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BAJO LA PIEL por LadyCalabria

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Cómo estáis? Os dejo el capítulo 2 protagonizado por MAX. 

Max abrió los ojos incluso antes de que sonase el himno odiado por todos. Se pudo en pie y miró a David, que dormía en la cama cerca de la suya.

Su cabello era rubio oscuro y en aquel momento estaba despeinado, con cada corto mechón mirando a un lugar diferente. La piel del chico era de color canela dorada por el sol, era más bajo que él, pero aún así no era bajito y tenía un cuerpo fuerte, bien formado.

Lo que le gustaba más a Max del muchacho, a parte de su terco carácter, eran sus ojos. Eran de color pardo, como la miel al sol. Y prácticamente parecían amarillentos al sol. La mirada del chico era parecida a la de los tigres. Los ojos de un animal salvaje en una cara suave y redonda de niño bueno.

Soltó un suspiro de hastío por la situación.

¡Maldito niñato! ¿Cómo podía rechazarle? ¡A él! Nadie, jamás, en toda vida le había rechazado!

"Ya, bueno... Supéralo" se dijo a si mismo apartándose del muchacho.

Se duchó, se puso el uniforme, se peinó y preparó. Y cuando el himno sonó, cogió su mochila y se marchó por la puerta sin decirle nada a David.

Al pasar al lado de un grupo de chicas se le quedaron mirando con lujuria adolescente y rieron como tontas. Pero no le dio importancia.

Se encontró con Nick en el pasillo, por lo visto había llegado temprano. Notó su mirada, entre dolida y de reproche. No tenía ganas de discutir así que siguió por el pasillo.

Pero por lo visto el chico SÍ quería discutir.

-Max- le dijo poniéndose delante suya, cerrándole el paso.

-Tengo prisa.

-Me da igual- le dijo Nick.

-¿Ah sí? Podría ser algo importante.

-Lo de anoche...

-¿Lo de anoche?- repitió Max - Francamente, anoche no pasó nada, por tu culpa.

-¡Él no quiere! Me lo ha dicho, me dijo que no es gay y que...

-Tú tampoco querías- le recordó interrumpiéndole, le señaló Max acercándose a él mucho y bajando la voz- y al final, me parece increíble que tenga que recordártelo, casi me arrancaste la ropa.

-No fue así.

-¿Que no?- rio Max y al final Nick también- a ver si recuerdo bien. Me tiraste en la cama...me besaste y...

-El que casi me arrancó la ropa fuiste tú...- le susurró Nick mirando alrededor. Max le empujó con suavidad.

-Eso es verdad- dijo Max. Por un segundo recordó aquella noche en la que después de varias semanas de tensión sexual Nick había cedido a sus instintos.
Al principio le sorprendió que nada más entrar en la habitación le tirara sobre la cama, pero luego se hizo con el control de la situación y disfrutó de su victoria. Y disfrutaron de lo lindo. Vinieron a regañarles por el ruido que hacían.

-Pero este chico es diferente- le dijo Nick cortando el hilo de sus pensamientos- De verdad no quiero que le hagas nada.

-Lo que te pasa es que te gusta- le dijo mirándole a los ojos oscuros. Estás celoso.

-¿Tanto se nota que me gusta?

-Sí- le dijo tranquilamente Max. Comenzaron a caminar por el pasillo hasta el comedor- creo que él es el único que no se da cuenta.

-Eso espero...

Conocía a Nick desde hacía años en todos los sentidos en los que se puede conocer a una persona, y nunca entendería cómo ese saco de músculos también podía ser una bolsa enorme de timidez y complejos.

-Oh- bufó exasperado Max. Cogieron el desayuno para Max y se sentaron en una se las grandes mesas- Eres tan jodidamente inseguro.

-Pero él dice que no le gustan los hombres- se excusó sin mirarle a la cara.

-Claro- dijo él en tono sarcástico- Por eso no se le pone dura cuando le toco y cuando le beso no me come la boca. Claro, porque no es gay. Solo es un actoreflejo.

-Cállate- le espetó Nick con el ceño fruncido- no me hables así de él.

-¿Quieres follar con él?- le preguntó muy serio Max - Porque si tú quieres hacerlo también te ayudo.

-No soy como tú- le dijo algo ofendido. Max hizo un mohín con la mano como que le daba igual sus palabras- Me gustaría conocerle... no solo follar y ya está.

