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48.El Lado Oscuro del Amor (06) por dayanstyle

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Jeongmin se sentó en su sofá, viendo a KwangMin. Había pasado una semana desde que YoungMin había venido a matarlo. Byul Ha iba a aparecer frente a su puerta a cobrar lo que le debía, pero infiernos si Jeongmin podría alejarse lo suficiente como para ir a buscar el dinero.

KwangMin no había dejado que Jeongmin se apartara de su vista. Era tanto irritante como el infierno y un consuelo saber que KwangMin lo protegería de YoungMin. Jeongmin sólo quería su  maldita  vida  de regreso. KwangMin se lo llevó con él a dormir al palacio, y la única razón por la que estaban de regreso en su departamento era porque Jeongmin le había mentido.

Le había dicho a KwangMin que se iba a reunir con su hermano porque Chan Yeong necesitaba dinero prestado. KwangMin le había creído, lo que lo hacía sentirse como una mierda, pero Jeongmin  conocía  a Byul Ha. Si él no estaba aquí para pagarle al hombre, Byul Ha iría tras de Chan Yeong. Eso era algo que Jeongmin no podía permitir.

KwangMin estaba en la sala de Jeongmin, hurgando en la televisión con una extraña expresión en su rostro cuando un golpe sonó en la puerta de Jeongmin. KwangMin levantó la mirada, una mirada oscura cruzó su rostro.

—Ese es Chan Yeong —dijo Jeongmin mientras pasaba las manos por sus jeans, preguntándose qué demonios iba a decirle a Byul Ha. KwangMin se quedó donde estaba, pero su expresión no había cambiado. Jeongmin se quedó congelado en el sofá, pensando que tal vez volver aquí no era una de sus ideas más brillantes.

—¿Vas a darle la bienvenida? —KwangMin preguntó mientras se alejaba de la televisión, en dirección a la puerta—. Él es familia. La familia, siempre es bienvenida.

 

«Oh, mierda». Jeongmin se levantó del sofá, evitó que KwangMin llegara a la puerta. Eso no era algo fácil de hacer. KwangMin era un vampiro muy grande. Sus hombros eran casi tan anchos  como  Jeongmin  era alto. Poder y autoridad exudaban del hombre. La llevaba como una segunda piel. KwangMin sin duda estaba cómodo con quien era.

Jeongmin sólo deseaba tener una confianza de esa manera. El golpe sonó de nuevo, más fuerte esta vez.

—Tu hermano parece estar cada vez más impaciente. Dale las monedas que necesita para que podamos salir de aquí.

Jeongmin podía sentir el pánico aumentar. No debería haberle mentido a KwangMin. Lo sabía ahora, pero decirle a KwangMin que le había mentido, tampoco sería bueno. A Jeongmin empezó a dolerle la cabeza, justo detrás de su ojo izquierdo. Los toques en la puerta seguían por lo que tragó un par de veces mientras veía a la puerta.

KwangMin se acercó, la expresión cada vez más oscura cuando se inclinó y olió el cuello de Jeongmin. —El veneno que ingieres ha llegado a la superficie, ¿por qué? —preguntó mientras levantaba la cabeza lentamente, el azul de sus ojos extendiéndose hasta que el blancos de sus ojos ya no eran visibles—. ¿Es tu hermano que te alimenta con esas cosas malas?

—No —respondió Jeongmin rápidamente—. Chan Yeong odia las drogas.

—¿Entonces por qué el deseo en tus ojos? —KwangMin agarró los brazos de Jeongmin, acercándole lamió el cuello de Jeongmin—. Incluso puedo atrapar un ligero sabor.

Jeongmin estaba temblando tanto que sentía que el que lo sujetara KwangMin era la única razón por la que no se había caído.

—¿A qué le tienes miedo, Jeongmin? —KwangMin parecía confundido, pero sus ojos se suavizaron ligeramente—. Dime tus miedos y los mataré por ti.

Si sólo fuera así de fácil. Pero la oferta le llegó... de una irracional manera.

 

Los toques en la puerta continuaban como si Byul Ha estuviera tratando de derribar  la  puerta. Jeongmin  sabía  por  los  golpes que Byul Ha estaba enojado.

