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Albus Potter: Indeseable N. 1 por Stephanie Parker

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Notas del capitulo:

Este es un capitulo un poco màs corto que de costumbre, pero considere que er necesario darles un sòlo capitulo a estos dos, a pesar de que querìa agrgar màs hechos y avanzar con el torneo, esto iba a romper un poco la atmosfera.

En el siguiente capitulo veremos màs de eso.

Después de salir de la enfermería, Albus junto con Scorpius se dirigieron a las mazmorras, a la sala común de Slytherin, frente a la entrada Scorpius dijo la contraseña que por más que Albus trato de recordar no lo logro.

Entraron a través del hueco y tomaron asiento en un sillón mullido. La sala común estaba casi desértica, sólo quedaban a lo mucho 5 estudiantes que tomaban chocolate mientras conversaban entre ellos.

-Por suerte para ti, sólo debes preocuparte por Defensa contra las Artes Oscuras, las demás tareas ya las he hecho y SÒLO, escúchame bien, Albus, sólo porque caíste en las jugarretas de Peeves te las pasare integras para que puedas entregarlas a tiempo el lunes –dijo Scorpius subiendo ambos pies al regazo de Albus

-Sí, sí, sí… lo agradezco mucho –cruzo ambos brazos tras su cabeza- además, no creo que le moleste mucho a Tedd

-El profesor Edward Lupin –corrigió Scorpius

-Es el ahijado de mi padre, para mí siempre será Tedd –contesto Albus santurrón

-El profesor Longbotton es tu padrino y no por eso le dices Neville a la ligera ¿O sí?

Albus tomo uno de los cojines y le arrojo a la cara.

-Cállate, Malfoy

El rubio tomo otro cojín y repitió la acción se enfrascaron en una pelea de almohadas que termino con ambos en el suelo y una mirada de reproche de los chicos que estaban a su alrededor, subiendo a sus habitaciones por el comportamiento infantil de los chicos de recién 4to. Año.

Volvieron a colocarse en sus lugares después de de que Scorpius se levantara con el pelo tan desordenado, pesar del fijador que usaba y Albus con la corbata totalmente fuera de sitio.

-¿Has recibido lechuza de tu padre? –pregunto Albus

-Sí –dijo mientras sacaba algo de su túnica- tengo la autorización por escrito de mi padre.

Se la tendió a Albus y este vio que estaba llenada de la misma forma que la suya, que de seguro debía seguir entre sus libros. Al ver la fina caligrafía del señor Malfoy, todo lo contrario a la de su padre, pensó que su mayor interacción con él había sido un “Buen día” en King Cross durante los últimos dos años al terminar el ciclo escolar.

Junto al permiso, cayó una nota, que Scorpius olvido apartar. Albus la tomo y la leyó antes de que Scorpius pudiera detenerlo.

            Scorpius:

Tú madre estaba muy renuente a dejarte participar en el torneo, debido a que aún recordamos los sucesos del último, pero confió en que serás prudente. Si es así, quizá puedas venir junto con tu amigo Potter a un partido de Quidditch en nuestro palco.

Cuídate, y tu madre menciona que cuides tus dientes.

D. Malfoy.

Albus no pudo evitar soltar una risa ante lo último.

-Le responderé personalmente a tu madre diciéndole que no se preocupe y que tus dientes se encontraran bien vigilados.

Estuvo a punto de comenzar, nuevamente, otra pelea de almohadas, pero Scorpius se contuvo con arrebatarle la nota.

-Durante mis vacaciones en América, comí un caramelo que casi me deja son dientes, quedo muy consternada desde entonces –le respondió- visitamos muchos lugares, sobre todo de Sudamérica, terminamos visitando Estados Unidos, nadie interesante… nada importante –se corrigió rápidamente

-¿En Sudamérica conseguiste los muñecos? –cuestiono Albus

El rubio contesto asintiendo con la cabeza.

-¿Y cómo siguen tus dientes? ¿Nott y los chicos deberíamos turnar guardias? –soltó burlón

Albus, aunque quizá en ese punto nunca lo admitiría en voz alta, a veces era tan o más Slytherin que sus compañeros.

Scorpius, sin hundirse en el juego, se inclino sobre Albus, y sólo unos centímetros de su cara mostró una sonrisa con su perfecta dentadura.

-Compruébalo… Al –dijo en un susurro el rubio

Albus aún en el juego, tomo las mejillas de rubio haciendo que estas tomaran posiciones que generaron caras graciosas en la perpetua seriedad de su amigo.

Ambo rieron después de eso. Scorpius avanzó un poco más colocando su mano en el respaldo del sillón, justo a un lado de donde estaba la espalda del rubio. Pronto acerco más su mano hasta sujetar la espalda de Albus.

Albus por su parte, se dejo llevar, sin dejar de mirar los ojos platinados, que tampoco le quitaban la vista de encima. Scorpius se acercaba más, su perfume le picaba la nariz. Pero Albus, recordó… recordó lo sucedido en su tercer año y eso hizo que apartara al rubio con una excusa tonta.

-¡Mira la hora que es! –dijo parándose bruscamente- si no quiero decepcionar al profesor Lupin es mejor que vayamos a dormir.

El rubio abrió la boca, pero no pudo terminar porque el Potter ya había corrido a los dormitorios.

