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Buscando la belleza por OldBear

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Capítulo 34. El novio de Tony.

 

Al día siguiente de conocer a Jarvis, Tony llegó después del mediodía a Shield cargando malas noticias en la carpeta bajo su brazo. Junto con Stephen y el abogado —el cual les había llevado té en un termo—se pasaron toda la mañana formalizando lo del embargo preventivo, por lo que el tema era un hecho ya.

Steve esperaba las noticias mientras discutía algo con Bucky, así que cuando Tony llegó, toda su atención se centró en él.

— ¿Y bien…?

—Es un hecho—respondió mientras asentía—ya interpusimos el requerimiento de embargo.

Bucky soltó un suspiro, pensando en cómo podrían mantener aquella situación oculta a partir de aquel momento. Su peor pesadilla sería que alguien —en especial T´Challa— se diera cuenta de que Shield estaba embargada en toda su totalidad, y que el legítimo dueño ahora era Tony Stark.

— ¿Y el abogado? —Preguntó Bucky— ¿tuviste problemas con él?

—No realmente. Sí es algo extraño, me citó en un parque oscuro para hacer una entrada con clase. Y luego quiso mostrarnos fotos de sus gatos. —Tony pensó que, quitando ciertas cosas, Jarvis no era tan mala persona. Solo algo fuera de lo habitual—. Con respecto a su pago, resolvimos esa parte con él.

El presidente levantó una ceja extrañado con el discurso de Tony.

— ¿Por qué hablaste en plural? —preguntó y, ante la confusión del otro, se explicó—me pareció que hablaste en plural. ¿Fue alguien más contigo a reunirte con el abogado?

Tony tragó duro cuando se dio cuenta que había cometido un error. No estaba entre sus planes el delatar que había llevado a Strange con él porque sabía que a su jefe no le agradaría mucho la idea.

—Yo…

—No me mientas. —Exclamó, e ignoró la extraña mirada que Bucky le dedicó.

—Le pedí a mi amigo que me acompañara —admitió con cierta vergüenza.

Steve no pudo disimular el disgusto en su rostro antes de preguntar: — ¿A ese tal Strange?

—Si.

— ¿Por qué ese tal amigo tuyo sabe de esto? ¿No habíamos quedado en que solo lo sabríamos los tres? Me dijiste que lo tenías como un simple empleado.

—Perdón—se excusó, sintiéndose mal de haberle mentido a Steve—no quería ir solo con el abogado y le pedí que fuera. Además, él sabe las cifras exactas de Marvel y me ayudó con eso.

—Pero ahora él sabe del embargo—dijo el presidente con las cejas fruncidas.

Se notaba a leguas el enfado de Steve y antes de que dijera algo más, Bucky se puso de pie interponiéndose entre ellos dos y colocó una gran sonrisa en su cara.

—Está bien, si tu confías en ese amigo tuyo, nosotros no tenemos problemas. —palmeó el hombro de Tony, reforzando sus palabras—. Es solo que, ya sabes, todo esto nos estresa. Y el hecho de que alguien más ajeno a nosotros lo sepa no nos tranquiliza demasiado.

—Lo sé, pero lo necesitaba, — admitió avergonzado—. No podía llevar las cuentas yo solo y él ha manejado bastante bien lo de las inversiones. Ni quería reunirme solo con el abogado. Sé que no debía decir nada, pero juro que él es de confiar.

—Bueno, por ahora está bien. Solo intenta no darle tanta información de lo que hacemos —ante el asentimiento de Tony, Bucky se giró hacia el presidente y continuó—. Steve, ven a mi oficina que necesito enseñarte unos papeles. Tony, puedes seguir trabajando.

Steve ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando sintió que Barnes le tomaba del brazo y le conducía a la oficina de vicepresidencia. Su amigo tan solo cerró la puerta y la aseguró antes de girarse con rostro enojado y encararle.

— ¿Qué crees que haces?

Steve no entendía por qué Bucky lucía enojado, cuando era él quien debía estar enojado porque no pudo terminar de cuestionar a Stark.

