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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Notas del capitulo:

Primer capítulo <3

Primer acto. El circo

 

“Ahora

Hay que vivir

Hasta quemarse”

-          Anónimo

 

-          ¡Pero qué tontería! – dijo, sin perder la sonrisa de sus labios, mientras volvía a llenar las copas – si usted se ve tan hermosa como siempre, hasta parece una veinteañera

 

la risa que recibió a cambio del cumplido hizo que el rostro de la vieja se llenara de arrugas, ya se había acostumbrado a la desagradable combinación de perfume de catálogo y maquillaje de farmacia, las señoras se arreglaban exageradamente para ir a verlo, como si los dos kilos de maquillaje sirvieran como resanador de las profundas arrugas que no podían ocultar su edad.

-          Ah, Naruto, eres un encanto – dijo la mujer

-          No tanto como usted

Risas agudas de viejas brujas, todas le sonaban iguales. Le causaba nauseas tener que intimar con ellas, el tacto de su piel flácida lo ponía aún más flácido a él, aunque jamás había quedado mal con ninguna de sus clientas.

Ambos se despojaron de sus ropas para consumar el acto que había sido pagado con antelación, aunque ni todo el dinero del mundo justificaba el tener que practicarle sexo oral a una mujer que podría ser su abuela. Y es que era una de sus malas noches, esa mujer en particular era muy exigente, prefería las noches cuando llegaban clientes con ganas de ser escuchados, los que no te hacían quitarse la ropa.

Aun estando desnudo, Naruto sentía que tenía mil capas encima, un disfraz de chico pervertido con gusto por las mujeres mayores. Otros días, tenía que ponerse el disfraz de sumiso sediento de un miembro que lo hiciera gritar, todo dependía del cliente. Pero en sus veintiún años (y ya casi seis de servicio) jamás había encontrado a alguien que verdaderamente lo hiciera disfrutar del sexo, a esas alturas, ya era todo mecánico.

Vino, besos, quitarse la ropa, manoseo y penetración. Se esperaba mucho de él, cerraba los ojos e imaginaba estar con el ideal que había estado construyendo por años para al fin, poder eyacular en la cara de la anciana de turno.

-          Te veré la semana que viene – le anunció la mujer buscando algo en su bolso – esto es tu propina, hoy hiciste un buen trabajo – dijo al tiempo que dejaba un par de billetes extra en el taburete junto a la puerta

Suspiró pesado, se limpió en el baño de una forma más que mecánica para regresar al cuarto y fumar un cigarrillo, pasaban de las cinco de la mañana, no tenía animo de regresar al bar a conseguir otro cliente.

Se echó en la cama con intenciones de dormir, pero, le fue imposible, así que se enfundó la ropa de deportes, saldría a correr para despejarse la mente.

 

 

-_

 

 

La rutina diaria era siempre la misma, sin faltas, después de su carrera matutina, se quedaba en un café, para disfrutar de la mañana, regresaría a su departamento a dormir, se despertaría alrededor de las cuatro, comería algo, limpiaría un poco, se arreglaría y saldría a buscar clientes.

Desde que había escapado del orfanato hacía unos siete años, había estado rebotando de un lugar a otro, hasta que hubo descubierto que su cuerpo era la mejor moneda de cambio y, para cuando cumplió los dieciocho, tenía ahorrado lo suficiente para rentar un departamento.

-          Café negro – le dijo a la mesera que se retiró enseguida

En cuanto la taza estuvo en su mesa, se le quedó mirando, nostálgico de un pasado que no tuvo. A veces, en esos momentos de introspección, se imaginaba que estaba tomando un café antes de ir a clases, había logrado entrar en la universidad y estaría ya cursando el segundo, a veces tercer año de arquitectura; tendría padres que lo esperarían en una de las casas de los suburbios y era el novio oficial del mariscal de campo, incluso se tomó la molestia de inventar un pequeño drama sobre el mariscal de campo saliendo del closet.

Pero en cuanto la primera gota de café amargo tocaba su lengua, regresaba de golpe a la realidad, no era un universitario, era un sexo servidor lo suficientemente vago como para apuntar a la demografía más fácil.

