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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Notas del capitulo:

Perdón por la demora, había estado teniendo problemas técnicos con la compu y mi conexión a internet. 

Decimosexto acto

 

No puedes huir de ti mismo yendo de un lugar a otro

-          Ernest Heminway

 

 

Ni siquiera se dio cuenta de cuánto tiempo pudo haber pasado, quizá dos horas, Naruto seguramente ya debería estar con Lee. Se quedó quieto un segundo ante la inminente sensación de peligro, olisqueó el aire encontrando rastros del aroma de los cazadores, se apresuró a su camper cuando, entonces, un olor característico más apareció.

-          Maldita sea – musitó

Su primer instinto había sido ir a buscar a Itachi, pero simplemente se encontró yendo hacia la entrada del campamento en donde no solo lo esperaba su hermano, sino que Kakashi también se hubo quedado. Antes de poder decirse nada, un grupo de sombras apareció con una velocidad descomunal, como sigilosos bultos de la noche y, en menos de un minuto, había alrededor de diez cazadores, encabezados todos por una sola persona.

-          Obito – bramo Kakashi

El aludido no contestó, bajó la capucha de su capa, inundando el aire con su inmundo hedor a sangre, Sasuke apretaba los puños sintiendo que los colmillos dentro de su boca estaban peleando por no salir en un momento inadecuado. El gesto de su primo fue una mera advertencia, todos empezaron a encender las luces de sus campers y a salir de estos, Kiba y Akamaru se acercaron en su forma lobuna listos para lo que se ofreciera.

-          Llegas tarde – dijo Itachi, yendo al frente, como si quisiera contener a todo el circo – mi hermana…

-          Olvida a la chica, Itachi – contestó Obito, con una indiferencia pedante – busquen en todos lados – dijo para sus cazadores quienes se habían descubierto – no dejen cajón sin abrir o colchón sin levantar

Los cazadores se dispersaron cual sombras escurridizas por todas partes, entrando a los campers despertando a los que aún no lo habían hecho. Gritos llegaban de todas partes, el sonido de sus espacios siendo invadidos le hizo rabiar. Pero en lo único que podía pensar era en Naruto.

-          Me informaron que hay un humano escondido aquí

Un silencio sepulcral se hizo presente, ni siquiera se atrevieron a respirar. Sasuke solo quería salir corriendo y buscar a Naruto, pero sabía que si se movía serían incriminados indudablemente.

-          No hay nada – musitó Hidan, uno de los cazadores para Obito

Esto debía calmar sus ansias, no pudieron encontrar a Naruto, pero su corazón volvió a bombear rápidamente al ver como Lee se aparecía junto con todos los demás, señal de que habían revisado su espacio y, por ende, no habrían encontrado a Naruto.

-          Pero su olor está en todas partes – concluyó otro de los cazadores

Sasuke miro de reojo a su hermano que parecía aturdidisimo, incluso más que él, miraba al grupo de cazadores ir y venir histéricamente, como si buscara a alguien. Sus manos estaban atadas así que simplemente volvió a olisquear el aire con la esperanza de encontrar el olor de la sangre de Naruto, no solo su olor, sino que el olor de la sangre.

-          Sasuke – susurró Okami llegando a su lado

Él la miró preocupado, aún estaba usando el vestido de la fiesta pero con su peinado desecho. El miedo estaba presente en sus ojos, no era para menos.

“Naruto no está” infiltró en su subconsciente y él dejó que ella escuchara la pregunta que rondaba su mente, pero simplemente obtuvo una negación con la cabeza.

-          No hay duda de que estuvo aquí, jefe – dijo Hidan – pero ya no

-          Bien – contestó el azabache mayor – dispérsense, encuéntrenlo y llévenlo a la mansión

Y entonces, las sombras volvieron a esfumarse como humo, dejando solo al circo y a Obito, en un silencio incomodo que ninguno de los artistas estaba dispuesto a romper.

