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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Doceavo acto


 


 


Todos tenemos dos elecciones:


estar llenos de miedo o llenos de amor


-          Albert Einstein


 


 


 


Hinata puso sus zapatos debajo de la cama y lo cubrió con lo que parecía ser una chaqueta de Neji quien estaba cerrando las persianas de todas las ventanas del vehículo, incluyendo las delanteras. El espacio de los Hyuga desprendía una calma casi alarmante, él permaneció ahí, en silencio y envuelto en la prenda del castaño, mirando como la chica se ponía de pie despacio, había una cafetera eléctrica en donde preparaba té.


-          Es para esconder tu olor – explicó Neji, sin necesidad de que le preguntaran


No dijo nada, seguía mirando como el mayor encendía un par de varas de incienso que dejó atoradas en el cerrojo de la puerta. Se aferró a la prenda, aspirando hondo, pero supo que estaba equivocado y que, de hecho, esa chaqueta no era de Neji.


-          El olor de Shikamaru es más fuerte – le dijo Hinata que regresaba con un par de tazas de té – esa chaqueta es de él


Miró las mangas de la prenda, se dio cuenta de que, efectivamente, ésta era muy ancha para ser de Neji. Finalmente, el castaño se sentó en el frente, en el sitio del conductor, se pondría un par de audífonos dejándolos a ellos dos prácticamente solos.


Era la primera vez que estaba completamente a solas con Hinata (más o menos), su cama era un espacio que la representaba casi a la perfección. Sabanas lila, almohadas esponjosas y muñecas de porcelana, más de las que a Naruto le parecían prudentes. Su sonrisa amable y grandes ojos perla le brindaban una parsimonia necesitada, se sentía con la confianza de suspirar las veces que quisiera porque, nada lo alcanzaría.


-          ¿Qué pasa con los cazadores?


-          Me gustaría decirte que lo sé – suspiró, acomodándose sentada con las piernas cruzadas frente a él – pero la realidad es que con ellos jamás se sabe


El frio de la noche se colaba entre las paredes del camper, el silencio era tal que, podían escuchar la melodía que azotaba los oídos de Neji.


-          Siempre son problemas – suspiró Hinata


-_


 


Los tres hombres enfundados en unas largas capas negras atravesaron la puerta del campamento, los cazadores Damphir iban a paso rápido, casi parecían flotar sobre el césped. Deidara caminaba un poco más despacio, inspeccionando histéricamente sus al rededores, como si intentara detectar al humano que Itachi escondía antes de sus compañeros, quizá simplemente para prepararse mentalmente de lo que podría pasar pues, si alguno de ellos se daba cuenta de su presencia, no había mucho que pudiera a hacer.


-          ¿Qué buscas, Deidara? – dijo el compañero del frente, dejando caer la capucha de su capa


No le contestó, el otro rio sínicamente, sin dejar de caminar a paso acelerado. Finalmente, en el centro del campamento vieron a los vampiros y a los licántropos.


Deidara miró a Itachi, sentado en la mesa de plástico que seguramente habrían dispuesto para la cena y que ahora estaba a punto de ser el centro de la reunión. Los más jóvenes permanecían de pie, a la espalda de su líder, expectantes y a la defensiva.


-          Buenas noches – saludó Itachi, sin moverse de su silla


Frente a él había también una sola silla, destinada al líder del escuadrón de Deidara quien, por obviedad, también tendría que permanecer detrás de su líder. Los tres cazadores bajaron sus capuchas, pero solo el líder se quitó la capa, dejando al descubierto un traje formal sin el saco; se acomodó la corbata y dejó el abrigo en la mesa para empezar la reunión.


-          Tiempo sin verlos – sonrió, de medio lado


-          No el suficiente, al parecer, Hidan


-          Que dramático eres, Itachi – sonrió, acomodándose en su asiento – Sasori, Deidara y yo vinimos desde muy lejos ¿Y así nos reciben?


Akamaru gruñó al lado de Kiba, pero no se movió ni un solo centímetro, Hidan dejó salir deliberadamente una risa burlona, Kiba sostuvo a su compañero del cuello, como si con eso también se recordara a él mismo que tenía que calmarse.


