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48.El Lado Oscuro del Amor (06) por dayanstyle

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Jaehyo entró a su oficina en su club, The Manacle, levantó el escritorio y lo envió volando por la habitación, haciéndose añicos y astillas contra la pared del fondo. Rabia y dolor lo llenaban ante las palabras de KwangMin. ¿Cómo podía pensar su hermano que los había puesto en el sueño oscuro por su egoísta beneficio? ¿Habría KwangMin visto lo que le estaba pasando a él y a YoungMin? ¿Acaso no se dio cuenta de que sus ojos de color azul oscuro tenían un borde rojo, un signo indicador de que se estaban convirtiendo en rebeldes?

¿Creía su hermano que era inmune a esas cosas? ¿Cómo infiernos podría KwangMin ser tan ingenuo o egocéntrico para pensar que no podía caer? Jaehyo no sólo estaba desconcertado sino también enfurecido.

Hong Bin y Jun —su segundo y tercero al mando— llegaron corriendo a la oficina, viéndose como si estuvieran listos para pelear contra el que estaba rompiendo la oficina de Jaehyo. Sus posturas de combate se desvanecieron y fueron remplazadas por una de confusión, viendo de Jaehyo a su escritorio convertido en un montón de ruinas al otro lado de su oficina.

—¿Hay algo en lo que te podamos ayudar, Príncipe? —Hong Bin preguntó.

—Mis hermanos han despertado. Advierte al Aquelarre. Advierte a los Shifter. Han despertado con una profunda hambre, y no estoy seguro de cuáles sean sus intenciones en este momento.

El rostro pálido de Hong Bin palideció más mientras que  Jun maldecía. Jaehyo se sentía igual. KwangMin y YoungMin eran incontrolables en el mejor de los casos, pero Jaehyo había pensado ingenuamente que podría controlarlos. Ahora no estaba tan seguro de eso. Infiernos, sabía a ciencia cierta que no era cierto, ahora que había hablado con KwangMin.

Y si él no tenía control sobre los dos, que los dioses ayudaran a la humanidad. Se difuminó del club y apareció en la mansión. Jaehyo se dirigió a su dormitorio, revisó a sus parejas y a su hijo.

Él podría no tener control sobre KwangMin y YoungMin, pero si alguno de los dos se acercaba a sus parejas y a su hijo, todo sería posible.

 

 

 

KwangMin estaba en la habitación que había utilizado en su infancia. Todo parecía tan diferente. El palacio ya no era la gloria luminosa que había sido una vez. Nada parecía real. El mundo había cambiado drásticamente, y KwangMin no estaba seguro de dónde encajaba en este tiempo. Las imágenes que vislumbran a través de la sangre de Jeongmin no sólo eran desconcertantes, sino aterradoras. Nada le era familiar, y nada tenía sentido.

—Lo siento.

 

KwangMin veía a la distancia hacia las hermosas montañas, preguntándose qué iba a hacer con Jeongmin. Él había estado dormido durante casi dos mil años. No sólo tenía que averiguar cómo funcionaba el mundo ahora, tenía una pareja que enfrentar.

—¿Por qué? —KwangMin preguntó mientras giraba. Jeongmin estaba de pie en la puerta, mirando la habitación a su alrededor nerviosamente.

—Por darte un momento tan difícil.

 

KwangMin estaba un poco sorprendido de que Jeongmin estuviera disculpándose con él. Él admitía que había asustado a su pareja cuando despertó, y con la alimentación, ambas alimentaciones. Jeongmin debería de estar gritando y gritando por su libertad, o por lo menos, tratando de encontrar una manera de salir de aquí. Pero él se quedó, viéndose perdido.

 

—Perdonado —dijo KwangMin girándose de nuevo. Abrió su mente a la sangre de Jeongmin, al mundo como era ahora. Vio muchas cosas que lo perturbaban. No sólo la humanidad había empeorado en su conducta desviada, sino que la población de humanos había explotado. Un recuerdo de Jeongmin le llegó a KwangMin y se agarró a él, examinó la imagen en su mente.

