Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

48.El Lado Oscuro del Amor (06) por dayanstyle

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—No podía limpiar sus mentes —dijo Hong Bin mientras se paseaba por la oficina de Jaehyo—. Había demasiadas personas en la calle.

Jaehyo se levantó de detrás de su escritorio, maldiciendo en voz baja. Y aquí él pensando que sería YoungMin quien los sacara. Vaya si había estado equivocado. Se pasó la mano por el largo cabello, preguntándose cómo iba a solucionar este problema. —¿Cuántos?

—Había dos policías y unos diez testigos de pie a un lado. Era tarde, y gracias por esa mierda, o habría habido más humanos viendo lo que KwangMin estaba haciendo.

—¿Dónde está Jeongmin? —Jaehyo preguntó caminando alrededor de su escritorio.

—En la mansión, paseando y llorando, la preocupación por KwangMin lo está matando. —Hong Bin metió las manos en los bolsillos delanteros, sacudiendo la cabeza—. Jeongmin se acababa de calmar antes de que viniera contigo.

—¿Sabes quiénes eran los humanos? —Era una apuesta arriesgada pero si podían seguir a los humanos, se podría reducir al mínimo los daños.

—Jun actuó como si fuera una parte  de  la  multitud embobada. Se las arregló para conseguir cinco de los nombres, pero los otros cinco no estaban siendo cooperativos. Envié a algunos hombres a limpiar la mente de los humanos que Jun pudo identificar, pero tenemos cinco más que encontrar, además de los policías.

Encontrar a los otros cinco sin identificar iba a ser una jodida para arreglar. Él rezaba para que nadie hubiera utilizado sus teléfonos móviles para grabar lo que KwangMin había hecho. —Dile a Dong Woon que  se conecte a Internet para descargar cualquier video que pudiera haber sido tomado. Si eso se extiende a todo el mundo, estamos jodidos.

Hong Bin se confió a Jaehyo. —No había pensado en eso.

 

—Solo hazlo —dijo Jaehyo al tiempo que abría la llamada de la sangre para buscar a KwangMin. Tan pronto como localizó a su hermano, Jaehyo desapareció de su oficina, apareciendo en el palacio de su infancia. KwangMin se paseaba por su habitación, los dos humanos acostados en su cama, inconscientes.

—¿KwangMin?

 

—No puedo hacerlo. —KwangMin gruñó mientras seguía paseando—. Yo los quería muertos por lo que le hicieron no sólo a mi pareja sino a todos los humanos que son adictos a las drogas. Pero yo no pude matarlos. —KwangMin sonaba enojado.

Jaehyo vio sangre en el cuello de uno de los humanos y se acercó a examinar la herida. —Tenemos que limpiar sus recuerdos y regresarlos a casa.

KwangMin abrió más los ojos viendo a Jaehyo. —¿Cómo lo haces, hermano? ¿Cómo puedes ignorar lo que estos hombres malvados hacen?

—Tienes que escoger y elegir tus batallas o te volverás loco, KwangMin —dijo Jaehyo mientras agitaba su mano sobre la cabeza de los humanos, remplazando los recuerdos de lo que había pasado con otros recuerdos, eso era un truco y funcionaba. Hizo que los humanos creyeran que eso había sido un truco para entretener a la gente, que todo era falso.

—Me vuelve loco saber que hay humanos por ahí que son tan malos que los demás se encogen ante su vista. Puedo sentir sus viles intenciones arrastrarse por mi piel, Jaehyo. ¿Cómo puedo ignorar eso?

—Tienes que aprender a vivir con esos sentimientos como yo, KwangMin. No podemos salvar a todos.

—¿Por qué? —KwangMin preguntó desesperadamente—. ¿Por qué no podemos salvar a los niños que lloran cuando sus propios padres abusan de ellos? ¿Por qué no podemos salvar a los hombres y mujeres que son golpeadas sólo por estar en la misma habitación que sus abusadores? ¿Por qué no podemos detener a la gente como esos — KwangMin señaló a los dos hombres en la cama—, que trafican su veneno? Dime por qué no podemos matarlos, porque estoy teniendo dificultades para comprender estas leyes modernas, Jaehyo.