Después de su desayuno vacío, dejo uno de los billetes en la mesa para disponerse a regresar al departamento, necesitaba dormir algo antes de volver a empezar todo de nuevo.

Mientras caminaba de regreso, volvió a intentar hundirse en su fantasía, pero un insistente sonidito lo hacía desconcentrarse, una especie de música de feria. Como quien no quiere la cosa, Naruto empezó a buscar con la mirada el origen del sonido, esperando encontrarse con un camión de helados, aunque lo que encontró fue mucho más emocionante.

Siguió la canción hasta un parque, en donde había una gran aglomeración de niños entorno a lo que, a su parecer, era un teatro guiñol.

El supuesto teatro era una especie de tarima improvisada con un par de cajas y tablas de madera, en donde un par de personas se subieron a hacer malabarismo, alrededor también había muchachas en trajes brillantes haciendo maromas.

-          ¡Vengan a vernos! – decía uno de los sujetos – el maravilloso Circo del Polvo estará en la ciudad solo por esta noche

Una de las muchachas se acercó a los niños a entregar boletos de cortesía, él sonrió de medio lado, lo más cerca que había estado de ir a un circo eran los espectáculos de mal gusto que daban en los bares de desnudistas. Suspiró pesado, dio media vuelta con intenciones de seguir su camino, pero en su lugar, se topó con un par de perfectos pozos negros.

Una muchacha, pequeña y de cabellos tan negros como sus propios ojos, una piel blanquecina y labios rosas, había brillantina adornando su rostro, también vestía uno de esos trajes coloridos, ceñido a su esbelta pero bien proporcionada figura.

-          ¿No quieres venir?

-          ¿Disculpa?

-          A la función

-          No, no creo – contestó sin pensar – pero, estoy seguro que es entretenido

La muchacha le regaló una sonrisa corta, de esas que se contagian. Ella le extendió un pedazo de papel, uno de esos boletos de cortesía que estaban repartiendo a los niños.

-          Pero yo no soy un niño – intento excusarse – seguro te regañan por darle un boleto de cortesía a un adulto

-          Acéptalo – insistió – a menos de que prefieras pasar la noche con otra abuela

Recibió el boleto antes de siquiera pensar en lo que le habían dicho, para cuando se dio cuenta de lo que le habían dicho, la muchacha ya no estaba. El espectáculo había terminado, como si se hubiera embobado en el pedazo de papel por más de un par de segundos.

 

Circo del polvo

Boleto preferencial

Única función

8:30

Carpa al lado del centro comercial

 

Leer las palabras en el boleto de color rojo casi hicieron que se le fuera el aliento. Pensó seriamente en simplemente arrugarlo y tirarlo, continuar con su rutina, a las ocho tenía que estar ya en el bar para encontrar algún cliente. Sin embargo, un calor le recorrió el pecho, finalmente guardó la entrada en su pantalón y siguió su camino a casa.

 

 

-_

 

-          Te ves muy contenta  

Al escucharlo, no pudo evitar soltar una sonrisa traviesa, tanto que arruinó el delineado sobre sus ojos, tuvo que borrarlo con una toallita húmeda y volverlo a hacer.

-          Hiciste algo – adivinó

-          Siempre hago cosas – se defendió ella

Él la miro de hito en hito, tratando de adivinar lo que había hecho la desobediente sentada frente al espejo, maquillándose, con una expresión infantil, digna de una niña que acaba de hacer una gran travesura.

-          No habrás hecho algo malo ¿Verdad?

-          Eso depende de qué entiendas como “malo”

Eso sí que fue inquietante, tomó un taburete y se sentó al lado de ella quien, intentaba contener su alegría y hacer bien la línea sobre su ojo.

-          La función está a nada de empezar

-          Lo sé, apenas comienza

-          Maldición – musitó – no me digas que lo hiciste de nuevo

Ella dejó el lápiz de ojos sobre la mesa, lo miró con sus enormes pozos azabache, perfectamente delineados y maquillados, rosa pálido y labios amarillo fosforescente. Una sonrisa se dibujó entre la brillantina.

