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48.El Lado Oscuro del Amor (06) por dayanstyle

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A KwangMin no le gustaba la mirada que su gemelo le estaba dando a su pareja. Conocía esa mirada, la había visto muchas veces. YoungMin planeaba matar a Jeongmin. Era muy evidente en sus ojos azules. —Él está fuera de los límites, YoungMin.

YoungMin dio una cínica reverencia, con los ojos tan vacíos como un pozo seco. —Como quieras, hermano.

Había sido el insaciable apetito de YoungMin hace milenios, lo que había sellado el destino de KwangMin y YoungMin y había obligado a su hermano a meterlos en el sueño oscuro. KwangMin lo sabía. Pero YoungMin era su gemelo. Él no podía darle la espalda a su gemelo.

Así que había sido enterrado, justo junto a YoungMin.

 

—Mi club está fuera de los límites —dijo Jaehyo mientras daba un paso adelante, los vampiros detrás de él hacían lo mismo—. Las cosas han cambiado, YoungMin. No sólo pondrás a los vampiros en evidencia sino que si comienzas a matar a los humanos vamos a terminar siendo los perseguidos.

—¿Es eso tan malo? —YoungMin preguntó—. ¿Ser cazado por la presa? Eso ahora deberá hacer las cosas muy interesantes.

KwangMin estudió a su gemelo. Parecía que el sueño oscuro sólo había hecho que el apetito de YoungMin creciera enormemente. YoungMin incluso tenía más hambre de carne humana de la que había tenido en aquel entonces. Estaba empezando a ver el razonamiento de Jaehyo detrás de lo del sueño.

—¿Quieres que nos cacen? —Jaehyo preguntó, un toque de rabia en su tono—. ¿Pondrías en peligro a nuestra raza? ¿Por qué, YoungMin? ¿Por la oportunidad de jugar tus pequeños juegos?

 

KwangMin notó que el vampiro junto a la puerta lentamente sacaba a los humanos del club. El vampiro mantenía los ojos en YoungMin, apresurando a los humanos a salir por la puerta. YoungMin estaba de espaldas a la puerta, y no estaba prestando atención. O eso parecía. KwangMin no estaba seguro. KwangMin empujó a su pareja detrás de él mientras veía a su gemelo. —Ahora tenemos que aprender las costumbres de los humanos, YoungMin. Jaehyo dice la verdad cuando dice que los tiempos ahora son diferentes de los que vivimos.

YoungMin se giró, entrecerrando los ojos hacia KwangMin. —Siempre la voz de la razón, KwangMin. A veces me pregunto si realmente estamos emparentados.

KwangMin estaba perdiendo la paciencia. YoungMin estaba jugando una especie de juego, y su objetivo era Jeongmin. KwangMin conocía a su hermano lo suficientemente bien como para saber que toda esta charla era sólo una distracción.

Podía sentir los dedos de Jeongmin enroscarse en su camisa. Era una extraña sensación, tener a alguien a su espalda. La situación realmente debería asustar a Jeongmin. A KwangMin no le gustaba la idea de que su pareja tuviera miedo. Por la reacción de su pareja, KwangMin supuso que Jeongmin sería uno de los humanos corriendo hacia la puerta. Pero su pareja se había quedado a su lado. Algo se agitó en el interior de KwangMin con ese pensamiento.

Pero sabía que no importaba si Jeongmin hubiera corrido. KwangMin había probado la sangre de Jeongmin. Él sería capaz de encontrar a su pareja en cualquier parte del mundo.

—Tengo que encontrarles un lugar adecuado para dormir —dijo Jaehyo.

—¿Quieres que confíe mi sueño en ti? —YoungMin gritó la pregunta, el odio llenaba sus ojos—. Nunca más voy a dejar que eso suceda. Me engañaste una vez, hermano. No vas a tener otra oportunidad. —YoungMin desapareció en un abrir y cerrar de ojos, pero KwangMin podía sentir a su gemelo y sabía dónde estaba el hombre.

