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En la guerra y en el amor todo se vale. por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Domingo 2 de junio del 2019.

En la guerra y en el amor todo se vale.

Capítulo 2: ¿Qué hace ella aquí?

By Sioa Shun Uchiha-san

El domingo fue un día tranquilo, Zen se había levantado realmente tarde prácticamente él tuvo que sacarlo de la cama arrastrandolo de los tobillos para llevarlo a almorzar cerca de la una de la tarde. Él y Hiyo se habían realmente esmerado en prepararle uno de sus platillos favoritos al editor para subir un poco sus gastados ánimos.

Tras la comida familiar un muy animado Kirishima propuso salir los tres juntos en una de sus típicas excursiones familiares y terminaron en un centro comercial donde Hiyori los arrastró de arriba a abajo en muchas tiendas, comprando libros, ropa y chucherías varias, ganándose un reclamo cuando Kirishima sugirió ir a una juguetería, que él le compraría la muñeca y el oso que quisiera, claramente la preadolescente estaba muy abochornada y molesta por la sugerencia ¿Por qué a su padre le costaba tanto entender que ella no era una niña?

Habían terminado en el cine, viendo una estúpida película de romance adolescente que estaba en ese momento de moda y que la castaña se moría por ver, Yokozawa había terminado por dormirse a mitad de la función y había salido muy abochornado de la sala entre las bromas de su pareja.

Luego habían terminado en una veterinaria cercana donde el agente de ventas escogió un collar nuevo para Sorata, compraron el alimento y las piedras que ya le hacían falta y Hiyori compró con su propio dinero un par de juguetes para el mimado felino sin escuchar el comentario de su padre que alegaba que el animalito quizás estaba ya demasiado viejo como para hacerlo saltar y correr por medio departamento siguiendo una ratita de juguete.

Su salida terminó en un restaurante familiar, donde comieron los tres entre las típicas peleas de la pareja a las cuales la preadolescente estaba tan acostumbrada, a penas si se había parado a decirles una o dos veces que ellos dos eran peor que niños y luego pasadas las nueve de la noche llegaron al departamento.

-¡Iré a ver a sorata para mostrarle sus nuevas cosas! - Declaró la chica apenas poner un pie dentro de la casa y corrió cargada de bolsas a su cuarto donde se encontró al felino desperezándose.

Yokozawa sonrió, si la niña estaba creciendo pero tenía esos momentos donde se podía ver que aun era muy inocente.

-Está creciendo y no quiero ¿Crees que ya debería ir buscando algún curso de tiro con armas de fuego e ir comprando la escopeta?- Preguntó Kirishima caminando la cocina para sacar dos cervezas de la heladera.

-¿Qué? No digas locuras.- Contestó negando con su cabeza mientras se encaminaba al balcón para encenderse un cigarrillo, fumaba muchísimo menos desde que empezó a pasar más tiempo en esa residencia, por el bien de la niña, pero no podía quitarse del todo el vicio.

-Es que en cualquier momento vendrá con algún niño ¿Qué haré entonces?- Protestó mientras entraba tras él al balcón, entregandole una cerveza y tomando asiento en un banco que tenían ahí para esas ocasiones.

-Y hemos hablado de esto, Hiyo está creciendo y punto, cuando venga con algún novio tendrás que tolerarlo.- Alegó rodando los ojos. -Además si es cierto eso de que las mujeres buscan en su pareja un reflejo de su padre terminará con alguien como tu...

-¡Dios! ¡No me digas eso! ¡Tendría que sacar al vándalo a patadas de mi casa!- Alegó con el ceño fruncido y una mueca de horror en los labios. -¡Dios no te escuche! Espero que Hiyo no tenga tan pésimo gusto.

-Al menos admites que eres un desastre. - Comentó permitiéndose reír un poco. -Pero no sería tan malo tampoco.

-¡Sería terrible! Te lo dije antes pero preferiría que se enamore de un tipo como vos. - Alegó encogiéndose de hombros mientras bebía un poco de su cerveza.

-No la condenes a algo tan horrible.- Alegó con las mejillas apenas sonrojadas, rodando los ojos mientras daba una profunda calada a su cigarrillo. -Por cierto ¿Ayer te fue tan mal como parecía? Que te hayas tomado el día hoy teniendo en cuenta como estuviste toda esta semana y ayer me pareció extraño.

El castaño suspiró con cansancio y tiró sus cabellos hacia atrás con una mano. -Me fue horrible, no pude lograr que Kyo-sensei dibujara ni una página entera, está muy deprimido y frustrado, dice que ya no quiere dibujar The kan, de hecho dijo que ni siquiera sabe si quiere seguir dibujando y que es un fracaso y todo eso, espantó a mis subordinados cuando empezó a arrojar cosas y romper las pocas páginas del manuscrito que había avanzado.

Yokozawa hizo una mueca ante sus palabras. -Los editores si que lo tienen jodido al tener que lidiar con autores así.

-Es frustrante, no sé porque de golpe decidió tirar todo de esta forma, si venía decaído desde hace meses pero no esperé que explotará así, Ijuuiin-sensei es por lejos el mangaka más complicado que he tratado nunca, pero hacía años que no tenía un brote tan malo como este.- Alegó negando con su cabeza. -Le pedí que descansara y que lo vería el lunes a primera hora en la editorial, si no logro que ni estando encerrado en la editorial trabaje, entonces tendremos que prescindir de él para la publicación de este mes, estamos demasiado atrasados y tampoco podré esperarlo mucho más, es la segunda vez que negoció con la imprenta y no voy a arriesgarme a hacerlo una tercera vez si veo que no tiene sentido.

-Espero que mañana si puedas conseguir algo. - Contestó, agradecido del trabajo que tenía, él no podría tolerar autores, si fuera editor ya habría matado a un unos cuantos mangakas y escritores.

-Awww, mi osito me da buenos deseos ¿Qué debería hacer con eso?- Bromeó divertido al ver que el estoico hombre se sonrojaba y lo insultaba por lo bajo. -Por cierto, Takafumi ¿Has pensado en lo que te dije? ¿En vivir juntos?

El agente de ventas se ahogó con el humo del cigarrillo y comenzó a toser con dificultad mientras su divertido novio le daba un par de golpes a la espalda. -¡¿Acaso quieres matarme?! ¡¿Por qué me sales con eso de la reputisima nada?

-No es exactamente de la nada, te lo pedí hace una semana y no me has dicho absolutamente nada.- Contestó apoyándose en el barandal junto al menor. -¿Lo has pensado siquiera?

-A diferencia de ciertas personas yo sí pienso las cosas antes de abrir mi boca.- Reprochó con el ceño fruncido.

-Bien, entonces lo pensaste ¿Y que decidiste? - Contestó como si el insulto anterior no tuviera nada que ver con él.

Yokozawa lo miró a la cara, incluso en la penumbra de la noche eran fáciles de distinguir las facciones de su rostro, en poco tiempo el editor cumpliría sus treinta y seis años y apenas si se notaba algún cambio en su cara ¿El desgraciado dormía en formol o qué? Era fácil para él perderse en las formas del rostro de su pareja, en la sonrisa petulante y maliciosa que siempre se cargaba disfrazándola de encanto, en su mandíbula definida, sus pómulos pálidos pero casi nunca podía enfrentar su mirada ámbar, esos ojos lo ponían nervioso, su mirada le iba a hacer contestar un imprudente "Si, me mudaré contigo." que no estaba listo para pronunciar.

-No puedo darte una respuesta en solo una semana, Zen. - Contestó con desgana, desviando su rostro para poder enfocar su mirada en la ciudad mientras se terminaba el cigarrillo, abriendo la lata de cerveza que el otro le había entregado al entrar al balcón.

