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Circus Of Dust (2020) por Uruhasa_13

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Segundo acto. El mago


“Es


Simplemente


Lo que está sucediendo


En este lugar,


En este momento”


-          Basho


 


Sentía el cuerpo caliente, era la primera vez que se sentía de ese modo. Cerró los ojos para ver nuevamente los de Fénix, la negrura de la nada le recordaba al de su mirada.


Acostado en la cama, junto a su ventana abierta, era incapaz de siquiera pensar en mirar a través de ella, las luces de la calle le harían recordar todo lo que había pasado en el circo. Después del espectáculo se fue casi corriendo, necesitaba regresar a su departamento, encerrarse en su pequeño espacio para asegurarse de poder volver a la realidad.


La verdad era que, su realidad ya había sido corrompida. Los ojos del mago eran esa clase de ojos que después de verlos tan de cerca, no podrías dejarlos, jamás.


Se incorporó lento, no había pegado ojo en lo que iba de la noche, sus horarios de sueño ya estaban muy destruidos, tampoco había tenido el ánimo de ir a recoger clientes. Su teléfono no paraba de sonar aun siendo las tres de la mañana, pero no contestaría, no tenía las ganas de trabajar esa noche, o cualquier otra.


Había estado acostado desde que hubo llegado de la función, una opresión extraña le apretaba el pecho, como si sus preocupaciones de la nada se hicieran corpóreas y decidieran posarse sobre él. Jamás se había detenido a plantearse las cosas tan seriamente, al menos procuraba no hacerlo, llevaba una vida buena, si tenía suerte, ahorraría el dinero suficiente para un retiro temprano, quizá pondría un mercadito de abarrotes en la ciudad vecina, se mudaría al campo, o lo que fuese. Pero en ese momento, ninguna de esas ideas le parecía verdaderamente complaciente, había probado algo que le había encantado y no estaba seguro de querer dejarlo ir.


Se regañaba mentalmente, enamorarse a primera vista de un sujeto del que solo sabía su nombre artístico, un sujeto que seguramente hacía ese mismo espectáculo de mago casanova con todos.


Aun así, no podía dejar de pensar en él. Tenerlo tan cerca, poder saborear su aliento, su esencia, sentir el sudor de su piel contra la suya, compartir el calor, el oxígeno.


Sentía que se ahogaría en sus propios vapores. Estaba empapado de sudor, ni siquiera había tenido la decencia de quitase los zapatos el tiempo que estuvo ahí, filosofando acerca de su existencia.


Se puso de pie, necesitaba un buen baño de agua fría, helada, lo que necesitara para poder regresar a la realidad.


Era un experto quitándose la ropa así que en un momento ya estaba en el baño, disfrutando de la frialdad de la ducha. Quería ver si el agua podía lavar sus ansias, para ver si así el corazón dejaba de darle tumbos en el pecho, emocionado, insaciable. Desvariar de esa manera no pagaría las cuentas, las fantasías debían quedarse en el café de la mañana, resbalarse de su piel e irse por la coladera.


Sin embargo, todo su cuerpo estaba deseando más.


Al salir de la ducha, aún mojado, dejó que el gélido aire de la madrugada le calara hasta los huesos. Se sentó en su cama, esperando encontrar el razonamiento perdido en las ropas tiradas en el suelo. Pero en lugar de eso encontró algo mucho mejor.


Cuando pretendió levantar sus pantalones sucios, se dio cuenta de que en el bolsillo trasero había algo que no estaba ahí antes. Un papel doblado, se sonrojó entero al pensar que no se había dado cuenta de que Fénix lo había deslizado por ahí a mitad del acto. Se apresuró a ponerse ropa interior, sintió que leer lo que fuese que tuviera escrito el papel desnudo, no ayudaría.


Antes de averiguar su contenido, se repitió mentalmente que quizá el mago había dejado su número, era un artista itinerante, seguramente querría figurar en su agenda de clientes. Esto logró bajarle los ánimos un poco, la idea de un enamoramiento tan veloz lo hacía sentirse estúpido, quizá el golpe de realidad que esperaba estaba ahí escrito.


 


Escapa conmigo, nos iremos mañana por la tarde cuando hallamos recogido la carpa.


Fénix.