—¿Y tú? —Jaehyo se giró hacia KwangMin.

 

—Soy capaz de encontrar mi propio lugar de descanso para el día. —YoungMin podría ser la bala perdida entre los dos, pero KwangMin estaba de acuerdo con él. Él jamás confiaría a Jaehyo su sueño de nuevo. Puede que haya necesitado casi dos mil años, pero maldición si KwangMin regresaba al sueño oscuro.

—Muy bien —dijo Jaehyo—. Pero voy a estar vigilando a YoungMin. Si va tras algún rebelde o humano, trataré con él.

KwangMin escuchó la amenaza en la voz de su hermano. No tenía ninguna duda de que Jaehyo haría exactamente eso. Él era el más viejo, el más potente. KwangMin y YoungMin le podían dar pelea, pero al final, KwangMin sabía completamente quién ganaría.

—¿Y si voy yo detrás de ellos? —KwangMin preguntó, sintiendo a Jeongmin tensarse detrás de él. KwangMin colocó su mano en un lado de su pareja.

—Lo mismo se aplica también para ti —respondió Jaehyo, pero KwangMin podía ver la súplica en los ojos de su hermano de que KwangMin no fuera tras nadie. KwangMin debería de sentirlo por su hermano, pero él estaba adormecido. Aun no había tenido una alimentación completa. KwangMin se sentía cansado. Sabía que YoungMin también se sentía cansado, pero ellos escondieron su debilidad.

KwangMin tomó a Jeongmin y desapareció del club, regresando de nuevo a la casa de su infancia. No sabía a dónde ir. El mundo que encontró era demasiado extraño, demasiado diferente. Había humanos en cada maldito lugar. KwangMin podía sentirlos como insectos arrastrándose sobre su piel. Ellos habían aumentado en número, sobre poblaban el planeta.

—¿Por qué estamos aquí? —Jeongmin le preguntó en voz baja en los brazos de KwangMin.

—Basta de preguntas —dijo KwangMin mientras llevaba a Jeongmin a su dormitorio—. Tengo que descansar.

 

—No estoy cansado —dijo Jeongmin, mientras trataba de liberarse—. ¿Qué pasa si YoungMin intenta matarme mientras duermes? Vi la forma en que me miraba. Ese hombre se muere por apagar mi culo.

—¿Se está muriendo para hacer qué? —KwangMin se giró al preguntar. Dioses, el lenguaje en estos tiempos modernos lo confundía.

—Matarme, KwangMin. Tu hermano está loco por hacerlo. Él no está bien de la cabeza, y ahora está suelto, corriendo quién sabe a dónde, dispuesto a matar el mal. Y él me ha clasificado como el mal. — Jeongmin hacía comillas en el aire cuando decía la palabra mal.

KwangMin no entendía ese gesto, por lo que   no   le hizo caso. Jeongmin se estaba convirtiendo en un hombre extraño. —Él está descansando ahora, Jeongmin. No vendrá tras de ti hasta que esté bien alimentado. —¿Había dicho eso? ¿Podría YoungMin realmente venir tras de su pareja después de haber dado su palabra? KwangMin no estaba seguro y, sinceramente, no quería saberlo. Si YoungMin faltaba a su palabra, KwangMin no quería que su gemelo le hiciera elegir entre la relación de sangre y su pareja.

A YoungMin no le gustaría el resultado.

 

 

 

Jeongmin vio sobre su hombro, KwangMin estaba profundamente dormido. Los labios del hombre estaban ligeramente separados, pero parecía que no respiraba. Jeongmin vio el pecho de KwangMin por un momento y luego se deslizó fuera de la cama, sin querer saber si KwangMin no estaba respirando. Él no estaba seguro de poder manejar eso en estos momentos.