-¡Ay! - exclamó Max poniendo los ojos en blanco- El romántico Surrey. Nick, Dime ¿Qué hay más profundo que el sexo?

-Sabes a que me refiero- le repuso secamente.

-Quieres salir con él. Y que él se enamore perdidamente de ti y ser novios cogidos de la mano- le dijo Max muy convencido- Vale. Pues bájate de la nube porque el amor no existe, ¿Qué es el amor si no un compuesto químico en tu cerebro traducido en emociones? Emociones como deseo, pasión, cariño ¿Qué causa? Un estado de embobamiento permanente, disminución de la concentración, Estupidez. Es una enfermedad mental ¿no lo ves, Nick? Una puta epidemia.

Nick rio.

-Estás loco- le dijo con un suspiro- Pero a mí no me engañas, aunque quieras esconderlo, tu también tienes un corazón.

-¿Yo? ¿DÓNDE? ¡QUÍTAMELO, QUÍTAMELO! - bromeó frotándose el pecho como su tuviera un bicho. Nick rio a carcajadas.

Max iba a decir algo cuando se quedó mirando a espaldas de Nick con una expresión entre divertida y sorprendida. Nick se giró.

En la mesa tras él estaba Alex. El chico tenía frente a sí dos platos llenos hasta arriba de bollería. Y el chico comía con ganas, como si no hubiese comido en siglos.

-¿Alex?- preguntó Max. El chico de profundos ojos azules le miró y sonrió de sincera alegría.

-¡Vaya! Tú eres el que me tapaba el sol... sí... me acuerdo de ti- le dijo dejando un plato vacío a un lado y cogiendo uno nuevo con tortitas. A Max le hizo gracia que aquel chico le recordase como el parasol humano en vez de fijarse en su cuerpo, su fama o su dinero.

-¿Te vas a comer todo eso?- preguntó el chico.

-Sí- dijo lleno de felicidad- las pastillas me dan hambre.

-¿Las pastillas o los porros?

-Tengo hambre ¿Qué más da por qué? Mira, aquí hacen natillas, pero no me gustan mucho, es mejor el flan, flan de vainilla, sí.

Nick miró a Max como buscando alguna explicación, luego suspiró. Max sonrió.

-Bueno, Alex, que aproveche.

-Ajamm- dijo con la boca llena de sirope.

-Está fatal ¿verdad?- dijo Nick bajito para que no le oyese el rubio.

Max sonrió. Sí que lo estaba, pero a Max le gustaba porque no le influía una mierda la opinión de nadie. Era un chico complicado, a veces parecía demasiado feliz y otras veces parecía tan triste como si fuese a...

Le vió devorar un mini croasant.

Max sabía que los porros daban hambre, pero no sabía qué efectos secundarios podían tener su medicación. Quizá el rubio decía la verdad.

-No lo sé, más que loco yo creo que va flipando por la vida- le dijo el chico comenzando a comer, porque si tardaba más no llegaría puntual a clase- Pero está buenísimo.

-¿Qué?- saltó Nick y miró de soslayo al rubio de arriba abajo- Ese niño está loco, Max.

-¿Y qué? A mí me parece adorable- le dijo Max lascivamente- tiene cara de niño bueno, mira su naricita de duende. Parece un puto ángel inocente y eso me pone ¿Qué quieres que haga?

-Estás enfermo. A ti te pone hasta un un vaso de plástico- le dijo el chico moreno plantándole el vaso frente a las narices.

-Puede. Pero me parece guapo, no me negarás que tiene su polvazo ¿Tú alguna vez has visto semejante culo? Y tiene la piel de alabastro...Parece esculpido por un pedófilo artista griego- le susurró mirando como el chico rubio miraba a través de su vaso de zumo como fascinado.

Nick se lo quedó mirando.

-Pues me parece que con él no tienes ninguna posibilidad- le dijo Nick sin aparatar los ojos de él. Max arrugó la nariz, no le gustaba eso de perder. Pero había que reconocer que esta vez Nick tenía razón.

Corría el rumor de que el Flipy rubio era asexual. Y eso era porque en todo el tiempo que llevaba allí nunca había mirado a nadie de forma diferente. Podía ver cosas excitantes para cualquiera sin importarle en absoluto. Era un misterio si le gustaban las chicas, o los chicos o algo diferente. Se decía que era asexual, y virgen.
Lo cual en aquel instituto era casi como ser un alien.