— ¿A qué te refieres?

—A gritarle a tu asistente, a eso me refiero. No puedes gritarle a Tony. —Levantaba los brazos, dándole énfasis a sus palabras. No podía creer lo descuidado que había sido Rogers— ¿Recuerdas que tiene tu empresa en sus manos? Sé que es un muchacho muy leal y todo eso, pero debes comenzar a tratarlo con más... suavidad.

Steve se apoyó del escritorio de su amigo con una sensación en su pecho que realmente no podía describir.

—Me mintió Bucky. Me prometió que no le diría nada a ese tal Strange.

—Pero eso no significa que puedas gritarle. Vamos a calmarnos un poco, ¿sí? Ese tal…

—Stephen Strange.

—Sí, Stephen. Me habías dicho que lo tenía trabajando como un empleado normal para llevarle las cuentas de Marvel.

—Si. Pero era solo un empleado, no sabía del embargo.

Bucky deslizó sus dedos a través de su cabello, considerando que a él tampoco le agradaba en lo absoluto que un completo extraño supiera todo lo que estaba ocurriendo pero, por el momento, ellos no estaban en posición de reclamarle a Tony.

—Por ahora dejémoslo así. —Dijo al fin, buscando entre sus cajones la botella oculta de whiskey que siempre guardaba para casos estresantes. Tomó dos vasos y sirvió uno para cada uno. — Estaremos más pendientes, pero nada de gritarle a tu asistente. Eso me recuerda, debemos tener cuidado con Sharon y T´Challa.

— ¿En qué sentido?

—Que no le griten. — Le pasó un vaso a Steve y se sentó detrás de su escritorio—. Nadie en esta empresa debe gritarle a ese chico. Tiene nuestro futuro en sus manos. No podemos dejar que se moleste con nadie de aquí adentro.

Steve asintió, entendiendo ese punto. Unos golpes se escucharon en la puerta y cuando Barnes dio permiso para entrar, Sam ingresó a la oficina con unos papeles para que los firmara.

Si bien habían logrado mantener un perfil bajo y ser bastante discretos, uno nunca es capaz de controlar todas las miradas, y menos si la persona que te gusta está usando justamente el sweater que mejor le queda. Y eso fue lo que le sucedió a Bucky cuando volvió a ver a Sam. Ya lo había visto ese día, pero ese tono de azul le quedaba tan bien… que no pudo evitar que sus ojos le delataran.

Steve vio el breve intercambio tomando un trago de su vaso, con ciertas preguntas que guardaría para después.

 

 


 

 

Tony maldijo su suerte cuando, al buscar entre sus cosas, notó que no había traído su cargador. Su teléfono estaba en once por ciento, apenas eran las dos de la tarde y estaba seguro de que aquella carga no le duraría hasta el final del día. Como obviamente no le iba a preguntar a Steve si tenía un cargador—le daba demasiada pena—, salió un momento a preguntarle a alguno de sus compañeros. Sam no estaba en su escritorio y Gamora no tenía ninguno, así que bajó al piso de Clint y Quill en busca de ayuda.

—Por supuesto que tengo uno—dijo Quill levantando un cargador en su mano—solo hay un problema, esta algo destruido y tiene un truco para que funcione.

Peter empezó a explicarle lo que tenía que hacer para que cargara, pero aquello parecía demasiado complicado.

— ¿Puedo dejarlo aquí para que tú te encargues? — Ante el asentimiento de su compañero, Tony sonrió— volveré en una hora.

Unos cuarenta minutos después, cuando Peter volvía de llevarle unos papeles a Coulson, un sonido se escuchó.

—Creo que te llaman—dijo Clint sin levantar la vista desde su escritorio.

—Ese no es el mío—contestó, terminando de acerarse a su escritorio. Abrió los ojos en gran sorpresa cuando se fijó que era el celular de Tony el que estaba sonando. — ¡Clint, tienes que ver esto!