—Debido a que está mal, porque los humanos tienen un sistema judicial que utilizan para encarcelar a aquellos que son malos.

—¿Encarcelarlos? —KwangMin preguntó con asombro—. Ellos no deben ser encarcelados. Ellos deben ser ejecutados. No hay rehabilitación de un abusador o un pederasta. No se puede salvar a un hombre que mata a sus seres queridos sin remordimientos. No se salva a asesinos y pecadores, Jaehyo. Lo sabes tan bien como yo.

—Hay muchos que sostienen ese punto, KwangMin. Hay una gran cantidad de humanos que piensan que la mente puede ser alterada o reparada.

—No me gusta estar aquí —dijo en voz baja KwangMin mientras se giraba hacia la ventana—. No me gustan estos tiempos modernos.

Jaehyo quería llegar a KwangMin, para consolar a su hermano, pero él sabía que KwangMin tenía que resolver las cosas en su mente. —Hay un montón de cosas buenas acerca de estos tiempos modernos, KwangMin.

—¿Cómo qué? —preguntó mientras se giraba hacia Jaehyo.

—¿Te gustó la película?

 

Una pequeña sonrisa se formaba en la cara de KwangMin. — Tremendamente.

—Has que tu pareja te muestre cómo la ciudad se ilumina por la noche. Pídele que te muestre cómo bailar al ritmo de la suave música cuando está rodeado en tus brazos. Tómate fotos con Jeongmin cuando ambos están sonriendo de estar enamorados. Has que Jeongmin te muestre cómo jugar al ajedrez o cómo montar una bicicleta. Hay  muchas   cosas maravillosas para  experimentar, KwangMin. Estos tiempos no son todos malos.

—¿Puede Jeongmin enseñarme a manejar uno de esos carros?

 

Jaehyo se echó a reír. —Sí, pero yo sugeriría que usaras un estacionamiento abandonado. No es una tarea tan grande como parece.

—No me gustan estos tiempos modernos, Jaehyo, pero lo intentaré.

Jaehyo puso su mano sobre el hombro de su hermano, apretándolo suavemente. —Eso es todo lo que puedo pedir. Vete a casa con tu pareja. Voy a limpiar este desastre.

KwangMin asintió. —Gracias.

 

Jaehyo vio cómo KwangMin desaparecía, y luego se giró hacia los dos hombres acostados. Colocó su mano sobre las cabezas una vez más, incrustándole la idea de ya no vender drogas y convencer a quienes estuvieran involucrados de no hacerlo. Sabía lo mucho que significaba para KwangMin, y esto era lo más que Jaehyo podía hacer por su hermano.

 

 

 

Jeongmin salió de la cama y se arrojó a los brazos de KwangMin. — ¡Nunca me asustes de esa forma de nuevo! Estaba volviéndome loco de la preocupación de que pudieran dispararte, o algo peor.

Él inclinó la cabeza hacia un lado cuando KwangMin hundió el rostro en el cuello de Jeongmin, inhalando profundamente. —Ya estamos otra vez con esa cosa de olfatear.

KwangMin se rio mientras se apartaba, sus azules ojos brillando. — Gracias.

—¿Por qué? —Jeongmin preguntó.

—Por ser tú —respondió KwangMin y luego tomó los labios de Jeongmin en un beso suave. Jeongmin gimió abriéndose más para KwangMin.

—Me has asustado —dijo Jeongmin cuando KwangMin dejó sus labios y empezó a mordisquear su camino hacia abajo por cuello de Jeongmin.

—Lo sé —dijo KwangMin—. No fue mi intención.