KwangMin estaba confundido por la imagen. No la entendía. Cuando la imagen surgió en su mente, KwangMin se enojó, se enfureció. No estaba seguro de lo que significaba, pero sabía que no era bueno.

KwangMin se acercó a Jeongmin y le agarró del brazo, olfateando la piel de su pareja.

—¿Qué estás haciendo? —Jeongmin preguntó mientras trataba de recuperar su brazo—. ¿Estás tratando de morderme de nuevo?

KwangMin soltó el brazo de Jeongmin, pero se acercó más, olfateando el cuello del humano. Podía oler el hedor de la maldad que flotaba justo debajo de la piel. Olía vil y oscuro. —¿Cómo has cuidado de tu cuerpo?

Jeongmin se inclinó hacia atrás, dejando espacio entre el cuello y KwangMin. —Puedo ducharme.

KwangMin sabía que no estaba haciendo la pregunta correcta. No estaba seguro de cuál era el término correcto. Podía ver la imagen, pero Jeongmin no estaba hablando del recuerdo. —Tu sangre está contaminada, ¿por qué?

Jeongmin retrocedió, con los ojos saltando de la cara de KwangMin al pecho, y luego hasta el suelo, una expresión avergonzada grababa con tensas líneas alrededor de sus ojos. —No sé de qué estás hablando.

KwangMin agarró las muñecas de Jeongmin y lo jaló más cerca. Tenía la boca tan cerca a Jeongmin que él podría haberle besado, pero en su lugar, inhaló profundamente. El mal olor llegó en pequeñas oleadas de aire que se escapaban de los labios entreabiertos de Jeongmin. — Has contaminado tu sangre, Jeongmin. Explícate.

 

—Eso no es asunto de tu incumbencia —bufó Jeongmin jalando sus muñecas—. Déjame ir.

KwangMin empujó lejos de él a Jeongmin, disgustado de que su propia pareja fuera una de las criaturas que él detestaba. No había ninguna excusa para el comportamiento de Jeongmin, ninguna en absoluto. Había sido su elección, y Jeongmin había elegido el mal. — No quiero que mi pareja contamine su sangre. Nunca vas a hacer esas cosas de nuevo.

Jeongmin estrechó los ojos mientras cruzaba los brazos sobre el pecho, viendo desafiante a KwangMin. —No puedes decirme qué hacer, KwangMin. Ni siquiera sé quién eres. ¿Qué derecho crees que tienes para decirme cómo vivir mi vida?

KwangMin agarró a Jeongmin por los brazos, olvidándose por un momento lo fuerte que era en comparación con los humanos. Se relajó un poco, pero se aseguró de que Jeongmin sintiera su furia mientras miraba fijamente a los ojos de color marrón de su pareja. —Ya no es tu vida, Jeongmin. Ahora me perteneces. Si huelo esas cosas sucias dentro de ti otra vez, te voy a castigar.

—Se conocen como drogas, KwangMin, y todo el mundo lo hace. Se le dice de uso recreativo, no es que sea tu asunto. No tienes que preocuparte de olerlo en mí otra vez porque me voy de este lugar de locos.

KwangMin curvó los dedos en los brazos de Jeongmin, la ira se construía como un gran incendio que estaba llegando al cielo. Nunca había oído hablar de una pareja desafiante antes. Era algo inaudito en su época. ¿Qué otra cosa había cambiado tan drásticamente?

¿Podría KwangMin enfrentar a los humanos de hoy en día?

 

—Harás lo que yo digo, cuando lo diga. No hay lugar para tratos o discusiones.

—¡Al infierno! —Jeongmin gritó mientras se retorcía y giraba, tratando de liberarse de las garras de KwangMin.

—Deja de luchar antes de que hagas que te lastime, Jeongmin.