Era Stephen quien lo llamaba por WhatsApp, y como Tony no había quitado el apodo que tiempo atrás mientras estaba durmiendo su amigo colocó, se podía ver que la llamada entrante era de “Cariño.”

—Es el novio de Tony…—dijo con gran emoción mientras tomaba la llamada. —Y lo tiene guardado como cariño.

— ¿Qué haces? —preguntó Clint sorprendido—. No puedes tomar una llamada ajena.

Quill le hizo una seña para que hiciera silencio, mientras saludaba a la persona al otro lado de la línea.

— ¿Tony? —preguntó Stephen, extrañado por la voz que le contestaba.

—Soy un compañero, Peter Quill, mucho gusto—dijo sin nada de vergüenza, ignorando la mirada desaprobatoria de su compañero —. Él está ocupado y me pidió que le atendiera las llamadas mientras vuelve. Tu eres Stephen Strange, ¿cierto? —Ante la afirmación del otro, Quill sonrió—él nos ha hablado mucho de ti, ¿quieres dejarle un mensaje?

—Sí, ¿puedes decirle que me llame? Lo necesito con urgencia.

—Por supuesto….

En menos de cinco minutos Quill había escrito por su grupo de WhatsApp que la situación de Tony y Strange estaba confirmada, ya que era algo obvio si Tony lo guardaba en sus contactos como cariño. Clint solo suspiró, si bien no estaba para nada de acuerdo con tomar una llamada que no les incumbía, tampoco pudo evitar interesarse por la conversación.

Unos veinte minutos después, cuando Tony aun no bajaba a buscar su teléfono, Quill lo tomó y asegurándose de que Coulson no lo necesitaba subió al sexto piso.

Tocó la puerta en la oficina de presidencia y Steve le indicó que podía pasar. Bucky estaba con el presidente revisando unos papeles, y Peter tuvo el fugaz pensamiento de que si aquellos dos compartían una misma oficina se les haría más fácil la vida, porque de todas formas siempre estaban juntos.

—Necesito devolverle esto a Tony—dijo Quill enseñándoles el teléfono del asistente de presidencia —. Ya tiene carga.

En ese momento Stark estaba en el taller de Loki averiguando unas cosas con Thor, así que Steve le dijo que podía dejárselo con él y que se lo entregaría en cuanto llegara.

Quill se lo entregó apretando la mandíbula. Sabía que debía quedarse callado, que seguramente a Tony no le gustaría que divulgara sus secretos, pero no podía esperar a que el más joven de todos leyera los mensajes del grupo y se enterara que su novio lo había llamado; así que sin importarle ser indiscreto le pidió un favor a Rogers.

— ¿Puede decirle que revise sus mensajes? Y que su novio le llamó.

Aquella palabra no pasó desapercibida ni para Rogers ni para Barnes, y ambos levantaron la vista rápidamente en dirección del asistente de Coulson, creyendo que habían escuchado mal.

— ¿Tony tiene novio? —preguntó Bucky, siendo el más atrevido de los dos.

—Sí, —dijo Quill con una sonrisa—su novio, Stephen Strange. Lo llamó y dijo que le urge hablar con él.

Peter hizo énfasis en las palabras adecuadas para despertar las alarmas de los otros dos presentes. Ese nombre volvía a repetirse como un mal presagio. Aquel era el nombre de la persona a quien Tony le había confiado el secreto que solo debía mantenerse entre ellos tres. Aquel era el hombre que estaba tomando poder en Marvel de alguna forma que ellos no habían tenido conocimiento. Aquel era el nombre de la persona que Tony juraba que solo eran amigos.

Y resultaba que eran novios.

— ¿Su novio? —preguntó Steve controlando su desconcierto, las palabras de Quill le estaban pesando bastante — ¿Estás seguro de eso?

—No al cien—admitió, buscando algo en su celular, —pero si a un noventa y cinco por ciento. Mire—le enseñó las fotos que le había tomado el día que Stephen fue a llevarle la chequera a Tony—. No se le logra distinguir el rostro al novio, pero se les nota bastante cómodos el uno con el otro, ¿cierto? Ya estamos ansiosos de que nos lo presente.