—Me debes una mamada —dijo Jeongmin mientras agarraba el cabello de KwangMin, jalando los sedosos mechones.

KwangMin sonrió. —Entonces la haré.

 

Jeongmin no era estúpido. Rápidamente se quitó los jeans, dejándolos a un lado, los oyó caer al suelo mientras se quitaba la camisa y la lanzaba a un lado, y luego se acostó en la cama. — Tómalo.

KwangMin le hizo cosquillas en el vientre a Jeongmin con un suave beso, Jeongmin se retorcía. KwangMin puso las manos en la cintura de Jeongmin, sosteniéndolo. KwangMin no hizo esperar mucho tiempo a Jeongmin. Tragó el pene de Jeongmin, aumentando la succión mientras su lengua recorría un lado del eje de Jeongmin.

—Oh, Dios. —Jeongmin tomó en su puño el cabello de KwangMin jalándolo, mientras KwangMin deslizaba la mano entre las nalgas de Jeongmin.

—Oh, joder. Voy a correrme. Aún no. KwangMin... —Jeongmin sabía que él no tenía un maldito sentido, y no se suponía que eso sucedía cuando la mamada estaba bien hecha. Y KwangMin estaba haciéndolo muy bien.

Jeongmin luchaba contra la creciente sensación mientras sus piernas empezaban a temblar. KwangMin sabía exactamente lo que estaba haciendo. El hombre le estaba dando una infernal mamada.

KwangMin tomó el pene de Jeongmin, lamiéndolo desde la punta hasta las bolas. Jeongmin gritó, suplicó, y gimió cuando la maravillosa boca de KwangMin salió de su erección.

 

—No te atrevas a detenerte.

 

—Pero me acabas de rogar que me detuviera.

 

¿Lo hizo? —Eso no significa que escuches cada maldita palabra que diga. —Jeongmin lo enganchó a sus caderas, haciendo su mejor esfuerzo para lograr que el pene regresara  a  la  cálida  boca de KwangMin. KwangMin empujó las piernas de Jeongmin hacia atrás y lavó el perineo y las bolas de Jeongmin con su lengua. Podía sentir el aliento de KwangMin en su piel, y eso lo hizo gritar.

—Tu boca. Necesito tu boca antes de que me corra.

 

KwangMin levantó la cabeza, tragando el pene de Jeongmin de nuevo. Jeongmin gritó y apretó el culo. Los dedos KwangMin estaban enterrados dentro de él, por lo que el orgasmo de Jeongmin creció más.

—Así es, pareja. Dame tu semilla.

 

Los músculos de Jeongmin parecían bloquearse mientras sus bolas se vaciaban. KwangMin se alejó, ordeñó el pene de Jeongmin viendo fijamente cómo la semilla de Jeongmin caía sobre su pecho. KwangMin se inclinó hacia adelante, lamiendo el pegajoso esperma del cuerpo de Jeongmin.

KwangMin no perdió tiempo en lubricar a Jeongmin, hundió su pene en el culo de Jeongmin. Jeongmin apoyó los tobillos en los hombros de KwangMin mientras su pareja sostenía sus caderas y se empujaba al interior de Jeongmin.

Jeongmin jaló a KwangMin hacia abajo, aunque el movimiento hizo que sus piernas se doblaran un poco hacia atrás. Trataría con la incomodidad después. Ahora Jeongmin quería a KwangMin. Mordió el labio inferior de KwangMin, chupando su boca y provocándolo con los dientes.

KwangMin gimió, abriendo la boca más ampliamente para que Jeongmin pudiera jugar con su labio inferior. Saboreando la sangre en su boca, Jeongmin se apartó. —Lo siento. Me dejé llevar.

KwangMin se empujó más profundo, chupándose el labio inferior y luego lamiendo la sangre. —Se te permite morderme, Jeongmin.