Se arrastró hasta la puerta, vio hacia atrás para estar seguro de que KwangMin no hubiera despertado. Jeongmin no estaba seguro de a dónde iría, pero cualquier lugar era mejor que estar alrededor de un vampiro. Se deslizó a través del antiguo palacio, dirigiéndose directamente a las puertas del frente. Se las arregló para jalar una de las puertas y abrirla lo suficiente como para deslizar su cuerpo a través de ellas. La puerta podría rechinar después de tantos años de no usarse, y Jeongmin no iba a correr el riesgo de que los sonidos despertaran a KwangMin.

Jeongmin parpadeó un par de veces a causa de la brillante luz del sol y escuchó los ruidos. Sus ojos se adaptaron a su entorno, y lo que Jeongmin vio sólo lo confundió. Él estaba en una calle de una ciudad. Jeongmin se giró y vio una tienda detrás de él. No estaba la puerta del castillo. Había desaparecido.

—Ten cuidado —dijo un hombre mientras se apresuraba a un lado de Jeongmin. Dio un paso atrás, viendo lo que parecía ser la ciudad. ¿Estaba en casa? Eso no podía ser posible. No había un castillo en su barrio. Jeongmin habría recordado algo tan grande como la casa de KwangMin ubicada en medio de Dollar General y Mc Donalds.

Él no se iba a quedar ahí de pie, viéndole la boca al caballo regalado. Jeongmin corrió hacia su departamento, necesitaba estar en su casa. Después de la locura de ayer, quería una ducha caliente y una larga siesta. Era difícil de creer todo lo que había sucedido en un solo día. Parecía mucho más tiempo para él. Se sentía como si hubiera sido toda una maldita vida.

Pensó en YoungMin y la promesa en sus ojos de matar a Jeongmin si alguna vez estaba solo. No, YoungMin no había dicho eso en voz alta, pero estaba muy claro en los ojos del vampiro. El hombre iba a querer matarlo a la primera oportunidad. Jeongmin no iba a esperar a que eso sucediera.

Podría ser ganado, pero no era estúpido.

 

Nadie sabía dónde vivía. Ellos ni siquiera sabían su apellido. Todo lo que Jeongmin tenía que hacer era pasar desapercibido y estaría bien. No había manera de que los vampiros lo pudieran encontrar. Al abrir la puerta del edificio de departamentos, Jeongmin vio lo que no quería ver en estos momentos. Byul Ha estaba apoyado contra la pared, dándole a Jeongmin una cínica sonrisa.

—Es día de pago, Jeong. ¿Tienes mi dinero?

 

Jeongmin odiaba ser llamado Jeong. Byul Ha lo sabía. Lo hacía a propósito para probarle su punto a Jeongmin de que él podía decirlo y no había una maldita cosa que Jeongmin pudiera hacer al respecto. También se olvidó de su deuda con todo lo que había sucedido ayer.

—Aun no he ido al trabajo para recogerlo —mintió Jeongmin.

 

La sonrisa de Byul Ha se ensanchó mientras se apartaba de la pared. Byul Ha tenía una sonrisa que hacía que los ojos brillaran y también hacía que el hombre se sintiera tranquilo.

Jeongmin sabía que era una falsa sensación de seguridad la que el hombre estaba dando con esa encantadora sonrisa. Byul Ha era cualquier cosa menos seguro. El traficante de drogas era un hombre muy guapo, engañaba a mucha gente que creía que él era uno de los buenos. Muchos de los hombres cometieron el error de relajarse con Byul Ha, creyéndolo inofensivo. Jeongmin no era tan ingenuo.

—Tienes hasta las tres, hermano. Regresaré a recogerlo —dijo Byul Ha, todavía con esa sonrisa que parecía que podría incluso encantar al diablo. Jeongmin asintió, manteniendo una distancia segura de Byul Ha mientras el hombre salía del edificio.