 

Jeongmin se detuvo, sus ojos se abrieron más viendo fijamente a KwangMin. Estudió la cara de Jeongmin, KwangMin no sólo podía verlo sino también oler el miedo que brotaba en su pareja. Eso insultaba a sus sentidos y lo hacía enojarse aún más. Las parejas no debían temerle a sus Amos. Eso era solo… inaudito. Se suponía que las parejas eran sumisas, dóciles y muy pasivas. Jeongmin estaba luchando con uñas y dientes, y KwangMin no podía entender por qué.

—Vi lo que le hiciste a Do Jin en la cueva. —La voz de Jeongmin estaba ardiendo, la justa ira en los bordes—. Si me estás manteniendo como un aperitivo, acaba de una vez. No me gusta esperar para ser devorado por dos vampiros sedientos de sangre.

KwangMin lanzó a Jeongmin y salió rápidamente de la habitación. Su pareja era imposible. No había ni un hueso de sumisión en el cuerpo del hombre. Esto sólo alimentó la confusión de KwangMin, que a su vez aumento aún más su ira.

—¿Quiere que lo coma? —YoungMin preguntó mientras se apoyaba contra una columna que parecía como si se fuera a caer en cualquier momento. Los ojos de su gemelo eran frío, fríos de congelación, mientras veía hacia el dormitorio—. Puedo oler el  mal  en  su sangre. Puedo comerlo ahora y ahorrarte la molestia más tarde.

KwangMin negó con la cabeza. —Él no debe ser tocado, YoungMin.

 

—¿Quién dice que necesitas una pareja?

 

Él debería haber sabido que su gemelo averiguaría quién era Jeongmin para KwangMin. YoungMin siempre había sido capaz de decir lo que KwangMin estaba pensando en un momento dado. —Yo lo hago. —Sin embargo, no estaba seguro de por qué. Jeongmin era todo contra lo que KwangMin había luchado casi dos mil años atrás. No todo exactamente, pero Jeongmin tenía el potencial para convertirse en una persona muy mala si se le dejaba a su suerte.

Esto colocó a KwangMin en un dilema.

 

—Está bien, pero si el mal olor continúa contaminando su sangre, voy a tomar el asunto en mis propias manos, hermano. —YoungMin se apartó de la columna y desapareció de la habitación, dejando a KwangMin maldiciendo en silencio.

El lío estaba en sus manos, y KwangMin tenía que averiguar qué hacer con Jeongmin y sus drogas. Él sabía por las imágenes que su pareja era demasiado débil para resistirse a ellas, por lo que KwangMin evitaría que Jeongmin se convirtiera en la próxima comida de YoungMin.

YoungMin era un vampiro muy raro. Tan raro que él era el único vampiro al que le gustaba comer carne. KwangMin tenía que volver a pensar en eso. Los tiempos habían cambiado, e incluso la población de vampiros había explotado. Podría haber alguien por ahí que le gustara el sabor de la carne tanto como a YoungMin le gustaba.

KwangMin se había comido a Do Jin por necesidad, pero YoungMin había comido al humano por placer.

Quizás, sólo quizás, Jaehyo no había estado demasiado lejos de salirse de la línea cuando puso a KwangMin y YoungMin en un sueño profundo. YoungMin había comenzado a consumir la carne con una base regular, eso no era tolerado ni siquiera hace dos mil años.

Y Jaehyo sabía que KwangMin no podría funcionar sin YoungMin. Eran como el otro pulmón, derecho e izquierdo. Si YoungMin necesitaba ser puesto en un sueño oscuro, también lo necesitaría KwangMin —porque no podía estar sin su gemelo.

—¿Soy realmente un prisionero aquí? —Jeongmin le preguntó mientras caminaba lentamente hacia KwangMin, sus pasos un poco inestables, deteniéndose junto a la puerta.

—Si. —Solamente porque si KwangMin dejaba ir a Jeongmin y su pareja contaminaba su sangre de nuevo, YoungMin cumpliría su promesa. KwangMin no podía permitir que eso sucediera. KwangMin tampoco quería que Jeongmin cediera ante la maldad. El humano era su pareja y KwangMin tenía que hacerse cargo del hombre, ya sea que quisiera ayuda o no—. Tengo que ir a ver a mi hermano.