Albus se desvistió rápidamente, se puso la pijama y se metió a las sabanas rápidamente. Al contrario, Scorpius tardo un rato en subir a la habitación y en cuando entro se dirigió a su cama.

-¿Al? ¿Sigues despierto?

Albus claro que seguía despierto, pero se limito a fingir, dándole la espalda. Scorpius se rindió e hizo lo pertinente para dormir.

Albus no podía dejar de pensar en su tercer año y la razón por la que su relación con Scorpius se había enfriado tanto. Albus cerró los ojos y comenzó a formar las imágenes en su mente.

 

 

James Potter había sufrido una aparatosa caída de su escoba en un parido contra Slytherin antes de las vacaciones invernales, lo que dejo a Griffindor en el tercer lugar en puntos y a Slytherin en primero. Desde ese momento las asperezas aumentaron entre ambas casas, al grado que unas semanas antes de los exámenes finales, estas asperezas persistían, y a pesar de que James era su hermano, Albus seguía molesto con él y James, se hacia el ofendido cada que podía, el no sabía de la razón del comportamiento de su hermano hacia él, asumió que era por el asunto de sus casa, pero no estaba más que equivocado.

Fue un mal año para los Potter, Albus no quería aparentar cordialidad hacia James frente a su familia y había decidido quedarse con el pretexto de que Scorpius se quedaría solo en el castillo por el trabajo de sus padres y no quería dejarlo así en navidad. Basto con decirle esto a su padre, que comprendió el deseo de no abandonar a los amigo y se sintió feliz de que su hijo expresara eso y convenció a su esposa dejarlo. Uso la misma excusa durante las pascuas y le volvió a resultar.

A unas semanas de los exámenes, Scorpius y Rose habían organizado una sesión de estudios en la pradera a las orillas de bosque, donde Hagrid, les dijo que a una buena hora de la tarde era agradable y seguro. Rose les cancelo de último momento y quedaron Albus y Scorpius, sentados sobre una manta y rodeados de libros y bocadillos hablando sobre la diferencia entre los hambres lobo y los animagos.

-Mi padre me contó que su padre y su padrino eran animagos, lo hicieron así para poder acompañar a uno de sus amigo durante su transformación en hombre lobo –contaba animadamente Albus mientras se recostaba observando el cielo

Scorpius lo imito recostando se dé lado, sobre uno de sus brazos.

-Debe ser horrible el ser hombre lobo… el rechazo constante de la comunidad mágica y de sus cercanos. El amigo de tu abuelo tuvo suerte de tener amigos que lo apoyaron.

-Todos aceptaban al viejo Remus, parecía que el que más lo rechazaba era el mismo. Rechazo muchas veces a la que sería su esposa después. Era la prima de tu padre, quizás la recuerdes…

-Recuerdo a una metamorfomaga de parte de la familia de mi abuela.

Albus asintió con la cabeza antes de seguir.

-Mi padre siempre los recuerda como los magos más sorprendentes que alguna vez pudo conocer.

-Su amor fue sin duda muy difícil –contesto Scorpius solemne.

Albus pensaba en su “primo” Tedd, huérfano y que a la fecha esas dificultades seguían arrastrándolo con él. No se percato de lo cerca que ya se encontraba el rubio.

-Los sentimientos pueden ser muy complicados a veces ¿No lo crees, Al?

-Todos piensan que eres un sádico sin corazón Scorpius, pero, mírate haciendo tema sobre esto

-Sòlo contigo me siento con la confianza de hablarlos, si fueran cualquier cosa con cualquiera los hablaría

-Yo soy como cualquiera, Scorp –dijo dirigiendo sus ojos verdes al rubio

-Para mí, no eres como los otros, Albus…

El cómo pronuncio su nombre, dejo a Albus totalmente erizado.

-Tu tampoco eres como los otros, Scorp –intento decir Albus sin sonrojarse demasiado- fuiste de los primeros en recibirme, y siempre me apoyas, aunque suela ser un completo imbécil

Scorpius rodo un poco para acercarse más hasta posicionar una mano en el pecho de Albus.

-Siempre voy a apoyarte… porque te quiero

Después de decir esto, Scorpius se acerco más a Albus y tomo sus labios con dulzura, moviéndolos lentamente. Albus ni siquiera se sobresalto, cerró los ojos dejándose llevar por los labios inexpertos de su amigo y de los propios. Ese era el primer beso de ambos y a pesar de eso se sintió muy bien para ambos. Scorpius, que dominaba la situación coloco una mano sobre la mejilla de su amigo sin dejar de rozar sus labios. Tuvieron que separarse después de un rato por la falta de aire.

Ninguno hablaba. Scorpius se recostó totalmente sin dejar de mirar a su amigo, esperaba algún insulto o rechazo, pero en cambio, unos bellos ojos verdes lo miraban con ternura.

Albus se levanto un poco hasta colocarse en el pecho de su amigo, rompiendo el contacto visual. Sintió la necesidad de decirle algo, pero las palabras simplemente ni salieron.

Tal vez todo hubiera tomado un rumbo distinto si las hubiera dicho… tal vez todo hubiera sido distinto si le hubiera dicho a Scorpius “Yo también te quiero, Scorp”

Notas finales:

Travesura realizada.


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