Jeongmin tuvo segundos para jadear antes de que KwangMin pegara sus labios a los de Jeongmin. Hizo un esfuerzo por alejarse, para quedar libre. Visiones de cómo se veía KwangMin cuando lo vio por primera vez acechaban su mente. Jeongmin no quería besar al hombre. Quería librarse y correr tan rápido y tan lejos como pudiera.

En un parpadeo el beso se volvió demandante explorador. Jeongmin se tensó, lo que permitió a la lengua de KwangMin cruzar sus labios, trazar las líneas de su boca. La tensión disminuyó cuando Jeongmin empezó a relajarse. Nunca hubiera pensado que un antiguo vampiro pudiera besar como un dios.

Jeongmin gimió, jalando sus brazos. KwangMin los liberó, y Jeongmin subió sus brazos alrededor de los hombros de KwangMin. Sentir tanta fuerza, tanto poder en sus manos, era embriagador. Jeongmin se hundió en el beso, abriendo mucho la boca para que KwangMin entrara.

Dios, ayudaba con su locura, pero quería a KwangMin de la peor manera. El hombre pudo haber sido una pesadilla cuando Jeongmin lo vio por primera vez, pero ahora él era un magnífico guerrero a los ojos de Jeongmin. El hombre era musculoso, grande y poderoso. La combinación era embriagadora mientras Jeongmin gemía en el beso.

KwangMin acercó a Jeongmin más, cavando sus dedos en la espalda de Jeongmin, Jeongmin se presionaba contra él. El pene de Jeongmin se endureció bajo sus jeans.

Cuando KwangMin se apartó, Jeongmin gimió y trató de perseguir los labios de KwangMin con los suyos. Él no quería que el beso finalizara. Quería agarrar a KwangMin y llevarlo a la cama. Jeongmin deseaba ser jodido por ese dios.

—El olor ha disminuido —dijo KwangMin pasando la lengua por los labios de Jeongmin. Jeongmin gruñó y se abrió más.

—¿Qué olor? —Jeongmin preguntó mientras se deslizaba más en el duro cuerpo de KwangMin—. Bésame otra vez.

 

Cuando KwangMin le dio una sonrisa que decía que tenía la intención de hacer algo más que un beso, el aliento de Jeongmin dejó sus pulmones en un silbido. Había visto esa mirada. Todos los hombres la tenían. Era una promesa de cosas traviesas por venir.

Pero Jeongmin nunca había tenido a nadie que le diera esa mirada antes. Sentía como si tuviera al universo entero con esa sonrisa de KwangMin.

—Atiende la puerta, Jeongmin —dijo KwangMin suavemente.

 

Y solo con eso, el estómago de Jeongmin rápidamente se tensó y su corazón comenzó a latir bajo su pecho más duro. KwangMin lo dejó en libertad, pero no se movió lejos de Jeongmin que se dirigió hacia la puerta. Jeongmin no quería hacer esto. Él la había  jodido. Él lo sabía. Pero él no quería pagar los platos rotos. Él no quería que KwangMin supiera lo realmente débil que era cuando se trataba de Byul Ha y las drogas que vendía.

Tomando una respiración profunda para darse valor, Jeongmin abrió la puerta. Byul Ha estaba en el otro lado, frunciendo el ceño. Su sonrisa falsa se había ido, sin ninguna pretensión de que apareciera pronto. —¿Estás tratando de evitarme? —Byul Ha preguntó enojado—. Te di las cosas de buena fe, Jeong. Si crees que vas a esconderte de mí, entonces yo no te he asustado lo bastante con mi forma de cobrarle a mis deudores.

Jeongmin sabía cómo Byul Ha le cobraba a sus deudores. Lo había visto una o dos veces. Byul Ha siempre se aseguraba de que su nueva clientela fuera consciente de lo que sucedería si trataban de engañarlo y no pagar.

Byul Ha había llevado a Jeongmin a una de las casas de su cliente, disparándole al hermano del cliente en la pierna cuando el cliente dijo que no pagaría lo que le debía a Byul Ha. Byul Ha parecía haber disfrutado el ver la mirada de terror en el rostro de Jeongmin cuando el hermano gritó y el cliente suplicó por otro día.