-          Veo que sigues conservando a los pulgosos


-          Kiba es el protector de mi hermana, lo sabes


Sasuke apretaba los puños tan fuerte, que se clavaba sus mismas uñas en la palma de las manos, tuvo que detenerse cuando sintió que podría sangrar. Miró a su hermana que, se aferraba al brazo de Kiba con la misma determinación que él a su propia carne, miró cuidadosamente a los tres cazadores. Deidara y Sasori miraban en todas direcciones, en busca de cualquier nimiedad lo suficientemente importante como para decírsela a Obito; en cualquier otro escenario le daría lo mismo, pero en ese momento particular, estaba rezándole a lo que estuviera dispuesto a escuchar que, por lo que más quería, no descubrieran a Naruto.


-          ¿A qué debemos esta visita? – apremió Itachi


-          Tan impaciente – rio – ¡Pero si acabamos de llegar! – miró a sus espaldas – ¿No creen?


El cazador líder parecía ser el único divertido pues, incluso sus acompañantes parecían simplemente querer olvidarse del circo y regresar. Miró a Itachi, sabía que su semblante apacible y tranquilo simplemente escondía una impaciencia mayúscula.


-          Sin ofender, Hidan – contestó Itachi – creo que será más cómo si simplemente vamos al punto – tajó, continuaría hablando para no darle oportunidad a su interlocutor – ¿Qué los trajo aquí? ¿Qué quiere Obito?


-          ¿Por qué asumes que Obito quiere algo?


-          Obito siempre quiere algo


El cazador pareció complacido con la respuesta, a decir verdad, él mismo se miraba bastante ansioso por decir las nuevas noticias. A los ojos de Sasuke, los cazadores le parecían las criaturas más estúpidas sobre el planeta, teniendo la capacidad de rivalizar con los vampiros sin preocuparse por beber sangre.


-          Ella – dijo, señalando a Okami


Hubo un silencio, el estupor en el aire era palpable, los hermanos y el licántropo abrieron los ojos como platos. En cuanto a la muchacha, se aferró tan fuerte al brazo de Kiba que lo hizo sangrar; Akamaru gruñó, enseñándoles los dientes, una clara invitación a pelear que al líder de los cazadores le haría gracia.


-          ¿Qué? – musitó Itachi


-          Sí, es algo de sus viejas reglas – suspiró, haciendo un ademan con la mano como si le quitara importancia – Los vampiros Strigoi solo pueden casarse con otro Strigoi ¿No?


Itachi lo miró, entre asqueado y sorprendido, tenía muchas ganas de arrojar la mesa muy lejos y saltar sobre Hidan, pero respiró despacio, aunque pudiese derribar al peliblanco, Sasori intervendría y Deidara se vería obligado también a participar.


-          Tu hermana es la única doncella soltera – rio – bueno, bueno, la única soltera


Ante tal ignominia, Kiba también les mostraría los colmillos, estaba dispuesto a perder los estribos, Akamaru también se sintió a un solo paso de soltar el control. Ambos se detuvieron casi en seco cuando Itachi alzó una mano, indicándoles que no se movieran, calmándolos al instante, conscientes de que la ira del azabache mayor no rivalizaba con la propia.


-          No permitiré que le faltes al respeto a mi hermana – le dijo, sin intenciones de ocultar su molesta


-          No te enojes, no te enojes – respondió, sin soltar ese aire santurrón – solo vine a entregar el recado. Obito está reclamando la mano de tu hermana en matrimonio, nosotros solo estamos aquí para avisarte


-          ¿Y si me niego?


-          ¡No puedes! – dijo alzando los brazos, alegre – eso es lo maravilloso de las reglas que ustedes mismos escriben, cuando regresan a morderles el trasero


Nadie más que Hidan reía, el líder de los cazadores estaba a mitad de una carcajada forzada, de esas que solo están ahí para fastidiar.


-          Pero bueno, bueno, pongámonos serios – suspiró – Por alguna razón, este tonto – señaló a Deidara – sigue insistiendo en leer las letras pequeñas y pues – se encogió de hombros – nuestra idea era llevárnosla hoy mismo para oficiar el matrimonio lo antes posible


Sasuke puso su mano en la cadera de Okami, como un gesto protector. Ella temblaba aferrada a Kiba, con los ojos empapados en lágrimas sanguinolentas, una especie de mecanismo protector que era activado cuando se sentían en verdadero peligro.


-          Pero, como ya te dije, nos vemos sujetos a estas mismas reglas – se encogió de hombros, poniéndose de pie y tomando su abrigo – en una semana regresaremos por ella


Y entonces, los tres cazadores abandonaron el circo.


