todos los colores pintados en su rostro.


-Ah, Buenas noches, Kirishima-san, Yokozawa-san.- Murmuró abochornada, ambos hombres acababan de bajarse de un auto estacionado a unos pocos metros de ellos, ni siquiera los había escuchado llegar y alzó apenas su mano a modo de saludo mientras veía a ambos entrar al edificio, escuchando de forma lejana que Ijuuin también había devuelto el saludo. ¡Mierda! ¡Ahora su jefe no iba a dejarla en paz! La había fastidiado todo el día anterior con comentarios atrevidos e insinuaciones respecto a ella y el mangaka y ahora venía a encontrárselo en el estacionamiento del edificio a las diez de la noche mientras ella estaba con el dichoso autor conversando como dos adolescentes sobre el auto del mayor, ese guiño le dejó muy claro que Kirishima iba a molestarla hasta que se muriera por atraparlos así aunque no estuviera haciendo nada en realidad.


-¿Estás bien?- Preguntó arqueando una ceja al alto hombre mientras la veía divertido.


-Si, si, solo me mentalizo respecto a algunas cosas que van a torturarme de ahora en más.- Contestó resignada finalmente alejándose del auto para sonreírle a su nuevo amigo. -Me voy, deberías volver a casa también, Kyo-san.


-Tienes razón, te veré el viernes.- Se despidió con un movimiento de su mano antes de entrar al auto y ella correspondió el gesto regresando al edificio y para cuando entró al ascensor y se vió en el espejo su rostro volvió a mutar a una nueva tonalidad de rojo ¡Kirishima-san no solo la había atrapado hablando con Ijuuin sobre su auto a altas horas de la noche, sino que la había visto vistiendo la chaqueta del mangaka! ¡Estaba perdida! ¡Es castaño iba a fastidiarla literalmente hasta matarla después de eso! ¡MIERDA! ¡Por eso le había guiñado un ojo! ¡Sabrá Dios lo que imaginaba ese hombre!


-.-.-.-.-.- Continuará.


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