Jeongmin se estremeció ante el recuerdo. —Lo recuerdo.

 

—Bueno —dijo Byul Ha, sus labios ligeramente hacia   arriba—.Tomaré los doscientos que me debes y seguiré mi camino.

 

Los dedos de Jeongmin se aferraban a la perilla de la puerta más duro. No había estado trabajando en una semana. Lo más probable es que hubiera sido despedido. Jeongmin sabía que no había nada depositado. Todo lo que tenía eran sus ahorros, y dado que su adicción no era en toda regla ocasional, esos ahorros habían decrecido tanto que eran solo suficiente para llevar alimentos a la casa.

—No los tengo, Byul Ha. No he ido a trabajar.

 

El humor en los ojos de Byul Ha se alejó, una promesa lo sustituyó. —Eso es muy malo, Jeong.

—Espera —dijo Jeongmin, acercándose y agarrando la camisa de Byul Ha. Byul Ha se quedó mirando la mano de Jeongmin y luego a Jeongmin.

—Realmente quiero que me dejes ir, Jeong. —Era una advertencia.

—¿O qué? —KwangMin preguntó desde la puerta. Jeongmin podía oír el gruñido sordo detrás de él y sabía que KwangMin estaba a cinco segundos de causar algún daño grave.

Jeongmin liberó a Byul Ha y se  apartó. Tenía  que  llamar a Chan Yeong. Tenía que advertirle a su hermano que el distribuidor iba a ir tras él. Jeongmin se sintió enfermo del estómago. Él había hecho esto, creado este lío. Ahora le tocaba a él encontrar una salida. Chan Yeong iba a odiar a Jeongmin por esto. Su hermano le había advertido una y otra vez que se alejara de Byul Ha. Y ahora veía las cosas. Jeongmin había creado un lío grande que él no estaba seguro de poder limpiar.

Byul Ha iría tras Chan Yeong y lo lastimaría sólo para demostrar su punto a Jeongmin. Tenía que salir de aquí. Tenía que advertirle a su hermano. Jeongmin tenía que encontrar un lugar seguro para poder ocultar a Chan Yeong.

Joder, estaba tan jodido.

 

—¿Él es tu hermano, Jeongmin? —KwangMin preguntó mientras daba un paso más cerca de Jeongmin. Prácticamente podía sentir el calor que emanaba del cuerpo de KwangMin. Dios, ¿por qué había mentido? Eso le desgarraba las entrañas. KwangMin le había salvado de YoungMin, lo había protegido del mundo, y Jeongmin le había pagado al hombre engañándolo. No le reprocharía a KwangMin si el vampiro terminaba entregando a Jeongmin con Byul Ha y se fuera de su vida.

Todavía no estaba seguro de por qué KwangMin trataba con él. Él tenía fallas, estaba jodido y quebrado, aun así KwangMin regresaban por más. El hombre debía ser un glotón del castigo o algo así.

—No —dijo Byul Ha mientras veía a KwangMin con una mirada mordaz que estuvo a punto de que Jeongmin se orinara en los pantalones—. ¿Quién eres?

 

Jeongmin abrió la boca para mentirle a Byul Ha cuando KwangMin salió al pasillo, acercándose a Byul Ha. Jeongmin sabía lo que estaba haciendo KwangMin. Fue a oler a Byul Ha.

Jeongmin se quedó sin aliento cuando Byul Ha empujó un arma contra el vientre de KwangMin. —Me gustaría que retrocedieras.

Fue entonces cuando Jeongmin vio a dos tipos al final del pasillo. Byul Ha no había venido solo. Esto se estaba convirtiendo en una pesadilla. Lo único que superaría este lío sería si YoungMin se mostraba en estos momentos.

Jeongmin sabía a ciencia cierta que YoungMin se comería a los tres hombres. Por mucho que Jeongmin quisiera que su problema desapareciera, no quería que YoungMin se comiera a nadie. El vampiro necesitaba una nueva dieta.

KwangMin gruñó bajo cuando Byul Ha presionó el arma más en el abdomen de KwangMin. —¿Crees que las armas me dan miedo?

