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School sucks, you suck. por nofynoky

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Notas del capitulo:

Hola, espero que hasta ahora vayan disfrutando de mi fic!

Sé que tengo pocos lectores, pero estoy segura de que será una buena historia. No sé si Ciel estaría de acuerdo, pobrecito, será el inicio de un infernal año junto al descarado de Alois.

Espero pronto tener algún review!

Los estudiantes se amontonaban para ver y escuchar lo más posible de la escena, pues presentes estaban dos de los chicos con más dinero e influencias de Inglaterra y la porrista más codiciada e influyente. 


Sin embargo no sólo era eso lo que motivaba tal conmoción, permanecía en la memoria popular del estudiantado, (y ¿porqué no? también de los profesores),  aquél incidente escandaloso que había sido el mayor chisme del mes.


Todo había comenzado al inicio de clases, con la llegada de un particular estudiante al instituto. 


Era el primer día de clases y todo parecía marchar como de costumbre, una bienvenida genérica por parte del profesor jefe de segundo año como cualquier otra, sin embargo, Ciel nunca habría esperado que la introducción (o más bien, falta de ella) del chico nuevo a su clase fuese a marcar un hito en su vida.


- Lamento no haber podido llegar a la primera hora, pero la reunión de profesores jefe se alargó mucho más de lo esperado. Este semestre tendremos dos alumnos y una alumna nuevos, pueden pasar adelante.


Para sorpresa del profesor y de todos los demás estudiantes, sólo había concurrido uno de los chicos a la clase.


- Al parecer sólo tendremos el agrado de conocer a uno de sus tres compañeros, adelante.


Éste se presentó y la clase continuó como de costumbre.


Ciel apoyado sobre su codo en la mesa, observaba a la chica más guapa del Instituto, cabello rubio, sonrisa perfecta, ojos verdes y grandes, contextura delgada y alta. Una completa modelo, influencer en  Instagram y encima, la hija menor de la familia Midford, de gran trascendencia política y económica. 


Era la mujer perfecta. 


Ciel resopló, se conocían desde que tenía memoria y sin embargo, eran unos completos desconocidos en el Instituto. Ella era porrista y demasiado popular como para juntarse con el amargado de Ciel Phantomhive, además, ella había dejado muy en claro que no quería ser su sombra y que su éxito sólo se debería a sí misma.


- Fair enough - Suspiró Ciel sin pensarlo, sus raíces inglesas estaban demasiado arraigadas a él. Una mirada furtiva de su compañero y Ciel lo miró amenazante, gracias a eso, nadie osaba molestarlo, jamás. Incluso si hablaba solo en clases, gozaba de una cierta inmunidad social. Cuando Ciel se cabreaba daba miedo, un aura asesina emanaba de él, sus compañeros lo consideraban una habilidad especial o un super poder. El punto, es que nadie excepto Elizabeth Midford y Sebastian Michaelis de unos cursos más arriba, eran capaces de no morir en el intento.  Lo cierto es que nadie quería que Ciel se cabreara y lo hacía con facilidad. 


Por otro lado, Lizzie, como solía llamarle de pequeño, era hija de la hermana de su padre, lo cual los hacía primos, no obstante, la posibilidad de una alianza de matrimonio entre las familias siempre se había encontrado sobre la mesa.


Por su parte, Ciel no podía dejar de admirar su belleza juvenil y su carácter tan efusivo, además la chica tenía más de un talento oculto y agallas. Detrás de su faceta de "arpía tonta", se escondía una mujer extraordinaria.


El resto de la clase se dedicó a mirar por la ventana y pensar en cosas - a su parecer - mucho más relevantes que la materia de la clase.


 Mientras tanto, las clases transcurrían, una chica nueva buscaba desesperada en los camarines su ropa que había desaparecido misteriosamente mientras tomaba una ducha. Ya había perdido la clase con su profesor jefe y por tanto su presentación oficial.


- ¡Malditas abusadoras! - Gritó sin ningún empacho, asumiendo que quienes le habían robado la ropa, eran chicas, pues obviamente estaba prohibida la entrada de hombres en los vestidores de damas.


- las mujeres son tan chillonas - alegó un rubio, que salía a hurtadillas del lugar. Su objetivo era claro, si había entrado al mismo Instituto que él, entonces debía aprovechar, ya sabía quién sería su primera víctima.


La ropa de la chica le quedaba al menos una talla más ajustada de lo que debería, dejando lucir parte de su abdomen y ombligo. Se miró una vez más en el espejo riendo sin poder contenerse, o había hecho un muy buen trabajo o quizás debió nacer niña, porque realmente era una rubia hot. La malicia se le desbordaba por cada fibra. 


