Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre fuiste mi meta por DeiitaElric

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hiii!!!

Ya estamos llegando al final, chic@s!!! Muchas gracias a los que dejáis comentarios, me hacéis el día, en serio <3

 

No sé si debería hablar de ello porque no sé si lo llevaré adelante, pero tengo algunas páginas del principio bocetadas de cualquier manera en un cuaderno... Planeaba hacer artes finales pero ahora mismo tengo otros proyectos entre manos, aunque no descarto terminar alguno de los dibujos. Pero si os interesa, quizá os deje alguna imagen después de publicar el último capítulo, por dejaros un poquito más de esta historia. No soy una gran dibujante y por ahora son simples bocetos, así que si no los véis tampoco os perdéis nada, pero quién sabe, quizá a alguien le interese <3

 

Los chicos llegaron a la sala de interrogación solo unos minutos después de haber sido avisados. Parecía que la mujer estaba dispuesta a hablar, pero había dicho que solo hablaría con el Uchiha y “el chico rubio, si ha sobrevivido”. Pero una vez allí, Akao solo quería hablar con Naruto.

- ¿A qué viene esto? ¿No se suponía que hablaría con los dos? – preguntó el Uchiha, molesto.

- Hmmm – el guardia de la puerta se rascó la nuca – Cuando os acercabais aquí, parece ser que sintió a Uzumaki-kun y solo quiere hablar con él. Ha oído alguna que otra cosa estando aquí, y ha dicho que eso sumado a lo que ya sabía de él por ti – miró al Uchiha – le provocaban mucha curiosidad. Que quiere conocerte, dice – concluyó, mirando a Naruto.

- ¿Conocerle? – Sasuke frunció el ceño más de lo que ya lo tenía -- ¿Qué significa eso?

El hombre se encogió de hombros, simplemente.

- Oh, pues parece que es culpa tuya por hablarle de mí. – dijo Naruto, sonriente, antes de indicar que le abrieran la puerta y entrar a la sala él solo, echándole la lengua. Sasuke se quedó mirando la puerta cerrándose en sus narices. Gruñó.

 

- Hola, muchacho. – dijo la mujer, sonriente, cuando lo vio entrar.

- Me llamo Naruto. – respondió el chico, dejándose caer en una de las sillas.

- Como sea. – dijo la mujer, apartándose un mechón de pelo rojísimo - Veo que has aceptado mi proposición.

- Mientras hables, no importa que esté yo solo.

- Hm, - afirmó la mujer - pero mi propuesta implica que tú también hables.

- Esto no funciona así. No vas a conocerme solo porque te cuente unas cuantas cosas de mí. – el chico suspiró, recostándose en la silla - Ahora háblame sobre esos anillos.

 

Sasuke daba vueltas en el pasillo desde hacía un rato, cansado de estar esperando, sintiéndose desplazado. ¿Qué estaría pasando ahí dentro? De repente, escuchó un alboroto en el edificio que distrajo su atención. Avanzó por el pasillo para ver a unos cuantos ninjas corriendo por el pasillo. Frunció el ceño, siguiéndolos.

- No puede ser. ¡Están sellados! – se escuchó con eco en el pasillo. Sasuke tuvo un mal presentimiento y apuró el paso solo para encontrarse con una multitud de ninjas mirando estupefactos el interior de una sala que brillaba intensamente.

- ¿Qué está pasando? – preguntó al llegar, sabiendo qué sala era esa.

- ¡Los pergaminos que contienen los anillos…! – empezó a responder alguien. Nada más nombrarlos, los rollos se abrieron al completo y todos pudieron ver cómo los sellos se empezaban a romper. Un escalofrío recorrió la espalda del Uchiha.

Naruto salió corriendo de la sala solo para encontrarse con un caos. Llamó a Sasuke con un grito y sus miradas se encontraron entre la multitud.

- ¡Los sellos se están abriendo! Los anillos… - Sasuke pudo ver como los anillos caían uno a uno al suelo, brillando. Cuando unos cuantos ninjas se acercaban a ellos para volver a sellarlos, un ruido ensordecedor los dejó petrificados. Todos se taparon los oídos, agarrándose la cabeza. Sasuke intentaba soportar el dolor para poder usar sus ojos, enviaría esos objetos a otra dimensión antes de que hicieran lo que se supusiera que fueran a hacer. Pero antes de poder hacer nada, uno de los ninjas que se encontraban presentes los recogió y desapareció de su vista. Naruto salió corriendo ante la mirada del Uchiha, que vio como giraba hacia la habitación donde había estado. Unos segundos después, pudo ver como el chico salía corriendo arrastrando a la pelirroja con él, sacándola de allí.