-¿Por qué no? Takafumi, prácticamente ya vives aquí, solo tendrías que hablar con la inmobiliaria para finalizar tu contrato de alquiler y terminar de traer las pocas cosas que tienes en tu departamento.

-No es tan simple como eso y lo sabes.- Casi ladró dándole un trago a la cerveza. -Dijiste que no ibas a presionar con esto ¿Qué crees que estás haciendo?

-No intento presionarte, pero te conozco lo suficiente como para saber que si te dejo estar pasarán otros tres años antes de que aceptes venir a vivir aquí.- Retrucó con una sonrisa ladina.

-¡Eres imposible!- Protestó dejando caer sus hombros con resignación. -¿Quién dijo que yo iba a aguantarte otros tres años?

-¿Oh? ¿Intentas romper conmigo?- Bromeó con tono cantarín acercándose un poco más para evitar con una de sus manos que el jefe de ventas se llevara la lata a los labios una vez más y se acercó a besarlo. -¿Quien dijo que yo te iba a dejar ir tan fácil?

-¡Zen!- Se quejó en tono bajo con el ceño aún fruncido y sus mejillas sonrojadas. -Hiyori está en casa ¿Quieres dejar de hacer mierdas como esta? ¡Nos puede ver, idiota!

-Está en su cuarto con Sorata, no va a pasar nada. - Murmuró tomando sus caderas para acercarlo a él y apoyar su frente en la contraría. -Tendremos que ir a acostarnos pronto, que mañana hay trabajo, pero quiero tener un poco más de vos, Takafumi.

-¡Zen, es en serio, suéltame!- Murmuró intentando empujarlo con sus manos sobre su pecho , odiaba que el mayor pareciera tener más fuerza que él así que camio de tactica cuando el castaño se inclinó a besarlo mordió sus labios con bastante fuerza aunque sin llegar a realmente lastimarlo.

-¡Auch! '¡Takafumi!

-Te pedí que me soltaras, no es mi culpa que no entiendas en palabras.- Contestó sintiéndose satisfecho de haber ganado al menos una vez una de sus "discusiones" mientras veía al editor tocar su adolorido labio con un puchero.

-¡Onii-chan! ¡Papá!- La puerta del balcón se abrió y Yokozawa sintió que el alma se le caía al suelo, si la chica hubiera llegado apenas minutos antes podría haber visto ese "beso", iba a matar a Kirishima, no era la primera vez que por su culpa la niña casi los descubría infraganti. -Ya me voy a acostar, quería venir a darles las buenas noches. - Comentó alegremente. -Ah ¿Papá estás bien?

-Solo se mordió solo, sabes que tu padre puede ser algo torpe.- Se adelantó a contestar Yokozawa, antes de que su pareja dijera alguna de sus burradas que podían dejarlo en evidencia. -Buenas noches, Hiyo, descansa.- Se despidió de la niña que se acercó a dejar un beso en su mejilla.

-Tu también descansa, Onii-chan.- Se despidió girándose a su padre. -Dulces sueños papá, e intenta no ser tan torpe, te vas a lastimar.- Lo regañó amorosa mientras dejaba un beso en su mejilla.

-No te preocupes, Hiyo, si me lastimo, Takafumi puede ser una excelente enfermera.- Bromeó recibiendo un gruñido de parte del hombre a su costado. -Duerme bien, hija. - Se despidió viéndola salir del balcón y cerrar la puerta para luego irse a su cuarto.

-¡Eres un idiota! ¡Casi nos ve! - Chilló en voz baja el menor.

-Si bueno, estuvo cerca... ¿Y si mejor vamos al cuarto?- Propuso con una sonrisa ladina.

-Ni se te ocurra, conozco esa cara.- Contestó mientras volvía a enfocarse en tomar su cerveza.

-¡Oh! Y cuéntame...¿Qué clase de cara es, Takafumi?- Preguntó acercándose para susurrar esas palabras en su oído, soltando una baja risa al verlo casi ahogarse con la cerveza.

-¡Ay por favor! ¡Qué te jodan!

-No, no, lo estás diciendo mal. - Corrigió con un fingido tono de regaño, como si se tratara de un paciente profesor. -Es: "Jodeme, Zen, por favor"

-¿No te cansas de decir tanta imbecilidad junta? - Se quejó con las mejillas sonrojadas, volviendo a encarar a su pareja, observandolo mientras él se reía a gusto en su cara e inclinándose lo silenció con un beso. No era lo más común que el empezara ese tipo de contactos pero tampoco era como si nunca hubiera iniciado un beso con el editor antes, sin embargo pronto su treta para hacer que le callara le salió por la culata y el beso comenzó a subir lentamente de nivel.

Kirishima le había quitado la lata de las manos y ahora estaba abrazandolo sus caderas, no pudo resistirse al sentir esa hábil lengua recorriendo suavemente su paladar, frotándose contra la propia, invadiendo cada resquicio de su boca y antes de darse cuenta sus propias manos abrazaban la cintura del mayor mientras su lengua era quien empujaba la contraría, luchando por el dominio del beso, por ser él quien explorará la cavidad contraria y el calor entre ambos comenzó a aumentar.

-Espero que Hiyo ya este dormida...- Ronroneó con la respiración agitada el mayor, empujando suavemente al agente de ventas contra la puerta corrediza de vidrio que separaba el balcón de la casa, metiendo una de sus piernas entre las contrarias.

-Espera ¡Zen! ¿Qué crees que hace-ah? - Su pregunta se vió interrumpida al sentir los cálidos labios del más alto comenzar a recorrer los puntos sensibles de su cuello mientras la rodilla ajena frotaba su entrepierna.

-Ha pasado una semana, no me conformo solo con un beso.- Murmuró contra su piel, mordiendo con fuerza en la unión de su cuello y hombro, vengándose por la agresión anterior.

Ah! ¡Carajo, Zen!- Se quejó ante la mordida, tomando las muñecas de su novio al sentir que bajaba sus manos descaradamente a donde su espalda perdía su nombre. -¿Qué crees que haces? ¡Estamos en el balcón!- Protestó ejerciendo algo de fuerza para separarlo.

-¿Eso es un pedido porque te lleve al cuarto?- Consultó volviendo a morder su cuello, esta vez un poco más arriba a medio camino de su mandíbula, succionando con algo de fuerza.

-¡Maldición! ¡No dejes marcas!- Protestó alzando un poco la voz.

-Shh, Hiyo nos vas a escuchar.- Lo silenció con la malicia y la diversión decorando los tonos de su voz, zafando su mano derecha del agarre del jefe de ventas para llevarla entre sus cuerpos, acariciando el bulto que se formaba en la entrepierna del menor.

-¡Nhg~! Mierda...- Gruñó entre dientes, su cuerpo se estremecía, no podía negar que para él también había sido complicado ese tiempo de abstinencia, llevaban más de una semana sin ese tipo de acercamientos, entre el trabajo de Zen y el propio estaban ambos tan agotados continuamente que al estar solos en la privacidad de su habitación ninguno tenía la energía suficiente como para hacer nada. -¡Carajo, no aquí! - Insistió al sentir que la ágil mano ya estaba bajando el cierre de su pantalón, no había perdido tanto la cabeza como para dejar a Kirishima ir más lejos cuando estaban en un lugar como ese, alguien podría verlos.

-Eso sí que sonó a un pedido por llevarte al cuarto ¿Me extrañaste también, cierto? - Consultó metiendo su mano bajo la tela de los boxers para acariciar superficialmente la

caliente piel de la virilidad ajena.