- No esperaba ser una chica tan sexy - Le dijo al espejo mientras observaba su perfecto y contorneado trasero y largas piernas. Se colocó la chaqueta de cuero abierta, haciendo ver más cintura de la que en realidad tenía y permitiendo que se viera una coqueta porción de piel de su estómago plano.


- Ahora algo de lipstick y ya está. - Se colocó brillo en los labios y envió un beso seductor a su reflejo - Perfecto.


Terminaba de arreglar las extensiones rubias de su cabello cuando de pronto la puerta del camerino de hombres se abrió de par en par, un chico asiático y muy alto entró. Ambos se miraron, el chico revisó más de una vez el símbolo de la puerta que indicaba que era para hombres, mientras Alois lo miraba con cara de aburrimiento máximo.


- ¿Vas a entrar o quedarte ahí parado todo el día? - Preguntó el rubio impaciente de que lo miraran tan descaradamente. Le producía escalofríos desagradables cada vez que un hombre lo miraba lascivamente.


- Lo siento, creí que me había equivocado de entrada. ¿Será que eres la chica nueva de segundo año? Este es el baño de hombres.


- En primer lugar, no te importa. En segundo lugar, ya estaba al tanto.


- Vaya que eres agresiva.


- Púdrete. - Le respondió Alois con una mirada glacial.


La puerta se cerró tras el chico que sin pensarlo colocó el pestillo tras de sí, a lo que Alois lo miró con perspicacia.


- Por cierto, soy Lau. ¿Y tú serías...? - Le preguntó con demasiada amabilidad y una sonrisa tranquilizadora que no se  condecía con sus movimientos de acecho. 


- Estoy ocupado. - Alois siguió arreglándose frente al espejo, ignorando completamente al intruso no bienvenido.


- ¿Ocupado? - Lau preguntó desconcertado e intrigado.


- No es de tu incumbencia. - La conversación ya lo estaba cabreando. El espejo le devolvía la mirada de ojos celestes como el hielo bajo el agua, tupidas pestañas rubias, nariz respingada y contorno esbelto. Una belleza sin duda, sin embargo a él sólo le importaba llevar su plan a cabo.


Lau se acercó lentamente con lascivia en los ojos, eso no podía significar más que problemas, pero Alois decidió darle el beneficio de la duda. 


O más bien, disfrutaba de sus presas cayendo poco a poco en su red, hasta quedar atrapados en ella y ser víctima de sus colmillos venenosos.  


Permitió que Lau se acercara hasta estar a pocos centímetros, ignoró su presencia hasta el punto en que podía sentir el aliento del otro sobre la piel de su cuello.


- ¿Nunca te enseñaron que no se debe entrar a baños de hombres y mucho menos sola? - Lau arrastró las palabras como si quisiera ronronear. Con un dedo alargado movió uno de los mechones rubios que caían por el costado de su cuello y clavícula, acercando su boca al lóbulo de Alois.


El rubio instintivamente se apartó y lo encaró.


- ¿Y a ti no te enseñaron que a una señorita se la respeta sin importar las circunstancias? - Preguntó con la barbilla ligeramente levantada y las manos sobre las caderas. Lau lo sobrepasaba por unos buenos centímetros de altura, cosa que no desaprovechó para intimidar a la "rubia sexy".


Lau rió por lo bajo y enarcó una ceja inquisidora.


- A mí no me pareces tan señorita - Le dijo mirando de arriba a bajo sus tonificadas piernas desnudas, su falda corta y la camiseta a juego. Alois se cruzó de brazos en un ademán de protección, de pronto se sintió extrañamente expuesto e indefenso ante los comentarios del tipo. Pero Alois Trancy no se iba a dejar apabullar por nadie.


La chica rubia le sonrió con una sonrisa perfecta, de dientes blancos y labios exquisitos, lo que encendió aún más los deseos carnales de Lau que la tomó de la cintura y la acercó hacia sí con la intención de plantarle un beso mojado y lascivo.


Sin embargo, el acto tomó por sorpresa al rubio que reaccionó de inmediato con un rodillazo monumental directo en las partes débiles del hombre.


Lau se dobló sobre sí mismo de dolor y se hizo un ovillo en el suelo mientras maldecía a la rubia por haberlo atacado.


- Compadezco a las mujeres que se crucen en tu camino, asqueroso abusador.


Con un hábil movimiento, sacó el teléfono y le sacó una foto humillante en el suelo de los camarines y se marchó.