-          Dame el tocado – le dijo

Sin mucha elección, él le dio el tocado con las plumas color verde, la miró acomodar cada hebra de cabello negro en un elegante moño adornado con el tocado. Esperaba respuestas, la sonrisa que le devolvía el espejo no era otra cosa más que culpable.

-          Forzarlo solo traerá problemas, NOS traerás problemas – dijo, haciendo énfasis en “nos”

-          No tienes idea de lo que vi, él nos necesitaba

-          Sabes que no puedes traer gente, así como así, no a… ellos

-          Ellos son como nosotros

-          No, no lo son – pausó – sabes que estoy aquí siempre para lo que sea, pero tienes que ser más prudente y consultarlo con Él

Ella le devolvió la mirada con los ojos en blanco, él solo suspiró pesado, sabiendo lo obstinados que eran.  No le quedaba más que esperar que esta vez, ella tuviera la razón.

-          La última vez que lo intentaste con uno de ellos… tuvimos que salir por patas – dijo, como último intento

-          Solo estaremos una noche aquí

-_

 

 

No se dio cuenta de cómo pasó, sus pies se movieron solos hacia la parada del autobús y, cuando menos se lo esperó, ya estaba en camino al centro comercial. Los bares que frecuentaban sus clientas estaban a un paso de su departamento, precisamente para no tener que pagar un transporte, pero ahí estaba, arreglado como si fuese a ir al bar, en camino al circo.

El autobús iba relativamente lleno, era la hora en que todos salían de sus trabajos para regresar a casa, él mismo suspiró pesado pensando que era precisamente la hora en que él salía a trabajar.

Pensó en quedarse en el centro comercial al bajar del autobús, quizá alguno de los restaurantes estaría abierto, quizá debía descansar e ir a ver una película. Pero mientras más pensaba en sus ideas de no ir al circo, terminó caminando en su dirección.

Una carpa de circo se alzaba a lo largo del terreno al lado del centro comercial, de color rojo y blanco, tan desgastadas que parecían naranja y café. La taquilla estaba llena con una fila que salía del estacionamiento, vendedores de dulces y música llenaba el ambiente. La fila para la entrada era más corta.

-          Bienvenido – le dijo el sujeto que recibió su boleto en la entrada

No le contestó, asintió con la cabeza pensando en lo extraño que se miraba, un sujeto tan pálido como el papel, con una sonrisa tétrica. Pasó de largo el stand de las golosinas, ganar, aunque fuese un gramo de grasa acabaría con su carrera.

Pronto encontró un lugar vacío, aún era temprano para que la función empezara, pero todos los asistentes estaban ya preparándose para el espectáculo. Miró al frente, tenía una vista perfecta del escenario, fue cuando se dio cuenta que realmente estaba ahí, era la primera vez en sus veintiún años de vida que asistía a un circo.

Aun con la música de feria, el bullicio de las familias estaba sobre esta. Se acomodó en la butaca, le producía sentimientos encontrados ver a los niños con sus padres, hacía mucho que había superado el hecho de ser un huérfano, ni siquiera recordaba a sus padres, no recordaba mucho de la época antes de ser abandonado en el orfanato, como si simplemente un día hubiera emergido del moho de las esquinas. Aun así, le causaba un poco de conflicto, le recalcaba que esas ensoñaciones que tenía cuando tomaba café, eran solo eso, ilusiones.

 

 

-_

 

 

 

-          He traído uno nuevo – dijo, dando los últimos retoques al tocado de plumas

Él la miró, inquisidor, con sus ojos azabache iguales a los de ella. Pero no flaqueó, la mirada de su hermano mayor surtía efecto en todos menos en ella, no era ninguna habilidad especial, simplemente era su aura ominosa. Con todo, era inmune, los demás veían a su líder, pero ella solo veía a su hermano, lo sabía porque todos alrededor guardaban un sepulcral silencio.

-          Humano

-          Humano – repitió ella

El silencio se hizo más denso, con un palpable miedo incluso a respirar, el ambiente siempre se ponía tenso cuando se trataba de la insistencia de ella sobre la del líder.