Exhaló despacio mientras se quedó un momento viendo la puerta, como si Byul Ha pudiera aparecer y exigir lo  que  se  le debía. Jeongmin corrió a su departamento, abrió la puerta y la cerró detrás de él. Tenía que ir al banco y retirar el dinero. Byul Ha no era un hombre que aceptaba excusas.

—¿Dónde has estado?

 

Jeongmin tiró sus llaves en la mesa de café y se sentó en el sofá. Su hermano, Chan Yeong, estaba sentado comiendo un plato de cereal, mirándolo como si la vida de Jeongmin no estuviera en ruinas. ¿Por qué no lo haría? Chan Yeong no sabía nada de lo que estaba pasando. No sabía nada acerca de cuánto YoungMin lo quería muerto, o cómo había sido bocado de un  vampiro. ¿Podría  Van  creerle? Probablemente no. Si Jeongmin no lo hubiera visto con sus propios ojos, tampoco lo habría creído.

—Salí con muertos —respondió.

 

—¿De nuevo con Gina? —Chan Yeong preguntó.

 

Eso era otra cosa acerca de Chan Yeong, siempre era un bromista. El hombre no tomaba absolutamente nada en serio, no que Jeongmin supiera. Pero Jeongmin tenía que admitir, que el chico era gracioso. Para Jeongmin lo era. La mayoría de la gente no conseguía entender el humor de Chan Yeong.

—Algo así. ¿Cuándo llegaste? —preguntó apoyando la cabeza en el respaldo del sofá. Acomodándose el cabello detrás de la oreja, preguntándose si Chan Yeong le creería si le dijera lo que le había sucedido. Se sentía como que tenía que contárselo a alguien. Chan Yeong era su mejor opción, pero incluso para Jeongmin, el cuento era demasiado inverosímil. Tal vez mantener los sucesos para sí mismo era mejor. No le haría parecer como si fuera un loco bastardo.

—Anoche. Pensé que para entonces ya habrías regresado con Do Jin. ¿Tuviste una cita caliente? —Chan Yeong preguntó mientras se bebía la leche en el tazón.

«Do Jin. Mierda».

 

¿Cómo infiernos Jeongmin se había olvidado del hombre? Imágenes de YoungMin comiéndoselo comenzaron a revolotear en su mente y luego las de KwangMin uniéndosele. Sus manos empezaron a temblar cuando se dio cuenta que había dos hombres muy malos tras él. KwangMin lo sería, tan pronto como viera que Jeongmin no estaba acostado a su lado. Esta situación sólo parecía estar cada vez peor.

—Do Jin no volverá —dijo Jeongmin con tristeza. Do Jin pudo haber planeado hacerle cosas impensables, pero eso no era para que se comieran al hombre. Nadie merecía una muerte así. Jeongmin se sentía  tan  condenadamente  cansado,  agotado. Todo  parecía caer sobre él, haciéndole sentir como si no pudiera mantener los ojos abiertos.

—Necesito que me prestes cien billetes —dijo Chan Yeong, poniéndose de pie y llevando el tazón vacío a la cocina—. Mi sueldo es bajo, y hay cosas que tengo que atender.

Lo mismo que Jeongmin. Tan cansado como estaba, tenía que ir al banco. Su sueldo era depositado directamente, pero Jeongmin mantuvo esa información para sí mismo. Se alegró de haberlo hecho, o Byul Ha y él estarían de camino al banco ahora. Jeongmin no permitía que nadie supiera cómo cobraba. Le parecía más inteligente de esa manera. Entre menos personas lo supieran, mejor.

Do Jin ni siquiera sabía dónde vivía Jeongmin. Y por lo que Jeongmin había conocido, eso fue algo muy bueno. Todavía no podía creer que Do Jin lo fuera a lastimar. Eso no tenía ningún sentido para él, pero tampoco lo tenía el día de ayer.