Con el teléfono de Quill entre sus manos veía las dos fotos con cierta angustia. En una se notaba que la mano del supuesto novio estaba alrededor de la cintura de Tony mientras este le tomaba del brazo, en la otra sus cabezas estaban muy juntas, viendo algo bastante de cerca, ¡Claro que se notaban que estaban muy cómodos el uno con el otro!

—Yo… no sabía que Tony tenía novio.

—Es algo tímido con respecto a ese tema, pero tuvimos que sacarle la información a fuerza. — rió Quill, orgulloso de su hazaña—. Según parece él está muy enamorado, pero es Strange quien no le hace mucho caso. A mí no me gusta ser chismoso pero debo decirle algo ya que al parecer usted le tiene mucho cariño a Stark— dijo mirando a Steve — Al parecer el novio está creando un negocio, y le pidió a Tony que le ayudara.

¿Creando un negocio? ¿Acaso será que estaban hablando de Marvel? Pensó Steve

—Tendremos que tener cuidado, en cualquier momento nuestro Stark se nos va para trabajar a tiempo completo con su novio.

— ¿Es tan así? —preguntó Bucky, ante la incapacidad de Steve de emitir algún sonido.

—Debería verlo. Se pone rojo cuando mencionamos el tema, y cuando habla de su amor le brillan los ojos. Se lo puedo apostar, jefe. Ese Stephen Strange tiene a Tony comiendo de su palma, cualquier cosa que le pida nuestro pequeño niño lo haría sin dudar. Por favor, no se olvide decirle que revise sus mensajes.

En cuanto Quill se fue Steve se quitó los lentes y se frotó el rostro con ambas manos.

—Esto no me gusta—dijo Bucky levantándose de su silla —. No me gusta en lo absoluto.

— ¿Y crees que a mi si?

—Tenemos un problema, y bastante grande.

—Lo sé, Dios. Lo sé.

—Digo, no está mal que él tenga novio, —Bucky deslizó sus dedos por su cabello suelto, pensando en todas las cosas que estaban yendo por mal camino— hasta lo felicito por eso, no creí que fuera capaz de tenerlo alguna vez. Pero ese novio no puede ser la misma persona que sabe que Marvel tiene un embargo sobre Shield, que está manejando las finanzas de Marvel y por sobre todas las cosas, que sabe que Tony es técnicamente dueño de todo. Me dijiste que le habías preguntado sobre ese tal Strange antes de todo esto, cuando te enteraste que trabajaba con él.

—Sí, y solo me dijo que era un compañero de la universidad. Que lo estaba ayudando con la contabilidad de Marvel. No me dijo que eran novios o que le gustaba.

—Bueno, es entendible, ese tipo de cosas son personales y nadie tiene por que andárselas contando a un simple jefe, ¿no crees? Pero eso no significa que no sea algo malo para nosotros, Steve, le has puesto en las manos a Tony la totalidad de Shield. Esto es bastante peligroso.

—Espera. —Dijo, haciendo un pequeño ademan con sus manos — Yo sé que esto se ve mal, pero yo… confió en Tony. Sé que él nunca me traicionará.

O eso prefería creer. El solo hecho de pensar que ese tal Strange podría enamorar a Tony para hacer que los traicionara le estaba dando dolor de cabeza; y uno muy fuerte.

—Yo entiendo que confíes en tu asistente. Incluso yo puedo confiar en él. ¿Pero podemos confiar en ese tal Stephen Strange? No lo conocemos, no sabemos sus intenciones. Estamos hablando de que Tony tiene una empresa millonaria en sus manos, y ese hombre lo sabe. ¿Qué tal si decide enamorarlo para quedarse con nuestra empresa? Quill y los otros saben que tú asistente se estremece por ese “compañero”. ¿Cuánto crees que tarde Stephen en darse cuenta que tiene una mina de oro a sus pies?

— ¿Qué…?