 

—¿Puedo hacerlo? —Jeongmin había mordido a KwangMin, y se alimentó de él cuando se convirtió, pero Kikwang le había enseñado lo qué era el carmesí. A Jeongmin le gustó cuando lo probó. KwangMin no había dicho nada acerca de que Jeongmin bebiera de él, y Jeongmin nunca lo había pedido. Se había estado perdiendo de la dulce sangre en su boca.

KwangMin inclinó la cabeza. —Adelante.

 

Jeongmin trató de inclinarse hacia adelante, pero ya estaba convertido en un pretzel. —Vas a tener que soltar mis piernas.

KwangMin dejó que las piernas de Jeongmin cayeran de sus hombros mientras Jeongmin se inclinaba hacia delante, hundiendo sus dientes en el cuello de KwangMin. El líquido caliente salpicó su lengua, haciendo gemir a Jeongmin mientras bebía de KwangMin.

Tan pronto como Jeongmin se apartó de KwangMin, lamió la herida cerrándola, KwangMin se salió de Jeongmin, por lo que Jeongmin gimió, antes de que KwangMin lo girara y entrara de nuevo en el culo de Jeongmin.

—De rodillas —dijo KwangMin mientras sostenía de nuevo las caderas de Jeongmin. Jeongmin se arrodilló, arqueando la espalda mientras KwangMin seguía entrando en su cuerpo con duros y profundos empujones. Sus brazos temblaron junto con sus piernas, cuando Jeongmin sintió que su segundo orgasmo se formaba.

—Más duro, KwangMin —gritó Jeongmin mientras agarraba su pene, jalándolo con el ritmo de KwangMin. Su cabeza cayó hacia atrás sobre sus hombros mientras Jeongmin gritaba, derramando su semilla en la mano. KwangMin gritó detrás de él.

Jeongmin se cayó. No le quedaba energía. El ser correctamente jodido lo agotó.

KwangMin se dejó caer junto a Jeongmin, su piel húmeda de sudor mientras echaba un brazo sobre los ojos. Jeongmin quería abrazarlo, pero infiernos si podía encontrar la energía para moverse, por lo que se conformó con lanzar el brazo sobre el estómago de KwangMin mientras cerraba los ojos.

 

 

—Gracias por calmar a tu hermano —dijo Min Su mientras se sentaba frente al escritorio de la oficina de Jaehyo.

—Él ha encontrado otras maneras de satisfacer su apetito —dijo Jaehyo mientras se sentaba de nuevo. YoungMin había acordado probar el ganado, y Jaehyo estaba agradecido por eso. Se había preocupado de que YoungMin se volviera incontrolable, y una parte de él aun lo hacía, pero hasta ahora, todo iba bien—. ¿El problema de los rebeldes ha empeorado desde que YoungMin dejó las alcantarillas?

—No, y él terminó con muchos de los rebeldes por nosotros. Por mucho que me queje de que él estuviera ahí abajo, se hizo cargo de un montón de ellos. —Min Su sonrió—. Si no le gustara comerse a la gente, puede ser que me llevara bien con él.

—Él es…único —admitió Jaehyo. Vio a Heo Jun traer una bandeja con carmesí y la dejó sobre el escritorio. Jaehyo se preguntó en dónde estaría Lee Geon, el hermano de Heo Jun. Él había salvado a Lee Geon del Aquelarre del norte cuando Lee Geon había matado a algunos de los seguidores del antiguo líder. Sin embargo, después de matar a los vampiros, no era seguro para Lee Geon seguir ahí más tiempo. Jaehyo había traído a Lee Geon, junto con su hermano Heo Jun a The Manacle con él. Heo Jun fue una gran adquisición, no así Lee Geon. El chico tenía una propensión a los problemas.

—Gracias, Heo Jun —dijo Jaehyo cuando el pequeño vampiro dejó la bandeja. Antes de que Jaehyo pudiera tomar una copa de vino Heo Jun la tomó y trató de servirle a Min Su. El joven vampiro tropezó con algo en el suelo y salió volando hacia el escritorio. Jaehyo iba a evitar que la cabeza de Heo Jun golpeara contra el escritorio, pero Min Su llegó primero con Heo Jun.