-          Esconder un humano va en contra de la ley – dijo Obito – tú lo sabes muy bien

-          No te atrevas – musitó Itachi – él no es…

-          No es como tu chico anterior, eso es cierto – tajó – este no te lo voy a devolver, da la casualidad de que lo necesito vivo

Sasuke sintió que algo se rompía dentro de sus oídos y prácticamente su cuerpo se movió solo, antes de poderse dar cuenta al cien por ciento, ya estaba corriendo hacia Obito con los colmillos de fuera.

Ni sus hermanos, ni los demás cirqueros ni Kakashi lo detuvieron, quizá porque ni siquiera les había dado chance de siquiera pensar en moverse. Aun así, su pobre emboscada fue completamente inútil pues, Obito simplemente tuvo que soltar un manotazo que le estrello el rostro para lanzarlo contra uno de los campers.

Silencio.

-          Tu chico es lo que había estado buscando hace años – explicó – con él, traeré a Rin de regreso conmigo

Así como sus cazadores, él también desapareció.

 

 

 

 

 

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A pesar de haberse ido de madrugada, había tenido suerte en la carretera, un camionero lo recogió y lo llevaría al siguiente poblado a cambio de una mamada. Sabía que irse sin decirle a nadie, ni dejar una nota era muy grosero y desconsiderado con las personas que le dieron techo y comida, pero ya no podía, quizá simplemente necesitaba ese pequeño golpe de realidad para regresar los pies a la tierra.

La ciudad le brindaba una normalidad extraña, primero pensó que tendría que poner terreno entre él y el circo, entre él y Sasuke, porque en secreto esperaba que lo buscara. El camionero lo dejó en un poblado pequeño, de esos en los que no vale la pena quedarse demasiado, simplemente encontró un viejo taller mecánico en donde un pelinegro mucho más alto que él le dijo en donde podría tomar un autobús que lo llevara.

En su mochila estaba lo mismo que había puesto la primera vez que se fue, desistió de un par de prendas de ropa y solo se quedó con su dinero, una muda de ropa y sus ganas de seguir adelante.

Al subirse al autobús abrió su mochila en busca del diario que tanto quería, necesitaba sentirse nuevamente como antes, pero, por más que revolvía sus escasas pertenencias, no lo encontró. Cerró los ojos fuertemente hasta que simplemente vio manchones rojos, debatiéndose entre si era lo suficientemente importante para volver.

Quizá no era nada más que su mente tratando de buscar una excusa para regresar al circo, pedirles disculpas a todos por el susto o simplemente hacer como que no pasó nada, pero su orgullo estaba ahí. Cerró la mochila en cuanto el autobús tomó rumbo, sintiendo sus parpados pesados después de no haber dormido absolutamente nada.

No sabía si regresaría a la ciudad de donde había huido en primer lugar, pensar en volver le daba mucha ansiedad, como si regresara con la cola entre las patas para que todos se rieran en su cara, porque a final de cuentas, la escoria pertenecía a la escoria, se sentía como un tonto por siquiera intentar cambiarlo.

Cerró los ojos queriendo dormir, quizá eso era lo que le hacía falta. Aun así, sabiendo que ya no había vuelta atrás y que simplemente necesitaba dejar que el vehículo lo llevara, pero la sensación de intranquilidad no lo dejaba en paz.

 

 

 

 

 

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Haber escapado del castillo de Obito fue una labor casi titánica, después de que sus propios compañeros lo apresaran y torturaran durante horas, terminaría prácticamente muerto, desplomado en el suelo de concreto. Pero necesitaba ponerse de pie e irse si quería ayudar a Itachi, enviando al infierno todas las discreciones que siempre tuvo para que no lo siguieran.

Sentía el gusto metálico de su propia sangre en toda la boca, sus colmillos habían sido extraídos a manera de tortura, pero no consiguieron que dijera nada. Claramente Obito seguía pecando de soberbia, mandar a todos sus cazadores fuera dejándolo solo había sido la clave para su exitoso escape pues en su estado actual, no habría podido enfrentarse ni al más débil de sus compañeros.