 

El cielo azul brillaba sobre la villa en calma. Los niños corrían por las calles jugando, mientras un gato se desperezaba en la cornisa de una ventana. La calma fue brevemente interrumpida por el aleteo de cien pájaros, que salieron volando, desalojando el lugar. Un segundo después, un ruido estruendoso rompió la tranquilidad.

- ¿A dónde la llevas?

- Lejos de aquí. Va a venir a por ella.

- ¿Qué? – preguntó Sasuke mientras miraba al rubio de reojo. Se encontraban corriendo hacia las afueras de la villa. Naruto seguía agarrando un brazo de Akao, arrastrándola con él.

- Ha venido a por los anillos, y los ha conseguido, pero la necesita a ella.

- ¿Quién? – preguntó Sasuke. Sacudió la cabeza, eso no importaba. - ¿A dónde la llevas?

- Fuera de la villa. – respondió, mirando fijamente al frente, con el ceño fruncido – No quiero pelear aquí.

Sasuke asintió, mirándolo de reojo. Naruto siempre sabía qué hacer, era algo que admiraba de él. Miró al frente, con decisión en los ojos.

- Ponme al corriente. ¿Qué está pasando? – pidió.

- Parece ser que lleva tiempo teniendo el presentimiento de que hay alguien más detrás de los anillos. El problema es que supuestamente nadie sabe de ellos. Las personas de su clan que se encargaron de ellos… murieron al completar el encargo y la única persona que sabía de ellos además de ella… supuestamente había muerto hace años. Pero ahora no está tan segura…

Sasuke miró a la cara descompuesta de la pelirroja. Parecía aterrada, confusa, triste, rota.

- Debe ser alguien muy fuerte.

- No es solo eso. – el rubio lo miró a los ojos, sabiendo lo que estaba pensando. – Era su mujer.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos de la zona urbanizaba de la villa, relajaron el paso para no gastar fuerzas innecesariamente. Akao seguía sin decir una palabra. Su cara estaba pálida, con los ojos desorbitados y una expresión de terror congelada en ella. Seguía con las esposas puestas, pero Sasuke no le quitaba el ojo de encima, no podían fiarse de ella. Y menos sabiendo quién la perseguía. Los tres se pusieron tensos, notando como algo se acercaba a ellos. Naruto se colocó delante de Akao y Sasuke se colocó delante de Naruto, con la katana en alto.

Una presencia apareció ante ellos. Una mujer alta, esbelta, con una gran melena negra ondulada y unos ojos grises desafiantes. Uno de sus delgados brazo se levantó poco a poco, estirando el dedo índice hasta apuntar directamente al Uchiha.

- Tú – dijo con una voz tranquila. Levantó el otro brazo, de la misma manera, hasta apuntar a Naruto – Y tú – Levantó la cabeza, mirándolos intermitentemente con superioridad – Tenéis algo que necesito.

Akao dio un paso atrás, no creyendo lo que veían sus ojos.

 

Una batalla empezó en el pequeño claro entre los árboles de las afueras de la villa de la hoja. Una katana chirriaba mientras alcanzaba a su oponente. Sasuke chasqueó la lengua, sabiendo que eso no sería suficiente. Vio como el rubio pasaba por su lado lanzando un rasengan. Aquello tampoco sería suficiente. Los dos chicos respiraban exhaustos, intentando recuperar el aliento. Desviaron una mirada conjunta a su prisionera, aún esposada y custodiada por uno de los clones de Naruto. Aun así, luchaban por turnos para no perderla de vista.

- Akao – los chicos giraron la cabeza ante la llamada, la aludida dio un respingo. Aquella mujer no había vuelto a decir nada, solo se había dedicado a atacar indiscriminadamente a los chicos, que la mantenían lejos de Akao. Sabían que ella era lo que le había reclamado a Naruto al llegar. - ¿Acaso no te alegras de verme? – actuó ofendida - Después de tanto tiempo…

- Murió. Ella murió. – contestó, en una especie de susurro gritado.

- ¿Esa es la versión que vas a mantener para escusar que me dejaras tirada?

- Yo no la dejé tirada. Ella murió en mis brazos. – las lágrimas de rabia se agolpaban en sus ojos azules. – Me sacaron de aquel lugar sin dejarme recoger su cuerpo.

