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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Notas del capitulo:

Holi amistades, les recuerdo que pueden seguirme en mis demás redes para estar al tanto de las actualizaciones. 

Twitter: @TwinkleCherry00
Booknet:La bruja que escribe
Wattpad: @Cinder_witch

Quinto acto. Tu fantasma 

 

I don't know what I'm supposed to do
Haunted by the ghost of you
Take me back to the night we met

(No sé qué se supone que debo hacer,

Perseguido por tu fantasma,

Llévame a la noche en que nos conocimos)

-       Lord Huron (The night we met)

 

Había citado a Naruto al anochecer, cuando todos se hubiesen ido a acostar. Le prometió una copa para hablar, para pedirle formalmente que salieran, era un hombre chapado a la antigua. Justo en el pequeño muelle de madera había puesto un mantel, conseguido una buena botella de vino, un par de copas y algo de pan.

Miro su reloj, aún faltaba un poco para la media noche, cuando le había pedido a Naruto ir. Se descalzó para meter los pies en el agua fría, la noche le regalaba una brisa refrescante y un cielo estrellado. Tomó la copa vacía que le correspondía y la miró, embobado, no pasaba un solo día en el cual no pensara en él.

Lo recordaba vívidamente, casi como si pudiera escucharlo, cerró los ojos inspirando despacio, como si al exhalar, los recuerdos fuesen a salir de sus pulmones.

Miro la copa.

La copa era igual que las que tenían en el bar, podía olerlo, el tabaco y la cerveza. Habían llegado a este pueblo en América, en donde Itachi había improvisado una carpa de circo en los muelles, así era más económico rentar, las personas acudían al espectáculo circense maravilladas. En ese entonces, era mucho más sencillo.

Después de haber terminado una función, él y Kiba habían tomado la costumbre de ir a uno de los bares cercanos a los muelles. No había mujeres, salvo las meseras que, en sus ceñidos vestidos, atendían a la clientela, ellos incluidos. Por aquel entonces, a Sasuke le encantaba fumar como chimenea, Kiba solía acompañarlo con uno o dos cigarrillos.

Sentados en la barra, simplemente dándose a los vicios placenteros que, se consideraban de hombre, los dos pasaban noches en donde de vez en cuando, Sasuke pescaba algo, alguna prostituta dispuesta, en ocasiones eran muchachos jóvenes, inexpertos, experimentando los tabúes de la sexualidad corrupta.

Pero esa noche en particular, no buscaban nada, solo estaban ahí.

Junto a él se sentó un joven, dejó su boina en la barra y pidió una cerveza. Sasuke lo miró desde el rabillo del ojo, un muchacho menudo, vestido como casi todos ahí, un pantalón holgado y camiseta de tirantes, seguramente sería un pescador.

Sus mejillas tostadas, salpicadas de pecas irregulares y labios descarapelados lo delataban, igualmente su cabello castaño quemado, evidencias claras de trabajos bajo el sol, entre sal y porquería. El azabache rio para él solo, pensó que era cómico que un muchacho tan flaco fuese de utilidad alguna, los muelles tenían la reputación de albergar hombres hoscos, machos, ese estereotipo que asqueaba a las damas de la alcurnia y volvía locas a las prostitutas.

-       Oye Sasuke – le llamó Kiba – estoy cansado, hombre, regresemos

Estuvo a punto de acceder, aunque la curiosidad le pudo más, le pidió a su compañero que regresara solo; Kiba asintió, yéndose tranquilo, seguramente pensaba que Sasuke había escogido una presa.

Pero no dijo nada, el azabache pidió una cerveza más sin quitarle la vista al chico a su lado quien, parecía ser todo rosas y felicidad.

-       Me llamo Joe – dijo

Sasuke casi se atraganta con la cerveza, se sintió avergonzado de haber sido tan obvio. Bajar la guardia no era algo que hiciera a menudo, pero en algún punto, simplemente se había concentrado en el muchacho. Entonces se atrevió a mirarlo, unos brillantes ojos azules lo deslumbraron, todo su rostro parecía haber sido esculpido cuidadosamente; cada peca, cada pequeña mancha, e incluso la diminuta cicatriz en su mentón parecían haber sido planeados.