Se paró al costado de la carretera para poder hacerle parada a algún buen samaritano, pero comprendió que nadie se detendría al verlo ensangrentado y lleno de moretones, sería un milagro poder llegar al circo en su estado.

Emprendió el camino bajo el abrazante sol del día, sintiendo que el sudor, la mugre y la sangre terminarían por nublarle la vista, quizá simplemente se desplomaría en el suelo para morir de inanición, de todas formas ya no habría manera de alimentarse, no tendría colmillos para poder beber de nadie y, aunque ser un simple cazador Damphir le exigía un minimo consumo de sangre, no lo exoneraba de necesitarla.

Y como si Dios hubiese escuchado sus plegarias, el auto que venía en la carretera le resultó terriblemente familiar. Su Deus Ex Machina se detuvo en un enfrenón que resonó a lo largo de la carretera, dejando salir a un Itachi visiblemente consternado, siendo seguido por sus hermanos menores quienes estaban visiblemente a la defensiva.

-          ¡Cazador! – gruñó Sasuke

Itachi le hizo una seña a Sasuke para que se detuviera, ambos comprendían que esa “discreción” había quedado completamente en el olvido después de lo que sucedió.

-          ¿Qué carajos? – musitó Itachi

Pero no dejó que respondiera, el vampiro mayor tomó su rostro con las manos suavemente, embarrándose de sangre. Podía escuchar a su hermano protestar atrás hasta que simplemente se calmó, seguramente a petición de su melliza.

-          No les dije nada – dijo torpemente, pronunciar palabras sin sus colmillos resultaba doloroso

-          Lo sé

-          ¿Alguien me puede explicar qué demonios pasa? – bramó Sasuke

Itachi giró medio cuerpo para mirarlos con el ceño fruncido, visiblemente frustrado, supo entonces que quizá irían en busca de Obito.

-          ¿Lo tienen? – aludió Deidara, con su voz inundada en miedo

-          No – tajó Itachi – no sabemos dónde está

Hubo un silencio extraño, se dio el lujo de mirar a sus alrededores sintiéndose exhausto pero protegido a final de cuentas, se sentía como un cachorro perdido al que acababan de rescatar, finalmente Itachi lo abrazó contra su pecho haciéndolo calmarse, un simple gesto que le indicaría que ya estaba por fin en casa.

-          Deidara ha sido nuestro informante dentro de El Consejo – explicó Itachi rápidamente – también es mi pareja – dijo esto último más quedo

No había estado consciente de su apariencia hasta entonces, debía mirarse como un desastre sanguinolento e Itachi seguía examinando su boca como si buscara exhaustivamente los dientes perdidos.

-          Me los arrancaron – explicó – pero estoy bien

-          Volvamos

-          Pero… – Sasuke protestó

Itachi solo se valió de una mirada severa para hacerlo retroceder, Deidara no pudo evitar sentirse culpable sabiendo que probablemente estuvieran buscando a Naruto y, si era justo, el tiempo apremiaba.

-          No – tajó – Si tu chico no está con ustedes, entonces todos los cazadores lo están buscando

-          Tengo a todos buscándolo, nosotros…

-          Es que, si le pone las manos encima a tu chico, no lo va a soltar, es demasiado valioso para él

 

 

 

 

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Cada segundo era vital e Itachi seguía de pie mirando al cazador Damphir que resultaba ser una especie de aliado, no había tiempo alguno para las aclaraciones completas, bastaba con saber que su hermano confiaba en el cazador. A decir verdad, las respuestas de Deidara solamente conseguían ponerlo más nervioso, no comprendía para qué necesitaba Obito a un humano como Naruto.