—Por favor —murmuró Jeongmin mientras permanecía allí sintiéndose impotente—. No le hagas daño, Byul Ha.

Jeongmin no tenía miedo de lo que YoungMin haría con él si KwangMin fuera asesinado —está bien, lo tenía, pero Jeongmin descubrió que había rogado por la vida de KwangMin porque no quería perder a KwangMin.

 

El pensamiento lo desconcertó, pero sabía en su corazón que no podía ver a Byul Ha dispararle a KwangMin.

Él no podía.

 

Jeongmin había pasado una semana en la presencia de KwangMin, viendo al hombre tratar de entender el mundo moderno. A veces fue muy divertido, especialmente cuando KwangMin había apuñalado el horno de microondas en la cocina de Jeongmin, pero también fue conmovedor ver a KwangMin luchar por aferrarse a que él mataría la maldad del mundo.

KwangMin estaba tratando, más de lo que Jeongmin podría decir acerca de YoungMin. Pero en la semana de llegar brevemente al departamento de Jeongmin o pasar noches en el palacio, algo dentro de Jeongmin había crecido para preocuparse por KwangMin, preocuparse por lo que le pasaba al vampiro. KwangMin había sido paciente con Jeongmin y le enseñaba sobre las costumbres de los vampiros, tratando a Jeongmin como si fuera de cristal. Eso le llegó a Jeongmin de una manera que nunca antes le había llegado.

Él examinaría el porqué de la situación más adelante. En este momento lo que necesitaba era salvar a KwangMin de ser asesinado. Jeongmin estaba tan malditamente asustado que casi cae de rodillas para rogarle a Byul Ha que dejara a KwangMin fuera de este lío.

—Entonces paga —dijo Byul Ha, con el labio superior curvado en una mueca.

—No tengo el dinero. No estaba mintiendo cuando te dije que no he ido a trabajar.

—Entonces tenemos un problema —dijo Byul Ha mientras disparaba a KwangMin en el abdomen. Jeongmin gritó cuando KwangMin se tambaleó hacia atrás. Jeongmin sintió cómo toda su vida dependía totalmente de KwangMin.

Las lágrimas llenaron los ojos de Jeongmin mientras veía la herida de KwangMin. Una pequeña cantidad de sangre se extendía sobre la camisa de KwangMin, manchando la tela.

 

Jeongmin miró con asombro cómo KwangMin fue tras Byul Ha. Jeongmin nunca había visto una mirada más decidida en el rostro de alguna persona de la que KwangMin tenía.

Disparos resonaron en el pasillo. Jeongmin fue empujado dentro de su departamento, y cuando miró hacia atrás, vio que KwangMin era el que lo había empujado al interior. Trató de correr de nuevo al pasillo, pero KwangMin metió su cuerpo en la puerta, evitando que Jeongmin saliera del departamento.

—¡KwangMin! —Jeongmin gritó, sollozando en su pecho mientras se aferraba a KwangMin tratando de jalar al vampiro al interior. No podía dejar morir a KwangMin porque Jeongmin dejó que su traficante de drogas se saliera de control. Él no sería capaz de vivir consigo mismo.

Él escuchó el grito de Byul Ha, y luego KwangMin lanzó a Jeongmin hacia atrás y cerró la puerta. Las balas atravesaron la madera de la puerta, y KwangMin agarró a Jeongmin mientras desaparecían.

—¡No! —Jeongmin gritó—. ¡Va a ir tras Chan Yeong!

 

—Tengo que comer —dijo KwangMin mientras veía a Jeongmin—. He perdido más sangre de la que he sido capaz de beber hasta el momento.

Jeongmin vio que estaban de regreso en el palacio, pero su atención estaba en el agujero en el estómago de KwangMin. No era grande, pero se filtraba sangre. ¿No debería haber  más sangre? Jeongmin vio otro agujero en la camisa de KwangMin. Le habían disparado también en el hombro.

—¿Vas a vivir si te alimentas? —Jeongmin le preguntó, y una pequeña parte de su cerebro estaba gritando que él funcionara. Un vampiro estaba pidiendo morderlo, beber su sangre, y Jeongmin estaba allí de pie diciendo que sí. ¿Qué diablos le pasaba?

