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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Séptimo acto. Roces

Una persona puede sentirse sola, aun cuando mucha gente la quieran.

-          Ana Frank

 

Después de dejar todo en su sitio, tuvo que ayudar a Sai a acomodar a los asistentes, Naruto se sorprendió al ver a tantas personas llegar al recinto a pesar de la lejanía de este. Había una gran cantidad de jóvenes rozando la mayoría de edad, en ese espectáculo estaban pidiendo los carnets de identificación para asegurarse de que fuesen todos mayores. Tuvo que escoltar a una pareja vestida como si fuesen saliendo de una fiesta gótica del dos mil ocho, supuso que esa era la clase de personas que atraían.

Mientras se empezaba el espectáculo, vendieron refrigerios y bebidas, para su sorpresa, casi nadie tenía ganas de beber cerveza. Naruto estaba detrás del escenario terminando de amarrar un par de cuerdas para los tramoyas que se ocuparían de abrir el telón, pronto ya estaban a nada de empezar y, como le había dicho a Sai, fue directo al palco en donde su compañero estaba esperando.

-          Sí que es una gran vista – comentó Naruto ocupando el lugar al lado de Sai

Iba a hacer otro comentario, pero, un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, miró a Sai quien, seguía con una sonrisa bonachona en su rostro.

-          ¿Qué es eso? – soltó Naruto

-          Fantasmas

-          ¿Fa…fantasmas?

Miró a la butaca de su lado solo para darse cuenta de que había una niña transparente, pequeña y pálida, con la mitad de la cara quemada que, para su sorpresa, saludaba sonriente.

-          Murió en el incendio que hubo en este lugar hace unos diez años – explicó Sai – no le hagas caso, es inofensiva

Para el alivio de Naruto, la pequeña se desvaneció en el aire, Sai le dijo que solo se mostraban cuando meramente lo querían. No tuvo oportunidad alguna de decir nada más pues, las luces bajaron y uno de los reflectores apuntó directo al escenario.

Con un porte caballeresco, Itachi salió a escena, siendo recibido por aplausos calurosos que calmó con un par de ademanes.

-          Buenas noches, publico – empezó – esta noche les presentaremos maravillas – Itachi empezó a desabrochar los botones de su camisa, provocando obvias reacciones en el público, hasta que se detuvo a la mitad – pero esto no – rio – ¡bienvenidos!

Aplausos, el telón se abrió dejando el primer acto comenzar. Sakura e Ino, bailando en pequeñas piezas de ropa, con telas transparentes, Naruto recordó la primera vez que había visto el espectáculo y claro, no se parecía en nada a eso, pero, no desmerecía, las muchachas danzaban con tal gracia que, estaba seguro que despertarían los instintos más bajos de los hombres en el público.

Pronto se dio cuenta de que la función de Itachi en esta variación de espectáculo era contar un par de chistes subidos de tono entre actos y, después de hacer sonrojar a todos los hombres presentes con una broma que hizo reír a las mujeres, dio paso el siguiente acto.

Tenten, sin una sola gota de maquillaje que cubriera su verdosa piel salió en un traje negro de cuero, obteniendo aplausos, supuso que pensarían que era parte del espectáculo. Lee apareció enseguida, los tramoyas colocaron la base de madera en donde el tritón se colocó para hacer el acto. Hubo muy pocas variantes además de la apariencia de los actores.

Así un acto y otro, el de Kiba y Akamaru no decepcionaba, haciendo trucos increíbles. Pero, el siguiente, el acto de Shikamaru lo había dejado alucinado, era como si fuese uno solo con el fuego, haciendo malabares y escupiendo grandes bocanadas, logrando que el público enloqueciera.

-          Es impresionante ¿No?

-          Ah si – dijo, sin mucho cuidado

Después de un par de comentarios más de Itachi, llegó el último número, el de Sasuke. Naruto estaba literalmente al filo de su butaca, sonriendo de oreja a oreja, viendo como el azabache hacia su presentación, las reacciones femeninas no se hicieron esperar, parecía disfrutarlo. Hizo el mismo truco para aparecer a Okami, ganándose entonces a la otra mitad de los presentes, parecía aún más hermosa de lo habitual.