-       ¿No me vas a decir tu nombre? – cuestionó, girándose hacia él, regalándole una sonrisa con todos los dientes – ah ¿No hablas el idioma?

-       Si, si lo hablo – logró decir – me llamo Sasuke

-       Sa..Sasu – tartamudeó – ah, es complicado ¿Eres extranjero?

El mago asintió con la cabeza, girándose también hacia Joe, definitivamente le gustaba, pero de una forma un poco más profunda que como presa. Finalmente, la sonrisa del castaño se le contagió, lográndose relajar.

-       Ah, lo sabía, también sonríes

Fue inevitable reír, Sasuke se dio cuenta enseguida de qué clase de persona se trataba. En esa época era incluso un delito, pero, esa sonrisa nacarada valía la pena; Joe parecía brillar, aunque no era algo meramente romántico, un aura dorada emanaba de él, aunque Sasuke era el único que pudiese verla.

-       ¿Te gustaría ir a un lugar más tranquilo? – dijo él, sin quitar su sonrisa

-       Claro

Salieron juntos, encaminados hacia los muelles donde, a esas horas, eran frecuentadas solamente por vagabundos y prostitutas, indeseados, como ellos entonces. El azabache le habló del circo, le contó que presentaba un número de magia junto con su hermana, Joe le habló de su trabajo en los muelles, vivía en un cuartucho del centro solo pues, no tenía familia.

-       El circo ¿Eh? – suspiró Joe – suena emocionante

-       Lo es, deberías venir a vernos

-       No podría pagar la entrada

-       Pero yo te estoy invitando

Hablaron más, como si el tiempo se detuviera para que ellos charlaran, Sasuke sentía que podía decirle lo que fuera a Joe. Le habló de sus hermanos, de sus amigos, tuvo que morderse la lengua antes de hablar demás, se reprochó que las malas mañas de su hermana se le estaban pegando.

-          Debo irme – dijo Joe, tiñendo de gris su alrededor

-       ¿Puedo verte otra vez?

No había nadie alrededor, el ridículo alumbrado público era precario, Joe le respondió con una sonrisa ladina. Sasuke se acercó, poniendo una de sus manos en su mejilla derecha, sintiendo la calidez ajena, acarició con su pulgar como si las pecas irregulares del rostro del muchacho fuesen finas piedras preciosas. Se inclinó, despacio, como tanteando la situación y, para su deleite, Joe no se movió.

Sintió su aliento, cerveza y cigarro, su cuello apestaba a sudor, incluso hubiese podido adivinar cuantos peces habían pasado por sus manos. Rozó sus labios suavemente, sorprendiéndose de que fuese Joe quien profundizara el gesto, parándose en sus puntas, para alcanzarlo mejor. El azabache cerró los ojos, sosteniendo el rostro de su compañero entre sus manos, como si tuviera miedo de que se le fuese a escapar.

Entre la penumbra y la porquería del muelle, Sasuke sintió en su pecho un tirón cálido, imaginó que era a lo que Kiba llamaba imprimarse, saber que estás con la persona correcta. Joe se aferraba a su camisa, podía sentir su sonrisa sobre sus labios, genuinamente contento, como si todo el mundo a su alrededor se desvaneciera.

-       Sasuke – musitó Joe, separándose despacio del extranjero

El tirón cálido en el pecho de Sasuke volvió a hacerse presente, tenía ganas de tomar a ese muchacho y llevárselo con él. Pegaron sus frentes, satisfechos, con una sensación de haber estado esperando eso por años, décadas, milenios.

-       ¿Aceptas mi invitación?

-       Si, estaré ahí mañana por la noche

 

 

-_

 

 

 

Escuchar el relato de Sasuke puso muy nervioso a Itachi, aunque también tenía emocionada a Okami. Faltaban unas cuantas horas para el espectáculo de esa noche, el azabache esperó hasta ese momento para contarles a sus hermanos por el pequeño detalle que había estado intentando omitirse a él mismo.

-       Un chico humano – susurró Itachi, con una ceja levantada

-       Creo que está bien – intervino Okami – ¡Ah! Pero que romántico

-       Sasuke, sabes que no tengo nada en contra de que salgas con hombres, pero, hermanito, ¿Un humano?