—Piénsalo, Tony le ha dado un puesto en la empresa, le tiene confianza y mete la mano al fuego por él. Le trae las cosas que dejó en la casa y mencionó que trabajan juntos en su casa. Solo hay que sumar dos más dos, Steve. Si ese hombre enamora a Tony, lo tendrá a él y a la empresa e sus manos.

—Tony me es muy leal —defendió Steve. No podía imaginarse a su asistente traicionándolo de ninguna forma. Bucky tenía que estar completamente loco.

—Para que este plan funcione, Tony tendrá la empresa en sus manos alrededor de un año, Rogers. Recuerda que nuestro plan es a largo plazo. — Bucky se paseó por la oficina, recordando que el plan para volver a Marvel a la normalidad requería tiempo—. Muchas cosas pueden cambiar en ese tiempo. Déjame explicarte esto, al final del día ¿a quién crees que Tony le será más leal con el tiempo? ¿Al novio que lo abraza, le llena de caricias, lo espera por las noches o al jefe de la empresa que lo ha pisoteado desde el primer día? Porque déjame recordarte que ese patito no ha tenido el mejor trato desde que entró a Shield.

En ese momento la puerta de presidencia se abrió dejando que Tony entrara. Caminaba atento a unos formularios, así que no se dio cuenta de la expresión de sus jefes hasta que le dejó los papeles a Steve en el escritorio para que los firmara.

— ¿Sucedió algo? —preguntó, viendo la seriedad en los otros dos.

— ¿Stephen Strange es tu novio? —preguntó Steve de la nada, ignorando las señas que su amigo le hacía desde atrás de Tony indicándole que tuviera más tacto —. Y quiero la verdad esta vez.

— ¿De qué habla?

—Quill te trajo el teléfono — dijo, pasándole el móvil a Tony—y te dejó un mensaje: tu novio, Stephen Strange, te necesita con urgencia.

Tony no pudo evitar apretar los labios ante aquellas palabras, pensando que las cosas con el tema Strange se estaban saliendo de control.

—Los del grupo creen que es mi novio, ya no sé cómo decirles que no.

La mirada fija de Steve lo hacía sentir incómodo sin poder evitarlo, y tuvo que balancearse de un pie a otro para distraerse con algo.

— ¿Estás seguro? —Preguntó elevando las cejas— digo, esa es parte de tu vida privada y no tienes el deber de hablarnos de eso. Pero sabes todo lo que está en juego ahora y ese amigo tuyo está lo suficientemente dentro de este lio como para que queramos saber.

—Lo juro. Es solo un amigo que me está ayudando con la empresa.

Steve asintió, sin estar demasiado satisfecho con la respuesta debido al nerviosismo de Tony. El problema era que Tony no podía evitar estar nervioso cuando a quien realmente le gustaba lo observaba de aquella forma.

—Bien, puedes ir a tu oficina.

 

 


 

 

El día cero llegó, y con él, nuevos nervios para el presidente y vicepresidente de Shield. Como debían resarcir el fiasco de la colección pasada, tuvieron que hacer ese segundo lanzamiento en un club privado que llamara más la atención de los invitados. Gracias a Pepper—y a su gran habilidad— lograron conseguir que los compradores importantes asistieran aun con la renuencia que tenían de volver a asistir por miedo de encontrarse lo de la vez pasada.

Tanto Thanos como Nébula viajaron para asistir al lanzamiento, y esta vez parecían complacidos con las telas elegidas y los diseños de Loki. Ellos dos sabían que las ventas estaban bajas, pero nadie les dijo qué tan bajas eran para evitar que se preocuparan más de la cuenta.

Aun contrario a los deseos de Sharon, Steve invitó a Tony para que pudiera ver el lanzamiento.

—Nada de trabajo esta vez—le había dicho —iras como invitado especial.

Tony no pudo negarse a la invitación de su jefe y, aunque sabía que tendría que aguantar las miradas cortantes de Sharon y Wanda y ciertos comentarios de los invitados sobre su aspecto “inapropiado” para un lugar como ese, intentó pasarla lo mejor que pudo.