-¡Mmhg! ¡Zen!- Juntando voluntad lo apartó de él con la suficiente fuerza, agitado y sonrojado, frunciendo el ceño al ver la diversión, la burla y el deseo escritas por toda la cara de su pareja. -¡No eres un adolescente calenturiento! ¡Cortala! - Regañó acomodándose la ropa como mejor podía para luego entrar al departamento totalmente ofuscado, sin embargo, dirigió sus pasos directamente al cuarto del mayor. -¿Vienes o no?- Preguntó antes de perderse por el pasillo.

El castaño sonrió, su osito era adorable, demasiado adorable. olvidando las latas de cerveza se apresuró a alcanzarlo, cerrando la puerta del cuarto tras ellos. Takafumi no se le escaparía esta vez.

-.-.-.-.-.-.-

Estaba destruída, había pasado todo el fin de semana ordenando sus pertenencias en la nueva casa, yendo al mercado, contactandose con la veterinaria donde había dejado a sus mascotas para informar que iría a recogerlas ese lunes cuando terminara su jornada laboral y aún tenía muchísimo por hacer. Sus vecinos resultaron ser un encanto, había logrado terminar gran parte del trabajo gracias a Hiyo-chan y Yokozawa-san, incluso habían sido tan amables que hasta le habían brindado algo de comida casera.

Aún así estaba hecha un harapo, salió del colchón que aun estaba tirado en el suelo, no había llegado a armar la cama todavía, se tomó una ducha y luego observó su armario a medio, buscó entre sus cosas hasta que se decidió por una falda tubo larga hasta por debajo de sus rodillas en color gris perla, una camisa celeste de mangas largas y un blazer blanco que se ajustaba a su figura.

Para encontrar sus zapatos tuvo que revolver entre las cajas que aún no desarmaba y finalmente escogió unos stilettos azul Francia de tacón bajo y luego se tomó su tiempo para aplicarse un maquillaje muy natural, apenas un labial claro y un delineado sutil a sus ojos junto con mascara de pestañas.

Con prisas fue a la cocina, se preparó un café instantáneo y miró la hora con preocupación, relajándose al descubrir que aún tenía tiempo. Bebió rápidamente al café tomó una fruta y luego su maletín, se fijó de tener todos sus papeles en orden y volvió a leer cuál era el área de trabajo que le correspondía.

Verificó tener su teléfono consigo y sus llaves y luego abandonó apresurada el apartamento. No sabía siquiera cuánto tardaba el transporte desde ahí hasta su nuevo trabajo y al ser su primer día estaba bastante nerviosa, quería dar una buena impresión y llegar tarde no era una opción.

El viaje fue tranquilo, se bajó en la estación correspondiente, fijándose en el GPS de su celular qué camino debía tomar, no demoró mucho en llegar al edificio que buscaba, cuando había presentado la entrevista y exámenes había ido en taxi hasta allí pero la verdad que el recorrido desde su casa no era tan complicado, no se había equivocado al elegir aquel apartamento cuando comenzó a buscar un nuevo hogar.

Con calma entró, saludó a la recepcionista y luego consultó educadamente a dónde debía dirigirse tras decirle la sección en la que trabajaría a partir de ese día. Las indicaciones fueron claras y la joven mujer se despidió deseándole suerte y asegurando que tendría un buen día.

Bien, perfecto, estaba algo perdida pero se sentía en un lugar familiar al ver a la gente alterada, agotada, corriendo de un lado a otro con papeles y cosas, nadie reparaba en ella, si quizás alguna que otra mirada, pero nada más, cuando finalmente creyó encontrar la oficina correcta entró con pasos tranquilos, viendo a un desvelado hombre trabajar en la computadora con una taza de café junto a él.

-Buenos días, disculpe que lo moleste pero este es mi primer día.- Explicó la mujer tomando un documento de su maletín para extenderlo al joven. -Estoy buscando al editor en jefe de la sección de shounen manga. - Explicó la mujer.

El chico parpadeó antes de tomar el documento y mirarlo superficialmente con una sonrisa amable en sus labios. -Oh, Shinka-san, Bienvenid a bordo, lamento que te hayan integrado en un momento tan complicado, estamos a final de ciclo.

-Lo imaginé.- Contestó divertida la mujer. -El chico que casi se desmaya al entrar al ascensor cuando yo salía fue una buena pista de ello. - Bromeó alegremente volviendo a guardar el documento que su compañero le devolvía.

-¿Tienes experiencia como editora?- Consultó sin perder el gesto amable.

-No en manga, era editora en literatura.- Explicó ella con una sonrisa. -¿Los mangakas son tan complicados como los escritores?

-Tal vez hasta un poco peores.- Admitió el hombre asintiendo con su cabeza. -Soy Hashime Kaito, bienvenida a la revista de shounen manga de Marukawa Shoten. - Dijo haciendo una leve reverencia.

-Muchas gracias, espero que cuiden de mí, daré mi mejor esfuerzo.- Contestó ella haciendo una educada reverencia. -Soy Shinka Reika ¿Dónde se encuentra el jefe? Tengo que presentarle los documentos para comenzar con la jornada. - Volvió a preguntar al ver el gran escritorio al final de los cubículos totalmente vacío.

-Ah, Kirishima-san se encuentra con un autor en estos momentos, están en la sala C al final del pasillo, sería bueno que te dirijas ahí, está ocupado pero necesitas darle tu alta para el trabajo antes que nada.

-De acuerdo, muchas gracias, Hashime-san. - Se despidió educadamente para luego ir en busca de su jefe y así saber qué funciones desenpeñaría ese día, si estaban a final de ciclo ya sabía ella que ese sería un día muy duro.

Caminó por el largo pasillo esquivando a los ocupados trabajadores, mirando atenta los carteles hasta que llegó a la sala C y cuando estaba por tocar a la puerta escuchó un aterrador grito y el ruido de cosas siendo arrojadas. Asustada y preocupada abrió la puerta de golpe.

-¿Qué ocurre? ¿Están bien? - Preguntó encontrándose a dos editores junto a un hombre desaliñado, con una barba de varios días, el cabello revuelto y largo cubriendo su rostro, ropa totalmente desacomodada, tenía el aspecto de alguien que llevaba varios días sin bañarse o cambiarse siquiera, sin necesidad de verlo adivinaba que ni siquiera había dormido su rostro debía mostrar marcadas ojeras y no le sorprendió ver que varios implementos de dibujo estaban en el suelo y la mesa junto a algunas arrugadas hojas alrededor de él que ella suponía era un mangaka.

-Tranquilizate, Kyo-sensei, estás asustando a la gente.- Reprocho la voz masculina y cansada del castaño que estaba dándole la espalda para cuando él se giró ella sintió que quería esconderse debajo de una piedra, que la tierra se abriera bajo ella y se la tragara. -¿Shinka-san?

-Eh...- Balbuceó congelada con el pomo de la puerta en la mano. ¿Por qué tenía esa mala suerte? ¡No podía ser! ¡¿Su vecino era su jefe?! ¡Y ella había estado bromeando en su mesa diciendo que esperaba no tener a otro dolor en el trasero como capataz hacía solo un día atrás! ¡Mierda! Encima había interrumpido una importante situación. -Ah, yo... . Murmuró antes de carraspear y armarse de valor ante los tres pares de ojos que la miraban, porque incluso el autor parecía haber reparado en ella. -Disculpen la interrupción.- Dijo haciendo una leve reverencia mientras sacaba su documentos para luego caminar un par de pasos, cerrando la puerta tras ella y entregarle las hojas a su superior. -Kirishima-san, estaba buscandolo para entregarle esto, debía estar usted enterado de que hoy me integraba a su equipo de trabajo en Japun, soy su nueva editora, Shinka Reika, es un placer.- Se presentó intentado verse lo más confiada y tranquila posible, haciendo una segunda reverencia.