Antes de marcharse del campamento, Obito mencionaría algo con respecto a una mujer, Rin, un tema que nadie se molestó en explicarle, ni siquiera Kakashi que se hubo enfurecido al escuchar las razones de su primo, simplemente le dijo a Itachi que se quedaría y le contaría los detalles necesarios a él solo.

-          Él no es un humano ¿Verdad? – preguntó Itachi, con cierto temor

-          No – respondió Deidara – pero tampoco sé lo que sea

Una y otra, y otra vez, podía sentir cada una de las gotas de su sangre correr por sus venas a una velocidad inmensa, teniendo que asimilar todo de golpe. Naruto se había ido por su culpa y solo su culpa, comprendió que su chico no estaría dispuesto a soportarlo más, ahora estaban atorados en esa situación tan precaria.

-          Yo iré con él al campamento – dijo Okami – regresaré con él, ustedes sigan buscando a Naruto

Sumado a su culpa, la impotencia también carcomía su subconsciente, sus hermanos y él iban en el auto sin un rumbo fijo simplemente buscando alguna pista que los guiara a Naruto, a pesar de que todos los demás también lo hacían. Seguir a pie era una especie de penitencia que estaba dispuesto a tomar.

-          Bien – suspiró Itachi, dándole las llaves a Okami – te lo encargo

Esperaron a que el cazador y Okami subieran al auto y dieran media vuelta, mientras que ellos dos se quedaban ahí.

-          ¿Desde cuándo? –soltó

-          Unos diez o quizá quince años – respondió Itachi – lo conocí mientras espiaba el campamento

-          Y luego te lo cogiste

-          ¿Puedes culparme?

Continuaron a pie, quedándose a la orilla de la autopista, alerta. Pronto se quedaron en silencio en un estado perpetuo.

Cuando se dieron cuenta de que Naruto de verdad faltaba, alzaron hasta la última piedra del campamento y con lo único que pudieron dar fue su viejo diario del que ni siquiera estaba enterado de su existencia, no lo culpaba. Lo ojeó esperando encontrar hacia a dónde iba pero se dio cuenta de que solamente llegaba hasta un poco después de que se fuera del orfanato.

Solo leyó un par de cosas, todo era aterradoramente familiar, fragmentos de las pesadillas que estaba teniendo.

Lo que había dicho Deidara le hacía mucho sentido, Naruto era un algo,  aunque no estaba seguro de saber qué. Su sangre sabía muy dulce pero siempre supuso que era porque sentía algo por él, aunque ya no estaba tan seguro. Intentaba sentirlo pues, ahora estaba completamente convencido de que el rubio era parte de él, le pertenecía, de una forma muy complicada como para englobarlo en esa frase.

Esperaba que estuviera bien.

 

 

 

 

 

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Decir que algo no se sentía correcto era poco, el autobús lo llevó hasta una pequeña ciudad en donde pensaba buscar algún motel para pasar la noche y pensar en cuál sería su siguiente movimiento. El sol estaba escondiéndose, quiso revisar la hora, pero la falta de un teléfono celular seguía calándole en la mente, conseguiría uno, aunque fuese descartable.

Rento un cuarto en un motel bastante viejo, el primero que encontró. La habitación le recordaba a la misma en donde había descubierto el secreto de Sasuke, donde le limpió la sangre seca de la boca y se quedó con él toda la noche. Le dieron ganas de fumar. Había dejado el cigarro casi que desde que llegó al circo, las tareas lo mantenían tan ocupado que la nicotina era innecesaria en su sistema.

No buscó cigarros.

Se echó en la cama, sintiendo el calor del ambiente e ignorando el sonido seco del ventilador de techo que simplemente revolvía el aire caliente de un lado a otro. Intentó quedarse dormido a pesar de lo temprano que era, pero solo logró quedarse mirando al techo por lo que parecieron horas, solo mirando al techo.