—¿YoungMin?

 

KwangMin sacudió la cabeza. —Cierra los ojos, pareja.

 

Jeongmin lo vio con cautela y luego bajó lentamente los párpados. KwangMin agarró a Jeongmin por la cintura y se difuminó hacia la presencia de Jaehyo que sentía por su sangre.

Se quedó sin aliento cuando apareció no sólo en un cuarto lleno de humanos, sino que el lugar olía tan mal que gran parte de la ira de KwangMin explotó a través de la habitación y a la noche.

Jeongmin cerró sus manos sobre sus oídos cuando KwangMin gritó. Era fuerte y taladraba sus oídos. Él no entendía por qué el vampiro estaba tan enojado. Estaban en una especie de club Goth. No era el salón de té de Jeongmin, pero no era nada para enojarse.

Mucha gente gritó y corrió alejándose de KwangMin, pero no antes de que KwangMin se apoderara de dos hombres, uno en cada mano, estrangulándolos. —Puedo ver el mal que has hecho —dijo KwangMin por encima de la música—. Puedo ver lo malo que son.

—KwangMin, déjalos ir. —Jeongmin agarró uno de los brazos de KwangMin y los jaló. Eso era una locura. Jeongmin justo tenía la oportunidad de huir. Correr como loco, mientras que KwangMin estaba distraído. Pero en cambio, se quedó aquí de pie, tratando de detener al vampiro que asfixiaba queriendo quitarles la vida a esos dos hombres, dos extraños.

Sí, debe haberse vuelto realmente loco. Huir debería haber sido su primer pensamiento.

El que estaba en la mano izquierda de KwangMin estaba tomando un tono extraño de color rojo violáceo. Jeongmin sabía que tenía que conseguir que el hombre fuera liberado. No quedaba mucho tiempo antes de que el hombre se desmayara, y entonces él estaría muerto.

 

—KwangMin, déjalos ir —gritó Jeongmin jalando los dedos de KwangMin tratando de apartarlos. Maldición, el hombre era fuerte—. Los vas a matar.

—Merecen morir.

 

—Hoy no —dijo Jeongmin haciendo la única cosa a su disposición. Mordió la mano de KwangMin, duro. No lo suficiente para extraer sangre, pero lo suficiente para dejar impresos los dientes.

—Ahora no, pareja.

 

Jeongmin levantó la mirada para ver la lujuria en los ojos de KwangMin mientras veía en donde Jeongmin lo estaba mordiendo. ¿En serio? Jeongmin estaba tratando de causarle dolor al vampiro para que liberara al hombre y ¿eso encendía a KwangMin?

Jeongmin rodó los ojos. No iba por ahí.

 

—Déjalos en libertad, KwangMin.

 

Jeongmin inmediatamente liberó a KwangMin. Tenía que hacerlo. La voz era tan convicente, tan autoritaria que no podía hacer nada sino obedecerla. Vio al hombre que había aparecido en la cueva. Su cabello era negro, hasta los hombros. El hombre también tenía los ojos tan negros que Jeongmin sintió como si estuviera cayendo hacia adelante en ellos.

—Ellos merecen morir, Jaehyo —dijo KwangMin cuando giró jalando a los dos hombres con él—. Puedo oler las malas intenciones justo bajo su piel.

—Puede que sea así, pero no es así como se hacen las cosas ahora. La policía humana se ocupará de ellos.

KwangMin se echó a reír. Era baja y cruel, sus ojos azules llenos de dudas. No era la rica risa que Jeongmin había oído antes. Esta risa hacía que su piel tratara de meterse en su cuerpo. —¿La policía de humanos? ¿Desde cuándo, hermano? ¿Desde cuándo permitimos que la policía entre en esto?

«Hermano».

 

¿Cuántos hermanos tenía KwangMin? Ese era un pensamiento aterrador, Jeongmin giró hacia Jaehyo, viendo al otro vampiro. Eso hizo que se preguntara cuántos vampiros había en el mundo. ¿De verdad quería saber?