-          Ya casi es hora – intervino un tercero, un par de ojos azabache al igual que los dos interlocutores, el único con el valor de meterse en esa discusión – dejemos esto para el final

El mayor miró a la chica y al muchacho, claramente irritado, pero la función estaba por comenzar. El que ella avisara de su nuevo “prospecto” antes de la función era plan con maña, apelaba a su sensibilidad y al forzado buen humor que tenía que presentar ante el público, una trampa a todas luces, una gastada, en la que no podía evitar seguir cayendo una y otra vez.

-          Sasuke – dijo, dirigiéndose al muchacho

-          Lo sé – contestó – yo me encargo

 

-_

 

 

 

Al bajar las luces, todos se apresuraron a acomodarse en sus lugares, Naruto intentaba que no se le notara el ansia, aunque estuviese solo. Las familias sentadas a su alrededor, sin embargo, no tenían reparo en mostrarse tan animados.

Un silencio ominoso se apoderó de la estancia, no se escuchaba ni un alma, incluso Naruto había dejado de respirar sin darse cuenta.

Un reflector alumbró al centro del escenario.

-          ¡Bienvenidos sean!

Inesperadamente, el corazón de Naruto empezó a agitarse, el maestro de ceremonias había ocupado su lugar al centro del escenario, a la vista de todos. Un hombre alto, de cabello negro largo, enfundado en un traje hecho a medida, demasiado elegante como para estar en un circo. Sin embargo, su sonrisa ancha y profundos ojos negros hacían que cada poro del cuerpo de Naruto vibrara.

-          Esta noche, el Circo del Polvo, los deleitará con… ¡Extravagancia!

Tras la última exclamación, una nube de polvo se alzó despareciendo al maestro de ceremonias, oscureciéndose. Una música suave empezó a sonar, el escenario volvió a iluminarse, un par de muchachas en vestimentas vaporosas danzaban. Eran preciosas, sus figuras esbeltas, envueltas en gasa, seda, tela etérea, lo que sea que fuese, hacían temblar a todos.

Una danza de velos bellísima, Naruto sentía que podría perderse en sus curvas, en la ondulación de sus cabellos o inclusive en el brillo de las telas. Los trapecios bajaron, el par se apresuró a continuar su danza en las alturas, ni siquiera pudo saber si había o no una red de seguridad debajo de ellas, porque parecían volar.

El acto concluyó con una explosión de plumaje y brillantina, las palmas se batían sin cesar en la estancia, ni siquiera notó cuando él mismo había empezado a aplaudir. Sentía que el pecho le reventaba, estaba tan emocionado que sintió que saltaría, como si fuese el niño que jamás le permitieron ser.

Para cuando las luces regresaron, había parafernalia en el escenario, un par de aros, bancos y demás. Un joven salió a recibir el aplauso, iba vestido con unos shorts cortos y pintura facial, como si fuese su propia versión de un salvaje.

-          ¡Suelten a la bestia!

El auditorio se estremeció, un rugido se hizo escuchar desde todas partes, seguido de esto, un par de tramoyas empujaron una jaula al escenario. Un descomunal perro se alzaba en esta, rugía y ladraba, Naruto se preguntó qué clase de lobo sería ese, quizá alguna cruza con un perro del infierno.

Un alarido de miedo se escuchó en la estancia en cuanto la puerta de la jaula fue abierta, pero este sujeto se apresuró a controlar al animal y pronto, estaba divirtiendo a los asistentes saltando a través de los aros, balanceando pelotas e incluso en un número de malabarismo con su manejador. De vez en cuando, la audiencia gritaba horrorizada, cuando el animal acercaba su hocico al público, o cuando se le ocurría gruñir.

Finalmente, el animal fue devuelto a su jaula, los aplausos estallaron, Naruto sintió un alivio inmediato, se alegró de haber ido solo, no le hubiese gustado admitir ante nadie que había tenido miedo.

