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87. Seducido por los Gemelos (01) por dayanstyle

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—Ninguno  de  nosotros  puede  cocinar—Taehyun  señaló,  después  de  que Ho Seok saliera del auto y entrara corriendo en su casa.


No había considerado ese hecho cuando había sugerido que Ho Seok viniera a cenar. Lo único que había estado en su mente era crudo, sexo caliente, y  esa seguía siendo la única cosa en su mente.


Maldita sea, si él no extrañaba la cocina de Rasa. Taehyun deseaba que el vaquero estuviera con ellos, para poder diseñar un festín para Ho Seok, pero no había forma en el infierno que Jongin le permitiría Rasa irse, no vendría a este pequeño pueblo. El alfa era demasiado mimado, cuando se trataba de Rasa.


—¿A quién diablos le importa la comida? —Jimin le preguntó, mientras Taehyun se apartaba y se dirigía de nuevo a la ciudad. Todavía tenían que recoger algunas cosas de la ferretería, y además, quería echar otro vistazo  al garaje que habían comprado. No estaría plenamente operativo hasta que Taehyun tuviera a unos mecánicos para trabajar. A pesar de que era bueno trabajando en los autos, él era mejor en la contabilidad.


Los gemelos habían crecido merodeando el Garaje de Eli interesados en todo lo que el humano podía enseñarles. Este había sido una buena persona y les enseñó todo lo que sabía. Taehyun tenía un loco respeto por Eli,   por permitir que dos mocosos se ganaran un sueldo humilde, mientras aprendían los pormenores.


—Es cierto—dijo Taehyun, mientras cortaba por la calle principal y  entraba en la glorieta, saliendo en el segundo giro, antes de que dirigirse a la ferretería y estacionara. —Pero tenemos que alimentarlo primero.
Alimentarlo antes de que lo follemos.


Ese era el plan, hasta ahora, a menos que Ho Seok cambiara de opinión o que  no iría por dos chicos a la vez. Pero no había duda de que el chico había sentido la conexión.

 

Taehyun había sentido a Ho Seok relajarse ligeramente contra su pecho. Sólo la atracción permitiría que el humano estuviera a gusto con dos depredadores rodeándolo. Todavía  roía en los nervios de  Taehyun     que  Sang Il hubiera  jurado que Ho Seok era suyo. Pero después de esta noche, cuando ambos reclamaran al humano, no habría ninguna duda. Sería suyo, y Taehyun y Jimin matarían a cualquiera lo suficientemente estúpido como para meterse con Ho Seok. Pertenecía a depredadores, y no era Sang Il.


—¿Crees que dejará que ambos lo reclamemos? —Preguntó Jimin, pero Taehyun escuchó la determinación en el tono del hombre.


Su gemelo no era de los que se retractaba de un reto, cualquier reto. Haría, como meta de su vida, perseguir a Ho Seok, si el hombre continuaba resistiéndose a ellos. También lo haría Taehyun. Ho Seok era de ellos.


—Lo descubriremos —dijo Taehyun.
Los dos caminaron a la ferretería y agarraron las cosas que necesitaban. Por una vez, no consiguieron una mala mirada de un residente. El empleado de la ferretería era brillante y agradable.


—¿Eso es todo lo que los chicos necesitan?—Preguntó, batiendo sus gruesas pestañas rubias, hacía ellos. Por su olor, Taehyun podía decir que  el tipo era presa. Su lobo se sentó y tomó nota. É inhaló grandes tragos.
Un shifter cisne. El empleado sonrió.


—Sólo para que sepas, si intentas comerme, soy muy hábil en el arte de correr.


Jimin frunció el ceño y luego también inhaló. Se lamió los labios, mientras sus ojos se oscurecían.


—¿No, nos tienes miedo?—Taehyun le preguntó, mientras su lobo se agazapaba, casi rogando por saltar.


—Oh, estoy muy asustado. Pero, si me pasara la vida huyendo de los depredadores, entonces nunca permanecería en un lugar por más de un día.

 

Entregó a Taehyun su bolsa. —Así que sólo aprendí a correr muy rápido.
 — Lee  Taehyun.   


Le extendió la mano, y el empleado no dudó en sacudirla. Idiota. Tiró del delgado chico, sobre el mostrador, mientras sus colmillos se alargaban y Jimin se acercó más. Algunas cajas pequeñas, que habían estado colocadas sobre el mostrador, se cayeron, golpeando el suelo, mientras otros artículos se volcaron.