********************************************************************

En el gimnasio ya estaba esperándoles Jack, un hombre corpulento, que impartía las clases de gimnasia.

Solía parecer enfadado e irritado todo el tiempo, Pero Max sabía que era más manso que un corderito si le tratabas como él creía merecer, la mejor forma de llegar a un aprobado era abrazarle el ego.

Solía tomarla con algún alumno en cada clase para descargar sus frustados sueños sobre un pobre infeliz. Y ese día le tocó a David por ser el chico nuevo en clase.

-¿Cómo que no vas a saltar?- gritó el hombre. David no se inmutó pero parecía nervioso cuando comentó a apuntar en sus notas docentes. Max decidió ayudarle.

-No puede saltar, señor- le dijo acercándose. Jack cambió la expresión. Todos los profesores pensaban que era un angelito, el alumno modélico, un chico bueno que nunca mentira ¡ja!- Esta mañana yo mismo vi como se tropezaba, le duele el tobillo. Le dije de ir a la enfermería pero no quiso perderse esta clase, señor.

-¿De verdad?

-Sí, señor- le dijo con una sonrisa encantadora- Por cierto, vi en la estantería de los trofeos uno con su nombre, señor ¿Es suyo?

-Sí.

-¿En serio? ¿Podría contarme la historia luego?- le preguntó.

Le importaba una mierda el trofeo y su profesor. Pero dándole ese tema de conversación y halagándole, no solo le bajaba el enfado, sino que hacía que se olvidase de David.

*********************************************************************

Llegaron a la siguiente clase antes que ningún otro alumno. Se sentaron en sus asientos.

En aquel momento Hillary entró y se sentó sobre él. Max le besó preguntándose por qué demonios le besaba. Ya era algo así como costumbre pero no algo que se muriera por hacer. Lentamente todos los alumnos fueron entrando. Menos David.

Se preguntó que le pasaba, no es que estuviese preocupado, él no se preocupaba por nadie, solo era curiosidad por saber el motivo del nuevo rico para darse el lujo de perder la clase.

Un hombre alto y moreno entró por la puerta. Todos se extrañaron, pues esperaban a la profesora, una mujer vieja y entrada en carnes. El hombre suspiró. Era atractivo y todas las chicas se quedaron mirándolo. Miró a Nick. El moreno también miraba al hombre.

Oh. Quizá eso le ayudara a su amigo a prestar más atención en clase. Aunque sería genial si mirase la pizarra y no el trasero de su profesor.

-Hola- saludó sin mucho ánimo- Me llamo Josh y soy el sustituto de la profesora Costa, que por lo visto ha sufrido una crisis nerviosa.

El hombre hizo una pausa y miró alrededor. A Max no le extrañó, esa mujer era algo histérica.

- Yo no quiero acabar igual...Así que vamos a llevarnos bien- dijo sentándose en la mesa. Algunos alumnos se miraron sorprendidos - Debo saber vuestros nombres y que os presentéis a la clase. ¿Habéis hecho eso ya con la profesora Costa?

-No- dijo una alumna frente a él- pero... Ya nos conocemos todos...

-Normal, algunos hasta dormís aquí. Es una gilipollez- susurró él. Max sonrió- Pero es lo que pone el papelito que haga. Así que venga empieza tú.

Una chica se levantó y se presentó definiéndose a si misma en una frase. Max se aburría soberanamente mientras la gente intentaba impresionar al sustituto mintiendo como bellacos. Y el hombre en aquel momento parecía estar pensando en otra cosa y tan aburrido como él.

Llegó el turno de Hillary, y habló sobre la empresa que iba a heredar.

Max sonrió. Era increble que la gente fuese tan aburrida.

También llegó el turno de Nick. Se puso en pie.

-Soy Nick.

El profesor le miró.

-Todos han dicho nombres y apellidos completos.

-¿Sí? Ah, vale. Pues soy Nickolas Gustav Surrey. Pero mejor si es solo Nick.

El hombre sonrió conforme.

-Bueno, Nick. Defínete.

-Yo no sé hacer eso.