Atrás escuchó un "me las pagarás, perra" mientras la puerta se cerraba de un portazo, no le podía importar menos, la verdad. 


Mientras tanto, las clases habían llegado a su fin y todos se dirigían a la cancha principal donde se daría una bienvenida para todos los alumnos. 


Ciel no se encontraba particularmente interesado en el asunto en cuestión, pero estaba parcialmente obligado por un deber moral y social. Tener buenas notas y una cuantiosa fortuna lo hacían el blanco perfecto de los discursos para la institución. 


- No se puede evitar - Resopló para sí. 


Sin darse cuenta, se había quedado completamente solo en el aula, suspiró, era tanto mucho más agradable la tranquilidad del silencio que el alboroto de la multitud. Se levantó, se sacudió la ropa y se dirigió hacia el pasillo. 


Se colocó audífonos y comenzó a caminar en dirección a la cancha donde probablemente estaría Lizzie y su equipo de porristas haciendo su show antes de que le tocara subir al escenario a hablar. Un leve sonrojo subió a sus orejas, no tenía pánico escénico, pero tampoco le era tan fácil hablar a toda una multitud de élites del futuro. 


Unas estudiantes pasaron a su lado cuchicheando sobre una chica a la que le habrían robado la ropa, dejándola atrapada en los vestidores. Ciel las miró con su típica expresión de indiferencia, en realidad era una maldad hacerle eso a una chica. Al notar su presencia, las chicas se enrojecieron y bajaron la mirada mientras apresuraban el paso con risitas tontas.


Ciel rodó los ojos, odiaba llamar tanto la atención. 


Lo cierto es que Ciel no era ni mínimamente consciente de lo atractivo que era, su ropa siempre impecable con los mejores conjuntos, su piel era más bien pálida, pero contrastaba a la perfección con su pelo oscuro. Sus facciones eran simple y llanamente, hermosas al estilo inglés. Nariz respingada, contorno perfecto, labios sutiles, pero suculentos, etc. Aspecto delgado, no muy alto, pero aún le quedaba adolescencia por afrontar. Sin embargo, ninguna de sus virtudes físicas se comparaban a los inusuales ojos del chico.


Unas tupidas pestañas negras enmarcaban las orbes más bellas que se habían visto, o al menos eso creían los demás, su ojo derecho lo llevaba siempre cubierto por un parche negro que le daba un aspecto a pirata. Nadie hacía preguntas. Sin embargo, su ojo izquierdo era de un azul profundo, comparable al zafiro, llamaba la atención de las personas y las atrapaba en un torbellino de colores azules, eso hacía difícil conversar con Ciel y mirarlo a los ojos al mismo tiempo. Su hermosura era difícil de mirar, atontaba los pensamientos, trababa las palabras, era igual que caer en un hechizo.


El chico era raro en todas sus formas, sin embargo era admirado y temido al mismo tiempo, sus amigos eran pocos y selectos, sólo aquellos valientes como para lidiar con su personalidad. 


- De alguna forma u otra el chico siempre te hace sentir estúpido. Es un genio irritante. - Las palabras de Claude fueron expulsadas con rencor, afiladas como cuchillas mientras observaba a Ciel desde la distancia.


- ¿Lo que oigo en tus palabras es envidia, Claude? - El rubio o, por ahora, "la rubia" lo miró burlón, Claude sintió la vergüenza apoderándose de él, sin embargo lo negó inmediatamente. Alois le sacó la lengua de forma infantil.  


Los pasillos quedaban cada vez más vacíos, todos estaban viendo las presentaciones de bienvenida, mientras Ciel aprovechaba la inusual tranquilidad de la soledad. Pasó por "cosas perdidas" y aprovechó de sacar una sudadera no tan mal oliente y unos pantalones de jeans de mujer.


- ¿Pero qué hace? - Preguntó Alois impaciente mientras miraba su celular, contaba los minutos para hacer su gran entrada. 


Claude ya se había marchado hacia la cancha principal. Por lo que básicamente era él siguiendo a Ciel Phantomhive por toda la escuela. 


- Se supone que en menos de 15 minutos debes presentar Phantomhive. - Se dijo a sí mismo mordisqueándose el labio con algo de ansiedad, ¿acaso planeaba no presentarse a dar el discurso? Eso sería problemático. 


Quizás Ciel no supiera de su existencia siquiera, pero Alois lo conocía bastante bien y sentía la necesidad de hacerlo pasar por uno que otro escándalo con tal de molestarlo y quitarle su popularidad.


