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Mer Adal por Avela

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Notas del capitulo:

Jojo, ando en ronda. 

recuerden que lo pueden seguir también por 

https://www.wattpad.com/story/215253531-meradal

y también estoy subiendo la otra historia que subi hace muucho tiempo (y que nunca termine jojo)

https://www.wattpad.com/story/67986800-dimachaeri

 

jaja prometo darle final, eso no ha cambiado :3

-----*-----

02.

 

Había tantas cosas que no comprendía en aquel entonces. Mi poca madurez y falta de roce social me hicieron tropezar muchas veces en el camino.

Creo que en ese tiempo estaba comenzando a desarrollar mi empatía, luego de tomarle cierto afecto a mis amigos (más que afecto quisiera decirle apego, no estoy seguro si estaba en condiciones de querer a alguien o no). Logre darme cuenta de que sentía algo que me hacía daño por dentro cada vez que era mal entendido o cada vez que dañaba a alguien sin querer. La culpa empezó a aflorar en mí, pero la viví en mis huesos por primera vez cuando fui traicionado por Daw.

No sabía lo que era sentirse traicionado, principalmente porque no había interactuado de esa manera con nadie hasta hace muy poco y porque de todas las personas con las que interactuaba hasta ese entonces, yo era el que debía obediencia, a mí nunca se me debía nada. Así que no sabía cómo era esperar algo de alguien y que ese alguien no respondiera.

Ahora sé que sus intenciones eran buenas, que solo buscaba ayudarme a practicar.

En ese entonces el director Colbyb me había quitado mi anillo por seis meses, por una travesura que había hecho en vísperas de navidad. Llevaba dos meses ya sin poder hacer prácticas, sin poder lograr esas conexiones que sentía, cuando Daw me dio asilo en su guarida.

No sé muy bien en realidad lo que nos hizo hablar. Nunca le había dicho a nadie a cerca de los nombres, a cerca de transportarme, a cerca de como venían a mi mente de forma espontánea, pero me vi hablándole y él, me escuchó y me respondió, a pesar de que había matado a su perro.

No tenía nada en su contra principalmente, sin embargo él fue el que más había perdido. Sabía que era algo muy profundo vincularse, después de todo Viradecta estaba vinculada con vencejo.

Nunca supe que había bien y mal, nadie me enseño la diferencia, nadie me dijo que Viradecta era un monstruo. Para mí era alguien que veía todos los días, lejana, distante, ocupada, importante. Mis más jóvenes recuerdos están nublados por silencio, secreto y esa inquietud en el aire que se tejía cuando hablaban de ella, de nosotros.

Eso no necesitaba explicación. Su solo nombre me marcaba, por ser su nieto. En la escuela los recreos se llenaban de silencios con cada paso que daba. Después del “patio rojo”, era como si definitivamente me hubiera convertido en miembro de mi familia.

Así que en mi interior más que miedo sentía curiosidad hacia ella. Sabía lo que era capaz de hacerme, los nombres que había hablado en mi contra, y también conocía su sensibilidad para vincularse. Para mí, si ser como ella era ser alguien malo, entonces ser malo simplemente era tener poder, reputación y frialdad, porque creí que cualquiera que buscara ser tan grande tendría que ser capaz de decirle esos nombres a cualquiera, aun sabiendo lo que se sentía.

Repasaba todos los pasos mentalmente para que no se me hiciera difícil, lo hice tantas veces que podía sentir las cosas que nombraba en la mente, sentía que casi podía alcanzarlas, como lo que sentía al nombrarlas cuando aún tenía mi anillo. Esa sensación de casi alcanzar el vínculo, el control, me agradaba, así que en ese entonces sin anillo, esas prácticas se llevaban la mayoría de mi tiempo.

Para el día después del encuentro que había tenido con Daw, era seguro que debía estar en su lugar secreto. De pronto me pregunte si le conversaba acerca de este vínculo que creía estar logrando, ¿él me entendería? Dentro de mí lo sabía con seguridad, de la misma forma que sabía que nadie más lo entendería. Que no podría hablarlo con Abbott, a pesar de que me escuchara porque él lo hablaría con su familia, como todos los que conocía, hablarían. Pero Daw, al no ser nadie, sentía que podía ser sincero con él, al menos en cuanto a las prácticas.