 

Las mejillas de Heo Jun se colorearon y se levantó rápidamente. Jaehyo se dio cuenta cómo la mano de Min Su se demoró en el brazo de Heo Junt, antes de soltarlo.

—Cuidado —dijo Min Su, volviéndose a sentar, pero mantuvo sus ojos en Heo Jun—. Podrías haber resultado herido.

Jaehyo estaba contento de que Min Su tuviera rápidos reflejos, porque no estaba seguro de poder haber evitado que la cabeza de Heo Jun golpeara contra el escritorio. Heo Jun le lanzó una mirada a Jaehyo y a Min Su, inclinando la cabeza rápidamente y saliendo corriendo de la oficina.

—¿Hay algo que debo saber? —Jaehyo dijo con una sonrisa en su rostro.

—Realmente, no —dijo Min Su.

 

Jaehyo dejó el tema. Podía ver que el aniquilador no quería hablar de ello. —¿Hay algo más en juego que yo deba saber? — preguntó mientras bebía de su copa de vino.

—Dong Woon se hizo cargo de revisar lo  que  apareciera  en Internet. Dijo que no había visto nada aparecer de lo que KwangMin había hecho en las inmediaciones del cine. Jun y Hong Bin encontraron a las últimas cinco personas que vieron lo que hizo tu hermano, pero los recuerdos que plantaste en la cabeza de esos dos hombres parecen estar funcionando. Estaban en las noticias diciendo que era un truco de mierda y se reían. Los medios de comunicación no estaban muy felices con ellos, pero funcionó.

Jaehyo dejó escapar un suspiro de alivio.

 

—Pero hay más.

 

Jaehyo dejó la copa sobre el escritorio y entrelazó los dedos juntos. —Adelante.

—Fui a su vecindario para asegurarme de que se salieran de traficar como me lo pediste.

—¿Y?

—Ellos trabajan para una escoria humana llamado Byul Ha. Él no estaba muy contento cuando sus dos mejores hombres se salieron. Uno de ellos terminó muerto por una bala. El otro está en el hospital en estado de coma. ¿Quieres que me encargue de ese tipo Byul Ha?

Jaehyo se quedó ahí, inmóvil como una estatua por un momento. Ni siquiera había pensado en las repercusiones detrás de que esos dos hombres dejaran de traficar con drogas. Nunca se le ocurrió lo que podría sucederle a los hombres.

La única cosa que Jaehyo había pensado era en evitar que KwangMin los matara.

«Mierda».

 

—No, me encargaré de ese personaje Byul Ha yo mismo. Min Su asintió y se puso de pie. —Entonces, regreso a trabajar.

Jaehyo se echó hacia atrás, preguntándose cómo iba a lidiar con esta situación. Era un problema humano, y el tener a dos traficantes de drogas fuera de la calle podría salvar vidas, pero él no era tonto. Él sabía que dos más tomarían su lugar mañana por la mañana. Era una batalla sin fin, y una batalla que no le pertenecía. Mantener los cazadores de vampiros fuera de su Aquelarre era bastante difícil. Mantener a YoungMin en el control era aún más difícil.

¿Realmente quería dedicarse a otra pelea que era un problema creciente en el mundo humano? Los agentes antinarcóticos de los humanos no podían siquiera mantener las drogas fuera de las calles. Jaehyo decidió dejarlo pasar. Se ocuparía de Byul Ha, aunque uno más lo sustituyera.

Era un círculo sin fin que Jaehyo simplemente no tenía energía para atender.

 

 

 

KwangMin vio alrededor del club, tomando una profunda respiración y dejándola salir lentamente. Podría hacer esto. Podía caminar entre los hombres malos y no matar a todos y cada uno de ellos. Jaehyo le había dicho que tenía que elegir sus batallas, y cometer una masacre en masa era mal visto en estos tiempos.