No tenía dinero ni siquiera para el primer mes de renta, no tenía una agenda llena de clientela ni tampoco conocía la zona, supuso que tendría que empezar completamente desde cero. Rio por lo bajo, eso era lo que buscó desde el principio, empezar de nuevo para cambiar todo lo que era y, sin embargo, estaba ahí, volviendo a las andadas.

Pero esa calma solo lograba perturbarlo más, se sentía intranquilo. La ansiedad no abandonaba su cuerpo a pesar del tiempo transcurrido, quería repetirse que era simplemente el hecho de que dejó atrás el lugar que ya consideraba como si hogar, que había dejado atrás a Sasuke. Pero la angustia que le aquejaba era algo completamente distinto a esa añoranza por lo que había perdido, ni siquiera se parecía a la añoranza que sentía sobre esa vida que jamás tuvo, lo que fantaseaba por las mañanas después de correr cuando bebía su café.

Era angustia de verdad, un mal presentimiento.

Y estaba creciendo.

Algo se acercaba. Ellos se acercaban.

Se incorporó de golpe respirando agitadamente, sintiendo que un peligro invisible estaba a punto de llegar. Su corazón daba tumbos dolorosos dentro de su pecho, obligándolo a ponerse de pie y juntar sus pertenencias sabiendo que tendría que salir por piernas.

Cazadores.

Fue tan repentino que ni siquiera entendió el origen de eso, se dijo a si mismo que quizá había simplemente recordado lo que había dicho Sasuke alguna vez. Pero no tenía sentido, no estaba con el circo, no había ninguna razón por la que los cazadores estuvieran detrás de él.

PeligroPeligroPeligro.

Salió del cuarto de motel, buscando instintivamente la salida, ni siquiera se molestó en devolver la llave que había dejado en el cuarto. Ya estaba obscuro afuera, la noche llegaba con un frío tenue, recordándole que sería larga y quizá dolorosa.

Quería obligarse a volver, no era buena idea quedarse en la calle cuando aún no estaba familiarizado con el lugar, ni siquiera sabía a dónde poder ir ahora.

La espalda empezó a dolerle, eran pequeñas punzadas que se hicieron intermitentes, en sus omoplatos. Caminaba rápidamente intentando ignorar el dolor, sintiendo que los oídos le explotarían en cualquier instante, mirando a todas partes con una paranoia inexplicable. Entonces notó, de reojo, un par de sombras. Fue demasiado rápido como para asegurar nada, pero el miedo que lo inundó pudo más, imaginó que los cazadores estaban tras de él y, aunque no estaba seguro de nada, simplemente empezó a correr.

Corrió, como esa vez cuando, acompañado por la luna, sabría que no sería capaz de vivir sin Sasuke. Miró al cielo esperando ver al astro, pero solo había nubes y estrellas desperdigadas por el firmamento. Una, dos, tres, cuatro, seguiría contando infinitamente, no sabía cuántas personas podrían estar tras él en ese preciso momento y no estaba interesado en confirmar sus sospechas, solo seguía corriendo.

Al pasar al lado de un callejón, alguien jaló de él, tirándolo hacia adentro. Su boca fue cubierta por una mano huesuda y la penumbra no le permitió saber quién era, pero se relajó, esperando a que el par de sombras que estaba tras él, pasaran de largo.

-          Mi olor los distrae – musitó

Era una voz extraña pero infinitamente familiar, fue hasta que el extraño se retiró que pudo ver un rostro anguloso y un corte estilo militar, una barba blanca insípida delineaba su mandíbula. Solo traía puestos unos shorts holgados, camiseta y lo que parecían ser sandalias. Fue hasta que miró sus ojos que entendió de quién se trataba.

-          ¿Akamaru?

El aludido sonrió.

-          Tuve que separarme de Kiba para cubrir más terreno

-          ¿Cómo?