-       No puedo explicarte – suspiró – simplemente lo sentí en cuanto lo vi

Itachi suspiró pesado, resignado. Esa noche darían la función más especial que jamás dieron, Sasuke jamás había estado tan de buen humor y, el público lo notó, aunque el pelinegro solo estaba pendiente de los ojos azules que lo miraban en primera fila. En cuanto terminó la presentación y todos los asistentes se fueran, Sasuke llevó a Joe con los demás, presentándolo, entonces el líder del circo dejó de poner oposiciones.

Sasuke empezaba a frecuentar a Joe casi todos los días, teniendo cuidado de no ser vistos, los integrantes del circo se fueron acostumbrando al castaño hasta que simplemente lo trataban como uno más de ellos. Fue así durante un par de meses, el mundo del Uchiha menor se reducía a Joe Smith, el muchacho empleado de los muelles.

-       Bueno – le dijo Itachi una noche, cuando Sasuke regresaba de sus citas furtivas con Joe – tienes que tener un par de noches libres para alimentarte, o entonces quedarás en los huesos

Sasuke se miró las manos, no había salido de caza en semanas, aunque sentía que no importaba, que con la sonrisa de Joe se alimentaba diario. Aun así, sabía que por más romántico que pudiese sonar, si se mataba de hambre, terminaría haciéndole daño a Joe.

-       Itachi, yo…

-       Si, si – tajó, con una media sonrisa – está bien

Eso fue todo lo que el azabache necesito. Se ausentó incluso de los espectáculos un par de noches, las cuales Joe fue sin falta, preguntándose por su paradero, no fue hasta un par de días después cuando Sasuke fue a buscarlo a los muelles, después de su trabajo. Cuando el castaño lo vio, quiso enojarse, pero la verdad era que estaba contento de poder verlo nuevamente.

-       ¿Estabas enfermo? – preguntó Joe, rozando su mano con la del azabache sutilmente, aún no podían tomarse de las manos

-       Algo así – se rascó la cabeza – Joe, quiero decirte algo, algo sobre mí y mis amigos que no sabes

En su imaginación, Joe se espantaría al ver sus colmillos, gritaría y seguramente Itachi le reprocharía de por vida el tener que huir de América por revelar el secreto a un humano. Pero, al contrario, Joe se miraba entusiasmado, haciendo preguntas no solo a él sino a todos.

-       Joe – le llamó Itachi una de esas noches que pasaba junto a ellos

-       ¿Si?

-       ¿No te gustaría dejar el trabajo en los muelles?

-       Me encantaría – admitió – pero, Itachi, ya sabes, no me van a pagar tan bien en ningún otro sitio

-       ¿Qué te parece trabajar para mí?

Después de que Joe aceptara la oferta, Sasuke no cabía en sí mismo, pasaban cada momento que pudieran juntos. Las noches en que los vampiros salían a cazar, el castaño les esperaba despierto, asegurándose de que Sasuke estuviera bien.

-       ¿Cómo te fue? – dijo, recibiendo al azabache con un beso en los labios

-       Noche larga – contestó, con media sonrisa – pero ya no tengo hambre, ahora tengamos sexo ¿Si?

Para Joe, descubrir las maravillas de la vida del circo había sido lo más grandioso, amaba cuando Sasuke tomaba su rostro y besaba la cicatriz en su mentón, era solo el preludio de lo que venía. Sentir la mano cálida de Sasuke en su rostro sudoroso a mitad de la noche, teniendo que morderse los labios para no hacer demasiado ruido, todas las noches parecía poder tocar el cielo.

Una de esas tantas noches, acurrucados juntos, Joe se incorporó siendo seguido por Sasuke, era casi irreal haber encontrado algo tan perfecto, sabiendo que, si alguien más los descubría, irían presos si no es que los matarían. Siempre había tenido que esconderse, dolía cada vez que alguien gritaba “maricón” desde lo lejos, pero ahí, podía ser como quisiera.