El acto era casi como el que él había presenciado, incluso cuando estaba a punto de cerrar, pidió un voluntario y, dejando escoger a su asistente, una chica pelirroja subió. Se miraba emocionada, Naruto rio por lo bajo, en parte con cierto aire de superioridad, sabiendo que ese hombre lo quería a él.

-          ¿Cuál es tu nombre? – le preguntó

-          Tayuya – contestó, con la cara tan roja como su cabello

-          Un nombre tan bello como tú

Tayuyá se sonrojo aún más. Sasuke procedió a empezar sus actos, todos consistían básicamente en encontrar una carta, sostener algo, normalmente terminaban en situaciones en las que Tayuya se veía en la necesidad de tocar a Sasuke. Naruto no podía decir que estaba del todo cómodo, pero se obligó a dejarlo pasar, hasta que, para despedir el acto, Sasuke le pidió a Tayuya que le diera un beso en la mejilla.

En el momento en que Tayuya iba a darle el beso en la mejilla a Sasuke, este volteo la cara para que así, pudieran terminar en un beso en los labios. Un escalofrío le recorrió la espalda entera a Naruto en cuanto vio que Sasuke la sostenía por la cadera para profundizar el beso y, sabía que su malestar no era por las apariciones que había visto Sai.

-          Ah – dijo Sai, para romper el silencio – me encanta esta parte

-          ¿Qué?

-          Si, lo hizo también contigo ¿No? Ver coquetear a Sasuke en el escenario es bastante educativo

Ignoro por completo el comentario tan extraño de Sai, Sasuke soltó por fin a Tayuya que, ciertamente, no estaba nada molesta por el contacto tan repentino. Sasuke pidió aplausos y regresó a la invitada a su lugar para así, cerrar el espectáculo.

-          Fue muy divertido ¿No, Naruto?

-          Ah, si – contestó sin mucho ánimo

 

 

 

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No vería a Sasuke hasta regresar al campamento después de limpiar, de hecho, regresaría mucho después de ellos pues, Sai le dijo que ellos tenían que quedarse hasta tarde. Pasaban de las doce de la noche cuando ellos habían llegado, se despidió de su amigo para ir a al camper que compartía con Kiba, esperaba que este no hubiese cerrado con seguro.

Para su satisfacción, la noche calurosa había obligado al licántropo a dormir con la puerta del vehículo abierta y, Akamaru estaba acostado justo en la entrada.

-          Hace bastante calor ¿Eh? – le dijo al pasar junto a él

Efectivamente, el camper estaba ardiendo en calor, además apestaba a sudor de Kiba que, con toda seguridad, había ido directo a la cama saltándose la parte de la ducha. Akamaru resopló fuerte para llamar su atención sin despertar a Kiba, Naruto salió del camper para ver que, el perro, estaba tratando de señalarle la silla playera plegable que Kiba mantenía tirada afuera del vehículo.

-          Hace tanto calor que voy a tomarte la palabra – le dijo

Después de armar la silla y sentarse, Akamaru desapareció detrás del camper, seguramente en busca de un sitio más fresco. Se quitó todo, quedando nada más en pantaloncillos por el calor, sentía que se derretiría; simplemente se echó en el camastro rezando porque la noche le regalara alguna briza fresca.

Se acomodó mirando al cielo, la escasa iluminación del campamento permitía apreciar las estrellas casi en todo su esplendor. El brillo de la luna le recordaba única y exclusivamente a los ojos de Sasuke, suspiró sabiendo que el astro se habría de convertir en un perpetuo recordatorio de su reciente debilidad para con el vampiro.

Se pasó el dedo por la cicatriz que había dejado Sasuke, recordando muy a su pesar, lo que había pasado en el espectáculo. La tal Tayuya había disfrutado de lo que se suponía era algo que estaba reservado para él; el discursito toxico de “quiero que seas mío” que Sasuke le había aventado antes de salir al escenario simplemente lo enojaba aún más.

-          “Quiero que seas mío” – dijo, imitando la voz de Sasuke – “Pero yo me voy a pasar por el fondillo lo que tú quieras” – siguió, confiado de su soledad –  “siy il vimpiri qui quiquitii quin tidis lis zirris, ñiñiñi”

-          Vaya ¿En verdad me escucho así?