La única persona que sabía casi todo  sobre Jeongmin  era Chan Yeong. Él confiaba en su hermano. Sus padres le habían enseñado que la familia era lo más importante en el mundo. Cuando las relaciones se venían abajo, y los amigos se alejaban, la familia siempre estaría ahí.

Hasta el momento había mantenido esa teoría como verdadera.

—Voy al banco.

 

—Cool —dijo Van mientras caminaba de regreso a la sala de estar—. ¿Quieres que vaya contigo?

Jeongmin sabía lo que Chan Yeong estaba haciendo. Su hermano sabía que Jeongmin solía usar droga ocasionalmente  y  odiaba  ese hecho. Chan Yeong siempre discutía con él sobre las drogas, pero Jeongmin hoy no quería escucharlo. Había bastante mierda de qué preocuparse, sin oír el largo y aburrido discurso de Van.

—No. Quiero que esperes aquí hasta que regrese.

 

Chang Yeon se movió tan rápidamente que Jeongmin se encontró con su hermano. Bloqueó la puerta mientras veía a Jeongmin. —Byul Ha estuvo aquí hace solo algunos minutos. Él dice que le debes algo de dinero. ¿Es cierto Jeongmin?

Jeongmin podía oír la desaprobación   en   la   voz   de Chan Yeong. Realmente no quería pasar por una ronda con Chan Yeong. —Voy por el dinero ahora, Chan Yeong. Le voy a pagar, te daré lo que necesitas y todos serán felices.

—¿Cómo puedo ser feliz cuando sé lo que estás utilizando, Jeongmin? ¿Cómo? Sabes muy bien lo que sucede cuando le debes a Byul Ha. —Chan Yeong estrechó los ojos mientras empujaba su espalda contra la puerta, evitando que Jeongmin saliera.

—Muévete, Chan Yeong.

 

—Le vas a pagar y luego comprarás más en el mismo momento. Ya es suficiente, Jeongmin. Tienes que dejarlo.

Jeongmin había oído ese sermón centenares de veces. Él no era un consumidor de drogas, no en el sentido de que Chan Yeong estaba hablando. Él sostenía su trabajo, era un miembro activo de la sociedad, y pagaba sus impuestos. No era una de esas personas que lanzaban todo a la borda sólo por otra dosis. Él era un usuario ocasional. Chan Yeong hacía parecer como si estuviera en el camino al infierno.

—Eso no es asunto de tu incumbencia, Chan Yeong. Ahora sal con un infierno de mi camino para que pueda hacerme cargo de esto. — Trató de hacer a Chan Yeong a un lado, pero su hermano no era un hombre fácil de mover. Chan Yeong era unos  centímetros más alto que Jeongmin y sus hombros eran mucho más anchos. Su hermano tenía sus buenos treinta kilos más que Jeongmin.

—Prométeme que sólo le vas a pagar a Byul Ha lo que le debes. Prométemelo, Jeongmin.

 

Jeongmin maldijo entre dientes. Chan Yeong sabía que Jeongmin cumplía sus promesas. Su hermano estaba forzando la mano de Jeongmin, y a él no le gustaba. —Si no te mueves, no te prestaré el dinero.

 

—A la mierda el dinero si eso significa que vas a utilizar drogas. Prefiero estar en deuda que verte tirar tu vida por la borda.

—Hoy no, Chan Yeong. He tratado lo suficiente en las últimas veinticuatro horas para que tu piel se erizara en maldita piel de gallina. Ahora muévete o te voy a obligar a salir de mi camino.

Chan Yeong deslizó los brazos sobre su pecho, su enojada mirada se perdió. —¿Qué ha sucedido? Se suponía que tú y Do Jin fueran a las cuevas. ¿Pasó algo en las cuevas?

Niño, eso era un eufemismo. Había ocurrido de todo en esa cueva. Cosas que Jeongmin deseaba poder olvidar. De nuevo recordó a YoungMin comiéndose a Do Jin, y Jeongmin sintió que iba a vomitar. Si Chan Yeong sólo supiera la pesadilla de la que Jeongmin acababa de sobrevivir, no lo detendría. —Sí, algo sucedió en la cueva. No quiero hablar de ello. No quiero pensar en ello. Sólo déjame pasar Chan Yeong — declaró Jeongmin en voz baja.