-No te pido que me escribas una biografía tuya solo que me digas alguna chorrada. ¿Qué te hace diferente al resto de tus compañeros?

-Me gustan los hombres- dijo Nick sin saber qué decir. La clase rio. El sustituto se quedó sorprendido pero asistió encogiéndose de hombros.

-Vale, eso es bueno, sí. Es una característica tuya sin duda... Bueno, bien. Es tu turno.

Estaba mirando a Max. Él se puso en pie. Para fastidiar un poco a Nick dijo todo su nombre completo, apellidos y nombres compuestos. El moreno le sonrió.

- Vale, ese es un nombre largo. Bueno Maximillian, añade algo a la lista de caractersticas, no sé... ¿Qué es lo que más te gusta hacer del mundo entero?

-Follar- dijo sin pensárselo. El profesor le miró a los ojos.

-¿En serio?

-Sí ¿A quién no?

-Maravilloso- dijo en tono de no importarle mucho. En ese momento la puerta se abrió. Era David.

-Siento llegar tarde- susurró- ¿puedo entrar?

-Sí. Aunque si yo me jodo por estar aquí, por favor venid temprano- dijo él volviendo a la mesa. David le miró extrañado y se sentó- ¡No te sientes todavía! Ven aquí, chico. Dile a toda la clase tu nombre y algo que te defina.

David le miró como si pensase que estaba loco. Pero obedeció.

-Me llamo David.

-Otro sin apellidos.- dijo el profesor divertido, David le ignoró.

-Soy- empezó pero suspiró y miró al profesor- no sé como definirme.

-¿Quieres que te defina yo?- dijo él severamente. David no dijo nada, se quedó quieto, finalmente dijo.

-Si cree que puede hacerlo mejor...

-Eres un dormilón que llega tarde a mi clase- le dijo tranquilamente. David frunció el ceño.

-No estaba durmiendo- le contradijo.

-¿Y qué hacías?

-Estaba hablando por teléfono.

-Bueno, la próxima vez diles que llamen luego o que vengan a dar la clase ellos.

*******************************************************************

Max se marchó de clase antes de que Hillary reaccionase. Su teléfono móvil tembló en su bolsillo.

-¿Hola?- preguntó extrañado de que le llamase el abogado familiar a aquellas horas.

-Hola, Max- le saludó el hombre de pausada voz grave. Se llamaba George- Eh... Tu madre tiene que decirte algo.- Oyó como su madre protestaba de fondo. No quería hablar con él- Díselo, es tu hijo, tiene que saberlo.

-¿Hola? ¡Joder! ¡Puto móvil!- oyó que decía la voz ebria de su madre, cada palabra sonaba pastosa a causa del alcohol. Max suspiró, ni para llamarle se mantenía sobria.

-¿Qué quieres? Tengo clase y cosas mejores que hacer aparte de escuchar tu dulce voz- le dijo de manera sumamente irónica y con frialdad.

-Solo quería decirte una cosa- le dijo ella lentamente y con esfuerzo.

-Date prisa antes de que te desmayes a dormir la mona- le dijo él sin variar el tono frío de su voz.

-Tu padre y yo nos vamos a divorciar- le soltó ella.

Max se quedó quieto por la sorpresa, pero luego reaccionó.

Intentó parecer indiferente.

-Vale. Pero no me jodáis con eso de la custodia. Casi tengo dieciocho y no quiero movidas.

Y ella colgó el móvil. Ya era suficiente aguantar sus gritos y problemas cuando de pequeño vivía con ellos, como para también hacerlo por móvil. Luego le extrañaba a la gente que fuese tan mal hablado. ¿Cómo no estar acostumbrado a decir palabrotas habiendo crecido con ellos?

Se metió en el baño y cerró la puerta de uno de los retretes.

¿Por qué se ponía triste por un simple divorcio?

No cambiaba nada. Sus padres dormían en habitaciones separadas desde que tenía memoria. La única vez que los vea juntos era cuando discutían. Y apenas los veía, nunca pensaban en él.

Sonrió con amargura. Incluso para algo así le habían tenido que obligar a hablar con él. Estaba seguro de que si George no le hubiese obligado a llamarle, ni siquiera se lo hubiese dicho.

La pregunta que se formulaba a veces era: ¿Qué había hecho tan mal?

Pensó que quizá no era un problema suyo, sino un problema de escasez de instinto paternal.