Aquella invitación tenia doble intención. Steve quiso agradecerle a Stark por su valiosa ayuda en la colección, por lo que sabía que el más joven tenía derecho a disfrutar el buen momento. Pero también estaba el otro detalle: hacerlo sentir bien.

Durante aquellos cinco días desde que Quill les habló de que Tony y Strange podían tener algo, a ninguno se les salió esa idea de la cabeza. Bucky, sin decirle a Steve quien era su informante, consiguió sacarle a Sam algunos detalles —sin delatarse — de aquel tema. Wilson le dijo que Tony sí había admitido que le gustaba un Strange y que sí estaba trabajando en algo para él.

Y aquello les estaba quitando más el sueño de lo que lo hizo el desastre de la primera colección.

A eso de las diez y algo de la noche, cuando el desfile había pasado con mucho agrado por parte de los invitados y tan solo estaban en la fiesta posterior, Tony sintió su celular vibrar y vio que lo llamaba Strange. Había estado hablando con Barnes, así que se disculpó un momento para alejarse un poco.

— ¿Stephen?

Bucky estaba lo suficientemente cerca de él para escuchar aquello, y le hizo señas a Steve para que se acercara también en cuanto escuchó aquel nombre. Tony estaba hablando detrás de una columna, así que no sabía que ellos le estaban escuchando.

—Tony, ¿tardaras mucho en aquella fiesta? Tú papá me está volviendo loco preguntando que tanto tardas, dice que son las diez.

— ¿Estas en mi casa? Ya voy para allá.

—Sé que te gustaría quedarte más tiempo para estar con tu amor Steve, pero también necesito enseñarte algo de las finanzas de Marvel, te tengo buenas noticias. Y no sabes lo que sucedió, ¡tu madre bordó el logo de Marvel en mi chaleco! Ahora si lo represento bastante.

Eres un tonto, Strange. Espérame, salgo en unos minutos y me cuentas todo. —agregó lo último con una risa que los otros dos no vieron.

Cuando colgó, no se fijó en que sus jefes habían escuchado su pequeña conversación con Stephen. Se acercó a ellos con una sonrisa y se disculpó diciendo que tomaría un taxi para ir a casa.

Steve forzó una sonrisa y le dijo que podía retirarse, pero se mordió el labio con fuerza en cuanto Tony se dio la vuelta y desapareció de su campo de visión. Bucky lo tomó del brazo y ambos salieron al gran balcón del edificio. En aquel sitio no había nadie, y eso era lo que ellos necesitaban.

Obviamente de aquella conversación solo habían escuchado lo que Tony había dicho, pero se les hacía más que suficiente.

— ¿Lo escuchaste? —preguntó Bucky. —“Espérame, me cuentas todo.” ¡Está esperándolo en su casa a esta hora!

—Yo he estado en tu casa hasta más tarde—dijo Steve, intentando mantener la calma—he amanecido en tu casa, y tú en la mía.

— ¡Pero ninguno de los dos ha dicho que le gusta el otro! Y todo el grupo de asistentes sabe que a Tony le gusta Strange. Date cuenta Steve, nuestra empresa está en peligro.

Steve apretó los puños imaginándose las palabras de su amigo. ¿Aquella podría ser una posibilidad en verdad?

—Tony no es así —dijo, pero esta vez no estaba tan seguro de su convicción.

—Tu asistente es una persona, Steve. Y se quiebra, y se enamora. Y si ese Strange es inteligente, no dejará pasar la oportunidad de conquistar una mina de oro.

— ¿Y qué haremos? ¿Qué quieres que le diga? ¿Qué deje de verlo? —desapretó el nudo de su corbata, sintiendo gran estrés en aquel momento. Ni siquiera el whiskey podría calmarlo en ese momento—. No puedo decirle de quien puede o no enamorarse.

—No puedes, no podemos. — Admitió Bucky, antes de sonreírle— Pero podemos intervenir acerca de quien lo enamora.

— ¿Qué quieres decir?

—Lo he estado pensando Steve, y tú tienes que enamorar a Tony Stark.

 


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