<<Cinematográfica Sebastian Michaelis>>
—Sebastian Michaelis —Exclamo la voz del demonio que ahora portaba por nombre Sebastian, un nombre que pesaría sobre sus hombros para seguir la voluntad de su mano como un perro fiel hasta el último momento— ¿Es acaso que algún ser querido porto dicho nombre? —Cuestiono bajo la burda creencia de que había recibido tal nombre debido algún ser amado para su joven amo —
—Así se llamaba mi perro —Planteo totalmente seguro de sus palabras—
Aquello sería algo que el demonio terminaría por detestar el resto de sus días pues daba por comprendido que él no era más que un perro para ese pequeño y detestable ser humano que en ese instante le observaba de una manera inocente.
// Primer Navidad //
—Bocchan necesito que por favor comience a hacerme caso, la fiesta no se trata de si usted gusta de ella o no, si no de su estatus como conde… —Soltó por tercera vez ya molesto pero con una sonrisa relajada que ocultaba sus tremendas ganas de asesinarlo colgándole los intestinos como collar de ser necesario—
—Te he escuchado ya Sebastian, simplemente no tengo deseos de bajar con toda esa gente que se cantonea por ahí con sus estúpidas sonrisas
Aquello solo fue el detonante para que un mayordomo se acercara tomándole con firmeza por las mejillas apretándolas contra sus dientes con ayuda de su mano derecha
—Escuche bien, usted pidió algunas cosas durante el contrato, quiere ser un conde pues va a serlo… —Dijo muy cerca de sus labios, tanto así que logro rosarlo sin una segunda intención— ahora se va a poner sus guantes y vamos a bajar con todos
—Está bien, suéltame vamos a bajar —Soltó el peli-azul con una mirada de preocupación pero aun con ello seguía manteniendo ese semblante retador contra su demonio ese del cual solía tirar de la correa—
// El primer incidente //
Hostigar los sueños de un mortal no era algo que estuviere en contra de las reglas de ese viejo demonio, después de todo, estaba acostumbrado a molestar con tal de divertirse es aquí, justo en esta parte donde debemos preguntarnos, ¿es acaso necesario seguir en una lectura la cual solo nos hablara acerca del sufrimiento, dolor y agonía que sufrió el joven heredero del apellido Phantomhive?, tal vez no, y es que en este punto podemos definir esta historia como una triste verdad a medias de un viejo demonio que ridículamente se enamoró de su comida.
Correr, gritar y llorar así era el sueño más recurrente del cual sufría el pobre Ciel, con escasos trece años su demonio era asesinado por cuarta vez por algún tipo de bestia, si eso no se veía nada bien, ni siquiera reflejaba una imagen linda de la situación.
Entre un llanto desesperado despertó con la respiración agitada llevando una de sus manos sobre su pecho para tratar de recobrar el aliento que le había sido robado en aquella pesadilla de la cual acababa de sufrir, lo siguiente que sus ojos observaron fue a Sebastian atravesar la puerta con una mirada de suma preocupación cuando noto las lagrima y aquella respiración tan desenfrenada.
— ¿Bocchan que es lo que ocurre? ¿Se encuentra bien? ¿Acaso le duele algo? —Aquellas preguntas iban una tras de otra en busca de una respuesta rápida y certera, sus ojos recorrían de manera veloz el lugar y a su joven amo en busca de algún tipo de daño físico, llegando a la conclusión de que únicamente había sido una pesadilla de la cual había sufrido—
—¿Se…Sebastian, estas bien? —Aquellas fueron las primeras palabras de un niño de apenas trece años que parecía seguir asustado luego de aquella pesadilla que lo había atormentado—
—Estoy perfectamente pero usted no se ve nada bien —Agrego para colocarse de rodillas frente a la cama de su joven amo— Aquello solo fue el punto de partida de toda la situación.
—Estoy tan feliz de escuchar eso