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Mer Adal por Avela

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Notas del capitulo:

Hola! vuelvo con un nuevo capitulo

recuerden que lo pueden encontrar también por 

https://www.wattpad.com/story/215253531-meradal

-----*-----

01.

 

Los niños puedes ser muy crueles, hasta que crecen, y no son niños ya más. Son solos monstruos.

Era septiembre de 1883 y el verano estaba llegando a su fin. Ya llevaba un año en Henriett Azor y mi personalidad había cambiado radicalmente, en gran medida porque ahora tenía amigos.

De ellos había uno relativamente cercano a mí, se llamaba Abbott y tenía especial odio por una niña de nuestro mismo año. Al parecer se conocían de antes. Mi amigo nunca reveló el motivo de su odio, pero era claramente correspondido.

Ese día en particular la riña llegó a que usaran los anillos uno en contra de otro.

Íbamos en segundo y aún no aprendíamos ninguna materia que incluyera defensa o ataque y, sin embargo, los dos sabían suficiente.

Pronto se juntaron más personas alrededor viendo cómo se peleaban. Yo estaba entretenido, porque Abbott era inteligente, pero no muy capaz cuando se trataba de acción.

. Edith, no sigas por favor.

Un chico entre la multitud gritaba sin cesar tratando de persuadirla. Lo reconocía de vista, era el único pelirrojo de nuestra generación, así que era fácil de ubicar.

. ¡Edith!

Cuando le gritaba, yo que estaba lejos, escuchaba su voz. Me pareció extraña, tenía un eco que no encontraba natural.

. ¡Edith, detente! – Me tardé un poco, pero logré verlo. Estaba con un perro a su lado y el perro hablaba junto con él, para que su voz se escuchara más fuerte. No lo hacía de adrede, era la euforia del momento la que lo hacía desesperadamente tratar de disuadir a su amiga.

En eso Abbott llevó su puño al suelo y con su anillo hizo mover el suelo bajo los pies de Edith. Todos quedamos sorprendidos, control del espacio era algo avanzado.

Ella se cayó, aun tratando de hacer parar el movimiento con su anillo, pero no pudo.

El chico pelirrojo mando a su perro cerca para ayudarla a pararse, pero en vez de apoyarse de él lo tomo por el hocico y le dijo su nombre.

Estaba tan lejos y aun así escuche el nombre como un susurro dentro de mi propia cabeza.

Era la primera vez que escuchaba a alguien más aparte de Viradecta decir un nombre. Era el nombre de ese perro y solo él.

De inmediato el perro le perteneció.

. Atácalo – Le ordenó y este corrió furioso hacia Abbott con toda la intención de morderlo. Mientras él se quedó atontado aun tocando el suelo.

Corrí, me tomó un tiempo llegar, pero alcancé al perro antes de que atacara. Alce mi mano y dije el nombre de la sangre. No se pudo mover más.

Todo quedo silencioso, lo único que se oía era los trabajólicos gemidos del perro.

.Edith.

Le dije. Ella me miró conmocionada, quizás porque yo igual sabía decir nombres. No fue hasta que tuve al perro bajo mi poder que me di cuenta de la rabia que sentía en contra de ella.

Fue como pestañar, la naturalidad con la que cerré mi mano en un puño y las venas del perro reventaron dejando un charco de sangre a su alrededor.

Un gemido de dolor rechinó junto con los gritos sordos y ahogados de la gente que estaba presente y el sonido del cuerpo del perro al caer contra el adoquín. Fue todo.

Los profesores emergieron apenas maté al perro y disolvieron al público de inmediato. Hicieron a todos volver a sus estancias, menos a nosotros cuatro.

Era curioso como los que originaron la pelea estaban callados, pálidos y rígidos, como estatuas. Y el otro muchacho, Daw, no paraba de llorar por el perro que yo había matado.

Nos interrogaron de inmediato y por separado. No volví a ver a ninguno de los tres hasta que volvimos de nuestra suspensión.

.¿Cómo pudiste, Lowell? – La inspectora, una mujer de ojos expresivos y piel arrugada me miraba con un sufrimiento en la mirada que yo no sabía de dónde venía.

. El perro iba a atacar a mi amigo, me vi obligado a actuar.

. ¡Pero no a matarlo así!

. Sra. Bennett – El director hizo que se calmara. Me vio un largo tiempo en absoluto silencio. Sentía que juzgaba mi interior, mis intenciones. Finalmente se dirigió a mí con una voz muy calmada. – Uso de cualquier tipo de práctica fuera del ámbito del aula de clases está estrictamente prohibido.

Entrelazó sus dedos sobre el escritorio. Me dejaba ver su anillo. La piedra era grande, fucsia y de cortes rectos. El metal era oro con cuatro colmillos que sujetaban la piedra, como mordiéndola. Era un anillo muy imponente.

. Suspensión por 3 días. 

Desentrelazó los dedos rápidamente mientras agarraba una pluma para dejar constancia en el libro.

. Sr. Lowell – Me llamó antes de que saliera de la oficina. – Le sugiero que no diga nombres, si no tiene control sobre lo que hace. – Me quedo mirando seriamente, supongo siendo irónico, porque ambos sabíamos que yo había querido matarlo.

Notas finales:

Graacias por leer, se agradece ;) 

 

 


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