Ciel representaba todo lo que más detestaba y ahora que estaba a su alcance, tenía que aprovechar.


De pronto se dio cuenta de lo que en realidad sucedía, Ciel llevaba un conjunto al camarín de mujeres.


- Vaya, me sorprende ese desplante de galantería, Ciel. - Dijo mirándolo desde detrás de los casilleros. - No me lo compro. - Sentenció finalmente con una media sonrisa.


Ciel tocó la puerta del camarín de mujeres, sin recibir respuesta alguna. 


- ¿Puedo pasar? - Silencio.


- Está bien, voy a entrar. - Empujó suavemente la puerta que se volvió a cerrar fuertemente desde adentro, casi dándole de lleno en la cara.


Su cara de fastidio era evidente, sin embargo se recompuso y juntando toda su paciencia disponible, volvió a hablar gentilmente.


- Escuché que unas chicas le habían quitado la ropa a una nueva, te he traído un cambio, no es mucho, pero es lo que pude encontrar.


La falta de respuesta comenzaba a cabrearle, pensó en dejar la ropa en el suelo justo a la salida, cuando una voz tímida le respondió al fin.


- Soy Hannah. 


Ciel esperó a que apareciera la chica tras la puerta, sin suerte.


- Y yo Ciel. Escucha, debo irme, pero te dejaré aquí la ropa por si aún quieres usarla.


La puerta se abrió dejando ver a una chica de una belleza exótica, morena y de cabello liláceo, con ojos casi grises. Ciel le entregó la ropa y ella pudo articular un "gracias" inaudible, con la mirada gacha y un leve sonrojo en las mejillas.


- Te deseo mejor suerte, debo irme, no te sientas mal a veces las chicas pueden ser crueles.


Con un movimiento sutil, Ciel se despidió mientras se dirigía por el camino más largo y solitario hacia la cancha principal sin sospechar que era seguido por Alois. El real causante de tal estrago.


Ciel pasó al baño a lavarse la cara para despejar un poco sus pensamientos, cuando de pronto la puerta del baño se abrió a sus espaldas y a través del reflejo vio a una chica que no había visto jamás en su vida, con maestría ocultó su asombro, era toda una modelo sacada de revista.


- El baño de mujeres está al lado. - Dijo Ciel con tono monótono.


Se restregó la cara bajo el agua fría, sin embargo no escuchó la puerta cerrarse, por lo que levantó la mirada, sobresaltándose al ver lo cerca que estaba la muchacha. 


- Hey, éste es el baño de hombres - No alcanzó a terminar la frase antes de sentirse demasiado invadido en su espacio personal.


La rubia sonreía con una extraña malicia a la que no estaba ni remotamente acostumbrado, ella lo sobrepasaba por varios centímetros, tenía el cabello rubio claro y ojos glaciales a juego. Su mano se alzó, tomándolo desprevenido, mientras ella tomaba un mechón del cabello oscuro de Ciel y deslizaba sus dedos hasta la mejilla del chico.


- ¿Pero qué...? - El corazón de Ciel había dado un respingo, sus mejillas se habían encendido y su cerebro fundido. Nunca le había pasado algo así, nadie a su alrededor se había tomado tantas licencias en toda su vida y los nervios lo traicionaban.


- Shhh, no hagas ruído Ciel. - Una risita que no parecía encajar del todo salió de entre los perfectos labios de la chica. 


- ¿Cómo sabes mi nombre?


- Creo que sería más raro que no lo conociera, ¿no crees? - Bien, tenía sentido de alguna forma, pero el cerebro de Ciel se había tomado unas vacaciones, había hecho corto circuito.


Se sintió aprisionado por la intimidan chica que acortaba cada vez más la distancia entre ambos.


- Permiso, debo ir a... - Mierda, hasta había olvidado lo que tenía que hacer, sólo escuchaba el retumbar de sus latidos y sólo podía concentrarse en esos ojos celestes como el de un glaciar bajo el agua. 


- No hay necesidad de irse, Ciel. - La chica se acercó incluso más, cosa que Ciel no creyó posible, podía sentir el calor de su cuerpo jugando con el suyo, no podía moverse. Por más que luchaba contra sí mismo, se sentía anclado al suelo.


La rubia hizo chasquear la lengua, dándole un sobresalto que sólo provocó risa en ella. Realmente lo estaba disfrutando ¿No?


Ella tomó uno de sus mechones y lo colocó hábilmente tras su oreja, en un gesto coqueto e hipnotizante. 