¿Y qué más daba? Él estaba bien solo. No necesitaba a nadie. Cuando estaba solo nunca lloraba.

Sintió que su cuerpo sollozaba. Y cuando se dio cuenta una lágrima cayó por su mejilla.

¡Estaba llorando! ¡Él! ¿llorar? No. Deba ser por una reacción alérgica... El polen, los ácaros o algo así. El no lloraba por gilipolleces como esa. Él no.

-¡Maldita sea!- exclamó cuando cayó otra lágrima.

-¿Max?- preguntó una voz conocida. Pegó un bote. No podía creer su mala suerte. Era David.

-¡Vete!- le gritó.

-¿Estas llorando?

-¿No me has oído? ¡He dicho que te vayas!- le gritó de nuevo. Pero sintió los pasos del chico hasta el retrete a su derecha. Y luego escuchó el ruido que hace un zapato contra la porcelana del inodoro. La cabeza de David asomó por el hueco de arriba del cubículo, le miró de forma extraña.

-No me mires así- susurró limpiándose las lágrimas que mojaban sus mejillas mientras miraba el suelo fijamente.

-¿Por qué lloras?- le preguntó suavemente el otro chico desde arriba- ¿Estás bien?

-De puta madre- gruñó él- ¿No me ves?

-No lo parece.

-¿No tienes cosas que hacer? - le dijo de manera seca y algo borde. Ya había tocado el timbre, así que estaban perdiendo clase. En otras palabras, haciendo novillos. Cosa que en ese lugar estaba severamente castigado.

-No. Así que me quedaré aquí viendo como lloras en un rincón.

-Que te jodan- le repuso él.

David sonrió. Desapareció de arriba y Max frunció el ceño preguntándose que tramaba. La puerta se abrió. Y David le miró frente a él sujetando la moneda con la que había hecho girar el seguro de la puerta. Cosas que se aprendían en un instituto público.

-Eres orgulloso, eh- le dijo disfrutando del momento.

-Sí, y tú eres realmente un toca pelotas- le repuso Max, pero oyeron ruidos. Era un profesor de guardia, que daba vueltas por los pasillos buscando alumnos que hiciesen novillos.

Si les encontraban les castigarían.

David miró alrededor buscando un lugar por donde huir, pero la única puerta era de donde venía el profesor. Max le agarró del brazo y tiró de él para que entrase en su retrete. Cerraron la puerta justo cundo la del aseo se abría.

Pensaron que era muy fácil que les encontrase ya que por debajo se veían los pies de David, Max estaba sentado con las piernas sobre el inodoro y no se veían.

Max le atrajo hacia él y David se sentó sobre él para que no se viesen sus pies.

Ambos oyeron los pasos del profesor por el baño. Pero eso ya no era lo único que les importaba, incluso por un segundo pareció insignificante.

Estaban tan cerca el uno del otro que Max tenía las manos en la cintura de David, para que no perdiese el equilibro. El espacio era muy pequeño y sus cuerpos tenían que estar casi pegados.

Max podía sentir el peso del chico sobre él, al principio el de ojos color pardo intentó alejarse de él. Pero cada vez que se movía el retrete hacía ruido. Así que acabó quedándose quieto sobre Max.

Max le hizo un gesto para que guardase silencio. Los pasos se acercaron. Ambos aguantaron la respiración.

David miró a Max a los ojos, que se habían quedado mojados por sus lágrimas. Sabía que se estaba poniendo colorado. El chico de cabello oscuro sintió calor hasta en las orejas. Pensó que probablemente aquel era el momento perfecto para besarle.
Le volvió a hacer el gesto de guardar silencio con el dedo y juntó sus labios rápidamente. David se sorprendió e intentó apartarse. Aunque, sinceramente, incluso un paralítico hubiese puesto más empeño en el forcejeo.

-Shhhhs- le dijo Max el en oído muy bajito- no hagas ruido, que nos la cargamos.

-¡No me beses!- le susurró enfadado muy bajito. Estaba indignado.

-¿No te da morbo esto?- le preguntó con mirada pícara.

-¡No!- le dijo más alto de lo debido. Max le tapó la boca con la mano. Los pasos se acercaron mucho más.

-Más te vale que te calles- le dijo.

*****************************************************************

La puerta se cerró. Max miró a David intentando afinar el oído. Parecía que ya no había nadie allí.