- Después de tu abandono, alguien más me recogió y luchó por mi vida.

- No te creo.

- Hay muchas maneras de poder probarte que soy yo, pero no tengo tiempo para eso. Ya sabes lo que quiero, ¿verdad?

- Solo voy a usar ese poder en mi propio beneficio, no pienses que voy a darte ese poder así sin más.

- Me lo debes.

- ¡Ya basta!

- Cielo, hagamos un trato. Primero acabaré con estos mocosos y luego arreglaremos nuestros problemas, ¿te parece? – inclinó la cabeza hacia un lado, en un gesto que en otra ocasión podría considerarse adorable.

- ¿Por qué quieres ese poder? – preguntó Naruto, atrayendo la mirada hacia él.

- ¿Por qué no habría de quererlo? ¿Acaso eres estúpido, muchacho? – dio unos cuantos pasos hacia ellos, como si estuviera tomando un tranquilo paseo – Es poder. El poder es lo único que cuenta. Sobre todo cuando has perdido todo lo demás – dirigió su mirada hacia la pelirroja. Enseguida encontró sus ojos con los de Sasuke - ¿Verdad, Uchiha?

- Sasuke nunca lo ha perdido todo, siempre me ha tenido a mí. – respondió Naruto con rabia.

- Seguir a Akatsuki todo este tiempo me ha permitido… conoceros, por decirlo de alguna manera. – empezaba a caminar de un lado al otro delante de los chicos - Muy fanfarrón, tú. Con la lengua más rápida que el poco cerebro que tienes, ¿verdad? – soltó una pequeña risita, mirándolo con los ojos entrecerrados - ¿Cuánto de lo que alguna vez has dicho es cierto realmente?

- ¿Qué has dicho?

- Todo es muy bonito e intenso cuando tienes la adrenalina corriendo por las venas, pero a la hora de la verdad las palabras son solo palabras. – sacudió la cabeza hacia Akao, que seguía mirándola con rabia – ¿Verdad? Todo parecía estar bien, pero siempre tuviste envidia de mis habilidades. Apuesto a que no me habías perdonado cómo te había tratado, por mucho que aseguraras que sí. – señaló a los chicos – ¿Sabéis? Nosotras éramos de dos clanes diferentes que no se llevaban muy bien. En un par de ocasiones fui enviada a matar a gente importante de su clan, otras veces a gente simplona, solo por mantener esa rivalidad. Y me enviaron a matarla a ella. – hizo una pequeña pausa - Después de un par de intentos frustrados, algo en sus ojos me hizo detenerme. Y me pillaron. Me encerraron para torturarme y quitarme información sobre mi clan. Y ella venía todos los días a visitarme.

Los chicos miraron a su espalda y vieron la palidez volver a aparecer en la cara de Akao. Volvieron la mirada al frente y adoptaron posición de ataque. Aunque atentos al relato, no bajaban la guardia.

- Visto el punto en el que está nuestra relación, no veo el punto de esconderlo. Fui yo, Akao. Aquella noche, por fin conseguí escapar de aquel agujero donde me teníais encerrada y volví con mi clan. Como venganza, me enviaron a matar a un pequeño grupo que estaba realizado un experimento sospechoso. Acepté con la condición de que fuera mi última misión y que me dejaran vivir mi vida lejos del clan. – Akao dio un paso hacia ella.

- Cállate.

- Yo maté a aquel grupito, y así fue como conocí la existencia de esos anillos.

- No, cállate. – repitió Akao.

- Volví a la celda a esperar a aquella chica para pedirle que se fugara conmigo. No sabía por qué, pero quería que viniera conmigo. Me arriesgué volviendo a aquella celda, pero pensaba que merecía la pena si la convencía.

- ¡Cállate!

- Ella me habló de una masacre donde habían muerto seres queridos. Yo solo escuchaba pacientemente, hasta que dijo que iba a averiguar qué investigaban para saber por qué habían muerto. Ahí fue cuando vi mi oportunidad de conseguir ese poder. – se encogió de hombros – Después de todo, no podía confiar en la palabra de mi clan de dejarme tranquila. Solo quería poder protegerme. A mí misma, y a ella. – señaló con un débil gesto de la mano hacia la pelirroja. – Pero los anillos ya no estaban allí cuando llegamos. Pasamos años buscándolos, ella por su legado, yo por protección. Viajamos por todos lados, pero no encontramos nada sobre ellos. Sin embargo, mi clan me encontró a mí.