-          Seguí tu rastro, lo perdí cerca del territorio de otra manada de lobos, me dijeron qué autobús tomaste

-          Pero…

-          Los perros no pueden subir a los autobuses  

Naruto abrió la boca para decir algo, pero enseguida la cerró, Kiba le dijo alguna vez que su amigo permanecía en una forma lobuna por una pena que no podía superar porque en ese estado, todo se reducía a instinto. Pero ahí estaba, en su forma humana, tragándose el dolor de lo que sea que le había pasado por él.

-          ¿Qué…?

-          Te buscan – contestó antes de que le dijera nada – parece que Obito te busca específicamente a ti

-          ¿Por qué?

-          No lo sé – suspiró pesado – pero hay que regresar al campamento lo más rápido que podamos, es el único lugar en donde te podemos proteger

-          ¿Cómo?

-          Redes energéticas – dijo, desabrochando su pantalón – regresaré a mi forma de lobo ahora ¿si?

El brillo triste en los ojos de Akamaru le decían lo mucho que le costó permanecer en esa forma, se sintió muy culpable por haberse ido así nada más, seguía enojado con Sasuke, pero al mismo tiempo muy avergonzado para con los demás. Le daba escalofríos el solo pensar que los cazadores lo estaban buscando, a pesar de haber abandonado el circo en primer lugar.

El dolor de su espalda se atenuó, pero no cesó.

Después de que Akamaru se desnudara, se transformó en un lobo que no perdió tiempo y fue hasta el final del callejón, en donde, como la vez que acompañó a Okami, empezaron a brillar hilos de luz en las paredes. Tomo la ropa en el suelo y siguió al licántropo.

 

 

 

 

 

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-          ¿Y bien?

La bruja se sobresaltó dejando caer un plato de cerámica que se rompió en el suelo. Giró sobre sus talones con el estómago en la garganta, para encontrarse cara a cara con Kakashi, el mago nómada a quien no veía desde hacía mucho tiempo. Tsunade abrió la boca para preguntar cómo era que había logrado entrar en su casa, pero la cerró enseguida sabiendo que seguramente no representaría ningún inconveniente burlar su seguridad.

-          ¿Y bien qué? – respondió, intentando esconder su nerviosismo

-          Me vas a decir que nada de esto tiene que ver contigo ¿No?

Tsunade no respondió, solamente apretó los labios hasta hacerlos una fina línea, como si eso fuese suficiente.

-          El chico de los Uchiha, el “humano” – dijo, haciendo comillas aéreas

-          ¿Qué hay con él?

-          Por favor – bufó – el chico apestaba a magia – pausó, pero al ver que la bruja no respondía, siguió – a tú magia

Silencio.

-          El Consejo lo quiere y tú le pusiste un sello – suspiró, cruzando los brazos – no me vengas a decir que no sabes qué es

La bruja apretó los puños pero finalmente desistió, no había escapatoria y lo mejor que podía hacer era dejar que Kakashi supiera todo. Sabía las consecuencias de sus actos y que, si las cosas salían mal, sería el mismo Obito quien encontraría la manera de entrar en las redes energéticas y buscarla personalmente.

-          Bien – escupió – te contaré

El mago no espero a que ella lo invitara, sino que se movió libremente por su casa como si fuese propia. Tsunade lo miraba tensa mientras ponía la tetera al fuego, quería ganar todo el tiempo que le fuera posible, aplazarlo. Finalmente, y cuando el té estuvo listo, lo llevó hasta la mesa en donde Kakashi se había puesto cómodo.

-          ¿Y bien? – repitió

-          No me presiones – musitó – esto es demasiado

-          ¿En serio? – suspiró – ¿Sabes lo que puede pasar si Obito obtiene lo que quiere? – pausó – Revivir a los muertos es tabú, y cuando su experimento le explote en la cara, seguiremos nosotros

-          Las redes…

-          Las guardas no serán nada si él logra poner sus manos sobre la sangre de ángel

Tsunade se detuvo para mirar a su compañero con ojos desorbitados.

-          ¿Lo sabías? – musitó

-          No, pero ahora si

No necesitó que le dijera nada, Kakashi le dedicó una mirada sombría, seguramente simplemente lo adivinó.  