Van puso una mano sobre el hombro de Jeongmin, la mirada se suavizó. —Sea lo que sea, no vale la pena utilizar droga, Jeongmin.

Jeongmin sacudió la mano de Van de su hombro. —Tengo que irme antes de que Byul Ha regrese. Los dos sabemos lo que pasará si él regresa y yo no tengo su dinero.

—Está bien —dijo Chan Yeong haciéndose a un lado—. Pero me das el dinero para dárselo a Byul Ha. No quiero que trates con él.

—Soy un niño grande, Chan Yeong. —Jeongmin abrió la puerta y salió, maldiciendo en voz baja por segunda vez esa mañana. Trotó por las escaleras, Jeongmin abrió la puerta y salió al sol brillante.

Decidió no ir al banco. Chan Yeong necesitaba cien dólares, y él le debía doscientos a Byul Ha. Eso podría ser retirado de un cajero automático. Había un cajero automático en la gasolinera. Estaba mucho más cerca que el banco en el que Jeongmin tenía su dinero.

Jeongmin sacó su tarjeta de crédito, retiró cuatrocientos, su límite diario. Metió los cien extras en el bolsillo y fue hacia la avenida. Sabía que ahí encontraría a Byul Ha. Era mejor pagarle a Byul Ha en donde se encontraba que tener al hombre de regreso en su puerta.

Así también evitaría que Chan Yeong tratara de pagarle a Byul Ha. Chan Yeong odiaba a Byul Ha y no era tímido para dejar que lo supiera. Byul Ha no era tímido mostrándole al hermano de Jeongmin que sabía que Chan Yeong molestaba para que lo dejara. La última cosa que Jeongmin quería era que Chan Yeong saliera lastimado por tratar de darle un sermón a Byul Ha sobre lo malo que era la venta de drogas.

Jeongmin encontró a Byul Ha apoyado en su coche, platicando con algunos de sus amigos a un par de cuadras de  la gasolinera. Jeongmin odiaba hablar con Byul Ha en frente de sus amigos. Nunca le decían nada a Jeongmin, pero las miradas que le daban eran suficientes.

Siempre veían a Jeongmin como si fuera un pedazo de mierda. Uno de ellos siempre miraba a Jeongmin como si pudiera tener una buena jodida. Jeongmin no iría por ese camino con el tipo. No había caído tan bajo como para obtener drogas con sexo. Nunca estaría tan desesperado. Él era un usuario ocasional, y los usuarios ocasionales no dan su culo a cualquiera por una dosis.

Cuando Jeongmin se acercó, tenía la sensación de que la única razón por la que esos hombres no le decían nada era por Byul Ha. Al hombre no le gustaba que acosaran a su clientela. Eso era malo para los negocios. Dios, tal vez tenía necesidad de dejar esa mierda. Jeongmin siempre se apartaba de Byul Ha sintiendo como si realmente estuviera tirando su vida por la borda. Él era un usuario ocasional. No estaba tirando su vida por la borda. Pero Jeongmin se sentía así cada vez que trataba con Byul Ha.

—¿Vienes a pagar, amigo? —Byul Ha preguntó mientras se enderezaba, alejándose de sus amigos para encontrarse con Jeongmin.

Jeongmin inmediatamente vio hacia el suelo. Byul Ha estaba usando una amistosa voz, como si hubieran crecido juntos. Esa era la cosa más lejana de la verdad, pero de nuevo, Byul Ha tenía una forma de dar una vibra de seguridad, de amigo.

Los traficantes de drogas y los usuarios no eran amigos.