- Nos atacaron. – continuó Akao - Unos extraños nos atacaron. Me malhirieron, y mataron a Dai. Él me recogió y curó mis heridas, no dejándome recoger su cuerpo. – Orochimaru, pensaron los dos chicos - Me dijo que no podía hacer nada por ella, que volvería para darle sepultura a su cuerpo. Lloré años sobre su tumba.

- Pero no me mataron. Un pequeño grupo nos habían estado siguiendo, también conocían la existencia de los anillos. Me recogieron y curaron porque habían visto la batalla, sabían quiénes tenían los anillos y creían que yo sería capaz de hacerme con ellos después de un duro entrenamiento. Me obligaron a entrenar y vigilar a Akatsuki. Aquel día perdí tu pista. No sabía si estabas viva hasta que te vi acompañada de un Akatsuki. Claro que aún no pertenecía al grupo, pero le instaste a hacerlo para hacerse con los anillos, ¿verdad? Me habías traicionado.

- ¡Yo no la traicioné! Dai murió. Y Orochimaru me aseguró que la traería de vuelta si pasaba un tiempo bajo su mando. Ingresó en la organización por ambiciones propias. Yo sufrí horribles experimentos por la esperanza de volver a estar con ella una vez más. ¡ASÍ QUE CÁLLATE! - Akao se enderezó para lanzarse contra ella pero Naruto la agarró.

- Aseguraste que me perdonabas los atentados contra tu clan, pero no era cierto, ¿verdad? Nunca me perdonaste por haber intentado matarte, ni aunque hubieran sido órdenes.

- No es verdad…

- Eras capaz de darlo todo por el legado de las personas que querías, pero no por mí, porque yo era una asesina que podía traicionarte.

- Eso no es verdad…

- Hablabas y hablabas, diciendo ser capaz de cualquier cosa por alguien a quien querías, pero cuando fue el turno de hacer algo por mí, ¿dónde estabas?

- ¡Me pasé años recluida, siendo utilizada, por la esperanza de poder estar contigo una vez más! – gritó, rabiosa, con las lágrimas desbordándose.

- ¡Mentira! – Dai dio un paso hacia ella, que seguía siendo agarrada por Naruto. Sasuke reaccionó y se interpuso entre ellos. – Tu amigo es igual que ella. Te traicionará, te abandonará, porque tú eres como yo.

- Di lo que quieras sobre mí, pero no te atrevas a hablar de Naruto.

- Encantador – soltó una pequeña carcajada – Si te interpones en mi camino, tendrás la suerte de no llegar a sufrir su traición.

La batalla se reanudó entre los dos morenos, creando una bruma que escocía en los ojos. Naruto se tensó al ver volar la capa de Sasuke, pero lo vislumbró entre la bruma, empuñando su katana. Algo brillaba en su cuello. Conque a aquello se refería con que el chico tenía algo que necesitaba. Sasuke se acercó a él mientras Dai se levantaba del suelo, escupiendo sangre y limpiándose la boca con el dorso de la mano.

- Quédate esto – dijo mientras se quitaba el cordón negro que llevaba alrededor del cuello y lo pasaba por la cabeza del rubio. El anillo rojo descansó sobre el collar del Primero. – Ahora que sabe dónde está intentará hacerse con él.

Sasuke volvió a la pelea, dejando a Naruto con lo que aquella mujer necesitaba para llevar a cabo su plan.

- ¿Qué hago contigo? – Akao lo miró furiosa – Sabes que no puedo dejarte libre. Solo te he sacado de allí para que la villa no sufriera las consecuencias. – su mirada se desvió hacia la pelea – Pero tengo que ir a luchar con él. Es muy fuerte.

- Siempre ha sido fuerte, y ahora está llevada por la ira. No podréis vencerla.

- Juntos sí. – la mujer negó.

- No lo entendéis. Ella no tiene nada que perder, no seréis más fuertes que ella.

- Sasuke me habló de ello. Crees que el amor te hace débil. – soltó una risita – Él pensaba igual. Pero te derrotó a ti, ¿verdad? Y ahora los dos la venceremos a ella.

- Es imposible.

Naruto cruzó una mirada con su clon y entre los dos ataron fuertemente a Akao contra un árbol, asegurándose de que no se pudiera ir. El rubio se apretó la bandana sobre la frente y se encaminó hacia la batalla, dejando a su clon allí.

- Te lo demostraremos.

Notas finales:

Pues nada, nos leemos de nuevo a media semana. Cuidaros <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).