 


 


 


-_


 


 


 


 


Dejaron que Deidara se bajara del auto a comprar cigarrillos, había sido una excusa tonta para dejar a Sasori e Hidan solos en el vehículo. El peliblanco estaba acomodado con los brazos cruzados sobre su pecho, ambos sospechaban del rubio que, le tenía demasiadas consideraciones al circo.


Obito les permitía hacer de las suyas libremente, mantenerlo en el trono significaba una vida de libertades para los cazadores Damphir, sabían que los demás miembros de El Consejo no dudarían de relevarlo de su cargo si supieran que Itachi estaba disponible, por eso, el compromiso con Okami aseguraría una línea sanguínea Uchiha pura, resguardando el lugar de Obito.


-          No había nada fuera de lugar


-          Yo creo que si


Sasori guardó silencio, miraba a Hidan desde el espejo retrovisor, esperando que le dijera qué era lo que había encontrado.


-          El olor de Sasuke


El pelirrojo pestañeó rápido, como si se hubiera perdido de algo. Y era que, Hidan había sido elegido como el líder de su escuadrón por tener las mejores habilidades de rastreo, siendo poseedor de uno de los olfatos más agudos, casi rivalizando con el de un verdadero vampiro Strigoi o, incluso, un licántropo.


-          Era muy leve – explicó – pero no puedo equivocarme


Ambos miraron a Deidara pagar los artículos desde el ventanal de la tienda de conveniencia, comprendían que ese tipo de información tenía que quedar fuera del conocimiento del rubio.


-          Olía a humano


 


 


 


-_


 


 


 


 


Aún después de dejar de percibir el olor de los cazadores, Kiba permanecía a la defensiva, Akamaru se había ido a dar una vuelta a los rededores para asegurarse de que estaban completamente solos. Los hermanos Uchiha estaban sumidos en un silencio abrumador, él sería quien los sacaría de su estupor, plantándose frente a Itachi, mostrando sus colmillos.


-          ¿Qué vas a hacer? – le dijo, haciendo que un hilo de saliva escurriera fuera de su boca


El azabache mayor le dio una mirada severa, obligándolo a tranquilizarse y esconder los colmillos, no respondería ante amenazas de ese estilo.


-          Tenemos una semana – recordó Sasuke


Okami estaba hecha un manojo de nervios, aferrada ahora al pecho de Sasuke, llorando desconsoladamente, embarrando todo con sangre. Había muchas cosas mal con la demanda de Obito, pero muchísimas, Itachi estaba experimentando una especie de mezcla entre alivio y enojo; alivio porque Naruto no apareció en la boca de los cazadores; enojo, por la obviedad.


Los matrimonios arreglados y casarse entre familiares era una costumbre que no se usaba desde hacía décadas, el líder supo que ese matrimonio tan forzado sería por la presión de los demás miembros de El Consejo que, seguramente, seguían insistiendo en quererlo a él.


Su padre Fugaku representó un hito en la historia vampírica, los Uchiha siempre se hicieron cargo de todo, desde tiempos inmemoriales y la línea sanguínea principal era la de ellos, el matrimonio con Okami haría que dejaran de presionar, sabiendo que el futuro heredero también pertenecería a la línea principal.


-          Yo sé – suspiró – mientras mi hermana siga soltera, Obito tiene todo el derecho de llevársela


Una vez más hubo un silencio, Okami simplemente se fue corriendo, directo al camper que compartía con su hermano. Fue paulatino, Kiba volvió a enseñar los dientes, pero no se detuvo ahí, su camisa empezó a rasgarse, estaba a la mitad de la metamorfosis para convertirse en un lobo.


-          Kiba, cálmate – espetó Itachi


Normalmente, Kiba tenía la delicadeza de quitarse la ropa antes de transformarse completamente, pero esta vez no lo pensó. En cuanto el azabache le pidió que se tranquilizara, entonces terminó de transformarse; un lobo castaño, casi del tamaño de Akamaru. El animal se acercó al vampiro, Sasuke permaneció en su lugar, él también tenía muchas ganas de lanzarse sobre su hermano.


-          ¿Esa es tu solución? –Escupió Itachi – ¿Me morderás la yugular?


Kiba respondió con un gruñido.