Pero David no se movió.

-¿Se ha ido ya?- le preguntó susurrando.

-¿Si te digo que no, te quedarás más rato sobre mí?- le repuso el chico pícaramente.

-Oh- exclamó el chico poniéndose colorado y apartándose de él- cállate.

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Volvieron a su habitación con cuidado de no encontrarse con ningún profesor. No se quedaron tranquilos hasta que no cerraron la puerta.

El móvil de David sonó.

-¡Coge el maldito cacharro!- le apresuró Max de mal humo. Se tumbó en su cama.

David contestó antes de que el ruido les delatara.

-¿Hola? Ah, hola mamá- le dijo él con tono triste- ¿sí? Tranquila, no te preocupes, tú díselo al doctor. Sí, mamá, claro. Yo...claro que sí. Venga, adiós.

El chico colgó y se tumbó en su cama con un suspiro.

-¿Te llama mucho tu madre?- preguntó Max sin poder contenerse.

-A veces- susurró él. Su voz sonaba realmente triste- ¿Qué tal si firmamos una tregua y hablamos de lo que nos está amargando el día?

-La clase de psicología es después- le dijo a son de burla.

Pero suspiró y acabó asintiendo. Necesitaba hablar con alguien.

-Vale. Una cosa cada uno. Y todo lo que hablemos debe ser un secreto. Si cuentas algo a alguien alguna vez en tu vida te arrepentirás.

-Claro que sí.

-Empieza tú.

-Mi madre me llama cada vez que piensa que los extraterrestres le están robando los pensamientos- le dijo muy bajito- Me duele verla así, cuando yo era joven ella era profesora, era graciosa e inteligente y estaba cuerda. Todo se ha ido al carajo y me siento... Me siento mal. Me siento culpable porque yo debería estar allí cuidando de ella y no aquí rodeado de hijos de actores. Bueno, te toca.

-Creo que no soy hijo de mi padre- le soltó Max- quiero decir, no es mi padre, mi madre se acostó con otro hombre y nací yo.

-¿Cómo lo sabes?

-No lo sé ¿vale?- dijo él abruptamente. Max no tenía pruebas, pero lo sabía, siempre lo había sospechado. Quizá solo era una patética forma de explicar la falta de cariño por parte de sus padres.

Sus padres tenían amantes, no era ningún secreto. Y quizá si le recordaba a alguno de ellos y si su padre intuía que no era realmente su hijo.... Quizá era por eso que no le querían.

-Mis padres no me quieren. Me han ignorado toda la vida- le dijo simplemente- y creo que intento encontrar una explicación razonable para eso... Porque pensar que no me quieren simplemente porque sí, es... Es doloroso. Oye, si le dices a alguien que soy un sensiblón te mataré, pero antes te torturaré- le dijo Max muy serio.

-Tranquilo tú sigues siento el mamón frío e insoportable de siempre.

Llamaron a la puerta de pronto.

-¿Será algún profesor?

-No creo- le dijo Max a David muy bajito.

-Soy Nick, Max- dijo la voz del chico moreno. Max bufó y le abrió la puerta.

-¿Es que en este maldito lugar no va nadie a clase?- inquirió Max con un humor de perros. David sonrió. Sí, volvía a ser ese frío mamón.

-¿Es verdad que tus padres se divorcian?- pregunt Nick yendo al grano. Max alzó las cejas.

-¿Cómo lo sabes?

-Tu madre se lo dijo anoche a la madre de Ellen, la madre de Ellen llamó a mi abuela, mi abuela a mi madre, que me ha llamado a mí para que te pregunte si es verdad- le dijo el chico hablando rápido como si de un trabalenguas se tratase.

-Pues sí que lo es- musitó Max.

¡Su madre había llamado antes a sus amigas que a él! Se tragó su rabia, su tristeza y sus sentimientos y se obligó en pensar en otra cosa.

Pensó a quién podía tirarse aquella noche. Necesitaba un poco de sexo para despejarse de sus problemas. Aparte de David se le ocurrieron unos cuantos nombres.

 

Notas finales:

¿Os ha gustado? Espero de corazón que sí. 

Dejen comentarios para conocer su impresión :^)

 

El siguiente capítulo, que podréis leer mañana mismo, será de NICK.


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