 


Tuvo que dejar el papel a un lado y volver al baño, se lavó la cara para asegurarse de que ahora si estuviera despierto, solo para regresar, releer el mensaje una y otra vez. Tenía que ser un sueño, no era la primera vez que sus fantasías eran tan vividas; se frotó los ojos hasta que los sintió irritados, se ponía de pie y saltaba, volvía a leer el mensaje, cerraba los ojos y repetía el proceso.


Solo cuando se convenció de que lo que estaba escrito no era una ilusión, empezó a replanteárselo todo. Escapar con el circo, dejar atrás su vida de acompañante, no tener que vender su cuerpo nunca jamás. Antes de darse cuenta, los ojos se le llenaron de lágrimas, muchas veces había tenido ese sueño de irse lejos, aunque no sabía a donde ni con quién.


¿Sería el destino? Aunque él mismo no creía mucho en esa clase de cosas. se enjuagó las lágrimas con el dorso de la mano, se puso la ropa de correr y salió, sin importarle que siguiera siendo de madrugada.


La ciudad estaba activa aún a esas horas, él también. Evito pasar por los bares, no quería que lo reconocieran ni sentir culpa de no haber ido al trabajo, empezó a trotar despacio, poco a poco aumentando la velocidad hasta que empezó a correr a toda marcha. No estaba prestando atención hacia donde estaba yendo, quería convencerse a sí mismo de que no importara el camino que tomara, siempre terminaría en el mismo lugar.


Corrió hasta que el pecho le ardió y sus piernas le pidieron detenerse, había llegado al parque en donde había recibido su invitación. El alumbrado público era lo suficientemente tenue como para poder ver la luna, en todo su esplendor.


Brillante luna creciente, se tomó un momento para apreciarla, como su fuera la primera vez que la miraba. El cielo salpicado de estrellas, siendo absorbidas por la negrura de la nada, la misma noche se había transformado en un recordatorio. Comprendió entonces que, a partir de ese día, miraría al cielo solo para encontrar los ojos que lo dejaban sin aliento.


Se enjuagó el sudor de la cara con la mano, respiraba agitado. Mientras recuperaba el aliento, bajó la mirada en donde un volante de la función pasada descansaba, arrugado y mugriento. Una risa sínica se le escapó, suspiró hondo, recuperando el aire en sus pulmones, sintiendo el frio de la madrugada, no necesitaría más señales.


 


 


-_


 


 


Decir que no regresó a dormir estaría demás, el sueño se le espantó enteramente, quizá tendría oportunidad de arreglar su ciclo de sueño después. Jamás se había preocupado por tener maletas, no viajaba, así que se las apañó con la mochila más amplia que pudo encontrar, serviría para separar lo completamente esencial.


Se sintió feliz de nunca haber sucumbido ante la tentación de manejar una cuenta bancaria, su casero era un hombre a la antigua así que no la necesitaba. Una modesta caja (más parecida a una lonchera) de seguridad debajo de su casa le servía para guardar el escaso dinero que lograba ahorrar, después de separar el monto de un mes de renta, guardó el resto en su cartera. Garabateó una nota al casero, diciéndole que ya no regresaría, que podía disponer de todas las cosas que dejara atrás.


Un par de mudas de ropa, artículos de higiene personal, su cartera y un viejo diario que aún conservaba del orfanato, toda su vida cabía en una mochila y le sobraba espacio.


Pasaría las siguientes horas ordenando el departamento, tenía ganas de limpiar, hacía mucho que no lo hacía, quería dejar todo impecable. Se le hacía una salida súper dramática el no decirle a nadie, pero faltaban un par de días para que fuesen a cobrar la renta, el casero descubriría que se había ido.


La fantasía de irse lejos estaba siendo más divertida de lo que había pensado. Solo cuando el reloj dio las ocho de la mañana, se dio el tiempo de volver a ducharse, se vistió con los jeans más cómodos que tenía, una camiseta, chaqueta y los tenis de correr.  Cuando estuvo listo para salir, hizo una revisión visual de todo, para asegurarse que cada cosa estaba en su lugar.