-¡Rayos! ¡Había olvidado que hoy llegaba un nuevo empleado!- Murmuró Kirishima, mirando la hoja en su mano por unos momentos antes de hacerle un gesto a la chica para alejarse al otro extremo de la habitación, dejando a su subordinado intentando levantarle los ánimos al mangaka. que parecía estarlo ignorando, con sus codos apoyados en la mesa mientras sostenía su cabeza baja con sus manos. -Bueno Shinka-san, que loca que es la vida, no me hubiera imaginado que hablaba de trabajar en aquí cuando mencionó lo de su oferta laborar el sábado en la noche.- Bromeó el castaño con una sonrisa.

-Ah, bueno, yo tampoco me imaginaba que lo tendría a usted de jefe.- Comentó algo nerviosa la chica.

-Espero no ser un dolor en el trasero.- Contestó el hombre soltando una carcajada al ver a la mujer sonrojarse y cubrir su rostro con una mano por la vergüenza.

-¡Ay, Dios! ¡En serio lamento eso, Kirishima-san!

-Tranquila, tranquila, no sabías que yo iba a ser tu jefe.- Dijo divertido, volviendo a leer el documento con interés. -Ah, vienes de otra editorial entonces no eres novata.

-No, si lo soy.- Lo corrigió ella señalando una frase en la hoja. -Era editora de literatura, no tengo experiencia con mangas.- Explicó ella. -Veo que llego a final de ciclo y que están muy atareados... ¿Quién es él?- Preguntó intentando no ser muy indiscreta pero entonces el grito de "¡Déjame en paz, imbécil!" Resonó en toda la estancia, claramente el autor no estaba de humor.

Entonces el gesto amable y alegre de su jefe y vecino cambio por uno serio y preocupado mientras miraba por sobre su hombro al mangaka gritandole a su subordinado. -Es Ijuuin Kyo-sensei, nuestro mangaka estrella ¿Conoces de The kan? Él es el autor pero está pasando por un mal momento y se resiste a dibujar, pensé que al traerlo aquí podríamos llegar a algo pero solo ha tirado cosas, y gritando cada vez que avanza con un dibujo.

¿Ese era Ijuuin Kyo-sensei? Ella admiraba mucho sus trabajos, era su mangaka favorito nunca lo había imaginado como alguién tan demacrado pero ya había trabajado antes con autores que de cara al público parecían la cosa más amable, hermosa e idílica de la vida pero ella los había visto al borde del desmayo por agotamiento y con un humor de perros que asustaría al diablo. -Oh, ya veo entonces ¿No han conseguido animarlo?

-No, ya intentamos de todo, parece que este mes no habrá The kan, tendremos que posponer la publicación, no se puede trabajar con Ijuuin-sensei en este estado.

-¿Cuando se vence el plazo? - Preguntó ella curiosa.

-En cinco días desde hoy, es la segunda prórroga y él apenas a avanzado poco más de la mitad y con mucha dificultad. - Contestó seriamente el editor.

-¿Cree que él lo lograría si lo animan?

-Si, ya lo ha hecho antes pero veo imposible que nadie pueda convencerlo de nada ahora mismo, no sé qué fue lo que lo desmotivó tanto pero no había estado tan mal en seis años.- Alegó serio y preocupado, masajeando el puente de su nariz con dos dedos mientras se inclinaba a un costado de la mesa para firmar la forma de alta de trabajo de su nueva subordinada.

-Bueno... ¿Le molestaría si lo intento?- Preguntó no muy segura, era su primer día, pero ya había tenido que lidiar antes con un escritor depresivo a quien nadie quería tener a cargo por sus crisis y altibajos, si había podido con él, quizás también podría ayudar ahora.

Kirishima lo dudo, se giró a ver al mangaka y luego volvió sus ojos a los verdes de la mujer. -Bueno, perdido por perdido ¿Qué daño puede hacer? Adelante, a ver que tienes.- Comentó en tono casi desafiante, era inusual que alguien en su primer día se ofreciera a animar a un autor en la condiciones que estaba Ijuuin, los novatos solían asustarse bastante cuando se veían en situaciones así pero ella pedía voluntariamente colaborar, al menos era una mujer con iniciativa, si era lo mitad de buena de lo que era su impronta entonces parecía que se había sumado otro eficiente editor a su equipo.

La joven sonrió y se acercó con andar tranquilo, escuchando sus tacones repiquetear contra el suelo de la sala y tomando una silla la acercó al autor para sentarse a su lado. -Buenos días, Ijuuin-sensei.

El hombre apenas ladeó el rostro para verla, meciendo sus mechones de cabello obscuro que tapaban su rostro. -Hmp.. - Fue todo lo que dijo, pero ella sonrió amablemente, no dispuesta a rendirse tan rápido.

-Soy Shinka Reika, nueva editora en la revista Japun, estoy encantada de conocerlo.- Continuó ella con tranquilidad, inclinando un poco su cabeza a modo de saludo. - Puedo preguntar ¿Cuánto tiempo lleva sin dormir, sensei? - Los dos editores en la sala tenían la mirada clavada en ella, y sabía que su jefe estaba analizandola, eso la ponía nerviosa pero aun así mantuvo un tono amable y seguro.

Ijuuin frunció más el ceño tirando su cabello hacia atrás con una mano mientras miraba con enfado a la novata. -Cuatro días ¿Y eso qué te importa?

-Bueno, es difícil trabajar cuando se lleva mucho tiempo sin dormir.- Contestó ella con simplicidad, encogiéndose de hombros. -No tiene buen aspecto, solo estaba preocupada. - Continuó con calma.

-¿Crees que no sé lo que intentas? ¿Eres estúpida o me crees estúpido a mi?- Cuestionó agresivamente.

Ella sintió un tic en su ceja ante las palabras pero mantuvo la sonrisa. -Ninguna de las dos, y si, intento animarlo ¿Qué tiene ese de malo? Sería bastante malo para todos que usted no continuara con su trabajo y haya que posponer la salida de su manga ¿No cree?

-¡A nadie le importa! ¡Nadie está esperando esta porquería de manga! - Respondió levantándose de su asiento y golpeando con fuerza la mesa ante él con ambas manos. -¡No tiene sentido! Debería solo retirarme y al carajo con todo esto.

El otro editor, más joven, ella calculaba que ese chico era más joven que ella se había sobresaltado y retrocedido tres pasos ante el exabrupto del autor, sin embargo ella negó con su cabeza suavemente sin moverse de su lugar, tomó su maletín y rebuscó algo en él ante la mirada curiosa de Kirishima y la molesta de Ijuuin. -Ah, ¡Aquí está!- Dijo alegremente. -Ijuuin-sensei ¿Me permite su mano derecha? - Pidió ella con calma.

El hombre estaba muy confundido ¿Qué clase de estupidez pedía esa mujer? Sin estar muy seguro estiró su mano con fastidio y se sorprendió al recibir una pequeña bola de silicona rellena de slime, era una pelota anti-estres. -¡¿Pero qué carajos?!

-¡Para que se calme!- Contestó ella alzando un poco su voz. -Siente sensei, por favor, somos adultos civilizados en el trabajo creo que podemos hablar ¿Cierto?- Contestó ella con tono nuevamente dulcificado.

El Magaka la miró confundido y luego comenzó a reírse débilmente mientras volvía a su asiento apretando la pelota anti-estres en su mano. -Tiene métodos extraños.- Comentó el hombre con una ceja arqueada.