-       Itachi dice que regresaremos a Europa el mes que viene – le dijo Sasuke – piensa tomar un barco hasta Italia

-       Rayos – suspiró – jamás he salido de este basurero, y ahora me dices que iré a Italia

En cuanto se hubo dormido, Sasuke no dejaba de mirarlo, podía pasar horas y horas viendo su pecho inflarse, el aura tan brillante que despedía. Trataba de no pensar en eso, pero, siempre se repetía la fragilidad de su compañero, su humanidad.

Había hablado con Itachi sobre la posibilidad de convertir a Joe, darle la mordida y dejar que bebiera de su sangre.

-       Sabes que El Consejo lo prohibió – suspiró – Hay amenaza de guerra y no queremos vernos involucrados, si los humanos descubren que pueden crear vampiros, se hará un caos

-       Pero Joe no va a ser un soldado, Joe se va a quedar con nosotros

-       Mira – le dijo, condescendiente –  Joe aún es joven, tiene ¿Qué? ¿Dieciséis?

-       Veinte – corrigió Sasuke

-       Perdón, pero aún sigue siendo muy joven, además no puedes decidir darle la mordida solo porque tú así lo quieras, es un proceso doloroso y Joe tiene que estar consciente de las consecuencias

Tocar el tema con Joe era algo que definitivamente tenía pendiente, aunque no habían hablado mucho al respecto. Las amenazas de guerra los mantenían a todos nerviosos, el viaje hacia Italia había quedado cancelado, las calles estaban empezando a abarrotarse de soldados, desconfiados de los extranjeros.

-       Joe – llamó Okami en el desayuno

Ambos, Sasuke y Joe la vieron acercarse con un sobre color caramelo en las manos, el castaño se tensó entero cuando la vio llegar y entregárselo.

-       Está dirigida a ti – dijo, para después retirarse

-       ¿Qué es? – preguntó Sasuke, juguetón, para aligerar el ambiente – ¿No será una carta de amor?

Pero el chiste no había hecho gracia, Joe estaba genuinamente consternado, manchando de café su aura, negro y morado rondaban hasta que, poco a poco su aura se fue desvaneciendo al tiempo que el sobre era abierto. El muchacho leyó calmadamente, repitiendo cada palabra en su cabeza, queriendo grabarla, como si no entendiera.

-       Es una carta de reclutamiento – anunció finalmente

Una discusión.

-       Itachi dice que podemos usar la red de túneles energéticos para irnos a Europa – le dijo Sasuke, casi histérico – incluso podemos quedarnos ahí hasta que esto termine

Joe no le dijo nada, solo le miraba, con ojos cristalinos, Sasuke incluso pensó que el azul de sus ojos había desaparecido esa noche.

-       Es mi deber – le dijo – es mi patria, Sasuke, tengo que enlistarme

-       ¡No tienes! ¡Joe! – jadeó - ¿¡No entiendes que yo te amo!?

El deber de Joe para con su nación podía más, el muchacho entendía que todos ellos se irían, después de todo, eran extranjeros, pero él había nacido y crecido justo ahí.

-       Este país me dio la vida, yo la daré por él

-       Joe…

-       Sasuke, no es tan malo, no me matarán así de fácil

Hablar de la mortalidad que enfermaba a Joe le estrujaba el corazón a Sasuke, no le cabía en la cabeza que ese muchacho tan flaco y menudo pudiera siquiera cargar un arma sin caerse. Imaginarse a su amado en el campo de batalla, lleno de lodo mezclado con sangre, lo quebraba entero.

-       Entonces – dijo, como si fuese su última opción – deja que te de la mordida

-       Tonto – rio – eso está prohibido ¿Lo olvidas?

La sonrisa tan bonachona de Joe, que escondía tristeza en sus comisuras, simplemente lo inquietaba más. Necesitaba convencerlo, llevarlo con él, sería capaz de batirse a duelo con todos y cada uno de los miembros de El Consejo para que dejaran que se quedara con Joe. Pero ahí estaba, luchando contra algo incluso más grande que los vampiros.

-       Hagamos esto – dijo Joe – iré a la guerra – sonrió – y me esperarás ¿bien? No quiero que te enamores de nadie más

-       No digas tonterías, Joe

-       Entonces, cuando regrese, solicitaremos al consejo, formalmente, que den su permiso para que me des la mordida

Se abrazaron, ambos lloraron, aunque, Sasuke era el más afectado, ni siquiera era capaz de reír con las mofas de su amado.