El sonido de su teléfono celular lo tomo por sorpresa, no había reparado en él desde que se había puesto a limpiar, aún seguía recibiendo mensajes de clientes. Sonrió de medio lado, se puso la  mochila al hombro apagando la luz, echo un último vistazo al cuarto antes de cerrar la puerta tras él, dejando las llaves dentro, ya no las necesitaría. Su celular, aún sonando, también se había quedado sobre las sábanas recién estiradas de la cama, todo lo que no quería que lo siguiera se quedaría en ese cuarto, absolutamente todo.


El celular, sus clientes, el alcohol, pero, sobre todo, los diferentes disfraces que tenía que ponerse cada noche, todo había quedado perfectamente doblado sobre la cama.


 


 


-_


 


 


La carpa aún estaba puesta, no había un solo alma alrededor. Se acercó con su mochila al hombro, apretando la nota que había dejado el mago en una de sus manos, buscando a alguien.


-          Si viniste


De la entrada de la carpa salió la misma muchacha que lo había invitado en primer lugar. Se miraba aún más pequeña que en el escenario, usaba shorts cortos y una camisa holgada; su rostro también se veía distinto, no había notado las discretas pecas en sus mejillas, se preguntó si alguien tan pálido podía tenerlas.


-          Si… yo – se apresuró a desarrugar el papel – él, digo, ya sabes, Fénix, esto…


-          Si, si – se acercó, sonriente – mi hermano la escribió, ven


Fue tras ella, le daba un aire de cansancio, quizá fuese el moño flojo en el que había enredado su melena negra. Un sentimiento extraño, pasó por la zona de las golosinas, pero no había nada ni nadie, todo había sido recogido. El gran escenario se hizo ver, vació parecía inmenso, pero en el medio del escenario estaba ocupado por unas cuantas personas.


Reconoció al maestro de ceremonias y a Fénix enseguida, ninguno de los dos lo miraba, permanecían en una charla discreta e inaudible entre ambos. También había otro sujeto, a él sí que no lo reconoció; era casi tan alto como el mago, poseía una larga cabellera castaña que caía como cortinas en su espalda, su rostro era indescifrable, no podía decir que los miraba, usaba unos lentes de sol que hacían imposible saberlo.


-          Naruto está aquí


Escuchar su nombre en boca de la muchacha lo hizo estremecerse, había olvidado por completo que jamás se los había dado. Quiso preguntar al respecto, pero, el ambiente no era el indicado, en su lugar, se limitó a seguir a la muchacha, saltó el quicio del escenario, como la noche anterior, donde también lo esperaba el mago.


Sin embargo, el mago se apartó con una indiferencia hiriente, en lugar, el maestro de ceremonias se adelantó a tenderle la mano.


-          Itachi Uchiha – se presentó


En cuanto sus manos se tocaron, una sensación inexplicable recorrió cada terminal nerviosa de su ser, dándole chispas imaginarias. Aunque no usaba el traje de la noche anterior, los jeans y camiseta que usaba parecían convertirse en el smoking más caro del universo pues, el porte y la elegancia provenían de él mismo.


-          Naruto Uzumaki… aunque creo que ustedes ya saben eso


Una risa ahogada por parte de los presentes terminó aligerando el ambiente, Naruto miró de reojo a Fénix quien, susurraba algo al oído de la muchacha. El desconocido permanecía al lado de Itachi, con los brazos cruzados sobre el pecho, estoico, como si fuese una estatua.


-          Ven, Naruto – dijo


Itachi se dirigía hacia atrás del escenario, seguido por el sujeto de los lentes obscuros, esperó un momento para ver si Fénix también se unía, pero él y la muchacha parecían no ir. Siguió a sus guías al cuarto donde supuso, se arreglaban los artistas, pero en ese momento estaba completamente vacío, salvo por una mesa, un par de sillas y un mazo de cartas.


-          Siéntate, por favor – ofreció Itachi, ocupando una de las sillas, la que tenía el mazo de cartas enfrente


-          Gracias – contestó, algo desconfiado, frente a él


El sujeto de los lentes fue hasta el lugar de Itachi, solo para quedarse ahí, como una especie de guardaespaldas. Naruto empezaba a cuestionarse todo, quizá no sería tan mala idea correr de regreso al departamento, decirle al casero que había perdido sus llaves, destruir la carta que había dejado para este, contestar sus mensajes y hacer de cuenta que jamás fue a la función.


-          ¿Alguna vez te han leído las cartas?