-Si, si, no es el primer autor que me lo dice.- Contestó ella con alegría. - Al menos lo hice reír, es un avance ¿No cree? - Comentó ella tranquilamente y cuando vio que el sujeto estaba un poco más compuesto continuo. -Usted se desestima mucho, su manga es muy bueno, por algo es la estrella de la revista ¿No cree?- Contestó ella con una sonrisa suave.

-¿Siquiera lo has leido?- Contestó nuevamente con fastidio.

-Si, desde que tenía diecisiete años y salió el primer tomo.- Contestó la mujer ganándose una mirada sorprendida de los tres presentes asique soltó una risita relajada. -Soy una de sus fans, Ijuuin-sensei, y déjeme decirle que mi mejor amiga y mi ahijado de solo cuatro años también es un gran fan, claro él no sabe leer pero mi amiga le lee sus mangas como si fueran cuentos para dormir y a él le encantan. - Continuó con tranquilidad. -Si usted decide abandonar, eso sería una decepción también para mi ahijado y no puedo permitir eso, puede que no lo note, pero usted tiene muchos fans muy fieles Ijuuin-sensei.

-¿Lo dices en serio? ¿Cómo podrías afirmar eso? Si abandono encontrar algo más que leer. - Contestó más deprimido que enojado.

Ijuuin estaba resultando un hueso duro de roer, no le sorprendía que todos ya dieran por perdido el intento de levantarle la moral a ese sujeto y solo suspender la publicación por tiempo indeterminado. -Bueno, no puedo afirmarlo por todos pero puedo afirmarlo por mi y por mi mejor amiga, tendría que aguantarla llamandome desde Sapporo en un ataque de histeria porque The kan se pospuso.- Bromeó soltando una risa relajada que le robó una leve sonrisa al autor. -Además creo que esta olvidando algo importante... Ijuuin-sensei, hágame un favor, cierre los ojos y piense ¿Cuando empezó a dibujar The kan, alguna vez imaginó que llegaría hasta donde está? No me conteste solo pienselo para usted mismo.- Pidió viendo que el hombre soltaba un largo suspiro y cerraba sus ojos. -¿Aún recuerda qué sintió cuando su primer manga se volvió un éxito?

Kirishima estaba impresionado, la mujer estaba logrando que Ijuuin cooperará era muchísimo más de lo que ellos habían logrado desde hacía casi dos semanas, tener al mangaka tranquilo en lugar de gritando y arrojando cosas era sorprendente, se sentía honestamente admirado.

Ijuuin por su parte comenzó a concentrarse en lo que la nueva editora le pedía y una leve sonrisa se mostró en sus labios. -Si, aun lo recuerdo.

-Dígame, sensei, ese joven recién publicado ¿Qué le diría en este momento en que habiendo llegado tan lejos quiere tirar por la borda todos sus esfuerzos? - Preguntó la joven viendo el rostro del autor torcerse de amargura. -Bueno, usted mismo es su más dura crítica.- Comentó luego de unos minutos. -Hágase un favor, no comenta algo de lo que puede arrepentirse, todos puede tener altibajos pero no se traicione a usted mismo renunciando a todo solo por los problemas que puede tener en este momento, vuelva a pensar como el joven que fue y busque en las cosas que lo inspiraron entonces para inspirarse ahora para seguir cumpliendo sueños. - Le pidió alegremente. -Yo estoy esperando ansiosa su manga, me ayudó mucho en malos momentos de mi vida y como yo debe haber mucha gente, asique no se decepcione y no nos decepcione a nosotros.

Ijuuin se quedó callado y luego de unos largos minutos de incómodo silencio dejó la pelota anti-estres sobre la mesa, tiró su cabello hacia atrás con su mano y se giró a mirar a la editora. - Tienes razón, gracias.

-Cuando quiera, Ijuuin-sensei.- Contestó ella con una sonrisa dulce. -De lo mejor de usted, aun cuando no se encuentra del todo bien y será recompensado ¿No lo cree así? Todos tenemos que esforzarnos aunque las cosas no nos salgan bien, yo confió en usted.

-Tu nombre..- Pidió luego de unos segundos sonriéndole levemente. -¿Cómo era tu nombre?

-Shinka Reika. - Se presentó estirado su mano a él.

El sujeto sonrió y estiró también su mano estrechándose en un saludo. -Ijuuin Kyo, un gusto poder trabajar contigo.

-Igualmente, Ijuuin-sensei.- Contestó ella con alegría. -Quédese con la pelota anti-estres, la necesitará más que yo.- Bromeó arrancándole una arrastrada carcajada al mangaka que volvió a tomar sus instrumentos regados por la mesa y el suelo para luego ponerse a trabajar.

La mujer se levantó suavemente de la silla y se acercó a su jefe que la miraba serio y al otro editor que parecía estar atónito. -Bueno ¿En qué más puedo ayudar, Kirishima-san? ¿Cuáles serán mis funciones?- Consultó con tranquilidad

Kirishima estaba impresionado por decir lo menos, había dado todo por perdido pero Ijuuin estaba dibujando completamente concentrado y su nueva subordinada le preguntaba por su trabajo, evaluó las cosas y sonrió ladino. -Bueno, te quedarás asistiendo a Ijuuin-sensei.- Decidió y señaló al joven editor a su lado. -Él es Yamada Shunsuke, el editor de Ijuuin en este momento, él te guiará en el trabajo, llamaremos a los asistentes de Ijuuin, espero que ustedes puedan trabajar bien juntos y logren que tenga listo el manuscrito en para el viernes. Ahora tengo otros asuntos que atender pero volveré más tarde para ver como siguen. Buen trabajo, Shinka-san.

Algo sonrojada por el alago pero sonriendo satisfecha consigo misma la mujer hizo una reverencia ante ambos hombres. -Me esforzaré, muchas gracias, estoy dispuesta a aprender de su gía, Yamada-san. - Pronunció educadamente y pronto se vió nuevamente sentada junto al mangaka y su nuevo "supervisor" que le iba mostrando la parte terminada del manuscrito y comenzaba a explicarle la forma en que se hacían los fondos y cuál sería su trabajo.

Ijuuin miró curioso a la mujer que acaba de devolverle la motivación mientras continuaba dibujando, viendo como ella se disponía a hacer todo lo que su editor le explicaba y alcanzó a escuchar vagamente la puerta cerrándose tras la partida de Kirishima.

solo una hora y media después unos cinco ayudantes entraban al salón y entre todos continuaron con el trabajo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Kirishima había tenido una mañana complicada, casi dantesca, primero sus discusiones con Ijuuin que no habían llegado a ningún lado y luego una seguidilla de reuniones, supervisar manuscritos, y negociaciones con la imprenta que lo habían dejado abatido.

Acaba de regresar a su oficina y ya pasaban de la una de la tarde, frotó sus ojos mientras iniciaba su computadora para revisar los planes de ventas de sus subordinados para los manuscritos de otros autores y en eso estaba cuando escuchó su celular sonar con el tono que usaba para el whatsapp.

Tomó el parto con desgana pero sonrió al ver que la notificación rezaba el nombre de "osito gruñon", con una sonrisa en sus labios abrió el mensaje.

"¿Estás libre para almorzar? Acabo de llegar de mi ronda, estaré en el comedor de planta baja, ven si quieres." Takafumi era tan adorable cuando intentaba tener un lindo gesto y lo disfrazaba de fastidio, se permitió recordar la apasionada noche que habían tenido, su cuerpo todavía estaba algo acalambrado por el esfuerzo, ya no era tan joven pero bueno, por eso hay quien dice que el buen sexo es como el ejercicio, si no duele después de hacerlo no sirve.