-       Eres un vampiro, además me doblas el tamaño ¡Deja de llorar! Grandísimo bebé

Pero finalmente, Joe tuvo que irse. Había una especie de fiesta en el cuartel de reclutamiento del pueblo para que los hombres se despidieran de sus familias, obviamente presentarse como pareja sería una sentencia de muerte, así que hubieron idear un plan mejor.

-       Se ven hermosas – dijo Joe, al ver a Sakura y a Ino

Las dos muchachas, en un par de elegantes vestidos de ceda y sombreros a juego, acompañaron a Sasuke y a Joe. En la última pieza, ambas parejas se pararon a bailar, Ino se reía mucho cuando todos los demás se burlaban porque Joe era mucho más bajo que ella, aunque el castaño se reía también.

Sasuke miraba esa sonrisa por sobre el hombro de Sakura, rezándole a todos los dioses que lo protegieran. Se juró a si mismo esa noche que buscaría a Joe una vez que la guerra terminara, ya estaba empezando a contar los minutos para poder verlo de nuevo.

Su partida fue lo más amargo que pudo haber sentido jamás, todos lloraban, menos Sasuke, él ya había llorado todo lo que había podido, frente a Joe. Porque Joe era lo único que podía debilitarlo hasta ese grado, era el único con quien, de hecho, no le importaba sentirse débil.

-       Sasuke – le dijo, con su típica sonrisa – está bien, no tengo miedo

Pero mentía, el aura a su alrededor era amarillo brillante, el más chillón, ya no era tenue.

-       Joe, por lo menos deja que te muerda – musitó – así sabré que vas a estar bien

-       Ah Sasuke – suspiró – pero yo parto esta noche, no hay tiempo para el proceso de conversión

Se besaron. Fue un beso apasionado, Sasuke quería hacerle entender cuanto lo amaba, quizá y con suerte convencerlo de quedarse. Le había explicado a Joe que la red de túneles era lo más seguro, nadie lo encontraría ahí, pero el castaño le respondió que su sentido del deber lo encontraría, aunque se fuera a la luna.

Y Joe partió, igual que ellos.

 

 

 

-_

 

 

 

La negrura de la noche que se colaba dentro del camper se diluía en sus lágrimas, Okami no había sido capaz de conciliar el sueño en toda la noche así que simplemente se incorporó. La litera de arriba estaba vacía, Sasuke había salido a cenar con Naruto, su reloj marcaba la una y media de la mañana, era obvio que su hermano no iba a regresar hasta la mañana.

Los sentimientos que la afloraban eran una combinación de los suyos con los de su hermano que, desde aquella mañana, no había dejado de pensar en lo mismo.

No era que ella simplemente lo hubiera olvidado, nada de eso, se trataba de un hito en la vida de todos. No había nada que hacer con la melancolía que azotaba sus entrañas, se puso de pie y prendió las luces del camper.

-       Veamos – se dijo a sí misma, esa mala costumbre de no parar de hablar, aun estando sola –  no me siento bien ¿Sabes? – se dijo, desconectando su teléfono celular de la corriente eléctrica – algo de música nos va a poner de buenas

Mientras tipeaba en la pantalla del teléfono, una añoranza le azotó el corazón.

 

 

“Hablas hasta por los codos, bonita”

 

 

Se quebró, las lágrimas empezaron a salir descontroladas de sus ojos, no había manera de justificarlas o echarles la culpa a los sentimientos de Sasuke pues, era una frase que él repetía siempre, tenía que terminar sus frases con un “bonita”, porque decía que todas las chicas tenían que ser alabadas.

 

I am not the only traveler
Who has not repaid his debt

 

Su teléfono estaba conectado a la radio del camper, la playlist empezó a tocar sola y no la quitó, la canción que sonaba de fondo, de hecho, le enternecía el corazón pues, hacía que pensara en ellos dos. Se le hizo muy curioso, estaba segura de que quizá fuese algo que él hubiera escrito, aunque no se le daban muy bien las palabras.