 

—Sólo he venido a pagar lo que debo, Byul Ha. —Jeongmin buscó el dinero de su bolsillo, separó los cien extra, empujándolos dentro del bolsillo trasero.

—Si necesitas algo, Jeong… —Byul Ha deslizó mientras estrechaba la mano de Jeongmin, para hacer parecer que estaban contentos de verse, y luego metió la mano en el bolsillo, guardando el dinero que Jeongmin le acababa de dar.

Jeongmin vio a los amigos de Byul Ha, dándole una mirada demasiado familiar. Él no había planeado comprar nada. Jeongmin había planeado usar los otros cien dólares en comprar algunos víveres.

Se lamió los labios atreviéndose a ver a Byul Ha. —Hoy no.

 

—¿Estás seguro, mi amigo?

 

No eran amigos.

 

Jeongmin vio hacia atrás en el suelo, pensando en Van esperándolo en su departamento. —Mi hermano me está esperando.

—Puede esperar —dijo Byul Ha mientras deslizaba algo en el bolsillo de la camisa de Jeongmin—. Mantén el dinero en tu bolsillo trasero. Me pondré al día la semana que viene para el pago.

El pulso de Jeongmin se aceleró cuando asintió y caminó rápidamente alejándose. Tenía que llegar a casa, y no quería ver la mirada que los hombres le darían. Parecía que últimamente Jeongmin estaba usando droga con más frecuencia. Ese pensamiento le molestaba, pero él lo apartó y corrió a su casa.

Chan Yeong estaba recostado en el sofá, viendo la televisión. Jeongmin entró en la casa casualmente, lanzando el dinero que había mantenido separado del dinero que le debía a Byul Ha y el de la comida, hacia el sofá, cayendo en el pecho de Chan Yeong. —¿Quieres café?—Jeongmin preguntó mientras se dirigía a la cocina.

—Sabes que no tomo esa basura —dijo Chan Yeong—. Gracias por el dinero, Jeongmin.

—No hay de qué. —Jeongmin tomó el bote de café, empujando las drogas hacia abajo en el recipiente de café.

—Me voy a casa. ¿A qué hora regresará Byul Ha? —Chan Yeong preguntó desde la puerta de la cocina.

Jeongmin se encogió de hombros. —No dijo…

 

Chan Yeong se quedó ahí, estudiándolo durante un momento y luego asintió. —Regresaré en la noche. No enfrentes a Byul Ha hasta que regrese.

Van era demasiado ingenuo para su propio bien. ¿Qué distribuidor esperaba alrededor hasta que el hermano mayor de una persona viniera a manejar el negocio? Suspiró. —Entendido.

Van se fue, dejando a Jeongmin viendo cómo el café se filtraba. Sus ojos fueron hacia la lata de café, y luego de nuevo hacia la jarra. Él nunca había estado tan impaciente antes. Jeongmin lo utilizaba tranquilamente, nunca tenía prisa. Pero al parecer esta mañana la droga le hacía saber que estaba en la maldita lata de café.

Después de lo que le pasó ayer, era una sorpresa que Jeongmin no la utilizara tan pronto como Byul Ha le había dado la droga. Tenía que olvidar. Jeongmin no quería volver a ver a YoungMin comiéndose a Do Jin. Jeongmin no quería sentir la herida de la mordida que aun estaba en su muñeca.

Pensar en la mordida solo hacía que palpitara. Jeongmin levantó la manga y vio la herida. Había moretones alrededor de las dos punzantes heridas. A primera vista parecía una picadura de araña, pero Jeongmin sabía lo que eran. Él sabía lo que lo había mordido, y no fue una maldita araña.

Los agujeros eran más grandes que los que haría una araña, pero si alguien los veía y le preguntaba a Jeongmin se pegaría a la historia de la picadura de araña.


Una vez que Jeongmin tenía su taza de café hecho, abrió la lata, retiró lo que había empujado adentro, y se dirigió a su dormitorio.

 

Continuara...

 


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