El siguiente acto fue, sin duda alguna, el favorito de Naruto hasta ese momento. Una chica en un bonito leotardo salió a dar una reverencia, presentó con ademanes a su ayudante, un muchacho de aspecto gracioso y cejas enormes, quien, en un traje a juego con el de su compañera, se colocó ante una tarima de madera previamente colocada.

Los primeros cuchillos fueron lanzados, un acto bastante común, la dificultad subió cuando uno de los trapecios bajó y la muchacha se trepó en él, giró para quedar boca abajo y aun así, tuvo la osadía de vendarse los ojos. Los siguientes cuchillos que rozaron la pobre y escuálida humanidad de su compañero fueron los que realmente se llevaron los aplausos.

Después de ellos, una pareja de traga fuegos. Dos hombres vestidos en taparrabos de hojas hacían una danza tribal mientras malabareaban con antorchas encendidas, se llenaban la boca de un líquido misterioso y luego eran capaces de escupir bolas de fuego.

Entonces, el escenario se obscureció nuevamente, por lo que a Naruto le parecieron horas, estaban creando la mayor expectativa. Era obvio que estaban a punto de presenciar el acto final.

Las luces regresaron junto con una explosión, en el escenario estaba el que parecía ser el último actor. Naruto pensó que era bastante familiar, cabello negro, ojos azabaches y una piel paliducha.  Le daba un aire muy parecido al maestro de ceremonias, solo que su cabello era corto, y estaba vestido en una camisola blanca suelta y pantalones de cuero negro.

-          Buenas noches, respetable público – comenzó – esta noche, yo, Fénix, he de presentarles maravillas

Hizo un ademan con la mano, un par de tramoyas se apresuraron a traer un tanque de vidrio vacío, parecía pesar mucho, era lo suficientemente grande como para que una persona cupiera.

-          La verdad es, que he perdido a mi asistente – estiró la mano y otra tramoya le dio una capa – no ha aparecido desde la última vez que la desaparecí

Risas tenues en el público, el mago cubrió el tanque con la capa, la música había empezado a sonar y él hacía ademanes mágicos con la mano. La camisola blanca era lo bastante delgada como para ver a través de ella, el calor de los reflectores hacían que el cabello se le pegara al rostro, Naruto estaba fascinado, jamás había visto a un hombre tan guapo como el mago Fénix.

Al quitar la capa del tanque, el auditorio volvió a estallar en gritos y canturreos, una mujer pequeña había aparecido de la nada dentro de este. La reconoció al instante, era la misma chica que le había dado la entrada al circo.

Comprendió que tenían que ser hermanos, gemelos quizá, el tocado de plumas no dejaba apreciar el cabello azabache de la muchacha, pero estaba segura de que se vería igual al de él.

Ella hizo una reverencia al público, Fénix aplaudió también, animando a todos.

Más trucos no se hicieron esperar, Fénix era muy habilidoso con las manos, hacía desaparecer y aparecer cosas de la nada, incluso partió a su asistente en dos. Naruto estaba sentado ya al filo de la butaca esperando ver un poco mejor a este sujeto.

-          Para mi último truco – dijo, con una sonrisa ladina en su rostro – necesitaré un ayudante

Muchas manos se alzaron, desde niños hasta chicas que estaban ansiosas por ver al mago más de cerca. Estaba tentado a alzar la suya, hubiese dado cualquier cosa por ver esos ojos negros más de cerca, pero no lo hizo, contuvo sus ansias y permaneció sentado. Se mordió el labio en cuanto la ayudante de Fénix se paró en el quicio del escenario, ignorando a todos los que estaban ofreciéndose como voluntario.

Fue un instante, los ojos de ella se cruzaron con los suyos, una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo y casi automáticamente se puso de pie con de un salto. Antes de siquiera pensar en volver a sentarse, un reflector iluminó directo a él, eliminando cualquier posibilidad de echarse para atrás.

Aún con todo y todo, pudiendo simplemente declinar la oferta amablemente, sus piernas volvieron a moverse, antes de saber bien qué estaba pasando, se había acercado hasta donde la ayudante del mago lo esperaba.