Naruto se atragantó con sus propias burlas, se incorporó de un salto, para encontrarse con el vampiro, de pie, tras el camastro. Parecía estar enojado, con los brazos cruzados sobre el pecho, aún con eso, había una tímida sonrisa luchando por escaparse a sus labios. El azabache, muy despacio, le dio la vuelta al camastro y se sentó frente a Naruto quien, seguía pensando en lo que podría decirle.

-          ¿A dónde se fue tu valentía, torpe? – le dijo el vampiro, en una mezcla de molestia y diversión

-          No sé, Pregúntaselo a Tayuya

Al vampiro le tomó unos momentos saber de quién estaba hablando, hasta que finalmente dio con que, todo eso se trataba de la chica del espectáculo. Sasuke se quiso reír, pero, se contuvo, era delicioso saborear los celos de Naruto, le encantaba saber que él no era el único que se sentía así.

-          Viste el espectáculo – dijo, con una ceja levantada – ¿Cómo lo viste? No te vi en todo lo que duró

-          Estaba con Sai en los palcos

-          Ah – alzó ambas cejas – entonces, mientras yo me ganaba el pan, tu jugabas con Sai donde no podía verte

Antes de que se pudiera levantar, Sasuke ya estaba sobre él, aprisionándolo con su mismo cuerpo. El vampiro arremetió contra sus labios, sin una pizca de cuidado, su pareja simplemente le rodeo el cuello con los brazos, en señal de aprobación.

Para el rubio, sentirlo así le encantaba, con todo lo que eso conllevaba, lo quería todo. En cada beso, buscaba los colmillos de Sasuke, necesitaba volverlos a sentir como la última vez, pero por más que intentaba que el azabache volviera a morder sus labios como lo había hecho antes, no logró nada.

Súbitamente, Sasuke se separó de él, volviendo a sentarse en el camastro como antes. Jadeante y visiblemente perturbado, le recordó a la noche que habían pasado juntos en el motel. En ese momento, había terminado de beber de alguien, podía recordar claramente las manchas de sangre en su mentón, él mismo se mordió el labio, haciendo presión en la herida.

-          No lo hagas – le pidió Sasuke – no me he alimentado, no quiero ver tu sangre… necesito un maldito cigarro

El vampiro se puso de pie, con intenciones de irse, pero, Naruto lo detuvo tomándolo de la mano. Sasuke lo miró con hambre, pero no de la que él hubiese deseado sino genuina hambre, eran los ojos de un depredador.

-          Sasuke…

-          Puedo escuchar tu sangre correr por tus venas – le dijo – acostarme contigo sin haber comido antes, va a terminar mal

-          Deja que me ponga unos pantalones, iré contigo por ese cigarro

 

 

 

 

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Espero a Sasuke en el centro del campamento, en una banca de concreto al lado de las mesas del comedor improvisado, dijo que iría a su camper, tendría algunos cigarros para ambos pues, la tienda más cercana estaba a unos buenos veinte o treinta minutos en auto.

-          Ten – le dijo, dándole un cigarrillo

Los encendieron en silencio, olvidándose de que era de madrugada y todos dormían. El silencio que los envolvía era tan perturbadoramente tranquilizador, que el humo del cigarro fuese lo único que estuviera saboreando le decepcionaba un poco.

-          Ya te había dicho que quería que vinieras conmigo de caza, para que vieras como era

-          Si, mañana por la noche

Silencio.

-          No tienes idea de todo lo que quiero hacerte – musitó Sasuke – tampoco tienes idea del trabajo que me cuesta contenerme

-          No tienes que contenerte

-          Tonto – bufó – no sabes lo que dices, la mordida de un vampiro no es cualquier cosa

La mano de Naruto fue instintivamente a su labio de nuevo, acariciando despacio, para nuevamente darle una calada a su cigarro.

-          Me gustó que me mordieras

-          Si, bueno – suspiró – no es como en una novela de Anne Rice, no es nada romántico

La base de datos que Naruto poseía sobre vampiros se limitaba a lo que ya había aprendido y, claramente, películas y literatura sobre el tema. Sin embargo, su sed de saber más sobre el tema tenía mucho que ver con Sasuke en particular pues, el azabache representaba para él todo lo que estaba bien.

-          Tendrás que explicarme

-          Será sobre la marcha, Naruto

-          Después de que te alimentes ¿Prometes que podremos tener sexo?