Me dirigí emocionado hacia su guarida, golpeé ansioso la puerta y cuando se abrió, desde el pequeño movimiento, sentí a esa niña que había peleado con Abbott la otra vez. Se me enfermo el estómago.

Los dos se estaban riendo. Yo entre a la habitación. Sus risas cesaron.

.Sabía que podrías volver hoy. Invite a Edith, ella es oradora también como tú, así que pensé que podría ayudar.

Mis ojos quedaron vibrando, sin despegarse de él. Ni siquiera cuando cerré la puerta a mis espaldas.

Las palabras que salían de su boca me inundaban el cerebro y me asqueaban. Todas las conexiones que estuve buscando lograr con los nombres todo ese último tiempo, las perdí.

.No – Fue lo único que pude decir. Mientras me sentía tiritar del centro hacia afuera.

Ah, no te enojes. Es que pensé que quizás un orador tendría más sincronía con/

No.

Se calló apenas pensé que quería que se callara, con la cólera que me invadía no me percataba que era yo el que lo estaba haciendo. Daw me miraba atónito sin abrir sus labios.

.Hey, ¿qué haces?

El timbre agudo de la voz de esa niña me exasperaba. En el pestañeo que di al verla note que mis ojos estaban llorosos. Viradecta nunca me había permitido llorar, y ahora esa niña desagradable me habría visto. La situación que estaba viviendo humillaba todo lo que era.

A penas la mire su cuerpo salió disparado a la pared más cercana. Quería que no se moviera, que no hablara, que no existiera. Con el golpe su cabeza cayó inerte, la deje inconsciente de inmediato.

Me acerque a Daw, las palabras no las encontraba.

Por qué la había invitado.

Me había comparado con ella.

Había insinuado que yo necesitaba ayuda.

Además si ella estaba aquí, eso significaba que le había contado todo lo que le había dicho ayer.

Fue mi primera gran decepción. Todo lo humano que había alcanzado a desarrollar hasta ese entonces él lo tomó con sus manos y lo aplastó. Igual a como yo maté a su perro. Entonces ahí pensé que esto que estaba pasando podía ser una venganza.

Lo tome de la ropa iracundo, quería sacudirlo con todas mis fuerzas, pero inconscientemente mi mano izquierda se fue a su anillo y de pronto nos transportamos a mi antigua escuela, en el patio rojo donde dije el nombre de la sangre por primera vez.

Cuando llegamos fue tanta mi sorpresa que deje de poner mi mente a todo. Y lo solté de golpe.

. ¿Qué paso? ¿Quién lo hizo? – Su pelo, siempre alborotado, ahora lo estaba más y no paraba de moverse cada vez que volteaba para ver si había alguien más con nosotros – ¿Que paso? ¿Dónde estamos? ¡Gidian!

Lo miré y me di cuenta.

.Yo lo hice, yo nos traje. – Contuve el tiritar de mi cuerpo. Esa fue la primera vez que transporte a alguien conmigo.

. ¿Cómo? – No sabía exactamente cómo, pero lo había hecho con su anillo, cuando lo toque. – Creí que no tenías sincronía con/

Sus palabras saliendo sin cesar, sin detenerse. De repente escucharlo me hizo hervir el cerebro. Le abofeteé la cara al instante. Lo que sentía, no había forma de expresarlo con palabras, pero había cosas que yo estaba seguro que le llegarían.

.¡Urg!¿Que ocurre contigo? – Dijo sobándose la mejilla. Mis dedos le habían quedado marcados.

.No. ¿Qué ocurre contigo? ¿Qué cruzó por tu cabeza al pensar que querría compartir un anillo con esa Delili?. ¡Ella no es nada parecida a mí! ¡Ella es /  -- No encontraba palabras. Hablaba con tanta rabia que me tiritaba la mandíbula, me hacía morder mi lengua, mis mejillas. - ¡No es un orador! ¡No nos compares!

A medida que le gritaba sus grandes ojos oscilaban sorprendidos mirándome. Cambiando con cada palabra que decía.

.Solo intentaba ayudarte… - El tono tranquilizador de su voz me sacaba de quicio.

. ¡Le contaste todo lo que yo te dije! – Esa frase fue la primera que englobo todo mi dolor, ahí no pude parar de gritar.

. ¡No! ¡No lo hice!, Ella solo/

. ¡La llevaste al mismo lugar donde dijiste que no había estado nadie!