-          No me puedes matar así – musitó


-          ¿Puedes culparlo? – agregó Sasuke – yo también tengo ganas de matarte


-          ¡Cálmense los dos!


Ambos se detuvieron en seco, Sasuke no se había dado cuenta de que estaba empezado a acercarse a su hermano mayor. Kiba no regresó a su forma humana, sabía que cuando era un lobo, su forma animal dominaba sobre la humana, era su instinto y como instinto, no podía hacerle nada a su alfa.


-          Tenemos una semana – les repitió – además – les dijo, regalándoles una sonrisa –  les recuerdo que mi padre fue quien escribió esas reglas, y como toda regla, existe un vacío legal


 


 


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La mañana llegaría monótonamente, no había deberes en el tablero ese día, Itachi no se molestó en siquiera pensar en ellos. El camper del líder había estado cerrado a cal y canto desde la partida de los cazadores, Naruto había pasado la noche con Hinata en una especie de pijamada improvisada de la que Neji se excusó con sus audífonos.


Despertarían acurrucados en el espacio de Hinata que había tenido que hacer a un lado las muñecas de porcelana para hacer lugar. En cuanto salió de la estancia de los Hyuga, supo que todo estaba mal, el aire que se respiraba estaba mezclado con una incertidumbre palpable.


Él y Hinata se aproximaron al edificio en donde estaban congregados casi todos, haciendo un desayuno improvisado. Se acercaron a Lee, que solamente estaba sentado en un taburete frente a una mesilla de plástico, pelando unas manzanas para lo que parecía ser un platillo vegano preparado por las Veelas.


-          Noche difícil ¿Eh? – dijo Lee, viéndolos acercarse


-          Como siempre que ellos vienen – contestó Hinata


Naruto se sentía un poco fuera de lugar, Hinata había hecho que pasara una noche amena, pero en cuanto se vieron sumidos en esa bruma, ella también parecía estar un poco decaída.


-          ¿Y Sasuke? – se le ocurrió preguntar a Naruto


-          Ha estado con Kiba e Itachi en el camper grande – suspiró – algo pasó anoche, algo feo


-          Vinieron los cazadores, eso ya es malo


-          Me refiero a algo peor – contestó bajando la voz – me acerqué al camper de los gemelos para ver qué había pasado, toqué y Okami no me respondió… estaba llorando


Instintivamente, Naruto miró a Hinata, se había quedado prácticamente sin palabras, sus ojos aperlados no transmitían otra cosa que no fuese miedo. Él era ajeno a lo que pasaba después de la visita de los cazadores, obviamente no representaban noticias alentadoras, pero, no pensaba que fuese tan grave. Él estaba entero, Itachi tenía miedo de que descubrieran al humano en el circo, pero no lo habían hecho.


-          Voy a verla – dijo Naruto poniéndose de pie


Ni Hinata ni Lee lo detuvieron, a ellos también les interesaba saber qué había pasado la noche anterior y, estaban conscientes de que Naruto tenía más posibilidades de sacarle información a los gemelos, a cualquiera de ellos.


-          ¿Qué habrá pasado? – susurró Hinata


-          Problemas


Ambos se exaltaron, ni siquiera se habían dado cuenta de que Shikamaru había entrado, Hinata abrió la boca, pero la cerró enseguida, su chaqueta seguía en el camper con Neji. La idea de la prenda había sido de su primo, objeto que tenía guardada de Shikamaru desde hacía un buen rato, siempre supuso que era para tener una excusa y hablar.


-          Oye – le dijo Hinata, cuidando bien lo que iba a decir – Neji tiene una chaqueta tuya en el camper


El castaño la miró con una ceja levantada, simplemente regresó sobre sus pasos, encaminándose a la salida.


-          ¿Qué fue eso? – quiso saber Lee


-          Nada, solo una tontería


 


 


 


-_


 


 


 


 


Los sollozos de Okami eran audibles aún sin acercarse demasiado al camper, tocó la puerta tímidamente pero obviamente no obtuvo una respuesta. Lo intentó un par de veces e incluso probó abrir la puerta, pero estaba cerrado, no desistió hasta que se dio cuenta de que los sonidos estaban cada vez más cerca.