La risa que Sasuke había estado guardando en las comisuras de su boca salió por fin, le pasó un brazo por el cuello a Naruto para atraerlo hacia sí. Escondió su rostro en el cuello del ojizarco, aspirando profundamente, inundándose de todo lo que representaba Naruto, eso incluía, claramente, el olor de su sangre.

-          Te prometo que después de alimentarme tendremos sexo

-          Ay, Sasuke

 

 

 

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Salir del campamento sin ser visto era algo que ya se le daba bien, nadie se atrevería a despertarlo en su sueño, pero de todas maneras había cerrado el dormitorio del camper con candado, saldría por la portezuela de emergencia que estaba al lado de su cama, solamente tendría que regresar antes de que amaneciera para poner los deberes del día en su sitio.

Caminar en la noche por la carretera era bastante relajante, a esa hora no había ni taxis ni autobuses, además, usar el auto solamente sería llamar la atención. Y era que, estaba en su camino a ver, de hecho, a alguien a quienes sus hermanos (y todo el campamento en general) consideraban como una peste. No era para menos, el susodicho había preferido permanecer bajo el cobijo de la reputación que habían forjado para él.

La caminata duraba al menos una hora antes de poder llegar a la estación de servicio a las afueras del pueblo más cercano. No le costaba nada, aunque tenía que admitir que estaba algo fatigado, no se había alimentado en un buen rato, incluso más tiempo que Sasuke y Okami. Finalmente, le tomó poco menos de hora y media llegar a la estación.

Las luces del establecimiento iluminaban casi toda la estación, había un solo auto aparcado en el estacionamiento, un modelo viejo, quizá armado, Itachi jamás lo supo. Pero, más importan que el mismo auto, sobre el capó de este, estaba cierto alguien que se miraba despreocupado con su paleta de hielo a medio comer.

Lo miró un poco más antes de decidirse a ir donde él, era el único cazador damphir cuya sangre podía tolerar, supuso que ya sabía que estaba tras él, habría olido su sangre también. Pero le gustaba verlo así, tranquilo, casi parecía un sujeto común y corriente, le habría gustado que así fuese, le hubiese gustado también haber nacido como un humano, que esa escena fuese simplemente dos viajeros deteniéndose para comprar comida.

Y era que, desde la muerte de Shisui, no se había vuelto a sentir así por nadie, mucho menos por un cazador damphir. Tenían años así, viéndose furtivamente a escondidas de todos, ambos tenían mucho que perder, pero, aquel sujeto, por mucho, era el que más riesgo tomaba pues, todos los cazadores damphir estaban al servicio de Obito quien, los había convertido en sus matones personales.

En la antigüedad, los hijos de vampiros con humanos fueron usados para cazar vampiros, hasta que se aliaron, tomando una posición que, con las generaciones, fue tergiversándose hasta lo que había sentado en el capó del auto, un simple perro del sistema.

-          ¿Me das un poco? – dijo, acercándose

El cazador se le quedo viendo con ojos perdidos, simplemente alargó la mano con la paleta para que pudiera darle una mordida. En su lugar, Itachi agarró el dulce apoderándose de la mano del aludido, besando el dorso con suavidad.

-          Tu sangre apesta, Deidara

-          Igual que la tuya

Deidara bajó del vehículo al encuentro de Itachi, el dulce terminó en el piso derritiéndose, pero, el beso que vino a continuación lo borro todo. El vampiro tomó al rubio por la cadera para atraerlo más hacia sí mismo mientras que, el otro simplemente se aferraba a su camiseta, intentando profundizar el contacto.

-          Llegas tarde – susurró sobre sus labios – empezaba a preocuparme

-          No he bebido sangre en semanas, solo estoy cansado

-          Itachi – dijo, a modo de reproche

-          Mañana por la noche iré de caza con mis hermanos

Subieron al auto, Deidara encendió el motor y emprendieron la marcha, era un riesgo quedarse en un sitio tan público como lo era la estación de servicio. El cazador manejó hasta llegar a una desviación que conocía lo bastante bien como para atreverse a entrar en media obscuridad, con tan solo sus faros amparándolo.

Llegaron a un descampado prácticamente abandonado, aparcaron a una distancia considerable de la orilla. Las luces del pueblo asemejaban luciérnagas, a pesar de ser una población pequeña, parecía estar animada, incluso a esas horas de la madrugada.