Probablemente no.

 

Jaehyo levantó la mano, el negro en los ojos se oscureció hasta que parecían dos pozos gemelos de tinta. Hizo que Jeongmin diera un paso atrás, hacia KwangMin. Jeongmin se balanceó, sintiendo como si estuviera cayéndose hacia esos ojos que estaban jalándolo y lo llamaban.

—No él —dijo KwangMin y puso en libertad a uno de los hombres para tocar el brazo de Jeongmin. Jeongmin sacudió la cabeza, la necesidad de caer en las negras profundidades pasó.

—Él es tu pareja —dijo Jaehyo señalando con la cabeza a Jeongmin—. Entiendo eso, KwangMin. Pero no se puede matar en mi club, y para el asunto, ni en cualquier otro lugar. Ya no se puede ser juez y jurado. Hay demasiados humanos que están mal. Si los exterminas no sólo matarías a la mitad de la población humana, sino que también atraerías la atención sobre nosotros en formas que no deseas ver.

—Pero están mal —dijo KwangMin. Casi sonaba como una rabieta infantil, tratando de razonar sus acciones.

Jeongmin puso la mano sobre la que KwangMin tenía en su brazo, viendo al vampiro. —Tiene razón.

KwangMin bajó la mirada hacia él, la confusión brillando en sus bonitos ojos azules. —Pero están mal —repitió.

—No puedes matarlos a todos —dijo Jeongmin, acercándose y tocando la otra mano de KwangMin, tratando de conseguir que liberara al otro. El hombre en la mano derecha de KwangMin se había desmayado, y Jeongmin tenía miedo de que fuera demasiado tarde para salvar el tipo.

—¿Dónde está YoungMin? —Jaehyo echó un vistazo alrededor del club y luego vio a KwangMin—. ¿Dónde está tu gemelo?

 

Jeongmin pudo ver la preocupación en los ojos de Jaehyo. Si este vampiro estaba preocupado por el gemelo de KwangMin, no podía ser bueno. Había visto a YoungMin comerse a Do Jin, y se le había revuelto el estómago al saber que el hombre pudiera estar haciendo algo así.

En la cueva, Jeongmin había visto el arrepentimiento en los ojos de KwangMin cuando comía a Do Jin. Burdo pero real. Pero no había visto más que alegría en YoungMin, cuando cenaba al compañero de espeleología de Jeongmin. Si así era como los gemelos trataban con el mal, Jeongmin sabía que el hombre en la mano derecha de KwangMin estaba en serios problemas.

—Él está donde quiere estar —respondió KwangMin.

 

Eso sólo confundió a Jeongmin. ¿Qué clase de respuesta   era esa?

 

—¿Está limpiando al mundo del mal? —Jaehyo preguntó mientras algunos hombres se colocaban detrás de Jaehyo, mirando a KwangMin con fascinación y horror. Jeongmin no entendía esa mirada. Claro, KwangMin estaba ahogando a muerte al hombre en la mano, pero lo que veía en los ojos de esos hombres no combinaba con lo que KwangMin estaba haciendo.

Algo no iba bien.

 

El pulso de Jeongmin latía en su garganta mientras se acercaba a KwangMin. Era un club lleno de extraños, inclusive KwangMin era un extraño, Jeongmin encontró que con KwangMin era lo más parecido a sentirse a salvo. ¿Estaba loco? Tendría que haber estado de pie junto a Jaehyo, o correr hacia la puerta. No estarse moviendo más cerca de un vampiro al que había visto comerse a un humano.

Maldición, ahora estaba usando la palabra humano. Eso se le había pegado. Frunció el ceño mientras veía a Jaehyo. No sabía lo que le estaba sucediendo, pero Jeongmin sintió como si el mundo que había conocido y en el que había crecido hubiera desaparecido.

Lloraría la pérdida después. En este momento lo que necesitaba era liberar al hombre de la mano de KwangMin. Jeongmin jaló con más fuerza la mano de KwangMin, sintiendo que lentamente KwangMin desenroscaba sus dedos. Jeongmin jaló y jaló hasta que el hombre se derrumbó al suelo. Otros dos hombres corrieron y agarraron al hombre inconsciente, alejándolo.