"Ahora bajo, terminó de leer un informe y voy, además tengo mi bentou hecho por mi hermoso oso gruñón, sería un desperdicio si no fuera a comerlo con él." Contestó el mensaje, sabiendo que no iban a responderle y si Yokozawa decidia contestarle solo lo insultaría. Volvió a fijar su vista en el pna de ventas y lo leyó rápidamente como para tener una idea vaga del tema y así poder ir a almorzar con su novio.

No fueron ni diez minutos los que demoró en llegar al comedor y encontrar la ancha espalda enfundada en el elegante traje de su novio, con pasos tranquilos se acercó a él, situándose a su espalda para luego inclinarse y hablar contra su oído. -¿Me esperabas, Takafumi?

-¡Kirishima-san! ¡No haga eso! - Protestó sobresaltado, casi ahogándose con la comida mientras se giraba a mirarlo gritándole con los ojos "¡Estamos en el trabajo, imbecil! ¡compórtate!"

-Ay, que sensible.- Se burló sentándose entonces frente a él con su bentou.

-¡Deje de comportarse como un niño! ¿Quería darme un infarto o qué?- Protestó ignorando como podía las miradas y las risitas de las mujeres que estaban sentadas a un par de mesas de distancia, sabía que toda la editorial conocía que él y Kirishima eran buenos amigos, él desgraciado de su novio se había encargado de volverlos la comidilla de muchos con sus estupideces, como sus acercamientos furtivos y mandarle fotos de él a medio mundo en situaciones vergonzosas. Aun recordaba la vez que le envió a media editorial la foto suya con el delantal de Hiyo, o con sorata durmiendo sobre él, por su culpa había perdido el respeto de la gente que antes le temía por ser el Oso salvaje de Marukawa, ¡hasta Henmi había visto esas fotos! Su propio subordinado ahora ya no andaba como hamnster al borde del infarto alrededor de él y empezaba a tener más confianza para tratarlo. ¡Maldito Kirishima!

-No te quejes, no hice nada tan grave ¿O es que quieres otra cosa?- Bromeó para luego reírse a carcajadas ante la mirada asesina de su pareja, haciendo una leve mueca al notar el cuello de la camisa de su novio un poco subido al igual que los bordes del traje, tapando la marca visible que le había dejado el día anterior en la base del cuello. -Ey ¡Eso no es justo!

-La vida no es justa, idiota.- Contestó intentado simular indiferencia, comiendo su comida con calma.

-Oh, y yo que me esforcé para ¡Auch!- Se quejó al sentir la patada bajo la mesa acompañada de la mirada amenazante de su pareja que le advertía sobre no decir cosas innecesarias en el trabajo. -Bien, bien, entendí, no seas malo conmigo.- Pidió mientras se disponía a almorzar.

-¿Cómo va todo con Ijuuin-sensei? ¿Lograste algo?- Consultó cambiando rotundamente de tema.

-Ah, ahora que lo dices ¡¿A que no adivinas quien vino a salvar mi hermoso trasero el día de hoy?!- Comentó con alegría.

Yokozawa frunció el ceño ¿Y ahora de qué hablaba ese idiota? -¿Perdón?

-Yo no conseguí nada con Ijuuin-sensei, pero llegó alguien como ángel caído del cielo para salvarme de la situación y consiguió poner a trabajar a mi voluble mangaka ¡Adivina quien fue!

-¡Y yo qué sé! ¿Alguna pista?- Pidió entre fastidiado y confundido por la emoción en el rostro de su pareja.

-Si te doy pistas no sería justo.

-¡No tengo idea de quién me hablas, Kirishima-san! ¡Dejá de actuar como niño!

-Le quitas lo divertido a todo, Yokozawa. - Contestó resignado, pero aun risueño. -Shinka-san.- Dijo finalmente haciendo que el agente de ventas casi se ahogara con la bebida.

-¿Qué? ¿Qué tiene que ver ella?- Preguntó carraspeando e intentado disimular su pequeño casi accidente.

-Resulta que Shinka-san es mi nueva subordinada ¡Que chico es el mundo! ¿No te parece?- Comentó alegremente. -LLegó esta mañana como la salvación, fue increíble, estoy muy sorprendido de que haya podido dominar así a Ijuuin, no tiene experiencia como editora de manga, pero fue editora de literatura, tiene que haber lidiado con autores así antes porque estuvo muy calmada, claramente no es la primera vez que trata con alguien con el carácter tan fuerte de Ijuuin-sensei, ella consiguió volver a inspirarlo y ahora estar arriba en la sala C trabajando en el manuscrito, salvó mi hermoso trasero. - Alegó alegremente. -Se ve que es una mujer bastante capaz.

Yokozawa lo escuchaba con un amargo sabor en la boca, de pronto había perdido el apetito ¿Qué hacía esa mujer en la editorial? ¡¿Por qué tenía que trabajar para Kirishima?! Si, sabía que todo no era más que una coincidencia, dudaba mucho que se tratara de una loca como la ex compañera de la universidad de Kirishima que había planeado todo para trabajar con él y así tener una oportunidad de conquistarlo, pero nunca se sabía ¿Y si Shinka Reika era una acosadora? Es que era demasiadas coincidencias ¡Primero se mudaba al departamento de enfrente y luego trabajaba para Zen! ¿Qué carajos significaba eso? Encima el estupido del castaño se llenaba la boca con halagos para ella, de pronto se sentía enfermo.

-Oye ¿Crees que es buena idea dejarla sola con Ijuuin-sensei? Sí no tiene experiencia editando manga debe estar muy perdida.- Comentó intentado disimular en algo su desagrado, fingiendo normalidad.

-En cuanto termine de revisar los planes de venta que tengo pendientes iré a ver como están, Yamada-san está con ella asique dudo que haya algún problema, todavía no me han llamado asique es buena señal, parece una mujer bastante capaz.- Contestó con una sonrisa.

-Ah, bien, como digas, vos sabras.

-¡Ey! ¿Y ahora que dije?- Preguntó arqueando una ceja. -¿Qué te ocurre?

-Nada, de todos modos hoy saldrás tarde ¿verdad? - Preguntó volviendo a desviar el tema, estaba enfadandose y sabía que era una soberana estupidez el motivo de su enojo, sus celos eran infundados y lo sabía, pero es que le daba mucha mala espina esa mujer.

-Si, tendré que quedarme hasta tarde con Ijuuin-sensei para supervisar el manuscrito, no tenemos tiempo para revisión final asique habrá que ir haciendo todas las correcciones sobre la marcha, tiene que estar perfecto para el viernes. - Explicó con cierto desgano.

-Bien, avisale a tu madre entonces que vaya a ver a Hiyo, yo iré a mi casa esta noche. - Contestó terminando de comer para luego guardar como correspondía el recipiente en que había llevado su bentou.

-Ey ¿No irás a casa?- Preguntó sorprendido.

-Estoy en tu casa desde el jueves, iré a mi departamento esta noche.- Insistió con el ceño fruncido, necesitaba algo de espacio para calmarse, además si quería debilitar un poco los argumentos de Kirishima sobre "casi vivir juntos" necesitaba algo de espacio entre ellos.

-¿Es en serio? ¿Justo hoy? Estaré en el infierno esta semana, sería bueno que pudieras quedarte con Hiyo mientras yo termino con todo esto.- Alegó el castaño rascando un poco su nuca, llamar a su madre siempre era una buena opción, sabía que ella cuidaría excelentemente de su hija, pero Yokozawa era otra cosa, no solo cuidaría de su nena, sino que al llegar lo tendría esperandolo en el living de la casa o en su defecto durmiendo en la cama que compartían, eso era un gran extra.