—¿Dónde vive tu hermano? —KwangMin preguntó, mientras se dejó caer sobre la cama. Jeongmin no le gustaba la cara de KwangMin. Parecía que estaba sufriendo. Y era a causa de Jeongmin.

 

 

—Hermano, necesito tu ayuda.

 

KwangMin podía sentir la agitación en la mente de Jaehyo. Era un murmullo suave, y luego escuchó las palabras. —Todo lo que tienes que hacer es pedirla.

—Necesito a alguien que recoja al hermano de mi pareja. Él está en peligro de muerte.

 

—Dime dónde está —respondió Jaehyo.

 

KwangMin repitió la dirección que Jeongmin le había dado.

 

—Enviaré al más confiable —dijo Jaehyo.

—Hay hombres con armas tras Chan Yeong, el hermano de Jeongmin. Por favor, protégelo. —KwangMin envió el pensamiento a la mente de Jaehyo, sintiéndose cada vez más débil. Él habría sido capaz de matar a los tres hombres sin ningún problema, pero con tan poca sangre en sus venas, estaba tan débil como un recién nacido ahora. Si Jeongmin tenía malas intenciones hacia KwangMin, ahora sería un buen momento para que el hombre golpeara. Su propia vida estaba suspendida en las manos de su pareja y el humano ni siquiera lo sabía.

—Tengo que alimentarme —KwangMin le repitió a Jeongmin.

 

Jeongmin se arrastró sobre la cama, acercándose, con los ojos saltando de las heridas de KwangMin a la cara. Debería de verse hecho un lío. —Entonces, aliméntate.

KwangMin enganchó su brazo alrededor del cuello de Jeongmin, utilizando la velocidad que sólo un vampiro poseía —y lo último de energía que le quedaba—, jalando a Jeongmin y hundiendo sus dientes en la vena de su pareja. Jeongmin gritó, pero no se apartó.

KwangMin rodó y colocó a Jeongmin debajo de él mientras bebía profundamente. Su cuerpo estaba deseoso de sangre, instándole a tomar lo que quisiera. No sólo estaba herido, KwangMin se estaba muriendo de   hambre.   Su   cuerpo había estado tanto  tiempo sin una alimentación adecuada que KwangMin se sentía al borde de la locura. Él estaba tan malditamente hambriento que todo su cuerpo se sentía como un gran músculo doloroso. Aún le dolían los ojos.

—KwangMin —gritó Jeongmin, pero no luchó contra él—. Estás tomando demasiado.

—KwangMin, te enviaré alimento —le murmuró Jaehyo—. Libera a tu pareja.

 

KwangMin vio a tres humanos aparecer, junto con dos vampiros. — Traemos comida, KwangMin —uno de los vampiros, dijo mientras se acercaba a la cama, dando una ligera inclinación de cabeza. KwangMin gruñó mientras sus ojos se posaban en cada hombre, con una mirada asesina viendo si se atrevían a acercarse. Nadie lo alejaría de su pareja.

Jaehyo se apareció junto a su cama. KwangMin rugió cuando Jaehyo pellizcó la nariz y le jaló la cabeza hacia atrás, por lo que sus colmillos salieron del cuello de Jeongmin. —Toma lo que te ofrezco — dijo Jaehyo mientras le hizo señas al primer humano para que se acercara.

El humano se arrodilló sobre la cama, inclinando la cabeza hacia un lado. KwangMin hundió sus dientes en el humano, bebiendo rápidamente. Podía saborear el miedo en la sangre del humano, pero también la voluntad de entregarla. KwangMin no quería tener sexo con este hombre. Él sólo quería alimentar su cuerpo.

Jaehyo tomó al humano, y lo remplazó con otro. —Cuando termine de alimentarse, lleva a los humanos a mi oficina, asegúrate de que estén bien, y luego limpia sus mentes.

—Sí, Príncipe. —El otro vampiro inclinó la cabeza.

 

Cuando KwangMin se alimentó del tercer humano, podía sentir su hambre disminuir. Las heridas sanaron, y su hambre fue saciada. Sintió el flujo de energía a través de sus venas, como si tuviera dos mil años menos.

