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Pianista Asesino por Venix14

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PIANISTA ASESINO

by Mariana Petit

Capitulo I: El pequeño pianista Ryoma Echizen

La vida no mostraba su mejor cara para el joven Ryoma. Su padre (un don Juan de primera) los había abandonado a él y a su madre por irse detrás de las faldas de una cortesana. Y su madre; en ese preciso momento acababa de morir de una enfermedad llamada tuberculosis. El pobre joven de doce años ahora esta en verdaderos problemas.

-Ryoma, lo siento tanto -dijo una chica rubia mirándolo con ojos llenos de ternura detrás de ese par de lágrimas que se asomaban en sus ojos negros -. Si necesitas algo, no dudes en pedirlo.

La joven trabajaba cerca de la casa de Ryoma, en un bar llamado Vaus Le Fleur. Su madre había estado desde que su padre se marchó trabajando para ellos preparando comidas y banquetes. Por eso ella y todas las chicas del bar lo acompañaban en ese triste momento, todas las chicas adoraban al pequeño Ryoma Echizen, Su madre, que en vida había sido como un ángel era muy querida por todos sus conocidos y ellos lo acompañaban en ese día tan triste.

-O´ chibi! -se escucha gritar a alguien y de pronto sintió un gran impacto contra su pequeño cuerpo.

-Eiji -reconoció prontamente.

-Esta noche te quedarás conmigo -dijo Eiji sin soltarlo.

Y así fue.

Eiji también trabajaba en el bar. Y allí mismo era donde vivía, era un lugar de gran tamaño y de imponente aspecto. Pero no era la primera vez que Ryoma Echizen iba a ese lugar, aunque si era el primero en que lo visitaba en horas nocturnas. Había entrado por la parte trasera como era común para ellos, pues por el frente solo entraban los clientes del Vaux Le Fleur. Era un lugar muy bullicio, sobretodo en esos momentos.

Eiji lo condujo rápidamente a su dormitorio, la cual era amplia y estaba pintada de color violeta y blanco, había una gran cama y muchos objetos de decoración. Entre esas decoraciones sobresalían muchas muñecas de porcelana y osos de felpa.

-Eran de mi madre -respondió Eiji a la mirada de Ryoma clavado en los múltiples muñecos.

-¿Murió? -preguntó el menor.

-No, vive en Francia -respondió el pelirrojo -. ¿Quieres chocolate? -dijo extendiéndole una taza con el contenido, mientras se iba hacia el baño.

Que triste. Primero había perdido a su padre y ahora a su madre. Cuando su padre se fue, ella le había prometido que nunca le faltaría nada y aunque los primeros días ella dejaba de comer para alimentarlo; él había tenido todo y además, los dos eran felices.

-Recuerda que eres el mejor, Ryoma. Y al que te haga sentir lo contrario, le pondrás una cara de autosuficiencia y le responderás: Mada mada dane. -le dijo Rinko en alguna ocasión, haciendo gala de una hermosa sonrisa en su rostro de geisha.

-Mamá -musitó con tristeza y algunas lágrimas resbalaron de su rostro casi cayendo en la taza del chocolate, mientras permanecía sentado en un sillón repleto de ositos y muñecas.

-¡AHH¡CUCARACHAS! -exclamó desde el baño el pelirrojo y a causa de la exclamación el pobre ojidorado había dejado caer su taza de ya chocolate frío en su cuerpo -. Ryoma, pobre o´chibi. Será mejor que te duches.

Y unos segundos después, el pequeño ya estaba metido en la tina de Eiji bañándose con agua caliente, perfumada y espumada.

-O´chibi, esto fue lo único que conseguí de tu tamaño -dijo Eiji. Traía un traje de lo que parecía una muñeca o una niña rica con buen gusto -. De todas formas será hasta mañana y nadie te verá ahora.

-Es ropa de niña -se quejó.

-Pero si te quedas así te puedes resfriar -objetó Eiji.

Y Ryoma supo que tenía razón.

-¿Por qué haces esto por mi? -preguntó cuando Eiji había comenzado a aplicarle el champú en su cabello oscuro y hasta las orejas.

-Porque tu madre era una santa y de alguna manera devolverle el favor. Además, tú eres un pequeño que vale la pena ayudar y es que sé que un buen día serás un gran pianista -dijo el pelirrojo mientras sonreía -. Y ahora es mejor que me apure porque tengo que ir a trabajar.

-Eiji -lo llamó cuando el susodicho iba saliendo del baño. Este se giró y se encontró con unos bellos ojos dorados tratando de decirle algo -: Gracias.

Eiji sonrió y luego se marchó.

Al rato salió de la tina y se colocó el vestido de satín rosa y blanco. Cuando pronto sintió una presencia tras sí y con el corazón en un hilo se giró.

-Uff, Karupin -reconoció.

-Nya -maulló el gatito timalayo.

-Este será nuestro secreto -dijo apenado y sonrojado en extremo -. Ven,

Pero al parecer el gato no reconocía a su dueño con esas extrañas prendas puestas, así que salió corriendo afuera del dormitorio, mientras el pequeño lo seguía detrás. Corrió por todo el largo pasillo y a pesar del la bulla de la música en el piso inferior, cada vez se hacia menos intensa.

-Karupin -y continuó corriendo detrás.