Pero, maldición, si no era tentador como el infierno.

 

Su piel se arrastró ante la maldad, pero KwangMin se concentró en los vampiros en el bar.

—¿Puedo ofrecerte algo, Príncipe? —Jae Kyung, el barman, le preguntó.

KwangMin agitó una mano desestimándolo. —No me llames así. Solo KwangMin está bien.

—Lo entiendo. —Jae Kyung tomó un vaso de debajo de la barra y lo llenó de sangre—. Por la casa.

KwangMin tomó el vaso y lo olió, dándole un pequeño trago. No estaba mal, pero el carmesí no era como sangre fresca de la vena, que era la forma en la que KwangMin prefería la sangre. En caso de necesidad, estaba bien.

—Entonces, ¿estás pensando en quedarte por aquí? —Jae Kyung le preguntó.

KwangMin dejó el vaso en la barra y vio fijamente a Jae Kyung. —No me tienes miedo. —Era una declaración por la observación. Podía ver la verdad en los ojos de Jae Kyung. Él realmente no tenía miedo de KwangMin—. ¿Por qué? Todo el mundo se apresura a alejarse de mí, o se tropiezan entre ellos tratando de complacerme. Tú estás aquí queriendo hablar.

—Soy un barman. Eso es lo que hago. —Jae Kyung sonrió—. Todos vienen a mí con sus problemas, y yo escucho.

—Pero no he venido a ti con un problema —señaló KwangMin—. Me hiciste una pregunta.

—Y gracias a Dios por eso. Me gusta mi trabajo, pero de vez en cuando me gusta hablar sin jugar al psiquiatra con todos.

KwangMin abrió la boca para responderle a Jae Kyung cuando Jeongmin se apresuró y jaló el brazo de KwangMin. —Tenemos que hablar.

 

—Hasta luego —dijo Jae Kyung mientras se alejaba.

 

Jeongmin llevó a KwangMin hasta el pasillo que conducía a la oficina de Jaehyo. Unos pocos humanos se habían alejado por el pasillo, pero echaban una mirada a KwangMin y luego  huían  en  sentido contrario. Jeongmin rápidamente giró la cabeza alrededor, por lo que KwangMin también vio alrededor. —¿Qué sucede?

—Estaba en el pasillo que va a las habitaciones de BDSM con Kikwang y Hyun Seugn, y vi a algunos de los vampiros que hablaban con un tipo en la pista de baile. Al principio, pensé que no era nada. El hombre olía raro, como un perro mojado. Por cierto, es realmente espeluznante el que puedas saber que son una especie diferente por su olor.

—Te estás saliendo de la pista, Jeongmin.

 

—Correcto. Así que de todos modos, Kikwang y Hyun Seung estaban hablando con Junhyun, y yo estaba viendo al tipo que olía a perro. Sé que no te va a gustar esto, pero sé cuando se está traficando.

—¿Traficando?

—Si. El tipo que olía a perro estaba traficando con drogas. Sólo que estaba en un pequeño frasco marrón, y no en una bolsa pequeña.

KwangMin se acercó a Jeongmin, husmeando en su cuello en busca de ese vil olor que había olido en su pareja cuando era humano.

—¿Quieres dejar eso? —Jeongmin dijo mientras golpeaba el brazo de KwangMin—. Yo no compré nada. Lo he superado. Mis deseos se han ido, y me siento feliz como una jodida por eso. No estoy tratando de joder esta vida como hice con la anterior. Pero hay un traficante de drogas en este club.

El primer instinto de KwangMin fue encontrar al distribuidor y arrancarle la cabeza de los hombros. Dio un paso hacia el club con la intención de hacer precisamente eso. La mano de Jeongmin en su brazo fue lo único que detuvo a KwangMin de ir tras el shifter.