—Siempre eres bienvenido aquí, KwangMin, pero sólo si no le haces daño a nadie. No puedo permitir que nadie, humano o vampiro, sea lastimado mientras está a mi cuidado —dijo Jaehyo mientras daba un paso más cerca—. Pero necesito saber dónde está YoungMin.

—Estoy aquí.

 

Jeongmin vio hacia atrás para ver al gemelo de KwangMin, olfateando el aire como si fuera un perro o algo así. Él no tenía un buen presentimiento sobre esto. Jeongmin había sido testigo de primera mano del daño que YoungMin podía hacer a un cuerpo humano. Y el club estaba lleno de cuerpos humanos.

—Hola, YoungMin —dijo Jaehyo mientras le daba una ligera reverencia—. Bienvenido de nuevo a la vida.

YoungMin gruñó, con los ojos deslizándose desde la abundancia de humanos a Jaehyo. —No gracias a ti.

—Hice lo que pensé que era mejor para todos los involucrados —dijo Jaehyo, sin rastros de remordimiento en su voz.

 

—¿Que es este lugar? —YoungMin preguntó, obviamente, haciendo caso omiso de la declaración de Jaehyo mientras veía alrededor del club. Jeongmin tragó saliva. No sólo YoungMin se veía confundido sino que sus ojos estaban llenos de curiosidad—. ¿Cuál es su propósito?

—Alimentar y disfrutar al mismo tiempo —dijo Jaehyo.

 

—¿Puedo comer aquí? —YoungMin preguntó con asombro—. Nunca pensé que verías las cosas a mi manera. Siempre fuiste tan auto- consciente.

—No, YoungMin —respondió Jaehyo—, no es ese tipo de alimentación. No deben de dañarse a los donantes.

YoungMin se rio y Jeongmin sintió como si hielo se deslizara hacia abajo por su columna. La risa no era feliz. Era maliciosa.

 

—¿Donantes? Eso es rico. Las cosas han llegado a ser muy ligeras, muy displicentes. ¿Qué pasó con los días de antaño? ¿Los días en que no cuidabas de los humanos, sino todo lo contrario? Ellos son ganado, no invitados.

—Esos días han pasado —respondió Jaehyo.

—¿Lo han hecho? —YoungMin preguntó al tiempo que tomaba al chico más cercano y hundió sus colmillos en el cuello del hombre.

Jeongmin lo veía sintiendo su estómago revolverse. Recordó a KwangMin mordiendo su muñeca. Eso había sido doloroso.

—No.

 

Jeongmin levantó la vista para ver a Jaehyo con su mano, deteniendo a los hombres detrás de él. —YoungMin no está haciéndole daño al hombre.

Jeongmin vio al donante, felicidad en sus ojos, como si estuviera disfrutando cada momento de ser utilizados por la sangre. Y luego las cosas se pusieron feas. El humano gritó, tratando de empujar a YoungMin lejos.

El gemelo de KwangMin liberó al hombre, el hombre cayó al suelo, cubriéndose el cuello con su mano, viendo con horror a YoungMin.

—Ellos no son más que ganado —YoungMin repitió su creencia, se giró para ver a Jeongmin. Había un destello de algo en los ojos del vampiro. Jeongmin sólo tragó saliva al ver la intención en los ojos de YoungMin, pero se sintió mal por la sangre que cubría el mentón y el cuello del vampiro—. Y tengo la intención de erradicar a esos seres malignos que están delante de mí.

Jeongmin dio un paso atrás, chocando con KwangMin mientras sentía que su corazón latía con fuerza en su garganta. YoungMin estaba hablando con Jaehyo, pero estaba viendo a Jeongmin como si estuviera hablando directamente con él.

Él sabía en su corazón que si YoungMin pudiera sostenerlo, Jeongmin podría dar el beso de despedida.

 

 Continuara....

 


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