Una tímida sonrisa se asomó en la comisura de la boca del sujeto de los lentes, Naruto se dio cuenta en seguida, como si se estuvieran burlando de él.


-          ¿Se están burlando de mí? – soltó, empezando a irritarse


-          No, no, por favor – se apresuró Itachi, sin un ápice de gracia en su voz – a Neji no le gustan mucho los extraños, no le hagas caso – dijo, dedicándole una mirada de advertencia sobre su hombro a Neji


Naruto sintió que la cara le ardía, Neji sonrió sin reparos esta vez, claramente burlándose. Aun así, Itachi seguía serio, sereno, acercó el mazo de cartas con extenuante parsimonia. El silencio que les rodeaba se hizo entonces más denso, Naruto llegó a olvidarse de donde estaba, en ese momento, solo eran ellos tres.


-          Pon tu mano derecha sobre el mazo – dijo Itachi


Obedeció. Puso su mano sobre el mazo, pero, enseguida la quitó, una fugaz corriente eléctrica había lastimado su palma. Miró a Itachi quien, también estaba sorprendido, pero solo le hizo una seña para que lo intentara de nuevo.


Esta vez dudó, se tomó un momento para mirar la mesa, el rededor, el mazo de cartas, quería encontrar en dónde estaba el truco. No vio nada, se dijo a si mismo que si volvía a pasar, se iría derechito a casa, esas personas estaban burlándose. Pero no pasó, su mano pudo posarse sobre el mazo.


-          Quiero que saques una carta con la mano izquierda


Antes de que pudiera obedecer, Neji se quitó los anteojos. Naruto estuvo a punto de saltar del asiento, las pupilas del sujeto eran completamente blancas, aunque estaba seguro de que podía verlo perfectamente, quizá más de lo que le hubiera gustado.


-          ¿Pasa algo? – preguntó Itachi, como si ignorara completamente la falta de color en los ojos de Neji


-          Supongo que no – musitó


-          La carta, el presente


Sacó la carta con mucho cuidado, como si tuviera miedo de que el mazo fuese a morderle. Finalmente la dejó boca abajo a un lado, esperando, Itachi la volteó rápidamente.


El tonto


-          Otra, el futuro – le dijo Itachi


Y así lo hizo.


La torre invertida


Naruto no estaba enterado de qué significaba, la expresión de Itachi tampoco ayudaba mucho, había confusión en sus ojos. El azabache se rascó la barbilla, miró sobre su hombro, Neji asintió con la cabeza.


-          El pasado – dijo


Naruto supo a qué se refería así que simplemente se dispuso a tomar otra carta, pero esta vez, no fue una corriente leve de electricidad, sino que, sintió como si le hubieran puesto un taser directo en los dedos.


-          ¡¿Qué demonios?! – gritó, retirando su mano y levantándose de golpe, tirando la silla


Itachi miró las cartas, a él y luego a las cartas de nuevo, meditabundo. Naruto simplemente se les quedó viendo, sobándose la mano adolorida.


-          Vaya, vaya – musitó Itachi, apenas audible – eso sí que es interesante


-          ¿Qué demonios? – repitió Naruto, más tranquilo – ¿Es una clase de broma?


-          Para nada – contestó, complacido – ¿Sigues queriendo venir con nosotros?


La pregunta lo tomó por sorpresa, respiró hondo, Itachi ya no parecía tener esa aura tan solemne alrededor.  De alguna forma, con él relajado, Naruto lo pudo hacer también, miró la mesa con las cartas aún ahí, el mazo se había derribado después de la repentina corriente eléctrica, pero aún estaban visibles las otras dos.


-          ¿Qué significan? – dijo, en lugar de contestar, señalando las cartas


-          Que Okami tuvo razón – explicó Itachi – la chica que te invitó al circo, ella dijo que nos ibas a necesitar – pausó – entonces ¿Vienes?


Una vez más, la idea de dar un “no” rotundo y regresar le paso por la cabeza, pero la realidad era que, ahora tenía muchas más ganas de ir con ellos.


-          Si claro – musitó


Neji se puso de regreso los lentes de sol, Itachi se puso de pie para empezar a recoger las cartas que guardó en una bolsita de tela morada que traía guardada en uno de los bolsillos del pantalón.