 

—Espera —dijo Jeongmin—. Sabes tan bien como yo que no solo puedes comerlo. Será mejor que Jaehyo se encargue de esto antes de que tengamos otra escena como sucedió en el cine.

Eso detuvo el camino de KwangMin. Sabía que Jeongmin decía la verdad, pero quemaba su ego masculino tener que ir a buscar ayuda para un problema que podría resolver en cuestión de segundos. Realmente no le gustaba este nuevo mundo en el que ahora vivía. Parecía que a un hombre no se le permitía ser un hombre.

Dando media vuelta, KwangMin entró a la oficina de Jaehyo. Vio a su hermano sentado en el sofá con sus parejas y su hijo. KwangMin estudió por un momento a la pequeña familia, sintiendo una punzada en el pecho. ¿Cómo sería tener una familia con Jeongmin? ¿Cómo sería ser padre? KwangMin nunca había pensado en advertirle a Jeongmin que podría quedar embarazado. Con todo lo que estaba sucediendo KwangMin ni siquiera pensó en advertirle.

—¿Sí? —Jaehyo preguntó mientras le entregaba su hijo a Min Hyuk y se ponía de pie.

—Tenemos un problema.

 

Yu Kwon se levantó del sofá y se colocó detrás de Jaehyo. KwangMin nunca entendería al pequeño hombre. Parecía muy protector de Jaehyo y el resto de su familia. KwangMin nunca había visto a alguien pareciendo que fuera a matar a un hombre en cuestión de segundos por acercarse a los que amaba. Un montón de cosas lo confundían en estos días, pero el amor estaba por encima de todo.

—¿Qué sucede? —Jaehyo le preguntó mientras se acercaba.

 

—Jeongmin vio a un traficante de drogas aquí en el club. —Los ojos de KwangMin vagaban de nuevo hacia Min Hyuk y el bebé. No estaba seguro de por qué, pero los dos le fascinaban. Él sabía que el niño era su sobrino, pero nunca había estado tan cerca. Jaehyo temía tener a KwangMin o a YoungMin alrededor de su hijo. KwangMin había sentido esa emoción viniendo de su hermano. Y, honestamente, no culpaba a Jaehyo, pero aun así, dolía como el infierno.

—¿Quién lo vio? —Yu Kwon preguntó.

—Mi pareja —respondió KwangMin girándose de nuevo hacia Jaehyo—. Él dijo que el distribuidor olía a perro mojado.

—Un shifter —gruñó Jaehyo—. He tenido incidentes con shifter intentando vender el Liquid Wrath en mi club antes. —Jaehyo se dirigió hacia la puerta, pero KwangMin se congeló en su lugar viendo a Min Hyuk y al bebé. ¿Por qué los seguía viendo, por el pequeño bebé en brazos de Min Hyuk o por la mirada de completa felicidad en el rostro del hombre?

No lo sabía.

 

—Hola, KwangMin —dijo Min Hyuk inclinando la cabeza en señal de saludo—. Es bueno verte.

KwangMin asintió, aturdido, mirando a su sobrino. Sólo había visto al niño un puñado de veces. Jaehyo nunca lo dejaba acercarse y tenía razón. Él era un asesino. —¿Cómo se llama el niño? —Si el bebé era una niña, se disculparía.

—Hong Seok —dijo Min Hyuk con orgullo.

—¿Vienes?

 

KwangMin se giró para ver a Yu Kwon mirarlo, una mirada en sus ojos que hablaba de dolor y tortura si alguien se acercaba a los dos en el sofá.

—¿Quieres cargarlo? —Min Hyuk preguntó levantándose del sofá y acercándose a KwangMin. Se detuvo justo en frente de KwangMin y levantó al bebé.

KwangMin tragó saliva. Podía sentir el pánico formarse en su pecho mientras veía hacia la más pequeña criatura que hubiera visto. Hong Seok era tan pequeño que KwangMin tenía miedo de aplastar al bebé con sus propias manos. —No puedo —susurró—. Lo lastimaría.