-          Sabía que vendrías, Naruto – le susurró mientras lo conducía con el mago

Ni siquiera tuvo oportunidad de réplica, Fénix estaba justo ahí, delante de él. El sudor hacía que la ropa también se le pegase al cuerpo, era capaz de distinguir perfectamente cada abdominal individualmente. El corazón le palpitaba tan fuerte que sus tímpanos iban a reventarle en cualquier momento, sus ojos azabaches lo absorbían cual pozo sin fondo (aunque no era algo necesariamente malo).

-          Ok, Naruto – dijo

-          ¿Pero cómo… ?

Recibió como respuesta una sonrisa enigmática, la garganta se le cerró, todo había empezado a ser en cámara lenta. Fénix tomó su rostro entre sus manos obligándolo a verlo a la cara, normalmente esas tácticas las usaba él con sus clientes, pero era la primera vez que se dejaba caer en sus mismas artimañas.

-          Este truco es muy fácil

La ayudante del mago le puso una venda en los ojos, dejándolo en una extraña bruma, no sabía si el calor que estaba sintiendo era el de su cuerpo, el del Fénix o las simples luces.

-          Tranquilo, mi hermano es el mejor en esto – escuchó a la chica susurrarle al oído

Fénix lo tomó de la cintura y lo estrechó contra su cuerpo, Naruto les rezó a todos los dioses que conocía para no tener una erección frente a tanta gente pero, es que Fénix lo hacía demasiado difícil. Su aroma, sudor mezclado con colonia, lo volvía loco, como si fuese un veneno que estaba dispuesto a tomar.

-          Agárrate – susurró Fénix y él sintió que se derretía en sus brazos

Supo que no era una insinuación, Naruto se aferró al pecho del mago en cuanto sintió que el piso se movía, Fénix lo hizo rodearle el cuello con sus manos, para un mejor agarre, quedando sus rostros a escasos milímetros de distancia, podía saborear su aliento sin problemas.

-          Tranquilo, no te voy a soltar – musitó casi sobre sus labios – eres demasiado lindo para eso

Antes de que pudiera decir nada, la venda se resbaló de sus ojos, miró hacia abajo para descubrir que flotaban, tan alto que casi podía tocar los trapecios. Pero no sintió miedo, los ojos del mago lo tranquilizaban, Fénix le regalo su risa, una sonrisa con todos sus dientes. El corazón se le detuvo cuando creyó ver colmillos.

En un instante más estaban en el suelo, siendo recibidos por el aplauso del auditorio. El mago hizo un ademan hacia Naruto recibiendo aplausos, fue escoltado por uno de los tramoyas de regreso a su asiento. La función había terminado.

 

 

-_

 

 

Silencio.

-          ¿Y bien? – dijo el líder, aflojándose la corbata del traje

-          Hice mi parte – contestó Fénix, complacido – la verdad es que el chico me agrada

Una risa picara se dibujó en el rostro de sus compañeros, menos en el maestro de ceremonias que, les hizo callar a todos con un ademán de la mano.

-          Confía en mí, hermano mayor – dijo la muchacha – él pertenece aquí

-          Si traes un humano al circo, traerás problemas – agregó alguien más

-          Pero el circo está hecho para los que nos abandonaron – interrumpió la chica de los cuchillos – Okami dice que él es igual, es como nosotros

-          ¡Es un humano!

-          ¡Basta! – se alzó el maestro de ceremonias

El líder se pasó una mano por el rostro, exhausto, los argumentos de su hermana menor eran válidos, pero también lo eran los argumentos detractores.

-          Traerá problemas – continuó, más tranquilo – igual que nosotros – suspiró – bien

Todo el mundo se volvió a quedar en silencio, expectantes, pero para ese momento, él parecía bastante convencido.

-          Si no aparece antes de mañana, nos iremos sin él

Después de su veredicto, se puso de pie para irse, los demás quedaron en silencio, en un estupor momentáneo. Se dispersaron al poco, todos tenían cosas que hacer.

-          Tu confías en mi ¿No, Sasuke? – le dijo ella

-          Si – musitó – pero lo que pase, ya no depende de nosotros


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