KwangMin echó atrás la cabeza y rugió, sintiendo sus venas cantar con un poder que corría por su cuerpo y le hacía sentir vivo otra vez.

 

Podía oír el rugido de YoungMin en algún lugar fuera de la distancia en su mente, respondiendo a la llamada de KwangMin.

Su hermano estaba alimentándose y sintió también el poder. Pura alegría zumbaba a través de YoungMin en este momento, alegría que KwangMin sabía que su hermano obtenía de matar vampiros rebeldes. Mantuvo a YoungMin fuera, quería este momento solo para él y Jeongmin.

Los tres humanos y los dos vampiros desaparecieron, dejando sólo atrás a Jaehyo. KwangMin podía ver el amor en los ojos de Jaehyo justo antes de que él también desapareciera.

—¿Estás alimentado? —Jeongmin preguntó al lado de KwangMin.

 

Jeongmin estaba acostado en la almohada, mirando a KwangMin con hambre en sus ojos. El calor brillaba a través de los ojos café de Jeongmin, un calor que KwangMin no había visto en mucho tiempo. Se agachó y utilizó sus garras para desgarrar la camisa de Jeongmin y quitársela de su cuerpo, luego arrancó la tela de la mitad inferior del cuerpo de Jeongmin, dejando a su pareja desnuda para el festín de los ojos de KwangMin.

Bebía el color oliva de la piel de su pareja, con los dedos trazando las líneas del esternón de su compañero. —¿No me temes?

Jeongmin se retorcía bajo el tacto de KwangMin y abrió más las piernas. —Sí.

—¿Entonces por qué te ofreces a mí, Jeongmin? —La ropa de KwangMin se desvaneció con un solo pensamiento, mientras se ponía de rodillas entre las piernas abiertas de Jeongmin.

—Porque tenía miedo de que murieras —respondió Jeongmin mientras jalaba los brazos de KwangMin.

—¿Temías por mi seguridad? —preguntó, asombrado de que Jeongmin se sintiera de esa manera. Él pensó que su pareja no querían tener nada que ver con él. En la semana que Jeongmin pasó en su cama para dormir, su pareja se había asegurado de que hubiera mucho espacio entre sus cuerpos. No sólo el lenguaje corporal de Jeongmin le decía a KwangMin que estaba fuera de los límites, sino el temor que se desprendía de Jeongmin había sido tan espeso que KwangMin se había sentido como si se estuviera ahogándose en él.

—Sí —respondió Jeongmin.

 

KwangMin no confiaba en la expresión en los ojos de Jeongmin. — ¿Qué ha cambiado?

Jeongmin alejó la mirada, sus dedos se deslizaron de los brazos de KwangMin. —Estoy cansado de correr, KwangMin. Estoy cansada de tener miedo. No quiero vivir más así.

—¿Así que crees que dormir conmigo ganará mi protección? — KwangMin se sentía insultado. Los hombres acudían voluntariamente a su cama. Él podría tener a cualquier hombre que eligiera. Escuchar a su compañero decirle que sólo deseaba obtener su protección era una bofetada.

—No —respondió Jeongmin girándose hacia KwangMin—. Es difícil de explicar, pero te sientes como un puerto seguro en una tormenta. Te siento como alguien que puedo llevar adentro y cerrarle la puerta al mundo.

—No puedes huir de tus problemas, Jeongmin. No cuando los problemas están dentro de ti. —KwangMin se apartó, saliendo de la cama—. Los demonios tras de ti, están en tu interior. Debes de tratar con ellos. Puedo pelear contra lo que te amenace, pero no cuando la amenaza eres tú mismo.

—Entonces ayúdame —dijo Jeongmin mientras se deslizaba de la cama. KwangMin tenía que alejar la mirada. Nunca podría mantener su ira cuando su hombre estaba de pie desnudo frente a él. Era su única debilidad—. Tú dices que soy redimible. Discutiste el punto con tu gemelo. Ayúdame a luchar contra este demonio. No todo lo que se ven mal son realmente malos, KwangMin. Algunas personas tenemos asuntos que estamos tratando.