 

—No —dijo Min Hyuk sacudiendo la cabeza y sonriéndole—. No lo harás.

—Él es tu sobrino —dijo Jaehyo mientras caminaba junto a KwangMin. KwangMin casi saltó cuando sintió la mano de Jaehyo en su hombro. No podía recordar la última vez que su hermano le había tocado solo de manera amistosa. ¿Era eso lo que una familia le hacía a una persona?—. Podrás ser un antiguo guerrero, pero tienes que abrazar tu… lado suave.

KwangMin no estaba muy seguro acerca de su lado suave. Ansiaba una familia propia. Pero ahora que estaba viendo a su sobrino, no estaba muy seguro de tener el material para ser padre.

—¿Estás loco? —Yu Kwon gruñó colocándose entre KwangMin y Min Hyuk—. ¡Él come gente, Jaehyo! ¡No puedes confiarle a nuestro hijo!

—Eso puede ser verdad, pareja —dijo Jaehyo mientras tomaba al bebé de las manos de Min Hyuk y ayudaba a KwangMin a sostener a su sobrino—, pero también es un hombre con deseos, sueños y necesidades. Él no es sólo un guerrero.

—Si lo dejas caer, te voy a cortar las piernas en las rodillas —dijo Yu Kwon con una desagradable mueca en su rostro. Sus garras se habían extendido mientras veía a KwangMin. Estaba claramente advirtiendo a KwangMin, tanto en palabras como en acciones.

Eso no ayudó a los nervios de KwangMin. Se quedó tieso, viendo a su sobrino y sintiendo un anhelo en su interior que hace mucho no sentía. YoungMin le decía suave por anhelar una familia, pero KwangMin no era suave. Daría todo lo que tenía y más por tener una familia con Jeongmin.

Su pareja podría ser un montón de cosas cuando era humano, pero KwangMin sabía en su corazón que Jeongmin sería un gran padre.

 

Jeongmin entró a la oficina de Jaehyo, preguntándose qué le estaba tomando a KwangMin tanto tiempo. Se detuvo en seco cuando vio a KwangMin con un bebé en sus brazos. Se apoyó en el marco de la puerta, sorprendido al ver lo bien que KwangMin se veía con él bebe en sus brazos. Jeongmin sintió una punzada en el pecho, deseando    poder mantener esa expresión en la cara de KwangMin por siempre. Si él tuviera el poder de darle a KwangMin un niño, lo haría.

La expresión de KwangMin era tan serena, tan pacífica. Jeongmin sintió incluso más amor por KwangMin en ese momento. Sabía que no importaba lo que había pasado, o lo que iba a venir, él haría lo que fuera necesario para hacer que KwangMin lo viera de esa manera.

En realidad, era un poco aterrador ver a KwangMin sosteniendo al bebé. No porque era un antiguo vampiro cargando a un inocente bebé, sino porque Jeongmin podía ver lo mucho que el hombre había llegado a significar para él en tan poco tiempo. Si Jeongmin no tenía cuidado, estaba bastante seguro de que KwangMin podría convertirse en todo su mundo.

Jeongmin se retiró de la oficina, dando a KwangMin su tiempo con su sobrino. Era su momento, un momento que Jeongmin no quería echar a perder. Sintió lágrimas en los ojos al ver a KwangMin tan humano, tan paternal. El hombre ya no era más una  bestia  grande  con músculos. KwangMin tenía un corazón de oro, y Jeongmin se sentía como una mierda por hacer que su pareja pasara por dolorosas experiencias cuando se conocieron por primera vez.

Quizás era hora de que ambos dejaran a un lado su pasado y vieran el futuro que podrían tener juntos. Pero primero, Jeongmin necesitaba hacer frente al presente. Él respiró profundamente y luego se dirigió a la barra.

Podría hacer esto. Realmente.

 

 Continuara...

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).