 

I've been searching for a trail to follow again
Take me back to the night we met

 

Su pecho le pedía que lo buscara, así que fue hasta la única estantería del camper, ella y su hermano habían acumulado una cantidad ridícula de libros a lo largo de toda su vida, aunque todos los que estaban apretujados en ese espacio no eran ni la mitad de ellos. Pero justo en el nivel del piso había una caja especial, tenía álbumes tan viejos como ellos mismos, fotografías que habían tenido incluso que restaurar de lo viejas que estaban.

Tuvo que sacar los más recientes para encontrarse con el último, todas las fotografías que estaban ahí eran amarillentas, parecían sacadas de algún museo, pero todos en ellas eran rostros familiares, longevos, jóvenes.  Fue viendo cada una con una parsimonia casi tortuosa, pasando sus dedos sobre el plástico que las protegía, le causaba mucha gracia ver esos vestidos tan hoscos que usaban. Se detuvo en una fotografía en donde estaba ella sola, vestida como un varón, una risa tonta se le escapó al recordar que estaba necia en querer ir a jugar béisbol y él, entre todas sus curiosidades, había resuelto vestirla de varón.

-       Estabas muy adelantado a tu época – dijo, acariciando la fotografía, como si pudiera hacer que el recuerdo saliera frotándola – se me cayó la gorra ¿Te acuerdas? Tuvimos que salir corriendo

 

And then I can tell myself
What the hell I'm supposed to do
And then I can tell myself
Not to ride along with you

 

 

Fue pasando las fotografías una por una, reviviendo recuerdos preciosos, con las mismas personas a quienes seguía amando, casi todas. Kiba y Sasuke fumando, las noches en las que ella, Sakura, ino y Tenten se vestían bonitas para ir al teatro, los bailes, el maquillaje, las luces, la compañía.

Entonces, llegó a la página de en medio, la fotografía que estaba ahí era un recorte de periódico, recordaba perfectamente ese día, estaban teniendo un éxito desmesurado en la ciudad, tanto como para que las personas más ricas viajaran a los muelles a verlos actuar, sin importarles que fuesen extranjeros. Un par de sus lágrimas se estrellaron contra el plástico protector, se alegró de que así fuera, ya era un milagro por si solo que la tinta no hubiese desaparecido. Estaban todos, rostros conocidos, pero, en una de las orillas, abrazado de Sasuke por el cuello, en una pose “no tan obvia” estaba Joe, sonriendo.

La siguiente fotografía era de Joe, sonreía, incluso podía ver el azul de sus ojos en el amarillo negro de la impresión. La siguiente eran ellos tres, Sasuke, Joe y ella, había sido el día que Kiba hubo traído al circo una cámara que había comprado por el salario de casi un mes.

Hipaba descontrolada, trataba de no hacer ruido para no despertar a nadie más pues, ese día Joe había regañado al licántropo por mal gastar el dinero de esa manera. Finalmente, la última fotografía, el día de la fiesta.

Ellos dos estaban en el centro mientras que Ino y Sakura a las orillas. Joe estaba vistiendo el uniforme del ejército, se miraba tan, pero tan pequeño, incluso más joven de lo que era, Hinata incluso tuvo que arreglárselo antes de su partida porque le quedaba muy grande de algunas partes. Se lamentó tanto viendo esa fotografía, no se veía, pero sabía perfectamente que ellos dos estaban tomados de las manos por detrás.

Cerró el álbum con mucho cuidado, como si tuviera miedo de que se pudiera desmoronar en sus manos, lo volvió a meter a la caja junto con los demás álbumes. Después de regresar la caja a su sitio, fue por un pañuelo de papel para limpiarse la cara.

 

 

I had all and then most of you
Some and now none of you
Take me back to the night we met

 

 

Paro la música de su celular, no se había dado cuenta de que la misma canción se había repetido una y otra vez. Se regañó a ella misma por haberla puesto, decidió que esa canción la ponía melancólica.

Regresó a la cama, sentándose en esta antes de acostarse, miró la litera de su hermano, se repitió nuevamente que estaba vacía porque su hermano estaba con Naruto en una cita romántica. No pudo evitar que los ojos se le llenaran de nuevo de lágrimas.

Porque jamás volvieron a saber de Joe.


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