—¿Cómo vas a correr ahora?—Preguntó Taehyun. No iba a lastimar, realmente, al empleado pero maldita sea, si no olía a cena. Su lobo gruñó ante el delicioso aroma.


El empleado no se inmutó, no gritó, ni trató de apartarse. Esto desconcertó a Taehyun. En este punto, la mayoría de las presas rogaban por su vida. El chico se limitó a sonreír, antes de que su mano libre saliera disparada, y lo siguiente que Taehyun supo, era que estaba recibiendo descargas de un Taser. Se echó hacia atrás, mientras soltaba al dependiente, una dolorosa corriente zumbó a través de su brazo.


¿Cuál era el voltaje establecido en esa cosa, un millón de voltios?  Maldición eso había dolido.


—¿Ahora, debo correr, o eso era una prueba? —Preguntó el chico.


Jimin sonrió de oreja a oreja. —Me gustas, a pesar de que quiero engullirte. ¿Cuál es tu nombre?


— Lee Jung Shin—respondió el hombre.


—Y quédate al otro lado del mostrador, o voy a amplificar el voltaje. Él movió el Taser hacia Jimin.


—No eres como otras personas en la ciudad—Taehyun dijo, mientras apoyaba un brazo en el mostrador, pero mantuvo una cierta distancia, de la mano-feliz con el Taser, del cisne.

 

—No  estás  mirándonos  como  si  hubiéramos  llegado  aquí  en  una nave espacial.


Jung Shin rodó sus ojos color avellana. —Eso es porque la gente de por aquí son imbéciles. Piensan que un extraño interrumpirá su forma de vida. Sólo denles la oportunidad de conocerlos.


—¿Sabes algo acerca de un hombre llamado Sang Il? —Preguntó Jimin. Sus irises eran todavía de un tono más oscuro, una indicación de que todavía estaba preparado para derribar a Jung Shin.


—¿Ese idiota? —Jung Shin se estremeció, cuando arrugó la nariz.


—Sang Il es un shifter Bengala que piensa que es un regalo de Dios para este pueblo. Posee un buen número de propiedades y dinero en el banco. Tiene que utilizarlo para comprarse otra personalidad, porque la que tiene es una mierda, como “imbécil” escrito en mayúsculas.


Taehyun se rió entre dientes. Jimin se lamió los labios de nuevo.


—¿Sabes sobre él y Ho Seok? —Taehyun preguntó, mientras le daba a Jimin un codazo ligero en las costillas, tratando de apartar a su gemelo de él. Lo último, que cualquiera de ellos necesitaba, era que el pequeño cisne desapareciera porque se lo habían comido. Los policías se involucrarían, junto con turbas enfurecidas. Taehyun quería evitar ese tipo de escena.


—Ho Seok fue inteligente al deshacerse del tipo. Sang Il había alardeado alrededor, como si fuese un dulce en su brazo, pero lo trataba como un dolor de muelas.


Jung Shin se acercó más y ahuecó el lado de su boca, en un susurro  cómplice.


—Por lo que he oído, Ho Seok no renunciaría a sus galletas y Sang Il estaba cada vez más impaciente. Su tono volvió a la normalidad. —Pero no escuchaste eso de mí.


—¿Galletas? —Preguntó Taehyun, y Jung Shin señaló a su trasero. El cisne era una extraña pequeña merienda.

 

—Oh,  ¿ustedes  fueron  los  chicos  que  compraron  el  garaje?   —Jung Shin  preguntó y no esperó una respuesta. Estaba hablando rápido y  sonriendo ampliamente, mientras colgó una muñeca floja hacia adelante.

   
—Gracias a Dios. Hay un mecánico en la estación de servicio, pero cada vez que arregla algo, otra cosa falla. Lo juro es un estafador, pero mi nana piensa que toda la gente es honesta. También es vieja y senil y piensa que las cintas de ocho pistas son la cosa más ingeniosa inventada. Sigue tratando de meter una en mi reproductor de Blu-ray.


Taehyun se rió entre dientes. A él realmente le gustaba Jung Shin.


—Te diré algo. Cuando estamos abiertos y funcionando, lleva tu auto, y  voy a darle una inspección de punta a punta —dijo y luego agregó.
—Sin cargo.


—Bueno, si no eres el maullido del gato —dijo Jung Shin en broma. —No ocurriría que estés soltero, ¿verdad?


—Hueles a mi cena —dijo Taehyun.


—Y tú hueles como alguien con el que no me importaría tener sexo— Jung Shin le respondió mientras bateaba sus pestañas y le sonreía ampliamente.
Jimin gruñó.