Entonces el gato entró a un salón vacío, en el cual por casualidad había un impresionante piano de cola negro. El gato se subió a la tapa del piano y luego, de un solo brinco, cayó en una cama que también reposaba en el lugar.

Ryoma no supo cual impulso loco lo colocó frente al piano, ni cual otro lo hizo tocar una pequeña pieza de Handel. ¿Un día sería un gran pianista? Quizás sería un pianista, no una leyenda como lo era su padre, pero quizá algún día... Que bello era la música. Mejor se detenía yo, ese dormitorio debía de tener un dueño y:

1. No debía estar allí.

2. No debía estar tocando ese piano.

3. No quería que lo vieran así.

¿Por qué no se detenía? Mejor lo hacía de una vez. Y así, cesó.

Entonces, justo cuando se levantó se dio cuenta de que no estaba solo. Alguien aplaudía animadamente, seguro el dueño del dormitorio.

-Muy bueno -dijo la voz y el dueño de pronto encendió la luz haciendo que Ryoma intentara huir de inmediato, pero este lo sostuvo -. Creo que, muy buena, niña.

-Disculpe... -volvió Ryoma a intentar marcharse.

-Pero no tanto como el gran Ore-sama -continuó el chico sin siquiera escuchar a Ryoma.

Ryoma observó la habitación en que estaba, definitivamente era suya. Había muchos retratos de ese sujeto y donde no los había era porque había espejos. Tenía, definitivamente, que huir. Pero... ¿cómo?

-Y... ¿Cómo te llamas, niña? -preguntándose agachándose y poniéndose a su altura.

-No, yo no -se negó sin poder continuar. ¿Cómo que niña?

-Y tienes una linda voz también -dijo el chico, entonces lo cargó colocándolo sobre la superficie de la peinadora -. Eres linda -y se acercó más a él.

**

-Syusuke¿por qué eres tan malo? -se quejó el neko pelirrojo, quien se encontraba sentado de mala gana en las piernas del castaño -. Dijiste que lo nuestro había tenido fin.

Eiji se quedó callado mirándose las manos sobre sus piernas. Luego se terminó de apoyar a Syusuke colocando su cabeza en el hombro de este y su mano sobre el pecho.

-¿Por qué eres tan malo? -preguntó Eiji rozando sus labios contra la oreja del otro. Y sintió como una punzada en el pecho lo estremecía, ganas de llorar por ser un tonto y ganas de besarlo, porque lo amaba.

-Porque me vuelves loco respondió Syusuke Fuji y de forma delicada se puso de pie provocando que el otro hiciera lo mismo -. Vamos a tu dormitorio.

Y de sorpresa, tomándole la quijada, le robó un beso corto y sensual.

Qué tenía Syusuke que hacia que él se humillara tanto y de todas las formas. Syusuke estaba comprometido, tenía muchas chicas y cuando le daba la gana se acostaba con él. ¿Por qué no podía dejarlo? Syusuke era como una droga, que lo hacía sentir como una basura muchas veces, pero una droga que no podía dejar.

Llegaron frente a la puerta de su dormitorio y justo cuando iba a introducir la llave, Syusuke lo empezó a besar en el cuello mientras se juntaba a Eiji pegándole todo su cuerpo y Eiji podía sentir su cabello rozándole la cara, su lengua y sus labios apoderándose de su cuello. De hecho, podía sentir la masculinidad de Syusuke pegada a su cuerpo y tomando cada vez más fuerza.

-De... déjame a...abrir la... la puerta -casi le suplicó y entonces recordó algo crucial, lo que cualquiera llamaria un "pequeño problema": Ryoma. Abrió los ojos de golpe y sintió como su corazón le subía a la garganta.

-Tranquilo, yo la abriré -y Syusuke le arrebató de improvisto las llaves y muy rápidamente abrió la puerta, introdujo a su pareja adentro y continuó con su labor.

Pero para el bienestar mental de Eiji, ahí no había nadie. ¿Será que Ryoma había huido? después de que terminara con Syusuke lo buscaría... -le dijo una parte de sí. Pero otra: eres un neko desgraciado. Ese pequeño puede estar ahora bajo la lluvia con frío, o en un callejón durmiendo con cartones y acompañado únicamente por ratas. O a lo mejor estaba siendo acosado por un sádico violador.

¿Qué hacía? Sí, salvar a Ryoma. Pero entonces, Syusuke corrió su mano por debajo de su camisa acariciando su pecho y desabotonando su camisa de seda blanca.

-Syusuke -musitó. Tenía que buscar al o´ chibi.

Syusuke entonces le calló la boca con un beso profundo que lo hizo delirar y gemir. Una de sus manos recorría su espalda y la otra intentaba desabotonar el pantalón.

Mejor lo detenía. Tenía que pensar en Ryoma.

El castaño lo condujo a la cama y poco a poco y con delicadeza lo recostó entre almohadones. Le besó el pecho, le beso el abdomen y le besó justo encima del pantalón también.

-Syusuke -dijo ahogando un gemido.

**

-Pero hueles a Eiji -observó Atobe mirando y perdiéndose en los dorados ojos de Ryoma. Se acercó tanto que sus narices de un momento a otro chocarían y Ryoma no podía bajar el rostro, ya que Atobe lo tenía sujeto.


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