-Necesito volver a mi departamento, Kirishima-san, si tu madre no puede cuidar a Hiyo entonces iré pero tengo que volver a casa esta noche.- Alegó levantándose de su asiento. -Tengo que volver, mi hora de almuerzo casi termina.

-Oh, bueno... te veré otro descanso, ven a verme antes de irte. - Pidió con cierta decepción.

-De acuerdo.- Aceptó asintiendo con su cabeza antes de abandonar la cafetería y dirigirse a su oficina, aún tenía mucho que hacer y no podía estar sintiendo mal por ese gesto decepcionado del editor, ¡Joder! ¡Se supone que estaba molesto no podía dejarse manipular tan rápido!

Con desgano se sentó en su escritorio para revisar informes y hacer las planillas de ventas con la información que había recolectado en sus rondas de ese día, tenía muchos informes que hacer en realidad pero siendo honesto no podía concentrarse.

No sabía porque esa mujer le hacía sentir tan inseguro, tan molesto, no había ocurrido realmente nada pero que Kirishima hablara de ella con ese dejo de admiración durante el almuerzo le había arruinado el humor, y aparentemente eso era evidente porque nadie se le acercaba. Lo agradecia, al parecer aún no había perdido del todo el respeto de sus subordinados.

Quizás irse a su casa ese día no era la mejor de las ideas, Kirishima estaba tapado de trabajo y contaba con él para cuidar a Hiyori, eso iba un poco más allá que solo encapricharse con tener algo de espacio, no podían dejar a la chica sola.

Respiró profundo antes de soltar un casado suspiro ¿Desde cuando su vida parecía girar en torno a los Kirishima? Ah, si, ya se acordaba... ¡Carajo!

-.-.-.-.-.-

Al final había terminado por ni siquiera ir a despedirse de su novio como lo había prometido, al momento de retirarse no se dio tiempo a dudar, sabía que si veía al castaño a la cara con su gesto cansado tras un poco de insistencia iba a ceder y no podía permitirse eso.

LLevaba ya una hora dando vueltas por su casa, había limpiado un poco, aunque tampoco había demasiado que limpiar, apenas si tenía muebles, el único adorno en su casa era la foto que tenía en la mesa de luz de su habitación donde se podía ver a él, Kirishima y Hiyo en las primeras vacaciones que tomaron juntos en la playa hacía dos años y poco más. Todo se sentía frío y solitario, sin siquiera la compañía de Sorata no se sentía cómodo en su apartamento.

-¡Maldición! ¿Cómo llegué a esto? ¿Cómo es posible que no sienta mi propia casa como mi hogar?- Se quejó dejándose caer en el sofá, recostandose a desgana y apoyando su antebrazo derecho sobre sus ojos.

Sabía las respuestas a esas preguntas, pero odiaba tener que darle la razón a su pareja. Su hogar era con Zen y Hiyori, su apartamento solo era un espacio vacío que nada significaba para él, es más el lugar era tan impersonal que parecía más bien que nadie habitaba ahí, que era uno de esos pisos de exhibición a la espera de un comprador.

Se preguntó mientras cerraba sus ojos ¿Por qué le costaba tanto aceptar la propuesta de su pareja de vivir juntos? y la respuesta fue aterradoramente clara.

Tenía miedo.

Miedo a que las cosas siguieran creciendo, a que su amor por el editor aumentará, a que Hiyo se volviera cada vez más como su hija, a que la felicidad se duplicará y que luego todo se fuera estrepitosamente al caño.

Conocía ya el dolor de un corazón roto, su primera amor fue una montaña rusa de tristezas, Masamune nunca había tenido la intención de lastimarlo pero por algo existe el dicho de que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, todo había terminado tan mal que había quedado devastado, se sentía usado, incomprendido, dolido, que todos los esfuerzos que había hecho durante años para mantener bien a su mejor amigo habían sido desechados como si no valieran nada, toda su historia con Takano había sido dolorosa en aquel entonces y había terminado siendo aún peor, sin embargo nunca había llegado a tener una relación tan profunda como la que tenía con Kirishima.

Eso era lo aterrador.

Si había sufrido tanto por algo tan superficial si lo comparaba con su relación actual ¿Cómo quedaría si las cosas con Zen continuaba creciendo para luego simplemente terminar?

-Mientras más grande es el imperio, más dura es la caída.- Murmuró en voz alta con ironía. Se sentía en una bifurcada con dos caminos sin salida, ninguno era mejor que el otro. No estaba dispuesto a renunciar a lo que tenía, a la felicidad que sentía cada día frente a esa familia extraña que formaba con los Kirishima pero le aterraba que de esta seguir creciendo cuando las cosas llegaran a su fin de él no quedará nada más que un montón de trozos imposibles de rejuntar, tan roto que nadie podría repararlo y por el otro lado si decidía terminar todo ahora por el bien de su corazón a futuro aun así sufriría lo indecible, no se imaginaba volviendo a vivir en ese cubículo frío en el que estaba en ese momento, sin las insufribles e infantiles peleas de Zen, sin la alegría y la dulzura de Hiyori.

Podían decir que era un cobarde, pero todo ser humano que se precie de serlo con sus instintos de supervivencia activados intenta resguardar sus sentimientos de heridas irreparables.

Además también otras preocupaciones, suponiendo que se mudara con Kirishima ¿Qué iba a decirle a sus padres? ¿Qué le dirían a los padres de Kirishima? ¿Cómo se lo explicarían a Hiyori? ¿Qué pensaría el mundo? ¿Qué dirían en su trabajo si cambiaba su dirección de contacto y alguien notaba que coincidía con la del editor en jefe de Japun? ¿Había Zen pensado en eso siquiera? Mudarse juntos era declarar abiertamente que eran pareja, era tener que presentar a sus padres y decirle la verdad a Hiyori, era formalizar. Quizás si Zen no tuviera una hija entonces podrían disfrasarlo simplemente como una cuestión de comodidad económica, pero con Hiyori en la ecuación era más complicado, nadie vería bien que dos hombres de su edad vivieran juntos con una niña de trece años.

-Quizás solo estoy haciendo una tormenta de un charco. - Susurró intentando calmar sus pensamientos pero simplemente no pudo.

Otro tema importante, siempre se había cuestionado qué ocurriría con él cuando una mujer apareciera en el cuadro y Shinka-san se veía para él como una amenaza. Si era un año menor que él, pero era atractiva, le agradaba mucho a Hiyori, nunca había visto a Hiyo así de cómoda con una mujer alrededor de su padre, Kirishima parecía en cierta medida interesado en ella.

Bueno quizás eso último fueran solo sus inseguridades hablando, pero aun así ¿Qué iba a hacer? Tenía que tomar una decisión y podía sentir que su parte egoísta le reclamaba, exigiendo que tomará al maldito toro por los cuernos y que afrotara la realidad, él no podía ni quería vivir sin sus castaños, no podría ceder su puesto y poniéndose un poco fatalista admitía que aquella colorada podía poner su mundo de cabeza si así lo quisiera.

¿Qué haría si Shinka hiciera una jugada para intentar conquistar a Zen?

-¡¿Quién mierda se cree esa zorra?!- Gritó a viva voz sentándose de golpe al haberse imaginado a la mujer intentado seducir al castaño, todo él había reaccionado inconscientemente ante esa horrible imagen mental. -¡CARAJO! - Gritó arrojando uno de los cojines lejos de él. -Se acabó, me voy a dormir.