Sin darse cuenta cómo, sus rostros estaban a pocos centímetros, casi nariz con nariz y Ciel sólo podía tragar nervioso.


- ¿Acaso te espera tu novia? - Mientras hablaba arrastraba las palabras de un modo extraño, estaba hipnotizado, los ojos de ella se le clavaban en los suyos haciendo imposible pensar, tartamudeó palabras ininteligibles. No era su culpa, la chica pronunciaba las palabras tan cerca de su boca que podía sentir su aliento fresco acariciando sus labios. 


- Mierda. - La rubia dejó salir una carcajada que espabiló a Ciel y aprovechó la distracción para zafarse por el costado.


- ¿Eso es todo lo que tienes para decirme, Ciel? - Dijo con un puchero demasiado falso. Ciel se pasó la mano por el cabello, evidentemente afectado. Se aclaró la garganta y logró articular las palabras.


- Lo... Lo siento, yo... Es decir, disculpa, pero debo irme. - dijo retrocediendo hacia la puerta.


La rubia dejó salir un suspiro recargándose contra los lavabos y posando su mirada sobre el iPod  y los audífonos de Ciel que se le habían quedado. Los tomó provocativamente con sus largos dedos y lo balanceó frente a él.


- ¿Lo dejarás aquí tirado? - Ciel lo miró impresionado y tragó con miedo a acercarse a esa trampa otra vez.


- Te lo puedes quedar si quieres. - Abrió la puerta y huyó. Sí, huyó, no había otra forma de llamarlo, en un santiamén ya estaba al otro lado del pasillo, dejando atrás a la inusual rubia y sus cosas. Prefería abandonarlas que volver a caer en sus redes tan estrepitosamente. 


Una vez ya lejos, se cubrió la boca sin poder creer lo que había ocurrido, intentando recobrar la compostura antes de salir al escenario. Habían estado tan cerca que su corazón y sus pensamientos aún no se recuperaban del todo.


¡¿Qué pasaba con esa chica?!


No la había visto jamás en su vida y sin embargo casi había sido su primer beso. Se sonrojó al recordar sus ojos, sus labios y aquella falda extremadamente corta y top a juego. 


Quedaba menos de cinco minutos para que le tocara salir, miró a través de la cortina que lo separaba del escenario y el público. Se decidió a dejar el extraño evento atrás y concentrarse en lo que había  que hacer.


Sin embargo, lo que estaba fuera del radar de Ciel, es que la rubia no se rendiría tan fácilmente, su objetivo estaba algo más allá que sólo robarle su primer beso.


De pronto unas suaves manos lo tomaron desde atrás, por encima de los hombros hasta recaer sobre su pecho, una postura casi íntima. Sus mejillas se rozaron mientras ella le susurraba al oído.


- ¿Porqué me rechazas Ciel? ¿Acaso no soy lo suficiente para ti? - Y sin más preámbulos, le plantó un beso en el cuello y con maestría le quitó el parche del ojo derecho.


- ¡Devuélvemelo!


- Quítamelo. - Dijo mientras huía tras bambalinas.


Ciel se cubría el ojo con una mano y con la poca tolerancia a la frustración que tenía, estaba a punto de explotar, olvidando todas sus buenas maneras de caballero.


La siguió y sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre ella, tumbándola en el suelo para lograr quitarle el parche que protegía su ojo. 


De repente escuchó su nombre tras la cortina, llamándolo a presentar su discurso, sin embargo ahí estaba luchando con una loca y seductora rubia. 


Aún se estaba colocando el parche, sin salir de encima de ella todavía, cuando las cortinas se levantaron, dejando al descubierto una escena comprometedora a todas luces y ante toda la escuela.


Ciel se quedó boquiabierto ante la exclamación de sorpresa del público, hasta la banda sonora se detuvo. Esto sí que era chisme de primera.


Ciel se quedó como piedra sin saber cómo explicar lo ocurrido, se encontraba sobre la chica sin ningún decoro. 


Era la peor vergüenza por la que había pasado alguna vez, entre la multitud reconoció el rostro sulfurante de Lizzie, Ciel la miró con ganas de poder hacerse entender, era imposible justificarse.


Para colmo, Alois se aprovechó del pánico y se apoyó sobre uno de sus codos, extendió una mano por detrás de la nuca de Ciel como si se tratara de una caricia. El chico de pelo negro lo miró en pánico absoluto, sin sospechar lo que se vendría a continuación.


La rubia lo tiró hacia sí y le plantó el mayor de los besos al intachable Phantomhive.


 

Notas finales:

Dejen reviews porfi! Nos vemos en el siguiente capi


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