-          Oye, soy yo, Naruto – dijo, sin obtener respuesta – ábreme


Hubo un silencio pequeño, momento en el que pudo escuchar el pestillo de la puerta abrirse, él simplemente entró para encontrar a la muchacha, sentada en su cama, hecha un completo desastre y bañada en sangre. Se acercó a sentarse en el suelo, al pie de la cama y frente a la vampiresa, ignorando la escena tan desagradable que le ofrecía la sangre escurriendo en todo su cuerpo y sábanas.


Era una faceta de la gemela que no conocía, ella era siempre sonrisas y chocolates, jamás paraba de hablar y decir imprudencias. Pero ahora, estaba muda.


-          ¿Qué pasó? – musitó Naruto, muy cuidadoso


-          Los vampiros no producimos lágrimas, lo que sale es solo sangre


-          Oh – musitó, un tanto asqueado, pero decidido a ignorar ese detalle – me refería a lo de anoche


-          Obito – dijo, quedo


Naruto tuvo que hacer algo de memoria, Obito era el nombre de uno de los vampiros de El Consejo, Sasuke lo había mencionado alguna vez. Seguía sin comprender al cien por ciento la gravedad de la visita de los cazadores, se suponía que jamás auguraban nada bueno, aunque no esperaba ese resultado.


-          ¿Qué quiere Obito?


-          Quiere reclamarme como su esposa – soltó, respirando muy agitada


El rubio decidió sentarse a su costado, haciendo a un lado las sabanas ensangrentadas, abrazándola para consolarla, estaría así un buen rato hasta que ella lograra calmarse, dejando de preocuparse por la suciedad de los fluidos que seguramente ya no sería capaz de quitar de la ropa.


-          Obito pertenece a la rama secundaria de la familia Uchiha – explicaba, en un hilo de voz apenas audible – casarse conmigo le aseguraría el lugar en el que está


-          ¡Pero Itachi se opuso! – la miró, comenzó a llorar aún más fuerte – ¿No?


-          No… son nuestras leyes, no puedo negarme


Reinó un silencio agridulce, verla llorar le partía el alma, acostumbrado a una Okami diferente. Había demasiado sobre El Consejo, las leyes de los vampiros eran demasiado crueles con ellos mismos. Supuso que se debían a leyes viejas, una administración aún más vieja y, un líder demasiado ambicioso.


-          No puedo creer que lo hayan tomado tan bien, ellos…


La mano de Okami buscó la suya, comprendió que simplemente tenía que callarse, su amiga necesitaba que la confortaran. El corazón se le estrujó, entendiendo que ella comprendía su deber, no solo con El Consejo sino que, con sus hermanos y todo el circo, él incluido. Escapar con Kiba solamente ocasionarían más problemas que soluciones.


-          Eventualmente nos encontrarían – dijo ella, apretando su mano, en un hilo de voz


Entendió que Okami había escuchado la pregunta que hizo involuntariamente en su mente. Apretó la mano de la vampiresa, esperando calmar así los nervios de ambos, le parecía completamente injusto lo que le pedían que hiciera; a sus ojos, era un sacrificio que rebasaba los límites.


-          Tengo que estar bien, Naruto – le dijo


Comprendió pues, que lo mejor que tenía para ofrecer en un momento tan difícil como ese, era precisamente sentarse al lado de la azabache y dejarla llorar sobre su hombro.


 


 


 


 


 


-_


 


 


 


 


 


Esperar a sus subordinados después de enviarlos al circo siempre lo mantenía con cierto grado de ansias. El líder de El Consejo, Obito Uchiha, se mantenía en las penumbras, cobijo que ofrecía el estudio de la que alguna vez había sido la mansión Uchiha.


Se puso de pie, no se molestaría en encender las luces ni abrir las ventanas, le gustaba más ese ambiente lúgubre que le recordaba constantemente que no importaba cuantos años pasaran, nada de lo que era cambiaría. A cada paso que daba, la madera del suelo soltaba un quejido lastimoso, esa habitación necesitó una restauración casi completa después del incendio que él mismo provocó cuando se hizo con el poder.


No importaba cuantas lunas tenía que ver morir, en su mente siempre estaba el mismo pensamiento.


Suspiró pesado, recorriendo la amplia sala, las paredes habían sido adaptadas para fungir como librero para el millar de ejemplares con los que Obito se entretenía cada anochecer. Había muchos de ficción, sentía una debilidad por las historias que lo transportaban a una dimensión en la que él no era él, en la que todo era diferente.