—Estamos tomados—dijo Taehyun y le dio a Jung Shin una sonrisa de disculpa.


Jung Shin frunció el ceño. —¿Juntos?


—¡No! —Dijo Jimin, mientras Taehyun se echaba a reír.


—Hey, yo no soy nadie para juzgar—dijo Jung Shin, mientras agitaba una mano hacia ellos. —A cada uno lo suyo.


—No es uno con el otro—dijo Taehyun, aunque no estaba dispuesto a  entrar en detalles, acerca de cómo sus lobos estaban unidos a Ho Seok.

 

—¿Por  qué  no  vienes  a  cenar?  —Le  preguntó  Jimin,  mientras se acercaba, y Jung Shin levantó su Taser en señal de advertencia.


—Puedes ser nuestro plato principal.


—Deja en paz al pato —dijo Taehyun.


—Cisne, no pato — Jung Shin corrigió.


—Es lo mismo—dijo Jimin, con un encogimiento de hombros.


—Todavía tienes un punto débil, en el que no me importaría hundir el diente.


—Voy a fingir que no acabas de decir eso, así no estoy obligado a rechazarte —le dijo Jung Shin a Jimin. —Ahora toma tu bolsa y váyanse, los veré cuando el garaje este abierto, para los negocios.


—Realmente vives la vida peligrosamente—Jimin dijo, mientras  le  daba un guiño a Jung Shin.


—Ven al garaje, para que nuestros amigos puedan conseguir una buena bocanada de ti.


—Ten cuidado—dijo Jung Shin, en un tono alegre. —Mi filosofía es que si no puedes con ellos, haz arreglos para que los golpeen. No me hagas azuzar a mi nana contra ti.


A Taehyun le gustaba que Jung Shin utilizara su ingenio y humor, en lugar de amenazas y gritos. Podía decir que el chico había usado eso, para salir de muchas situaciones. Era demasiado bueno en eso. El hombre era apetitosamente divertido.


—Vámonos, Jimin—dijo Taehyun a su gemelo—antes de que mi lobo gane y yo en realidad me coma al pequeño.


—Pequeño—dijo Jung Shin con un resoplido, era un juego de palabras, su apellido y por el hecho de que no era bajo de hecho era muy delgado y aún asi era un hombre alto. —Como si nunca hubiera oído esa broma en toda mi vida.

 

—Nos vemos pronto—Jimin dijo, mientras le enseñaba los colmillos.
 Jung Shin hizo un gesto con la Taser hacia Jimin. —Adiós.  

           
Los dos salieron, y Taehyun no pudo dejar de reír. —El realmente me gusta.


—Tengo muchas ganas de comérmelo—Jimin dijo, mientras se frotaba su tripa gruñendo. —¿Sólo un pequeño trocito?


—Ha sido el único chico en la ciudad que no nos ha tratado como una enfermedad —Taehyun le recordó. —Tú lo tocas, y voy a patear tu puto culo.


—Todo lo que quiero es un pequeño bocado. Taehyun se quejó. —Deja a los chistes de pequeños.


Jimin se rió entre dientes. —No puedo evitarlo. Son divertidos.


—Llevaré la moto de Chaejin de regreso, mientras te sigo. Necesito esos suministros. Puedes volver a la ciudad y tomar la cena.


—Taehyun cogió las gafas de sol de su camisa y se dirigió a donde había aparcado la moto.


—Y no vayas de nuevo en la ferretería —gritó por encima del hombro. Cuando llegó al lugar donde había aparcado la moto, ya no estaba allí.
 
Sang Il vio como el gilipollas se movió en un círculo, como si eso fuera a traer su moto de vuelta. Había tenido que remolcarla para enseñarles a los lobos una lección, y si eso no funcionaba, continuaría jodiendo con los perros, hasta que comprendieran que Ho Seok era suyo.

 

Con una sonrisa, se giró y caminó por la calle, prometió deshacerse de   los recién llegados. Eso no debería ser un problema, teniendo en cuenta que poseía la mitad de la ciudad y todo el mundo estaba en deuda con él.          
Incluso tenía al departamento de policía local asustado, como para  hacer  un movimiento en su contra. Ver a los lobos esconder la cola y correr, iba a ser tan dulce como un pastel.
 
—¿Qué quiere decir con que ya tiene planes para cenar? —La madre de Ho Seok le preguntó, mientras se limpiaba las manos en el delantal.


—Pero la cena está en el horno. Me dijiste hace dos días que te gustaría venir a cenar con nosotros.