-.-.-.-.-.-

Eran las dos de la mañana y Shina salía arrastrando los pies junto a Kirishima y el resto de ayudantes de mangaka, Yamada y el propio Ijuuin-sensei. Se despidieron en la entrada del edificio donde esperaban dos taxis y Zen se giró con gesto agotado a su nueva subordinada. -Vamos, te llevo a casa.- Propuso con una débil sonrisa. -Vivimos en el mismo edificio, y yo tengo auto, no soy tan desalmado como para dejarte ir sola en taxi.

-Gracias Kirishima-san.- Contestó devolviendo el gesto amable. -¿En qué se irá Ijuuin-sensei? - Preguntó girándose a ver al devastado mangaka.

-Tengo auto, me iré ya, los veré mañana, Kirishima-san, Shinka-san.

-A las diez de la mañana te espero Ijuuin-sensei, no llegue tarde.- Pidió el editor en jefe.

-Cuídese Ijuuin-sensei, maneje con cuidado, está demasiado cansado no quisiera que le ocurriera nada en su camino a casa.- Se despidió la mujer recibiendo un asentimiento y una leve sonrisa y luego siguió a su jefe hasta el único auto que quedaba en la plaza de estacionamiento y se subió una vez que él destrabó las puertas, poniéndose el cinturón de seguridad y cerrando sus ojos agotada. -Si mañana no voy a trabajar, cuando regrese por favor verifique si morí en mi apartamento o no. - Pidió soltando una risa divertida.

-¿Cansada? ¡Pero si es tu primer día! - Se burló el hombre mientras arrancaba el motor.

-¡Exactamente! ¿Quién trabaja hasta las dos de la mañana en su primer día después de una mudanza de un fin de semana? Nadie, solo el pobre idiota que decidió dedicarse a ser editor.- Contestó ella masajeando su sien con una mano soltando una risa floja. -Perdone, estoy cansada, se me escapa el humor de mierda.

Kirishima comenzó a reírse mientra fijaba su atención en el camino. -Tranquila, tranquila, es entendible, tienes una boca atrevida y pensar que creí que eras una dulce dama.

La editora comenzó a reírse un poco más fuerte y negó con su cabeza. -Sé comportarme como dama, pero no lo soy realmente.- Alegó encogiéndose de hombros. -Tendré que llamar mañana a la veterinaria, al final no pude ir a buscar a mis gatos hoy.- Dijo pensado en voz alta.

-¿Tienes gatos? - Consultó más que nada para mantener la charla y no dormirse al volante.

-Si, dos, los dejé en una veterinaria donde los cuidan cuando la gente se va de vacaciones, es una especie de guardería, no quería que estuvieran dando vueltas mientras arreglaba el departamento, hacen mucho desastre, pensé que hoy podría ir a buscarlos ahora que casi terminó con mi traslado pero bueno, usted sabe cómo fue mi dia.

-Mañana estaremos igual pero puedes retirarte en la tarde para ir a buscarlos y luego regresas.

-Si, esa... esa es una buena idea.- Murmuró dando un fuerte bostezo.

-Ey, no te duermas, no voy a cargarte hasta tu apartamento.- Bromeó Kirishima haciendo que la joven lo mirara sorprendida antes de negar con su cabeza y reír.

-Por dios, que bizarro, no gracias, paso.- Alegó negando con su cabeza.

-No sé si debería sentirme ofendido con eso.- Comentó el castaño curioso, en realidad no se esperaba esa respuesta, no estaba coqueteando pero estaba cansado y no estaba prestando atención a sus palabras, estuvo a punto de retractarse por su broma fuera de lugar, por un momento había olvidado que tenía a una subordinada en el asiento de copiloto y se había imaginad a Takafumi durmiendo a su lado y lo divertido que sería cargarlo al estilo nupcial por medio edificio para llevarlo a su casa, sin embargo cuando la chica lo rechazó tan desagradada no estaba seguro de si debía sentirse insultado o no, sabía que era un hombre atractivo, era raro que lo rechazaran así.

-No, por favor, no tiene porque sentirse ofendido, simplemente no es mi gusto.- Contestó ella con simpleza y luego lo pensó por unos segundos. - Digamos que para ser mi tipo tiene una cosa que sobra y hay dos cosas que le faltan.- Comentó ella con una sonrisa ladina.

-¿Perdona?- Preguntó girando apenas el rostro para verla y al notar la mirada divertida su cansado cerebro hizo conección. -¡AH!... ¡Oh!... Claro.. entiendo.

-¿Le incomoda?- Preguntó ahora comenzando a pensar que quizás no debió haber dicho eso.

-¿Qué te gusten las mujeres? ¡Por supuesto que no, Shinka-san! Solo me sorprendió. - Alegó divertido el hombre. -No tengo esa clase de prejuicios.

-Me alegra saberlo.

Tras llegar al edificio, ambos bajaron del auto y subieron juntos en el ascensor rumbo a su piso y una vez en el pasillo se despidieron cansadamente.

-Buenas Noches, Kirishima-san, descanse.

-Igualmente Shinka-san, por cierto, mañana si quieres podemos ir juntos al trabajo. - Propuso él con gesto amable. -Trabajamos en el mismo lugar a la misma hora, no me molestaria llevarte.

-¡Oh! ¡Claro! Gracias, eso sería de ayuda, bueno, Kirishima-san, lo veré mañana, puede tocarme la puerta cuando esté listo para irnos.

-De acuerdo, hasta mañana. - Y tras la despedida cada uno entró a su respectivo hogar, Kirishima tomó su teléfono y escribió un rápido mensaje antes de ir a morir por un par e horas a su cama.

"Acabo de llegar a casa, Takafumi, te veré mañana. Buenas noches." Caminó hasta su habitación y vestido como estaba se desplomó sobre el colchón, acariciando el lado izquierdo donde le faltaba la presencia de su pareja cuando el ruido de su celular lo despertó un poco, lo tomó con languidez para ver el mensaje que le robó una sonrisa pero antes de poder contestar, la inconsciencia se apoderó de él.

"¡Son más de las dos la mañana, imbécil! ¡No es necesario que me escribas a esta hora! ¡Me despertaste! Bien, al menos podrás dormir antes de ir a trabajar mañana, dejá de perder el tiempo escribiendome y andá a acostarte, necesitas descansar. Duerme bien, te veré mañana."

-.-.-.- Continuará.-

Notas Finales: Buenoooo ¿Qué les parecio?

Necesito hacer una aclaración, busqué la edad que tiene Ijuuin Kyo y me salió que tenía unos 30-33 años y como no estoy segura decidí me quedaría con "30" entonces en este fic tiene 33, no tengo idea y creo que en el manga nunca se dijo que edad tendría Ijuuin cuando publicó el manga "The kan" por primera vez, así que asumí que lo hizo entre sus 19 y 20 años y como Shinka tiene tres años menos que Kyo ella lee su manga desde los 17 años, desde su primera publicación, después se explicará mejor el porqué del amor que ella tiene por ese manga. ;D

Yokozawa es un amor, esta todo enredado en pelotudeces como siempre, lo haré sufrir un poquito más pero tranquilos pronto empezará la parte divertida ¿Quién quiere ver a Yokozawa tratando de seducir a Zen para demostrarle que él mejor opción que cualquier mujer? Eso es solo un pequeño adelanto de lo que tengo planeado.

El capítulo me quedó más largo de lo que esperaba e-eU Pero bueno shit happens, espero que lo disfruten.

Dejen sus comentarios y comuniquenme sus opiniones, eso me ayuda mucho.

sin más me despido.

Sioa Shun Uchiha-san.


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