Mantener a sus primos lejos fue mera estrategia, Fugaku había encontrado indicios de sus investigaciones y planeaba llevarlo ante El Consejo, no se le ocurrió una mejor manera de mantener todo en secreto que hacerse con el puesto de su querido tío, puesto que era, por derecho, de Itachi.


Salió del estudio para dirigirse a un sitio en concreto, el sótano, una adición que hizo a la mansión después de tener que restaurarla ante el incendio que fulminó la mayoría de la construcción. Itachi sabía de la nueva mansión Uchiha, Obito se dio cuenta de que el azabache mayor había tomado como una ofensa el que él se tomase el atrevimiento de reconstruir la casa y luego habitarla.


Hacer pasar sus propios actos villanescos como simples crímenes de humanos fue fácil, en aquella época quemaban incluso personas inocentes por tonterías tan banales como dedicarse a la ciencia. No era menester eliminar a sus primos, los dejaría vivir por si algún día necesitaba de ellos, incluso dejó que Itachi fundara su circo para sacárselo del camino y seguir con sus investigaciones a las espaldas de El Consejo que él mismo dirigía.


Pero no contaba con que los vampiros que conformaban el comité en donde se supone tenía el control, dijeran que ya era suficiente, que necesitaban de regreso a la rama principal de la familia para liderar, como si él no fuese un líder bueno.


Necesitaba más tiempo, sabía que a Itachi no le interesaba el puesto, pero necesitaba calmar a los demás.


Cerró la puerta tras él, encontrando una penumbra que se lo tragó cual boca de lobo. No necesitaba luz, conocía perfectamente cada escalón hacia abajo, los recorrió una y otra vez, durante miles y miles de anocheceres. Encendió el interruptor para dejar ver un laboratorio, paredes adoquinadas y una mesa de trabajo al centro, pero pasó de largo, directamente a la cortina que tomó con mucho cuidado, como si no supiera lo que había tras ella, a pesar de que lo que estaba ahí, era la razón de ser del sótano en primer lugar.


Corrió la cortina, necesitaba verlo, como si llenarse las pupilas con eso fuese religiosamente necesario, solo para cuando tenía que recordarse el por qué estaba ahí.


Él mismo había diseñado la máquina, una especie de contenedor de metal, un cristal permitía ver a su interior, eso fue mera estética, para asegurarse de que el contenido, lo que flotaba en el líquido amarillento, estaba ahí.


Sus ojos estaban cerrados, pero lo demás seguía tal y como lo recordaba y lo recordaría siempre. Labios rosas, pestañas largas y una cabellera castaña que no dejaba de crecer, además, su cuerpo parecía tan radiante como la última vez que la vio sonreír. Claro, la mancha negra que había comenzado como una simple infección en su muñeca ahora reclamaba todo su brazo y parte del pecho, además habían indicios de que esta misma infección aparecía en los dedos de los pies, amenazando con carcomerle las piernas de igual forma.


-          Oh Rin – musitó para él


Puso una de sus manos sobre el vidrio, era solo esa barrera la que los separaba, la que mantenía a la muchacha dentro de su prisión acuática, pero había sido lo único que la mantenía con vida. la maldición que la aquejaba la carcomería rápidamente, el líquido en el que permanecía suspendida retrasaba su avance, pero no la curaba, solamente aplazaba lo inevitable.


Cuando estaba en el sótano, al lado de ese armatoste surreal, se olvidaba de todo y de todos, podía ser tan frágil como le diera la gana, a veces pasaba noches enteras contemplando la belleza que representaba la mujer que amaba.


Entonces, alguien tocó a la puerta del laboratorio, rápidamente corrió la cortina para esconderla nuevamente, de todas formas, ninguno de sus subordinados se atrevía a poner un pie dentro de su laboratorio. Los cazadores Damphir le eran ciegamente leales, permitirles ir por la vida a sus anchas le permitía controlarlos de una forma más sutil.


Fue escaleras arriba, encontrándose con Hidan, el jefe del escuadrón que había mandado al circo, a una distancia considerable de la puerta. El peliblanco no era tonto, él mismo prefería mantener sus narices fuera de los asuntos que Obito pudiera tener escondidos en el sótano.


-          ¿Ha salido bien? – preguntó Obito, cerrando la puerta tras él


-          Mejor de lo que esperábamos – pausó – jefe, necesito hablarle en privado en su oficina


 


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