Tsunade se mordió el labio inferior, todo ese asunto giraba en torno a una chica de la que Obito se enamoraría en una temprana juventud. El romance prohibido entre un vampiro y una humana, al menos él lo veía, así pues, por otro lado, esta chica estaba embelesada con un mago nómada que conocería y se asentaría en el mismo pueblo. De alguna manera, los tres convivían pacíficamente cuando se congregaban en casa de la muchacha, un escándalo que se extendió a lo largo de las redes energéticas.

-          ¿Aún te culpas por la muerte de la chica?

-          Fue uno de mis hechizos la que la mató – suspiró – y Obito está obsesionado con devolverla a la vida

-          Igual que tú – tajó, obteniendo como respuesta una mirada asesina por parte del mago

-          Pero no vine aquí a hablar de Rin – musitó con los dientes apretados – el chico

Una vez más, la bruja guardó un silencio forzado, sólo que esta vez simplemente era porque necesitaba encontrar las palabras adecuadas para explicarlo.

-          Dos ángeles – comenzó – caídos

-          ¿Caídos?

-          Hace veintiún años, dos ángeles desobedecieron a su creador y procrearon

Kakashi abrió los ojos desconcertado, las leyendas de los ángeles caídos se remontaban a mucho tiempo atrás, ni siquiera él estaba seguro de que siquiera existieran. No le sorprendía la revelación, al menos no en general, pero, los ángeles caídos tenían una connotación muy distinta a los regulares.

-          Él nació en la tierra

Las sorpresas seguían llegando, en ninguna leyenda se mencionaba siquiera la existencia de algo como un ángel caído de nacimiento. Los ángeles obtenían ese estatus al ser desterrados del cielo, sin embargo, nunca se barajeó la idea de un ángel caído de nacimiento.

-          Su madre fue capturada por Obito para poder experimentar con ella – explicó – y su padre sabía que pronto vendrían por ellos… Obito no tenía que saber de la existencia de un ángel nacido caído

-          ¿Siempre lo supiste? – escupió

Silencio.

-          ¿Tienes idea del peligro en el que nos has puesto a todos?

-          No tenía otra opción – musitó – por eso sellé sus recuerdos, para sellar su aura y sus alas, para que no lo pudieran encontrar – pausó para tomar aire – se suponía que debía vivir la vida de un humano normal, no regresar directo a la boca del lobo

-          Y aun así te quedaste callada - recriminó

Tsunade volvió a apretar los labios sin saber qué decir. Estaba avergonzada, consciente de que su descuido era el culpable de que las cosas escalaran a tanto.

-          Ya no podemos hacer nada – musitó ella

-          Siempre se puede hacer algo – respondió antes de ponerse de pie

 

 

 

 

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 Había pasado mucho tiempo pero por fin estaba a su alcance, de haber sabido antes de la existencia de algo como ese muchacho, no habría perdido tanto tiempo. Deidara se había ido, pero en lugar de frustrarse, lo usaría, los guiaría directo al muchacho.

Le dio un último vistazo a la mujer dentro del tanque, poniendo una mano sobre el vidrio, prometiéndole en voz baja que curaría sus males, todos, la haría vivir por siempre con él. Había sido una maldición, magia tan desconocida que ni siquiera Kakashi fue capaz de revertirla, todo porque Rin lo había preferido en su lugar, pero ya no era el mismo y ya no dejaría que él pudiera hacerles más daño.

Terminó con la existencia de los ángeles caídos, uno por uno para poder experimentar con ellos pues su sangre era el único brebaje que podía curar la muerte, pero esa maldición iba mucho más allá que eso.

Primero pensó que lo que escondía Itachi era un ángel, uno camuflado como humano pero, después de un poco de investigación, se dio cuenta de lo que era.

El hijo de dos ángeles caídos nacido en la tierra.

Un ángel caído de nacimiento.


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