—Lo sé —dijo Ho Seok, sintiéndose culpable por abandonar a sus padres y, la cena, que compartían una vez a la semana. Se había convertido en una tradición desde que Jun Yeon y él se mudaron aunque Ho Seok pasaba más tiempo en casa de sus padres de lo que lo hacía en su casa.


—Pero los nuevos chicos en el pueblo me lo pidieron.
—¿Nuevos chicos?
Claudine Jung no era alguien para que tomaras a la ligera, pero también era la mejor madre cualquiera podría pedir, y él odiaba ver la decepción en sus ojos. Se sentía como un canalla.
—Unos shifters lobo—Ho Seok dijo eso, mientras enganchaba una snickerdoodle  del tarro de galletas.
—Compraron ese viejo garaje en Kenworth Avenue.
 

 

—¿Y  no  podían  venir  aquí  para  la  cena?  —Le  preguntó,  dándole  esa mirada  que  decía  que  sabía  que   había   más   en   juego,   pero   que   no presionaría el asunto... por ahora.    


Ho Seok no los había invitado a ir a allí, porque uno, seguía sintiéndolos desconocidos. Y dos, si hubieran venido aquí en vez de ir el a allí, el sexo estaría fuera del menú.


—Tal vez la próxima vez —dijo—Me tengo que ir.


Le dio un beso en la mejilla, antes de irse. Tenía que llegar a casa y ducharse, antes de que Jun Yeon lo pudiera llevar. Habría conducido él mismo, pero eso era algo difícil de hacer, cuando su auto actualmente estaba sentado en el depósito municipal, porque se había atrasado con los pagos.


Embargado. Una palabra tan desagradable. Había estado tratando de presentarse con el dinero, pero después de que pagara el alquiler y sus facturas, comprara los alimentos, y otros artículos, siempre estaba en la ruina. El Sr. Candine, el gerente del banco, había estado acosándolo por el pago. El tipo era como una mosca de mierda, en todas partes todo  el tiempo. Incluso había estado en hoy en restaurante, y por un segundo, Ho Seok había pensado que el gerente podría avergonzarlo delante de Jimin.


Afortunadamente el Sr. Candine no lo había notado. No estaba seguro de cual actitud era peor, la de Sang Il o la del gerente del banco. Afortunadamente él vivía justo en la misma calle de sus padres. Estaba a poca distancia a pie.


Una vez que llegó a su casa, Ho Seok se duchó, se afeitó, y se aseguró de que olía bien, antes de mirar el reloj. Los gemelos no le habían dicho a qué  hora, y Jun Yeon estarían en casa pronto. Vivir con su hermano, había sido la única manera en que podía permitirse el lujo de salir de la casa de sus padres. A pesar de que amaba estar allí, preferiría estar sin hogar que volver. Las cosas eran siempre diferentes, cuando ya no era un niño que cuidar a un adulto, pero que no podía salir al mundo. Su mamá y papá siempre lo trataban de manera diferente.

 
Su madre quería hacer toda su lavandería y todavía pensaba en él como   de cinco. Su padre, en  cambio,  dejaba  caer  indirectas  como  migas  de  pan  a Villapista de que tal vez Ho Seok necesitaba dos trabajos en lugar de uno. Su  padre, Richard Jung, era un exitoso analista en línea para diversas empresas, y su madre había creado su propio negocio en línea de venta de muñecas extrañas. Ellos habían criado a dos hijos y vivían cómodamente con sus ingresos.


Tal vez Ho Seok debería considerar algún tipo de negocio en línea.
¿Pero qué?


Empujó el pensamiento a un lado, mientras peinaba su cabello y se rociaba algo de colonia. Se giró de lado a lado, en el espejo y luego sonrió. Estaba oficialmente listo para ser violado.


Cuando sonó el timbre de la puerta, sonrió, aunque se sentía nervioso como el infierno. Esos tenían que ser los gemelos. Tuvo que esforzarse para no correr hacia la puerta principal. En su lugar, tomó aliento constante y dio pasos lentos, tratando de que su corazón no saliera por  su garganta.
No estaba seguro de cómo sabían dónde vivía, pero tenían que ser ellos. Nadie más venía a su casa. Sus amigos siempre iban a casa de sus padres para encontrarlo. Las dos veces que los gemelos lo habían llevado, había sido en casa de sus padres.
Tal vez habían parado en la casa de sus padres y su mamá les dijo donde vivía.
Bajó las escaleras, respiró fortalecedoramente, y luego abrió la puerta. Su sonrisa se deslizó, mientras miraba hacia Sang Il.
 
 
continuara...


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