—¿Asuntos? —preguntó KwangMin—. ¿Cómo el ingerir veneno es un asunto?

 

Jeongmin se acercó, la mirada de KwangMin bajó hasta que aterrizó en el pene de Jeongmin. Maldición, estaba tratando de hacer un punto aquí, no debía distraerse con la erección de su pareja.

—¿Crees que soy una mala persona? —Jeongmin le preguntó—. ¿En realidad crees que soy malo e insalvable?

 

KwangMin se movió  de  nuevo,  alejándose  de  Jeongmin. — Sí. Anhelabas lo que el hombre tenía en su persona. Te gustaría tener ese veneno por última vez. ¿Cómo puede alguien bueno desear esa cosa vil y los tóxicos en ellos? ¿Qué hombre bueno anhelaría su sabor?

—Se llama adicción, KwangMin. El hecho de que mi cuerpo ansía las drogas, no significa que sea una mala persona. Eso significa que tengo que luchar contra lo que no es bueno para mí. No quiero matar a nadie. No quiero hacer daño a nadie. Yo no soy un ladrón. Hago mi mejor esfuerzo para vivir de la manera correcta. Tengo un maldito defecto —argumentó Jeongmin.

—¿Un defecto? —KwangMin preguntó, mientras se dio la vuelta, sus colmillos expuestos hacia Jeongmin—. Un defecto es tener dos pies izquierdos. Un defecto es tener algo que no puedes cambiar. Usar drogas no es un defecto sino una elección, y eres un consumidor. — KwangMin conocía la palabra de los recuerdos de Jeongmin. Él sabía un montón de otras cosas que él deseó no haber sabido. Podía ver que Jeongmin decía la verdad acerca de tratar  de  ser  un  buen hombre. Todo estaba en sus recuerdos. Pero ¿cómo era bueno y malo al mismo tiempo?

Simplemente no tenía sentido para él.

 

Jeongmin levantó las manos en el aire, un sonido gutural salió de él y parecía de exasperación. —No discutas nimiedades, KwangMin. Es un defecto. No quiero ser un consumidor. No quiero ser un adicto. Estoy luchando contra eso. Confía en mí, lo hago. Pero cada vez que veo a Byul Ha, él es como un maldito disparador y el gusto regresa a mí.

—Entonces voy a matar a Byul Ha.

—No se puede matar lo que no te agrada, KwangMin.

—¿Por qué?

—Porque la vida no funciona de esa manera. No sé lo que convirtió a Byul Ha en el hombre que es, pero no puedes matarlo.

—¿Por qué no? —KwangMin estaba confundido como el infierno. Si esa persona Byul Ha era el responsable de que su pareja usara drogas, ¿por qué no iba a matarlo? Byul Ha era malo, vendía el veneno a los humanos y les hacía daño cuando no le daban monedas. Era contra lo que YoungMin y KwangMin habían luchado durante tantos años—. ¿Permitirías que alguien como él viviera entre mujeres y niños? ¿Permitirías que se aproveche de los débiles?

—Estoy de acuerdo en que no se debe permitir que esté libre, pero la cárcel le haría muy bien a alguien como Byul Ha.

KwangMin gruñó su frustración. —Eso no tiene ningún sentido para mí, Jeongmin. Él hiere a humanos cuando no consigue lo que quiere. Es un tirano. Byul Ha debe morir. No hay ninguna zona gris.

—No todo es negro y blanco, KwangMin.

 

—Sí —gruñó—. Lo es.

 

—Eres imposible —Jeongmin gritó—. Te niegas a ver ninguna razón, aparte de la tuya. Te niegas a escuchar porque estoy en desacuerdo. Ni siquiera sé por qué estoy desperdiciando mi aliento aquí.

—Porque —dijo KwangMin acercándose, sintiendo la necesidad de jalar el cuerpo desnudo de Jeongmin a sus brazos. Quería saborear a su pareja y joderlo. KwangMin quería sentir la piel caliente de Jeongmin apretándose contra la suya mientras conducía su pene dentro del cuerpo de Jeongmin—. Si no puedo entender por qué el mal no siempre es malo, entonces tú no tendrías oportunidad de vivir.

 

 Continuara...

 

 

 


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