-          ¿Esto es todo? ¿Me echas las cartas y luego me contratas?


-          No es tan sencillo – rio – pero por el momento dejémoslo así. Bienvenido al circo, Naruto


-          ¿Gracias?


-          Aún hay mucho que tenemos que explicarte – intervino Neji, encaminándose a la salida – pero eso ya no depende de nosotros


Naruto se le quedo viendo a Itachi, este se le acercó y le puso una mano en el hombro, apretando suavemente, empujando también para encaminarlo. Neji se había ido de largo hacia la salida de la carpa, dejándolo solo con los tres azabaches.


-          Okami y Sasuke – dijo Itachi, más para Naruto que para los susodichos – son mis hermanos menores – explicó – ellos se van a encargar de que te integres, ahora – se dirigió enteramente a los hermanos – tengo que irme con Neji, hay un asunto con el campamento, por favor, esperen a que los trabajadores alcen la carpa


-          Dame las llaves – exigió Fénix, con una sonrisa de medio lado en su rostro


-          Bien


Era como si viera la escena desde una pantalla, los tres hermanos. Itachi suspiró pesado antes de sacar las llaves de un auto del bolsillo trasero y dárselas a Sasuke, se despidió de los tres y salió tras Neji.


-          Por cierto – dijo antes de salir – para cuando lleguen mañana, quiero que ya le hayan explicado todo


-_


 


Quedaban dos autos en el parking junto a la carpa, la camioneta gris y la roja, con el remolque detrás. Itachi se subió al asiento del pasajero de la última cerrando despacio, Neji ya había calentado el motor así que enseguida salieron directo a la calle, rumbo a carretera.


-          Los demás ya están instalando el campamento – le dijo, dejando el teléfono celular en el tablero


-          Bien – contestó, acomodándose en el asiento, le quedaban un par de horas de viaje – ¿No vas a preguntar?


-          ¿Puedo?


Itachi suspiró, miró a la carretera meditabundo, él mismo estaba esperando no haberse equivocado.


-          No pudiste leer su pasado


-          No creo que él mismo lo conozca – se quedó callado mientras prendía el radio y encontraba una estación con música que le gustara – me preocupa la torre invertida, es mal augurio, es caos


-          Pero la primera carta te emociona ¿No?


-          ¿El tonto? Claro que sí, esa carta anuncia el inicio de un viaje para el que no estás preparado


 


-_


 


 


 


Los trabajadores de los que hablaba Itachi llegaron un rato después, Okami le dijo que se les había contratado para llevar la parafernalia al “campamento” que era donde se estarían quedando una temporada.


-          Siempre nos movemos – le dijo, al tiempo que la mesera había llegado con sus cafés


Mientras esperaban porque el trabajo estuviera terminado, los tres habían ido por un café para el desayuno. Era la primera vez que Naruto se sentaba en ese local con compañía, su café le estaba sabiendo más dulce.


-          Que buen café hacen aquí – retomo ella, después del primer sorbo – nos presentamos con la carpa mientras vamos de un campamento al otro


Okami seguía parloteando sobre el campamento y sobre lo bonitos que eran, pero Naruto solo tenía ojos para Sasuke. Incluso le parecía curioso no llamarlo Fénix, era aún más guapo que la noche del espectáculo, pero no había dicho una sola palabra desde que había llegado, ni siquiera se había dignado a mirarlo.


-          ¿Verdad, Sasuke?


-          Si – se limitó a decir él – ¿Crees que tengamos que salir a la carretera por la noche? – le preguntó a ella – no quiero manejar cansado


-          Podemos quedarnos en un motel – respondió ella, un poco fastidiada – Sasuke, cuéntale a Naruto lo del… ¡Eh!


-          Voy al baño – dijo, poniéndose de pie y yéndose


Naruto lo siguió con la mirada, decepcionado, pensaba que después de lo que había pasado en el espectáculo y la nota, sería más apasionado. Aun así, la indiferencia le quedaba, el porte de chico misterioso y malo era aún más atrayente que el mago casanova.