. Era para /

. Voy a volver y te dejare aquí, donde nadie te encuentre – A medida que me escuchaba me negaba con la cabeza sin poder formar palabra, angustiado – Y no podrás hacer nada cuando le quite la vida a todas esas criaturas que juntas ahí, y a esa perra de Delili también, igual como lo hice con tu perro!

Lo tenía cerca, no me había dado cuenta de que lo intimide hasta apretarle los brazos. Mi cara estaba enfrentando a la suya, escupiéndole toda la rabia encima. Sonó como una cascara de huevo el cabezazo que me pegó en la nariz.

Aturdido lo solté. Sentía que me había dejado un chichón que se estaba hinchando. Cuando abrí los ojos vi directo un pulso llegar a mi estómago, me llegó de lleno, no alcancé a esquivarlo.

. ¡Todo lo que dices! – Él también se había puesto a llorar. - ¡Todo está mal!

Ciertamente era alguien muy emocional, porque su golpe me había dolido bastante. Y en ese dolor, solo la probada de lo que era el verdadero nombre, me ahogó el recuerdo. La rabia todo todas mis riendas, y me deje llevar.

Él se veía sorprendido consigo mismo, por lo que había hecho. Se secó las lágrimas y comenzó a acercarse a mí, estirándome la mano para ayudarme a levantarme. Yo  igual estire la mía hacia él y dije el nombre del dolor. Jamás pensé en decirlo, tampoco pensé que funcionaría. 

Fue la compulsión natural de su cuerpo y los gritos que daba lo que me hizo darme cuenta de lo que había hecho. Para cuando me di cuenta de la conexión ya estaba tirado batiéndose en el piso. La rompí de inmediato, a penas lo hice se veía como el cuerpo se movía como adolorido, pero sus gritos eran los mismos, el llanto era desconsolado.

Yo había estado donde mismo estaba él, sabía lo que se sentía, para eso, no hay explicación.

Corrí hacia él y me tire al suelo para verle los ojos. El nombre duro tan poco, no debió ser más de cinco segundos, no alcanzó a perder el conocimiento.

Me sentí tan mal, como si alguien hubiera metido su mano en mi pecho, aplastando mis pulmones. Me sentí culpable.

Tomé su mano y de pronto caímos al piso de la enfermería en Henriett Azor. El grito que pegó la enfermera fue eclipsado por los gritos de dolor de Daw.

.Pero, ¿qué diablos?  - Decía mientras se acercaba hacia nosotros.

. ¡Le dije el nombre del dolor! – La enfermera me miró como si hubiera visto al diablo. - ¡Haga algo que está sufriendo!  - No me había dado cuenta que tenía agarradas sus manos. Estuve por primera vez en mi vida genuinamente desesperado. Porque él estaba sufriendo y yo no podía hacer nada para evitarlo. Todo, todo había sido por mi mano.

. ¡Duérmalo ya! – Grité casi llorando. La enfermera ya había atraído para si un frasco con líquido amarillo mientras corría hacia nosotros. Se agachó y me apartó bruscamente mientras ponía el frasco bajo la nariz de Daw. Este se quedó dormido de inmediato

Me vino el mismo alivio muscular que el de la enfermera. Ambos nos dejamos caer al piso, mirando como ahora su cara estaba en paz. Ella reaccionó más rápido y lo movió hasta una camilla, pero yo seguía viendo su cara llena de dolor, repasando todo una y otra vez.

Tres pensamientos inundaron mi cabeza y no los lograba sacar.

¿Cómo pude hacerlo? Físicamente, no tenía anillo. No había explicación.

¿Cómo pude haberle hecho pasar por eso? Yo, que sabía lo que era el nombre del dolor y aun así se lo deseé a alguien más. ¿Acaso eso era malo? Me hacía sentir fatal. Estaba mal, no importa de dónde había venido el deseo, estaba mal. Al momento en que lo vi sufrir supe y sentí que estaba mal.

Lo que me llevó a la pregunta que más descolocó mi cerebro. La pregunta que a futuro me torturaría todos los días.

¿Cómo Viradecta pudo haberme hecho algo así? Yo era su nieto. Si yo sufrí por hacerlo con un niño que apenas conocía, cómo pudo haberle hecho eso a su propio nieto. ¿Qué clase de persona era ella?

Notas finales:

Graaacias por leer ;)

nos vemos


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