-          ¿Me vas a contar el misterio? – dijo Itachi, desabrochado su cinturón y acomodándose en el asiento – ¿Por qué Obito quiere que vengan al circo?

-          Me encantaría poder decirte que lo sé, pero no lo sé – suspiró – tu primo es muy celoso con lo que nos dice, es obvio que no confía en nosotros

Itachi guardó silencio, un espacio que Deidara aprovechó para también quitarse el cinturón de seguridad a inclinarse hacia él, recargando su cuerpo en el del azabache. Este último se dejó ser, abrazó a Deidara por los hombros sin dejar de ver las luces nocturnas de la ciudad, eran esos pequeños momentos los que le daban paz, burbujas de conformidad que agradecía.

-          ¿Hay algo que estés ocultando?

-          No – dijo, enseguida – por eso se me hizo raro que Obito quisiera enviarlos

El abrazo se estrechó un poco, logrando pegar la cabeza de Deidara a su pecho, acercó su nariz al cabello del aludido para respirar, la sangre del cazador apestaba, pequeña advertencia para no ser ingerida, pero no le importaba, el rubio era el único al que le quedaba ese olor.

-          Para, Itachi – dijo Deidara, con un el rostro pegado al pecho del azabache – me haces cosquillas

Pero no se detuvo, en el momento en el que regresara al circo, añoraría eso. Itachi acariciaba la sedosa cabellera del cazador como si fuese una suerte de amuleto, con ganas de meter ese recuerdo en su bolsillo y, cada vez que hubiera problemas, nada más tendría que buscaría en sus pantalones para regresar a ese momento en donde solo eran ellos dos.

Faltaban demasiadas cosas, Okami aún no había hecho lo que le pidió, necesitaba esa información para saber cómo actuar antes de que los cazadores llegaran. Conocía a Obito, no dejaría en manos de Deidara las cuestiones del circo, al menos no a él solo, su primo desconfiaba de los cazadores, pero era lo mejor que tenía, eran los únicos dispuestos a hacer el trabajo de campo, trabajo sucio que los vampiros se negaban a hacer.

Estuvo tentado de decirle todo a Deidara, decirle que olvidase todo y se fuera con él al circo, pero, el cazador le era de más utilidad al servicio de Obito, los dos estaban conscientes de eso, ambos acordaron que, mientras la situación no cambiara, deberían permanecer tal y como estaban.  

-          Te he extrañado – soltó Itachi – deja que esté así un poco más

-          Idiota – musitó – también te he extrañado

La mano de Itachi bajó de su cabello a su espalda, introduciendo despacio su mano en la camisa del cazador, acariciando cuidadosamente, como si de porcelana se tratase.

-          Basta – dijo Deidara – no has bebido

-          ¿Y puedes culparme? No sé cuándo te voy a volver a tener así

-          No será mi responsabilidad si te intoxicas

-          Seré cuidadoso

Amparados por la obscuridad fuera del auto, ambos decidieron dejarse ir, Deidara logró sentarse en las piernas de Itachi para seguir besándose profundamente. Era capaz de sentir la creciente erección de su pareja pulsando sobre sus pantalones de deporte. Ya eran expertos en intimar en espacios tan incomodos como ese, en un momento, el azabache quitó el seguro del asiento dejando el respaldo yéndose hacia atrás.

Lamentablemente, sabían que tenían que ser breves, sus cuerpos pedían esa cercanía, pero, al mismo tiempo, las circunstancias no eran las mejores. El mero hecho de estar juntos ya representaba un gran riesgo.

Deidara, por su parte, se movió él solo, sabiendo perfectamente cómo iban a proceder. Se puso boca abajo sobre el asiento reclinado con las piernas abiertas, apoyándose de lleno en sus manos; claramente, Itachi también se apresuró, le hubiese gustado tener un poco más de tiempo, un poco más de espacio, definitivamente, Deidara se merecía más que eso.

-          Solo bájalo un poco – dijo el cazador

-          Esto es una tortura

-          Pero es lo que hay

Con sus propias manos, Deidara bajó su ropa, miró sobre su hombro como Itachi desabrochaba sus pantalones y también los bajaba, lo suficiente como para dejar la erección fuera. Su interior se sentía húmedo y caliente, su pene palpitaba contra la tela del asiento del copiloto, tan sensible que cada fibra de esta le hacía cosquillas.