-          Itachi dijo que iban a explicarme algo


-          Sí, pero aquí no, quizá mañana en carretera


 


-_


 


 


Para las cinco o seis de la tarde, la carpa, junto con toda la parafernalia ya estaba en camino al mentado campamento. Los tres chicos también tomaron camino, Okami seguía hablando sobre cuestiones técnicas, le explicó que todos tenían tareas específicas, incluso ellos como actores. Al ser él un recién llegado y no tener ninguna habilidad circense, estaría renegado a las labores de un tramoyista.


-          Normalmente las tareas se escogen semanalmente, Itachi lo hace, las escribe a mano y las deja pegadas en la puerta de su remolque


Apenas estaban a punto de tomar la carretera, se detuvieron en un motel donde rentaron un par de habitaciones. Por un momento, Naruto pensó que tendría oportunidad de compartir el cuarto con el hermano, pero en lugar de eso le dieron una habitación para él solo, Okami había dicho que era una especie de regalo de bienvenida de parte de ella.


Se tiró en la cama pensando que, de hecho, en algún momento había visitado esa misma habitación con un sujeto que le doblaba la edad. No le gustaban los moteles, sentía que no podía estar en control del espacio, por eso, desde que pudo costearse un departamento, empezó a atender a sus clientes ahí.


Se dio vuelta, abrazando la almohada, inhaló el fuerte olor a humedad que expedían, todos los moteles eran prácticamente iguales. Se dio un duchazo y se volvió a poner la misma ropa, no estaba listo para irse a la cama, era ridículamente temprano, aunque no había mucho qué hacer, además de ver los mismos tres canales de noticias que podía captar la vieja televisión, incluso deseo no haber dejado su celular.


Se puso de pie de un salto, salió del cuarto y caminó a la calle contigua, en donde había una tienda de conveniencia de veinticuatro horas. Una caja de cigarros junto con una lata de refresco de cola, se sentó en la banqueta del mini súper para fumar.


En cuanto se puso el cigarro en la boca, cayó en cuenta que no tenía encendedor, se rascó la cabeza, tendría que ir dentro de la tienda para pedir prestado un encendedor. Pero en cuanto alzo la vista para ponerse de pie, se encontró, con el par de obsidianas que lo habían hecho ir ahí en primer lugar.


Lo miraba inexpresivo, sus ojos negros lo escudriñaban hasta las entrañas, finalmente, una sonrisa diminuta se le escapó.


-          ¿Necesitas fuego? – preguntó, sabiendo la respuesta


-          De hecho, si


-          Te presto esto – dijo, sacando el encendedor de su bolsillo – si tú me regalas un cigarro


Naruto le ofreció la caja para que tomara uno, este lo tomó para llevárselo a la boca y encenderlo, dio una gran bocanada de humo, finalmente se sentó a su lado. Antes de que Naruto pudiera recordarle el asunto del encendedor, Sasuke tomó suavemente su mentón y lo acercó a su propio rostro, para que las puntas de los cigarros se tocaran.


El rubio dio una profunda calada para encender su propio cigarro y así, separarse. La compañía del azabache le causaba senda intriga, lo miraba de reojo, como con miedo, solo lograba toparse con un perfil casi perfecto. La luz de la luna parecía brillar en el cabello de Sasuke, tenía pequeños lunares en el cuello y podía verle las venas en las manos, pensó que su piel era extremadamente pálida, por eso podía ver los hilos azules. Fue entonces, que el destello de los colmillos se asomó entre sus delgados labios.


-          Yo escribí la carta – dijo – confié en el buen gusto de Okami, me alegro de hacerlo


-          Gracias… creo – contestó, cohibido, era la primera vez que alguien lograba ponerlo así


Sasuke pareció darse cuenta de la atención innecesaria que estaba recibiendo su boca así que usó su mano para taparla y darle una profunda calada al cigarro.


-          ¿Tengo que preguntar por qué eres tan frio? – soltó


-          No, no tienes – contestó, con un ápice de diversión en su voz


-          No me has querido ni ver a la cara


-          Mañana te vamos a explicar todo – suspiró, dejando escapar el humo del cigarro – si después de eso sigues dispuesto, me gustaría invitarte a tomar una copa conmigo


No dejó que Naruto respondiera, simplemente lo dejó ahí sentado mientras él regresaba al motel. Naruto terminó su refresco y el cigarro, después de eso también regresó al motel, fue entonces que pudo dormir como nunca.

Notas finales:

<3


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