Itachi ocupo su sitio sobre él, agradeció que no lo penetrara enseguida, sino que, simplemente empezó a rozar su miembro entre sus nalgas, sobre su ano que, a estas alturas, empezaba a expandirse para él.

El vampiro se aseguró de seguir excitándolo, consiguiendo el pene de Deidara con la mano, masturbándolo suavemente al ritmo de sus propias caderas. El calor dentro del vehículo subía a cada segundo, una gota de sudor resbaló desde el mentón de Itachi hasta la espalda de su compañero, siendo absorbida por la tela de su camiseta.

-          La próxima vez haremos esto como se debe

-          Siempre decimos eso – interrumpió el cazador – hazlo de una buena vez

-          Es algo pronto ¿No?

-          Maldita sea, Uchiha, penétrame ya

El azabache, con miembro en ristre, procedió a presionar con la cabeza de este la entrada de Deidara. Este último dejó escapar un gemido al sentir como su cavidad anal se expandía de a poco hasta, finalmente, dejar entrar todo el pene de Itachi quien, sin perder un solo momento, empujó hasta el fondo, aunque despacio.

Deidara gruñó al tiempo que sintió los testículos de Itachi chocar contra los suyos, ni siquiera tuvo un momento para recuperarse cuando, este empezó a bombear sin piedad. El auto se movía entero, el aliento del vampiro en su nuca y la mano de este último en su propio miembro hacía que, sin duda alguna, lo llevara a tocar el cielo.

Él mismo empezó a mover sus caderas, alentando a Itachi a ir más profundo, justo cuando sintió que rozaba su próstata, se perdió en sí, se vio en la necesidad de, de hecho, morder el asiento debajo de él para no deshacerse en gritos de placer. Fue cuando la boca de Itachi se acercó a su cuello.

Sabía lo que venía, los vampiros se veían tremendamente tentados por un pulso acelerado, el olor de la sangre corriendo por las venas de alguien agitado era señal de una buena comida. Itachi no había bebido en semanas, sabía que no podría controlar su hambre, pero estaba bien con eso, los afilados colmillos de su compañero rozaron su piel, supo que la mordida vendría inminente.

La piel del cuello le escoció, la mordida de Itachi ardía como solamente sabía hacerlo una herida de esa índole. Pero en lugar de quejarse, sintió los espasmos en su estómago, su ano empezó a contraerse y, finalmente, en cuanto la mandíbula de su compañero estuvo dentro suyo, sintió que este, había terminado en su interior. El semen caliente dentro de su cavidad anal, la sensación de chorreo lo volvió loco y, finalmente, el delicioso dolor en su cuello, hizo que también eyaculara sobre el asiento, manchando su estómago también.

-          ¡Maldita sea! – gritó Itachi, separándose

En cuanto el miembro de Itachi salió de él, un chorro de semen escurrió fuera de su ano, estremeciéndolo entero. En silencio, se movió de nuevo al asiento del conductor y buscar algo de papel higienico de debajo del asiento y limpiarse.

-          ¿Necesitas agua? – le preguntó a Itachi

-          Si, por favor

El rubio también sacó la botella de plástico de agua que siempre dejaba debajo del asiento y se la dio. Itachi se enjuago la boca, abrió la puerta y escupió. Su sangre era veneno para el vampiro, aun así, el azabache insistía en morderlo, no podía culparlo, a él también le encantaba sentirlo así.

Después de recomponerse, se pusieron en marcha nuevamente, Deidara insistió en irlo a dejar a la puerta del campamento, sabía que Itachi no aguantaría una caminata sin tener sangre en su sistema y, con el plus de que, había bebido de la suya.

-          No tienes que hacerlo

-          Y yo no quiero que te desmayes a medio camino

Aún era de madrugada cuando arribaron, Deidara se detuvo unos metros antes de la entrada, así podrían despedirse bien. Un simple beso casto en los labios.

-          Si me entero de algo, te avisaré – le dijo Deidara mientras el otro se quitaba el cinturón

-          Lo mismo digo – suspiró – Deidara, cuídate

-          Esa es mi línea, Uchiha

Una sonrisa tímida, colmada de emoción adornó el rostro de ambos, Itachi buscó la mano de Deidara para apretarla, reconfortándolo, prometiéndole mentalmente algo mejor.

 

 


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